-Todo terminó, Sasuke. - dijo Tsubaki, mirándolo desde arriba y ordenándole a su shikigami que se enredara a Hinata. - Te guste o no, le entregarás tu cuerpo a Madara.
-¡No...! - bramó Naruto detrás del Uchiha, deshaciéndose de las serpientes que lo sujetaban, con la energía espiritual que lo hacía brillar.
Su poder era tan grande, que también consiguió liberar a Karin, a Shikamaru y a Sakura.
La sacerdotisa frunció el ceño. Una vez más, dejó escapar del interior de sus mangas varias serpientes, con la diferencia de que todas eran venenosas y contenían una gran cantidad de energía maligna.
Sin inmutarse, el rubio corrió delante de todos, evadiendo o golpeando a los animales. Cuando estos tocaban parte de la energía que lo rodeaba, se deshacían en forma de cenizas.
-¡No permitiré que te lleves de nuevo a mi hermano! - exclamó de nuevo, saltando para tomar a la mujer de su brazo derecho.
Karin, comenzando a despertar su propio poder; haciéndola brillar como una estrella carmesí, y siendo inspirada por la valentía de su hermano menor, también corrió hacia ellos, agarrando con fuerza el brazo izquierdo de Tsubaki.
-M-Muchachos... - musitó Kushina, tratando de mantenerse despierta.
A sus costados, A y Toga agonizaban, tratando de soportar la maldición de la mujer de cabello blanco.
-¡Malditos mocosos! - exigió Tsubaki, intentando invocar en vano, más serpientes de sus mangas. Pues todas las que trataban de salir, eran liquidadas por los misteriosos poderes de los Namikaze, volviéndose cenizas. - ¡SUELTENMEEEEEEEE!
En su arranque de ira, su cuerpo fue rodeado por energía maligna, desbordándose como la forma de una esfera que no paraba de crecer. No obstante, durante esos segundos, su ojo izquierdo chocó con los de Sasuke, provocando que el sharingan se manifestara en sus ojos negros y la enviara a la fuerza a un Tsukuyomi.
Deteniendo el tiempo para ella.
Deteniendo el tiempo para todos.
SSSSS
-¡Tsubaki!
A lo lejos, en la cima de una colina, Madara corría hacia ella, abrazándola con fuerza una vez que llegó a su lado.
Hace mucho tiempo que la mujer había dejado de sentir amor.
Las circunstancias de su vida la ahogaron tanto, que la transformaron en algo completamente diferente, a la jovencita inocente que se enamoró de un demonio.
Después de separarse, Madara la tomó con gentileza de su mano izquierda y comenzaron a caminar por los alrededores.
Sobre un campo abierto, la sacerdotisa podía ver confundida y atónita, diferentes etapas de su vida.
Jugando y saltando antes de la guerra. Huyendo de los perros después de que los soldados japoneses asesinaran a sus padres por desobedecer. Siendo golpeada por los aldeanos del pueblo vecino por robarse lo que encontraba en sus campos de cultivo.
Como Seikai había descubierto sus poderes espirituales, obligándola a formar parte de su templo y a servir como sacerdotisa. La práctica de tiro con arco que compartía con Midoriko. Las burlas de sus compañeras del templo.
Mizuki.
Con su ojo izquierdo dirigido a su antigua silueta de niño malo, apareció ante ellos una escena del pasado, cuya existencia desconocía.
Arrodillado frente a Seikai, en el salón principal del templo de bambú, el joven le contaba con lujo de detalle cómo había visto a Tsubaki, conviviendo con un demonio y visitándolo a menudo en su cabaña.
Las palabras que utilizaba, haciéndola ver como una loca desequilibrada, le dieron tanta rabia que apretó con fuerza sus puños.
-Ese imbécil... - gruñó, volteando después hacia Madara. - ¡¿Tú lo sabías?!
Él asintió, desconcertándola.
-Perdóname. - pidió con tristeza. - Cuando Shisui me lo contó, tú tenías 3 meses de embarazo y no quería lastimar a nuestro bebé si te alterabas.
-Madara...
-Aunque realmente consigas todo lo que necesitas para llevarme de vuelta al mundo de los vivos, no es mi voluntad regresar y hacerle más daño a Sasuke. - comentó, dándole la espalda. - En lugar de eso, preferiría que tú dejaras de lastimarte y que pudieras disculparte con Midoriko. - mirándola por encima de su hombro derecho, le sonrió con tristeza. - Por favor, piénsalo antes de que sea demasiado tarde y te quedes sin opciones. - parpadeando, activó su sharingan y la devolvió a su realidad.
SSSSS
La esfera de energía maligna, salida del alma de la sacerdotisa, dejó de crecer y volvió a su interior, creando un choque con los poderes de Naruto y Karin, quienes, por el rebote de la técnica, salieron volando por los aires, hasta regresar con Sakura y Shikamaru.
Ambos, atónitos, corrieron lo mejor posible para alcanzarlos, intentando atraparlos en sus brazos. Sakura ayudó a Karin y Shikamaru a Naruto.
-¡Rayos! - exclamó el joven Nara. - ¡Está inconsciente!
-¡Karin también! - avisó Sakura, preocupada.
-No puede ser... - pensó Tsubaki, cubriendo la cuenca de su ojo derecho con la palma de su mano.
FFFFF
-Aunque realmente consigas todo lo que necesitas para llevarme de vuelta al mundo de los vivos, no es mi voluntad regresar y hacerle más daño a Sasuke.
FFFFF
-Madara, creí que me amabas... - dijo enojada. - ¡¿Por qué me haces esto?! ¡¿Por qué no quieres volver conmigo?! ¡NO LO ENTIENDO! - se arrodilló a la altura de Sasuke y lo zarandeó. Sus ojos habían vuelto a la normalidad. - ¡VUELVE A MOSTRÁRMELO! ¡VUELVE A LLEVARME CON ÉL!
-¡Tsubaki!
De repente, una flecha se clavó en su espalda, atravesándole también el pecho. Furiosa, volteó hacia atrás.
InuYasha y Kagome habían deshecho su conjuro, siendo rodeados por un aura rosa y compartiendo el arco de la sacerdotisa.
Mirándolos bien, la mujer de cabello blanco se dio cuenta de que el alma de Izayoi Taisho los acompañaba, algo que la hizo enojar más.
-Malditos... - murmuró en cólera, separándose de Sasuke y poniéndose de pie.
No obstante, al dar solamente dos pasos, otra flecha se clavó en su pecho, atravesándole la espalda.
Rin y Sesshomaru también se habían deshecho de su técnica, siendo acompañados por el alma de Hitomiko.
La sacerdotisa gruñó y jadeó, dando otros dos pasos, para recibir, tres disparos; dos en el pecho y uno en su pierna izquierda, por parte de Kushina, A y Toga.
El alma de Kikyo, acompañada por los niños a los que Tsubaki forzó a poseer la maldición del sharingan, los protegía.
En un intento desesperado por deshacerse de esas imágenes del pasado; que solo buscaban jugar con su mente, invocó una espada de su boca, sacando rápidamente su filo de su garganta, para sostenerla y abalanzarse contra quien estuviera más cerca.
Con lo que no contaba, era con que Miroku y Sango también quedaron libres de su conjuro, atándola con la cadena de la exterminadora; de sus brazos y torso, para hacerla tropezar bocabajo en la tierra y deshacerse de su arma.
Sin dejar de gruñir, volteó su ojo izquierdo hacia aquella dirección.
Midoriko era la guardiana de ambos, impregnando una parte de su poder espiritual a lo largo de la cadena que sostenía el matrimonio Higurashi.
-¡MALDITA ESCORIAAAAAAAAA! - gritó frustrada, abandonando su cuerpo para cambiarlo por el de una gran serpiente blanca, con cuernos y largo cabello blanco.
Hinata, al ver aquello, se deshizo del shikigami de Tsubaki, quemándolo con sus llamas azules, para luego correr hacia Sasuke y colocarse delante de él.
La gran serpiente tenía la intención de comérsela. Sin embargo, sus colmillos y el resto de su boca, fueron bloqueados por energía espiritual. Volteó más al frente.
Naruto y Karin estaban despiertos, invocando una barrera con los brazos levantados.
Minato Namikaze también hacía lo mismo, dándoles el empujón que necesitaban para enviarla a volar por los aires, haciéndola retroceder, más allá de donde se encontraban Kagura, Enju, Kiba y la bruja Urasue.
-¡MALDITOS! ¡MALDITOS! - bramó Tsubaki, deslizándose de nuevo hacia Hinata y Sasuke. - ¡MIL VECES MALDITOOOOOOOSSSS!
De repente, una flecha hecha de fuego salió desde la copa de un árbol, clavándose en su rostro y haciéndola gritar de dolor.
Un segundo después, el cuerpo de Tsubaki volvió a ser el de siempre, arrodillándose para escupir sangre por la boca.
-Esta... cosa... - susurró atónita, escupiendo más ríos de sangre.
-No te equivocas, Tsubaki. - al escuchar la voz de Naraku; quien tenía en sus brazos a Mirai, la aludida levantó la mirada. - La flecha que tienes, le pertenece al arco Totsuka. - entonces, sus ojos carmesí se dirigieron a la persona que lo utilizó.
La sacerdotisa abrió su ojo izquierdo de par en par. Itachi Uchiha, sosteniendo el arma del inframundo, estaba siendo acompañado por Kanna y por las almas de sus padres, Fugaku y Mikoto.
Ambos le dedicaban una mirada de resentimiento profundo.
Eso la hizo temblar, antes de volver a escupir otras gotas de sangre.
-Ya ríndete, Tsubaki. - le sugirió el rey del inframundo. - Por haber torturado a dos niños inocentes y haber querido convertir a muchos otros en híbridos mitad demonios, tú misma acabaste con todo lo que querías tener.
La sacerdotisa gruñó.
-Amabilidad. Amistad. Amor. Esas tres cosas se te fueron entregadas en los momentos más felices de tu vida. Realmente es una lástima que las hayas destruido sin darte cuenta, al recorrer el oscuro sendero del odio y del poder. - extendió su brazo derecho hacia ella. - Como castigo por todo lo que has hecho hasta el día de hoy, dejaré que las almas de las personas a las que mataste, te lleven y te juzguen en el inframundo.
Indignada por su declaración, Tsubaki jugó un último truco. De su ojo izquierdo, expulsó una versión más pequeña, y más mortal, de su shikigami, enviándolo directamente hacia Sasuke. Hinata, al darse cuenta, lo empujó, poniéndose encima de él y recibiendo los colmillos de la serpiente en su cuello.
-¡Hinata! - el joven la llamó, levantándose y atrapándola en sus brazos.
La sacerdotisa sonrió complacida, siendo descuartizada por las almas que la rodeaban, hasta desaparecerla como un soplo del viento.
-Si yo no tuve mi final feliz, ustedes tampoco lo tendrán.
-Hinata... - susurró Kagome, intentando levantarse.
A pesar de haber deshecho la técnica de la sacerdotisa que los mantenía prisioneros en el suelo, aún estaban débiles por la maldición que seguía vigente en sus cuellos.
-¡Vamos, Hinata, por favor...! - le pidió Sasuke, levantándola para que su boca quedara junto a su hombro izquierdo. - ¡Tienes que morder mi cuello! ¡Hazlo!
Con el aliento roto, la hibrida llevó sus colmillos a su piel. Pero, a pesar de haberlo mordido, su sangre no alcanzó a pasar por su garganta.
-¿Hinata? - la llamó aterrado, sintiendo como se había dejado de mover. - ¡Hinata, Hinata! - apartándola de su cuello, la movió en sus brazos. - ¡Hinata, despierta por favor! ¡Por favor no me hagas esto! ¡Hinata!
Escuchando como su voz comenzaba a quebrarse y las lágrimas surgían de sus ojos negros, Naruto y los demás bajaron la mirada entristecidos.
Ninguno de sus esfuerzos habían valido la pena. Hinata estaba muerta y Sasuke, tal y como hace 10 años, se hallaba destruido por el abandono de alguien a quién amaba profundamente.
-Muchacho. - en eso, lo llamó la anciana Urasue, sorprendiéndolo y asustándolo. - Tranquilo, todo va a estar bien.
Movió con gracias sus manos en el aire e invocó frente a ella, un gran medallón dorado, cuyo centro era adornado por una llamativa piedra azul.
-Bien pensado, señora Urasue. - comentó Naraku.
La mencionada asintió. Se inclinó a la altura de Hinata y le colocó encima de su pecho la legendaria piedra Meidou. Su brillo fue tan fuerte que obligó a todos a cerrar los ojos por unos segundos, tiempo suficiente para que Hinata recobrara el conocimiento, confundida por lo sucedido.
-¿Qué pasó? - cuestionó, llamando la atención de Sasuke.
Por el gran alivio que le daba encontrarse con sus ojos carmesí, se acercó a su rostro y le dio varios besos en sus labios, abrazándola fuertemente.
Ella, quedándose con su duda, no tuvo más alternativa que corresponderle, pasando su mano sobre su cabello.
-¡Hinata está viva! - celebró Naruto, saltando junto a su hermana y sus amigos. - ¡Está viva, de verás!
Kagome y los demás sonrieron aliviados, esforzándose también por aplaudir. Los jóvenes, al escuchar aquello, se separaron y se sonrojaron de golpe.
Ya con la labor de la piedra Meidou concluida, la bruja Urasue volvió a desaparecerla con sus manos, escondiéndola, tal y como Naraku se lo había pedido, 18 años atrás.
-¡AY! - Mirai gritó de pronto, despertándose y poniéndose de pie de golpe. - ¡MALDITA SACERDOTISA ENFERMA, AHORA SI TE VOY A...! - cuando se dio cuenta de que Tsubaki ya no estaba presente, parpadeó anonadada. - ¿Qué...?
-¡Mirai! - entonces, Shikamaru, Sakura, Naruto y Karin se le abalanzaron encima, abrazándola con todas sus fuerzas.
-¿Y-Y ahora qué mosca les picó? - cuestionó sonrojada, haciendo reír a los demás.
-Me da gusto saber que todos están bien. - comentó Shisui, sosteniéndose su costado izquierdo y caminando hacia Sasuke, Hinata, Urasue y Naraku.
-¡Y qué la malvada de Tsubaki ya no los atormentará nunca más! - agregó Koryu, volando a su derecha.
-¿Y tú dónde estabas? - preguntó Sasuke.
-Escondido en las ropas de Shisui... - explicó apenado, logrando que, tanto el Uchiha como la Hyuga, lo vieran con una gotita de sudor bajando por sus cabezas. - ¡P-Pero, si me hubieran necesitado, habría salido de inmediato a defenderlos con mis flechas!
-Hablando de eso... - dijo el joven, girándose hacia sus hermanos adoptivos. - me sorprendió que tú y Karin tuvieran poderes espirituales.
Naruto sonrió.
-Mi papá... - levantando su mano derecha, vio con detenimiento su palma. - vino a verme y me prestó los suyos. - la convirtió en puño y volteó hacia la pelirroja. - Cuando liberé a Karin de las serpientes de Tsubaki, también le pasé una parte, de verás. Aunque, solo fue por esta ocasión.
La aludida sonrió, acomodándose sus anteojos rojos.
Siendo auxiliado por Shisui y por la bruja Urasue, Sasuke usó cierta cantidad de sangre para quitarles a Kagome y a los otros, la maldición que los tenía, aun tumbados en el suelo frío del bosque.
En cuanto se sintieron mejor, las sacerdotisas se abalanzaron contra Sasuke y Hinata, abrazándolos como si se trataran de sus hermanos perdidos.
Itachi, sin poder evitarlo, comenzó a reírse por las muecas que hacía su hermano menor, siendo acompañado por Naruto, Karin y Kushina...
...hasta que Kagura se les acercó a ellos y les explicó la angustiante situación actual, en la que se encontraba el rey del inframundo.
Si no se realizaba esa misma noche, el intercambio de corazón, Naraku desaparecería para siempre.
Fin del capítulo.
