Hola hola!

4 días de retraso en la actualización, lo sé, la verdad es que iba a publicar el viernes, pero no me convencía del todo el desarrollo del cap en si, asi que he decido tomarme algunos días y modificarlo hasta que fue de mi agrado.

Muchas gracias por tanto amorcito!

- kat,rocio: Espero te haya gustado! Y este se viene intensisisimo jiji. Nos leemos prontito :3

- Geanery sandoval Castaneda: Inuyasha va decidido a pelear y ganar, no hay otras opciones para él, la petición de matrimonio mas inoportuna de la vidaaa, ya veremos que pasa. Muchas gracias por leerme! Por ahora no tengo cuenta de fb, pero la verdad es que debería tener una para ir avisando de mis actualizaciones, lo veré dentro de estas semanas y avisaré cuando la tenga creada!

- Susanisa: Alex está desesperado y Kikyo... bueh, siempre se mete donde no debe fjdsjshf, amarás este cap, espero. Un abracito!

- kcar: Si o no que son adorableees?, la verdad es que después de 18 caps con un amorcito que se dejaba ver apenas, necesitaba una declaración asi de intensa entre los dos. La propuesta de matrimonio es inoportuna, pero se viene con varias sorpresas. Espero te agrade! Un abrazo.

- Angela Inukag: Tal cual, Kagome lo adora, pero no con la intensidad de lo que siente por Inu :c, le ha hecho una promesa a Inu, ya veremos si la cumple o no... Espero este cap te agrade! Gracias por escribir.

- peachybee09: Un anillo complica las cosas, pero eso no quita todo el amor que apenas pueden controlar a estas alturas, tranquila, ya todas conocemos a Kag...

- tupananchiskama: KIEEE PERO KIEEE, me encanta el drama, lo admito. Es interesante poner a mis protas en situaciones complejas de resolver, pero hey, ue valdra la pena. gracias por escribir! Espero te agrade.

- joiscar: Bonnet esta desesperadisimooo, él lo sabe, nosotras lo sabemos, el inuxkag es demasiado intenso y eso le aterra. Kikyo la verdad esta como siempre metiéndose donde no corresponde. Pero bueh, ya veremos como avanza todo esto.

- YokoGH: Alex está al borde de la obsesión en realidad, pero nos trae bastantes sorpresas en este nuevo cap, quizás ya no será tan principe como imaginamos. Inuyasha tenia la opción de seguir lejos de Kag o tenerla cerca, ha decidido dejando de lado su orgullo :c asi es el amor a fin de cuentas. Muchas gracias por tu review! Nos vemos prontito.

- Guest: RT! Me encanta como captas todo al instante ajaja, Alex efectivamente ha estado en modo alerta, pero ha reaccionado alejándose y bueh, ha perdido por idiota, esta proposición es su última carta desesperada para mantener a Kag a su lado, ya sabemos todos las locuras que hacemos por amor... u obsesión en este caso, Quizas nos traiga sorpresas y no sea tan principe azul como todas pensamos

- Angela: Kagome es una mujer que cumple sus promesas, enredada con sus sentimientos y todo, pero sabrá hacer lo correcto. Espero te guste el cap, muchos abracitos para ti!

- Soyungirasol25: Te prometo que se viene con hartos momentos adorables y sensuales jiji. Vamos pasito a por leerme! Muchas gracias por apoyarme siempre. Un abrazo!

- luchimg: AAAAAAA gracias a ti querida, gracias por leerme y apoyarme siempre, un abrazo!

- Nicole Fray: Nicoleee no te lo creooo, lei tu nombre y de inmediato me acordé de ti, te había extrañado dando vueltas en mis historias, es hermoso tenerte de vuelta! Me alegra que hayas disfrutado estoy 18 caps, llegaste justo a mitad de historia, la verdad es que se viene intensisimo ajajja. Seguiré aqui, explotando mi imaginación por ti y por el resto, muchas gracias!

- Karisho Lemar: Uffff Kag se viene intensisima en este cap, mas valiente de lo que podríamos esperar. espero te guste! Un abrazo.

¿Quien gana en este cap? Inuyasha o Alex ufufufufuf.

Un abrazo enorme

Frani.


Capítulo 19.- ¿Quién es el dueño de tu corazón?

'

Kagome

Por fin llegaste. - Alex me sonrió y caminó hasta mí. Di un par de pasos hacia atrás, incapaz de enfrentarlo. - Estás mojada, ¿Pasó algo?

– Tenemos que hablar… - Se acercó para dar un beso sobre mi frente y asintió.

– Lo hablaremos en seguida cariño, pero necesito decirte algo antes.

– Es que esto no puede esperar. - Insistí.

– Hoy ha sido un día distinto, intenso, en un principio me sentía solo y perdido, sin embargo Kikyo me ayudó bastante. - Lo miré confundida.

– Alex, yo… - Su mirada reflejaba una advertencia y con sólo mirarlo de pronto sentí que debía detenerlo.

Tomó mis manos entre las suyas y colocó una pequeña cajita azul de terciopelo. La abrió y supe por qué mi instinto había querido detenerlo.

– Creo firmemente que estamos hechos el uno para el otro… Cásate conmigo Kagome.

El verde de sus ojos se encontró con los míos y sentí mi corazón perder rápidamente el ritmo perfecto. Me quedé allí sin palabras por unos segundos, miré el anillo en la pequeña cajita y noté como parecía brillar con fuerza propia en un pequeño diamante solitario.


Ese debía ser por definición el momento más feliz de mi vida… sin embargo ¿por qué de pronto me sentía tan triste?

¿Y este anillo? - Pregunté bajito mientras tocaba con la yema de mis dedos parte del diamante pequeño. Me sonrió.

Lo he escogido para ti, he estado guardándolo durante meses, esperando el momento correcto para entregártelo, tenía miedo de dártelo antes, porque tal vez era muy pronto, pero ahora sé que el tiempo no importa, que lo único que importa es lo que siento por ti y realmente siento que te amo como nunca podría amar a alguien.

Lo miré sonriente, sin embargo me sentí asfixiada en unas potentes ganas de llorar, quitándome la fuerza para respirar poco a poco. La salida más sencilla era decirle que sí, seguir fingiendo que tal vez con un poco de esfuerzo podía llegar a amarlo tanto como él me amaba a mi, sin embargo…

"Puedo darte todo el tiempo que necesites para solucionar el resto… Mientras me prometas volver a mis brazos."

Ya no había vuelta atrás y quería darme la oportunidad de ser realmente feliz, por primera vez quería poner mis deseos por sobre la felicidad del resto.

¿Esto es realmente lo que quieres? - Pregunté y él me miró confundido.

¿Que si es lo que quiero? No entiendo la pregunta.

Me refiero a… ¿Por qué tan repentinamente? podías pedírmelo en cualquier momento… ¿por qué ahora?

No lo sé, simplemente me nace hacerlo ahora. - Sonreí, miré el lugar a nuestro alrededor y bajé la mirada al anillo una vez más, quizás buscando una distracción para no mirarlo a él.

Aquella era a simple vista una decisión apresurada e incluso un poco desesperada. Conocía a Alex, Alex era la clase de chico perfeccionista y encantador que pensaría en hacer ese recuerdo memorable para ambos, que planificaría el momento y lugar perfecto para declararse. Nuestro departamento desordenado, con poca iluminación en la madrugada, con él en ropa cómoda y holgada y yo llegando a escondidas, definitivamente no era la definición de perfección.

Éste era probablemente su último intento de mantenerme a su lado, porque él ya sabía lo que sucedía.

¿Este es el salvavidas desesperado que escoges para rescatar nuestra relación? - Pregunté sin adornos, mirándolo fijo.

Me miró serio y luego de unos segundos bajó su mirada esquivando la mía, confirmando mi teoría y cómo dolía tener la razón. Suspiré, tomé la cajita y la cerré para luego devolverla a sus manos.

De todas las maneras en las que podías pedírmelo, ésta en particular no era la correcta. - Musité. - Motivación y momento equivocados.

¿Eso significa que habrías aceptado en otras circunstancias?

Caminé hacia la encimera de la cocina y busqué la botella de ginebra en el mueble, estaba demasiado sobria para soportar todo eso.

¿Por qué me has pedido matrimonio?

Porque te amo.

¿Por qué me has pedido matrimonio? - Volví a preguntar.

Porque no quiero perderte. - Musitó y yo me recargué sobre la mesa.

¿Perderme por qué? - Me miró con recelo por unos instantes.

Tu sabes perfectamente por qué… O por quién. - Se corrigió y yo sonreí. - Contéstame, ¿Habrías aceptado mi propuesta antes?

Antes de volver aquí probablemente sí, creía que el amor que siento por ti era suficiente. - Musité mientras me servía un vaso para luego girarme a mirarlo. - Y realmente lo intenté… intenté borrarlo a él de mi corazón. - Susurré, sin embargo él me escuchó. - Dios sabe que lo intenté.

No puedes amarnos a ambos… - Respondió.

Si tuvieras razón las cosas serían infinitamente más sencillas. - Sonreí con tristeza y él se mantuvo en silencio, moviendo la cajita entre sus manos nerviosas.

Podemos…

No, no podemos, no hay nada que logre arreglar lo que ya arruiné para los dos. - Inspiré profundo antes de volver a hablar, intentando mantener mi voz decente. - Puedo fingir que sí y mentirte en la cara… ¿Pero de qué serviría? Mereces algo mejor que eso, mereces a alguien que te ame de forma incondicional sólo a ti, que entregue todo por ti. En estas circunstancias tendrías sólo un pedazo de mi.

Kag…

…La otra parte le pertenece a él, desde siempre. - Interrumpí. - Lo necesito de una forma retorcida y poco controlable que incluso se me hace difícil de explicar.

Sonrió y bajó su mirada a la cajita.

Lo sé. - Musitó. - Lo sé… - Me miró con los ojos vidriosos una vez más, se desplomó en el sofá tras él y abrazó sus piernas con sus brazos, intentando mantenerse en una sola pieza. - Tal vez no te merezco como crees.

No digas eso…

Si se trata de ser honestos entre los dos, las últimas semanas mis celos me han hecho cometer errores… - Me trapiqué con mi sorbito de gin y captó mi atención de inmediato.

Errores… - Musité.

¿Qué clase de errores?

Pareció hacerse cada vez más pequeño mientras se apretaba más a sí mismo.

Mi relación con Kikyo… - Vi en el verde de sus ojos a lo que se refería en segundos y él no siguió entregando detalles.

Ajj. - Exclamé con asco. - Tengo un deja vu con esto. - Apreté mis sienes con fuerza.

Después de todo Kouga había hecho lo mismo, engañándome con una chica que se suponía era "sólo su amiga". Suspiré, las mujeres realmente éramos brujas cuando se trataba de captar señales. Bebí de mi vaso hasta el último sorbo mientras recibía el golpe de la realidad: Alex Bonnet, el chico encantador y bueno realmente me había sido infiel antes que yo a él.

Así que te has puesto "el parche antes de la herida" - Musité con una sonrisa falsa. - Por si es que yo cometía un error… - Sólo me miró fijo, sin evocar palabra alguna.

El destino era cruel cuando intentaba demostrar su punto: Nosotros no estábamos destinados a estar juntos.

Tampoco entendía muy bien las motivaciones de Kikyo ¿Qué mujer besaba a un chico con novia y luego le aconsejaba pedirle matrimonio?

Me encantaría decir que me sorprende de ella. - Susurré. - Pero de ti… la verdad es que si me descoloca un poco.

Tampoco podía recriminarle nada, yo estaba haciendo lo mismo hace un par de horas. Tal vez Kikyo era el ente desgraciado que podía ayudarle a paliar el dolor después de todo.

Me sentía tan solo… - Comenzó.

No. - Corté su excusa de inmediato. - Tú me apartaste, tú te alejaste de mi.

No tuve otra opción.

¡¿No tuviste otra opción?! - Grité.

¡Tú y yo lo sabíamos! Tu corazón siempre le ha pertenecido a él, lo veo en tu rostro… ¡Lo veo todo el tiempo!

Una mezcla de sensaciones contrarias se alojó en mi interior. En ese momento lo odiaba, lo odiaba tanto que quemaba, pero su infidelidad hacía infinitamente más sencillo dejarlo sin remordimiento. El dolor era similar al que Kouga me había provocado alguna vez, sin embargo la rabia lo opacaba por completo. Me puse de pie con una sonrisa fingida.

Bien, ha sido bueno conversar las cosas. - Estiré la botella hacia él y bebí un sorbo más. - Por si quedan dudas, esto se termina aquí, claramente no estamos funcionando. - Exclamé antes de caminar por el pasillo, sentí sus pasos seguirme a la habitación.

¿A dónde vas?

Me voy. - Saqué mis prendas del closet en un montón desordenado y busqué mi maleta bajo la cama.

Es tarde Kag…

Sabes, hoy he besado a Inuyasha. - Confesé en una explosión de rabia. - Me sentí tan horriblemente culpable que iba a decírtelo, iba a terminar de todas formas nuestra relación hoy. - Me acerqué lentamente hacia él y cargué mi dedo índice en su pecho. - Pero tú… Tú estabas listo para pedirme matrimonio y ocultar tu error hasta la tumba, tú eres despreciable.

Lo empujé y volví a mi labor, cuando estuvo repleta cerré la cremallera apenas aplastando el contenido y caminé con la maleta hacia la puerta.

Kag… - Lo escuché seguirme.

¡Cállate!

Abrí la puerta y cerré con un portazo al salir.

Caminé hacia el estacionamiento desde el ascensor y encendí el motor al subirme a mi auto. Mientras aguantaba mis lágrimas por orgullo marqué el número de mi jefe en el altavoz.

Buenas noches Kag.

Buenas noches Touga ¿Cómo estás?

Bien, ¿y tú?

Bien bien, si quisiera trabajar ahora mismo… ¿Tienes algún objetivo para mí? - El silencio me pareció una eternidad.

Son las dos de la mañana… ¿Todo bien? - El tono de preocupación instantánea.

Ajá, sólo tengo estos enormes deseos de distraerme, ¿Puedes ayudarme con ello?

Hmm…

Vamos Touga, no soy una niña pequeña, no puedes mantenerme encerrada por mi seguridad y lo sabes. Ya me has salvado lo suficiente.

Suspiró del otro lado.

Te enviaré la información a tu teléfono.

Muchas gracias. - Y corté.

Me detuve de golpe en una calle secundaria, de aquellas donde el tráfico no me molestara y apoyé mi frente sobre el volante. La mezcla de sentimientos subió rápidamente por mi garganta y apreté mis sienes con fuerza. Me sentía brutalmente culpable, pero al mismo tiempo me sentía traicionada. Alex y yo, ambos habíamos jugado a amarnos, sin embargo no lo habíamos tomado con la seriedad suficiente.

Mi celular vibró con una dirección y un nombre y me aferré a ello para huir de mis propios pensamientos.


'

Inuyasha

Comí de mi plato de fruta mientras veía la televisión con una sonrisa de oreja a oreja, sin poner atención genuina a la pantalla. Mi teléfono vibró y salté en menos de un segundo a revisar, tal vez esperando que mi enana favorita apareciera en pantalla, sin embargo era mi padre.

Es mi día libre. - Exclamé de inmediato.

Lo sé, ¿Estás ocupado?

No demasiado. - Me eché un trocito de frutilla a la boca. - ¿Sucede algo?

Me ha llamado Kag… - La sola mención de su nombre aceleró mi corazón. - …Para pedirme objetivos, sonaba un poco… Descompuesta y me he quedado un poco preocupado sabes.

¿No te preocupas demasiado en tu rol de padre postizo? Kag sabe cuidarse sola. - Me obligué a no preocuparme y permanecer tranquilo, pese a que mi cabeza ya había imaginado al menos un par de escenarios fatídicos. Mi padre simplemente guardó silencio, esperando a que yo mismo recapacitara.

Miré el reloj, eran cerca de las tres de la madrugada. Suspiré con una mano en mi rostro y me puse de pie de inmediato, caminé hacia el refrigerador para guardar las sobras mientras sujetaba el teléfono con mi hombro para mantenerlo cerca de mi oído.

Envíame la dirección, yo me encargo.

Te enviaré todo por mensaje. - Corté y busqué mi chaqueta antes de salir.

Aceleré para tomar la primera avenida, marqué la dirección en el mapa y me alivió un poco el ver que estaba apenas a quince minutos de distancia. Al llegar allí me estacioné en la entrada, caminé hacia la casa de madera, la puerta estaba destrozada y el aroma ferroso inundaba cada rincón. Encontré a Kag en la cocina, sentada sobre la encimera mientras hacia girar sus horquillas entre sus dedos y me apuntaba con una de ellas, lista para lanzármela, sin embargo al reconocerme bajó la guardia. Su pobre objetivo estaba destrozado en el suelo, con múltiples perforaciones en todo el cuerpo, desde las cuales brotaban hilillos de sangre que desembocaban en una poza carmesí enorme sobre la cerámica blanca. Sus ojos rojizos me miraron perdidos, pude notar las marcas demoníacas violáceas bajo ellos y que su cabello azabache lucía aún más oscuro, mientras goteaba el líquido espeso desde las puntas. Una escena bastante fuerte para cualquier estómago que no fuera el mío.

Caminé hasta ella pasando por encima del cuerpo y extendí mi mano para ayudarle a bajar.

Ven aquí pequeña, nos vamos a casa. - No era momento de preguntar, si no de contenerla.

¿Crees que soy una mala persona? - Preguntó de pronto sin mirarme.

¿Qué?

Contesta la pregunta. - Musitó bajito.

Por supuesto que no.

Fui mala contigo.

¿Segura de que quieres hablar de esto en este preciso lugar? - Me miró de pronto y miró a su alrededor, como si sólo entonces hubiera despertado de un trance.

Cierto. - Se bajó de un saltito y esquivó la sangre de su víctima caminando de puntillas hasta mi.

Se estiró lo suficiente hasta alcanzar mis labios y dio un beso corto, luego se alejó, estrujó su cabello con una de sus manos, lo sujetó con sus horquillas y yo suspiré.

Andando desastre, te llevo a tu departamento. - Limpié las manchas de sangre de su rostro con mis pulgares.

Ya no tengo departamento. - Respondió bajito y yo la miré confundido

Entonces te llevo al mío. - Me miró como un cachorro asustado.

Vine en mi propio auto.

Le diré a alguien que pase a buscarlo y lo lleve al edificio. - En esas condiciones me aterraba la idea de dejarla manejar.

Voy a manchar todo con sangre…

¿Por qué me importaría algo tan irrelevante como eso? Andando. - No preguntar… sólo contener. Me repetí a mi mismo.

Tardamos cerca de 30 minutos. Estacioné en el subterráneo y subimos en el ascensor, dándome la chance de evitar al conserje y un trauma seguro al ver a una chica tan llena de sangre. Giré la llave en la cerradura y me hice a un lado para dejarle pasar.

Me esperó de pie en la sala de estar mientras yo encendía las luces y caminaba hacia mi habitación; volví a ella con una toalla negra y una de mis camisas.

Báñate y luego si quieres hablar estaré esperando justo aquí. - Sus ojos chocolate me miraron fijo bajo sus pestañas y asintió.

El vapor llenó rápidamente el departamento cuando ella salió del baño, la sentí caminar por el pasillo y me giré a mirarla. Allí estaba con mi camisa blanca sobre su cuerpo, cubriendo hasta un poco mas arriba de la mitad de sus muslos, estrujando su cabello para formar sus ondas mientras el flequillo húmedo y desordenado caía sobre su frente. Tragué saliva, parte de mi había olvidado lo increíblemente sensual que podía verse con mi ropa.

¿Mejor?

Mejor. - Caminó hasta mí en piloto automático, apoyó la palma de una de sus manos en mi pecho y me empujó suavemente contra el sofá. Me quedé allí siendo completamente maleable cuando se subió a horcajadas sobre mí y me abrazó escondiendo su rostro en mi cuello. - Debí quedarme contigo el resto de la noche. - Musitó. - Debí quedarme entre tus brazos.

Aquel parecía ser el espacio de confianza para preguntar sobre los acontecimientos. La rodeé en un abrazo protector por la cintura y apoyé mi mejilla en su cabello.

¿Quieres decirme que te ha pasado en estas dos horas donde te perdí de vista?

Alex me pidió matrimonio. - Soltó de golpe y yo sentí el dolor de un micro infarto en mi corazón ¿Tal vez… Eso significaba que volvía a perderla?

¿Felicitaciones? - Ni siquiera estaba seguro de felicitarla, nadie celebraba asesinando a alguien con tal brutalidad.

He terminado con él. - Guardé silencio y ella suspiró saliendo de su escondite para mirarme de frente - Todo ha terminado.

Sonreí instantáneamente aunque intenté evitarlo; tuve un pequeño momento de empatía por Bonnet, no imaginaba el dolor de pedir matrimonio y ser terminado en el mismo instante.

También me he enterado de que me ha sido infiel. - Y con eso mi empatía y mi sonrisa se fueron al carajo. Tomó mi rostro entre sus manos y suspiró. - En fin. - Me sonrió, sin embargo fue fácil encontrar la falsedad en su gesto.

¿Y eso te hace sentir triste? - Era una pregunta idiota, pero no sabía como proceder.

Me hace sentir enojada, pero también culpable… Yo he hecho lo mismo contigo, asi que ¿Quién soy realmente para juzgarlo por sus errores?

Ahí estaba la Kagome clásica, justificando los errores del resto con los suyos, intentando encontrar un equilibrio de culpas de forma innecesaria.

Ven aquí. - La atraje a mi cuerpo y besé la raíz de sus cabellos mientras la sentía temblar de forma sutil.

Estoy tan enojada… - Su voz temblorosa me hizo apretar los puños. Quizás ella sí había cometido errores, pero las ganas de destrozar a quien la hacía llorar se apoderaron rápidamente de mi.

Lo sé enana. - Musité mientras acariciaba su espalda.

Nunca he querido casarme, pero me han arruinado mi primera propuesta. - Exclamó bajito. - No es justo, ha sido tan forzada…

Shh…

Y no quiero hacer más daño. - Susurró. - Quiero ser la mejor versión de mi misma.

Bueno, puedes empezar desde ya. - Peiné sus cabellos entre mis dedos y la escuché suspirar. - De todas maneras Kag… Esta no será ni la primera ni la última vez que cometerás un error.

Quiero ser la mejor versión por ti. - Musitó y yo sonreí mientras llevaba una de mis manos a su mejilla, acariciando su piel suave con la punta de mis dedos.

¿Y cuál es esa?

La que te adora incondicionalmente. - Musitó mientras se recargaba en mi mano. - La que intenta reparar el daño que pudo haberte causado.

El chocolate de sus ojos captó toda mi atención en ese pequeño instante, los latidos de su corazón, la calidez de su cuerpo sobre el mío, todo lo que habíamos vivido, todas las malas decisiones del pasado, todo para ese momento en particular.

Reparemos los errores entre los dos, ambos cometimos un montón, incluso he llegado a perder la cuenta de los míos. - Pegué mi frente a la suya, cerré los ojos y disfruté de su aroma como único estímulo. - Después de traerte de vuelta, me cuestioné durante días si guiar mis decisiones por el resentimiento valía la pena, a fin de cuentas eso significaba alejarte de mí y no era la decisión que me hacía feliz.

¿Y qué es lo que te hace feliz?

Esto… No necesito nada más. Puedo tragarme mi orgullo, sólo por ti.

Sus dedos trazaron el ángulo de mi mandíbula mientras entreabría los labios antes de hablar.

Quiero quedarme justo aquí. - Musitó. - Este momento en particular me hace sentir que todo el resto ha valido la pena.

Suspiré y la abracé con fuerza, la sentí esconderse en mi pecho y apoyé mi mentón en la cumbre de su cabeza.

Había un montón de otros problemas que resolver allá afuera, pero por ese instante me permití disfrutar de la hermosa victoria, porque a fin de cuentas ella estaba entre mis brazos esta vez. Peiné sus cabellos entre mis dedos, liberando aún más aquella encantadora esencia de vainilla, tal vez en busca de una prueba sensorial que me demostrara que aquello era real, que nadie iba a arrebatármela esta vez, ni siquiera ella misma.

Kagome…

¿Hmm?

Gracias por cumplir tu promesa, te adoro.

Guardó silencio mientras apretaba mi camiseta bajo sus manos.

Te adoro. - Respondió.

Salió de su escondite y me sonrió, tomó mi rostro entre sus manos y me besó lento. Mordí con cierta pertenencia su labio inferior antes de lamerlos y enredar mi lengua con la suya. Un gemido bajito de su parte murió en nuestro beso y apretó sus piernas a mi alrededor, dejándome sentir el roce cálido de sus muslos contra mi pantalón. Se separó para mirarme y su corazón alborotado opacó el silencio a nuestro alrededor.

Te he extrañado tanto… - Susurró contra mis labios.

Mis dedos se movieron al cuello de la camisa que llevaba encima y la deslizaron para dejar su hombro al descubierto. Su piel blanca en contraste suave con la mía, su aroma revoloteando a nuestro alrededor… Jalé de su cabello hacia atrás en un manojo para darme espacio en su cuello y besé lento hasta alcanzar sus clavículas. Suspiros bajitos fueron la única respuesta que necesité de su parte.

Inuyasha…

Mi teléfono vibró en mi bolsillo destruyendo cualquier atisbo de conexión entre los dos, maldije a mi propio padre cuando su nombre apareció en una llamada.

Ya me he encargado padre. - Respondí al contestar. - Kagome está bien, incluso puede saludarte ahora mismo. - Estiré mi teléfono hacia ella.

Hola. - Exclamó mirándome con dudas y volví a pegar el teléfono a mi oído.

¿Ves?

Me alegro de escuchar eso.

Nos vemos mañana. - Y corté para no darle chance de extender esa conversación.

Ahora entiendo cómo me encontraste. - Sonreí.

Culpable. - La tomé por las caderas y sonreí coqueto mientras la abrazaba. - ¿En qué estábamos?

Me estabas besando. - Respondió.

Oh, cierto. - Me estiré para alcanzar sus labios y ella bajó su estatura mientras me abrazaba por el cuello.

Perdí la noción del tiempo bajo su cuerpo, no supe exactamente en qué momento los besos pasaron de adorables a hambrientos o cuando comenzamos a movernos en un vaivén instintivo. Si fui totalmente consciente de la erección dolorosa dentro de mi pantalón y del aroma sutil de su excitación. Para cuando nos separamos sus labios estaban hinchados y sus mejillas sonrojadas. El chocolate de sus ojos iba teñido en trazas rojizas y su corazón latía con fuerza.

Necesito agua. - Jadeó y se puso de pie rápidamente, caminando en puntillas hasta la cocina.

La vi llenar un vaso de cristal y vaciarlo por completo en segundos. Me acerqué hasta ella y apoyé mi barbilla en su hombro mientras la abrazaba por la espalda. La sentí temblar una vez más.

¿Prefieres dormir? Ha sido un día largo para tí.

Lo siento.

Tonta, tomemos las cosas con calma ¿vale? - Me miró desde su posición y se recargó en mi.

Vale.

Puedes dormir conmigo o en la habitación de invitados, tú decides.

Besé su mejilla antes de separarme de ella y caminé por el pasillo en dirección a mi habitación. Recostado sobre la cama permanecí en silencio y sin dormir por horas, mirando el techo como si aquel color blanco fuera lo más atractivo del mundo.

En otras circunstancias, ¿Cómo habría respondido Kag a la propuesta de Bonnet?, tal vez si aquella proposición hubiera ocurrido en Francia las cosas habrían sido completamente distintas para los dos.

A mitad de la madrugada y cuando me había obligado a cerrar los ojos el ruido de la puerta de mi pieza al abrirse captó toda mi atención. Kagome me miró desde el marco y yo simplemente abrí las cobijas para que entrara en la cama. En silencio obedeció y se acurrucó en mi pecho, abrazándome y durmiéndose casi al instante.

Aproveché esas pocas horas, drogado en su compañia y extasiado con la calidez de su pequeño cuerpo junto al mío. Acaricié su espalda de arriba a abajo hasta que logré conciliar el sueño.


'

Boop. - un pequeño toque rápido en mi nariz acompañado de aquel sonido me hizo abrir los ojos y cerrarlos inmediatamente por la luz. - Despierta, se te hará tarde.

Mi subconsciente apenas pudo hilar la situación con la voz de Kag. Cuando logré enfocar la vi de pie frente a mí, mirándome con atención. ¿Seguía soñando?

¿Qué haces aquí? - Me sonrió.

Mirarte mientras duermes.

¿Y cuando llegaste? - Me miró confundida.

¿Aún no despiertas del todo? Dormí aquí, contigo.

Me senté en la cama, restregué mis ojos y bostecé mientras me estiraba. Poco a poco llegaron los flashbacks de la madrugada y sólo entonces comprendí porque me miraba como si fuera un idiota.

¿Recuerdas ahora? - Asentí. - Bien, te he preparado café.

Le sonreí cuando se agachó a mi lado. De inmediato acaricié la cumbre de su cabeza y ella apoyó su mentón en el colchón.

¿Dormiste bien? - Pregunté.

Muy bien, ¿tú?

Has tenido que despertarme, eso responde tu pregunta. - Tomé uno de sus bucles perfectos. - ¿Tú ya estás lista?

Ajá. - Se incorporó y caminó hacia la puerta. - Báñate y tomamos desayuno juntos.

Sonreí como un estupido y me quedé allí sentado por unos segundos, no me molestaba en lo absoluto si mis mañanas eran así de ahora en adelante. Miré el reloj en mi celular, tenía 20 minutos para no llegar tarde, corrí al baño para ducharme rápido.


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Kagome

Me entretuve mirándolo tomar café, apoyada en las palmas de mis manos mientras sonreía sin poder evitarlo.

Toma tu café o va a enfriarse. - Musitó sin mirarme.

No me importa. - Respondí y él me sonrió, acercando una mano a mi mejilla.

Permanecimos allí mirándonos en silencio, tal y como lo habíamos hecho tantas veces en el pasado; me sorprendió lo cómoda que me sentía a su lado, la calidez que me transmitía con el ámbar en sus ojos y las ganas incontrolables de quedarme allí el resto del día.

¿Y si no vamos a trabajar? - Musité y él se rio.

Mala influencia.

Quiero quedarme aquí contigo.

Trabajamos juntos de todas formas.

No es lo mismo. - Fruncí mi ceño y él subió sus dedos hasta mi frente, acariciándola para relajar mi gesto.

Tenemos el resto de la eternidad para disfrutar del otro, enana. - Se puso de pie y levantó las cosas de la mesa. - Tenemos un problema pendiente y no puedo relajarme con ello.

¿Qué problema?

Un psicópata obsesionado contigo, planeando robarte cuando menos me lo espere. ¿Ya lo has olvidado? - Suspiré, Tomura había salido de mi lista de pendientes. - Te he sacado de Francia, pero él vendrá por ti más temprano que tarde.

Asentí y me puse de pie para ayudarlo.

Llegamos a la empresa con apenas cinco minutos de retraso, pero para mi sorpresa el entrenamiento había empezado temprano, algo que en realidad no sucedía. Ambos entramos en el gimnasio bajo la mirada atenta de demasiados ojos curiosos.

Buenos días, Inuyasha… Kagome. - Mi hermano nos miró a la distancia. - Llegan tarde.

Lo siento… Tuve un problema con mi auto e Inuyasha me ayudó con ello. - Escuché a Inuyasha aguantar la risa a mi lado. Sesshomaru simplemente negó con la cabeza en forma reprobatoria.

Ven aquí. - Ordenó y yo lo miré confundida, sin embargo obedecí. - Kagome es la única del equipo junto a Alex que conocen lo que es luchar y resistir al mismo tiempo el veneno en el cuerpo, ellos serán quienes les enseñen cómo hacerlo. - Había olvidado que ese día el entrenamiento estaba a mi cargo. - Alex puedes venir aquí por favor.

Genial. Pensé.

Alex se acercó a paso lento desde su posición, justo al lado de Kikyo. Me miró por unos segundos sin embargo lo esquivé con rapidez.

Bien… - Aumenté la distancia entre los dos y miré al resto del equipo. - Con Sesshomaru hemos hablado y hemos decidido realizar un entrenamiento graduado, lo que significa ir aumentando la dificultad poco a poco. Comenzaremos hoy con un trote de treinta minutos, sumergidos en un veneno suave, ¿Te parece? - Miré a Sesshomaru y él asintió.

Tú decides.

Perfecto. ¿Trajiste lo que te pedí? - Sacó de sus bolsillos un par de bombas de humo y sonreí al tomar una en cada mano.

¿Puedo agregar algo? - Preguntó Alex y yo guardé silencio. - La idea nunca será aguantar la respiración, si no lidiar con sus efectos, soportarlos.

Kikyo levantó su mano para hacer una pregunta y yo rodé mis ojos. Zorra.

¿Cuáles son esos efectos?

Ardor en la piel, vías respiratorias y ojos, sensación de quemazón intensa, dolor de cabeza, náuseas, agotamiento…

¿Alguna otra pregunta? - Interrumpí.

¿Cómo evitamos esos efectos? - Preguntó Miroku.

No los evitas, simplemente los soportas. - Sonreí. - Un baño de agua fría ayuda bastante para hacerlos desaparecer más rápido. Cuando estos dos meses hayan pasado serán expertos.

¿Usaremos esas bombas como arma ofensiva? - Preguntó alguien más y yo asentí.

Conozco la receta de cocina para elaborarlas, utilizaremos la estrategia sucia de Tomura en su contra. - Guardé silencio y esperé por más preguntas, sin embargo todos se mantuvieron callados. - Bien, 30 minutos de trote… ahora.

Lancé las bombas en el medio de aquel gimnasio y rápidamente el ambiente se llenó de un humo morado oscuro. Sujeté mi cabello en una coleta y comencé a trotar.

Kag. - Una de las manos de Alex me sujetó por el brazo derecho.

No. - Exclamé y zafé con fuerza.

Nos debemos una conversación. - Insistió.

Ya hemos conversado lo suficiente. - Respondí mientras trotaba y él me seguía.

¿De verdad echarás por la borda dos años sin remordimiento?

Yep. - No iba a darle la chance de manipularme. - Ve por Kikyo, quizás tiene complicaciones con el veneno.

Lo escuché reír a mis espaldas.

¿Son celos lo que escucho?

Ya quisieras.

Inuyasha apareció de pronto imponente a mi lado, haciendo aún más incómoda la situación.

Buenos días Bonnet. - Exclamó con una sonrisa burlona y yo suspiré, parte de mí esperaba esa actitud. - ¿Has dormido bien? Te veo un poco ojeroso…

Alex sonrió y se detuvo de golpe.

Ahh, Taisho, pésimo momento para interrumpir, como siempre, dame una razón mas para golpearte.

¿Tu crees? Yo siento que en realidad fue el momento perfecto, ella no parece querer hablar contigo y estoy listo para alejarte a patadas si es necesario, déjala tranquila. - Me acerqué de vuelta cuando los vi cada vez más cerca de golpearse.

Ya basta. - Por supuesto, me ignoraron.

¿Quieres decirme algo en particular? - Continuó Alex. - Apuesto a que apenas puedes controlar tu alegría con las buenas nuevas.

Estoy extasiado la verdad, Kag necesitaba deshacerse de la basura que tenía al lado, estoy bastante orgulloso de ella.

Listo, ese fue el estímulo suficiente para provocar un puñetazo en respuesta de Alex y de allí en adelante las cosas se salieron de control instantáneamente. Vi los ojos de Inuyasha cambiar a rojizo justo antes de lanzarse con todo a matar contra mi ex. Intenté separarlos a tirones, algo que no logré. Vi a Inuyasha como ganador sobre su improvisada presa, tomando impulso con su mano para atravesar su pecho y me cubrí los ojos con las manos.

¡NO! - Grité.

Alto los dos, ahora. - Mi corazón volvió a latir con la aparición de Sesshomaru sujetando a su hermano, evitando el desenlace que mi mente ya había previsto.

¡Suéltame! - Gruñó Inuyasha, con las marcas de youkai bajo sus ojos inyectados en sangre. - ¡¿Que clase de idiota le es infiel a una chica como ella? - Gritó a Alex que seguía en el suelo. - ¡Eres una mierda!

Ella no es mejor que yo ¿Verdad Kag? - Musitó en respuesta y yo suspiré, después de todo tenía razón.

Me acerqué a Inuyasha y tomé su rostro entre mis manos, obligándolo a mirarme. Sólo eso fue suficiente para que sus ojos recuperaran el dorado y las marcas demoníacas desaparecieran.

No hagas esto, por favor. - Musité y él me miró fijo, asintiendo luego de unos segundos. - Gracias.

¡Alex! - Kikyo apareció para empeorar aún más las cosas y yo apreté los puños. - ¿Estás bien?

Perdí el enfoque de paz y me reí a carcajadas; en efecto obtuve miradas confundidas de todos, menos de Alex.

Lo siento, he recordado algo muy gracioso. - Exclamé y miré a Kikyo. - ¿No crees que es muy gracioso todo esto, Kikyo?

¿Qué tiene de gracioso? ¡Mira lo que has provocado! ¡Todo esto es tu culpa! - Aquello me quitó la sonrisa del rostro. Me acerqué a paso seguro y la levanté con un tirón de su cabello.

Repítelo.

Kagome… - La voz reprobatoria del Taisho mayor a mis espaldas.

No, por favor Kikyo, repite lo que has dicho, puedes aprovechar de dejar en claro como te encanta meterte en relaciones ajenas. - Me miró impactada. - ¿De verdad crees que no lo sé?

Se zafó de mi agarre y peinó su cabello con sus dedos.

Tú lo has dejado abandonado. - Sonreí y di una patada con todas mis fuerzas contra su pecho, lanzándola al suelo con un golpe seco que hizo eco. De inmediato me lancé a golpearla en el rostro y tironear su cabello mientras Inuyasha intentaba alejarme de ella sin éxito.

La odiaba, la odiaba tanto que quemaba.

Basta enana, es suficiente. - Exclamó Inu.

¡No es suficiente! - Grité resistiéndome a su agarre.

Basta. - Repitió y me levantó con fuerza sujetándome por la cintura, dejándome al instante siguiente entre sus brazos como prisión tranquilizante. - Tu eres mejor que esto.

Lo miré agitada, con el escozor en mis ojos al máximo y mis garras aferrándose a la tela de su camiseta. Sólo entonces fui consciente del espectáculo que los cuatro estábamos dando. Ahí estábamos, en el centro de un círculo improvisado por nuestros compañeros de trabajo.

Retírense todos, ahora. - Ordenó Sesshomaru y todos obedecieron.

El veneno se disipó poco a poco, pude notar como Inuyasha se veía genuinamente fatigado mientras se recargaba en la pared, la rabia no le había permitido sentir los efectos hasta ese entonces.

Esta es la primera y última vez que les advierto que no toleraré esta clase de estupideces. Siéntanse en libertad de repetirlo y ser despedidos en el mismo instante, espero estar siendo lo suficientemente claro. - Todos guardamos silencio y él asintió. - Perfecto, vuelvan a trabajar.

Alex me miró con odio justo antes de alejarse junto a Kikyo.

¿Kikyo? ¿Te ha sido infiel con ella? - Musitó Inuyasha y yo guardé silencio. - ¿Por qué no me lo dijiste?

Es tu amiga.

Con mayor razón debiste decírmelo. - Jadeó y cerró los ojos. - Agg, veneno de mierda, apenas puedo pensar. - Apretó sus sienes con fuerza.

Toqué su mejilla con una de mis manos y suspiré al sentir el calor de su piel.

Vamos, una ducha fría te ayudará bastante. - Le ofrecí mi hombro como soporte para caminar.

Lo ayudé a entrar en la ducha del camarín y di el agua fría al máximo, rápidamente ambos nos empapamos mientras tomábamos bocanadas de aire.

¿Mejor? - Pregunté luego de unos minutos y él asintió.

Mejor. - Me abrazó por la cintura y recargó su barbilla en mi hombro. - Lo siento, lo vi cerca de ti y no quería que te molestara. - Me reí.

No puedo juzgarte, ambos somos un desastre. - Exclamé contra su pecho.

Tomó mi rostro entre sus manos y me miró fijo.

voy a comportarme, por ti. - Asentí y puse mis manos sobre su mojada camiseta para separarme.

Te espero afuera, voy a cambiarme de ropa.

Hmm, cámbiate conmigo. - Susurró y yo sonreí.

¿Estás decidido a provocar que nos echen? - Se encogió de hombros.

Valdría la pena. - Me alejé de sus garras y me miró con enojo fingido.

Estrujé mi cabello y caminé al camarín de mujeres, sin embargo en el camino me encontré con Sesshomaru, quien al instante alzó una de sus cejas y me sonrió divertido.

¿Algo de lo que deba enterarme?

Chismoso. - Resoplé y escuché su risa ronca.

Tu has dado el espectáculo allá afuera e Inuyasha no se queda atrás de todas formas… - Tomó uno de mis mojados mechones y lo miró con atención. - Tengo un par de objetivos para ambos.

Bien, dame un par de minutos para cambiarme. - Me sonrió.

Bien. - Di media vuelta para seguir con mi camino. - Oye Kag.

¿Hmm?

¿Debería ilusionarme con tenerte como cuñada? - Lo miré con los ojos abiertos. - Vamos, es demasiado evidente y yo no soy idiota. - Me reí.

Idiota.

¿Eso es un si?

Cállate. - Lo escuché reír mientras se alejaba.

Para cuando salí Inuyasha me esperaba apoyado en la pared, mirando su celular distraído; al sentirme levantó su mirada y me sonrió, agitando un poco las mariposas en mi estómago. Sólo fui consciente de lo hermoso que se veía su cabello húmedo en un grisáceo oscuro, de cómo los músculos llenaban a la perfección su camisa blanca y de como me picaban las manos por jalar de aquella corbata negra y encerrarnos por un tiempo indefinido en el camarín a mis espaldas.

¿Lista? - Musitó y yo asentí.

Lista.

Lista para todo lo que viniera después de la tormenta, siempre y cuando él caminara a mi lado. Estiró su mano hacia mi, la tomé con seguridad y la acercó a sus labios, depositando un beso corto justo antes de caminar juntos.