[Long-Fic]
Bestias de Caza
—Giyū T. & K. Shinobu—
Dispuesto a arriesgar hasta su vida, con tal ayudar a su querida hermana mayor y pagar por ella su inmensa deuda de dinero a unos usureros de baja reputación, Giyū Tomioka acepta la ayuda de un viejo amigo que le invita a trabajar con un hombre al que llaman "Oyakata-sama". A cambio de unos ("no ilegales") favores, este amable y enigmático hombre se convertirá en el puente que separará a la querida Tsutako Tomioka de aquellos que la amenazan. Pero todo tiene un precio.
Disclaimer:
Kimetsu no Yaiba © Koyoharu Gotōge.
Bestias de Caza © Adilay Fanficker/Reine Vaniteux.
Advertencias: Uso del UA (Universo Alternativo). / Fanfic inspirado en la serie coreana de "Netflix" Sabuesos, sin ser una total adaptación. / OOC. / Uso de sufijos japoneses. / Lenguaje soez. / Violencia explícita. / Presencia de algunas escenas sexuales y/o de desnudos.
Notas
Hace poco me encontraba viendo el dorama coreano de Netflix, "sabuesos", y quise hacer mi propia versión con los personajes de KNY. Aclaro que esto no es un "adapta-plagio". Este fic fue inspirado en el dorama, más no es ni siquiera una adaptación. El dorama tiene su propia esencia y son libres de verla; en lo personal creo que el guion podría ser mejor, pero, ¿quién soy yo para juzgar? XD La verdad es que la novela está entretenida.
Volviendo a este fic, no planeo que este tenga muchos capítulos, y sus actualizaciones ya dependerán de qué tanto guste al público. Si veo mucho apoyo, me esmeraré en subir episodios, pero si noto que hay un "más o menos", iré a un ritmo tranquilo. Al final, espero darle final a esta obra como a otras.
Ojalá sea de su agrado, y de antemano, gracias por leer.
…
—1—
…
—Muy bien, señor… ¿me recordaría su nombre?
El ruidoso mascar de un chicle; el sonido de las teclas siendo presionadas por unos dedos delgados que, además tenían unas uñas larguísimas de acrílico decorándolas; y el escándalo del viejo sistema de aire acondicionado… todo aquello era un poco estresante para él.
Por si esta tensa, callada y patética situación no fuese ya suficiente.
—Tomioka, Giyū Tomioka.
—Tomioka-san, sí. Bien, ya lo llamaremos. Puede irse.
—Sí… gracias.
Luego de hacer una reverencia con su cabeza, Giyū se levantó del asiento y caminó derecho hacia la salida de la oficina. Antes de cerrar la puerta tras su espalda, por encima de su hombro miró de reojo por última vez a la mujer de mediana edad que usaba un traje negro con corbata, la cual estuvo todo el tiempo tecleando sabrá Buda qué, en su computadora, además de hacer burbujas con el chicle que tenía en su boca.
Supo que ni ella ni nadie en este sitio lo llamaría… a esa mujer ni siquiera le había interesado todo lo que él le dijo sobre sus intenciones de hacer su mejor esfuerzo, si esta compañía llegaba a contratarlo.
Maldición.
Era la tercera entrevista presencial fallida del mes.
Ya estaba tan cansado de hacer y enviar solicitudes de trabajo por internet, e ir a estas entrevistas. No sobreviviría mucho con su empleo de medio tiempo, y necesitaba mucho dinero.
Hace no muchos días, y después de varios meses desde su última llamada, su hermana mayor, Tsutako lo había contactado por teléfono. Quería saber si él le podía prestar 600,000 yenes en efectivo para finales de este mes.
Aunque no dijo nada en el momento, a él por poco le dio un paro cardiaco al oír la cantidad.
Por dios, después de pagar sus cuentas, Giyū apenas y tenía 2,000 yenes en la cartera y otros 13,000 yenes (tal vez un poco más) bajo el colchón de su cama. ¿De dónde iba a sacar siquiera la mitad de lo que su hermana necesitaba?
Cuando Giyū le preguntó a Tsutako para qué necesitaba tanto dinero y si todo estaba bien allá donde vivía, ella le dijo, muy nerviosa, que no podía decírselo; pero le urgía el préstamo. Luego se disculpó por haberlo molestado y sin darle más explicaciones, colgó la llamada. Giyū trató de volver a ponerse en contacto con Tsutako las siguientes horas y luego los siguientes días, pero ella ya no le contestaba.
Como último recurso, Giyū llamó a Sora Takahashi, su cuñado oficial desde hace 2 años, que fue cuando él se casó con su hermana, pero este en un tono mezquino le dijo que Tsutako estaba bien y que ellos no necesitaban nada de él.
»Métete en tus propios asuntos, Giyū —le dijo groseramente ofendido, antes de colgarle.
Sí, por eso no había querido llamarlo a él.
Giyū en verdad no podía creer lo mucho que había cambiado Sora desde un año antes de que él y su hermana se casasen. Giyū lo conoció cuando Sora y Tsutako comenzaron su relación, cuando aún todos iban al instituto. Sora había sido amable, respetuoso, consciente y hasta decidido en no conformarse con poco. Sin embargo, unos meses antes de la graduación, él comenzó a salir con chicos de baja reputación, empezó a beber y fumar (no sólo tabaco), a menudo cancelaba sus citas con Tsutako o la dejaba parada en algún sitio; y a veces él terminaba gritándole porque ella claramente se sentía mal con sus desplantes.
De hecho, esa era la razón por la que Giyū ahora vivía solo, un poco lejos de Tsutako.
Desde que el padre de ambos tuvo que viajar a Tailandia para trabajar como gerente de una fábrica de textiles, que quería abrir un negocio en aquel país, Giyū y Tsutako se las arreglaban casi solos puesto que ambos eran mayores de edad y su padre consideraba que ya no lo necesitaban como cuando eran unos niños.
»Su padre estará un poco lejos, pero si necesitan algo, pídanmelo. ¿De acuerdo?
Él nunca fue un mal padre; los cuidó, los alimentó y les dio todo para valerse por sí mismos. Incluso les dejó el apartamento que los 3 compartían… de hecho, antes de comenzar a hacer sus maletas, a ambos, les hizo la propuesta de irse con él, cosa que los hermanos declinaron porque no querían sentirse una carga para un hombre que aún podía rehacer su vida luego de años de sacrificios.
Giyū aún no pudo creer lo que pasaría poco tiempo después de la boda de su hermana. Sora convenció a Tsutako de que su hermano menor, sobraba en ese apartamento, y como ellos eran un matrimonio, debían tener su espacio.
»Eres joven; pero ya eres un poco mayor para seguir viviendo como un mantenido con tu hermana, ¿no crees? —le había dicho Sora en uno de sus momentos a solas—. Otros chicos de tu edad ya viven solos mientras tú estás aquí haciendo un mal tercio. A mí me daría vergüenza vivir así.
Giyū supo que aquello había sido un intento patético por hacerlo sentir mal, y él bien pudo haber peleado para que ese tipo no se quedase viviendo en un espacio que no le pertenecía, pero Tsutako… ella también le pidió irse.
»No quiero problemas, Giyū-kun… por favor. No-no hay muchos sitios para vivir tan cerca del empleo de Sora-kun como este apartamento, y los que hay son muy costosos… y te aseguro de que tú encontrarás algo lejos de aquí. Te lo pido… por favor…
Eso le dolió, mucho. Pero no dijo nada.
A partir de ese día, Giyū buscó y buscó un nuevo hogar hasta que pudo encontrar un empleo de medio tiempo, y un apartamento mucho más pequeño que el de su padre, donde vivir.
Tuvo un inicio difícil, y pensó que con el tiempo las cosas irían componiéndose… ¡pero no!
El empleo de medio tiempo de hace dos años, seguía siendo su empleo de medio tiempo. Cada vez le era más difícil sostenerse. Nunca había salido de vacaciones a ningún lado. Y ni hablar de lo mal que la pasaba cuando por azares del destino enfermaba.
Lo peor es que se había mudado muy lejos de Tsutako, y no podía verla tan a menudo, ni siquiera para las fiestas. Hace ya dos años que no celebraban navidad o sus cumpleaños.
Giyū se sentía tan solo.
No era nada bueno socializando, y ni siquiera se hablaba con sus vecinos.
Por otro lado, Giyū varias veces le pidió a su hermana no casarse con Sora; que lo pensara mejor. Pero por alguna razón ella no había accedido. Tsutako decía que lo amaba, pero estaba claro que el Sora que ella amó, murió ahogado en alcohol.
¿Para qué diablos querría los 600,000 yenes?
«Dios, por favor, necesito encontrar un empleo» pensó desanimado, cansado y hambriento, saliendo del edificio al que había llegado 3 horas antes, y le recibieron hasta hace media hora, lo oyeron por 10 minutos y luego lo echaron.
Le dolía la cabeza. Se sentía inútil.
Lo peor es que le preocupaba muchísimo más Tsutako que su propia situación.
Tenía que admitirlo. Giyū nunca pensó que haber decidido dedicarse a estudiar artes marciales mixtas de tiempo completo, en lugar de ir a la universidad, le fuese a cobrar tan caro. Todas esas competencias ganadas, en este mundo laboral, no servían para nada.
Su padre ya se lo había advertido.
»Si quieres enfocarte en eso, no te lo voy a impedir. Pero más vale que te prepares para afrontar las consecuencias.
Giyū no había oído. Incluso cuando dejó el apartamento a Tsutako y Sora, él creyó que podría ganarse la vida como entrenador, pero hasta la fecha, nadie llamaba a su número para nada. Ni siquiera para hacerle bromas telefónicas.
Ni aspirantes a aprender artes marciales mixtas, ni las empresas para las que él trataba de trabajar a tiempo completo. Nadie llamaba.
En la mayoría de sitios exigían la universidad terminada, y no importaba qué tanto se esforzase Giyū por convencer a las personas de recursos humanos que él se esmeraría en hacer bien el trabajo para el que quería ser aceptado, estos le decían lo mismo: "ya le llamaremos", y nunca lo hacían.
Luego de comprar un miserable hot-dog en el camino y un jugo de manzana en lata, Giyū se sentó en la banca de un parque que no estaba tan lejos de su humilde apartamento de soltero, ahí desayunó mientras miraba el suelo.
Estaba… perdido.
Quedaban pocos días para pagar el próximo mes del alquiler, y con lo poco que tenía, no tendría suficiente para la comida. ¿Entonces qué haría? Además, ya tenía 23 años. Ese empleo de medio tiempo pronto lo dejaría y buscaría a alguien más joven, entonces ya ni siquiera ese pequeño ingreso tendría.
El estrés lo agobiaba; la desconocida situación de su hermana lo estaba martirizando.
¡Por favor!
Aguantó las ganas de arrojar con rabia la basura al suelo. Así no lo había educado su padre.
Se levantó del banco y botó todo a un bote cercano. Se aferró a su vieja mochila negra y con todo y ese incómodo traje barato gris claro con corbata negra, Giyū Tomioka se puso en marcha para volver su apartamento y tratar de buscar en el periódico algo bueno. Porque ya ni siquiera podía pagar el internet en su casa, apenas y lo podía adquirir teniendo su celular, pero confiaba en que si en el internet convencional no hallaba nada, quizás en el periódico sí.
Estaba tan desesperado que estaba a punto de rogar por un empleo de conserje en algún sitio de mala muerte.
Mmm, quizás esa no sea tan mala idea…
Resignado, compró un nuevo periódico en un puesto que estaba cerca de su hogar, lo metió a su maletín; casi llegando a su apartamento, iba subiendo las escaleras de metal que le guiarían hasta la puerta que indicaba el número 12-A, cuando su celular sonó.
Esperando que fuese alguna de las compañías para las que había solicitado trabajo en este mes o en los otros pasados, Giyū respondió la llamada sin ver quién era. El número no estaba registrado.
—¿Sí? Habla Tomioka —dijo rápido, deteniendo su andar.
—Hola, Giyū. Tanto tiempo sin hablar —dijo un hombre al otro lado de la línea—. ¿Dónde te habías escondido, eh, hermano?
Frunciendo el ceño, Giyū no ubicó esa voz.
—¿Quién habla?
—¡Oye! ¡¿Tan rápido me olvidas?! ¡Soy Sabito, idiota!
Ah, ya lo recordaba.
—¡Disculpa, Sabito! Eh, sí… sí, hace mucho que no hablábamos…
De pronto, Giyū recordó vertiginosamente toda la historia que ambos tenían juntos. Fueron vecinos, amigos desde la niñez, compañeros en la escuela, luego compañeros de entrenamiento en artes marciales mixtas, se graduaron de la preparatoria juntos y Sabito entonces se mudó a Tokyo a estudiar la universidad. Desde entonces no habían hablado mucho hasta que finalmente la conexión se perdió.
—¿Y cómo estás? —quiso saber Giyū.
—¿Yo? ¿Cómo estás tú, hermano? ¿Ya has conseguido un empleo?
De acuerdo, esto sí le pareció extraño.
—¿Cómo sabes que busco empleo?
—Tsutako me llamó. Dijo que estabas pasando por momentos difíciles y si yo tenía algo para ti.
Eso fue como un golpe al hígado.
Tan patética era su situación que hasta su hermana, que ya de por sí pasaba por problemas, le buscaba empleo.
Giyū apretó un poco el celular.
—¿Mi hermana? —musitó avergonzado, carraspeando su garganta tratando de deshacer el nudo que se formó—. ¿Hablas con ella?
Retomando su caminata, Giyū llegó a su apartamento, donde entró arrastrando los pies y se dirigió hasta su vieja cama, comprada de segunda mano.
—Volví de Tokyo, pasé a su apartamento hace algunos meses con las intenciones de verte y la encontré a ella —explicó sin tapujos—, me dijo que ya no vivías ahí. Le di mi número para que te lo pasara y nos pusiéramos en contacto, pero al parecer se le olvidó hacerlo porque no me has llamado. Lo que me sorprendió fue cuando Tsutako fue la que me llamó y me pidió vernos en su cafetería. ¡Oye! ¿Y ese imbécil que vive con ella en serio es su esposo? ¿Cómo es que sigue teniendo dientes, eh? ¡¿Por qué diablos permites que tu hermana esté con ese estúpido?!
Era extraño admitirlo, pero ya casi extrañaba esos gritos. Le hacían pensar.
Sí, debió haber masacrado a ese estúpido desde la primera vez que Giyū oyó a Sora gritándole a su hermana.
Pero…
—Ella lo quiere. No quiero que él nos separe. Si le hago daño, seguro ella se pondrá de su lado, y no quiero perderla.
—Qué estupideces dices, hombre. Ese tipo seguro es violento con ella.
—¿Y por qué no lo has masacrado tú?
El silencio al otro lado de la línea estaba claro.
—¿Lo ves? No es tan fácil. Ella está enredada con él. Y no sé cómo ayudarla —cansado, Giyū resopló echándose sobre la cama—. ¿Y… qué más te dijo?
—Lo que ya te pregunté. ¿Has conseguido trabajo?
—No —dijo con una latente vergüenza creciendo en su interior—, estoy… buscando aún.
—Vale, mira. Escucha con atención, ¿estás en tu casa ahora? ¿Alguien nos puede oír?
—No… bueno, sí, estoy solo y nadie salvo tú me oye.
—Bien, escucha. Creo tener algo para ti.
—¿De verdad? —musitó Giyū sorprendido, esperando que no fuese una broma.
—Baja la voz —reprendió—. Giyū… debes saber que esto que te voy a decir, debe quedar entre nosotros. Tanto si aceptas como si no, debes saber que tan solo hablar de lo que vamos a conversar, en público, podría traerte problemas. Este empleo que te ofrezco te podría hacer ganar mucho dinero, pero los riesgos son altos.
—¿Altos, cómo?
—Podrías morir.
Tan rápido como sus ilusiones y esperanzas se avivaron, así se hundieron en el fango.
—Continuará—
…
•
Okey, espero no haber dejado muchas faltas ortográficas. Si las hay, ya me verán volviendo a editar esto xD
Espero que este pequeño capítulo haya sido de su agrado y que la historia les haya interesado. Repito, si bien este fic está inspirado en un dorama, no será un "adapta-plagio".
Por otro lado, como "adulto independiente" sé lo complicado que puede ser el mundo laboral y quise exponer algo de eso aquí; a veces este puede ser benevolente, pero muy comúnmente es difícil. Chicos y chicas que aún no estén pasando por eso, les aconsejo que no se relajen tanto. :(
Bueno, por ahora es todo de mi parte; saluditos y ya nos estaremos leyendo en este fic, o en cualquiera de los otros dos que tengo del fandom.
¡Gracias por leer!
Reviews?
Si quieres saber más de este y/u otros fics, eres cordialmente invitado(a) a seguirme en mi página oficial de Facebook: "Adilay Ackatery" (link en mi perfil). Información sobre las próximas actualizaciones, memes, vídeos usando mi voz y mi poca carisma y muchas otras cosas más. ;)
