Buenas tardes!
¿Como va la vida? Estamos por terminar el mes y no se ustedes pero yo siento que ha sido eterno.
El capitulo 7 nos ha dejado con una Kag dispuesta a poner en práctica los consejos de su mejor amiga, ahora veremos los frutos de esa decisión.
Muchas gracias por sus comentarios!
- joiscar: He tardado unos dias pero Aqui he llegado al fin con el cap 9. Promete bastante, veremos en acción a una Kagome mucho mas segura de si misma y completamente empoderada, tomando las riendas de la situación, espero te agrade y nos leemos pronto!
- Geanery Sandoval Castaneda: hermosa! No pude actualizar antes, el trabajo me consume en vida :c jaja pero si has tenido paciencia te recompensaré con este cap, que se viene bastante interesante te diré. Efectivamente Kag tomará una probadita de cad uno, aprovechando que en verdad no esta amarrada a ninguno de los dos, de por si, probablemente traerá algunos problemas mas adelante, pero por ahora disfrutemoslo jiji. Muchas gracias por dejarme comentarios! Por leerme siempre y disfrutar la historia conmigo. Un abrazo!
- Susanisa: Sip, hay un enredo mas o menosssss, ajajajja pero weno, mientras tanto que Kag disfrute de su aparente suerte, no todos los días tienes a dos chicos encantadores ahí revoloteando a tu alrededor. Se viene intenso! Gracias por tu review :3
- kat.rocio: AJAJAJ, lo sientook, es que me encanta dejarlos con la duda de lo que sucederá. Inuyasha ni se ha hecho de rogar la verdad, Kagome lo tiene Justo donde quería y weno, nosotras aquí de espectadoras deseando ser ella ajajaja. Tendrás tu dosis de Alex y Kag en unos capítulos, la verdad es que tengo bastante cariño a inu y a Kag, pero Alex y Kikyo tambien me encantan, necesito de los cuatro para hacer entretenido todo este enredo. Se me hace difícil actualizar antes :c pero el próximo intentaré que sea mas largo, a ver que resulta. Tu eres el objetivo es mi hustoria favorita tambien :3 disfruté mucho escribiendola. nos leemos prontooo!
- Marian Muxtay: Definitivamente Alex es el chico bueno y perfecto que todas necesitamos en la vida, y como siempre cuando tenemos algo asi de bueno en nuestras manos... por lo general tendemos a despreciarlo. Inuyasha es mucho mas testarudo y poco honesto con sus sentimientos, pero eventualmente irá creciendo a través de la historia. Un abrazo y gracias por comentar!
- Guest: Que bueno que te ha gustado! Nos leemos pronto.
- Soyungirasol25: Tal vez, pero la vida es aburrida cuando no arriesgamos jeje. Veamos que resulta de este enredo. Gracias por tu review!
- Guest: Mi RT! Kag definitivamente va a disfrutar todo lo que pueda, e Inuyasha ha caído directamente en la trampa jaja. Veamos que resulta de todo esto. Te prometo que disfrutarás bastante este cap. Un beso enorme!
- AmyCat45: Ya sabes como es eso cuando alguien te llama la atención, de repente nos armamos enemigos en personas que en realidad no son malas, pero como nos han quitado a quien nos gusta pues los odiamos ajajaj. Yor forger es definitivamente una de mis inspiraciones para ambas, tanto para Kag como para Kikyo, por ahora no hemos visto tanto de esta ultima, pero ufff, definitivamente nos sorprenderá en un momento. El pasado de Kag, el como llegó a ser quien es y sus traumas de la infancia estan por allí desarrollados en el cap 11 o 12, no recuerdo muy bien, muchas gracias por leerme! Un abrazo enorme y estamos en contacto jiji
- yancyarguetaf: si que me has tomado por sorpresa, ya se me había hecho extraño no verte por aquí, que bueno saber que estas bien y que solo ha sido fanfiction fregandolo todo ajajaj. Esta temática la tenia en mente hace muuucho tiempo, la desarrollé un poco en "tu eres el objetivo" en una de las realidades alternas que Inu vio cuando estaba en un semi coma, aunque de manera completamente distinta. Veamos como sale :3 gracias por volver! No desaparezcas mas jajajaj un abrazo!
el próximo cap se sube el próximo sábado! Para que estén ahí pendientes. Los adoro montones!
Frani.
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Capítulo 9.- Felicidades, tienes toda mi atención.
Kagome
Miré al pobre sujeto víctima de mi violencia, inconsciente con su cabeza entre mis muslos. La torcí en un solo movimiento, sonriendo completamente satisfecha con el crepitar de su cuello.
Apenas fui consciente de cómo el aire cambió de dirección rápidamente a mis espaldas; me giré a mirar y noté como Inuyasha aparecía de pronto en la escena, colocándose como una defensa voluntaria y efectiva entre el último objetivo y yo. Desde mi posición en el suelo sólo pude ver su largo cabello grisáceo mojado y su espalda,
– No te atrevas a tocarla. -Exclamó en un gruñido ronco que me provocó escalofríos instantáneos.
En menos de un segundo cruzó sus filosas cuchillas mantis frente a él y al instante siguiente la cabeza de su víctima rodó a mi lado. Sólo entonces miró al piso y luego dirigió su mirada ambarina hacia mí, mientras yo me ponía de pie y acomodaba mi vestido. Por primera vez no supe interpretar sus ojos, pues no vi emociones reflejadas en ellos, simplemente el fuego intenso al mirarme.
Revisé mi vestido y sonreí orgullosa.
– ¡Ja! No hay ninguna gota de sangre sobre el blanco. - Exclamé triunfante.
Lo vi caminar directamente hacia mí, en pasos firmes y decididos. Di un paso hacia atrás un poco asustada por la intensidad de su mirada. Sin embargo sus manos enmarcaron mi rostro con suavidad y bajó sus labios hasta los míos, los que sentí increíblemente cálidos bajo el agua fría de los aspersores de emergencia. Aferré mis manos a sus muñecas, cerré mis ojos y simplemente me dejé llevar cuando su lengua acarició la mía en toques excitantes. Luego de unos segundos recordé la situación y lugar en el que nos encontrábamos y me separé bruscamente para pegar mi frente a la suya mientras intentaba ingresar con esfuerzo aire a mis pulmones.
– Vámonos de aquí, sólo déjame sacar mi abrigo de la guardarropía. - Mi intención era salir de allí con vida, sin embargo cuando vi en sus labios aquella sonrisa torcida y encantadora comprendí que tal vez aquella frase inocente sonaba como una pequeña, pero directa invitación.
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Sujetó mi mano libre con firmeza, manteniéndome protegida tras su cuerpo y me guió por una de las salidas traseras, lo que fue bastante inteligente, considerando la aglomeración de gente que debía haber en el frente del edificio.
– De aquí en adelante sólo basta con caminar lento y no levantar sospechas. - Exclamó y yo asentí.
El objetivo de no llamar la atención estando completamente empapados era bastante difícil de cumplir, sin embargo el resto de los invitados estaban en igualdad de condiciones.
– ¿Viniste en auto? - Preguntó.
– Ajá, está estacionado a un par de cuadras.
– Bien, acordemos un punto de encuentro, sugiero mi departamento. - Exclamó como si nada. Detuve mis pasos y él se detuvo conmigo.
– ¿Tu departamento? - Me sonrió.
– Me dijiste que nos divertiríamos luego de terminar y yo prometí cobrarte la palabra.
– Asumo que tu departamento está solo… - Musité mirándolo fijo.
– Sólo para nosotros.
– ¿Alcohol?
– En cantidades exorbitantes, como siempre. - Me reí.
– ¿Y qué es lo que planeas hacer exactamente para mantenerme entretenida? Sabes que me aburro con bastante facilidad... - Pregunté coqueta mientras lo atraía hacia mí tirando suavemente de su corbata y lo miraba desde mi altura.
– Hmm, tengo algunas ideas en mente… pero podemos improvisar de todas formas. - Me sonrió mientras sus manos rozaban mis caderas y yo asentí.
Me estiré de puntillas acercando mi mejilla a la suya, restregándome como un gato y susurré a su oído:
– Bien, nos vemos en 20 minutos, llego allá. - Me alejé con una sonrisa mientras él parecía genuinamente en shock.
Para cuando alcancé mi auto y me senté frente al volante mi primera reacción fue encender el aire acondicionado al máximo, mi cuerpo estaba completamente empapado en agua fría y aún así lo sentía hirviendo. Cerré los ojos y me concentré en respirar; los besos de Inuyasha eran increíblemente eficientes en alterar mis hormonas en tiempo record. Al lograr calmarme medité la situación un segundo. ¿Estaba bien dejarse llevar?
"Quizás probar un poco de ambos te ayude a elegir"
La voz de Sango resonó en mi cabeza como la voz de mi consciencia, aunque en realidad de cierto modo me sentí incluso culpable. Suspiré y encendí el motor para acelerar.
Yo ya había probado un bocado de Inuyasha, quizás lo que necesitaba realmente era aprovechar la situación para ponerlo en su lugar.
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Inuyasha
Apreté y solté las manos, moviéndome de una esquina de la sala de estar a la otra mientras esperaba a que llegara. Cuando el timbre finalmente sonó fui consciente de como mi corazón aumentó la velocidad de sus latidos y de como las manos de pronto me sudaban frío. Cerré los ojos e inspiré profundamente, intentando calmar aquellas reacciones completamente nuevas para mi.
Al abrir Kag me sonrió y yo me esforcé por sonreírle de vuelta fingiendo relajo, mientras me hacía a un lado para dejarle pasar.
– ¿Tardé mucho? - Preguntó.
– No lo sé, la verdad ni siquiera estaba pendiente. - Mentí.
Tomó su cabello en una coleta alta mientras avanzaba por el departamento con confianza.
– La ropa que se me ha quedado aquí la última vez aún existe ¿no? Quiero cambiarme.
– Ahm, si, está doblada en mi closet.
– Genial.
Se movió a mi habitación caminando por el pasillo a la vez que sacaba sus tacones de a saltitos y desabrochaba el broche de su vestido, deslizando la tela por su cuerpo hasta el suelo. Lo último que alcancé a ver de ella fue su trasero perfecto semicubierto por unas bragas pequeñas blancas, contoneándose de forma tentadora antes de encerrarse en mi habitación.
Saqué de la vitrina de cristal 2 vasos y busqué el gin que solíamos tomar juntos, ella volvió unos minutos después, en un vestido mucho más holgado y corto que el anterior.
– Sólo encontré este vestido de verano. - Exclamó mientras se miraba a sí misma. - No tengo ropa abrigadora aquí.
– Da igual, podría llover allí afuera y este departamento seguiría cálido, está climatizado. - Me sonrió y se sentó a mi lado en el sofá.
– ¿Te parece si pedimos ramen para comer?
– El día que responda que no a esa pregunta, mátame de inmediato. - Su risa tranquila y espontánea me contagió casi al instante. Se sentó sobre sus piernas en el sofá mientras tomaba un sorbito de su vaso con alcohol y yo llamaba para pedir la comida.
– ¿Tienes tabaco por aquí? - Preguntó y de inmediato la miré confundido.
– Juraría que habías dejado de fumar.
– Sólo a veces me tiento. - Hizo un puchero con sus labios. - Ya no es un vicio, lo prometo.
Le entregué en sus manos papelillos, tabaco y filtros, la vi muy concentrada mientras armaba su propio cigarrillo y luego se ponía de pie para caminar en puntillas hacia el balcón. Le ofrecí fuego mientras ella sujetaba su pequeño deleite tóxico entre los labios y aspiraba suavemente para encenderlo. Luego de botar el humo me entregó el cigarro.
– Tendrás que ayudarme, no quiero sentirme culpable sola. - Lo tomé entre mis dedos, aspiré e inhalé el humo tóxico con cierto nivel de placer en mis sensaciones.
Ambos nos apoyamos en el barandal del balcón mientras mirábamos al horizonte en aquella oscura noche de luna nueva. Sacudí el cigarro entre mis dedos para botar las cenizas al vacío.
– Le temo a las alturas, pero realmente amo la vista desde tu balcón. - Musitó.
– Disfrutaste el paseo en teleférico…
– Eso fue porque estaba a tu lado. - Me sonrió y le entregué el cigarrillo en sus dedos, de inmediato fumó un poco más antes de volver a hablar. - ¿Hablaste con Kikyo? - Preguntó de pronto.
– ¿Sobre nosotros? - Asintió y yo negué con la cabeza. - No la he visto hace algunos días, no he tenido la oportunidad.
– Sango me ha dicho que la has llevado al departamento de Miroku literalmente ayer. - Sonreí.
– Bien, tal vez sólo no quiero hablarlo con ella.
– ¿Por qué no? - Quemé un poco más de tabaco y aspiré manteniendo el humo en mis pulmones por un segundo.
– No quiero disculparme por algo que en realidad no siento como un error. - Exclamé honesto.
Me miró extrañada.
– ¿Ah no? - Negué con la cabeza y me moví lento para apresarla contra el barandal.
– En un principio me sentí muy culpable, no por Kikyo, sino más bien por nuestra amistad. - Admití mirándola fijo. - Con el pasar de los días he logrado liberarme un poco de ese pensamiento… Al convencerme de que eventualmente era algo que sucedería entre los dos. - Mi mano se movió a su mejilla y suspiré derrotado. - Y ahora apenas soy capaz de moverme a tu alrededor y controlar estas malditas ganas de besarte todo el tiempo.
Sus ojos chocolate bajaron lentamente desde mis ojos a mis labios, mientras su corazón, por el contrario, latía un poco más rápido. Quemó un poco más del cigarrillo y lo apagó en el cenicero a su lado. Mantuvo la cercanía entre su rostro y el mío y de pronto exhaló el humo lento y directamente hacia mi boca, mientras yo aspiraba aceptando su pequeño coqueteo sutil a una corta distancia de sus labios.
Se estiró de puntillas y alcanzó mis boca en un beso corto y sencillo para luego separarse y mirarme desafiante, incitándome a seguir. No esperé demasiado para caer en sus redes, de hecho me rendí a voluntad propia ante su sensualidad en un par de segundos. La abracé con uno de mis brazos por su cintura, apretándola contra mi cuerpo mientras bajaba mi boca a la suya y mordía con suavidad su carnoso labio inferior antes de dar toques a su lengua con la mía. Sus brazos me abrazaron por el cuello, mientras me devolvía el beso entre respiraciones rápidas.
Bajé con caricias cortas hasta su mentón y desde allí hasta su cuello, desde donde su exquisito aroma se liberaba de manera pulsátil por el ritmo de su yugular. Jalé de su coleta hacia atrás para darme espacio suficiente y mordí con precisión sobre su hombro, disfrutando del pequeño gemido suave que arranqué de sus labios y de sus garras enterradas en mi espalda superior.
Como si mis dichos me jugaran en contra, sentí un par de gotitas frías sobre mi piel. Me separé de su cuello y miré hacia el cielo.
– Tienes que estar jodiendome… - Exclamé mientras ella se abrazaba a mi cuerpo y se reía bajito.
– Con ese nivel de acierto al predecir que llovería podrías incluso ser meteorólogo. - Me reí escondido en su cuello.
– ¿Quieres entrar?
– No, quedémonos aquí, sólo un par de minutos, lo prometo. - Volvió a besarme con hambre, mientras una de sus piernas me abrazaba por la cadera.
Nuestro beso fue la mezcla perfecta entre intensidad y dedicación, ambos estábamos evidentemente desesperados el uno por el otro, pero aun así deseábamos tomarnos todo el tiempo del mundo para saborearnos mientras los jadeos y respiraciones entrecortadas se hacían cada vez más intensos. Sujeté su cabello mojado en un manojo, mientras la lluvia nos empapaba poco a poco. Al bajar a su escote fui consciente de como aquel vestido veraniego ahora húmedo y translúcido me dejaba ver parte de su ropa interior. Bajé a mordiscos los tirantes desde sus hombros y masajeé sus pechos por sobre el sujetador, disfrutando el gemido sensual que emitió contra mi oído. Luego tironeé la tela hasta sus rodillas y tomé con una de mis garras sus bragas de encaje mientras me agachaba para dar besos cortos sobre su plano abdomen.
– Debo admitir que la última vez me he quedado con ciertas ganas de esto… - Musité mientras bajaba el último trozo de tela y acariciaba con suavidad los pliegues de su vulva.
– Okey, ahora si pienso que deberíamos entrar. - Exclamó entre jadeos.
– ¿Por qué? ¿No te gusta la idea de que alguien pueda vernos? - Bajé mi rostro a su monte de venus sin dejar de mirarla e introduje un dedo en su interior.
– ¡Ah! - Aquel grito espontáneo de placer hizo eco a nuestro alrededor al rebotar contra los edificios vecinos. Sentí mi miembro dar un tirón dentro de mis pantalones y acerqué mi lengua a sus pliegues, saboreando su suave sabor mientras poco a poco sus caderas se movían contra mi boca. - ¡Inuyasha!
Jaló con dominancia de mi corbata para hacerme subir y me besó un par de segundos para luego bajar a mi cuello y morderme con fuerza. Me permití gemir ronco a causa de la invasión de endorfinas y el placer instantáneo y la imité casi de inmediato, completando aquel intercambio de sangre que convertía la situación en una mucho más íntima entre los dos. El sabor ferroso de su sangre sobre mi lengua me hizo apretar su cintura con fuerza, sintiendo su piel fría por el exterior. Al separarnos el rojo de sus ojos se encontró con el de los míos, la sangre escurrió por sus comisuras hasta su pecho y me sonrió antes de besarme otra vez.
Mis dedos traviesos se movieron hasta sus muslos y subieron a su entrepierna, donde acaricié sus pliegues hasta adentrarme en su interior.
– ¡No! - Gimió tomando mi rostro entre sus manos.
– Si. - Discutí mientras la penetraba con mis dedos, pensando en prepararla lo suficiente para más adelante.
La vi arquear su espalda y en efecto pegó su cuerpo aún más al mío mientras gemía bajito y cerraba los ojos con fuerza al ser golpeada por el orgasmo. Sonreí al sentir sus fluidos escurrir entre mis dedos. Busqué a tientas el cierre de mis pantalones, me posicioné entre sus piernas y alcancé apenas a rozar su entrada con mi miembro cuando de pronto se separó, subió su vestido a su posición habitual y se alejó de mí cuerpo con una sonrisa.
– Sabes, ahora que no tengo la excusa de la ebriedad me parece una mala idea. - ¿Qué? - Te espero adentro para que veamos una película. - Me sonrió, dio un beso corto en mi mejilla y entró.
Me quedé allí pasmado, con la duda de si me había imaginado toda aquella exquisita situación, mientras las manos me picaban por ir y convencerla de seguir y sentía la sangre pulsar en mi entrepierna. Mis labios hormiguearon en una sensación electrizante por sus besos recientes y jadeé como si hubiera corrido una maratón de kilómetros. Desde adentro me hizo un gesto para que entrara y sólo le sonreí para luego girarme y acomodar en mis pantalones mi miembro, que definitivamente tenía una idea completamente opuesta a la de Kag.
Caminé hasta el sofá en silencio, me senté a su lado, tomé el vaso de gin y bebí su contenido de una sola vez, para luego aflojar el nudo de mi corbata.
– ¿Estás bien? - Preguntó preocupada. - Te ves sofocado.
– No es nada. - Le sonreí y tomé el control remoto. - ¿Alguna película en especial que quieras ver?
– Escoge tú. - Asentí.
Tal y como esperaba, no importó demasiado la película que escogí, pues a los 40 minutos ella se había recargado en mi hombro después de comer su ración de ramen y se había dormido profundamente. Suspiré, apagué el televisor y la tomé en brazos para llevarla a mi habitación; la recosté en el lado que ella solía utilizar, la arropé y me recosté a su lado, guardando cierta distancia segura para los dos.
Esa definitivamente no era la noche que mi mente sucia había imaginado.
Me quedé allí en silencio en la oscuridad, apoyando mi mejilla en la almohada mientras la observaba con atención. Su expresión pacífica y adorable al dormir no me permitió enfadarme con ella, pese a que probablemente era la única mujer existente en el mundo que me había dejado con las ganas.
No era lo que había imaginado, pero la oportunidad de verle dormir siempre sería un agrado para mi.
Sonreí como un idiota, justo antes de moverme un poco para besar su frente y alejarme una vez más.
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Kagome
Cuando abrí los ojos a la mañana siguiente me sentí completamente desorientada. La sensación cálida bajo mi mejilla fue reconfortante y me acurruqué buscando mantenerla. Sólo bastaron unos segundos para notar que la calidez provenía del pecho de Inuyasha, a quien en algún momento de la noche había decidido abrazar.
Lo miré desde mi posición, disfrutando de aquel rostro pacífico que era apreciable sólo cuando dormía profundamente. Suspiré y me permití disfrutarle un poco más, o esas eran mis intenciones hasta que el timbre sonó.
Me incorporé de golpe y lo moví para despertarlo.
– Inu… - Musité.
– ¿hmm?
– Están tocando el timbre. - Se quejó en un murmullo inentendible. - Vamos, tienes que abrir.
Sus manos se enrollaron a mi cuerpo como una enredadera mientras me abrazaba con fuerza. Quise permanecer allí, sin embargo el sonido se hizo cada vez más insistente.
– Joder. - Lo empujé a un lado y golpeé su rostro en golpecitos suaves. - Ya basta, despierta ahora.
Abrió sus ojos poco a poco, dejándome ver ese hermoso y único color dorado y me sonrió.
– Buenos días pequeña. - Me abrazó para dejarme esta vez bajo su cuerpo y dio un beso corto sobre mis labios.
– Hay alguien en la puerta. - Sentí sus besos sobre mi cuello y me costó de sobremanera mantener la concentración.
– Pues no quiero abrir. - Exclamó contra mi piel. Sus manos apretaron mis pechos con suavidad por sobre la tela y sentí aquella electricidad placentera en cada centímetro de mi piel que alcanzó a rozar la suya, con ello de forma instantánea mi espalda se curvó contra la cama.
– Ya basta. - Ordené. Me moví para quedar sobre él y lo miré enfadada mientras él fingía inocencia. Sus manos bajaron a mi cintura y me cargó sobre su miembro, lo que me hizo gemir bajito.
Levantó su torso para sentarse en la cama conmigo encima, me abrazó por la cintura y entonces me rendí cuando restregó su nariz contra la mía. Volví a besarlo con desesperación mientras me movía contra él y él gruñía ronco entre besos con la fricción de nuestros sexos. El timbre se hizo cada vez más insistente mientras lo escuchaba gemir contra mis labios.
– Tres segundos más y nos detenemos. - Exclamé agitada.
– Tres segundos. - Repitió entre besos.
– 1… - Jadeé mientras él lamía mi clavícula izquierda y sentía su dureza contra mis pliegues con la tela de nuestra ropa interior como único obstáculo.
– 2… - Continuó él con una voz ronca.
– 3… - Gemí por el cosquilleo placentero en mi vientre bajo.
Por supuesto, no nos detuvimos allí. Perdí la noción de los segundos y sólo fui consciente de lo liberador que fue alcanzar el orgasmo mientras dejaba caer mi cabeza hacia atrás y la explosión de placer me hacía ver pequeñas luces de colores bajo mis párpados. Besó mi cuello con ternura mientras yo me reía bajito por el cosquilleo secundario.
El timbre siguió sonando y yo suspiré. Zafándome de su agarre con cierta dificultad y saliendo de la cama de un salto. Él me miró como un cachorro abandonado.
– ¿Vas a dejarme con las ganas una vez más?
– ¡Ve a abrir esa jodida puerta! O te aseguro que esa persona tocará el interruptor hasta hacerlo trizas.
– Tsk. - Se sentó, restregó sus ojos y caminó hacia la puerta.
Me quedé allí en la habitación de brazos cruzados, poniendo atención a lo que sucedía en la sala de estar. De pronto los pasos de Inuyasha de vuelta a la habitación eran más rápidos de lo habitual.
– Es Kikyo. - Mierda. Peiné mi cabello y busqué mis zapatos. ¿Dónde mierda estaban mis zapatos? - No te estreses de más, no abriré.
– ¿Ah no?
– Osea, obviamente abriré para que deje de tocar el puto timbre y decirle que te has quedado a dormir y que nos veremos otro dia, fin. - Lo miré seria.
– ¿Ese es el mejor plan que se te ha ocurrido? - Se encogió de hombros. - Deberías echarte un poco de perfume al menos.
Asintió mientras caminaba a su closet, sacaba de allí una botellita elegante y rociaba un poco sobre todo su cuerpo.
– No me parece tan terrible, después de todo es la verdad, me has dicho que actúe con honestidad, ¿no?
– Ah, seguro le dirás también la parte en que nos besamos y manoseamos. - Exclamé sarcástica.
– Eso es excederse. - Su frase me hizo reír. - Estoy soltero, puedo hacer lo que se me de la jodida gana, de hecho…
Corrió fuera de mi vista y no alcancé a detenerlo antes de que abriera la puerta.
– ¡Buenos días Inu! - ahí estaba, esa voz desagradable.
– ¡Hola!, me has despertado, has sido un poco insistente con el timbre…
– Lo siento, quería sorprenderte. - Escuché.
– Ahora mismo estoy un poco ocupado, Kag se ha quedado a dormir y en realidad hace bastante que no compartíamos, estamos poniéndonos al día.
Vaya manera de ponerse al día. Pensé.
– Oh… entiendo. ¿Nos vemos más tarde entonces?
– Probablemente mañana, después del trabajo.
Mis ojos se abrieron de golpe cuando recordé el pequeño detalle llamado trabajo. Miré la hora en mi celular y corrí a encerrarme en el baño. Cuando salí de la ducha algunos minutos más tarde Inuyasha ya la había despachado.
– Me voy a mi casa, necesito un cambio de ropa limpia antes de ir al trabajo. - Asintió mientras me entregaba mis zapatos en las manos.
– Cierto… el trabajo, bueno, nos vemos allí en un rato. - Se acercó tranquilamente y besó mi mejilla con suavidad.
– Nos vemos. - Caminé hacia la puerta principal sin mirar atrás.
– Oye… - Su voz me detuvo, lo miré por sobre mi hombro y me sonrió. - te quiero.
Le respondí apenas con una sonrisa
- Yo tambien amiguito. - Salí y cerré la puerta tras de mi, con el vestido blanco doblado bajo mi brazo derecho, lista para mostrarlo como trofeo al peliplata mayor.
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Inuyasha
Luego de ducharme y llenarme de perfume manejé por primera vez en mucho tiempo de buen ánimo hacia la mansión de mi padre. Apenas atravesé la puerta la primera persona que me saludó fue Izayoi.
– ¡Hijo mío! - Corrió a abrazarme y yo me reí mientras le devolvía el gesto. - Te ves radiante el día de hoy.
– No tanto como tú, madre. - Besé su cabello y se separó de mi. - ¿Cómo están las cosas en casa?
– Muy bien, tu padre está un poco estresado con un tema en particular, pero ya sabes como es… - Asentí.
– Se le pasará eventualmente.
– Ajá. ¿Cómo está Kagome? - Preguntó y yo me puse a la defensiva de inmediato.
– ¿Hmm?
– Kagome, por lo general llegan juntos.
– Puede que me haya atrasado un poco esta mañana. - La voz de Kag me provocó escalofríos inmediatos, Sentí su aroma a mis espaldas. - Buenos días Izayoi.
– Oh querida… - Me soltó de inmediato y se movió para abrazarla. - Tan hermosa como siempre. - Kag le sonrió y me miró de reojo, sólo aquel pequeño gesto logró ponerme ciertamente nervioso. - No los retrasaré más, nos vemos más tarde.
Kag me tomó del brazo y caminamos juntos hacia el gimnasio.
– Hola tú. - Musitó.
– Hola.
– ¿Cómo has dormido? - La miré desde mi altura y ambos nos echamos a reír.
– Un poco mal. - Musité.
– ¿Ah sí?
– He invitado a una chica a dormir, y no conforme con golpearme dormida durante toda la noche, me ha dejado a medias en la mitad de dos situaciones… - La miré acusador y ella hizo un puchero.
– Oh Dios mío, que mujer más cruel.
– Eso mismo he pensado.
– Supongo que no volverás a invitarla. - Sonreí y me acerqué a su oído.
– Tengo que meditarlo, después de todo ella aún me debe algo y en realidad me está volviendo loco. - Mordí el lóbulo de su oreja con suavidad y sentí como en reflejo apretó mi brazo.
– Buenos días chicos. - Sesshomaru apareció de pronto frente a nosotros y nos separamos de golpe. Kag se acercó a abrazarlo y depositó un beso sobre su mejilla estirándose de puntillas. - ¿Cómo les ha ido ayer?
– Muy bien. - Exclamó Kag sonriente. - Así que tal y como prometiste, quiero mi bono extra. - Sesshomaru le sonrió y acarició su cabeza. - Por cierto... - Le entregó la tela blanca en sus manos. - He usado ese vestido para acabar con mis objetivos, ¿recuerdas cuando me dijiste que era un desastre?
Sonreí divertido por su actitud mientras mi hermano examinaba la tela.
– Vaya, me has dejado callado con esto, no volveré a juzgar tus métodos, lo prometo. Pasa por mi oficina más tarde y lo hablamos. - Ella asintió triunfante y caminó hacia el gimnasio mientras los dos la veíamos desaparecer.
Apenas quedamos solos mi hermano me miró fijo.
– Espero que hayas sacado provecho suficiente de la situación, porque me costará bastante dinero extra. - Me reí.
– Tal vez. Muchas gracias. - Asintió y palmeó mi hombro.
– Para eso estamos. - Se alejó por el pasillo. - ¡Vuelvo enseguida! - Exclamó a cierta distancia.
Seguí mi camino hacia el gimnasio y al entrar lo primero que busqué fue su largo cabello azabache; la vi a cierta distancia, hablando amenamente con Alex. Apreté mis manos en puño y desvié mi mirada hacia otro lugar. Si hubiera sabido que el sujeto iba a ser una piedrita molesta en el zapato, tal vez lo habría liquidado el día en el que lo conocí.
Hice mis ejercicios de estiramiento mientras los veía hacer los suyos, también fui consciente de cómo Bonnet intentaba mantenerse lo más cerca posible al ayudarla a entrenar, y él como sus manos buscaban el modo de tocarla más de lo necesario.
– Que idiota. - murmuré.
– ¿Quién? - La voz de Miroku me sobresaltó a mi lado, había estado tan concentrado en Kag que apenas había puesto atención al resto de los estímulos.
– Yo, he hecho una mala fuerza con las pesas. - exclamé.
– Ahm… Saldremos a beber hoy, con Sango, por si quieres sumarte con Kikyo.
– Mejor invita a Kag. - Respondí.
– Ya lo he hecho, sin embargo tiene planes con Alex.
– ¿Ah sí? - asintió. - Que aburrida.
– ¿Vienes o no? Nos juntaremos en el bar de siempre. - Asentí.
– Amigo ¿puedo pedirte un favor?
– Seguro.
– Sin Kikyo, necesito un respiro por un día. - Me sonrió y asintió.
– ¿Problemas tan pronto?
– Creo que para recién conocerla hemos estado demasiado juntos estos últimos días, no estoy acostumbrado a ello y comienzo a hastiarme honestamente.
– Oh oh. Kikyo puede ser intensa, lo sé por experiencia propia.
– Ajá. - Arrugué mi entrecejo cuando comprendí sus palabras. - ¿Espera, qué?
– Ella y yo fuimos más que compañeros en la universidad, ¿no te lo dije? - Lo miré fijo mientras él hacía una mueca.
– Creo que olvidaste ese pequeño detalle amigo.
– ¿Cambia en algo las cosas?
– No, en realidad no es como si no hubiéramos compartido chicas en otras oportunidades. - Aquello lo hizo reír. - Pero definitivamente debiste decirme que era intensa, sabes que ese es justamente el tipo de chica del que suelo pasar.
– Si lo decía no te habría interesado.
– ¡Por supuesto que no!
– Y sentía que ambos necesitaban compañía… Su conexión fue inmediata en mi fiesta, sólo quise ser un buen amigo para ambos. - Apreté mis sienes.
– ¿Por qué terminaste tú con ella?
– Hmm, fue mutuo acuerdo, pronto nos dimos cuenta que simplemente no éramos compatibles… y puede que la haya engañado con otra chica. - Me reí.
– ¿Sango sabe que estás invitando a una ex a tu casa?
– ¡No alcanza para llamarle ex! Apenas duramos un par de semanas juntos.
– A las mujeres no les importa el tiempo, sólo si sucedió o no. Cuidado ahí.
Suspiró y asintió. Vi a Alex besar a Kag a la distancia y las mancuernas cayeron de mis manos con un ruido estruendoso por el lugar. Sentí mis ojos arder por la rabia y mis colmillos crecer un poco.
– Intenta convencer nuevamente a Kag. - Musité mirándolos desde mi posición.
– Veré si Sanguito logra algo más que yo. - Asentí.
De pronto la competencia por su atención se había vuelto extremadamente personal… y yo no era de las personas que perdían una competencia. Sonreí y volví mi atención a mi propio entrenamiento. Si Alex quería tenerla sólo para él, tendría que pasar sobre mi cadaver antes.
