HOLA HOLA!
Yo debería estar preparándome para la celebración de año nuevo, pero aqui estoooy, esforzandome por no fallarles y entregarles un ultimo regalito este año jiji
Muchas gracias por sus reviews!
- : Jajajaj, todo a su tiempoooo, aunque tal vez los proximos caps podrían impresionarte. Un abrazooo y gracias por comentar:3
- kcar: Mas que fingir en realidad si les gustan esas dos personas, sólo que lo de ellos es mucho mas intenso y como es prohibido la verdad es que llama mucho más la atención jeje. Feliz año para cuando leas estooo! un abrazo enorme
- joiscar: Aqui estoooy, efectivamente, las cosas estan bien intensas jiji. A ver si te gusta este cap, a mi me ha encantado escribirlo. Un abrazOOO!
- Marian Muxtay: Dar el paso para romper ese miedo de perder su amistad será el punto mas importante en esta historia, los dos estan en negación hasta ahora, pero la verdad es que las cosas siempre pueden descontrolarse un poquito jiji. Gracias por leerme! y Feliz año Marian, un abrazo!
- Susanisa: AJAJAJ se vienen cositas este cap. espero te guste mucho!. Feliz añoooo
- Guest: Aprovecho de desearte un excelente 2023 querida mia, seguiremos encontrandonos aquí, este es mi ultimo regalito del año, para que lo disfrutes al maximo. UN abrazo enooorme!
- Guest: Muchas gracias! espero este cap tambien te guste mucho jiji.
- Guess: Me encantaaa! que felicidad leer que mis historias alegran a muchas personitas por ahi jiji. Este es mi ultimo regalito del año, quizas tus deseos vayan por buen camino ufff. Un abrazo y nos estamos leyendo! muchas gracias por comentar, lo valoro mucho. Feliz año nuevo!
Este cap es mas largo que los anteriores, pensé en acortarlo, pero en realidad dudo que les moleste ajajjaja. Publicaré el día 7 de enero! para que estén atentos.
Feliz año lectores queridos! espero que este 2023 traiga muchas cosas bonitas que nos motiven a todos a seguir adelante (además de otros fics jiji)
Los quieroooo!
Frani.
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Capítulo 5.- Cita doble
Inuyasha
Caminamos juntos de vuelta al auto, la vi sujetar mi chaqueta a su cuerpo como si su vida dependiera de ello.
– ¿Quieres que te deje en tu departamento? - Ella asintió sin mirarme.
– Alex llegará ahí.
– Bien, te dejo y voy por Kikyo. - No me contestó. Se adelantó para abrir ella misma la puerta y se subió rápidamente al puesto de copiloto.
El camino de regreso fue silencioso, la vi sujetar el pequeño dije brillante de su collar y juguetear con él entre los dedos, se notaba realmente ansiosa por algo.
– ¿Vas a decirme que es lo que te tiene tan distraída? - Pregunté para luego volver mi atención al camino.
– ¿Eh? - Guardó silencio por unos segundos. - No es nada.
– Mentirosa. - Nada, no obtuve respuesta.
No volví a insistir, sin embargo pude notar como su corazón viajaba entre latidos lentos y desesperados, probablemente un efecto ocasionado por sus pensamientos.
Al llegar a su edificio bajé la velocidad hasta detenerme por completo y puse las luces intermitentes. Movió sus manos al seguro de su cinturón y lo soltó. Estiré mi mano hasta ella y la tomé por el mentón obligándola a mirarme. Sus ojos achocolatados parecían tristes por alguna razón.
– ¿Tengo que golpear a alguien? - Pregunté serio.
– No, no es necesario. - Me sonrió triste y se estiró hacia mí, tomando mi rostro entre sus manos para luego pegar su frente a la mía. - Te quiero mucho Inuyasha.
Sentí como si de pronto hubiera tomado mi corazón entre sus manos y lo hubiera apretado con fuerza desmedida. Había escuchado esas palabras en infinitas oportunidades y sin embargo por primera vez sonaban en cierto modo… distintas. Sonreí.
– Yo también te quiero mucho. - Musité.
Giró mi rostro hacia un lado y besó mi mejilla con calidez.
– Nos vemos más tarde. - Se giró para salir y sujeté su mano en un impulso. Me miró fijo, esperando por alguna palabra, sin embargo nada salió de mis labios.
Simplemente la solté con una sonrisa y la vi bajar mientras me aferraba con fuerza al volante y es que por un pequeño y efímero instante, quise mantenerla allí, justo a mi lado.
Kagome Higurashi, mortal y encantadora a la vez.
Esas eran las palabras exactas con las que la habían descrito hace cinco años, justo antes de conocerla.
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*Flashback*
Enero, 2011.
– Van a tendernos una trampa hoy. - Exclamó Sesshomaru frente a mi. - Pero la devolveremos con creces.
Sonreí.
– Dime a quién hay que destrozar y lo haré con mis propias manos.
Apretó un botón del pequeño control en sus manos y entonces se proyectó una pelinegra en la pared. La chica encendía un cigarrillo en la fotografía, apoyada en una pared de ladrillo mientras el vestido largo de satín en verde petróleo dejaba entrever su pierna izquierda por un corte revelador.
– Ella es Kagome Higurashi. Mortal y encantadora a la vez.
Lo primero que llamó mi atención fue su menuda y delicada figura, la mitad de su rostro iba tapado por su cabello ondulado en un negro oscuro que contrastaba a la perfección con el labial rojo mate de sus labios.
– ¿Mortal? Parece bastante inofensiva para mí. - No iba a discutir sobre el adjetivo "encantadora", porque en realidad ese si le quedaba.
– Tiene un historial sin fallas en los dos años que lleva trabajando como asesina. - Prosiguió mi hermano.
– Es poco tiempo.
– Y tiene 19 años. - Okey, eso si llamaba mi atención. ¿Qué la había arrastrado a convertirse en lo que era a tan corta edad? - ¿Quieres escuchar su número de víctimas?
– Sorpréndeme. - Respondí.
–257. - Vaya… aquella gatita realmente tenía garras.
– Oh. - No tenía más palabras para decir.
Sonreí reposando mi rostro en mi palma mientras miraba la fotografía una vez más, podía apostar a que su belleza era la carta trampa que utilizaba con cada uno de sus objetivos.
– Quiero a esa chica trabajando con nosotros. - Exclamó Sesshomaru.
– Lo veo difícil hermano, después de todo está contratada para matarte. - Él se encogió de hombros.
– Tengo mis métodos para hacerla cambiar de opinión.
– Y tiene 19 años, ¿Realmente quieres a una niña en tu equipo?
– He decidido arriesgarme con gente más joven. - Me miró desde su posición. - Si ha decidido aceptar una misión suicida para acabar conmigo, creo que merece parte de mi atención.
– Eso es probablemente porque no te conoce, venir y enfrentarte sola me parece un poco estúpido de su parte.
– No viene sola…
Apretó el botón una vez más y en la siguiente foto un chico de cabello oscuro y desordenado sonreía embobado a su lado. Tenía una contextura similar a la mía, aunque en un cuerpo un poco más delgado.
– ¿Y ese?
– Alex Bonnet, trabaja para ella desde hace un par de meses. - Lo indicó con su mano. - Él es quien le cubre las espaldas, a él es a quien vas a bloquear tú.
– ¿No puedo quedarme con la chica?
Me sonrió.
– yo mismo me enfrentaré a ella esta vez.
*Fin de flashback*
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Después de tanto tiempo no valía la pena mentirme a mí mismo; yo había sentido cierto interés por Kag desde el primer instante en que había visto su fotografía, incluso antes de nuestro primer encuentro. Con el tiempo había conseguido la oportunidad de conocerla mejor y con ello había descubierto que me agradaba mucho mas como una amiga duradera que como una aventura de una noche y poco a poco había logrado convencerme a mí mismo de ello, principalmente porque ella jamás había captado mis indirectas y había terminado por rendirme apenas un par de meses después de conocerla, cuando ella había iniciado una relación amorosa con Kouga Wolf.
Kagome me lo había hecho increíblemente sencillo, ignorando constantemente mis intentos con una sonrisa y mencionando alguna broma al respecto para luego fingir demencia de forma sutil. Había sido premiado con su confianza y compañía, sacrificando a costa de ello mi oportunidad con ella. Y en realidad lo había aceptado de esa manera, con el tiempo se había convertido en una increíble amiga, acompañándome no solo en mis buenos si no también en mis malos momentos; yo conocía cada uno de sus secretos y ella conocía los míos, a esas alturas del partido, conocíamos tanto del otro que era complejo pensar en relacionarnos en una forma romántica.
Sin embargo, de pronto tenía esas actitudes que me descolocaban; aún podía sentir el calor de sus labios sobre mi mejilla y el hormigueo en mi estómago. Sacudí mi cabeza con violencia y tomé el volante.
– Ya basta de estupideces. - Me regañé.
Manejé hacia mi departamento a toda velocidad y me cambié de ropa para ir en busca de Kikyo. Seguí las indicaciones del gps para llegar a su departamento, estacioné en el frente y me presenté en la recepción.
– Vengo al departamento 1204. - Exclamé.
– Con la señorita Otama. - Me sonrió el conserje y yo asentí. - Le aviso de inmediato. - Esperé con mis manos en los bolsillos mirando la recepción de aquel lugar, era bastante acogedora y lujosa. - Señor Taisho, puede pasar.
– Muchas gracias.
Caminé hacia el ascensor y subí hasta el piso 12, al salir de él escuché un grito suave a mis espaldas.
– ¡Por aquí! - Kikyo me hacía señas desde el final del pasillo con una sonrisa.
Me acerqué a ella y se lanzó a mis brazos con ímpetu, devolví su abrazo un poco más recatado. Al separarnos noté que llevaba un vestido corto y ajustado en rojo, mi color favorito, aunque ella no lo sabía.
– Te ves encantadora. - Susurré contra su oído.
– Muchas gracias, tú te ves guapísimo. - Miró tras de mí. - ¿Y Kagome?
– Llegará al evento con su cita más tarde.
– Oh, en ese caso… - Distinguí el cambio en su mirada justo antes de sentir su mano atrapar mi camisa y jalarme al interior del departamento.
Sus labios atraparon los míos en un beso desesperado y sonreí justo antes de seguirle el juego. La empujé hacia la pared más cercana, recorriendo un trazo invisible desde su cintura hacia su cuello, donde escondí mi rostro mientras besaba su piel cálida con ansias.
– No tienes idea de lo mucho que he deseado hacer esto todo el día. - Jadeó. Subí su vestido a tirones y ella se restregó contra mí. - ¿Tú me has extrañado?
– Ni te imaginas. - Mentí. La verdad es que ni siquiera me había detenido a pensar demasiado en ella.
Sentí sus piernas abrazarme por las caderas y abrí mi pantalón en la torpeza y desesperación del momento. Tomé su rostro entre mis manos mientras me posicionaba entre sus pliegues y la observé por un instante. Ahí estaban esos ojos chocolate y ese cabello liso en azabache, sin embargo no habían pecas ni mejillas sonrojadas, sólo piel nívea y extremadamente lisa.
Por un instante y contra todos mis principios me permití imaginar a Kag justo antes de entrar en ella y sentí el subidón de energía instantáneo, como si una droga se adentrara en mi sistema. La penetré de una sola vez y la vi cerrar sus ojos con fuerza mientras sus dedos se aferraban a la piel de mis hombros. Bajé hasta su cuello y lamí el trayecto de su yugular, mientras la sujetaba por la cintura, sentí sus gemidos con cada embestida lenta y aquello ayudó en mi propia fantasía mental.
– ¡No te detengas! - Jadeó.
– No planeo hacerlo. - Ahí estaba mi voz, ronca por la excitación.
Sus paredes me envolvieron con calidez, la fricción entre su carne y la mía era incluso delirante. Una de mis manos acariciaba su pecho izquierdo mientras gruñía contra su cuello. Me apretó con sus piernas y me hundí más profundo en su interior.
¡DIOS, SI!
Mi mente casi pudo evocar el aroma a vainilla que tanto amaba de mi mejor amiga y apenas pude controlar mis garras para no herirla.
Su piel suave bajo las yemas de mis dedos, su corazón revoloteando entre los dos y la humedad creciente en su entrepierna me llevaron poco a poco a la locura, controlando apenas mis ganas de correrme. Aumenté la velocidad de mis embestidas y mordí su cuello para controlar mis gemidos. Por su lado la chica entre mis brazos parecía casi bramar en excitación.
– ¡Inuyasha! - Sentí el líquido cálido escurrir desde la punta de mi miembro hasta su base cuando alcanzó el orgasmo.
Levanté mi rostro hacia el de ella para besarla y me sentí completamente sucio cuando la realidad me golpeó con fuerza al comprobar que ella no era Kag. Eso era tan enfermizo que incluso me generaba cierta incomodidad conmigo mismo. De ahí en adelante nada funcionó y no pude seguir, tampoco fui capaz de mirarla a los ojos.
– ¿Estás bien? - Musitó justo antes de bajar sus piernas y apoyar sus pies en el suelo.
– Si... Sólo me he mareado un poco por un instante.
– Ah... no te preocupes, puedo recompensarte mas tarde. - Me sonrió. - ¿Qué hora es?
Miré el reloj en mi muñeca.
– Cerca de las 8. Ve al baño y nos movemos luego.
Asintió y dio un beso corto sobre mi boca. Apenas estuve solo me recosté derrotado en el sofá y envié un mensaje a Kag.
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"Vamos en camino, ¿Tú?"
Kagome
Alex me sonrió encantador en su traje formal cuando abrí la puerta de mi departamento para recibirlo, tomó mi mano entre las suyas y depositó un beso cálido sobre el dorso.
– ¿Cómo es que aún no estás vestida? - Preguntó mirándome de los pies a la cabeza.
– Porque necesito tu ayuda para ello, no puedo decidirme por un vestido yo sola. - Le sonreí coqueta y él me respondió de la misma manera.
– Comprendo, te espero sentado aquí, prometo ser objetivo con mis opiniones. - Puse los ojos en blanco y me acerqué para dar un beso corto en sus labios, de inmediato sentí sus manos intentar aferrarse a mi cintura y me alejé de inmediato.
Dejé sobre mi cama mis tres primeras opciones, me probé el que menos me gustaba primero, un vestido negro, ajustado y con un largo hasta las rodillas, con algunos detalles brillantes sobre el escote. Caminé hacia la sala de estar y me paré frente a Alex.
– Esta es mi opción menos favorita.
– Me encanta. - Musitó. - ¿Qué son esos puntos brillantes?
– Son cristales, lo compré en un impulso cuando viajé a Italia.
– Te queda hermoso. Deberías llevar ese.
– Ni siquiera has visto los otros dos…
– Pero es que este me gusta mucho. - Me sonrió y yo caminé de vuelta a la habitación.
Deslicé el cierre para sacármelo y envolví mi cuerpo con ell segundo, en un color burdeo oscuro, sin tirantes y en corte sirena, aquel vestido había sido mi elección hace un par de años.
– ¿Y este? - Alex me miró con atención mientras acariciaba su barbilla meditando con cuidado.
– Te queda perfecto. - Suspiré.
– Alex, esto no funciona si dices que todos mis vestidos se ven perfectos. - Aquello le hizo reír.
– Lo siento. Pruébate uno más y así puedo escoger entre tres opciones.
Asentí y caminé de vuelta a mi habitación. El último vestido tenía un añadido nostálgico para mi, abandonado en el fondo de mi closet por mucho tiempo. Las mangas eran caídas, dejando mis hombros desnudos, con un escote en "v" profundo que dejaba ver una gran porción de mis pechos. La tela se pegaba como segunda piel hasta mis caderas y tenía un corte para nada ignorable sobre mi pierna izquierda, que partía al inicio de mi muslo y se extendía hasta el suelo, dejando mi piel a la vista con cada paso que daba.
Caminé una vez más a la sala de estar y cuando lo vi mirarme lo supe.
– Sé que después de decir lo mismo de los otros dos vestidos es difícil de creer, pero este es mi favorito desde hace mucho tiempo, incluso antes de venirnos a Tokio.
Sonreí, también era uno de mis favoritos. Aquel vestido largo tenía varios años, pero seguía luciendo tan perfecto como el día en que lo había comprado
– También es mi favorito.
– El verde petróleo combina a la perfección con tu piel. - Se puso de pie y caminó para posicionarse a mis espaldas. - El contraste perfecto con tu cabello…
Sentí sus dedos trazar un camino sobre mis hombros justo antes de hacer mi cabello a un lado y apoyar su barbilla en el lugar. Luego sus manos bajaron por mi espalda, haciéndome sentir escalofríos.
– Se hace tarde… ¿Estás lista? - Cada palabra fue dicha en un susurro cercano a mi oído izquierdo y entonces dejé escapar un suspiro bajito.
– No aún… - Me giré para verle de frente y me estiré de puntillas para besarlo. Sentí su sonrisa contra mis labios y sus manos aferrarse a mis caderas cuando me devolvió el beso con intensidad.
Dimos pasos torpes sin separarnos hasta el sofá, donde caímos con cierta delicadeza. Una de sus manos viajó a mi mejilla para acariciarla con suavidad, mientras la otra buscaba el cierre de mi vestido en uno de mis costados. Me dejé hacer, completamente llevada por la lujuria que de pronto quemaba mi piel. Pronto sus besos bajaron hasta mi cuello y sentí como el aire comenzó a escasear para los dos.
Me moví para dejarlo bajo mi cuerpo y me senté a horcajadas sobre él, con la libertad de la tela otorgada por el corte sensual sobre mi pierna. Por primera vez sentí la fricción entre nuestros cuerpos con cierto "bulto" prominente y entonces jadeé.
– Alex… - Musité mientras él lamía la piel de mi escote y yo me aferraba a su cabello corto.
– ¿Hmm?
– Las tres citas… - Aquello lo detuvo de inmediato.
– ¿No quieres hacer esto? - Exclamó mientras se restregaba contra mí, aumentando mi deseo.
– Sí quiero, no tienes idea de lo mucho que quiero. - Admití. - Pero lo siento un poco apresurado.
Me tomó por las caderas y me apretó una vez más.
– No necesitamos llegar tan lejos… Sólo pasarlo bien. - Tomó mi rostro entre sus manos y volvió a besarme.
A la mierda. Pensé. Comenzamos un vaivén sensual entre los dos, provocando una exquisita fricción entre nuestros sexos, limitada sólo por la tela. Escondí mi rostro en su cuello y dejé salir los primeros gemidos cuando ya no pude contenerlos.
Sus manos traviesas acariciaron mis pechos por sobre el satín de mi vestido, amasándolos con suavidad. Pronto mis manos se aferraron a sus hombros mientras cerraba los ojos con fuerza, intentando controlar mis sensaciones, las que empeoraron cuando escuché gemidos roncos provenir de su garganta. Amaba eso de los hombres, cuando dejaban escapar las señales sonoras de su placer.
Mi teléfono vibró de pronto y me separé de inmediato para leer el mensaje.
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De: Inuyasha, octubre de 2016, 19:45
Vamos en camino, ¿Tú?
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Los besos de Alex sobre mi cuello me hicieron lanzar el teléfono lejos antes de contestar. Cerré los ojos dejándome hacer, sintiendo sus dedos enroscados en mis caderas, empujándome cada vez más fuerte, más duro contra la tela de su pantalón. Su lengua traviesa siguió el trayecto de mi yugular y entonces el cosquilleo en mi vientre bajo se hizo presente.
– Dios… - Gemí.
Estuve a escasos segundos de alcanzar el orgasmo, cuando de pronto unos ojos dorados y cálidos inundaron mi imaginación y las sensaciones se duplicaron en mi interior. Los ojos me ardieron bajo los párpados y sentí mis colmillos hacerse más prominentes dentro de mi boca. Me controlé a duras penas de rasgar el traje de mi acompañante con mis garras. Pude imaginar con cierta facilidad a Inuyasha bajo mi cuerpo, y también su lengua dando toques sobre mi cuello…
– ¡No, basta! - Gemí. Y con aquella frase segura Alex se detuvo de inmediato. Jadee buscando oxígeno, aún escondida en su cuello. No quería alcanzar un orgasmo pensando en alguien más, menos en mi mejor amigo.
Todo se estaba saliendo de control con respecto a mis sensaciones. Salí de mi escondite y lo miré fijo, sintiendo mis ojos arder y los colmillos presionando contra mi labio inferior. Me miró como si fuera la criatura más linda del universo, mientras enmarcaba mi rostro entre sus manos y acariciaba mis mejillas con sus dedos.
– Todo a su tiempo. - Musitó y besó mi nariz. - Se hace tarde.
Asentí y pegué mi frente a la suya.
– Gracias. - Él me había salvado de mi misma.
– No hay de que.
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Manejamos cerca de media hora hasta la mansión de los Taisho. Al llegar al lugar la primera persona con la que coincidí fue Touga, quien me sonrió a la distancia. Me acerqué para saludarlo.
– Te ves encantadora Kag, aunque no esperaba menos de ti. - Musitó mientras me abrazaba.
– Muchas gracias Touga. - Señalé a Alex. - Me han ayudado a escogerlo.
– Y ha sido una excelente elección Bonnet. - Sonrió mientras le daba la mano. - ¿Inuyasha no viene contigo?
Negué con la cabeza. Así era siempre, sin embargo esa noche por primera vez en cinco años sería distinto.
– Me dijo que viene en camino, con una cita sorpresa.
– Hmm, comprendo.
– ¿E Izayoi? - Pregunté.
– Debe estar rondando por aquí cerca, se separó de mí hace apenas unos minutos.
Asentí. Touga era mi jefe, y sin embargo mi amistad con Inuyasha me había permitido conocer su faceta más amable. Por su lado Izayoi era la mujer mas encantadora en el mundo, sin embargo siempre estaba intentando emparejarme con su hijo.
– ¿Vamos por un trago? - Pregunté a Alex.
– Estaba esperando que lo sugirieras. - Sonreí.
Nos acercamos a la barra y pedimos dos copas de vino tinto.
– ¿Conoces a la cita de Inuyasha? - Preguntó de pronto.
– La conozco tanto como tú. Se conocieron en la fiesta de Miroku.
– Hmm, puede que haya estado un poco distraído esa noche. - Me sonrió coqueto y estiró su mano hasta mi mejilla.
– ¡Kag! - La voz de Izayoi rompió de inmediato ese pequeño coqueteo entre los dos. Me abrazó con cariño. - Siempre tan elegante y bella a la vez. ¿Cómo has estado? Inuyasha apenas me ha llamado este mes y no he podido preguntarle por ti. - Sonreí.
– Siempre lo regaño por ello, pero no parece hacerme caso. - Aquello la hizo reír. - Estoy muy bien, ¿creo que ya conoces a Alex Bonnet? Trabaja con nosotros.
Lo miró amable, sin embargo mantuvo la distancia.
– Bonnet, hmm si… ¿Él es tu acompañante hoy? - Asentí. - Pensé que vendrías con Inu.
De pronto sonaba algo decepcionada.
– Es bueno variar de vez en cuando. - Me sonrió.
– Lo mismo he pensado hoy temprano. - La voz de Inuyasha sonó a mis espaldas y me erguí cuando un escalofrío recorrió mi columna en el momento en que una de sus manos se apoyó sobre mi hombro.
Me giré a mirarlo. Su traje y su corbatín eran negros, en contraste con su camisa blanca. Me miró con atención de los pies a la cabeza y me sonrió tan cálido como siempre.
– ¡Oh cariño! - Izayoi se acercó de inmediato a abrazarlo con su ímpetu característico de madre. - ¿Has notado lo encantadora que se ve hoy nuestra querida Kag?
Inuyasha no me quitó la mirada y el dorado de sus ojos contrastó con lo oscuro de su traje.
– Kag siempre es encantadora, madre. - Exclamó sonriéndole. - Sin embargo hoy tiene un poco de competencia… Quería presentarte a Kikyo. - Musitó. - Mi… cita.
Kikyo apareció tras sus espaldas, como un cachorro callejero al que acabas de rescatar y llevar a casa. Su vestido rojo oscuro era bastante bonito, corto y ajustado, algo que yo habría usado sin problemas.
– Un placer señora Taisho. - Casi hizo una reverencia, no la culpaba, esa era la imagen que proyectaba cada miembro de la dinastía.
Izayoi le sonrió cordial.
– Un placer. - Volvió a mirarme mientras yo tomaba incómoda un sorbo de mi copa de vino. - ¿Puedo robarte un segundo?
– Seguro. - Respondí de inmediato. Me giré hacia Alex y este me sonrió.
– Te espero aquí, tranquila. - Acomodó con delicadeza uno de los mechones de mi cabello tras mi oído derecho y el silencio a nuestro alrededor me comprobó que todos estaban demasiado pendientes de ello.
Sólo sonreí y sentí el tirón suave en mi brazo de Izayoi. Caminamos hacia la cocina y entonces ella cerró la puerta. ¿Por qué tenía la impresión de que eso sería un interrogatorio?
– ¿Quién es Kikyo? - Ah, porque lo era.
– Lamento decepcionarte, pero la conozco tanto como tu Izayoi. - Contesté honesta.
– ¿De dónde conoce a Inuyasha?
– De hace un par de días, en una fiesta de Miroku.
– ¿Y están saliendo juntos? ¿Inuyasha va en serio con ella?
– Me parece un poco acelerado pensar en ello, como te digo, literalmente se conocen desde hace un par de días. - Sonreí, intentando que mi mentira no fuera percibida, después de todo Inuyasha había admitido realmente estar interesado en la chica.
Amaba a Izayoi, pero yo era mejor amiga de él, no de ella.
– Tu sabes lo que quiero para Inuyasha, lo hemos hablado un montón de veces.. - Musitó y yo asentí.
– ¿No crees que es mejor ser la mejor amiga eternamente? Si empezáramos una relación… todo podría terminar horriblemente mal en algún punto. - Exclamé mirándola seria. - Además… Él y yo en realidad nunca hemos sido compatibles, sabes que yo lo amo y daría mi vida por él, pero ya es un idiota como amigo, imagínalo como pareja.
Aquello la hizo reír y pude relajarme un poco
– Para mí son increíblemente compatibles, me recuerdan de algún modo a Touga y a mí. ¿Te conté que él y yo éramos mejores amigos antes de enamorarnos? - Suspiré.
– Un par de veces. - Quizás más. Me acerqué a ella y la tomé por los hombros. - Despreocúpate, Kikyo parece una buena chica y a tu hijo le interesa, no arruines eso.
Suspiró y asintió.
– Tienes razón, son sus asuntos.
– Tiene 27 años, él sabe lo que hace.
– Aunque… La chica se parece a ti físicamente. - Musitó.
– Eso me han dicho…
– Pero tú eres mucho más dulce. - Me abrazó con cariño. - Te dejo en paz, ve con tu acompañante, ya te he robado demasiado tiempo.
– No te preocupes.
Le devolví el abrazo y giré el seguro de la puerta para salir.
– Al menos no te han torturado por información. - La voz de Inuyasha me sobresaltó al girar por el pasillo.
– Joder, te encanta asustarme. - Me sonrió. - Tu madre se preocupa por ti, sólo es eso.
– ¿Te ha dicho nuevamente que te quiere de nuera?
– Cada vez que tiene la oportunidad. - Ambos nos reímos. - Me gusta su perseverancia.
– Yo la detesto. - Exclamó honesto. - Gracias por decirle que no lo arruine, te debo una. - Sonreí.
– Para eso están las amigas. - Besó mi mejilla con suavidad mientras una de sus manos me abrazaba por la cintura. - ¿Dónde está la chica? Es mi momento para conocerla.
Me sonrió.
– La he dejado con Bonnet y Miroku, vamos, hay alguien que podría sorprenderte…
Pasó su mano por mi cintura y caminamos juntos. Al llegar nuevamente a nuestro grupo no sólo se había sumado Miroku, si no también Sango.
– ¡Sango! - La aludida se giró a mirarme con un vaso de cerveza en la mano.
– ¡Kag! - Corrió a abrazarme y sentí el ruido de sus tacones al resonar sobre el piso de mármol. Permanecí en el abrazo para preguntarle algo al oído.
– No me digas que has venido como acompañante de Miroku.
– Han pasado… algunas cosas. - Me separé para mirarla. - Luego te contaré. - Sonreí y asentí.
Me acerqué a saludar a Miroku, quien me levantó sutilmente del suelo con su abrazo.
– Pero que guapa que está esta señorita. - Exclamó y en acto seguido palmeó el hombro de Alex. - Bien ahí Bonnet, lo has conseguido.
– ¿El qué?
– Arrebatarle la pareja a Inuyasha, todos en el equipo lo habíamos intentado. - Alex rio, sin embargo el rostro serio de Inuyasha mientras bebía de su vaso de whisky me confirmó que aquel comentario no le había agradado tanto.
Me acerqué a mi cita y le sonreí apoyándome en su hombro de inmediato me abrazó por la cintura y me miró feliz.
– Admitiré que tenemos un trato, si no probablemente yo tampoco lo habría logrado.
– ¡Salud por eso! - Exclamó Inuyasha interponiéndose entre los dos.
– ¡Salud! - Todos chocamos los vasos y bebimos un sorbo.
Nos sentamos en nuestra mesa designada todos juntos, algunos minutos más tarde fue Touga quien se paró en el centro del salón para hablar.
– Buenas noches a todos, miembros de mi equipo, merecedores de mi confianza y acompañantes. Sé que esta fiesta anual ya es habitual para ustedes pero siempre es bueno dejar las obligaciones de lado y divertirnos, nuestro trabajo tiende a ser bastante estresante. - Todos en el salón rieron.
Era regla general para los miembros del equipo el mantener en secreto la identidad como cazarrecompensas, asi que en esa celebración jamás se hablaba de ello para que los acompañantes no entraran en pánico, aunque probablemente mas de alguno debía saberlo, después de todo es la clase de información que compartes con alguien a quien le tienes confianza.
– Esa es la misión para esta noche: divertirnos, porque nadie se lo merece más que ustedes.
Los aplausos resonaron por todo el salón de forma instantánea. Touga volvió a sentarse junto a su esposa y levantó la copa particularmente hacia nosotros, mirándonos fijamente, obviamente habría favoritismo por el equipo de su hijo.
La música volvió a sonar a un volumen óptimo para permitirnos conversar.
– ¿Quieres mi frutilla? - Preguntó Alex cuando trajeron los postres.
– No hay universo en el que responda que no a esa pregunta. - Aquello lo hizo reír. Levantó la fruta hacia mi, pinchada en su tenedor y yo di un mordisco.
– Se ven tan lindos. - Musitó Sango. - Esto debía suceder hace tanto tiempo.
– No te adelantes, esta es nuestra primera cita. - Exclamó Alex.
– Yo estoy impactada con ustedes dos en realidad, quién diría que Miroku iba a caer rendido a tus pies… tardé demasiado en presentarlos.
– Coincido en eso. - Exclamó Miroku. - Sanguito es todo lo que buscaba desde hace demasiado tiempo.
Los vi sonreírse con rostro de enamorados y supe al instante que Sango ya había superado a Alex por completo y con eso parte de mi ansiedad se esfumaba de forma instantánea.
Lo miré a mi lado, sus ojos verdes combinaban casi a la perfección con mi vestido. Mi corazón por un instante latió más rápido y entonces caí en cuenta de que esa cita no era por un simple trato, el chico realmente me atraía bastante.
– ¿Pasa algo? - Preguntó preocupado. Yo negué con la cabeza.
– Sólo estoy muy feliz de haber venido contigo. - Me miró sorprendido y luego me sonrió.
– También yo.
Sentí aquella sensación densa sobre el cuerpo, cuando alguien te mira con atención. Me giré hacia Inuyasha y comprobé que la mirada que me quemaba era la de él. De inmediato al verse descubierto cambió su rostro serio por uno alegre.
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Algunas horas después la música subió su volumen al máximo y las luces principales se apagaron por completo, dando énfasis a las luces de colores.
Bailamos en un círculo grande, cada uno con su pareja, pero moviéndonos juntos de todas formas. Alex me sujetó con suavidad por la cintura y me atrajo hacia él, moviéndonos al ritmo de la canción.
Sentí sus manos subir desde allí hasta mi rostro, enmarcándolo con sus manos. El olivo de sus ojos destacó incluso en aquella oscuridad. Las siete copas de vino actuaron por su cuenta desde entonces, cuando me estiré de puntillas y me acerqué hasta alcanzar sus labios con los míos, lo sentí sonreír en el beso justo antes de profundizarlo y arrancarme un suspiro con ello. Su lengua dio pequeños toques a la mía y para cuando nos separamos me sonrió y siguió bailando como si nada.
Sentí un tirón de mi muñeca que me giró con rapidez y entonces mis manos fueron a parar al pecho de Inuyasha, quien me mostró una de esas sonrisas torcidas y juguetonas que tanto me gustaban.
– Hola amiguita, ¿Interrumpí algo importante? - Lo fulminé con la mirada.
– Si, pero lo comprendo, puede que extrañes un poquito bailar conmigo, ¿Es eso no?
Su agarre en mi cintura fue más posesivo que el de Alex, como si aquel lugar le perteneciera desde siempre; me giró con rapidez, quedando tras de mí y recargando su mentón sobre mi hombro, moviéndose a la par conmigo. Frente a nosotros Alex sonreía junto a Kikyo, bailando de una manera mucho menos comprometedora que nosotros dos.
Estiré mi brazo hacia atrás para sujetarlo por el cuello y bajamos los dos lentamente para luego volver a subir.
– ¿Cómo vas con Kikyo? - Pregunté a su oído.
– ¿Quieres que sea sincero?
– Por supuesto.
– Todo va bien… demasiado bien. - Musitó.
– Hmm, cuidado con ese tono, casi podría pensar que estás decepcionado.
– Es sólo que esperaba un poco más de desafío.
– ¿Pero te gusta? - Asintió. - Eso es bueno ¿no?
– ¿Y a ti? ¿Te gusta Alex? - Lo medité por unos segundos.
– Si… me gusta.
Me giró para quedar de frente y me miró serio por uno segundos. Una mano me sujetó por la muñeca y me hizo girar, esta vez de vuelta hacia Alex. Sin embargo Inuyasha no soltó mi otra mano. Me ví a mi misma atrapada entre los dos, mientras se miraban de manera intensa.
– Voy al baño. - Exclamé, intentando zafar de la situación
– Vale, te espero aquí. - Exclamó Alex.
Sonreí y vi como Kikyo volvía a abrazar a Inu, suspiré, la chica realmente era un poco intensa.
Pese a estar ebria caminé con dignidad, o al menos así lo sentí yo. Al llegar al baño me miré en el espejo, sintiéndome conforme al comprobar que el maquillaje seguía donde mismo, aunque la cabeza me daba vueltas de forma sutil. Acomodé el escote de mi vestido y me preparé para salir, sin embargo Inuyasha apareció de pronto, entrando en el baño y bloqueando la puerta principal.
– Te has equivocado de baño. - Exclamé.
– Me has ignorado con creces el día de hoy, estoy un poco dolido. - Exclamó, apoyándose en la puerta.
– ¿Bromeas? Te he dejado el espacio suficiente para que todo salga bien con tu chica.
Me miró desde su altura y se hizo a un lado para dejarme pasar, sin embargo apenas di un paso hacia la puerta en un movimiento rápido me dejó con la espalda contra la pared, utilizando sus brazos como una prisión improvisada.
– ¿Qué? - Pregunté.
– Estoy realmente desesperado. - Musitó sujetándome por los hombros. - No sé qué es lo que me pasa contigo últimamente, pero detenlo, ahora.
– ¿De qué hablas? - Fingí demencia.
– Sabes perfectamente de lo que hablo.
– Claramente no soy responsable de lo que te suceda conmigo.
Su mano derecha acarició mi mejilla con suavidad mientras miraba mis facciones con atención. Me recargué en su caricia y suspiré.
– Estás complicando todo de manera innecesaria. - Susurré.
– Lo sé.
– Entonces deja de hacerlo. - Me sonrió.
– Ojalá fuera así de sencillo. - Su mano bajó por mi cuello y permaneció allí, manteniéndome cerca. - Recuerdo este vestido…
– Lo dudo, no lo usaba hace años, creo que incluso antes de conocerte.
– Éste era el mismo vestido que usabas en la primera fotografía que vi de ti, cuando viajaste para asesinar a mi hermano.
Lo miré confundida, probablemente era el alcohol provocando estragos en sus palabras, simplemente le sonreí.
– Vamos, Kikyo y Alex están esperándonos. - Intenté zafar de su agarre, sin embargo no pude. - Ya basta. - Ordené.
– Sólo necesito preguntarte algo más.
– No, no quiero contestar preguntas.
– El beso que compartimos… ¿Sentiste algo con eso? - Lo miré fijo, Realmente se había atrevido a preguntarlo.
– No. - Mentí.
Su mano se movió de mi cintura a mi cuello, demarcando el trayecto recto de mi mandíbula. Sentí electricidad en cada tramo de piel que tocaron las yemas de sus dedos y cerré los ojos al suspirar. Pegó su frente a la mía y pude sentir el aroma dulzón del whisky picando mi nariz.
– No hagas esto… - Rogué.
– No estoy haciendo nada. - Su mano libre recorrió un camino invisible desde mi clavícula, avanzando por mi brazo lentamente hasta mi muñeca, donde se aferró con suavidad. Sentí mi corazón latir desbocado. - Calma a tu corazón, podría pensar que te estoy afectando.
Restregó su nariz con suavidad contra la mía y permanecí allí, sin moverme ni siquiera un centímetro. Aquella farsa de estar incómoda era poco creíble, después de todo podía moverme, podía salir de allí.
– Eres libre de irte cuando quieras Kag. - Sus labios rozaron los míos con cada palabra y sentí la sangre quemarme por las venas.
Levantó mi mentón con suavidad hasta él y entonces suspiré, entrecerrando mis ojos.
– Eres… un… idiota. - Fantástico, ni siquiera me había besado y ya me faltaba el aliento.
Sonrió y bajó su estatura hasta la mía, cerrando el espacio entre los dos con un beso que pareció ser el inicio de mi liberación absoluta.
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Capítulo de gran duración para cerrar este 2022, nos vemos el próximo año, los quiero mucho!
