ORGAVERSE
CAPÍTULO 5
Natsuki salió de su última clase, acompañada de Nao, la pelirroja estaba convencida de tener la razón.
—Que no, cachorra, te digo que la respuesta era la B —dijo con la seguridad de quién se aprendía todo el libro un día antes.
—Creo que no dormir te afectó el cerebro, era la C.
—¿Y de quién es la culpa? Joder, dime,¿acaso ya te dio de perrito o por qué tanto ruido ah? —dijo maliciosa.
—Tú… araña de mierda… Estoy segura de que habla tu envidia. —Sonrió con sorna.
—Envidia mi culo, eran las putas 3 AM…
En el pasillo, frente a ellas, pasó volando una chica, dio contra la pared con un golpe seco. Natsuki frunció el ceño. Esa era una omega en celo y…
—Dije que no, Tomoe. —Shizuru se dejó ver del otro lado del pasillo, tenía el pelaje de su cola erizado y las orejas dobladas hacia atrás.
—Wow cachorra, te gustan rudas.
—Shizuru. —Kuga se acercó a ella, podía oler su molestia, y un aroma que era… ¿Desagrado?,¿Nauseas?, ¿Asco?
—Nat… —Volteó a verla, abrió más los ojos—. Yo. —Movió su cola de un lado a otro.
La omega a la que habían arrojado aprovechó para salir de ahí, antes de que Kuga, a quién había reconocido sin problemas, terminara la golpiza que había iniciado Fujino.
Shizuru sintió nervios. Se le viera por donde se le viera, acababa de golpear a una omega canina, justo en frente de Natsuki.
—Ok, no sé que pasó. —Kuga se rascó el cuello—. Pero alcancé a escuchar eso de que te habías negado a algo, y ya sabes, las feromonas… ¿Estás bien? —La tomó de la muñeca—. Mejor salgamos de aquí.
—¿No estás molesta?
—¿Por qué lo estaría? —Frunció el ceño.
—Por lo de venir a tu facultad sin decirte y causar un lío.
—Al diablo, líos y una mierda, tú solo te defendiste.
—¿Tú… Sí me crees? —dijo sorprendida.
—Creo que ahora entiendo eso que decías de que te dan asco. —La miró de reojo—. Primero pensé que era una expresión pero joder, pude oler que en verdad te desagradaba el celo de esa chica.
—Natsuki…
—Venga, quita esa cara. —Pasó de tomar su muñeca a tomar su mano, la castaña tenía los dedos tensos—. ¿Tan difícil es creer que entiendo la situación? Sé que tengo fama de golpear alfas a diestra y siniestra, pero oye, sé que también hay omegas calientes y sin cerebro. Tú dijiste que no y la chica insistió, entonces no le veo problema a que le rompas la cara.
Shizuru no pudo evitar sonreír.
—Sí, soy parte del pasillo, ignórenme. —Nao las alcanzó cuando vio que ninguna de las dos iba a soltar un golpe—. Bueno, par de tórtolas calientes, me voy al trabajo. Intenten no ir a urgencias de nuevo, perrito —le guiñó a Natsuki.
—¡ARAÑA! —reclamó pero la pelirroja ya se había esfumado.
—¿Perrito? —Alzó una ceja e intentó no reírse—. ¿Qué no te decía cachorra? —Se hacía una idea.
—Si bueno… No le hagas caso, ya has visto como es, solo gasta oxígeno en el departamento.
La castaña se apoyó en su hombro y le susurró al oído.
—¿Te gusta esa posición, Natsuki?
—Mataré a esa araña de mierda —dijo entre dientes.
A buena hora, sonó el celular de la omega, lo sacó de su bolsillo. La pantalla estaba estrellada en una esquina por culpa de uno de sus pleitos, pero el touch funcionaba. Contestó la llamada. Era Mai.
—Oye Nat, ¿Shizuru está contigo? Dime que sí —dijo agitada.
—Sí, aquí está. —Vio a la castaña—. ¿Por qué?
—Es que se adelantó el celo de Mikoto.
—Ay mierda. Entiendo. No te preocupes.
—Gracias, Nat.
—¿Todo bien? Te cambió demasiado la expresión —dijo Shizuru.
—Hay un pequeño problema en el departamento.
—¿Algo en lo que pueda ayudar?
—Acompáñame un rato, ¿sí?
Caminaron tomadas de la mano. Como iban con un buen tiempo, se detuvieron en un local de helados, Shizuru insistió en que algo dulce podría ser bueno para ella, ya que de verdad le había preocupado ese cambió de humor tan brusco.
Natsuki pidió un helado de choco menta, iba a pagar por el suyo y el de Shizuru pero ella sacó dinero primero.
—Oye…
—Yo te invité, ¿cómo iba a hacerte pagar? —Vio el ceño fruncido de la chica—. Va, tú pagas la siguiente vez, ¿de acuerdo?
—Está bien —aceptó entre dientes.
Siguieron el camino hacia el taller.
—Verás, el problemita con el que está tratando Mai justo ahora, es que Mikoto entró en celo. —Suspiró con frustración—. Le dije que cambiáramos sus supresores… El punto es que… —Miró de soslayó a la alfa.
—Si voy yo, puede empeorar su celo.
—Solo tomara unas horas y podremos ir allá, no te preocupes —se apresuró a aclarar.
—Tranquila, no me ofende. —Le dio un apretón a su mano—. Más bien estoy algo… Intrigada, ¿Qué Mai no es una beta?
Hasta donde Shizuru sabía:
1) Natsuki era un husky omega, sangre pura.
2) Nao era una hiena omega.
3) Mikoto un gato omega, solo sabían que era pues… Un gato negro.
4) Mai era un perro beta, sangre mestiza. Y se suponía que era la única de las cinco que no tenía problemas con feromonas porque en primer lugar ni siquiera podía olerlas o desprenderlas.
—Sí, lo es. —Se rascó el cuello. Para su pesar, se hacía la idea de a donde se dirigía la conversación, a un campo minado—. Hacerlo con un beta no es tan efectivo como con un alfa, tarda más y a algunos no les funciona, pero en la mayoría de los casos ayuda a aplacar el celo.
—Pensé que ellas eran solo amigas.
—No estabas equivocada. Mai solo ayuda a Mikoto en situaciones de emergencia.
—Ara, dime, Natsuki, ¿tú has tenido esas situaciones?
A Natsuki casi se le cayó su helado. —Ehhh yo… —Miró a otro lado, era justo lo que había previsto—. Esto… pues…
—Oye tranquila. —Le enternecieron los nervios de Natsuki, lucía adorable, al menos a sus ojos—. Yo entré de imprevisto a tu vida así que no me molestaré porque hayas tenido una vida completa antes.
Natsuki sabía que tarde o temprano eso saldría a la luz y prefería ser ella quien abriera la boca antes de que Nao lo hiciera, o peor, la propia Mai en alguna borrachera.
—Yo… Algunas veces, sí… Cuando eramos adolescentes. Hubo días en los que no teníamos suficiente dinero para mis supresores y ella… Me ayudaba.
Shizuru intentó imaginarse una situación así, pensó en lo horrible que debía de ser, en posición de omega, depender constantemente de medicinas para no ser blanco de abusos. Ni por un segundo pensó en culpar a Natsuki por recurrir a métodos más prácticos.
—¿Y llegaron a ser más que amigas? —Así que se desvió por otro rumbo.
De inmediato Kuga negó con la cabeza.
—Jamás. Solo podía verla como una amiga y por lo que me contó, le pasaba lo mismo —masculló, recordando que a menudo Mai y ella fingían no recordar esa época—, no pasa desde hace años, lo juro.
—Puedes ser una ternura, ¿lo sabes?
—Agh, solo… —Sentía el rubor en sus orejas—. No le digas a Mai que te lo dije, por favor.
Llegaron al taller, para suerte de Kuga, su jefe no estaba. Usó su copia de las llaves para abrir el local. Nina le había mandado un mensaje diciéndole que tardaría unos minutos más en llegar.
—Tienes escrito en la cara que quieres preguntarme algo —dijo Kuga, abriendo su locker.
—¿Es muy imprudente preguntar por tu vida personal? —Ella misma estaba algo confundida con sus propias palabras—. Lo siento, suena extraño.
—Es extrañó lo sé, la línea de intimidad entre tú y yo está algo borrosa, pero anda pregunta lo que quieras.
Kuga se metió al baño para cambiarse, desde el otro lado de la puerta, Shizuru lo sopesó pero al final se decidió por sí preguntar.
—Tu familia…
Salió ya cambiada.
—Ah esos hijos de la gran puta —gruñó—, ¿qué con ellos? —Se ató su cabello en una coleta.
—Antes, mencionaste que te criaron para ser una alfa.
—Oh la línea de los Kuga, hechos a la maldita vieja escuela. Están acostumbrados a que su linaje principal este conformado por alfas dominantes. —Hizo una mueca de fastidio—. Yo era hija única así que, imaginate el enorme fiasco que les pareció cuando en mi primer celo, supieron que era una omega.
—Como si eso estuviese en tus manos. —Negó con la cabeza.
—¿Verdad?
Natsuki se sentó en el suelo, junto a la caja de herramientas, pero no tomó ninguna. Shizuru se sentó a su lado, sin importarle que el lugar estuviese lleno de aceites y grasa.
—Cuando me llevaron al médico para saber que "Estaba mal" conmigo, encima de todo, el médico les dio la noticia de que era una omega estéril.
—Natsuki… —dijo bajito.
—Creo que todo el hospital escuchó los gritos de mi padre. —Tenía bien metido ese recuerdo en la cabeza, su padre enojado, rojo de la rabia, mirándola con desprecio—. Mi madre se puso de su lado, como si yo hubiese decidido esas cosas —rio con amargura—, ¿qué mocoso habría decidido algo así?
Sin darse cuenta, Shizuru había clavado sus garras en el concreto del piso.
—Pero sabes, ellos no habían criado a alguien sumiso que aguantara ser pisoteado, así que los mandé al diablo.
—Espera, ¿fuiste tú quién se fue?
—Ellos no me echaron, yo me largué —afirmó sin arrepentimientos—, y lo volvería a hacer. Fue mil veces mejor pasar hambre que soportarlos a ellos.
Escucharon pasos.
—Lo siento Kuga, mi novia… —Nina se calló al ver que su amiga no estaba sola—. Buenas tardes.
—Buenas tardes —respondió con una sonrisa que le costó después de lo que acababa de escuchar.
Al poco rato Shizuru le dijo a Natsuki que saldría a hacer algunas compras pero que regresaría ahí para irse juntas.
HORAS MÁS TARDE
Shizuru regresó al taller con un par de bolsas, una transparente con una caja y una negra, también llevaba una charola con tres malteadas.
—Gracias. —Nina le sonrió, o bueno lo intentó, no le salía bien el gesto, pero Shizuru lo interpretó correctamente—. Tu novia es atenta Kuga, aprende algo.
Novia…
Esa palabra tomó por sorpresa a las dos.
Esos días habían usado la palabra "Pareja" para definir su relación, como una pareja unida por la marca. Usualmente la marca la hacían novios que estaban seguros de querer unir sus vidas, muchos no lo hacían hasta tiempo después del matrimonio.
Natsuki carraspeó.
—Gracias, Shizuru. —Le dio un sorbo a su bebida, el frío de esta le sentó bien tras horas de trabajo en el taller—. ¿Encontraste lo que querías? —Miró las bolsas.
—Sí. —Le pasó a Kuga la bolsa transparente—. Te compré algo.
—¿Ah? —Eso confundió a Natsuki pero igual cogió la caja.
—Espero te gusten. —Shizuru sonrió, aunque en el fondo estaba algo nerviosa.
Natsuki abrió la caja, eran unos tenis, de la misma marca que usaba pero de un modelo mucho más reciente, podría decir que uno de los más nuevos.
—Sí, están geniales. —Se sentía extraña, no le gustaba que le regalaran cosas pero, ese detalle de la castaña le hacía sentir calidez en su pecho—. Gracias, Shizuru.
Cuando abrieron la puerta del departamento, el aire olía mucho a spray aromatizante y la ventana estaba abierta. Mai y Mikoto se habían esmerado en eliminar los rastros de su celo.
—Bienvenidas, chicas. —Mai estaba en la cocina, preparando las cosas para la cena—. Llegan en buena hora.
Mikoto estaba durmiendo en el sofá a pierna tendida.
—Gracias por la comprensión. —Le dijo Mai a la castaña—. No es algo que nos pase a menudo, lo prometo.
—No te preocupes. —Meneó su mano—. El celo no es algo que controlemos, las hormonas son las hormonas a fin de cuentas.
—Hay demasiada paz, ¿dónde está la araña? —dijo Natsuki de mal humor, tenía un asunto pendiente con la pelirroja.
—Ah sí eso… —Mai hizo una mueca, como queriendo no reírse.
Entonces Mikoto levantó la cabeza, tallándose los ojos. Las recién llegadas fingieron no ver el chupetón en su cuello. Mai se giró de regreso a la estufa.
—Dijo que no soportaba ser la única sin coger —bostezó—, abrió Ferotinder y salió apurada —Mikoto echó de cabeza a su amiga sin dudarlo.
—Ara, ¿eso es seguro?
—Para ella, sí. —Kuga rio—. Me preocuparía más que ella apuñale a alguien.
—Conoce a medio Ferotinder —agregó Mikoto—, estará bien. —Volvió a recostarse en lo que esperaba la cena.
—Shizuru, ¿te bañas tú antes o después? —Natsuki quería darle espacio a Mai para que se recuperara de esa verguenza repentina.
—¿Se puede juntas? —sonrió picara.
—La ducha es pequeña —le recordó Natsuki.
—Mejor para mí.
Ya por la noche, en su cuarto, tanto Natsuki como Shizuru se vieron en la necesidad de ponerse a hacer tareas de la universidad.
Estaban en las mesitas que usaban de escritorios, sentadas una en frente de la otra. La castaña se concentraba en editar un ensayo, hacía muecas de tanto en tanto a la par que leía en la laptop, las conclusiones de Haruka a veces eran…
—Maldito profesor —se quejó Natsuki—, dejó medio libro como tarea. —Iba a darle un trago a su café pero vio que la taza estaba vacía—. Mierda
La omega se puso de pise y estiró los brazos.
—Eh Shizuru, iré por más café, ¿tú quieres? —Vio que la chica asintió mientras seguía tecleando—. Ya vuelvo.
En la cocina puso por tercera vez la cafetera, era obvio que alguien además de ellas dos estaba bebiendo. Esperaba que fuese Nao, por estar haciendo esa misma tarea, que no pensaba pasarle.
Cuando el café estuvo listo preparó las dos tazas, la de Shizuru sin azúcar y la suya sin leche.
Regresó al cuarto.
—¿Te ha pasado que sigues trabajando con alguien solo porque es tu amigo? —Shizuru suspiró y agradeció el café.
—A menudo. —Frunció el ceño—. Con… —Señaló al cuarto de al lado—. ¿Esa alfa gruñona es tan mala?
—Por lo regular es una excelente compañera, pero cuando se trata de redactar algo me da dolor de cabeza y…. ¿Ara?, ¿Natsuki?
Con su mente fuera de las ecuaciones de física, Natsuki había dejado caer toda su atención en Shizuru. La castaña vestía el short que le había prestado, con una playera escotada, de tela delgada, un poco transparente.
—¿Debería cambiarme? —dijo medio en broma, medio en serio.
—¿Te incomoda que te vea? —mencionó preocupada por haber sido una idiota mirándole los senos—, lo siento.
—No me incomoda, ¿a ti sí? —Recargó los brazos en el escritorio. Ella sí había escaneado de pies a cabeza a Natsuki, desde que salieron de la ducha. Le gustaba ese short corto que le remarcaba muy bien sus muslos, y, pensaba que esa playera sin mangas le hacía un favor a sus brazos, solo que ella era mejor disimulando sus miradas furtivas.
—No. Joder, disculpa que esto sea así de raro.
—No te preocupes, digo, estamos aprendiendo a convivir entre nosotras, es normal. —Le dio un trago a su café, volvió a sentir la mirada de Natsuki, sonrió—. ¿Qué dices de un descanso?
Por el tono sugestivo, Kuga sabía a que se refería.
—Dicen que se estudia mejor si tomas pequeños descansos, sí. —Dejó su taza en la mesa, después podría prepararse otro.
Shizuru se paró de la silla. Seguía bajo los efectos de las medicinas pero, una vez más, eso no impedía que su mente actuara por su cuenta.
Abrazó a Natsuki, con una mano en su espalda y la otra casi rozando sus glúteos. Besó su hombro izquierdo. Levantó el borde de su playera.
—En la tarde no me respondiste, ¿te gusta…
—Idiota —Natsuki sonrió ladina—, sí, me gusta.
—Cuando me recupere del todo, entonces.—Le dio una sonrisa picara—. De momento… —Deslizó la mano dentro de su short, le acarició el trasero por arriba de sus bragas—. Ara, que firme.
—De puro correr de un trabajo a otro.
Las dos rieron.
Shizuru quería ver más piel, le sacó la playera. —Eres muy bonita, Natsuki—. Le sonrió. Verla desnuda, solo porque amabas querían y no obligadas por la presión de sus hormonas, era algo muy diferente.
Cargó a Natsuki, esta le rodeó la cintura con las piernas, la sostuvo por los muslos.
—Shizuru. —Los ojos de la omega eran distintos, seguían mostrando rudeza pero también un deseo intenso—. Quiero que…
A esas alturas no era ningun secreto que Natsuki tenía senos sensibles, se dio a la tarea de atenderlos, lamía como si fuese un dulce que había anhelado por mucho tiempo. La omega se agarró de sus hombros, jadeó, le gustaba eso, sentir que Natsuki se aferraba a ella.
Subió por su cuello, besando todo el camino, en dos o tres puntos dejó marcas.
—Ahhh eso… No lo cubrirá mi chaqueta…
—No los cubras entonces…
Llegó a su oreja, chupó su lóbulo, ganó un gemido. —Oye, Natsuki—. Mordió muy levemente su oreja, apenas un roce de sus colmillos.
—¿Sí? —Su voz tembló en esa sola silaba.
—Me dijiste que mañana no trabajas. —Besó su mejilla.
—Ajá… —Dividía su atención entre las palabras de Shizuru y sus caricias, tenía unas manos tan cálidas, su aliento contra su cuello complicaba hablar.
—Tengamos una cita… —Gimió, Natsuki había metido una mano bajo su playera, acariciando su cintura. Caminó para recargarla en la pared, sintió la presión entre sus pechos, sus pezones rozando a través de la tela de su playera—. Una cita de verdad —gimió por la fricción entre ellas.
—Está… Está bien. —Aceptó con las mejillas enrojecidas, era ella quién estaba moviéndose—. Ahora, ven acá. —Tomó el rostro de Shizuru entre sus manos, la besó despacio, sin la urgencia de las otras veces—. Me gusta…
—¿Qué cosa?
—El sabor de tus labios —se mordió el labio inferior—, quiero más.
Subieron a la cama, quizá lo fácil habría sido que desde un inicio movieran el colchón a la litera de abajo, pero a las dos les gustaba como estaba.
—Un día echaremos la cama abajo —bromeó Natsuki.
—No me retes, hermosa. —Le quitó el short—. Podría tomármelo personal.
—Uhhh ¿promesa o amenaza?
Shizuru solo se quitó la playera antes de bajar la cabeza, besó el abdomen de Natsuki, le acarició el lado interno de sus muslos.
—Amenaza —dijo picara.
Natsuki sintió como la castaña pasaba su lengua por encima de sus bragas, tuvo la prudencia de cubrirse la boca con una mano. Sintió la punta de su lengua en ese lugar, incluso con su ropa interior puesta le sentía demasiado caliente.
—¿Qué tenemos aquí? —Shizuru mordió suavemente ese pequeño pero duro punto, la sintió estremecerse.
Shizuru no se molestó en quitarle las bragas, solo les hizo a un lado con sus dedos. Sonrió al sentir como Natsuki colocaba una mano en su cabeza, apurándola.
Y es que para Natsuki, el puro sexo oral de Shizuru era mucho mejor que el sexo que había tenido con cualquier otra mujer.
Llegó el momento en que mordió su mano para callar un grito. Sintió la cara roja. No se había dado cuenta de que, con lo mojada que estaba, la castaña podía estimular sus dos entradas al mismo tiempo, pero no se quejaba.
Desde su sitio, mientras le comía el coño, Shizuru la veía intensamente, el rojo de sus ojos ardía.
—Ara… —Siguió jugando con sus dedos pero subió para poder besarla.
—Me gusta tu sabor —un hilo transparente bajaba por sus labios—, ahora es mi favorito.
Natsuki se aferró quizá demasiado fuerte a la espalda de Shizuru, salió un poco de sangre pero a la castaña no le importó, empujó sus dedos mas profundo y evitó que Natsuki se tapara la boca, quería escuchar sus gemidos, que dijera su nombre.
—Dios, Shizuru… —Necesitó tomar aire—. Shizuru… —El sonrojo le cubría la cara y parte del cuello.
—¿¡DE NUEVO!? —gritó Nao desde el otro cuarto— ¿¡ACASO DEBO ECHARLES AGUA FRÍA!?
—¡HAZLO! —gritó el vecino.
—¡RESPETEN AL PRÓJIMO SOLTERO! —gritó otro.
Natsuki jadeaba.
Shizuru se lamió los dedos.
—¿Tan ruidosas somos? —Se recostó sobre el pecho de Natsuki, riendo.
—Pues… —Recuperó el aliento—. Creo que somos sus gatos en la azotea.
