35
Bella
Edward ajusta su gorra y estiro el brazo para rascar el cabello de su nuca. Me mira antes de sonreír.
—Necesitas un corte—murmuro.
—Seh—concuerda, mirando al frente—. Pero está perfecto para esta noche, ¿no?
—Oh, definitivamente—necesitamos el cabello largo para su disfraz.
—Andando—Paul interrumpe, deteniendo el coche justo afuera del bar—. Hora de hacer esto.
Seth sale del auto rápidamente, como una bala, y apenas detiene el impacto contra la puerta con las palmas de sus manos.
Ha estado todo emocionado durante la semana, haciendo las preparaciones para su Noche de Halloween, diciendo que será un éxito y que será recordada por los siglos de los siglos.
Sigo a los chicos por detrás, con pasos lentos, de pronto sintiéndome ansiosa con el hecho de que esta es la primera vez que estoy en el bar.
Una vez más regresaron hasta tarde esta noche, dejando el lugar limpio para comenzar con las decoraciones temprano. Edward estaba tan cansado que me despertó, pidiendo un masaje. Nunca he dado un masaje en mi vida, pero a él no le importó.
Y luego dijo que Seth quería que los ayudara esta mañana.
Ellos entran y caminan hasta una puerta, detrás de la barra, mientras yo me quedo a observar mis alrededores.
El lugar es grande, con barra de caoba y techos altísimos, con taburetes alrededor de la pista y un balcón.
Me siento un poco estúpida ahí de pie, en medio de todo, así que sigo el camino que ellos trazaron y entro a la bodega.
Seth está diciendo algo sobre telarañas y Bloody Marys.
Nos hemos encargado de las primeras decoraciones cuando él se coloca a mi lado.
—Odio esto—dice con las manos en sus caderas, observando al frente, hacia el cártel que Paul y Edward sujetan por las esquinas.
—¿Qué? ¿Entonces por qué lo estás haciendo? —pregunto, dando toquecitos a la pistola de silicón caliente.
—No esto—corrige, señalando alrededor vagamente—. Edward, más arriba de tu lado. Odio tener que celebrar Halloween el 30.
—Ah, eso…—bebo de mi botella de agua—. Seh, odio que Halloween caiga en domingo. Patético.
—¡Justo ahí! —Seth aplaude—. Ahora sujétenlo.
Él hizo un cártel con pintura fosforescente y asegura que se verá genial por la noche. Pegamos algunas telarañas y hay un gran esqueleto en la esquina que Seth robó del sótano de su tía. Espero que esa mierda sea falsa.
Subo a la barra, porque nadie más quiere hacerlo, para atar nudos y así sujetar las telarañas de cuerda que Paul formó mientras ellos hablan sobre el mejor lugar para el Jack O'Lantern. Deciden que la entrada es un buen lugar.
Seth consiguió cortinas y tul negro, así que Edward y Paul lo cuelgan desde las barras de los reflectores, trepados a escaleras.
—Se ve bien—murmuro, mirando alrededor—. Las luces lo harán lucir mejor.
—Demetri llenará el suelo de humo—explica Seth—. Vamos, ayúdame a colocar las series de luces en el pasillo de la entrada.
Seth explica que el humo se colará por el pasillo también, así que, sumado con la cortina de tul en la entrada, le dará un aspecto interesante.
Estoy sosteniendo la serie de luces de una esquina mientras él la pega a la pared con grapas -decidiendo que ese será el lugar permanente de ellas- cuando Edward azota mi trasero.
—Esto parece la entrada a Sodoma—murmura, secándose el sudor de la frente con la manga de su playera.
—"¿Dónde están los hombres que vinieron a pasar la noche con ustedes? ¡Tráiganlos a nosotros para que podamos tener sexo con ellos!"—grita Seth desde las alturas, agitando su puño.
—¿Qué mierda estás diciendo? —Edward pregunta, riéndose entre dientes. Meneo la cabeza mientras mis hombros tiemblan.
—Está en la Biblia—explica Seth, bajando de la escalera. Paul ha entrado al pasillo y carga una enorme máscara de diablo—. Es lo que dicen los hombres de Sodoma.
—No sabía que leías la Biblia—comenta Edward.
—No lo hago—asegura Seth, moviendo la escalera para continuar su trabajo—. Mi tía me hacía leer ese pasaje todo el tiempo para hacerme saber que voy a ir al infierno por ser gay.
—Eso es cruel—murmuro, soltando un poco más la serie de luces para que Seth tenga espacio para pegarla.
—Por eso le robé el esqueleto a esa perra—finaliza.
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De vuelta en casa y frente al televisor, comemos sándwiches del Subway. Paul puso una película de terror y él y Seth se apoderan del sofá. Edward y yo colocamos nuestra comida sobre la mesa de centro y luego él se limpia la boca con una servilleta, se tira en la alfombra y coloca su cabeza en mi regazo. Rasco su cabello descuidadamente mientras mensajeo con Rose. Ella dijo que me echaría una mano con nuestros disfraces y viene en camino.
Rose: Llego en cinco minutos.
Bien, ella llegará como en media hora o cuarenta y cinco minutos.
Estoy a punto de hacérselo saber a Edward cuando noto que sus ojos están cerrados y su respiración está acompasada. Lo dejo dormir, sin dejar de rascar su suave cabello y lo contemplo por largo rato, sintiendo mi pecho oprimirse ante la simple visión de él.
Seth atiende la puerta cuando Rosalie llega, cargando su bolso y una mochila.
—Hola—saluda—. ¿Cómo están?
Paul y Seth asienten y luego ella le muestra su anillo a Seth. Una vez más.
Le ruedo los ojos y palmeo ligeramente el rostro de Edward, agitándolo por el hombro.
—Hora de tu disfraz.
Él gruñe, naturalmente, pero se pone de pie y luego se truena la espalda.
—Iré al baño primero.
Despejamos el desastre en la sala, porque haremos uno más grande y cuando él regresa, con cara lavada y dispuesto, Rose y yo nos subimos las mangas y desatamos nuestra magia en él.
Colocamos una toalla sobre sus hombros y Rose comienza a trabajar en su piel mientras yo me encargo de la pintura verde lavable en su cabello.
—Te queda el disfraz—comenta Seth, viendo la fotografía en mi teléfono—. ¡Por ridículo! —se carcajea junto a Paul y Edward patea su pierna.
—¿Por qué no elegiste al Joker de Nolan? —pregunta Paul, tamborileando sus dedos en el reposabrazos del sofá.
—Porque ese Joker es viejo… y no tiene a una Harley—respondo—. Y quería ser Harley.
—Y sabiendo que el Joker de Leto no le gusta a la gente… ¿aun así fue el que elegiste para Edward?
Ugh, Paul.
Rosalie se ríe entre dientes, mientras masajea el rostro de Edward con ácido hialurónico. Esa perra lo está tocando demasiado.
—Exactamente—murmuro, tocando el cuero cabelludo de Edward—. Él es sólo como un accesorio.
—Estoy aquí, eh—Edward dice.
—Lo sé, Pudding.
—¿Cuál es tu disfraz? —Paul le pregunta a Rose.
—Seré Barbie.
—Y supongo que tu novio será Ken.
—Exactamente—ella dice—. Es sólo otro accesorio.
Paul suspira, golpeando las palmas en sus rodillas antes de levantarse.
—Las mujeres están locas… por eso no tengo una novia—nos señala, yéndose por el pasillo.
—¡Y porque nadie te quiere! —Seth le grita.
—Ken es rubio—noto, señalando a Rose.
—Ugh, Bella, abraza la diversidad—dice ella, moviendo sus manos—. Ya están fabricando Barbies negras.
—Y asiáticas—Seth añade—. Y Harley también es rubia.
—Usaré una peluca—lo corto.
Para cuando terminamos con Edward, Seth y Paul van a casa por sus disfraces y Edward va a vestirse a mi habitación.
—De acuerdo, nena, tu turno—Rose me apura, así que me cambio mis jeans por unos shorts.
Ambas nos entretenemos trazando los tatuajes de Harley en mis piernas con ayuda de unos sellos cuando Edward entra a la sala, usando su traje frac.
—¡Oh, Edward, luces precioso! —salto de mi lugar y corro hacia él, besando su rostro.
Es un sueño hecho realidad, luce delicioso y peligroso. Al diablo el bar, al diablo mi disfraz, al diablo la asombrosa Noche de Halloween, estoy a punto de llevarlo a la habitación y desabrochar sus pantalones.
—Me gusta—él dice, mirando su traje por todos los lugares posibles—. Seh, me veo bien—presume.
—Seh—concuerda Rose, alzando su mano para acomodar un mechón de cabello rebelde—. Hicimos un buen trabajo.
Paul y Seth regresan y ríen a costa de Edward, como si ellos no lucieran ridículos con sus overoles y bigotes falsos.
—Estoy pensando seriamente en dejarme crecer el bigote—dice Paul, acariciándolo con su dedo—. Luzco como un proxeneta. Me gusta.
—Asqueroso—mascullo—. ¡Déjenme tomarles una foto! ¡Edward, sonríe!
Los hacemos perder un poco el tiempo, tomando varias fotos y luego ambos cargan a Seth, que posa apoyando su codo en el aire y sonríe. Paul lo está sujetando por las piernas y Edward lo sostiene por el torso.
—Andando, viejo—Paul aplaude—. Nos vemos en un rato.
—Ellos son graciosos—comenta Rosalie mientras trabaja en su maquillaje—. Me agradan, los invitaré a mi boda.
—Hicimos un gran trabajo en el bar hoy—le digo—. Se verá genial.
Ella me ayuda con la peluca y entonces Ángela y Jessica llegan, cargando sus bolsas para pasar la noche aquí.
Tendremos una tarde de Halloween mañana, así que las necesito aquí desde temprano. Ángela está vestida como bruja y Jessica como una sirena, debajo de su chaqueta.
—Está putamente frío hoy—sus dientes castañetean—. Hace que el hecho de estar usando brasier sea imprudente. ¡Bella, mírate!
—¿Acaso no me veo fabulosa? Estoy orgullosa—digo, girando en mi eje y sosteniendo mi bat.
Emmett finalmente llega y nos dirigimos al bar, de pronto sintiéndome nerviosa. Es la primera vez que Edward me verá de esta forma: disfrazada, haciendo ridiculeces y tomando shot tras shot de tequila.
Espero no asustarlo.
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El bar es salvaje. El pasillo luce misterioso y, justo como Edward dijo, lleva a la perdición. Los cuerpos ya se mueven y se apretujan, el humo no deja ver el camino y las luces rojas son un sueño. Las bebidas lucen fantasmagóricas y los shots de gelatina verde se pasan de mano en mano, con gritos de éxtasis. Duendes, diablas, vampiros, fantasmas, hot dogs andantes… todos conviviendo y pasándola en grande en esta tierra prometida. Parece que el infierno se ha desatado en este rincón de Forks.
El cártel luce exactamente como Seth quería y observo a un chico usar sus colmillos plásticos en el cuello de una chica.
—¡Esto es asombroso! —Emmett grita, mirando hacia el horizonte, sobre la multitud—. ¡Barra, vayamos a la barra!
La barra, el templo de los faraones, el elixir de perdición, llámalo como jodidamente quieras. Mi complemento está justo ahí. Lo veo desde la distancia, agitando y sirviendo tragos. Las sonrisas no le faltan.
Rose sujeta la mano de Emmett y grita antes de llegar—: ¡Mr. J, mira quién llegó!
Edward no obedece en ese momento, hasta un par de segundos después, como si cayera en la cuenta de que le hablan a él. Alza la vista, buscando la procedencia del grito y tengo la satisfacción de ver cómo sus ojos se abren, al igual que su boca.
Rose lleva a Emmett hacia Seth y parece hacer presentaciones. No lo sé. No le presto atención. Estoy demasiado concentrada observando el rostro desencajado de Edward, sus ojos pasean por mi cuerpo. Parece carraspear.
Se inclina sobre la barra, mirando hacia mis piernas.
—No te muevas—me ordena, señalándome con su dedo.
Lo observo caminar hasta la orilla y luego sale a mi encuentro. Camino hasta él y le sonrío.
—¿Acaso no luzco asombrosa? —aventuro, girando frente a él.
Sus ojos se quedan pegados al lugar en donde estaba mi trasero y alza la vista.
Se acerca, llevando sus manos a mi espalda baja y me pega a él. Puedo sentir su dureza en mi regazo, sobre mis shorts metálicos que apenas cubren mi trasero.
—Dios, bebé, te ves deliciosa—masculla entre dientes, apretando mi cintura.
Sus palabras me estremecen. Edward se inclina y atrapa mis labios en los suyos. Lleva su mano a mi nuca y me sujeta fuertemente, mi pie está a punto de alzarse como en un cuento de hadas y gimo contra su lengua cuando esta asalta mi boca.
—Podríamos olvidarnos de todo esto y tener nuestra noche de Halloween en casa—dice contra mi oído, en voz baja y entrelazo mis dedos con los suyos.
—Suena tentador.
—¡Joker, las bebidas! —Seth grita junto a nosotros, inclinado sobre la barra y sonriendo—. ¡O podrían, simplemente, conseguir una habitación!
—Voto por lo segundo—contesta Edward y Seth lo mira desdeñosamente.
—Te ves perfecta, Bella—me sonríe.
Después de su horrible interrupción, Seth se aleja y miro anhelante a Edward.
—Podemos seguir esto después—murmura, decepcionado.
—De acuerdo, loco. Ve a preparar bebidas—intento hacerme la fuerte y ordeno a mis dedos a dejarlo ir.
Antes de alejarnos de la barra, él desliza una margarita en mi dirección.
—Te invitaré un trago—dice, guiñándome.
—Gracias, Pudding.
Él mira sobre mi hombro, viendo a mis amigas alejarse.
—Andando, diviértete.
Asiento, no muy segura, y las sigo hasta el centro de la pista, arrastrando mi bat por el piso. La nostalgia no dura mucho, ¿cómo podría con toda esa música y disfraces alrededor? Termino mi margarita más rápido de lo que debería porque mis pies se mueven incesantemente, deseando bailar y cuando Seth pasa cerca, cargando una charola con copas vacías, la dejo ahí.
Me entrecierra los ojos y luego choca sus caderas contra las mías.
Y hablando de caderas, veo a Shakira a la distancia. Está sujetando la mano de una chica y cuando se gira para decirle algo al oído, la reconozco.
Lauren. Justo ahí, luciendo perfecta en su disfraz, mostrando su abdomen plano y su brilloso escote.
Una sensación extraña se instala en la punta de mi estómago. Estoy algo incómoda, un poco molesta y muy celosa. Demasiado celosa, resuelvo.
En mi interior, estaba muy segura de que esto pasaría, que ella estaría aquí esta noche, pero mi lado evasivo decidió ignorarlo. He aquí las consecuencias.
Jalo las manos de Ángela y Jessica y señalo a Lauren con la barbilla.
—Esa es la ex novia de Edward—les hago saber.
Ellas siguen mi mirada.
—¿Shakira? —aventura Jessica.
—¡Oh, es muy guapa! —comenta Ángela y la miro—. ¿O se supone que tenemos que decir cosas malas? Porque si es así…eh… ni siquiera luce como Shakira, ¿quién le dijo que podía usar ese disfraz?
—Silencio, Weber—la corto, siguiendo con la mirada a Lauren, que se desenvuelve por el lugar, sin saber que la estoy observando.
—¿Por qué está aquí? —pregunta Jessica, en un cuchicheo.
—Es la mejor amiga de Seth—les hago saber—. Él la invitó.
—¿Y por qué aceptó si sabe que Edward trabaja aquí? —Ángela quiere saber, pegándose a mí para que Chico Hot Dog pase.
—Es complicado. Ellos siguen teniendo una relación cordial.
—Oh oh—interrumpe Jessica.
—¿Qué?
—No lo sé—se encoge de hombros—. Yo no aceptaría eso, pero sólo porque soy una loca celosa y posesiva. ¡Pero tú eres Bella Swan! No eres así, nop, simplemente no lo eres—dice, en un pobre intento por hacerme sentir mejor.
Me las saco de encima rodando los ojos y ellas deciden que bailar es la mejor opción.
—El baile te hace sentir mejor—asegura Ángela—. Te permite sacar la furia.
Decido que Ángela tiene razón. Soy buena evadiendo problemas y situaciones difíciles, así que ignoraré el hecho de que la ex novia de Edward está en la misma habitación que yo, ignoraré el hecho de que él probablemente la verá y saludará. Tendré una noche asombrosa y nada podrá arruinarlo.
Un poco más tarde, camino hacia la barra, musitando una explicación sobre mi hombro, lista para terminar con esta mierda.
Siempre he odiado que las personas me traten con pinzas, que crean que no puedo lidiar con algo -aunque he dado muchas señales de que en realidad no puedo- y no quiero que Edward esté todo tenso teniéndonos a las dos aquí, no quiero que Paul y Seth se imaginen el drama que no habrá.
Me siento empoderada sujetando mi bat sobre mis hombros. Estoy lista para defenderme.
Noto a Lauren a la distancia hablando con Seth, él está gritando, moviendo sus brazos y luciendo muy feliz. Y sí, puedo ver por qué le es difícil a Edward prohibirle traer a Lauren. Luce como un cachorro extasiado, sus ojos brillando y su gran sonrisa.
Miro al frente, un poco asustada de que me descubran. Busco a Edward con la mirada, él está hablando con Paul, quien le da un golpe en el pecho con su trapo antes de alejarse.
Edward me alza las cejas en saludo cuando me ve.
—¿Te estás divirtiendo? —pregunta, apoyando sus manos en el mostrador.
Le sonrío.
—Es genial. ¿Me haces un Bloody Mary? —ladeo la cabeza, haciendo mi mejor cara de cachorro.
Él asiente y se desliza por la barra, preparando mi bebida a la distancia. Lo atrapo observando hacia Seth y Lauren y regresa su atención a la mezcla rápidamente. Luce ansioso. El par al final de la barra ríe fuertemente y no puedo evitar echarles otra ojeada.
—Toma, nena—Edward coloca la bebida frente a mí.
—Gracias—deslizo unos billetes por la barra y le doy un guiño—. Iré a golpear gente con mi bat.
—¡Sólo no los mates!
—¿Entonces cuál sería la parte divertida?
Él ríe y me alejo.
Seguirá siendo una buena noche.
Edward
El lugar está lleno de serotonina y éxtasis. Las gelatinas se terminan demasiado rápido, pero los Bloody Mary y los shots de tequila son suficientes para entretener a la gente. El hot dog está liderando el baile en el centro de la pista y el grupo de momias grita en la barra.
—¡Joker, rellena estos shots! —grita el Frankenstein, con su brazo alrededor de una diabla pelirroja.
Seth palmea mi espalda cuando me estoy secando el sudor de la frente, teniendo cuidado de no arruinar mi maquillaje porque sé que Bella me matará si lo hago antes de que ella pueda conseguir una foto de los dos.
—¿Acaso no es genial? —dice Seth, sonriente—. Mira a toda esta gente. Amo Halloween, hombre.
—Seh, es bastante divertido—confirmo, bebiendo de mi botella de agua.
Un hot cake se acerca, golpeando con su disfraz a todas las personas a su alrededor.
—Me recuerda a mi bully de la secundaria. Es todo tuyo—Seth vuelve a palmear mi espalda, despachándome.
Lo miro por el rabillo de mi ojo.
—¿Crees que tu bully se disfrazaría de un hot cake?
Seth hace una mueca, pensativo.
—Probablemente no. Él se veía más del tipo de "iniciemos un tiroteo."
Le paso una cerveza al hot cake y él se aleja, ganándose un grito por parte del hot dog, quién lo llama a la pista.
Busco a Bella entre la multitud, pero no se ve por ningún lado. Encuentro a Lauren en una esquina, hablando con su amiga.
Mierda, espero que esto no termine horriblemente. Ni Bella ni Lauren están usando una máscara como deseaba, así que se reconocerán. No quiero eso, quiero mantenerlas alejadas con un palo.
Lauren se acerca a la barra, gritándole a Seth y él le grita de vuelta, agitando sus brazos y obligándola a dar una vuelta. Está vestida como Shakira, en ese vídeo musical de Whenever, Wherever.
Paul golpea mi pecho con su trapo.
—No deberías estar viendo a tu ex cuando tu novia está aquí—dice, acariciando su bigote falso.
—Cállate, idiota. No estaba viendo nada.
—Seguro, Pudding—dice, golpeándome otra vez.
—¡Aléjate! —intento alcanzar mi trapo, pero él se aleja rápidamente, aplaudiendo y llamando la atención de las chicas al final de la barra.
Estoy a punto de regresar mi vista a Lauren y a Seth cuando veo a Bella acercándose. Mierda, no. Ella debería estar del otro lado del bar, alejada de mi ex. Muy lejos.
—¿Te estás divirtiendo? —le pregunto, apoyando mis manos temblorosas en el mostrador. Ella se sienta en el taburete y asiente.
—Es genial. ¿Me haces un Bloody Mary? —implora, con voz pequeña.
—Por supuesto.
Me concentro en su bebida y echo una breve ojeada hacia la esquina.
Ellos siguen hablando y parece que ninguna de las dos ha notado la presencia de la otra.
Me doy cuenta de que pensé eso demasiado pronto porque cuando le estoy dando su bebida a Bella, ella está viéndolos.
Jódeme.
Probablemente ella no dirá nada, no justo aquí tal vez. Este es un buen momento para que su manía de evitar las cosas aparezca.
Deja unos billetes en la barra y me guiña, bajando del taburete.
—Iré a golpear gente con mi bat—anuncia, sonriente.
Bien, no menciones nada, cielo. Sólo ve a bailar y aléjate de la barra. Ahora.
—¡Sólo no los mates!
—¿Entonces cuál sería la parte divertida? —alza las cejas y se gira. Mis ojos aterrizan en sus shorts y en sus caderas que se agitan. Dios, esas cosas brillantes apenas contienen su culo. Mi mano pica por querer tocarla. Un grito me saca de mi ensoñación.
—¡Hey, Joker! —Lauren saluda sonriente, tiene una margarita en su mano y se acerca—. Luces bien—me señala con su barbilla—. Vi a tu Harley en la pista—añade.
Mierda.
Ambas saben que la otra está aquí.
Carraspeo.
—Si, está por ahí—señalo vagamente con la mano—. ¿Se supone que eres Shakira?
—Seh—responde mientras agita sus caderas. Me río, nervioso, porque no sé qué otra cosa hacer—. ¡Te veo por ahí!
Entonces se aleja, sorbiendo de su bebida.
Por el resto de la noche intento concentrarme en la barra, aunque mis ojos pasean ansiosos por la multitud. En ningún momento veo a Bella o a Lauren y vítores ocasionales nos hacen mirar hacia allá, especialmente cuando Demetri toca Thriller y las palmas se alzan al cielo.
Ken y Barbie se abren paso hacia nosotros, seguidos por mi Harley, una bruja y una sirena.
—¡Tres! —está diciendo Emmett, mirando hacia atrás.
Bella bufa y rueda los ojos.
—Cuatro.
—Dos—ofrece Emmett, apoyando su codo en la barra—. Eh, barman—grita, alzando su mano, sin dejar de ver a Bella. Ella le entrecierra los ojos.
—Tres—dice Bella, rindiéndose.
—Tres—acepta Emmett y me mira—. Tres shots.
—Son seis—Bella mete su cabeza en el hueco entre él y Rose. Rosalie se hace a un lado, riendo y le pide una margarita a Paul. Ángela y Jessica están tirándole billetes a Seth.
Están a punto de hacer una competencia de shots que sólo puede salir mal y no me la voy a perder por nada del mundo. Coloco sus tragos frente a ellos y Rose intenta ver sobre el hombro de Emmett.
—Esto sólo puede salir mal—opina Jessica, que ya está bebiendo su cerveza.
—Si, no me digas—confirma Ángela en un masculleo.
—Vamos, Emmett, no seas un cobarde—lo anima Bella, sujetando su primer shot. Emmett bufa y luego están sobre sus bebidas. Él termina la primera ronda primero sólo porque Bella se detuvo a tragar en su segundo trago, haciendo muecas.
No creí que fuera tan caliente verla en su elemento ebrio. Mis pantalones cosquillean.
—¡Tres! —ordena Bella, sacando billetes de su brasier y tirándolos en la barra.
—¡Dos! —pelea Emmett.
—Tres—Bella me mira, con ojos entrecerrados.
Ugh, dilema moral aquí. Miro indeciso a su audiencia, ellas se encogen de hombros.
—¡Tres, vamos! —Bella apura, estirándose por la botella, pero la alejo antes de que ella la alcance.
Sirvo seis shots más y Emmett traga, nervioso.
—¿Lista? —le pregunta. Bella asiente, con el shot a centímetros de su boca—. Quién sea que termine primero gana.
Bella le da una mirada sucia.
—Ese no era el trato—ladra. Me río entre dientes, ella está tan loca—. Dijimos que…
—Si, bueno, te intoxicarás—Emmett la corta—. ¿Lista?
—Nací lista, Ken.
Tamborileo mis dedos en la barra, riendo y entretenido. Seth y Paul apoyan sus codos en mis hombros, prestando atención también al encuentro alcohólico.
Rose chasquea los dedos y comienza a contar.
—¡3…2… ahora!
Emmett se atraganta y aleja el tequila mientras tose y el líquido sale de su boca. Bella termina sus tres ávidamente, su garganta abierta y lista, le arrebata el medio shot a Emmett y termina su tercero.
—¡Maldita alcohólica! —Rose le grita, agitándola por el brazo.
De acuerdo. Eso no fue muy prudente por parte de Bella, tampoco de mi parte por haberle servido, pero lucía tan caliente, fue muy de chica mala. Y ahora tengo una erección.
—¡JA! ¡Gané, gané! —Bella grita, alzando los brazos al cielo. Su blusa apretándose en sus pechos y mostrando su abdomen—. ¡Gané! —le grita en la cara a Emmett, que sigue haciendo muecas—. ¡Gané! ¿viste eso? —me grita, sus ojos brillantes y su sonrisa roja enorme.
El resto ríe, Jessica pasa un brazo por sus hombros y la atrae a su lado, alejándola de la barra para dirigirla a la pista.
—Me agrada—me dice Seth al oído—. Me volví hetero al ver eso.
La noche está llegando a su fin cuando Paul me codea para que mire hacia la pista. Bella sobresale de todos, sentada en los hombros de Emmett, quien amenaza con tirarla. Alguien le grita y ella mira hacia allá, sonriente, antes de mostrarle el dedo con ambas manos. La multitud grita, celebrándola y Bella se inclina para chocar los cinco con el hot cake.
—Mmm, muy de dama—Paul masculla.
—Cuidado, Paul, algo de envidia se filtró en tu voz.
—Estará muerta antes de que obtengas algo—me da un manotazo en la nuca y desaparece en la bodega.
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Todo parece indicar que Paul tenía razón. Luego de las fotos, Bella trepó a una silla y ahora su mejilla está apoyada en la superficie, su bat olvidado en el piso y sus pies descalzos balanceándose en el aire.
—Justo ahí, esa es Harley Quinn—musita Rose, señalando sin ganas hacia ella.
—¿Es un desastre alcohólico todo el tiempo? —pregunto, lavándome las manos. Estoy desesperado por deshacerme de este traje, estoy sudado y apestoso. Es incómodo.
—Creo que se estaba controlando—admite Jessica.
—Estoy escuchando eso—Bella alza la mano, mostrando el dedo—. ¿Alguien tiene comida?
Nadie responde. Decidimos ignorarla y me concentro en contar el dinero de la noche junto a Paul y Seth. Dejo el valor por la margarita que le invité a Bella ahí y concluimos que fue una asombrosa noche.
Todo el mundo se divirtió, nada malo pasó y la caja fuerte está rebosante.
Ángela, Jessica y Rose suben a la camioneta de Emmett y él deja que Paul conduzca. Seth trepa al asiento trasero y tomo el volante del auto de Paul. Bella cierra los ojos en el asiento del copiloto.
—Tengo hambre—gruñe.
—Yo también—añade Seth—. Detente en el McDonald's, Edward.
Bella insiste en pagar la cena de todo el mundo y finalmente nos dirigimos a casa.
—¿Dónde mierda estaban? —se queja Rose tan pronto como estaciono.
Ellas están de pie en la acera, temblando en sus disfraces diminutos.
—Compramos la cena—Bella les hace saber, ya un poco más sobria.
—Ni siquiera tengo hambre—se queja Rosalie—. Abre la puerta.
—Lamento preocuparme por ti—Bella la empuja, haciéndola a un lado y luego tantea sus bolsillos vacíos—. No tengo la llave.
—¿Cómo que no tienes…
—Oh, la tuve yo todo este tiempo—Emmett se carcajea, sacándola del bolsillo de su pantalón blanco.
—Buena esa, Emmett—Seth le palmea la espalda y entramos en fila india a la casa de Bella.
Para ser personas que dicen no tener hambre, ellos vacían las bolsas de papel rápidamente y se tiran en la alfombra y en el sofá.
Bella bloquea la conversación y se inclina a mi oído.
—Vamos arriba.
Oh sí. Toma esa, Paul.
Ni siquiera la cuestiono. Tomo su mano y la arrastro por las escaleras, cerrando con seguro la puerta de su habitación.
Bella se tira en la cama, con sus brazos extendidos. Hago mi camino hacia ella y cuando mi rodilla se entierra en el colchón, listo para trepar la cama, ella habla.
—Rosalie habló con Lauren—anuncia.
Detengo mis movimientos.
—Ah—musito, sin tener idea alguna de cómo proceder.
—Le dijo que se parecía a Karen Smith y que debió haberse disfrazado de ella. Entonces Lauren dijo: "Oh, usé su disfraz de ratón hace un par de años" y nos mostró fotos. Lucía bien—carraspea, mirándome desde su lugar, sus ojos entrecerrados.
—Oh, es bueno que… no se odien—comento al mismo tiempo que saco mi camisa de la cintura de mis pantalones.
—Eso no significa que la amo—Bella alza su mano—. No más comentarios, por favor.
Me río entre dientes. Palmeo sus muslos.
—Iré a quitarme todo esto de la cara—musito.
—¡No! Espera…—Bella se sienta, su cabeza rozando mi abdomen—. Tengo una sorpresa para ti.
—¿Ah sí? —masajeo su cuello mientras ella rebusca en su cajón de noche.
—Si—se levanta rápidamente y me arroja a la cama, colocándose a horcajadas. Mis manos se van a su culo precariamente cubierto—. Mira esto—hace chocar los colmillos plásticos en su mano y me río.
—Estás loca.
Bella sonríe, colocándoselos e inclinándose. Me besa, pero mis dientes se encuentran con el plástico y ella gruñe, sacándoselos.
—Pero te dejaré morderme—promete, dejando un breve beso en mi boca—. Por cierto, te ves bien con labial.
Aprieto su trasero y su regazo se roza con mi dureza.
—Cállate.
Ella batea sus pestañas y me da una sonrisa maniaca.
—Por supuesto, mi Joker.
La tomo por la nuca y la beso, metiendo mi lengua en su boca y con mi mano libre golpeo su trasero. Ella gime al mismo tiempo que el sonido de música ahogada atraviesa la puerta.
—Bien. Ahora podemos gritar todo lo que queramos—ronronea contra mi quijada.
—No te atreverías.
—Maldita sea, puedes apostarlo—le da un mordisco a mi cuello—. Mmm, eres delicioso.
Ondulo mis caderas al mismo tiempo que ella aleja su regazo. Gimo en disgusto.
Su cuerpo serpentea sobre el mío y pronto sus manos están desabrochando mis pantalones ávidamente. La observo atentamente.
—Jodida madre—aprieto mis dientes y me relajo contra el colchón. Su caliente y húmeda boca está tomándome, su aliento manda corrientes frescas sobre mi piel y su gemido me hace vibrar.
—¿Te gusta de esa manera?
Balbuceo, con mi mente derretida y ella no pierde tiempo en tomarme completamente. Sus manos se mueven al ritmo de su boca, girando, apretando, acariciando.
Suspiro y disfruto el momento, hasta que su boca es demasiado y mi vientre comienza a estremecerse. Tomo la parte posterior de su cabeza, deteniéndola.
—Voy a terminar.
Me deja ir con un plop y sonríe, su mirada volviéndose maliciosa.
—Hazlo, bebé.
Su garganta se mueve contra mi sensible carne mientras gimo entre dientes. La miro con ojos entrecerrados. Bella lame sus labios, trepando de vuelta a mí.
—Eso estuvo bien—comenta, como si yo no hubiera sido testigo de su poder—. ¿Te gustaría morderme ahora?
—Maldita sea, puedes apostarlo—repito sus palabras, sentándome y llevándola conmigo. Ella se acomoda en mi regazo, las lentejuelas de sus shorts raspan mis muslos—. Quiero devorarte.
—Mmm—ronronea—. ¿Dónde me quieres?
Le señalo la cama con la cabeza.
—Tírate.
Ella obedece, gateando al centro y vuelvo a azotar su culo. Se tira sobre su espalda y mientras termino de desvestirme, ella se quita los shorts y la blusa. Sus manos van hacia la cinturilla de sus medias de red, pero la detengo.
—¿Puedo romper esas?
—Si, por favor—susurra.
Ella decide abrir el broche de su brasier negro de encaje, haciendo que sus tetas salten. Todo su escote está sonrojado. Las pecas que tiene por ahí me parecen deliciosas justo ahora.
Beso su frente y su boca. Sisea cuando lamo su cuello y tomo un pecho en mi mano, amasando y apretando. Mi miembro se retuerce, palpitante y anhelando estar enterrado en ella.
—Eres putamente perfecta, nena. Sólo… mírate.
Ella arquea su espalda, ofreciéndome sus pechos y rodeo el pezón derecho con mi boca, llevando mi mano a su espalda baja.
—Dios, sigue haciendo eso—gime y apuña mi cabello—. Haz todo lo que quieras… por favor.
Beso y lamo su abdomen, hasta que estoy besando la cinturilla de sus medias.
—Perdón por esto—anuncio, enterrando mis dedos en los agujeros y rasgando. Ella gime, la piel de sus muslos tornándose roja por la abrasión. Hago a un lado su tanga para dejar su tentador centro expuesto. Paso mi lengua sobre él.
—Por favor… por favor…—Bella enreda sus dedos en mi cabello, alzando sus caderas para montar mi cara—. Sólo… hazlo.
Uso mis dedos para hacerme espacio en su rosada carne y juego con ella hasta que está arqueándose sobre el colchón, sus pechos apretándose perfectamente entre sus brazos que sujetan mi cabeza.
Soplo y lamo mis labios.
—Sólo quiero… consumirte—alcanzo una de sus manos y entrelazo nuestros dedos—. Eres tan…
—¿Perfecta? Ya lo sé—gimotea, alzando sus caderas para instarme a continuar.
Río contra ella y se retuerce.
En un movimiento rápido la colocó sobre su estómago y alzo su culo. Bombeo tres veces antes de enterrarme en ella de una estocada, su precioso trasero enfundado en esas medias peligrosas es tan tentador. Sus muslos se golpean con los míos.
Bella gruñe, enterrando sus manos en la cama.
—Eso fue caliente—confiesa, apoyándose en sus antebrazos y alzando más su culo—. Ahora muévete.
Sujetando sus caderas, la embisto. Las puntas de sus dedos rozan mi miembro cada vez que salgo y ella gime contra el colchón mientras amasa su centro.
Nos estamos moviendo peligrosamente hacia la orilla, así que la tomo y la atraigo hacia mí. No dejo de moverme y con mi mano derecha alcanzo una almohada.
—Aquí, cielo—la instruyo. Bella apoya su cabeza ahí y la apuña.
Su cuerpo me aprieta, demandante y estiro mi brazo para jugar con sus pechos en un intento por hacerla terminar antes de que yo lo haga.
Pero no lo logro.
Sin poder evitarlo, estoy vaciándome en ella mientras continúa moviéndose, buscando su liberación.
—Está… carajo—balbucea—. ¡Mieee…
Deja de frotarse, pero doy tres embestidas más antes de detenerme y apoyar mi frente en su espalda.
—Te ves muy bien así—confieso, dejando un beso entre sus omoplatos y finalmente me muevo para salir de ella.
Bella baja sus caderas lentamente y se gira, tirándose sobre su espalda.
El maquillaje del lado derecho de su rostro está más corrido de lo que debería estar y la almohada está manchada de rojo.
—Estás hecha un desastre—murmuro sonriente, yendo hacia el baño.
—Soy un desastre.
Bella me alcanza en el baño y se saca la peluca, haciendo muecas y diciendo cómo, seguramente, Rosalie la pegó con pegamento a su cráneo.
—No vuelvo a usar eso—dice, cuando finalmente, su cabello chocolate le cae en la cara.
Considero tomar una fotografía, pero está desnuda y eso sería raro, así que lo dejo pasar y volvemos a la cama una vez que nos sacamos el maquillaje de encima.
—¿Qué hora es? —pregunta mientras bosteza.
Echo una ojeada al reloj que tiene al lado.
—Hay un reloj justo a tu lado—comento, tomando mi almohada y agitándola hasta que toma la forma que quiero.
—¿Qué hora es? —repite.
—4:15—respondo, al tiempo que apago la luz.
Envuelvo mis brazos a su alrededor y permanecemos en silencio un buen rato.
Me entretengo escuchando las manecillas del reloj y la habitación luce azul por la luz de luna que se cuela por la ventana. No sé en qué momento apagaron la música, pero hay un silencio sepulcral.
—¿Edward? ¿Estás dormido? —Bella susurra, con sus labios rozando mi pecho.
No le respondo porque tiene la costumbre de preguntar eso antes de decir una tontería que me sacará de quicio porque estaba a punto de quedarme dormido y luego ella se reirá. Así que por primera vez no doy señales de vida.
—Mmm—murmura, disgustada.
Estoy a punto de ceder y decirle que si cuando ella vuelve a hablar.
—Te quiero—confiesa.
Espero que no escuche la forma en la que mi corazón se acelera de pronto.
Estoy asustado porque no estoy preparado para decirlo, no sé si lo hago, no he pensado en eso. Y, honestamente, no sé si algún día estaré listo.
¡Hola! Espero que les haya gustado el capítulo, fue muy entretenido escribirlo.
Hasta ahora, sólo habíamos visto los demonios y defectos de Bella, empecemos con Edward, que tampoco se queda muy atrás que digamos. Veremos cómo resulta esto o si en realidad Edward sólo esta confundido con esta última confesión.
¡Que tengan muy buen fin de semana!
