Entrenar con tu novio puede salir increíblemente bien o terriblemente mal.


Suelto un gruñido cuando me estampo contra el suelo de madera, también se me escapa la espada de las manos por lo que cuando colocan la punta a unos centímetros sobre mi rostro no puedo hacer otra cosa que resoplar molesta y lloriquear un poco. Estoy agotada, es demasiado temprano por la mañana ¡y ni siquiera he podido desayunar!

Hiccup guarda la espalda. –Arriba, una vez más –me ordena cruzándose de brazos. Yo solo consigo lloriquear un poco más mientras me hago bolita en el suelo.

–No, ya estoy agotada –me niego dándole la espalda y alargando las palabras, porque esa es siempre una buena manera de mostrar lo cansada que estoy–, quiero irme a la cama, o a comer mis panqueques. O a comer panqueques en la cama, lo que resulte primero.

Él suspira pesadamente antes de decirme. –Elsa, te estoy desarmando con apenas dos movimientos, ¿sabes lo preocupante que es eso?

No puedo evitar voltearme bruscamente para mirarlo con el ceño fruncido. –¡Nadie es tan buen espadachín como tú! ¡Desarmarías a cualquiera con pocos movimientos! ¡No es justo!

Él rueda los ojos. –Arriba, venga, no me creo eso de que ya estés agotada, ni siquiera estás sudando.

–Porque soy legado de Afrodita –le respondo con falsa indignación, colocándome nuevamente completamente extendida en el suelo en lugar de estar hecha una bolita y colocando una mano sobre mi pecho–, no hago esas cosas como esforzarme en una pelea o sudar, eso es para los más desafortunados, para la gente normal y eso.

Nuevamente puedo escuchar a Hiccup suspirar pesadamente. –Venga, no digas tonterías, te he visto sudar.

–Por miedo o nervios –explico con tanta obviedad que Hiccup me mira con los ojos entrecerrados, como retándome a continuar con mis tonterías. Esta chica no huye de los retos–, los legados de Afrodita respetamos las reacciones naturales causadas por sentimientos, no el desagradable resultado de esfuerzo físico –aquello en cierto punto era cierto y no. Ser legado, o hijo de Afrodita, hacía que tuvieras uno que otro pequeño privilegio. Nuestro peinado siempre se quedaba en su sitio, el maquillaje raras veces se arruinaba,

Él me responde rodando los ojos. –Lo que sea, levántate para continuar.

Hago un puchero para rápidamente volver a hacerme bolita. –Pero tengo hambre.

–Elsa –su tono es bastante serio.

–Y me duele todo el cuerpo –continúo con mis quejas a lo que Hiccup pellizca el puente de su nariz.

Repite, con mucha más brusquedad en esta ocasión. –Elsa.

–Y tengo sue- ¡Ah!

Hiccup decidió que era una buenísima idea tomarme nuevamente de la sudadera, justo de la misma forma que cuando nos conocimos, para alzarme del suelo bruscamente. Te sonará divertido, pero yo me lleve un buen susto cuando estuve unos segundos sin tocar el suelo en lo absoluto y con algo de miedo de que me dejara caer o que no pudiera mantenerme en el aire mucho más. Pero no, me levantó con una sola mano y me dejó toscamente de pie a su lado casi sin ningún problema, está relajando ahora mismo un poco los músculos del brazo.

No puedo evitar hacer una leve mueca. –¿Si quiera peso algo para ti?

Él se limita a mirarme fijamente con algo de desinterés. –Lo mismo que una pluma –es todo lo que me dice para luego acercarse a la pequeña mesa donde habíamos dejado las toallas y las botellas de agua–. ¿No voy a convencerte de seguir, verdad que no? –me pregunta mientras toma una toalla para luego pasársela por el rostro, con una sonrisa de oreja a oreja, camino hacia él contenta.

–No –respondo con simpleza y total honestidad. Hiccup se cuelga la toalla en un hombro y suspira pesadamente para luego tirar la cabeza para atrás.

–Llorica –me dice con una sonrisa burlona, yo me hundo de hombros, aceptando aquella etiqueta de la misma forma que él acepta que no va a convencerme de seguir entrenando. Hemos pasado media hora practicando con flechas normales mi puntería, casi una hora entera intentando durar algo de más de diez segundos batallando con espada contra él ahora que se sabe mi truquito de técnicas de la edad media, creo que luego de agotar mi vista, mis brazos y de haber terminado estampada en el suelo unas mil veces me merezco un maldito descanso.

–Tomaré eso como que no quieres desayunar –bromeo con falsa inocencia a lo que él se limita a mirarme con una ceja alzada con la suficiente seriedad como para que ría nerviosa y le asegure rápidamente que obviamente voy a hacer el desayuno para él también.

Antes de que siquiera pudiera intentar irme, Hiccup me toma de la muñeca de momento a otro y tira de mí para abrazarme la cintura, yo me cuelgo de su cuello casi de inmediato, teniendo cuidado de no tumbar por el camino la toalla que sigue en su hombro. Me da un beso lento en los labios que disfruto como si por algún motivo desconocido pudiera ser el último. Me acaricia la espalda como siempre lo hace, cosa que agradezco por lo adolorida que estaba después de haber terminado en el suelo tantas veces en una sola mañana. En verdad no solo lo agradezco por el leve dolor que tengo luego de un pesado entrenamiento, sino porque realmente necesito sacar de mi cabeza todo lo que ocurrió ayer mediante sus mimos y caricias. Desde toda esa locura con respecto a ese ojo verde todo lo que me evita pensar en todos esos sentimientos ajenos, toda esa rabia que no es mía, es sencillamente recostarme un rato o abrazar a Hiccup. Me relaja, me relaja muchísimo tenerlo a mi lado, tenerlo rodeándome con cariño, cuidando de mí, no sé que sería de mi mente si no él no estuviera aquí conmigo.

Bueno, una idea me hago, me tiraría por la borda nada más comenzara a escuchar demasiadas voces, ya tengo demasiados problemas mentales como para aguantar alguno más.

Mientras finalmente nos separamos me aseguro de alejar todos esos pensamientos de mí, sencillamente no los necesito en lo absoluto, mucho menos para hacer panqueques. Hiccup deja un último beso en la frente antes de deshacer por completo el abrazo para que yo vaya a hacer el desayuno.

En el camino él me recuerda algo. –¡Eh! ¡No dejes tu espada...! –sabiendo en que terminaría su frase rápidamente muevo una mano para dirigir con hielo la espada del suelo hacia aquella caja de madera donde habíamos decidido dejar las armas de repuesto si nos llegábamos a ver en la necesidad de rearmarnos con algo diferente. El hielo levanta la tapa y empuja hacia arriba la espada de forma que cae perfectamente dentro de ella antes de cerrarse, justo para cuando Hiccup termina–... en el suelo.

Me volteo levemente hacia él para sonreírle con algo de egocentrismo, demasiado orgullosa de mí misma por algo tan sencillo, pero él me mira encandilado, tremendamente asombrado por algo que puedo hacer sin problema alguno y no sé si está genuinamente asombrado o sencillamente quiere apoyarme de alguna manera, pero verlo tan encantado hace que me envuelvan los sentimientos más hermosos posibles.


Escucho algo de música mientras preparo el desayuno, sé lo que estás pensando en estos precisos momentos, querido lector, estarás pensando en lo tonta que soy porque "¿cómo se me ocurre volver a ponerme música de fondo luego de lo que pasó hace semanas con las Furias en el coche de mi madre?" Pues sencillo, si alguna vez has tenido la desdicha de verte obligada a viajar por un largo período de tiempo por mar te habrás dado cuenta de que lo que se dice poder usar el Internet no puedes usar mucho Internet, por lo que, anticipando de la falta de Spotify que tendría, decidí descargar, ilegalmente porque #eattherich, varias canciones para poder continuar siendo capaz de escuchar algo de música cuando más lo necesitase en este viaje que definitivamente llegaría a durar demasiadas semanas como para aguantar sin alguno de mis artistas favoritos. Creo que no podría llamarme a mí misma una persona con un mínimo de estabilidad emocional si no tuviera algo de música para acompañarme. Además, los panqueques que se hacen sin música son panqueques que han sido hechos incorrectamente.

Al ponerlo en aleatorio sale una de las canciones de los pocos artistas noruegos que sigo. Intento mantenerme lo más cerca posible de la cultura de mi familia mortal que puedo, por mucho tiempo de pequeña pensé que sería una buena forma de mantenerme cerca de mis abuelos, pero con el tiempo se volvió en aquello en lo que involucraba sobre todo por el bien de mamá. Mi madre sí que vivió por bastante tiempo durante su infancia en Noruega, e incluso viajaba todo lo que podía en vacaciones antes de todo el temita de su relación con Quíone comenzara, ninguna de la dos se atrevió alguna vez a viajar por avión por todo el temita de que el Olimpo nos tenía en la mira, ninguna de las dos se sentía segura, incluso recuerdo que por algunos años le tuve una gran fobia a las alturas y a la mayoría de cosas metálicas que pudieran volar. Mamá hasta ahora no ha regresado ni una sola vez a Noruega y yo jamás he podido poner el pie en ningún territorio al que solo se pueda llegar mediante avión, por lo que es normal, o al menos yo considero que es normal, que mamá haya intentando traer todo lo posible la cultura Noruega a nuestro día a día. Intenta encontrar más gente que venga de allá, siempre me ha presionado para practicar más mi noruego y se ha asegurado que sufra como ninguna otra con la comida del Campamento Mestizo porque cómo compararías comida casera noruega con lo que dan en ese campamento, sencillamente hace que te cuestiones por qué narices los estadounidenses no condimentan en lo mínimo su comida.

Intento concentrarme en la música, en los panqueques que estoy preparando y en todo lo que podríamos hacer ese día para que este viaje no se sintiera como una eternidad, pero todo lo que se me pasa por la cabeza por un largo período de tiempo es el recuerdo de lo que pasó ayer. El como me puse a sollozar de momento a otro, como estuve por tanto tiempo espantada de volver a mi habitación, todo el tiempo que me quedé en la ducha para que no se me notara en el rostro que acababa de romper sin motivo alguno, la manera en la que me aferre toda la noche a Hiccup para que todas esas ideas me dejaran en paz, lo mucho que tuve que repetirme que no había motivo para preocuparme por el tema de ese hijo de Poseidón porque Hiccup sencillamente no era como sus hermanos, él no era en lo absoluto como el resto de hijos del dios de los mares, Hiccup era diferente, Hiccup era comprensivo, amoroso, protector y respetuoso, no tenía nada que ver con aquel monstruo.

Mordisqueo mi labios inferior cuando finalmente termino de cocinar, cuando finalmente tomó una decisión.

Seguramente no es buena idea, seguramente me lleve el susto de mi vida o terminé con muchísimas más dudas de las que ya de por sí tenía en un inicio, seguramente me terminaría arrepintiendo de la peor manera posible, pero necesitaba respuestas, necesitaba tener más pistas de esa familia destrozada, de esa mujer encerrada, de esas voces que que podía asegurar que eran los familiares de esa madre que lloraba por sus hijos. Al menos necesitaba saber con qué hijo de Poseidón estaba lidiando, necesitaba saber cómo es que todo esto afectaba a mi misión, no podía seguir sin más pistas.

Suspiro pesadamente antes de llamar a Hiccup para que venga a desayunar.

Él me da un beso en la mejilla justo antes de sentarse, me rodea la cintura con un brazo y por un momento muy extenso me vuelvo a sentir horrible por no ser capaz de serle completamente honesta con todo el tema del ojo y las voces que quisiera no solo estar escuchándolas yo.

–Estoy muy cansada –exagero, pero no miento, realmente estaba agotada y me ardían los ojos de la falta del sueño–, me daré una ducha y tomaré una pequeña siesta –le digo mirándome fijamente mi comida, espero que, a diferencia de mi madre, Hiccup no sepa que no soy capaz de mirar a los ojos cuando miento.

Cuando alzo la mirada él solo está mirándome fijamente. –¿Estás segura de dormir sola? –me pregunta con delicadeza.

Alzo una ceja, fingiendo que no sé qué está insinuando. –¿A qué te refieres con eso?

–Bueno, tus pesadillas se detuvieron cuando empezaste a dormir en mi cuarto, ¿qué tal si la falta de compañía es lo que las mantiene a raya? –propone, de la manera más lógica en verdad, porque yo también he asumido eso, no entiendo por qué, pero las pesadillas sencillamente no llegan cuando estoy con él, eso definitivamente es bueno para tener una noche completa de descanso, pero ahora que necesito saber más de esa familia, pues realmente no me beneficia.

–También he pensando que puede ser por eso –le soy completamente honesta–, pero, además de que estoy cansada, también quiero confirmar que sea así. Si duermo ahora y tengo las pesadillas, pues confirmaremos que es por dormir sola, sino tendríamos que pasar a una nueva teoría, es solo para estar seguros.

Lo veo apretando levemente los labios y dando toquecitos en la mesa mientras se lo pasaba seriamente en completo silencio, finalmente soltó un pesado suspiro mientras tiraba la cabeza para atrás.

–De acuerdo, de acuerdo –asiente con firmeza a pesar de que me deja completamente claro de que no está convencido de mi decisión–. Pero estaré cerca por si acaso.

Sonrío, aliviada y agradecida de tener a alguien que se preocupa tanto por mí a mi lado.

–Gracias, realmente necesito descansar un poco.


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Me he demorado especialmente con este capítulo más que nada porque no paraba de reescribir una y otra vez la segunda parte, me gusto mucho la escena de Elsa quejándose porque Hiccup es demasiado estricto, pero no estaba convencida de lo que hacía con la escena de Elsa sola cocinando, me ha gusto introducir la importancia que tiene sus raíces noruegas para ella, sobre todo porque quiero que poco a poco la posibilidad de acabar en el Valhala no le parezca en lo absoluto mala idea.

Voy a dejar algo un poquito claro con ese tema, Elsa definitivamente quiere reencontrarse con Hiccup en el Más Allá, no nos confundamos, pero por lo poco que sabe del panteón nórdico realmente acabar en el Valhala no le parece la mejor opción. Imaginaros pasaros la vida entera entre misiones y aguantando las tonterías de los dioses para que te dejen en paz, para que, luego de morir épicamente en combate, tengas que pasarte la vida entrenando para combatir en el fin del mundo a sabiendas que no vas a sobrevivir.

Tengo que seguir leyéndome la saga de Magnus Chase pero encontrar una explicación de cómo les afecta a los semidioses griegos y romanos el Ragnarök, pero por el momento a Elsa no le hace mucha ilusión que digamos.