Hola!
¿Cómo va la vida? ¿Terminaron sus compras navideñas? Yo aún ni siquiera las empiezo, soy de las que buscan los regalos a última hora ajajaj.
Muchas gracias por los comentarios:
-kcar: Besarse entre amigos jamás trae buenas consecuencias ajajjaja, tu nombre siempre está en los reviews :3 asi que ya eres una de mis lectoras frecuentes. Espero seguir sorprendiendote con esta historia. Un abrazo!
- Susanisa: ¿Si o nooo? Me da muuucha pena porque en algún momento de mi vida estuve en la situación de Kag, cuando te gusta alguien y esa persona solo te ve como amiga. La situación en si es un lio tremendoooo, sobretodo para Kag que es quien más afectada se ha visto en un principio, ya veremos a Inuyasha empezar de a poco a darse cuenta de las cosas. Kikyo siempre es molesta de leer, pero la necesitamos en las historias jaja. Un abrazooo!
- Marian Muxtay: Es que se van a resistir a esos sentimientos con garras y dientes, porque en realidad no quieren arruinar el lazo hermoso que tienen como amigos, de por si el amor ya complica las cosas y ellos lo tienen mas que claro.
- YokoGH: Amo Vincenzo la vi hace poco en netflix y quedé pero prendada del prota ajajaj, date el tiempo de ver true beauty y enamórate de han seo joon tanto como yo, su carita de gatito es mi debilidad ajajja. Se vienen caps intensos en este fic, de ahora en adelante las cosas cambiaaaan un montón para nuestros protagonistas. Espero seguir leyendote por aqui. Un abrazooo!
- Moroha: Hola! me encanta leerte por aqui!, espero esta actualización te agrade tanto como las anteriores. Muchas gracias por escribirrrr :3
- Guest: Hola otra vez! que alegria que te haya gustado el cap, de a poco ha ido apareciendo mas info jiji, espero este cap 3 tambien te deje con ganas de massss porque se viene intenso en los próximos caps! Gracias por tanto apoyo te re adoro!
- Rocioka: Que rico leerte aquí por primera vez! y que agrado saber que mis historias antiguas aún tienen lectoras por ahi jiji. A mi me come la ansiedad tambien, a ratos quiero subir todos los caps que tengo XD, despues recuerdo que es mejor ir pasito a pasito. Espero que esta actualización te alegre el día, Un abrazo!
- Mikichan: El primer beso entre Inu y Kag tenía que resultar memorable, espera a que se vienen mas escenas entre los dos jiji.
- Guest: Me alegro de que te guste! espero este cap lo disfrutes
- Joan: Hola Joan!, muchas gracias por leer las anteriores y seguirme con esta, tambien muchas gracias por valorar mi forma de escribir :3, me esfuerzo para que ustedes disfruten al máximo. Espero este cap te agrade tambien! un abrazooo!
Próxima actualización programada para el 29/dic, aunque tal vez y sólo tal vez, si este cap genera revuelo, podría actualizar para navidad en modo adelantado y como regalo para mis preciosos lectores :3
Nos estamos leyendo!
Frani
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Capítulo 3.- Ella es mía desde antes
Inuyasha
– ¿Entonces Inuyasha? ¿Por qué debería besarte? - Kikyo me miraba desde su altura, para entonces ambos llevábamos varios vasos de alcohol encima y los estragos comenzaban a sentirse.
Le sonreí coqueto mientras acariciaba su mejilla. Por un segundo mi mirada se desvió hacia el otro extremo del lugar y divisé a Alex, con Kag apoyada en su hombro, mirándome fijamente. La rabia me carcomió por un instante y en un impulso para demostrarle que no debía confundir las cosas bajé mi estatura hasta Kikyo, pegando mis labios a los suyos.
En aquella suave caricia comprobé la diferencia entre las dos; por alguna razón el beso con Kag había sido perfectamente equilibrado, como si nos hubiéramos besado toda una vida, a diferencia del que compartía con Kikyo, un clásico primer beso torpe y descoordinado que con el tiempo se ponía mejor.
Cuando nos separamos la abracé a mi cuerpo para mirar disimuladamente a mi mejor amiga una vez más, necesitaba saber qué era lo que esa imagen provocaba en ella, si realmente me veía como algo más.
Allí estaba a la distancia aún, aunque esta vez las manos de Alex se aferraban a su cintura y su lengua estaba metida hasta su garganta.
Abrí los ojos con sorpresa, ¿En qué momento? ¿Tanto tiempo había estado besando a la chica frente a mí?
Tomé por los hombros a Kikyo y la aparté suavemente sin mirarla.
– ¿Me das un segundo? Vuelvo enseguida. - No esperé su respuesta, mi mente sólo pudo pensar en caminar directamente a esos dos sinvergüenzas, con todas las intenciones de detenerlos.
Vi a Kag girarse con rapidez para quedar de frente con los labios entreabiertos y aferrarse con ansias a la chaqueta de su acompañante, esta vez fue ella quien volvió a besarlo y entonces me detuve en seco.
¿Cuál era el plan realmente? ¿Separarlos y luego qué? ¿Inventar una excusa barata por el impulso de idiotez? Sonreí y miré al suelo, recordando las palabras de Miroku durante la tarde.
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*flashback*
– Jamás se besa a los mejores amigos, arruinaste todo entre ustedes, nada volverá a ser lo mismo, has sido un idiota cometiendo un error de principiante. - Me reí.
– Estás siendo un poco melodramático ¿No crees?
– Oh créeme, pronto verás que tengo razón en esto.
*fin de flashback*
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¿Qué me pasaba realmente con Kagome?
Rasqué mi cabeza en un intento de liberación de ansiedad.
– ¡Inuyasha! - La voz de mi conciencia. Pensé. - ¿Conoces a Sanguito?
Me giré hacia la voz. Allí estaba Miroku apareciendo de pronto, abrazando a Sango por los hombros como si la conociera desde siempre, quien llevaba una sonrisa en su rostro.
– Por supuesto que la conozco idiota, es la mejor amiga de Kag. - Les sonreí a ambos.
– ¡Exacto! A todo esto… ¿Dónde está Kag? Tengo que agradecerle por traerla con ella.
– Justo allí. - Respondí indicando la dirección del espectáculo con mi barbilla. Si yo no los había detenido, tal vez lo hacían ellos.
Ambos seguían muy entretenidos en lo suyo, las manos de Alex parecían cada vez más desesperadas por el cuerpo de Kag. El rostro de Sango pareció genuinamente sorprendido en un principio, sin embargo luego sonrió.
– Bueh, eso iba a suceder tarde o temprano y todos lo sabíamos. - Exclamó Miroku y Sango asintió, yo no dije nada. - ¿Y Kikyo? ¿Dónde la has escondido?
Cierto, había olvidado a Kikyo. Sonreí cuando recordé que yo también tenía la oportunidad de divertirme. Pegué un par de palmaditas al hombro de Miroku.
– Me voy, nos vemos durante la semana
– ¿Tan pronto?
– Amigo, van a ser las tres de la madrugada, he estado prácticamente 10 horas contigo, considerando las compras de supermercado previas. Déjame descansar.
Aquello lo hizo reír.
– Gracias por todo, avisa cuando llegues.
Caminé hacia donde había dejado a mi chica, quien me sonrió feliz cuando me divisó entre la gente, moviendo su pequeña mano con entusiasmo para que la viera.
– Salgamos de aquí. - Exclamé. - Esto se ha puesto aburrido.
– ¿Dónde?
– No lo sé, ya veremos. - La chica azabache me sonrió y asintió.
– Ya veremos.
Caminé con ella hacia la puerta de entrada, y salimos juntos por ella, no sin antes dar una última mirada a Kag y su nuevo juguete.
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Kagome
Los labios de Alex se movieron con ternura sobre los míos, una caricia increíblemente suave en un inicio, que poco a poco se tornó abrasadora y desesperada. Mis manos sujetaron su camiseta con fuerza, arrugando la tela con facilidad.
Nos separamos sólo cuando el aire escaseó demasiado en mis pulmones, para entonces sentía mis labios adormecidos. Alex me sonrió dando una caricia suave sobre mi mejilla y se movió para seguir bailando, yo lo imité de inmediato. No hizo preguntas ni tampoco intentó volver a besarme y aquello lo hizo sencillo para ambos.
Al final de la noche Sango y Miroku se unieron a nosotros y terminamos en un baile grupal entre los cuatro, riendo amenamente hasta que la fiesta se acabó. No volví a ver a Inuyasha y con ello asumí que había desaparecido con su nueva conquista.
– ¿Verdad o reto Kag? - Preguntó Miroku.
– Verdad. - Respondí.
Ahí estábamos los cuatro, sentados en torno a la mesa de centro luego de ordenar un poco el lugar, bebiendo de una botella de gin comunitaria. Las latas de cerveza vacías y aplastadas en el suelo a nuestro alrededor eran la única prueba de lo intensa que había sido la fiesta.
– ¿Algún día planeas volver a Francia?
– El mismo día que Touga Taisho ponga fin a mi contrato. - Aquello hizo reír a Alex.
– ¿Y eso es porque no te gusta Japón? - Preguntó Sango.
– No es eso, es sólo que extraño mi zona de confort. - Le sonreí. - Aún así he hecho amistades importantes aquí, será algo difícil de decidir.
– No es algo en lo que tengas que pensar pronto de todas maneras, Touga Taisho está tan encantado con tu trabajo que probablemente apenas tenga la oportunidad renovará tu contrato por otros 10 años. - Aquello me hizo reír. - ¿Y tú Alex?
– Planeo volver en un mes. - Musitó y aquello me descolocó un poco. - De manera temporal por supuesto, mi madre está allá y a ratos la extraño.
– ¿Has planificado ya tu viaje? - Preguntó Miroku.
– No aún. - Me miró fijo y luego bajó su atención al vaso entre sus manos mientras movía suavemente el alcohol en interior. - Tengo… algunas cosas pendientes antes de desaparecer por algunos meses.
¿Por qué de pronto sentía que la "cosa pendiente" era yo?
– Tienes que avisar con tiempo, hay que hacerte una despedida. - Exclamó Sango y todos sonreímos.
– Lo tendré en cuenta, aún podemos. - Musitó. - Bien Miroku ¿Verdad o reto?
– Reto, siempre reto.
– Te reto a mencionar 5 cosas que te hayan llamado la atención de Sango en el momento en que la conociste.
Vi a mi mejor amiga sonrojarse y Miroku la analizó con rapidez.
– Me gustan sus ojos, son alargados y expresivos. - Acarició su mejilla. - Me gusta lo suave que es su piel, y su sonrisa contagiosa. También me agrada como su coleta alta se mueve en sincronía con sus pasos. - Bajó su mirada a sus labios y de pronto me sentí sobrando en aquel lugar. - Me gusta también el color de sus labios, rosados y apetitosos, aunque no sé si es su labial o color natural… y me encantaría comprobarlo.
Todos en torno a esa mesa estábamos demasiado ebrios, yo lo sabía, ese nivel de coquetería adorable y sin vergüenza era habitual en Miroku, sin embargo parecía genuinamente interesado en Sango, veía en sus ojos azulinos aquel destello de fascinación que había visto hace 5 años en su mirada, cuando lo había conocido con su novia de aquel entonces.
Los vi reducir el espacio entre ambos y cuando se besaron sin tapujos me sentí tranquila, al menos mi amiga no había tenido tiempo para sufrir por el rechazo de Alex y con ello se restaban gran parte de mis sentimientos culpables.
– Bien, esa es mi señal para salir de aquí e irme a la mierda. - Exclamé mientras me ponía de pie. - ¿Te vas conmigo? - Pregunté al pelinegro y sus ojos verdes me miraron con atención.
Muy tarde comprendí que aquello podía malinterpretarse como un ofrecimiento.
– … Ya sabes, como amigos, mi departamento queda más cerca que tu casa y asi podemos caminar juntos y no tienes q… - Aquello le hizo reír.
– No era necesario aclarar ninguna de esas cosas.
– Siempre es bueno ser precavida. - Le sonreí.
Ambos miramos al par de tórtolos frente a los dos, muy ensimismados en su propia aventura.
– Definitivamente me voy contigo. - Asentí.
No quisimos interrumpir, asi que simplemente huimos por la puerta principal. Allí afuera las estrellas aún se dejaban ver y casi no había autos en las calles; miré el pequeño reloj en mi muñeca y comprobé que eran las cuatro de la madrugada. Caminamos juntos hasta mi casa, después de todo estábamos a 15 minutos. Noté como Alex se movió sutilmente hacia el lado cercano a la calle, dejándome en el lado protegido.
– No sabía que volverías a Francia. - Musité de pronto, incómoda por el silencio.
– Nunca preguntaste. - Respondió con sus manos en los bolsillos sin dirigirme la mirada mientras pateaba un par de hojas caídas del suelo.
– Porque siempre te veo contento aquí. - Sonrió.
– No quiero volver a Francia porque sea infeliz aquí, sólo quiero ver a mi madre por un tiempo y también a algunos amigos que dejé abandonados.
– ¿Por cuánto tiempo planeas irte?
– No lo sé, no lo he pensado.
– ¿Pero volverás? - Detuvo su andar y yo me giré a mirarlo.
– ¿Quieres que vuelva? - Sonreí.
– Por supuesto que sí. - Respondí honesta. - Llegamos juntos aquí, el que te vayas me deja inmediatamente sola contra el mundo.
El verde de sus ojos me consumió por un momento, cuando su mirada se mantuvo fija en la mía desde su altura. Su mano derecha se acercó a mi mejilla con cierto temor y cuando alcanzó mi piel la acarició con suavidad en un movimiento circular.
– ¿Cómo no notaste nunca antes lo mucho que me gustas? - Mi corazón latió un poco más veloz.
– ¿Qué diferencia habría hecho? De todas maneras sigo viéndote como un amigo.
– Sal conmigo, dame tres citas. - Exclamó de pronto.
– ¿Tres?
– Sólo tres, como hombre y mujer, no como el amigo que te ha seguido desde hace tanto tiempo… Dame la oportunidad de cambiar tu perspectiva de las cosas. Si para el final de eso me sigues viendo como un amigo, no me opondré a que me rechaces y me será más sencillo seguir adelante.
– ¿Por qué ahora? Literalmente te vas en treinta días.
– Porque si por alguna razón milagrosa logro convencerte… Tal vez te vayas conmigo.
Me abrazó en un impulso y sentí la calidez entre sus brazos. De pronto su trato conmigo había cambiado tan drásticamente que me asustaba un poco. Lo empujé con suavidad.
– Déjame pensarlo. - Tal vez podía pedir unas vacaciones después de cinco años de trabajo, unas vacaciones por un par de meses si todo esto entre los dos salía bien, después de todo me ayudaría a superar los sentimientos confusos por Inuyasha, y todo volvería a ser como antes.
– Bien, esperaré tu respuesta.
Caminamos por unos cuantos minutos más para llegar a mi departamento, como siempre preparé su cama temporal en mi sofá y yo me fui a mi habitación. Para cuando desperté en la mañana él seguía durmiendo. Me senté frente a él admirándolo y recordé algunas cosas.
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*Flashback*
Octubre 2010, Francia.
– ¡Adelante! - Exclamé al golpe sutil en la puerta.
Un chico alto y de cuerpo trabajado pero delgado apareció frente a mi, el cabello negro iba ondulado y semi despeinado, destacando aún mas la blancura de su piel. Los ojos verde olivo no me quitaron la atención hasta que se sentó frente a mi.
– ¿Qué edad tienes? - Pregunté de inmediato, su apariencia era la de un adolescente, muy similar a la de aquellas series juveniles que estaban de moda en el último tiempo.
– 19. - Me sonrió. - Y me llamo Alex, por si te interesa.
– Te ves más pequeño.
– Tomaré eso como un cumplido. - Sonreí.
– ¿Por qué quieres trabajar en esta empresa Alex? ¿Tienes las habilidades que buscamos?
– Trabajo por mi cuenta en el rubro desde los 15, sólo estoy cansado de trabajar solo.
– Trabajarías para mi, ¿Puedes lidiar con eso?
– ¿Eres de esos jefes abusivos y controladores?
– Si.
– Tendré que acostumbrarme entonces. - Aquello me hizo sonreír. Teníamos la misma edad, pero por algún motivo me generaba cierta ternura.
*Fin de flashback*
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Cinco años más tarde ahí estaba el mismo chico, durmiendo plácidamente con la boca semi abierta en mi sala de estar. Suspiré por el dilema mental y caminé para darme una ducha rápida. Cuando estaba secando mi cabello el timbre sonó y corrí a abrir para no despertarlo.
Tras la puerta apareció un Inuyasha radiante y sonriente vestido de forma casual, con una camiseta roja y pantalones cargo negros que combinaban con sus botines de caña alta, con una botella de jugo de naranja bajo el brazo. Mi entrecejo se arrugó de inmediato.
– Hola pequeña. - Me miró de los pies a la cabeza sin tapujos y entonces recordé que llevaba apenas una toalla como protección. De inmediato sujeté la amarra improvisada sobre mi pecho
– ¿Qué haces tú aquí?
– Traje una ofrenda de paz. - Exclamó mostrándome la botella mientras la movía. - Tomemos desayuno juntos, puedo prepararte gofres de esos que te encantan.
Suspiré y abrí la puerta hasta atrás para demostrarle que estaba ocupada. Su mirada se desvió hacia el sofá y su rostro permaneció inexpresivo.
– ¿Qué? ¿No podemos tomar desayuno porque está Alex roncando? - Nop, no había entendido la indirecta.
– ¿Tú no deberías estar desayunando con tu nueva conquista?
– La despaché temprano por la mañana. - Exclamó mientras se adelantaba para entrar. - Ya sabes, esa regla de no permanecer más de 12 horas junto a una chica cuando recién la conoces. - Dejó el jugo en el refrigerador y me sonrió. - ¿Tienes harina?
Lo miré de brazos cruzados, preocupándome de mantener la distancia entre los dos. Sus ojos dorados me miraron fijamente mientras se acercaba a mí y sus manos intentaron atraerme por las caderas.
– Vamos Kag, no puedes odiarme por el resto de tu vida, es demasiado tiempo. - Escondió su rostro en mi cuello y suspiró, provocándome escalofríos cuando su aliento tibio rozó mi piel. - Necesito a mi mejor amiga, necesito este aroma de vuelta. Además, tu y yo siempre vamos juntos al evento de mi padre y eso es hoy.
Lo había olvidado completamente.
Me abrazó suavemente mientras mantenía su rostro escondido. Sólo bastaron diez segundos para darme por vencida. Mis brazos subieron para abrazarlo por el cuello y entonces me apretó con mas fuerza, levantándome sutilmente del suelo.
– ¿No mentías con los gofres? - Su risa bajita en mi cuello me hizo cosquillas.
– Por supuesto que no. - Se separó de mí y me miró desde su altura, parecía sonreírme incluso con sus ojos mientras sus manos subían a mis mejillas, pellizcándolas con suavidad. - Tengo la amiga mas linda del universo.
– Idiota. - Le di un empujón y caminé hacia el hervidor para encenderlo. - ¿Café?
– Sin azúcar. - Asentí. Lo vi apoyarse en la encimera de brazos cruzados. - Al parecer tenemos muchas cosas de que hablar.
– ¿Sobre qué?
– Sobre el idiota que ronca en la otra habitación. - Me reí. - Tú y Alex, eso definitivamente no lo vi venir.
– Yo tampoco, pero sólo ha sido un beso, tu mismo dices que esa clase de cosas refuerzan la amistad.
– No cuando el chico está enamorado de ti. - Me miró serio.
– ¡Shhh! - Lo callé con un dedo en su boca. - Recuerda que su audición es tan buena como la nuestra.
Me miró fijo.
– ¿Realmente te gusta Alex? - Quitó mi mano de sus labios. - Quiero la verdad.
– No me he detenido a pensarlo, pero es un buen chico ¿no?
– Si, supongo que si. - Musitó. - Aunque demasiado correcto para ti, vas a aburrirte de sobremanera.
– ¿Y qué crees que es "para mi"? - Pregunté cerca.
– Necesitas un amor que te consuma. - Musitó. - Alguien que acelere tu corazón al estar cerca, alguien que te diga todos los días lo fantástica que eres.
El silencio nos envolvió por completo, enmarcó mi rostro entre sus manos y suspiró.
– ...Alguien que sepa que tu café favorito es el de caramelo con dos de azúcar porque lo dulce nunca es suficiente, que sepa que amas comer frutillas por la mañana, y que la ansiedad te hace comer miel a cucharadas. Alguien que pueda lidiar con tus enojos sin sentido. - Arrugué mi entrecejo y él subió sus dedos hasta mi frente, intentando alisarlo. - Que adore esa pequeña arruguita en tu entrecejo cada vez que te molestas… alguien a quien no le asuste tu inteligencia ni tu manera de ser.
– Esa persona no existe.
– Te sorprenderías. - Exclamó.
Apenas notó lo que acababa de decir bajo sus manos y dio palmaditas en mis hombros, para luego alejarse y buscar por sí mismo un sartén y los ingredientes que necesitaba.
– ¿Y tú? - Pregunté.
– ¿Yo qué?
– ¿La chica bonita de anoche? - Sonrió al recordarla mientras vertía aceite en el sartén.
– ¿Kikyo?
– Aja.
– Amiga de Miroku, nos hemos conocido ayer, ¿Es bonita verdad? Aunque no es la clase de chica que suelo buscar, por lo general las rubias se roban toda mi atención. - Sonrió.
– Asumo que siguieron la amena conversación en tu cama. - Pude distinguir su sonrisa traviesa de perfil.
– Hmm, es una excelente oradora. - Me reí al captar el doble sentido. - Es agradable en verdad, hace mucho tiempo no me sentía tan cómodo con una chica.
– ¿Eso es un sí para seguir conociéndola? - Asintió. - Entonces tienes que presentármela.
– No aún, es demasiado pronto y no quiero espantarla. - Le pegué un manotazo suave en el brazo.
– Es el momento preciso para saber si es una celópata, tiene que aceptar a tu mejor amiga y tu mejor amiga tiene que dar el visto bueno.
– Se parece mucho a ti. - Exclamó de pronto. - El chocolate de sus ojos es muy similar al de los tuyos, aunque un poco más oscuro. Y su cabello… Tienen el mismo azabache en él. Por un momento pensé que eran parientes.
– Entonces es guapísima. - Se rio.
– Lo es.
– ¿Y cuándo la verás de nuevo?
– El viernes, iré por ella a su trabajo.
– ¿Y qué hace?
– Lo mismo que nosotros.
– ¿Su edad?
– 27.
– ¿Y de donde conoce a Miroku?
– De la universidad, recuerda que además de asesino a sueldo tiene el título de abogado abandonado en algún rincón de su casa.
– Oh, cierto. - Lo miré de reojo. - ¿Y en el sexo?
– ¿Del uno al diez? - Asentí. - Un ocho por ahora.
– Vaya, realmente te ha gustado.
– Keh, cállate. - Apagó el fuego y me sonrió. - Despierta al idiota de Bonnet, que tome desayuno y se largue.
Arrugué mi entrecejo de inmediato.
– ¿Por qué debería largarse?
– Porque vas a pasar el día conmigo. - Lo miré sin comprender. - Le he dicho a mi padre que nos de el día libre, haremos algo entretenido.
– ¿Y eso es…?
– Sorpresa.
Suspiré y asentí. Caminé hacia la sala de estar y di un par de palmaditas suaves sobre la mejilla de Alex. Sus ojos se entreabrieron y sonreí.
– A tomar desayuno. - Me sonrió y volvió a cerrarlos para luego tomarme de las manos y jalarme hacia él.
Quedé allí atrapada entre su cuerpo y el respaldo del sofá.
– Hay sólo un desayuno que me interesa. - Susurró coqueto.
– ¡Lástima que no puedas elegir compañero, porque he hecho gofres! - Exclamó Inuyasha cuando apareció de pronto. Se acercó al sofá y le dio una patada lo suficientemente fuerte para botar a Alex. - Vamos, lávate la cara y ven a comer.
– Joder, ¿Inuyasha? - Sonaba sorprendido desde el suelo.
– Buenos días estrellita. - Exclamó sarcástico el aludido justo antes de patearlo una vez más. - Vamos, tengo compromisos con Kag más tarde y estás retrasándolos.
– ¿Qué haces aquí tan temprano?
– Siempre tomo desayuno con Kagome. - Exclamó mientras se sentaba a la mesa y mordía un trocito de gofre. - Pequeña ven aquí, se va a enfriar tu café.
Sólo entonces noté que ahí estaba yo, sobre el sofá semidesnuda con la toalla como vestimenta. Me incorporé de inmediato.
– Voy a vestirme antes.
– Me parece una excelente idea. - Exclamó Inuyasha.
Cuando volví con un vestido simple me senté a la cabecera de la mesa. Alex se sentó a mi lado. Me sonrió y pellizcó mi nariz con cariño.
– ¿Cómo dormiste?
– ¿Bien y tú?
– Muy bien.
– Es que el sofá de Kag es muy cómodo y su cama es uff… Exquisita. - Interrumpió Inuyasha. Yo puse los ojos en blanco.
– Quizás lo averigüe en algún momento. - Exclamó Alex.
– Quizás. - Respondió Inu. - Y quizás como premio recibas un golpe por la mañana, la chica a tu lado tiende a pegar manotazos cuando duerme.
No supe en qué momento ni por qué motivo, pero de pronto la conversación se había tornado un poco tensa entre esos dos. Ahí estaba la mirada burlesca de Inuyasha, intentando ser mejor que Alex sin causa aparente.
– ¿Tú no deberías estar en tu casa? - Preguntó Alex.
– Repito, Kag y yo siempre tomamos desayuno juntos.
Apoyé mi barbilla sobre la palma de mi mano, dejándola reposar mientras los veía discutir sin sentido. Bebí de mi café intentando ignorarlos.
Al final de aquel incómodo desayuno Alex se puso de pie para irse a su casa.
– ¿Me acompañas a la puerta? - Me preguntó.
– Podrías perderte. - Exclamó Inu sarcástico.
– Seguro, vamos.
Di una mirada fulminante a Inuyasha para que guardara silencio. Al llegar frente a la puerta Alex me sonrió.
– Taisho está mucho más desagradable de lo habitual. - Exclamó en voz alta para dejarse escuchar. Como respuesta un "keh" se dejó escuchar a unos cuantos metros.
– Sólo ignóralo.
– ¿Lo pensaste?
– ¿El que?
– Las tres citas. - Cierto, lo había olvidado.
– Sorpréndeme con la primera y veremos si mereces las otras dos. - Me sonrió y asintió.
Levantó mi barbilla con uno de sus dedos y acercó su rostro lentamente hasta el mío, enviándome señales evidentes de lo que planeaba hacer. Me dejé hacer cuando sus labios dieron un beso corto sobre los míos, sin embargo cuando tuvo intenciones de profundizar di un paso hacia atrás.
– Te enviaré un mensaje para coordinar, nos vemos.
– Nos vemos.
– ¡Nos vemos Bonnet! - Gritó Inuyasha desde adentro. Suspiré y cerré la puerta.
Caminé de vuelta a la mesa.
– ¿A dónde iremos?
– Te dije que es una sorpresa.
– Necesito saber como vestirme.
– Usa lo que sueles usar siempre. - Asentí y caminé hacia mi habitación, lo sentí seguirme los pasos.
– Kag…
– ¿Hmm? - Exclamé mientras buscaba una de mis blusas.
– ¿Qué es eso de las tres citas?
– ¿No te has aguantado de escuchar? - Me sonrió travieso desde el marco de la puerta. - Me ha propuesto salir en tres citas y ver si eso cambia mis sentimientos por él.
– ¿Y has aceptado? Tu no eres de citas.
– Al menos la primera. - Musité mientras me cambiaba de ropa.
– No entiendo… ¿Por qué ahora? Conoces a Alex desde hace años y nunca te había llamado la atención.
– Alex me ha llamado la atención desde que lo contraté, es sólo que nunca he estado realmente buscando una relación de ningún tipo, pero resulta que en 30 días se devuelve a Francia y si todo sale bien puedo acompañarlo, quien sabe. - Musité restándole importancia.
Apenas pude sentir el viento sobre mi rostro cuando se acercó a mí en un movimiento rápido.
– Repite eso. - Su mirada dorada parecía más intensa de lo habitual, bajo una expresión molesta que me sorprendió.
– Alex se va a Francia.
– Eso lo acepto sin problemas, pero tú no puedes irte. - Exclamó.
– Todavía no es seguro, además volvería en unos cuantos meses y…
– ¿Y si no? Y si decides quedarte allá, ¿Qué hago yo? - Me tomó por los brazos con suavidad. - ¿Qué pasa contigo? Estás tomando decisiones apresuradas, esta no eres tú.
– Vamos Inu, sabes que siempre he sido impulsiva.
– Si, pero… - Suspiró y bajó la mirada. - Me niego rotundamente a perderte. - Aquella última frase fue dicha tan bajito que apenas pude escucharla.
Sonreí y tomé sus manos
– No vas a perderme tonto. - Su mirada seria se mantuvo y supe que realmente no mentía, él realmente tenía miedo de perderme. - ¿Qué pasa Inuyasha? De pronto demuestras mas emociones de las que he visto en cinco años.
Aquella frase lo hizo despertar, sacudió su cabeza y me soltó bruscamente como si de pronto lo quemara. Mostró una de esas sonrisas torcidas y peinó su cabello hacia atrás mientras volvía a pararse erguido.
– ¿Estás lista? - Miré mi cuerpo y le sonreí.
– ¿Me veo bien?
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Inuyasha
La falda en negro ajustada a sus piernas, abrazando aquellas caderas prominentes y la blusa azul claro que se pegaba a su torso le dieron un aspecto mas apetitoso de lo que esperaba.
– Te ves normal, pero servirá. - di unas palmaditas suaves sobre su cabeza y ella me sacó la lengua. Caminé fuera de la habitación. - Te espero afuera.
– Vale, voy enseguida.
Me senté sobre el sofá y encendí la televisión conociéndola lo suficiente como para saber que tardaría al menos unos quince minutos más. Para cuando apareció por el pasillo llevaba una coleta alta, que se movía armónicamente con cada paso, dando pequeños rebotes en sus bucles adorables.
Me tomó del brazo y me sonrió. Bajamos juntos en el ascensor y caminamos hacia mi auto; me adelanté para abrirle la puerta de copiloto y me miró sorprendida.
– ¿Qué?
– Nunca me abres la puerta.
– Joder, intento ser caballero y me juzgas. - Aquello la hizo reír.
– Lo siento. - Dio un beso rápido sobre mi mejilla y subió al auto.
Por alguna razón, la porción de mi piel que sus labios tocaron permaneció hormigueando por unos segundos. Ya basta Inuyasha.
Caminé hacia mi lado, ajusté el cinturón y encendí el motor. Su celular sonó en un par de oportunidades y la vi sonreír de reojo mientras tecleaba sobre la pantalla. Apreté las manos sobre el volante cuando imaginé que hablaba con Bonnet. Pisé el pedal de freno con fuerza y con el movimiento de inercia su teléfono cayó bajo el asiento.
– ¡Hey!
– ¿No has visto como el tipo de adelante se ha cruzado? Casi chocamos. - Miró hacia el frente y guardó silencio. Aquella había sido la excusa perfecta.
– Que idiota, no se como esa gente obtiene licencia.
– Lo mismo me pregunto. - La vi rebuscar con sus manos bajo el asiento sin embargo suspiró cuando no lo pudo alcanzar. - Despégate del celular, ya estamos por llegar y puedes buscarlo cuando estacionemos.
– Bien.
Estacioné frente al parque y de inmediato desabrochó su cinturón. Se bajó del auto y buscó el celular hasta encontrarlo. Me bajé y caminamos juntos. Subimos hasta lo alto del cerro central y me miró con ilusión.
– ¿Subiremos al teleférico?
– La última vez que estuvimos aquí por trabajo mencionaste que nunca habías subido a uno. ¿Quieres hacerlo ahora? - Asintió sonriente.
Por algún motivo verla sonreír me contagiaba de alegría.
