Te pidió que fueras a su cuarto con seriedad y un rubor intenso se le replegó, en lo que esos ojos celestes tenues y sonrientes, te suplicaban bajo las reminiscencias corporales, que la siguieras a su cuarto, mientras se inclinaba y sus tetas se balanceaban hacia abajo y luego al frente subiendo a su postura normal frente a tu rostro, solo sacudiendo sus caderas contenidas en esos shorts-pijama azules.

Tus amigos te lo habían dicho toda la vida: tu hermana era una de esas mujeres "frondosas; tetonas y culonas", con las que uno podía deslecharse a gusto con tan solo mirarla o "robarle sus calzones sucios" cuál era la sugerencia de Clyde. Era una de esas, de las que ni un individuo puede pasar inadvertida, sea de forma grata por su lindura e idealización, o VULGARMENTE con todas sus letras en mayúscula, la ponían como un pedazo de carne jugoso, y es increíble como has permanecido callado tanto tiempo con este respecto, aparte de que tuvieras que hacerlo en las largas chaquetas mentales que tú mejor amigo de toda la vida describía con detalles fantaseas y tus panas refutaban en esas fiestas, envalentonados y calenturientos por el alcohol ingerido, describían el manjar exquisito e insulso, que era tu hermana mayor Lori, que con la baba saliéndose de sus comisuras labiales, con exiguos bultos despertando avergonzados, solo fantaseaban. Y sentías esa impotencia tuya, ¿o ese orgullo?, que no podías decir nada, debido a que era verdadero que ella formaba parte de esas mujeres de cuerpo lascivo curvilíneo, que seguías en casa y veías todos los días de la semana, pavoneándose en paños menores, entrando a tu habitación sin razones aparentes, modelando o murmurando esas cosas insinuadoras que no puedes repetirle a nadie.

Ahí entre las conversaciones de tu hermana, queriendo defender su honor, y la misma, contoneándose en mini shorts y sentándose en tus rodillas sin sujetador con los pezones marcados en su blusa típica.

Incluso ahora, no sabiendo si odiarla o desearla, pensabas en esas repetidas observaciones vulgares que no eran nada alejadas, la seguías cuasi embotellado, y entrabas a la ex-habitación de Lori después de que te pidiera que entraras para mostrarte "algo", que no te aclaraba hasta que te sentabas en la cama, con tus reticencias, y ella viéndote y sonriendo levemente, inspeccionándolo sacando el culo, se ponía de repente a gatas, buscando aquello.

—Espérame Linky. Literalmente pensé que lo había guardado aquí, si tenía ganas de enseñártelo desde que lo compré… —moviendo su poto absurdo remarcado, piensa que te tienta —. Creo que solo podría... —balbuceó en cuatro sumergiendo su rostro empinada al armario, y sus nalgas brotaban a tu vista copiosamente.

Ya incrédulo, no desviando tu vista de ello, le decías:

—Lori... ¿De verdad es necesario que vea tu nuevo bikini?

Y el voltear de tu hermana sonrojada para decirte: "Definitivamente, es necesario", para volverse, solo diversificaba ese humor tuyo, indignado y adusto, a verte más dispuesto, provocando la sonrisa victoriosa de Lori, en lo que ponía retrocedía sin dejar de levantar su trasero, y ponía su oído a la alfombra, entrecerrando los ojos como minina viéndote de nuevo, bajaba sus shorts hasta sus rodillas, sacando la maravilla de los montes cómodos, divididos por su su tanga azul, en un corazón groso y redondo, no dijeron ni un pío más, y simplemente, ella se bajo el interior ya sin seguir su cuento en lo que cambiaba de lado ocultando su cabeza, y los pétalos prominentes vaginales suyos, ya escurrían sus jugos fértiles. Cristalinos y vaporosos, como siempre, en lo que tú no te crees lo que hace.

¿Qué hace? "¡Se salta todas las preliminares!"

Ni siquiera ya existe el tacto de entrelazar las lenguas y toquetearse toditos como cuando eras un niño, y te dejaba medio encuerado chupándote el pene en lo que retorcías.

Pero eso ya no te importa, y te levantas en automático, desabrochándote el pantalón para que el bulto no rompa los jeans. Dispuesto a complacer a tu hermana sacándote el miembro de la truza; ese miembro que no dejaba de medir y manifestaba su agrado con el aumento del tamaño año tras año.

Colocándote en cuclillas, donde sus nalgas te esperan, juntas tu pelvis, tomándola de la grupa y poniendo tu pene en esa entrada depilada, delicada, sensible y húmeda, a replegarse cuando insertas la cabeza, "Ufff"-"Hahh", dicen casi al unísono, y te deslizas cómodo y calurosamente en ella, sintiendo su habitual agarre fresco y sonoro de retraer y se la ensartas haciéndola gemir. Tú pene está en una buena fuente, y retirando el tronco nervudo y metiéndolo de vuelta a tu funda de carne, ves que ya te mancho tu pene con esas secreciones blancas olorosas con la lustración de sus jugos.

Sacando y metiendo la base hasta donde topa, con sonidos vulgares, su culo impacta y rebota a tu cetro impropio y erecto. La aprensión disminuye, te exprime mojada.

—Carajo Lori, sí que hueles a vagina —sueltas de la nada y la estampas una nalgada sonora que hace que la perra indecente de tu hermana gima de placer.

—Es tuya Linky —dice en una voz anormalmente dulce y sumisa —Es toda tuya.

Es una mujer indecente que folla con su hermano menor, moviendo ella solita su culo con fuerza como Luan, para estamparse contra tu pelvis y tus movimientos centrados y no muy reacios como los suyos.

—¡Haah, hah, sí Linc, nalguéame más... !—gime, cubriéndose sin dejar de mover su culo a las embestidas más hondas y más fuertes, como las nalgadas ocasionales que la ponen en un celo cada vez más frenético.

Los aplausos aumentan sonoros al chocar de sus pieles. Fornican con rapidez y dureza, el pene entra hasta la base, pegando el glande contra la matriz, se salpica y suena, tambaleándose la carne con cada choque dando la espectacularidad de vista, hasta que en uno de los embates al retirar tu pene, sientes el aire de nuevo abandonado por la calefacción membranosa.

Se ha salido totalmente mojado por la vagina gorda de tu hermana, que no vale más que para ser follada con fuerza, tan inútil sin ella. Lori Loud la pervertidora, "hija de puta primogénita", que empezó a grabarlos a ti y a tus hermanas, cuando no tenían ni el libidinal deseo en la bañera. Moviendo sus nalgas grandes de un lado a otro, todavía empinada, te restregaba su culo con intenciones de ensartarse de nuevo.

—Quédate quieta zorra —esparciendo su culo vuelve a sacar esos sonidos y transpiraciones lamentables, alineas a su intimidad —. ¿No eres más que una puta ninfómana, verdad? ¡Aquí tienes lo que quieres! —gruñiste entrando, deslizando, estaba más apretada, y movía el culo con rapidez una vez lo sentía completo, fluyendo ese líquido blanco de su vagina casi cuajado, era visible la inmoralidad de su juego —. Vaya que eres una perfecta puta, Lori.

—¡Yo soy tu puta Linky! —exclamó ella, pegando con más fuerza su corazón contra tu pelvis, haciendo que aplaudieran sus pieles.

Ya a veces ni te movías, solo eras consumido por los pliegues y la fuente en donde paraba tu pene. Su culo movíase seguidamente. Y aún pese a lo erótico de la escena, notaste que pasando su espalda fina cubierta por su blusa azul, por los cabellos cortos blondos, notaste su teléfono metalizado, elevándose un poco, y grabando cómo es que recibía los bombeos.

—Maldita, pervertida. ¿No me digas que estás grabando? —preguntaste embistiéndola con más fuerza.

—¡Hah, haah, haah, Lincoln!

Y la puerta del cuarto se abre.

Te sobrecoges. Naturalmente la sangre se te va del rostro, sientes un sudor y la frente fría, y es Leni, que sonrojada y sorprendida los mira a los dos. Trasteas de salirte de ella, pero no puedes por el culo retrayéndose. Sorprendido, ves que Lori no tiene ni un ápice de vergüenza.

—¡Leni, ¿puedes cerrar la maldita puerta?! —habla Lori desde el suelo con tono amargo y negativo, de perrito, todavía conectada y apretando tu verga —. No, no te salgas Leni, quédate ya que entraste, ya que...

Sigues consternado, pero estás tan confundido como Leni, y ella hace caso sin pestañear, cerrando, y pronto, sin querer mirarlos, o más específicamente, sin mirar a Lori, empieza a irse hacia su cama, hasta que es detenida de nuevo.

—Hey cabeza de aire, con el seguro la puerta —ordena despótica, y acata la apocada modista, sin que logres decir o pensar algo conveniente...

¿Por qué le hace caso? Temblaba y su rostro ya estaba colorado.

¿Qué impresión tú le das a tu hermana?

Te desconectas aparatándote de las grandes nalgas blancas. Aún tienes algo de cuerdo, e intentas subirte los pantalones y querer abrocharte el cinturón y querer largarte por la pobre Leni, que extraña sigue hasta la cama y queda estática viéndola antes de sentarse en su cama, en lo que Lori empieza a ladrar, y endeble pasa a mirar al suelo o a la pared en lo que tus movimientos eran detenidos por las manos de Lori.

—¿Qué haces? Estábamos en algo aquí... —se volteó contigo, y sin ponerse los shorts o la tanga sino quitándoselas de sus pantorrillas y pies finos. Pronto estuvo desnuda de la cintura para abajo, en cuerpo excelso —. Detente, Lincoln, ¿a donde vas? —añade Lori al ver que estás más concentrado en no caer, y tiene ese tono lastimero, y se ve tan bella afligida arrugando ligeramente el entrecejo de su sonrojado rostro —. Estábamos en algo aquí... si es que no recuerdas...

Apartaste sus manos de tu entrepierna, y te quitó el cinturón hábilmente por completo aventándolo por el cuarto, y no entendía o no le importaban tus gestos negativos o expresivos, ya verbales.

—¡Lori, Leni está aquí! —agravaste de lleno, llegando a sostener los jeans en tus pantorrillas —¿No tienes decencia? ¿Estás enferma de la cabeza?

—Ella está bien, ¿no seas idiota ahora quieres? No es la primera vez que nos encuentra así, no seas hipócrita y cumple tu maldito papel... —demandó más hosca la hermana mayor —¿Qué no eres hombre? Sigamos, no me vas a dejar con las ganas. Y, ¿desde cuando literalmente te ha importado tu moral, gran imbécil?

Tu rostro se enciende. Los humores te queman la excitación y tu amargura se abre desde tu estomago. ¿No le harás caso ahora? Tus padres siempre dijeron que les hicieras caso a tus hermanas mayores.

—Tú eres una sinvergüenza, Lori. ¿No tienes ni una pizca de decencia, gran cochina? ¿Crees que puedes mandarnos a todos, e ignorar nuestros sentimientos solo por tus caprichos?

—¡Por favor no peleen! —exclamó Leni volviéndose después de estar solo viendo a la pared, sentándose por fin en la orilla de su cama —Lincoln, tú no eres así... Por favor, ustedes hagan como si no estuviera aquí pero no peleen; no diré nada, así que no se apuren y den todo de sí —informó tierna tomándose de las manos y poniéndoselas en el pecho —. ¿Sí... ? Hagan de cuenta, como que yo no existo —dijo en tono más bajo y raro, pero era inevitable que notaras en ella; siendo que habías estado soñando las últimas noches solo con ella desde hacía semanas.

Viéndose hermosa, delicada y pulcra, aunque aún siendo una idiota, pensabas que su inocencia, todavía no perdida, era de los únicos tesoros de tu casa.

—Leni por favor, tú no entiendes... —dijiste en tono de súplica, aunque de repente te vino el enojo de su estupidez e imprudencia, su vista gorda, lo permitido cuando visitabas ese cuarto de los tocamientos, el del fondo junto al de tus padres, al escucharla diciendo que no había problema.

—Lincoln, detente de una vez. Leni entiende muy bien nuestra relación. Creo que le hemos dejado muy en claro ese apartado de nosotros en el pasado —dijo la mayor presumida y extrañamente orgullosa, sintiendo esa finura de figura pegarse a ti —. Literalmente, ya sabe lo que nos encanta gozar de nosotros mismos.

¿Qué era lo que pasaba? ¿En cuán bizarro se convirtió el ambiente de la casa Loud? ¿No era mejor huir?

Sacarse a Lori que te envuelve de nuevo con los brazos, con ojos entornados, viendo más para abajo que a tus ojos, despojándote de tus jeans e interiores. ¿Por qué no te mueves? Y Leni que es tan boba y tan sumisa, que se queda sonrojada sentadita, a la espera de la ponzoñosa lengua de tu hermana que descubre tu verga que no se ha bajado nada.

—Leni, ¿por qué no me ayudas con esta cosa? —pronuncia Lori a la par de que sujetaba tu pene duro y lo esgrimía en el aire, masturbándolo.

Y entre el furor del agarre, te alzaste, como cuando Lynn Jr te la jalaba amarrado y desnudo, con esas sogas rojas de "entrenamiento". Casi la misma intensidad apremiante, pero no era la mirada desafiante y dura de la deportista, sino la mirada inocente y contenida de Leni, que no dejaba de mirarte lo tuyo, más abobada que de costumbre, mientras Lori sonreía levemente.

—¿Qué esperas Leni? Vente para acá. Literalmente, te estás perdiendo de toda la fiesta —soltó la mayor orgullosa meneando tu verga, tensando y haciéndote gruñir con los tirones, y suspirando de placer.

Para tu sorpresa, aquella modista preciosa, se bajó de la cama arrastrando su culo con su vestido verde, alzándolo para mostrar sus piernas delicadas y blancas, a circundar tu polla muy cerca de Lori, donde ambas miraban hipnotizadas.

—Leeniii... —pronuncias nervioso, angustiado y excitado.

"¿Qué carajos está pasando?", te preguntaste en tu mente, al ver a Leni tomar tu pene como Lori, mas, delicadamente con su tersa palma, en lo que acercaba más su rostro, y su respiración te cosquilleaba a pesar de los centímetros que le separaban.

—¿No te duele, Linky? —musita Leni, y Lori empieza a hablar de cómo masturbarte.

—¿Nunca has hecho esto, verdad Leni? —y la modista niega sin decir palabras, con un bochorno de mayor magnitud.

¿Estas son las hermanas que quieres? Lujuriosas como cuando de niño; Lori sacándote fotografías desnudo, y Luna acariciando tu cuerpo enclenque para conseguirte una reacción. ¿Es lo mismo ahora?

"Estas no son mis hermanas...", piensas decidido y tomando con cuidado la cabeza de Leni, inundando tus dedos en su cabello sedoso, la guías para que te la mame. Que meta su boca para sentirla y probarla, y que al no entender con inocencia, solo pegaste el glande a su cara, y el resto restregándose en la boca angelical y su mejilla, abriendo la carcajada de tu hermana mayor, al ver el untar los fluidos combinados corporales.

—Jajajaja, eres una completa mojigata, hermanita. Mira, yo te enseñaré cómo se hace, con esta verga larga y gruesa... —dijo y con rapidez ingresó tu verga en su boca hasta pasar a la estrecha garganta que expandes.

Pronto soltaste más débiles alaridos de animal lujurioso al ver su cabeza rubia bajar y subir, notando la propia impresión de Leni.

—Oigan... —suelta Leni impresionada.

—Ummhp, ahh, Lori...

—Glup, glumpk, glupm, gluhp, glup, glokmp...

Sonidos vergonzosos, surgían de Lori que siguió guardándola, subiendo y bajando su boca, Leni se sentía llena de adrenalina viendo la vergonzosa boca de su hermana mayor abrirse y meterse semejante cosa sin pena, guardándola siempre hasta el punto donde su mano estaba colocada, llenándola a cada bajada de residuos salivosos cada vez más abundantes vergonzosos, detenida tras atragantarse únicamente, al sostenerlo todavía en su boca, y decir sacando espuma y baba: "¿Vershpk(¿ves?)... ?

Luego se alejó tosiendo y abandonando. Aprovechando para sacar un resoplido de dejar la presión húmeda de su bocaza, al tosido que no es impedimento para que te quedes viendo a Leni y acaricies su mejilla.

—¿Quieres intentar? —preguntaste ufano dirigiéndote a ella, e inclinándote pegándote a Lori, tomaste los tirantes del vestido verde de satén de Leni, tirándolos hacia arriba para quitárselo, y ella obedeció a pesar de estar exquisitamente pasmada e inocente, a desentorpecer su desalojo de la prenda, revelando su más exquisita figura, siempre liza y modelo, que todavía se ocultaba bajo un dispar sujetador rayado de muchos tonos azulosos, y unas pantaletas blancas con rayas verdes.

Lori también se quitó su blusa, y viendo tu rostro sabroseando otro cuerpo, quiso unirse a la competencia de tu atención. Y tirando la prenda celeste, sus pechos aparecieron rebotando y bordeaban absurdamente un sujetador de encaje azul que hacía juego con la tanga que se había desprendido.

Los pechos de ambas resultaban manjares de diferentes tallas y no dudaste un segundo en extender tus manos hacia ambas y agarrar una teta y la otra. Leni tenía sus proporciones modestas de pechos, sumamente suaves y blandos, sin mucha masa y sensibles a juzgar por apretarlos y reconfigurar su rostro ligeramente con cierta dolencia; Lori por su parte era tan absurdo su pecho que tus dedos se hundían, y que tratando de sujetarlo con una sola mano, la tenías más pesada, y en cambio ella sonreía preguntándote si te gustaba, sacándose el brasserie, y dejando sus pechos siguiendo la gravedad y dejándola completamente desnuda era tan exquisita como tus amigos decían hartos del alcohol sincero.

¿Cómo podrías definir esa terrible sensación de abalanzarte a ella y empezar a fornicar en todos sus hoyos? Sin dejar la pulsión, Leni también pronto la imitó, y parándote de rodillas, acercándote y juntándolas, empezaste a tamborilear con tu verga sus tetas, a juntarlas la derecha con la izquierda, y tener una rusa tosca hasta empezar solo a frotarla penosamente, hasta que las rociaste de esperma masturbándote frente a sus rostros y pechos, y al cabo, decidiste perpetrar la más inocente.

Parándola saneando las últimas gotas, la acostaste con su culo bordeando la orilla, olían también subiendo sus pantaletas al ver las respetables curvas de sus nalgas y al coño velludo rubio, decidiste quitarle la virginidad de una pese a los espasmos, las manos arañando y los gritos ahogados, de los que Lori presidía en callar, al cabo, la sangre salió y pronto, fue para ella su preciado turno.

¿En qué te habías convertido de nuevo? ¿Donde están la culpa, la abnegación y el repudio hacia ellas? ¿Esto era una especie de venganza enferma?