29


Edward

Lo primero que veo cuando entro a mi cocina es a Bella luciendo como una preciosa ardilla con mejillas llenas sentada en un taburete, con pastel alrededor. Hay betún en las comisuras de su boca e intenta sonreír, aunque le resulta casi imposible.

Suelto una risa.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto. Dejo mi mochila de gimnasio sobre la encimera y me dirijo a lavarme las manos.

Ella traga y se lame los labios antes de responder.

—Tenemos pastel para toda una vida y descubrí que si tomas una cuchara del de vainilla y luego una del de chocolate tienes lo mejor de ambos mundos en tu boca.

Le arrebato la cuchara y tomo un trozo.

—¿Has estado aquí toda la tarde comiendo pastel?

—No. Estaba haciendo yoga.

—Y ahora estás comiendo pastel—señalo su incoherencia. Ella me quita la cuchara y ataca.

—Así es.

Ella lleva otra cucharada a mi boca, esta vez de chocolate, y mientras mastico se pone de pie y enreda sus brazos alrededor de mi cuello. Deja un beso en mi boca y delinea mi quijada con su frente, hasta que sus labios están en mi cuello.

Olfatea y gime. Me río entre dientes, alzando los hombros.

—Huelo horrible. Estaba sudando y todo asqueroso—advierto, tratando de alejarme, pero no me lo permite.

—No me importa—recalca antes de abrir su boca y dejar un beso baboso ahí. Diiios. Y luego saca su lengua y da pequeñas lamidas. Miiierda. Nunca nadie había hecho eso antes y se siente tan biiien.

Bella vuelve a gemir.

—Mmm, sabes delicioso—su voz ronca. Mi pene se retuerce contra mis shorts, está tan listo como yo.

—El pastel está dulce. Y tú eres salado. La combinación perfecta.

Cierro los ojos, disfrutando la manera en la que sus labios se tallan contra mi oreja y cómo sus dedos jalan el cabello de mi nuca. Bella usa su mano libre y comienza a rascar mi espalda por debajo de la playera.

Enredo mis brazos a su alrededor y froto su espalda antes de apretar su culo. La presiono contra mí. Se siente tan bien. Cálida y suave y sus preciosas tetas están aplastadas contra mi pecho.

Bella sonríe contra mi piel. Sabe lo que está haciendo. Talla su mejilla contra mi rostro y luego sus labios dulces están en mi boca. Enreda su lengua con la mía y hace puños el dobladillo de mi playera. Gime contra mis dientes y me muevo de espaldas, haciendo mi camino hacia la sala. Al diablo. Quiero hacerlo. Ha pasado una eternidad desde que estuve con ella.

Dentro de ella.

Hundido en su divina, húmeda, rosada y apretada carne.

Dejo que saque mi playera y luego bajo sus shorts, dándole otro apretón a su trasero. Mientras Bella saca su blusa, me deshago de la ropa que queda en mí y la jalo al sofá. Se coloca a horcajadas y se frota. Dejo salir un gemido porque su centro se siente tan cálido y húmedo a través del algodón de su ropa interior.

Se arquea al desabrochar su sostén y sus tetas saltan en mi cara. Oh dulce ambrosía. Las tomo en mis manos mientras Bella pasa su lengua por mi cuello y muerde el lóbulo de mi oreja.

—La ventana. Alguien puede ver—tartamudea sin dejar de frotarse. ¿Honestamente piensa que me importa?

—Mmm—tomo sus caderas y la muevo como me gusta.

—El vecino—muerde mi cuello y besa mi quijada.

—Ese es su patio.

Estoy seguro de que dirá otra cosa, así que rodeo su pezón con mi boca y estrujo su espalda, uniéndola, acercándola. Quiero perderme en ella.

—Ok. Es un poco caliente…Dios, sigue haciendo eso… es un poco caliente que alguien pueda vernos.

Sonrío contra su punta erguida y doy un mordisco.

—Si, déjalos.

Beso entre sus pechos y lamo su otro pezón antes de hacer a un lado sus bragas rosas, ya mojadas.

—Dios, bebé, mírate.

—Sólo hazlo—resopla y llevo su mano izquierda a mi hombro, instándola a que se alce para poder enterrarme en ella. Me obedece y baja tortuosamente lento, uniéndose, dejándome perderme.

Ella tararea, enterrando sus uñas en mis hombros. Sus brazos al frente y más cerca que antes hacen que sus tetas salten. Es jodidamente perfecta. Toda ella, desde su piel suave hasta su puto rostro bonito. Me vuelve loco.

Bella comienza a moverse lentamente, subiendo y bajando, mordiéndose el labio inferior y sujeto sus caderas, acercándola a mí. Quiero enredarme en su calor, quiero que su pecho se frote con el mío.

—Ven aquí, nena—beso su frente y ella hace este sonido precioso como un ronroneo. Pasa sus manos por mi pecho antes de sujetar mi cuello fuertemente. Beso su clavícula y luego la insto a moverse más rápido—. ¿Está bien así?

Ella asiente y besa mi sien.

—Dios, dios.

Continúa moviéndose, gimiendo contra mi frente. Me hago adicto a la sensación de ella frotando y estrujando mi pene. Miro su rostro relajado.

—¿Quieres que me coloque sobre ti?

Ella asiente y sin salirme de ella nos giro en el reducido espacio del sofá. Su cabello cae alrededor de su rostro y no puedo evitar besarla antes de moverme.

—Eres tan preciosa.

—Mmm, tú también lo eres—Bella delinea mis cejas con sus dedos y sonríe, antes de gemir.

La embisto, observando su suave abdomen y el lugar en el que nos unimos.

—¿Está bien así?

—Sí—gimotea—. Te sientes tan bien. Dios.

Ella maldice contra mi oído y besa mi oreja. Las puntas de sus dedos acarician mi miembro cada vez que sale, mientras traza círculos.

—Estoy cerca—anuncia. Sus músculos se tensan a mí alrededor y bombeo más rápido, deseando correrme junto a ella.

—Oh, jodida madre, corazón—gruño, mientras ella se ríe entre dientes después de haber arqueado su cuello y cerrar los ojos. Está tensa, en el paraíso y con su mano libre aprieta mis bolas.

—Cara…jo—me descargo y Bella sacude sus caderas, robándome otro gemido.

Bien me parece que estoy en el cielo.

xxx

Paul me arroja a un par de chicas para que les prepare sus margaritas y ellas sueltan risitas. Están tan ebrias y me observan demasiado.

Las ignoro, concentrándome en la mezcla y en sus copas. Muchas cosas pueden salir mal si comienzo a hablarles o a sonreírles. Aunque el recuerdo de Bella rogándome por una margarita la otra noche viene a mi mente y no puedo evitar sonreír. No terminé su bebida antes de que ella ya estuviera sobre mí, diciendo lo guapo que lucía exprimiendo limones.

—¿No te gustaría exprimir mis limones? —ella dijo y tuve que carcajearme con eso. Ella me siguió y luego por poco se resbala con un charco de agua junto al refri.

La coloqué sobre la encimera y nos pusimos cariñosos.

Las mujeres se van contentas, sosteniéndose las unas a las otras y Seth llega a la barra, con su hielera vacía y con una chica que conozco muy bien colgada de su brazo. Están hablando entre risas, con ojos llorosos y todo el asunto.

—Necesito más cervezas—anuncia él, acercándose al refrigerador. Tuvo la idea de pasearse por el lugar, ofreciendo cervezas con el propósito de despejar la barra. Y está funcionando. Ahora sólo se acercan a pedir cócteles.

Limpio la superficie con mi trapo, fingiendo estar totalmente calmado con el hecho de que Lauren está a unos pasos de mí. No sé cómo actuar a su alrededor. No sé si me odia. Ella usa jeans y trae cargando una mochila en su espalda, una bolsa de Taco Bell en su mano.

Lauren camina hacia nosotros y me da una palmada en la espalda.

—Hola, Edward—saluda sonriente. La miro sobre mi hombro.

—Hey.

Ella saluda a Paul, que está preparando más bebidas.

—¿Vas a pasar la noche? —él pregunta en un murmullo. Me esfuerzo en ignorar su charla.

—Seh, mi mamá está siendo un dolor en el culo—ella responde, inclinándose para meter su mochila debajo de la barra.

—Lauren, ayúdame—dice Seth, cerrando el refrigerador—. Serás la encargada de sujetar el dinero.

—A la mierda. Voy a comer mi burrito—agita la bolsa de su cena desde su lugar en el piso.

—Puedes comer tu burrito después. Vamos, linda.

—Será mejor que me pagues—refunfuña, arrojando su cena junto a su mochila y siguiendo a Seth hacia la multitud.

Me estoy esforzando en no darle vueltas al asunto de por qué Lauren está pasando la noche con Paul… y con Seth. Lo entiendo. Pasó un montón de noches conmigo porque su mamá se metía en sus nervios, pero no quiero pensar en la otra posibilidad. En ella y Paul siendo algo. ¿Tengo algún derecho de… molestarme? Tengo a Bella, estoy con Bella, estoy metido en eso al cien por ciento, pero… no lo sé. No sé cómo sentirme.

Estoy a punto de preguntarle a Paul cuando unos chicos se acercan a la barra. Los miro brevemente antes de regresar mi vista a ellos. Conozco a uno de ellos: Jake. El ex de Bella.

Ugh.

Esta noche no puede empeorar.

—¿Qué les sirvo? —pregunto, secándome las manos en mi trapo.

—Tequila—responde uno, de facciones angulares—. Tres.

Les deslizo sus shots por la barra y le echo un vistazo a Jake. Puaj. Nada relevante. Tatuajes en sus brazos, músculos, sonrisa Colgate… nada digno de admirar. Evito rodar los ojos ante el alboroto que hacen al beber sus shots. Maricas.

Me alejo de ahí, irritado.

Luego de un rato, Paul les sirve otra ronda de tequilas mientras yo me ocupo en el extremo opuesto de la barra, limpiando y ordenando.

—Hombre—Paul me llama—. Ve por más cervezas. No logro ver a Seth.

Cuando regreso de mi travesía a la bodega, los tres mosqueteros están ahora bebiendo Coronas y luego Seth y Lauren aparecen.

—Oh, dame más de esas—Seth golpea mis manos, tomando las cervezas que se suponía iban en el refrigerador. Hay sudor en sus sienes y frente—. Lo, andando.

Ella se guarda el celular en el bolsillo y le entrecierra los ojos.

—Te dije que iba a comer.

Seth hace una pedorreta.

—¿Qué pasa con estas chicas que todo lo que hacen es comer? La música me llama, Lo. ¿Qué se supone que haga? ¿Menear las caderas solo?

Lauren y yo nos reímos.

—¿Qué te parece si intentas vender cerveza en su lugar? —ella ofrece.

—No eres divertida—finaliza Seth, alejándose para meter billetes a la caja fuerte debajo de la barra.

Ella resopla y mientras está tomando su cena, el amigo de Jacob, el de las facciones angulares, se inclina sobre la barra y la llama.

—Hey.

—Oh, hola—ella le sonríe de vuelta. ¿Lo conoce? —. ¿Se están divirtiendo?

—Seh—él responde.

Lauren se envara, con su cena en sus manos.

—¡Genial! Nos vemos.

—¿Quién es él? —le pregunto en un susurro. Ella se encoge de hombros.

—Un chico que quería saludar, supongo—se ríe y luego se va a la oficina, cerrando la puerta tras ella.

Arrincono a Seth antes de que se vaya.

—Hey, ¿por qué está Lauren aquí?

Él me alza una ceja, antes de reírse.

—¿Tan mal estuvo lo suyo?

Le ruedo los ojos antes de golpear su nuca.

—¡Oww, perra! —se queja, sobándose—. Se peleó con su mamá. Ya sabes que Linda es de lo más linda. Y va a pasar la noche con nosotros.

¿Con nosotros? ¿O con Paul? Seth parece entender mi pregunta.

—No te preocupes, cielo. No tiene nada con Paul.

¿Cómo lo…

—Porque es claro que conmigo no—se ríe. Entonces no lo sabe— Pero, ¿qué no estás con Isabella? —alza sus cejas, cuestionando.

—Si, pero…—divago, mirando alrededor—. Sólo se siente… extraño.

—Lo entiendo—alza sus manos—. Pero no te preocupes, enserio. Ella está bien y creo que está bien contigo, finalmente.

—¿Lo crees?

—Te habló, ¿no?

Asiento.

—¿Lo ves? No te odia.

—De acuerdo.

—De acuerdo—palmea mi espalda y luego se va a la pista.

Para cuando la noche termina, estoy cansadísimo. Necesito un puto masaje o tal vez meterme a una centrifugadora también funcione.

Seth le sonríe a Benjamín y a Sam, los guardias de seguridad, despidiéndolos.

—Nos vemos mañana, bros—asiente Demetri.

Seth gime, recargándose en la puerta cuando la cierra tras él.

—Estoy jodidamente cansado—dice—. No vuelvo a pasearme por el lugar ofreciendo cervezas.

—Eso te gustaría, ¿verdad? —Paul le lanza un trapo a la cara y Seth refunfuña antes de arrojarlo lejos.

—Manos a la obra—dice Paul, sacando la caja fuerte de debajo de la barra y abriéndola—. ¿Qué es esto?

—Oh, mis galletas—Seth se las quita de las manos—. Por eso no las encontraba.

Paul y yo pasamos el rato contando el dinero mientras Seth hace anotaciones y mordisquea sus galletas.

—Andando—dice cuando terminamos, dando un aplauso—. Iré a despertar a Lauren.

Me preguntaba dónde se había metido.

Tomamos nuestras cosas y como todas las noches, Paul apaga la luz y abre la puerta. Lauren arrastra los pies junto a Seth y noto que los tres mosqueteros están de pie en la acera. Jake es el único que no está recargado contra la pared. Los ignoro y tanteo mis bolsillos, en busca de mis llaves.

—Hombre, espera, olvidé las llaves del auto—detengo a Paul y él se hace a un lado, dejándome entrar. Uso la luz de los refrigeradores para ver el camino y las alcanzo del colgante en la oficina.

Andando, vayamos a casa. No puedo esperar para meterme a la cama con Bella. Tal vez la despierte y la obligue a darme un masaje. Espero que esté en mi casa, porque últimamente he notado que su aroma se está impregnando en mi cama y no hay algo mejor que…

—¡Vete a la mierda, hombre! —Paul dice, enojado, mirando al amigo de Jake, al mismo que le saludó a Lauren.

—¡No es tu puto problema! —le grita él de vuelta.

Jake y el otro, de cabello ligeramente rizado, están deteniéndolo por el pecho.

—Paul, Paul—corean Seth y Lauren, como aplacándolo. ¿Qué mierda está pasando?

—¡Es mi puto problema! —corrige Paul, sacándose a Seth de encima—. ¿Quieres que te deje claro qué es mi problema?

El chico da un paso hacia Paul. Esto no puede salir bien. Para nada. Paul es jodidamente volátil y ya está bastante enojado.

—¿Qué…

Un puñetazo me interrumpe. Lauren suelta un grito y Seth jadea.

—¡Embry! —Jake le grita al chico—. ¡Vamos, hombre! —lo jala por el cuello de su camisa, pero no hay solución.

Paul y Embry están destrozándose el rostro ahora. Sonidos crujientes de nudillos contra piel desnuda se escuchan mientras Lauren sólo repite "carajo, carajo" una y otra vez.

—¡Embry, idiota! —grita el otro chico.

—¡Puto imbécil! —Paul vocifera antes de darle un gancho. Embry salta en su lugar, sofocado y sólo alcanza a tomar a Paul por el cuello, llevándolo hacia abajo y atina dos puñetazos.

Mierda, van a matarse y mis putos pies no pueden despegarse del suelo.

—¡Haz algo! —Seth me arroja por la espalda y mi pecho se estampa con los brazos voladores de Jake, que intenta encontrar una laguna en la pelea para deshacerla.

—¡Hombre, vamos! —tomo a Paul por la cintura, jalándolo a mí y liberándolo de ese idiota que está destrozando la cara de mi amigo. ¿Qué mierda ocurrió aquí? ¿Me voy un minuto y cuando regreso esto se convirtió en la WWE? — ¡Paul, vamos! —le grito.

—¡Paul, por el amor de dios! —Lauren grita, intentando acercarse, pero Seth toma su brazo y la aleja.

Él se coloca frente a ella y esquiva puñetazos, alcanzando también a Paul. Con su ayuda, logramos alejarlos y le doy un empujón a Embry, apartándolo. Él da un paso hacia mí, listo para pelear. Le doy otro empujón mientras trato de contener a Paul con un brazo. Mierda, es como un puto demonio de Tazmania, sacudiéndose y alejándonos a Seth y a mí. Ese idiota quiere seguir peleando y no hay nada que lo haga retroceder en este punto.

—¡Dos contra uno, eh! —grita el otro al mismo tiempo que me da un puñetazo en la puta quijada.

Mi cabeza gira lejos y escucho un par de groserías salir de la boca de Jake al mismo tiempo que Lauren jadea.

—¡Edward!

—¡Mierda, deténganse! —ordena Jacob—. ¡Quil, qué mierda!

Pero Quil está intentando llegar a Paul, que ya está peleándose otra vez con Embry. Me interpongo y lo golpeo en la barbilla, luego mi puño izquierdo se entierra en su abdomen. Jadea y se dobla. Vuelvo a erguirlo con otro guantazo directo en la jodida cara.

—¡Por favor detente, Cullen! —escucho la voz de Lauren demasiado cerca. O tal vez estoy tan mareado que los sonidos se distorsionan.

No detengo mis golpes. Uno, dos, tres. Estoy en un frenesí que no puedo detener. Cuatro, cinco. Un golpe en mi ojo y luego pruebo la sangre en mi boca. Mis nudillos comienzan a entumecerse. No siento nada.

—¡Edward, maldita sea, detente! —Seth ladra con voz fuerte y agresiva. Siento unas manos en la espalda, jalando mi playera—¡Paul, vamos, no arruines esto!

—¡Quil, Embry! —Jake grita en mi oído. Caigo en cuenta de que es él quien me está restringiendo. Trastabillo, rindiéndome y luego otros brazos se enredan en mi torso. Es Lauren, presiona su mejilla en mi espalda y me jala hacia ella.

Tomo el brazo libre de Paul y lo llevo hacia mí. Él pierde el balance y resopla, su pecho sube y baja y su frente está perlada de sudor.

Es suficiente. Ha sido suficiente.

Además, Lauren ya logró escapársele a Seth, ya está en el tumulto y pueden golpearla.

Jake está apuñando las camisas de sus amigos, llevándoselos con él.

—¡Vamos! —les grita, arrojándolos al frente, lejos de nosotros—. ¡Puta madre!

—¿Qué mierda, idiotas? —Seth nos golpea en el pecho a ambos. Está enojado, la vena de su frente se salta.

Lauren coloca una mano en su antebrazo y él se relaja, pero no se mueve de su lugar.

—¡La próxima vez mantén tus manos para ti mismo! —Paul grita, luego de escupir al piso una mezcla de saliva y sangre.

—Paul, detente—Lauren murmura con voz ronca al mismo tiempo que Embry se gira, tratando de iniciar otra pelea.

Jake lo detiene, dándole otro empujón.

—¡Te va a denunciar! —picotea Paul.

Me sobo la quijada, duele como una perra y creo que mis dientes cortaron mis mejillas. Incluso me duele una muela. Seth se pasa ambas manos por el cabello.

—Detente, hombre, enserio—le dice.

Jake y sus amigos manotean. Él les dice algo, furioso. ¿Esta es la gente con la que Bella se codea?

Observamos al trío perderse al doblar la esquina y miro el desastre frente a mí.

Seth se está limpiando la frente llena de sudor y ya no luce molesto, luce asustado. Lauren está cruzada de brazos, paseando su mirada entre Paul y yo, con el ceño fruncido.

—¿Qué mierda pasó? —pregunto, sin dejar de frotar mi quijada. Mi lengua es demasiado grande para mi boca, no estoy seguro si me entendieron.

Hay silencio por un rato. Nadie dice nada. Seth se inclina para tomar las llaves tiradas en el piso y se apresura a cerrar la puerta del bar.

—Ese idiota estaba acosándola. Le agarró el culo—explica Paul, señalando con la barbilla a Lauren.

Ella se está mirando los pies.

Bueno, tal vez todavía pueda alcanzarlo en la esquina y destrozarle la puta vida a ese pedazo de basura.

—¿Estás bien? —le pregunto. Ella no asiente ni responde.

—Lo que hiciste fue estúpido—interviene Seth, echándose las llaves al bolsillo y enterrando un dedo en el pecho de Paul, que abre y cierra sus manos, checando sus nudillos—. ¿Y tú qué mierda pensabas? —me mira.

—Él inició, hombre—me encojo de hombros y no me molesto en dar una explicación coherente.

—Extraño que haya sido el único sensato—él señala.

—¡No iba a dejar que ese idiota la arrinconara, hombre! —chilla Paul.

—Mira, aprecio el gesto, enserio, pero me habría sentido peor si hubieran echado esto a perder—Lauren señala con sus manos el bar—. La puta policía pudo haber venido.

—Ese pendejo puede levantar cargos—sigue Seth.

—No si no quiere que yo también lo haga—se defiende Paul—. Tendrá miedo de que se le caiga el puto jabón allá adentro.

Seth se ríe entre dientes luego de un rato. Sonrío en medio del dolor.

—Una palabra bastaba—insiste Lauren, sonriendo sin mostrar los dientes—. Andando, más vale que tengas hielo.

Paul asiente en silencio antes de reírse.

—Duele como una perra.

Estoy bastante furioso, pero logro sonreír quejosamente al despedirme de ellos. Vuelvo a preguntarle a Lauren si está bien y asiente levemente con la barbilla. Le revuelvo el cabello, tratando de no llenárselo de sangre y luego camino hacia mi auto.

¿Qué mierda? Pensar en Bella saliendo o teniendo cualquier tipo de contacto con esos idiotas me hace enojar. Jake estuvo bien, siendo Gandhi y jalando a esos cabrones lejos. El pensamiento de que ella pudo haber estado en alguna situación similar hace que la sangre me hierva y estoy jodidamente agradecido de que las calles estén desiertas. No respeto los semáforos y acelero.

El pecho se me oprime y azoto la puerta del auto cuando llego a casa. Me lavo las manos, disfrutando el agua fría en mis nudillos y luego rebusco en el congelador, tomando mis compresas.

Azoto, golpeo, hago ruido a mi alrededor. Quiero destrozar algo. En especial la cara de Embry. Pedazo de idiota. Me dejo caer en un taburete y ni siquiera me importa cuando el contiguo se cae.

Presiono la compresa en mi rostro, sosteniéndola con un trapo de cocina. Se siente bien. Mi barbilla toca mi pecho y cierro los ojos, abro y cierro mis puños, intento respirar correctamente, me esfuerzo en hacer que la visión roja se vaya.

—¿Por qué… ¡oh, dios! ¿qué te pasó? ¿estás bien? —su voz acelerada me hace abrir los ojos y mirarla. Bella ya está sobre mí, toqueteando mi rostro y tomando una mano entre las suyas, inspeccionando el daño.

Su ceño está fruncido y sus ojos ansiosos.

Mierda. Si supiera lo qué ocurrió. No puedo contárselo. Mi corazón se rompe y se agita por imaginarla ahí, vulnerable y sin nadie que lance puños por ella, sólo diciendo palabras en tono duro, poniendo distancia, ignorando porque ¿de qué otra manera pueden defenderse ellas?

No puedo hablarle de cómo los amigos de su ex novio rompieron mi rostro y el de mi mejor amigo. No puedo simplemente decirle que el amigo de su ex acosó a mi ex.

—Nada—respondo—. Fue una pelea estúpida que trataba de parar, pero un puñetazo me alcanzo—lanzo una risa seca y miro su rostro.

Su ceño se frunce más y su boca hace un puchero.

—Eso no luce para nada como sólo un puñetazo.

—Está bien—me encojo—. ¿Por qué estás despierta?

Se encoge también mientras sus dedos trazan círculos suaves en el dorso de mi mano, sin tocar mis nudillos. Bella acaricia mi mejilla libre.

—Estabas haciendo mucho ruido. ¿Estás bien? —su voz es suave y tierna. No tengo el corazón para decírselo. Ni la voluntad, a decir verdad.

No, Bella, no estoy bien. Por favor dime que no te pasó nada a ti. Estoy jodidamente furioso. Odio a tu ex. Odio a los amigos de tu ex. Odio todo.

—Si, nena—beso su mejilla—. Estoy bien. Vamos a dormir un poco.


¡Ay, Cristo! Recuerdo que fue muy interesante escribir este capítulo. Espero que les haya gustado. Veamos si Edward se atreve a contarle a Bella sobre la pelea.

¡Muchas gracias y nos seguimos leyendo!