PORCELAIN PRINCESS

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

...

Paso ocho.

Enfriamiento.

Después de la cocción final, las piezas se dejan enfriar gradualmente en el horno.

Una vez que han alcanzado una temperatura segura, se retiran y se someten a un proceso de acabado adicional, como el pulido o la aplicación de detalles decorativos. Esto se hace para mejorar aún más la apariencia de las piezas y asegurar su calidad.

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Sakura había estado haciendo un esfuerzo descomunal por no demostrarle a su marido que estaba sufriendo, pero, aun así, Sasuke era demasiado perspicaz como para no darse cuenta.

Podía notar que el constante parpadeo de uno o ambos ojos era la antesala de un mareo que podía terminar en un desmayo.

Se dio cuenta de que tenía el cuerpo adolorido cuando comenzó a darle abrazos cuidadosos y lentos, en lugar de lanzarse a él como siempre hacía.

Escuchaba claramente como en ocasiones, por más mínimo esfuerzo que estuviera poniendo en una tarea, su respiración se descontrolaba hasta hacerla comenzar a toser.

Captó de inmediato que el labio roto con el que lo recibió en una de sus visitas y que le había impedido besarla, como tanto había estado deseando hacerlo, era producto de una caída, aunque ella no quisiera darle los detalles.

Sabía que si no le estaba poniendo atención cuando le hablaba o comenzaba a jalarse el lóbulo de la oreja para permanecer despierta, era debido a que el sueño la reclamaba aun cuando había dormido toda la noche y una parte del día.

Pero, sobre todo, era imposible ignorar como su sonrisa trataba de mantener su brillo y jovialidad a pesar de que estaba notablemente cansada y melancólica.

Por ello, esa mañana se ofreció él mismo a peinar su cabello con tal de hacer algo juntos que no demandara que ella saliera de la habitación.

—Siento que me estoy saltando un paso — murmuró al tiempo que releía las instrucciones ilustradas en un libro de peinados que la doncella tenía guardado.

—No lo sé, de frente se ve muy bonito — ella le respondió sosteniendo un pequeño espejo de mano con el que veía las expresiones de concentración del hombre a sus espaldas.

Sakura estaba sentada en la orilla de la cama, esperando pacientemente a que su esposo pudiera terminar el peinado que ella había escogido del libro y que, aunque era el más sencillo, se estaba demorando demasiado en completar.

No tenía deseos ni energía ese día para levantarse y hacer algo como cuidar sus animales, su jardín o aprovechar la visita de su esposo haciendo algo al aire libre.

Sentía que el cuerpo le pesaba como si tuviera piedras dentro de ella y, desde el día anterior, cada paso que intentaba dar le provocaba un pulsante dolor en las piernas.

Con el agregado de que, aunque no quería decir nada, el tiempo que había permanecido erguida recibiendo las atenciones de Sasuke en su cabello ya estaba comenzado a cobrarle factura, pues su espalda estaba rogándole a gritos que volviera a acostarse.

Solo que no iba a hacerlo hasta que su peinado estuviera listo y el Uchiha, satisfecho.

—Siempre me ha gustado lo suave y largo que es tu cabello — él reconoció con un plácido tono de voz.

—Es de las pocas cosas me gustan de mi — ella respondió, viéndolo con una sonrisa a través del espejo.

—Es una de las muchas cosas que me gustan de ti — Sasuke repuso rápidamente.

Al escucharlo, la joven no pudo evitar sonrojarse y sentirse especial por dichas palabras, mismas que de inmediato trajeron a su mente una idea que se tomó una pausa para organizar antes de decirla en voz alta.

—Sasuke-kun... Tú, ummm... ¿Te gustaría que te lo diera? — preguntó con timidez.

—¿Tu cabello? — el hombre de ojos obsidiana frunció el ceño en señal de desconcierto y recibió un asentimiento como respuesta.

—Si te gusta, cuando me vaya... Puedes cortarlo y quedártelo — poniendo completa atención en lo que ella quería decir, Sasuke dejó de trabajar en el peinado y la miro profundamente, aun cuando ella no quiso regresarle el contacto visual y prefirió contemplar su regazo —. De hecho, me gustaría que lo tuvieras, así, si algún día le cuentas a alguien sobre mí, podrás tener pruebas de que mi cabello era color rosa.

Sasuke guardó silencio tratando de encontrar las palabras correctas para responder a su ofrecimiento, sin menospreciarlo, al tiempo que bajaba de la cama y se agachaba frente a ella para que lo viera a la cara.

—Sakura, yo... Es una idea muy bonita y te lo agradezco, pero... — notando como estaba poniéndose nervioso y triste, su esposa le acarició la mejilla con cariño —. Pero en serio no me gusta hacer planes o pensar en lo que habrá después de ti en caso de perderte... Porque de verdad tengo la esperanza de que no me vas a dejar nunca.

En los hermosos ojos de su marido, Sakura vio que su fe era genuina y la manera en que apretaba sus pequeñas manos entre las suyas le dio a entender que en serio no quería se separaran.

Pero la verdad era que no sabía que debía decirle, nunca antes había escuchado a alguien expresar la posibilidad de que pudiera evadir la muerte y quedarse con los vivos más tiempo del que sabía que le quedaba.

Había sido consciente de las penas de otros debido a su inevitable final desde que tenía memoria, asaltada con indeseados intentos de consolarla cuando su salud iba mal y preparada con ahínco para cuando estuviera desahuciada... Pero nunca sido vista como algo más que una causa perdida.

Así que, no pudiendo responder con palabras al deseo de la persona que más quería en el mundo, Sakura por fin cedió a su cansancio y le rodeó el cuello en un abrazo para después dejarse caer en su pecho.

Teniendo al menos la voluntad de no llorar.

Sasuke la sostuvo contra sí mismo tratando de no apretarla demasiado, pues, aunque hasta ese momento ella había estado haciendo un buen trabajo de ocultar su agotamiento y aflicción, ahora era más que claro que ya no tenía fuerzas para siquiera permanecer erguida.

Con cuidado la cargó hasta recostarla en la cama y con infinita ternura comenzó a deshacerle el peinado que le había tomado toda la mañana avanzar al menos la mitad.

—¿Sabes qué? Prefiero cuando lo llevas suelto, de esta manera siempre me es sencillo imaginar que estoy casado con una pequeña hada — le sonrió con dulzura mientras ella trataba de permanecer despierta y extender lo más posible ese lindo momento que estaban pasando, para así poder reproducirlo en su memoria cada que él se fuera y lo añorara.

—Te amo Sasuke-kun... — murmuró levantando una mano para acariciarle el contorno del rostro al tiempo que le daba una lánguida sonrisa y poco a poco cerraba sus ojos, dejándose caer en un muy necesario sueño —. Yo tampoco quiero irme.


Si bien, dado el fluctuante estado de salud de su esposa, Sasuke hubiera querido permanecer a su lado todo el tiempo que le fuera posible, luego de esa última visita Naruto había requerido de su apoyo nuevamente para cuidar a Hinata mientras él no estaba.

Al menos, gracias a que ya había superado sus sentimientos de animadversión por la mujer, el mes completo que pasó custodiándola no fue la tortura que en otro tiempo seguro le hubiera supuesto.

Incluso, mucho más consciente que su marido del hecho de que seguía siendo una persona con su propias aspiraciones y preocupaciones fuera de lo que tuviera que ver con la resistencia, ella lo autorizó a irse en el momento que lo necesitara, como lo había visto hacer cada cierto tiempo durante el último año.

Sasuke tuvo que rechazar la oferta muy a su pesar, pues, aunque deseaba ver a Sakura, está vez las preocupaciones de Naruto sobre la seguridad de su esposa estaban bien justificadas dado que sus enemigos los tenían en la mira.

Sin embargo, cuando por fin fue libre, deseo haber llegado, aunque fuera un día antes a su hogar para evitar que las cosas escalaran hasta el punto en que lo hicieron.

—¿Qué fue lo que pasó, Shizune? — preguntó con el ceño fruncido mientras veía como Lee y otro hombre desconocido hacían reparaciones en las ventanas, siendo supervisados por Tsunade.

Para el Uchiha fue realmente desconcertante ver como cada cristal, espejo o cualquier otra superficie reflejante en la casa estaba roto en mil pedazos.

—Lo siento mi señor... — la mujer de cabellos negros bajó la mirada, apenada por lo que tenía que decirle —. Mi señora Sakura lo hizo.

Al segundo de escuchar el nombre de su esposa, Sasuke no esperó más explicaciones y subió a prisa las escaleras, encontrándose con que los cuadros y los espejos del pasillo también estaban rotos.

—¿Sakura? — la llamó mientras entraba en el cuarto, buscándola sin éxito con la mirada, pues la cama estaba desarreglada y vacía y no había ni una presencia en la estancia además de él.

Pensó en dirigirse a la biblioteca para verificar si ella se encontraba ahí, pero un ruido casi sordo que provenía del armario lo convenció de quedarse.

Con silenciosos pasos se acercó hasta el mueble, abriéndolo con lentitud y encontrándose con un pequeño bulto dentro que estaba cubierto por una manta oscura y trataba de no moverse.

—¿Desde cuándo esconderte es una forma de recibir a tu esposo Sakura? — preguntó tratando de sonar lo más tranquilo posible y agachándose a su altura.

Aun cuando ya había sido descubierta, la joven no hizo ademan de salir de su escondite o al menos saludarle, por lo que Sasuke tuvo que quitarle con delicadeza la tela del cuerpo para poder inspeccionarla.

La doncella trató de luchar para quedársela, pero al final cedió y le permitió que la viera. Algo de lo que se arrepintió cuando lo escuchó suspirar pesadamente.

Su pequeña esposa estaba acurrucada en posición fetal mientras se abrazaba a sí misma con sus manos vendadas, tenía el cabello sobre el rostro como un intento de ocultar las profundas ojeras bajo sus ojos y el parche que cubría la cortada accidental que se había hecho la noche anterior en la mejilla.

No había una sonrisa enamorada dándole la bienvenida, ni el brillo característico de sus ojos al que él estaba acostumbrado ver en ella cuando le decía lo mucho que lo había extrañado.

Más que cansada y herida se veía sumamente triste.

—¿Puedes regresarme mi manta por favor? — le pidió en un susurró sin siquiera dignarse a verlo a la cara.

—No quiero... He estado añorando verte como no tienes idea y ahora que por fin te tengo en frente no dejaré que te ocultes — ante las palabras de su marido, la expresión de Sakura se removió en culpa por no poder mostrarle lo que él había estado deseando ver de ella.

—Lo siento Sasuke-kun, ya no soy como recuerdas... Lo mejor es que no me mires.

Ciertamente la mujer que estaba dentro de ese armario era a simple vista muy diferente a la que reconocía como su alegre y dulce esposa, pero debajo de esa capa de miseria y enfermedad, Sakura seguía ahí.

Mientras siguiera llamándolo por su nombre con cariño y ternura y continuará dejándolo entrar a su casa cada que venía a verla, ella nunca dejaría de ser la Sakura de la que estaba enamorado.

—¿No vas a darme siquiera un beso de bienvenida?

Su pedido, acompañado por un conciliador tono de voz, consiguió hacerla reaccionar, pues, aunque estaba avergonzada por su apariencia, la doncella se incorporó lentamente y lo vio a la cara escasos dos segundos, temiendo acercarse a él.

Pero el simple hecho de dejar de ocultarse fue suficiente para su esposo, pues de inmediato la asaltó con un profundo beso al que no le dio oportunidad de negarse y que por un momento la hizo olvidarse de sus inseguridades.

—Perdona, no quería perder el control así — ella murmuró una vez que se separaron, comenzando a llorar por lo que había hecho —. P-pero... Cuando estaba comenzando a creerme todo lo que has dicho, sobre lo bonita que crees que soy... M-me estoy convirtiendo en este horrible...

—No te estas convirtiendo en nada, mira... — antes de que ella pudiera continuar insultándose a sí misma, Sasuke sacó del interior de su camisa el collar de rubí que ella le había dado, mostrándole su reflejo en la piedra preciosa —. Ahí están tus mismos grandes ojos verdes, tu adorable cabello rosa, tus labios de melocotón y tu bello rostro de muñeca.

Conforme le señalaba lo que veía, Sakura lloraba cada vez más, no creyendo ni por un segundo que la misma chica feliz y medianamente sana que había sido hacia un año siguiera ahí.

—No es verdad, yo ya no soy yo... — comenzó a negar con la cabeza mientras cerraba los párpados con fuerza.

—Si lo eres cariño, por favor creeme — él la sostuvo por las mejillas, obligándolo a que lo viera y escuchara con atención lo que iba a decirle —. Dime, si yo un día llegara realmente herido o algo cambiara mi apariencia de alguna bizarra manera ¿Me dejarías de querer?

—Jamás podría — no dudo en responderle.

—¿Y dejarías de querer verme?

—Nunca, amo cada parte de ti — Sakura cayó en su persuasión comenzando a acariciar cada rasgo del masculino rostro de su esposo. Su fuerte mandíbula, sus labios delgados, la nariz recta y sus afilados ojos —. Eres el hombre más hermoso que existe y nada podría cambiar eso.

—¿Entonces entiendes que sin importar como te encuentres siempre serás mi querida y perfecta esposa? — él la presionó, dejándola sin palabras.

Si bien ella entendía que podía estar diciendo la verdad, al mismo tiempo estaba reacia a creer que ahora que estaba en un estado tan deplorable y que no dejaría de empeorar Sasuke seguiría viéndola como siempre.

—Yo quería serlo sin tener que llegar a desmoronarme...

—No te estas desmoronando Sakura — él la abrazó contra su pecho para que no viera lo triste que estaba por escucharla desprestigiarse a sí misma de esa forma —. Esto es temporal... Igual que mi tiempo lejos de ti... Un día ambas cosas van a cambiar.

—¿Tú de verdad crees eso?

—Lo creo, de verdad lo hago — el Uchiha siguió estrechándola al tiempo que le acariciaba el cabello para desenredarlo —. Porque he estado pensando más que nunca en lo que haré cuando esta guerra termine y pueda quedarme para siempre a tu lado... ¿Y sabes cuál es la primera cosa de mi lista?

—No...

—Casarnos apropiadamente — al instante de escucharlo, la doncella se irguió para verlo a la cara, totalmente sorprendida por sus palabras —. Con una hermosa boda en la que pueda recitarte los sagrados votos y promesas que un hombre le hace a la mujer con la que quiere compartir el resto de su vida, una linda fiesta en la que nos feliciten por nuestra unión y nos den buenos deseos para el brillante futuro que aguarda por nosotros y un anillo con el que puedas mostrarle a todo el mundo que estas felizmente casada conmigo... ¿Eso te gustaría?

Imaginándose ese idílico día del que él le hablaba y más conmovida y abrumada que nunca por lo mucho que lo amaba, Sakura sonrió entre lágrimas y asintió repetidamente.

—Sí, me encantaría... — esta vez fue ella quien lo beso, entregada a todas esas abrumadoras emociones que sentía por él.

—Entonces lucha por mí, no te dejes caer y te prometo que pasare el resto de nuestras vidas demostrándote cuanto te amo


A Sasuke siempre le había gustado ver dormir a su esposa.

Había comenzado a dormir con ella en la misma cama casi desde el inicio de su matrimonio y, para ese punto de su relación, ya estaba más que habituado a despertarse antes que ella y contemplar su bello rostro, deleitándose con lo angelical y delicado que era, hasta el momento en que abriera los ojos.

Sin embargo, en una ocasión, al despertar por la madrugada, se encontró con ella sentada en su lado de la cama con las piernas recogidas frente a su pecho, observando el cielo lleno de estrellas a través de la ventana.

—Soñé algo muy lindo, Sasuke-kun... — murmuró sin darse la vuelta para verlo. Él no dijo nada, escogiendo guardar silencio para que ella siguiera hablando —. Yo estaba justo aquí, contigo... Y durmiendo entre tú y yo había un diminuto bebé.

—¿Qué tan pequeño? — Sasuke se incorporó, sentándose y recargando su espalda sobre la cabecera de la cama, para después jalar con delicadeza a Sakura para que se recostara sobre su hombro.

—Un poco más grande que tu mano... Era una niña y, por la forma en la que la mirábamos, tal vez acababa de venir al mundo — ella murmuró aceptando refugiarse en su calor y luego, soñadoramente, procedió a describirle a la criatura —. Era tan hermosa e idéntica a ti... Con tu cabello de media noche y tus ojos negros... Y se sintió tan real que incluso recuerdo la sensación de su tierna piel en mis dedos.

—Como una larga línea de antepasados Uchiha — Sasuke la besó en la sien cariñosamente.

—En un momento, incluso la vi sonreír porque tú le acariciaste la mejilla y eso me conmovió tanto que cuando desperté la almohada debajo de mi estaba empapada en lágrimas — la manera tan emocionada y encantada con la que ella hablaba consiguió contagiarle su ilusión a su esposo.

—Estoy seguro de que cuando tengamos hijos eso que viste dejara de ser un sueño — el pelinegro los cambio de lugar a ambos, esta vez recostando a su esposa sobre la superficie de la cama, para posicionarse sobre ella y analizar su rostro con afecto —. ¿Te gustaría tener muchos hijos conmigo?

—Uno solo sería más que suficiente para hacerme eternamente feliz — ella le sonrió con infinita dulzura, ganándose un corto beso en los labios.

—¿Aún si no es igual a la bebé de tu sueño?... Porque yo amaría que fuera idéntica a ti — él la mimo rozando su nariz con la suya tiernamente —. Así nuestros nietos, bisnietos y muchos de nuestros descendientes llevarían orgullosos el color único de tu cabello o tus brillantes ojos.

—Tengo la certeza de que serán iguales a ti Sasuke-kun, los genes de los Uchihas son capaces de dominar incluso características tan raras como las mías — ese dato tan certero consiguió que él la mirara extrañado.

—¿Cómo sabes eso?

—Lo leí en un libro, ese que te presté y no me has regresado.

Al instante él captó que se refería al compendio de familias fundadoras de Konoha y la sola mención del texto le hizo recordar al hombre como las páginas que hablaban sobre su milenario clan estaban más gastadas y marcadas que las demás, como si hubiera leído ese capítulo muchas veces.

—Lo siento, es un libro muy interesante ¿Verdad?

—Lo es, en especial las partes que hablan sobre tu familia... — ella pareció sopesar por un momento revelarle algo que tenía cierto miedo que lo hiciera reaccionar mal, pero que deseaba poder compartir con él —. He leído ese capítulo mil veces desde que tenía 10 años.

Sin embargo, contrario a lo que pensó, sus palabras solo consiguieron alimentar aún más la curiosidad de su acompañante, pues, aunque Sasuke ya había sospechado que en el pasado ella hubiera estado interesada en todo lo que tuviera que ver con los orígenes de su esposo, dado que mantendrían una relación, no imaginó que dicha búsqueda de conocimiento datara de hacía tantos años atrás.

—¿Por qué una niña con un corazón inocente como el tuyo querría leer sobre un clan con una historia llena de guerra y tragedia?

—Porque también esta cimentada y desarrollada en base al amor y eso es suficiente para fascinar a alguien que no sabe mucho de eso — ella no dudo en responderle, cerrando los ojos para rememorar lo que había leído y recitárselo —. "Los Uchiha sienten con una intensidad y pureza que no parece humana, como si de ángeles guardianes del amor se tratara, ya que lo valoran y protegen con fiereza. Su forma de querer es tan constante, consistente y continua que su corazón es el refugio perfecto para los que anhelan ser queridos" — al finalizar volvió a mirarlo con parsimonia, recibiendo un profundo beso lleno de adoración que tuvo que detener antes de que se olvidara de terminar de explicarse —. Me parecía tan fascinante que hubiera personas con una predisposición genética a amar con tanta fuerza, que siempre que podía leía ese capítulo y trataba de imaginar cómo eran.

El que ella supiera ese dato, ciertamente idílico, sobre su familia desde tan joven y que la hubiera dejado tan impresionada como le relataba, le hizo recordar a Sasuke lo que Nagato Haruno le había hecho saber cuándo le ofreció casarse con su hermana.

—Dime Sakura... ¿Es por eso que me elegiste como tu esposo y le pediste a tu hermano que fuera a buscarme? — aunque él sonaba un poco inquieto por la posibilidad, ella fue sincera y asintió con la cabeza.

—Lamento estártelo diciendo apenas ahora Sasuke-kun... Pero siempre soñé estar contigo — la doncella le confesó su secreto, necesitada de hacerle saber que desde pequeña siempre quiso que un Uchiha la protegiera bajo su mágica forma de amar —. Aunque sé cuál es mi lugar en el mundo y cuál va a ser mi final... Guardaba la esperanza de saber si alguien como tú podría querer a alguien como yo.

Por la manera en que su voz se rompía y sus ojos comenzaban a lagrimear, su esposo no tuvo cómo contener el enorme afecto que sentía por ella y lo dichoso que lo hacía el saber la intensidad con la que ella lo había querido tener en su vida desde antes de conocerse, así que, a modo de respuesta, se lanzó a sus labios, acariciándolos con los suyos y transmitiéndole todos los sentimientos dentro de él que le pertenecían solo a ella.

Así como la aceptación de ser ese Uchiha por el que tanto había esperado.

Esa noche, mientras ambos se dejaban llevar por el incontenible deseo de volverse uno solo, no paró de repetirle lo mucho que la amaba.

Disfrutando de su cálido, hermoso y dulce cuerpo, por primera vez desnudo ante sus ojos igual que su alma.

Sasuke nunca se había sentido tan completo y dichoso en su vida como esa noche.

Tanto que incluso olvidó mencionarle a Sakura que el amor de un Uchiha era un arma de doble filo, pues, aunque podían querer a alguien con la misma intensidad que él la amaba a ella, también perdían la razón cuando su ser más querido les era arrebatado.

...

NOTAS FINALES:

Ya nada más queda un capítulo y de verdad me estoy jalando las orejas a cada rato para escribir sin descanso porque a fuerzas quiero terminar esta historia esta semana.

Sería una mentada de madre que después de todo lo que ya han leído no les diera el final de este fic con la misma rápida actualización a la que están acostumbradas.

Yo sé que lxs estoy torturando demasiado con todo este triste fluff, pero no les puedo prometer que el final será diferente, lo lamento mucho.

Mil gracias por estar aquí brindándome su apoyo y acompañarme a pesar de que por lo que me dicen, lxs estoy matando lentamente. De verdad lo aprecio mucho.

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Sin más que decir, nos vemos pronto. BYE!