34
Bella
Los ojos de Vanessa no me abandonan durante toda la cena. Y cada vez que Emmett dice algo gracioso y, obviamente, nos reímos, sus ojos regresan a mí. Rosalie se está mordiendo el labio, sofocando risitas. Y Edward y Jake comparten miradas de vez en cuando. Me están poniendo de los nervios y hace que acribille mi porción de cordero con más fuerza de la necesaria.
Edward no sabe que es cordero. Un día dijo que jamás comería eso.
—Pollo y res, es todo—dijo, mientras jugábamos un estúpido videojuego (que él obviamente ganó), en su sala—. Acepto la variedad en el pescado, pero nada más. ¿Cordero, conejo y todo eso? Asqueroso. Y jodidamente raro.
Él cree que está comiendo un jugoso filete. Dejémoslo ahí. Es lo único en el menú, así que, si se lo hago saber, no comerá nada. Dudo que un bollo sea suficiente para él.
—¿Te está gustando? —mascullo en su oído.
Él asiente, sonriente.
—Es delicioso.
Oh, inocente Edward. Lamento esto.
—Lo es—concuerdo y tallo el cabello de su nuca.
No me pasa inadvertida la mirada de Jake y la forma en la que los ojos de Vanessa evalúan a su novio. Es como un maldito piojo. Si no me está observando a mí, está cuidando cada movimiento de Jake.
Tal vez debería prestarle atención a su plato, eso no se va a comer solo.
Tomo mi copa y le doy un trago.
Con mi visión periférica, noto que ella le dice algo a Jake al oído y me señala con sus ojos. Jake le frunce el ceño y niega, bajando la mirada a su plato para continuar comiendo.
Ella necesita bajarle a su toxicidad y a sus celos. Está haciendo un gran alboroto por nada.
Él coloca su gran mano sobre la de ella, pero Vanessa la saca y la lleva a su regazo.
De pronto, la imagen de mí haciendo berrinche por unas fotos llega a mi mente. Ugh. Me estremezco ante mi propia vergüenza.
De acuerdo, puedo entender a Vanessa hasta cierto punto. Si la ex de mi novio estuviera en la misma habitación que nosotros probablemente comenzaría a trepar por las paredes.
Oh Dios, si Lauren estuviera aquí…
Debo aceptar que Vanessa se está comportando decentemente a comparación de a cómo lo haría yo. La sola idea de Edward manteniendo algún tipo de contacto con Lauren hace que se me haga un nudo en el pecho.
Estoy a punto de llevarme la mano al pecho para sobarme el dolor cuando Edward aprieta mi muslo debajo de la mesa, sacándome de mis locos pensamientos y lo miro. Sus ojos brillan.
—Luces preciosa esta noche—susurra en mi oído, con su voz ronca y mis ojos casi ruedan del placer. Si tan sólo atrapara mi lóbulo entre sus dientes y subiera un poco su mano…
—Habías tardado en decir eso—reconozco, bebiendo más vino. Él ríe bajito y le da otro apretón a mi pierna.
Un cristal rompiéndose en el otro extremo de la mesa llama la atención de todos. Nos giramos para investigar qué ocurrió cuando cuatro niños corren por el pasillo, gritando y lanzando risas.
Y yo que creía que Vanessa había alcanzado su punto máximo.
—Lamento la conmoción. Es sólo un plato—dice el mesero, moviendo las pequeñas sillas de la mesa de los niños.
¿Por qué, siquiera, hay niños aquí? ¿Y sin la supervisión de sus padres?
Otro mesero se acerca y entre los dos comienzan a recoger los restos de vajilla que los pequeños diablos rompieron.
—¿Son esos los niños que estarán en tu boda? —le pregunto a Rose en un murmullo.
Ella asiente, entrecerrando los ojos hacia el pasillo, por donde huyeron.
—Pequeñas mierdas—masculla.
Como todos los años, después de la cena, nos reunimos en el lobby de la casa, listos para cantarle la canción del cumpleaños a Eleazar, a quién ni siquiera le importa.
Edward sólo mira alrededor, observando a las personas al mismo tiempo que talla su pulgar en la parte baja de mi espalda, con su mano libre sosteniendo su copa.
—Feliz cumpleaños, tío—lo abrazo una vez que terminamos de cantar y él besa el tope de mi cabeza.
—Gracias, Bella. Edward—lo reconoce—. ¿Se están divirtiendo?
Acomodo mi cabello y le doy una mirada sucia.
—Ya sabes la respuesta a eso.
—Seh—se ríe entre dientes—. Siempre hay barra libre después de todo—comenta, antes de que un hombre se acerque e interrumpa la conversación.
—Estaremos por ahí—le hago saber y nos alejamos.
Encontramos un lugar junto a Rosalie y a Emmett en la sala de estar y ellos nos hacen espacio en el sofá. Emmett coloca a Rose en su regazo, quien comienza a hablar de las maravillas de estar comprometida.
Le ruedo los ojos y me encuentro con la mirada de Jake, del otro lado de la habitación. Dios, los cuatro nos estamos siguiendo como la peste.
—¿Cuándo comenzarás a fingir interés por la boda? —le pregunto a Emmett y él, descaradamente, se encoge de hombros.
—Me estoy encargando de la luna de miel. Ese es trabajo suficiente.
—¿Comprar boletos de avión es demasiado trabajo? —me burlo y él pellizca mi brazo.
—Y hacer reservaciones de hotel—señala, como si eso pudiera mejorar el asunto.
—Los novios no tienen que hacer nada. Son sólo un accesorio—recalca Edward.
—Él tiene razón—se defiende Emmett—. Nadie me estará viendo a mí.
—Lo que es grandioso—interviene Rosalie, animada—. La atención será para mí. Estoy segura de que si no hay un novio en una boda, nadie lo notaría. No sirven para nada.
—Vaya, gracias—dice Emmett, herido.
—Tú lo dijiste primero, cielo—Rose talla su cabello, haciendo un puchero y me río, mirando a Edward para reírnos juntos, pero lo encuentro compartiendo miradas con Jake una vez más.
Llamo su atención apretando su muslo y me inclino a su oído.
—¿Puedo saber por qué siguen mirándose mutuamente?
—Claro que no—él masculla entre dientes, frunciéndome el ceño.
Le alzo las cejas, esperando una respuesta mejor que esa. Él parece contemplarlo por un momento, observando mi rostro y luego acomoda mi cabello detrás de los hombros.
—Tengo que contarte algo—exhala y mira sobre mi hombro a Rose y a Emmett—. ¿Podemos ir a un lugar más privado?
—Me estoy poniendo nerviosa—aprieto su mano. ¿Qué tiene que decirme? Su rostro luce apagado de pronto.
—No, no lo hagas—murmura—. Sólo vamos.
—De acuerdo, vamos al jardín—acepto, de pronto necesitando la brisa fresca sobre mi cara.
Pico el costado de Rose, deteniendo su sesión de besos.
—Iremos al jardín.
—Oh, hazme saber si está lloviendo, quiero salir también.
—Seguro—digo sobre mi hombro, pero su boca ya está pegada a la de Emmett otra vez.
Llevo a Edward hasta allá y el aire frío sirve para bajar mi sonrojo y mi angustia. Respiro hondo el aroma a césped y a humedad y me apoyo en la barandilla.
Edward toma mis manos entre las suyas y mira a la distancia, a la oscuridad absoluta.
—Estás debatiendo—señalo y él asiente brevemente.
El músculo de su quijada palpita y luego me mira, sus ojos lucen angustiados.
—Sólo promete que no te enojarás.
Alejo mis manos y las llevo a mis caderas.
—¿Qué está sucediendo?
—Tranquila, sólo…—él vuelve a tomar mis manos—. Creo que todo está bien ahora, ¿sí? Pero… bueno, ya había conocido a Jake antes.
Mi ceño se frunce. Lo único en lo que pienso es en Edward buscándolo en Instagram.
—¿Dónde?
—En el bar. Fue la noche de… fue la pelea que intenté detener.
¿Qué mierda? La impresión hace que mi boca se abra y me alejo de su toque. Me envaro. ¿Qué carajo? ¿Peleó con Jake?
—¿Peleaste con Jake? —mi voz sale más dura que sorprendida.
—¡No! —él se apresura a aclarar y mira alrededor, como si hubiera llamado la atención de las personas que no están aquí—. Paul…—se talla un lado de su rostro—. Paul peleó con su amigo. Seth y yo intentamos detener la pelea, pero su otro amigo entró y me tiró el primer golpe. Jake sólo estaba tratando de llevárselos con él.
Quil y Embry, tienen que ser ellos. ¿Quil y Embry golpearon a Edward y a Paul? Sabía que no me agradaban por algo.
—¿Quil y Embry?
Edward asiente en silencio y mira el suelo, pasándose una mano por su cabello.
—¿Por qué pelearon?
Él inhala profundamente y luego se frota los ojos con sus dedos, como si no quisiera decir lo siguiente.
—¿En dónde? ¿Cómo fue? —presiono—. ¿Saben Paul y Seth sobre Jake? ¿Saben quién es él? —el pensamiento de ellos estando al tanto me enferma, el hecho de que me lo hayan ocultado… todo este tiempo.
—Una vez que cerramos el bar, en la calle—murmura, como un pequeño niño dando explicaciones a su madre que está a punto de castigarlo—. Y no, no les he contado sobre Jake.
Eso no me relaja cómo creí que lo haría.
—¿En la calle? ¿Por qué?
Edward se balancea en su lugar y luego apoya sus codos en la barandilla. Las luces del jardín lo hacen ver cálido, el viento despeina su cabello y su traje se frunce en su espalda y brazos.
—Esta es la parte en la que no tienes que enojarte.
—¿Por qué lo haría?
Rasca su mejilla, su corta barba hace ruido y exhala por la boca. Está nervioso.
Resoplo una risa sin diversión.
—¿Qué hiciste?
Sacude la cabeza y la gira, en un intento por relajar su cuello.
—Esa noche, Lauren estaba en el bar, fue ahí porque iba a pasar la noche en casa de los chicos.
Mi estómago se hunde. Los pensamientos que llegaron a mi durante la cena regresan y ahora no puedo pensar en otra cosa más que en Edward con ella, pasando el rato en el bar, saludándola, hablándole, mirándola… ¿qué otra cosa hicieron?
El recuerdo de ella saliendo de su casa el día que lo conocí hace que me tiemblen las rodillas, ella tomando su chaqueta olvidada de la pila de ropa sucia en la habitación de Edward, en donde se acostó con él… en donde yo me acosté con él.
El corazón se me estruja al pensar en ellos dos besándose, tocándose, jadeando en sus bocas. Las ganas de doblarme del dolor por pensar en ellos estando enamorados antes hacen que me sujete fuertemente de la barandilla.
De pronto, Vanessa no es una loca.
La cabeza de Edward se gira luego de un rato, no estoy segura si está investigando mi rostro.
—¿Nena? —se envara y se acerca más a mí—. ¿Estás bien?
—¿Por qué pasaría la noche con ellos?
Edward se encoge de hombros.
—Es la mejor amiga de Seth. Pelea mucho con su mamá y esa noche no fue la excepción. Fue al bar y ayudó a Seth un poco. Es todo.
No, no es todo. Está lejos de ser todo, pero no encuentro la relación de Lauren estando allí con la pelea desatándose. Decido enfriar mi mente y la enfoco en la pelea por el momento. Es demasiada información para absorber.
—¿Por qué pelearon entonces? —y a este punto creo haber hecho la misma pregunta muchas veces.
—Bueno, Lauren estaba allí y Jake y sus amigos también. Uno de ellos, Embry, la saludó, intentando llamar su atención, pero ella sólo lo ignoró. Cuando cerramos el bar, ellos estaban en la acera. Olvidé mis llaves adentro y cuando volví a salir, Paul y él ya estaban gritándose y entonces los golpes comenzaron—Edward explica, pasando sus manos por mis brazos. No me había dado cuenta de que estoy temblando, pero no sé si es por frío o por mis emociones burbujeantes.
—¿Y entonces?
—Pues… Jake trataba de detener la pelea. Cuando ellos se fueron, Paul dijo que Embry estaba acosando a Lauren y que tocó su trasero, él lo perdió y quiso defenderla.
—Ese suena como a Embry—acepto, recordando su jodida conducta problemática. Edward arruga el rostro.
—¿Te hizo algo a ti? —inquiere, molesto.
—No, no, él no hizo nada—aclaro—. Sólo que es un jodido dolor en el culo. ¿Lauren estaba bien?
—Supongo, no lo sé—murmura—. Parecía más asustada por la pelea en ese momento. No sé si lo ha superado o no.
Espero que lo haya superado. Espero que esté bien.
Pero ella pasando el rato en el bar… me incomoda.
—¿Suele estar por ahí seguido?—pregunto después de un largo rato.
Edward sonríe levemente, sus ojos brillan con diversión. Sujeta mi rostro en sus manos y aprieta mis mejillas, hasta que forma una cara de pez.
—Esa ha sido la única ocasión que ha estado ahí desde que terminamos—dice—. Pero… es amiga de Seth, así que en cualquier momento ella puede aparecer.
Le frunzo el ceño y me escapo de su tortura.
—¿Por qué sigue yendo si sabe que tú estás ahí? ¿No se supone que Seth también está ocupado?
—Lo está, pero él simplemente la invita. Tal vez no luzca así y parezca imposible, pero Seth en realidad no tiene muchos amigos. Sólo nos tiene a nosotros y a ella… y creo que está comenzando a considerarte su amiga. No tengo el corazón para decirle que no la invite y además…—da un paso lejos, como si yo fuera a darle un golpe o algo así—no creo que en algún punto me moleste que ande por ahí. Es sólo un cliente más.
Es ahí cuando lo entiendo.
—¿Te sigue importando?
Otro encogimiento.
—No de esa manera. Sólo… no lo sé—se rasca el cabello antes de meter las manos en sus bolsillos—. Ha estado en mi vida por los últimos dos años y no lo sé, jamás hizo nada malo. No soy una persona rencorosa, simplemente no puedo serlo. Y si hubiera estado ahí en lugar de Paul también le habría dado un puñetazo a ese tipo. Pero si puedo prometerte que no me importa de esa manera.
Miro mis manos y luego paso mi dedo por la madera de la barandilla.
Está siendo honesto conmigo y no puedo evitar sentirme estúpida… y avergonzada. Él simplemente es bueno y es refrescante su idea de "no odiar a tu ex." Edward es simple, no se complica la existencia y escucha a sus sentimientos.
Debe ser agradable. El poder lidiar con lo que sientes y tomar buenas decisiones. Me siento estúpida porque no sé si debería estar celosa luego de su honestidad y no suelo ser celosa, en verdad que no, pero entonces recuerdo el episodio de las fotos y ahora esto y seguramente luzco como una loca celosa como la que está adentro, del brazo de mi ex.
Le hago caso a mis emociones por primera vez en mucho tiempo. Decido que no lo estoy, no lo estaré. Puedo con esto.
Si Edward puede estar con Jake en la misma habitación, yo también puedo hacer esto por él… por nosotros, por esta cosa brillante que estamos tejiendo.
Pero sigo sintiéndome avergonzada.
—¿Cielo? —Edward está cerca, atrayéndome a su pecho—. ¿Qué estás pensando?
—Justo ahora estoy avergonzada—respondo, antes de poder detenerme.
Besa mi frente.
—¿Por qué? —me mira interrogante.
—Porque tuvieron que lidiar con eso… con Quil y Embry y…
—No es tu culpa, de ninguna manera—me sacude, alejando su rostro para verme severamente—¿Por qué siquiera estás avergonzada por eso?
—Porque siento que es como… mi territorio, de alguna manera.
—¿Estás saliendo con Jake justo ahora?
—No.
—Entonces no veo cómo es "tu territorio"—incluso rueda los ojos—. Así que no tienes que sentirte así, ni disculparte por la actitud de un idiota que no mantiene sus manos para sí mismo. Especialmente tú: una chica.
—Lo sé, pero…
—Bella.
—Bien—acepto y enredo mis brazos en su torso.
—También estoy avergonzada porque no quiero parecer como una loca celosa. Ya discutimos antes por eso y no… no lo soy, en verdad que no lo soy—agrego después de un rato.
—Mm-hm—asiente y escucho la sonrisa y diversión en su voz.
Le entrecierro los ojos.
—¡No lo soy! —chillo, exasperada. Odio que piense que lo soy.
—Claro, abuelita, vamos a llevarte a la cama.
—¡Edward! —pico sus costillas y él da un salto, carcajeándose.
—¡De acuerdo! No lo eres, nena—me apoyo en su pecho y luego masculla contra mi cabello—: Sigue diciéndote eso.
Estoy a punto de continuar con esta conversación cuando Rose interrumpe, abriendo la puerta ruidosamente.
—Ah, bien, no está lloviendo.
—¿Disculpa? Esta área está ocupada—la acuso, señalándola con el dedo.
—Oh, cierra la boca, trajimos vino—nos tiende dos copas y ella toma la suya de la mano de Emmett—. Esos niños molestos quebraron un jarrón de Carmen—se ríe—. Estará encabronada mañana.
—Fingiré no haberte escuchado mezclar "encabronada" y a mi mamá en la misma oración—comenta Emmett, sentándose en el columpio de exteriores.
—Como si tú no lo dijeras siempre—Rose señala.
xxx
—Así que… Edward, ¿Bella ya te habló sobre mis fotos? —pregunta Rose, agitando el vino en su copa.
Oh, mierda.
—¿Tus fotos? —Edward me mira—. No.
Rose jadea.
—¿Cómo pudiste olvidarlo? —me acusa—. Es mi boda.
—Exactamente, tu boda, no la mía—chasqueo la lengua y ella me da un manotazo en el muslo.
Esa perra.
—Como sea, ella dijo que eres fotógrafo, así que… ¿serás el fotógrafo en mi boda?
—Nuestra boda—Emmett dice por lo bajo.
—Creo que no le estás dejando opción—intervengo—. Dile que no—murmuro audiblemente en la oreja de Edward.
Él ríe, sus hombros temblando.
—¿Tu boda? No sabía que te ibas a casar—Edward le toma el pelo, causando que la rubia loca vuelva a jadear.
Emmett se ríe, señalando en camaradería a Edward, incluso chocan sus copas.
—De acuerdo, ¿acaso nadie ha estado prestando atención? Si, Edward, voy a casarme, ¿entonces? —Rosalie lo mira con cejas alzadas.
—Seguro—él se encoge de hombros—. ¿Cómo puedes pedirme eso sin siquiera haber visto mi trabajo?
Rose le resta importancia con un gesto de mano.
—Sé dónde vives de cualquier manera. ¡Genial! ¡Muchas gracias!
—¿Qué tipo de fotos quieres? ¿En blanco y negro? Hay muchas fotos de bodas en blanco y negro, ¿cierto? —le pregunto a Edward, golpeando mi hombro con el suyo. Él asiente.
—¡No! Quiero ser feliz en alto contraste—Rose asegura.
—Como sea, loca, ¿alguien quiere más vino? —pregunto, poniéndome de pie—. Pediré las sobras prometidas—le hago saber a Edward y él asiente, sonriente.
Rosalie termina el contenido de su copa con un gran trago y me la tiende. Emmett todavía tiene vino, pero la de Edward está vacía.
—¿Quieres un poco más? —pregunto, acomodando el cuello de su camisa.
—No, alguien tiene que manejar—me embarra en la cara y le entrecierro los ojos.
—Y alguien tiene que absorber vino por dos—le guiño y entro a la casa.
Un amable mesero rellena las dos copas y estoy a punto de entrar a la cocina para pedirle sobras a la Sra. Cope cuando me encuentro cara a cara con Jake, que lleva dos platos con pastel en sus manos.
—Oh, hola—medio sonríe.
—Hola, Jake, está bueno, ¿verdad? —apunto sus raciones con mi barbilla.
—Bastante, tiene relleno de avellana, ¿cierto?
—Así es.
Él se balancea en su lugar, incómodo. Estoy pensando en esquivarlo y entrar cuando él habla.
—Así que Edward, eh.
—Parece que ya se habían conocido antes—comento, sólo en caso de que él quiera encontrar una debilidad en nosotros como el ocultamiento de una pelea.
Su boca se frunce hacia abajo, deliberando.
—Podría decirse. No en las mejores circunstancias, aceptémoslo.
—Si, dile eso a Embry—murmuro, deseando cruzarme de brazos, pero las copas me lo impiden.
—Embry será Embry, eh.
—Embry será un problemático, si—le impregno a mi voz todo el desdén que puedo. Estoy harta de esa mierda de "los chicos serán chicos," que se jodan, ¡jódete estúpido Embry!
—¿Y Edward? —y el tono en lo que lo dice… "¿él no es problemático?" apuesto a que a eso se refiere.
—¿Qué pasa con él? —doy un sorbo a mi copa.
Jake parece pensarlo por un segundo y desiste de su comentario, adivinando que sacaré las uñas y que esto puede ponerse feo. Jake es bueno evitando conflictos, es bueno hablando implícitamente. Odio eso de él. Tal vez porque yo también solía hacerlo.
—Nada, sólo…—mira su pastel, pensando—. ¿Es dueño del bar?
Nada bueno puede salir de mi hablando sobre la privacidad y vida personal de los chicos. Lo lamento, Jake, pero ya no confío en ti.
—Es un empleado en el bar—murmuro.
Jake asiente, nada impresionado.
—¿Sólo trabaja ahí? —sus ojos se entrecierran en fingida curiosidad.
Parece ser que no puede creer que yo, Bella Swan, salga con un barman, pero no tengo nada que ocultar, nada me avergüenza de Edward.
—Trabaja en la prensa también—comento sin darle ningún detalle.
—Oh, interesante—su voz está llena de aburrimiento y me muerdo la lengua para no contarle más al respecto.
Deseo que sepa más de Edward, que sepa más sobre el maravilloso hombre con el que duermo cada noche, quiero hacerle saber que es un chico divertido y bueno, trabajador y creativo y que, en verdad, no se compara en nada a él; pero no vale la pena. Jake no merece saber sobre Edward. No hay manera de hacerlo cambiar de opinión.
Y, honestamente, no me interesa.
Pero no puedo evitar enterrar la daga.
—Si, lo es—concuerdo—. Estoy muy orgullosa de él, es tan divertido y trabajador, se esfuerza por obtener cada cosa que desea. Es maravilloso.
Los ojos de Jake se ensombrecen en reconocimiento de lo que estoy haciendo y sólo asiente levemente con su barbilla.
En muchas ocasiones le hable a Jake sobre cómo nosotros no nos habíamos esforzado mucho en la vida por lo que teníamos. Lo volvía loco al decir eso, decía que lo hacía sentir estúpido y acomedido, hería su ego.
Pero tengo razón.
Edward tuvo que esforzarse en su trabajo para obtener un ascenso y así tener el dinero suficiente para conseguir un auto más rápido. Eso es admirable. A nosotros nos dieron todo, mientras él está creando todo esto de la nada.
Mi pecho se llena de orgullo y de otra sensación hormigueante que me recorre hasta las puntas de los dedos. El deseo de reencontrarme con Edward se vuelve más fuerte.
—Oh, aquí estás—Vanessa dice, colocándose a mi lado y observando el intercambio.
—Si, iba en camino a llevarte tu trozo de pastel—Jake le explica, tendiéndole el plato, pero ella no lo toma. Se cruza de brazos en su lugar.
Ugh. Drama.
—Con permiso—murmuro, entrando a la cocina y sonriéndole a la Sra. Cope. Yo venía en busca de algo.
xxx
Seth gime tan pronto como prueba el cordero. Espero que ellos no sepan que es cordero y no se lo hagan saber a Edward. Estará molesto conmigo.
—Esto está bueno—señala la comida con su tenedor.
—Seh—Paul concuerda, comiendo directamente del contenedor de puré de papa.
—Estoy hambriento… y cansado—dice Seth.
—Hombre, la noche estuvo loca. No te daré otra noche libre—Paul amenaza a Edward.
—Han estado haciendo eso por un año, no morirán por una noche.
—Las chicas preguntaron por ti—picotea Seth.
—¿Qué chicas? —pregunto, entrecerrando los ojos.
Paul y Seth ríen.
—Tiene un club de fans—continúa Seth—. ¡Team Edward hasta la muerte! —alza el puño, agitándolo en el aire—. Vienen en hordas a la barra, pidiéndole que se quite la playera.
—Cierra la jodida boca, idiota—Edward lo golpea con el trapo de cocina y Seth se queja, sobándose el brazo.
—Como sea, lo de las playeras sigue en pie.
Mi cuerpo entero sigue cosquilleando, está vibrando y brillante.
Espero un rato hasta que ellos se distraen para sacar a Edward de la cocina y llevarlo al pasillo.
Me coloco en mis puntas y lo beso. Capturando su labio inferior entre mis dientes y él aprieta mi espalda. Talla su lengua contra la mía y amasa mis labios. Jalo el cabello de su nuca y acaricio su oreja izquierda con mi mano libre.
—¿Por qué fue eso? —pregunta, sonriente, cuando me alejo.
Palmeo su pecho y empuño su camisa.
—Sólo quería darte las gracias por venir conmigo esta noche y…—me encojo, queriendo restarle importancia a este gran momento porque me siento vulnerable—. Sólo estaba pensando en cómo me gusta todo lo que haces y… en cuánto te admiro por trabajar tan duro y sólo… estoy orgullosa de ti.
Sus ojos están derretidos, los entrecierra.
—¿Quieres obtener algo de mí? —pregunta, sospechoso.
—¡No, Edward!
Se ríe entre dientes, sus arrugas bordeando sus hermosos ojos verdes.
—De acuerdo. Gracias por decir eso, fue muy dulce.
—Bien.
Edward se encarga de borrar mi sonrisa con otro beso, mientras sujeta mi mejilla con su mano derecha y me arquea contra su cuerpo.
Está por todos lados, lo respiro y disfruto su presencia. Mi cuerpo se eleva como un globo y se siente ligero, pero tan completo. No había sentido esta paz en mucho tiempo. Y justo ahí, en medio del pasillo de la tierra que solía ser mía, con nuestros huéspedes temporales gritando y riendo en la cocina y con sus suaves labios cepillándose contra los míos, estoy a punto de decirle que lo quiero.
¡Hola! Finalmente se lo dijo. Ya puedo respirar tranquila. ¿Salió como ustedes esperaban?
Y Bella es tan... ella es puro sentimiento. Ya está bien adentro. Simplemente no sabe cómo no querer a la gente. ¿Creen que Edward esté ya en ese punto?
Muchas gracias por sus rr, ya son bastantes ¡wow!
Nos seguimos leyendo.
