Hola hola!

El tiempo pasa rápido y ya estamos a punto de comenzar un nuevo mes! El día acá en chile ha estado deliciosamente frío, lo que me ha motivado a subir este cap, que en realidad busca ponernos al día con respecto al amorcito entre nuestros protagonistas, porque después de 19 capítulos de indecisión se merecen un reencuentro con creces.

Muchas gracias por sus comentarios!

- Geanery Sandoval Castaneda: Kikyo ha sido de ayuda para la trama! Finalmente! Ajajaja, aún esta esa conversación pendiente entre Inu y ella, muy probablemente la veamos en el próximo cap. Espero te agrade este cap! Desde el proximo las cosas vuelven a ponerse intensas, que este sea un relajo antes del caos jiji, un abrazo.

- joiscar: Por ahora es dificil saber si Kikyo y Alex planean algo, disfrutemos del amorcito de InuxKag y preparémonos para el caos en un par de caps mas jeje. Muchas gracias por leerme!

- Ana,mrm: ¿Cierto? La verdad es que muchas veces nos pasa que nos encontramos con gente asi en la vida, al menos en la historia ha servido para juntar a nuestros protagonistas. Muchas gracias por tu review!

- kcar: Se vienen los problemas mas temprano que tarde, pero por este cap he querido dejarlos disfrutar un poquito jeje. Ya veremos que trae el proximo... Un abrazo!

- Kat,rocio : Pucha, últimamente estoy tardando mas de lo habitual, la verdad es que apenas he tenido tiempo libre, empecé un diplomado de estudios y me ha consumido el almaaa ajajaj, pero cada vez que puedo avanzo un poquito en los caps. Todas somos Kag :c siempre hay un tipo que parece ser príncipe y nos destroza las ilusiones en la cara, por ahora francamente no he decidido muy bien que depara el futuro de Alex en esta historia. Estoy trabajando para crear mi pagina, lo prometo ajaja, quizás asi pueda mantenerlas mas informadas. Muchas gracias por siempre esperarme con ansias!

- peachybee09: Espero hayas estado esperando este tambien, porque muy probablemente va a encantarte. Nos leemos en el cap 21!

- Guest: Kikyo y Alex deberían quedar juntos, ¿No crees? He estado meditando eso por varios días jaja.

- YokoGH: Eventualmente cuando todo el caos se relaje un poquis podrán darse el tiempo de conversar las cosas, después de todo eran muy buenos amigos y seria muy triste si no pudieran rescatar eso. INUXKAG por siempreee

- Susanisa: Ahora que es sábado quizas puedas leerlo de inmediato ajajaj. Espero que te guste muchi mucho!

- Angela Inukag: En secreto todos esperábamos esa paliza de Inuyasha a Bonnet XD asi que la verdad es que yo también he disfrutado escribiéndola. Finalmente nuestros protas están juntos, apuesto a que amarás este cap. Nos estamos leyendo.

- Guest: RT! He tardando tanto en actualizaaar, tan poco tiempo para escribir :c pero ya estamos de vuelta jiji. Sango no es cazarrecompensas porque necesitaba particularmente en esta historia que fuera la parte mas calmada de la vida de Kag, y que la sacara un poco de su círculo de asesinatos y muerte, aunque quien sabe, quizas mas adelante se dedique a lo mismo jeje. Intentaré con todas mis fuerzas actualizar la próxima semana, asi que nos estamos leyendo.

- Karisho Lemar: Alex y Kikyo son una mezcla bien explosiva, que podría resultar o muy bien o muy mal, ya veremos con el pasar de los capítulos, por ahora el antagonista real es Tomura y cada vez se acerca un poco más. Muchas gracias por escribir! Espero poder leerte en el próximo cap.

- Guest: Me encantaaa! muchas gracias!

- Soyungirasol25: todos amamos las peleas, una pequeña dosis es ideal, pero es cierto que si se hiciera cotidiano seria demasiado cliche ajajaj, Si lo que deseabas era sangre y escenas intensas este cap te dejará mas que contenta. Inuyasha recién esta entrando en el terreno de ser adorable en pareja, tomará un poquito de tiempo para que se declare como corresponde, pero te aseguro que lo hará.

Disfruten el amorcito de este cap, disfruten de la cercania por la que tanto esperamos mientras yo me dedico a escribir los siguientes. En teoria y si todo anda bien debería poder actualizar el próximo sabado, aunque por ahora prefiero no ilusionarlos con ello, tengo prueba el 12 de mayo y necesito estudiar un montón :c. Si mantengo mi palabra en que siempre habrá actualización, mas temprano que tarde.

Muchas gracias por tanto amorcito, muchas gracias por sus comentarios!, siempre me sorprende la cantidad que recibe cada cap, y la verdad me encanta, porque significa que realmente les gusta mucho lo que escribo.

Un abrazo enorme

Frani.


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Capítulo 20 - Recuperando el tiempo perdido.

Dos días después

Inuyasha

Luego de ese incómodo inicio de semana las cosas se habían mantenido calmadas para los dos, y con "calmadas" me refería a que simplemente habíamos vuelto a nuestra agradable rutina de amigos, con algunas muestras de cariño adicionales, aunque no tantas como hubiera deseado.

Kag entrelazó sus dedos con los míos, mientras matábamos el tiempo sentados en el sofá de mi apartamento.

Veo algo de color… Gris. - Busqué rápidamente con la mirada a mi alrededor, una misión bastante compleja, considerando que la decoración que había escogido era literalmente en tonos grises.

¿En serio enana? Todo aquí es gris. - Se rio.

Tres oportunidades, pierdes y preparas la cena.

Keh. - Resoplé y seguí mirando con atención. - La lámpara en la esquina.

Nop.

Hmm, la alfombra.

La alfombra no es gris Inuyasha.

¿Cómo que no?

Es color plata.

El color plata es una variante de gris.

Nop. - Me reí y la abracé entre mis brazos. - Una última oportunidad.

Bien, no podía tomarme eso a la ligera. Las cortinas eran gris oscuro, pero probablemente ella no escogería algo tan fácil de adivinar. Miré su cuerpo con atención, la camiseta blanca y el short de pijama en azul marino quedaban descartados, sin embargo sus calcetines largos eran grises con lunares blancos.

Tus calcetines. - Miré sus pequeños pies escondidos y ella guardó silencio. - ¿Gané?

Me miró desde su posición y me sonrió.

Tal vez.

Di besos cortos sobre su cabello, restregué mi mejilla con la suya y ella se giró entre mis brazos para quedar de frente. Sentí sus brazos subir y abrazarme por el cuello mientras yo buscaba sus labios con los míos. Kag me recibió con tanto amor que sentí un revoltijo agradable en mi pecho, como me pasaba con cada uno de sus besos. Ya me había acostumbrado a ciertas cosas características de ella en esos momentos entre ambos, como por ejemplo su corazón martillando con fuerza contra su pecho, o como cada vez que nos besábamos sus dedos buscaban un mechón en la parte trasera de mi cabeza, jalándolo con suavidad tal vez para liberar un poco de su energía. Mi lengua jugueteó con la suya en toques suaves y escuché un par de suspiros antes de separarme de ella, dando besos cortos.

No habíamos vuelto a tener sexo desde la última vez hace dos años y tampoco quería presionarla para ello, después de todo en aquel escenario yo era el que menos complicaciones había tenido; yo había permanecido soltero mientras ella había estado en pareja, yo había disfrutado del triunfo cuando ella había rechazado una propuesta de matrimonio hace apenas un par de días.

Me miró encantadora y me hundí a voluntad en el dulce chocolate de sus ojos, sonriendo como idiota mientras pegaba mi frente a la suya.

¿Qué quieres cenar? - Preguntó mientras sus manos acariciaban mis mejillas.

A ti. - Me sonrió.

Idealmente algo genuinamente comestible. - Respondió.

Hmm… - Di besos sobre su nariz y su mentón, mientras ella simplemente se dejaba hacer. - No lo sé, decide tú y lo preparamos entre los dos.

Bajé hasta su cuello siguiendo el trayecto de su yugular, dando toques suaves con mis labios y en respuesta ella levantó un poco su barbilla, dándome espacio para seguir en lo mío.

Quiero… - Di un pequeño mordisco suave, sacándola de su concentración. - Quiero…

Lamí la zona, sintiendo como poco a poco la sangre me quemaba por las venas. El enorme cardigan de lana rosa que llevaba para abrigarse se deslizó de sus hombros, dejando a la vista un poco más de su nívea piel. Me abrazó con sus muslos por las caderas, acomodándose más sobre mí y jalé de su cabello hacia atrás con cierto nivel de dominancia, admirando por unos segundos lo hermoso que era el ángulo formado por sus clavículas

¿Te estoy distrayendo? - Pregunté haciendo trazos suaves con mis garras cerca de su escote.

No. - Sonreí con el jadeo encubierto que logré arrancar de sus labios.

Perfecto, continúa.

Quiero… - Acerqué mis labios a los montes conformados por sus pechos y se detuvo en seco, luego jaló de mi cabello para obligarme a mirarla. - ¿Te divierte distraerme?

Un poco... - Admití.

Me miró seria por unos segundos,

Te odio. - Musitó.

Te odio más. - En respuesta sus labios buscaron los míos en un beso hambriento. La abracé a mi, sintiendo sus pechos aplastarse contra mis pectorales; casi al instante mis manos buscaron el broche del sujetador en su espalda, mientras las suyas se colaban bajo mi camiseta entre los dos. Quité su cardigan y la moví para quedar sobre ella en el sofá. Mis manos recorrieron la trayectoria de sus piernas, disfrutando su suavidad característica.

Así habían transcurrido esos días entre los dos, en una deliciosa y constante tortura, apenas resistiendo las ganas de tocarnos todo el tiempo, sin embargo realmente me había esforzado por no apresurar las cosas… por darnos el tiempo de avanzar poco a poco. Sus caderas se movieron contra las mías y el roce íntimo nos hizo gemir a ambos, sin embargo, como si el mundo estuviera en mi contra el ruido de nuestros teléfonos rompió un poco el momento.

Ignóralo. - Jadeé entre besos.

Eso intento.

Bien. - Amasé uno de sus pechos bajo la palma de mi mano y en reacción su espalda se curvó hacia mí.

La llamada no fue suficiente, pues de inmediato le siguieron al menos cinco notificaciones de mensajes. Suspiré hastiado mientras me recostaba sobre su pecho.

Voy a matar a mi padre. - Su risa bajita movió mi cabeza.

Quizás lo mate yo. - Las notificaciones siguieron llegando y la escuché suspirar.

Esto tiene que ser una broma… - Gruñí y ella escapó de mi agarre para alcanzar el aparatito sobre la mesa.

La vi desbloquear la pantalla y leer con interés.

¿Tienes ganas de trabajar?

No realmente. - Exclamé mientras volvía a sentarme. - Voy a renunciar.

¿Ni siquiera por dos millones de yenes? - La miré de reojo mientras ella movía el celular en su mano y suspiré.

Quizás esa cantidad de dinero si lograba convencerme.

Busqué mi celular y leí el mensaje de mi padre, tres objetivos que coincidentemente eran hermanos y un objeto a recuperar.

¿Cenaremos de regreso? - Pregunté.

Ramen. - Me sonrió y yo me rendí devolviéndole el gesto.

Ve a alistarte, prepararé mis armas mientras tanto.


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Kagome

Nos movimos juntos hacia la dirección de destino, que correspondía a un edificio enorme en el sector más acomodado de Tokio.

Entramos en la recepción tomados de la mano, sin poder evitar la mirada vigilante del conserje. Rápidamente miré la pequeña plaquita en su traje.

Buenas noches Taiki, ¿ha llegado algo para nosotros? - Me miró confundido.

¿De que departamento?

1403. - Respondí con una sonrisa, apostando toda mi suerte a que ese número realmente existiera.

Miró de mala gana el libro frente a él, buscando con el dedo si había realmente correo.

No por ahora señorita. - Le sonreí y me recargué sobre el mesón.

Nosotros vivimos aquí, nos conoces desde siempre. - Musité y vi sus pupilas responder al instante. - Señor y Señora Yamamoto. - Indiqué a Inuyasha quien también sonrió un poco.

Por supuesto. - Respondió bajito.

Apagarás las cámaras del ascensor por mi mientras subimos. - Él asintió, obedeciendo de inmediato. - Y borra las grabaciones desde que entramos aquí.

No hay problema.

Perfecto. - Sonreí. - ¿Algo más que agregar querido?

No por ahora. - Taiki nos sonrió tan servicial como un conserje debía ser, despidiéndose con su mano cuando caminamos directo a los ascensores.

Inuyasha marcó el piso 20 en el tablero y apretó mi mano con la suya.

Bien, se supone que tenemos 30 minutos antes de que nuestros objetivos lleguen a casa, ocupemos ese tiempo en encontrar el objeto. - Asentí.

La cerradura de la puerta no fue problema para Inuyasha, quien abrió con una sola patada. El lugar era increíblemente amplio y de dos pisos, los ventanales eran enormes, dejando a la vista la ciudad nocturna en todo su esplendor.

Dios, necesito vivir en un lugar como éste. - Exclamé.

¿Te gusta?

Es hermoso. - Acomodé el pequeño audífono en mi oído. - ¿Me escuchas bien? - Pregunté.

Te escucho perfecto Kag. - La voz ronca de Sesshomaru resonó a la perfección. - ¿Sigues odiándome por interrumpir tu noche de descanso?

Creo que Inuyasha te odia más.

En efecto. - Confirmó a mi lado para luego subir por las escaleras y desaparecer en el segundo piso.

Por supuesto, mi hermano vive para odiarme, pero en fin, según el plano que manejo, debes entrar en la primera puerta a la izquierda. - Miré en la dirección indicada, sin embargo no encontré nada.

No hay puertas a la izquierda.

¿Segura?

Yep.

Sube al segundo piso.

Subí la escalera sin bajar la guardia por si es que algún objetivo estaba esperándome al acecho.

Mismo comentario, llega al pasillo y entra en la primera habitación a la izquierda. - Repitió.

¿Sabemos siquiera lo que estoy buscando?

Un pequeño cofre negro. - Suspiré. - Al parecer es de mucho valor para quien contrató nuestros servicios.

No hay nada aquí. - Exclamó Inuyasha, apareciendo desde la última puerta en aquel pasillo. - ¿Nada abajo?

Nada. - Me sonrió por un instante desde su posición en aquella oscuridad y no tuve tiempo de devolverle el gesto, no cuando se abalanzó hacia mí, lanzándome al suelo en el mismo instante, protegiendo mi cuerpo con el suyo y asegurándose de que mi cabeza no golpeara el piso marmoleado con su mano.

Vi el montón de cristales a nuestro alrededor, sin comprender que acababa de suceder. La preocupación inundó sus ojos dorados mientras su mano derecha subía a mi frente.

¡¿Inuyasha?! ¡¿Todo bien?! - Escuché la voz de su hermano venir desde nuestros audífonos, sin embargo él no contestó, estaba demasiado interesado en algo de mi rostro.

Sus dedos rozaron una de mis sienes y sentí un ardor instantáneo en la zona.

¿Estás bien? - Preguntó; yo seguía sin comprender nada, sólo asentí y él sonrió. - Bien, déjame sacarte de aquí.

Giramos en el suelo para quedar detrás de una de las tantas paredes mientras otro disparo atravesaba de lleno una pared a nuestro lado.

No entiendo. - Susurré.

Un francotirador ha decidido marcarte con un fusil a través de esa ventana. - Indicó el ventanal roto al final del pasillo. - La bala te ha rozado incluso.

¿Qué? - Toqué bajo mi flequillo y sentí el ardor nuevamente. Era cierto, las balas comunes y corrientes en general no nos hacían demasiado daño, pero podía apostar a que una alojada en la cabeza funcionaba de manera distinta.

No estamos solos, voy a matar al idiota. - Gruñó y se puso de pie. - Todo bien, me muevo a la torre de al lado. - Exclamó al aire, probablemente contestándole a su hermano. - Ven por Kag, ahora.

¿Bromeas? Me quedo contigo.

Ajá. - Jaló de mi mano para llevarme planta abajo mientras esquivábamos más disparos. Intenté zafarme sin éxito.

¡Inuyasha! - Protesté. - ¡No vas a dejarme fuera de esto!

No te estoy preguntando. - Exclamó molesto. - Tu te vas, ahora.

Un par de sujetos aparecieron frente a nosotros bloqueando la única salida y de inmediato lo escuché suspirar mientras se ponía frente a mí, ocultándome del alcance de las armas.

Sube y busca el cofre. - Ordenó y yo dudé. - Vamos enana, ¿Confías en mí o no?

Ninguno de los dos se mueve. - Exclamó uno de los hombres.

Kag… - Inuyasha me miró y yo asentí.

No lo medité demasiado y confié en él a ciegas como tantas veces lo había hecho en el pasado. Corrí hacia las escaleras obedeciendo su orden y casi al instante una bala rozó mi pierna derecha.

¡Ve por ella! - Escuché decir a uno de los hombres.

Ja, sobre mi cadáver. - Aquel gruñido conocido me apretó el corazón, luego de eso escuché un montón de golpes, conteniendo apenas las ganas de voltear.

Abrí la primera puerta a la izquierda de una patada y busqué el jodido cofre negro sobre el escritorio y bajo él, barriendo al paso con las cosas que estaban encima por la desesperación. Suspiré mientras miraba a mi alrededor y seguí buscando en las estanterías a mis espaldas.

No hay nada aquí Sesshomaru.

Muy probablemente lo han escondido. - Me respondió desde el audífono. - Busca con calma.

¡¿Con calma?!

¿Qué es lo que buscas con tanta desesperación? - El ruido del seguro de un arma al ser desbloqueada me petrificó en mi lugar, me giré y encontré frente a mi otra cara de los objetivos que nos habían señalado.

Un cofre, negro para ser más específica. - Admití y el chico sonrió.

Manos sobre la cabeza, ahora. - Ordenó y yo obedecí de inmediato. - ¿Quién te envió por el cofre?

Eso no te importa. - Respondí y de inmediato sentí el ardor de una bala en mi costado izquierdo, distinguiendo de inmediato que no estaba usando balas de plata y eso me daba bastante ventaja. Esquivé otro par de disparos y me abalancé contra él, quitando las horquillas de mi cabello y pegando el filo de ambas a su cuello. - Dime dónde está.

Me miró en pánico sin contestar, sin embargo sus ojos se movieron hacia una pintura de óleo en la pared. Sonreí conforme hasta que un nuevo disparo se alojó en mi abdomen. Me erguí un poco para mirar la mancha de sangre en mi vestido.

Cariño… Viste que no funcionó el primero, ¿por qué funcionaría el segundo? - Quité el arma de sus manos y la lancé lejos.

¿Qué eres? - Sonreí y sentí el subidón de energía instantáneo cuando mis ojos ardieron y tomé impulso para atravesar su cuello con mis armas.

Me puse de pie, rebusqué con mis garras en las dos heridas de mi abdomen para buscar los proyectiles, luego caminé hacia la pintura, sintiendo a mis espaldas sus quejidos moribundos. Detrás de aquel óleo una caja fuerte obstruyó mi victoria.

Dame la clave.

Jódete. - Respondió apenas.

192023. - La voz de Inuyasha desde la puerta me distrajo. - Me la dijo su hermano.

Presioné los pequeños botones con mis garras y sonreí cuando sentí el clic al abrirse.

Perfecto. - Allí estaba nuestra recompensa personal. Me giré con una sonrisa, sin embargo Inuyasha sólo tuvo ojos para mis heridas.

¿Y eso? - Preguntó acercándose de inmediato.

Sentí sus dedos en la zona, si bien habían comenzado a cicatrizar su toque molestó un poco.

Nada, balas inútiles. - Se giró hacia el pobre sujeto en el suelo, aún aferrándose a su asquerosa vida y caminó hasta alcanzarlo, poniendo su pie sobre su pecho. - Déjalo, ya está muerto.

Se agachó a su lado y le sonrió, tan sádicamente que incluso tuve un poco de lástima.

¿Y tu fusil francotirador? - Preguntó burlón. - Tú le disparaste desde la torre vecina. - Exclamó y el sujeto sólo lloriqueó. - Y no conforme con ello le has disparado otra vez.

Quitó una a una las horquillas, aumentando de inmediato el sangrado.

Lo siento. - Apenas pude escucharlo.

No te creo. - Acomodó el guante de cuero negro que envolvía su mano y la apoyó en punta en su esternón. - Voy a disfrutar mucho esto. - Sonrió y perforó lentamente su pecho, disfrutando de cada grito de su pobre víctima hasta que sólo hubo silencio a nuestro alrededor. - ¿Tienes el cofre? - Sus ojos dorados destacaron en la oscuridad cuando se giró a mirarme, sólo asentí y él se incorporó. - Bien, andando.

Ambos salimos del apartamento y entramos en las escaleras de emergencias para no llamar la atención, después de todo ese era un lugar libre de cámaras y poco utilizado por los habitantes de un piso 20. Apenas habíamos bajado un par de pisos cuando me atreví a preguntar.

¿Estás enojado?

Muy enojado. - Respondió. - Tienes esa muy mala costumbre de no obedecerme cuando te digo que te vayas.

Pero las cosas han salido bien…

Sin previa advertencia me acorraló contra la pared en la oscuridad, quitándome las palabras de la boca. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó con hambre, dejándome sentir en aquella ferviente caricia el miedo que había tenido de perderme. Una de sus manos quitó el pequeño cofre de las mías tirándolo al suelo y la otra buscó el audífono en mi oído y en el suyo, lanzando ambos con fuerza contra la pared y destrozándolos al instante. De ahí en adelante las cosas no hicieron más que descontrolarse. Sentí sus besos bajar hasta mi cuello, donde lamió con vehemencia el trayecto de mi yugular mientras apretaba entre sus palmas mis pechos por sobre la ropa.

Tienes que dejar el jodido hábito de asustarme de ese modo. - Musitó ronco contra mi piel.

Okey. - Respondí apenas. ¿Qué más iba a decir? En otra situación habría comenzado una discusión, ahora mismo no me interesaba en lo absoluto.

Jadeé entre besos mientras ocupaba todos mis esfuerzos de concentración en desabrochar los pequeños botones de su camisa, colando mis manos apenas lo logré para sentir su piel caliente contra la mía. Desabroché con cierta desesperación el broche de su pantalón mientras él subía a tirones la tela de mi vestido y acomodaba su ya más que dispuesto miembro entre mis piernas, entrando de una sola vez con una embestida que me quitó el aliento, llenándome por completo.

La fricción exquisita de su carne con la mía invadió mi mente con el recuerdo tangible de nuestros encuentros en el pasado, multiplicando las sensaciones de aquel entonces por mil, ahora que ambos nos pertenecíamos y ninguno de los dos sentía culpa por ello. Sus manos subieron hasta mi rostro, pegando su frente a la mía mientras me penetraba con ansias desesperadas, intentando controlar la fuerza que ejercía sobre mí. Disfruté de cada uno de los gruñidos y gemidos roncos que dejó escapar entre besos, de como mi núcleo ardía de deseo intenso por él y de la sensación de la piel de su espalda siendo rasgada por mis garras mientras intentaba aferrarme.

La humedad creció rápidamente en mi centro, quizás motivada por lo excitante que era aquella situación. Lo abracé con una de mis piernas por las caderas, obligándolo a entrar más profundo en mí, moviendo mis caderas contra las suyas cada vez más rápido, más desesperada por sentirlo aún más unido a mí. Y entonces el orgasmo me alcanzó sin aviso previo, recorriéndome como una sensación electrizante desde mi vientre bajo al resto de mi cuerpo, haciéndome estremecer entre sus brazos con gemidos cortitos y desesperados, esforzándome por captar un poco de aire. Pocos segundos después un gruñido hizo vibrar su pecho bajo mis palmas cuando se liberó dentro de mí, abrazándome por la cintura mientras mordía con fuerza mi hombro derecho. Nos quedamos allí mientras recobrábamos energías, acompasando poco a poco nuestra respiración.

Tomé su rostro entre mis manos y lo besé lento, no estaba preparada aún para dejarle ir.

Mierda, esto no es lo que tenía en mente para nuestro reencuentro. - Musitó y yo me reí.

¿Y qué es lo que tenías en mente?

Cualquier escenario que no incluyera una escalera de emergencias o tus manos y las mías llenas de sangre ajena.

Esto es lo que somos. - Bajó sus labios hasta los míos, me dio un beso corto y tomó distancia para darse espacio suficiente y analizar mi abdomen.

¿Duele mucho? - Preguntó mirando con atención las manchas de sangre seca.

Ya no duele. - Se agachó frente a mí y besó las heridas pequeñas provocadas por las balas. - Supéralo, van a sanar antes de que lleguemos a casa.

Hmm… - Acomodó sus pantalones y volvió a abrochar su camisa. Miró su teléfono mientras yo bajaba mi vestido. - No tengo nada de señal.

Miré el mío.

Yo tampoco.

Salgamos de aquí, Sesshomaru no debe estar comprendiendo por qué de pronto los audífonos dejaron de funcionar. - Los pateé con uno de mis pies y se rio frente a mi.

Salimos de allí sin mayores problemas, la salida de emergencia daba hacia la calle trasera y eso nos evitaba cualquier encuentro desafortunado.


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Inuyasha

Caminamos de la mano y me sentí dando pasos entre nubes, poco confiado de que aquello en realidad estuviera pasando y más aún: que realmente me sintiera cómodo con ello. La miré a mi lado, y llamé su atención apretando suavemente el agarre de mi mano entrelazada con la suya. Sus ojos chocolate encontraron los míos de inmediato, regalándome una sonrisa que me derritió por dentro.

Entramos en la oficina de mi padre donde nos esperaban él y Sesshomaru. Al entrar noté la mirada silenciosa de ambos al mirarnos y sólo entonces recordé la sensación cálida en mi mano derecha; como si Kag hubiera leído mi mente, me soltó rápidamente.

Hijo mío, Kagome. - Nos sonrió y casi al instante vi a mi hermano llevar su mano a la boca para tapar una sonrisa.

Debíamos apestar a sexo, estaba seguro de ello.

Dejé el pequeño cofre sobre su escritorio y asintió.

¿Todo bien?

Todo bien. - Contesté. - Los tres objetivos están muertos y ahí está tu jodido cofre. - Me sonrió.

¿Y mis audífonos? - Preguntó mi hermano a mis espaldas.

Se rompieron. - Respondí de inmediato.

Una lástima. - Me giré a mirarlo y noté cómo aguantaba una sonrisa. - ¿Y tú Kag?

¿Yo qué?

¿Estás bien? - Bajó su mirada siguiendo la de mi hermano y sólo entonces recordó la sangre seca sobre su vestido.

Un par de heridas de bala, nada que no solucione una ducha caliente. - Ambos rieron.

¿Podemos ir a casa y confiar en que nos dejarás dormir esta vez? - Pregunté a mi padre.

Por supuesto, pueden dormir todo lo que quieran. - Me miró de forma sugerente y sentí a Kag trapicarse con su saliva mientras tosía un poco. - ¿Mañana diriges tu nuevamente el entrenamiento Kag?

¿Hmm? No lo sé, ¿lo dirijo yo? - Miró a Sesshomaru quien sólo movió la cabeza en un gesto afirmativo. - Entonces si.

Perfecto, mientras antes preparemos al equipo mejor, estamos contra el tiempo. - Mi padre parecía genuinamente contento. - El pago se depositará en un par de horas a su cuenta bancaria, que descansen. - Ambos sonreímos y caminamos hacia la puerta. - ¡Ah!, antes de que lo olvide Inuyasha ¿Estás ocupado este fin de semana?

Me giré a mirarlo.

No lo creo, ¿por?

No espero que lo recuerdes, pero es el cumpleaños de tu madre, quiere que almorcemos en familia temprano. - Asentí.

Aquí estaré.

Kag también está invitada. - Lo miré serio y él se encogió de hombros. - Sabes que ella en realidad es familia también.

Sonreí.

No manejo los tiempos de Kag. - La miré a mi lado un poco incómoda. - Tal vez tenga otros planes. - Lo que menos quería era presionarla, sobre todo ahora que las cosas iban bien entre los dos.

Mi padre la miró esperando su respuesta.

No se si puedo, pero revisaré - Respondió ella.

Tranquila, revisa y avísanos, sabes lo mucho que Izayoi te adora. - Kag sonrió forzada y asintió.

Salimos juntos de allí, caminamos en silencio para salir de la mansión y apreté el botón de las llaves para desactivar la alarma.

Tu padre lo sabe. - Exclamó con voz dramática apenas nos subimos a mi auto. - ¿Viste su cara? Lo sabe todo. - Exploté en una carcajada casi al instante y ella frunció el ceño de inmediato. - ¡No es gracioso!

Lo siento… - Exclamé entre risas. - Es que es gracioso verte estresada por ello, incluso si sospechara lo que sucede entre los dos… ¿Qué importa? .

He llegado aquí hace dos semanas siendo pareja de alguien más, ¿y si piensa que soy una cualquiera? - Aguanté la risa esta vez.

Enana… - Tomé su rostro entre sus manos y la miré fijo. - Sobre piensas demasiado. - Besé su frente, la solté para encender el motor y manejé en dirección a mi departamento. - Mis padres tienen esta fijación patológica de tenerte como nuera, jamás pensarían nada malo de ti, lo que me preocupa es que comiencen a forzar las cosas.

¿Entre nosotros? - Asentí.

Sé que este proceso es más difícil para ti que para mí, eres tú quien acaba de terminar una relación. Quiero tomarme las cosas con calma y mantener nuestro propio ritmo, asi que si un almuerzo familiar te aterra, lo comprendo.

Si me aterra. - Admitió.

Entonces no es necesario que asistas.

Pero adoro a tu madre. - Me miró complicada y suspiré.

Ella lo sabe y te adora también, comprenderá a la perfección. - Aún parecía sentirse demasiado culpable.

¿Puedo pensarlo unos días? - Sonreí y asentí.

Entramos genuinamente agotados, eran cerca de las tres de la madrugada después de todo. La vi quitar sus tacones y arrastrar su ser hasta el baño, donde sentí el ruido de la ducha de fondo. Quité mis propios zapatos y me preparé un café mientras ella se duchaba, sin embargo no pude concentrarme en ello. Caminé y vi la puerta entreabierta, quizás ella esperaba eso de mi. El vapor me ahogó por unos segundos. La vi asomarse por el cristal, mirándome fijamente.

Ven aquí. - Musitó y yo obedecí como un can entrenado.

Me acerqué y ella tiró de mi corbata hacia si misma, manteniendo sus labios a escasos centímetros de los míos, sin alcanzar a juntarlos. Sus manos quitaron mi chaqueta y buscaron los botones de mi camisa, mientras yo simplemente me dejaba hacer. No aguanté mucho más cuando sentí sus garras recorrer el borde de mi pantalón y me abalancé contra ella metiéndome de lleno bajo el agua caliente.

Busqué sus labios con cierta desesperación y ella me correspondió, estirándose de puntillas mientras yo la abrazaba por la cintura. Sentí sus manos trabajar en el broche de mi pantalón y bajarlo, luego simplemente tuve que patearlo a otro lugar. Bajé desesperado a su cuello mientras sentía sus gemidos in crescendo. Recorrí con mis manos el trayecto de su pequeña cintura hasta el relieve de su busto

¿Esto es más parecido a lo que esperabas de un reencuentro? - Preguntó jadeante.

Hmm… - Bajé hasta su pezón izquierdo y lamí mientras la miraba a los ojos. - No lo sé, podemos ir probando hasta convencerme.

Me parece perfecto.

Me hundí de lleno entre sus pechos y lo definí como mi lugar favorito, sentí sus manos jalar de mis cabellos en sincronía con cada mordida suave que di sobre su piel. Seguí bajando hasta su abdomen, dónde apenas eran visibles las heridas de hace un par de horas. Lamí desde su ombligo a su lampiño monte de venus, sin dejar de mirarle en ningún momento.

Ven aquí. - Gimió.

No. - Introduje un par de mis dedos en su interior, con cuidado de no lastimarla y sonreí al sentirla húmeda. Acerqué mi boca y lamí sobre su centro, mientras ella se aferraba a mi cabello y yo subía una de sus piernas sobre mi hombro, simplemente para darme más espacio. Poco a poco sus caderas se movieron siguiendo el ritmo de mi lengua, y la sentí correrse en una estela de sabor suave mientras gemía mi nombre. Subí hasta alcanzar su boca y volvió a besarme mientras me abrazaba por el cuello. Rocé su entrada con mi miembro, evitando entrar para tentarla poco a poco y luego de unos minutos se giró pegando su espalda a mi pecho, moviendo su trasero para seguirme el juego. Jalé de su cabello hacia atrás y bajé hasta su hombro, dando besos cortos y ascendentes hasta su cuello.

¿Cuántas veces nos había imaginado en esa situación? ¿Cuántas fantasías había creado en mi mente incluso antes de darme cuenta de lo mucho que me gustaba mi mejor amiga?

Y ahora después de tantos años tenía el permiso, tenía la oportunidad de tocarla, de deslizar mis manos por su húmedo cuerpo, de presionar su entrada mientras ambos jadeábamos por la falta de oxígeno.

Sentí sus paredes abrazarme con calidez, poco a poco, entrando con cuidado esta vez. Giró su cabeza para alcanzar mis labios mientras nos manteníamos en ese ritmo lento, disfrutando el uno del otro.

Inuyasha… - Jadeó entre besos mientras yo apretaba sus pechos con suavidad, acercándola más a mi. - Tengo un problema.

¿Qué clase de problema? - Sus manos se apoyaron en la cerámica.

No veo un futuro cercano donde decida salir voluntariamente de esta ducha y dejar de hacer esto todo el tiempo contigo. - Sonreí contra su cuello, manteniendo el vaivén entre los dos.

Tenemos tiempo de sobra. - Musité dando besos cortos. - No hay apuro en disfrutar.

¿Lo disfrutas tanto como yo? - Preguntó.

No tienes idea de cuanto. - Mordí el lóbulo de su oreja y ella recargó su peso sobre mi.

Me encantas. - Gimió.

Aumenté la velocidad, luchando por esperarla antes de mi propio orgasmo. Bajé mis manos hasta su clitoris, masajeándolo y obteniendo casi al instante el subidón de energía que necesitaba en ella. Sus gemidos se hicieron cada vez mas sensuales, y cuando nos sentí a ambos al borde del abismo mordí con fuerza sobre su yugular, disfrutando la mezcla del sabor ferroso en mi boca y la electricidad del clímax apropiándose de mi. Levanté mi cabeza manteniendo los ojos cerrados y sintiendo sus besos cálidos sobre mi mejilla.

Aquella fue probablemente una de las noches más tranquilas de mi jodida existencia, estrechándola entre mis brazos, disfrutando del aroma a vainilla que se acentuaba en su cabello húmedo.

Kag. - Susurré contra la cima de su cabeza.

¿Hmm?

Te quiero. - Se acomodó acurrucándose más cerca.

Yo también a ti.


Despertamos y desayunos juntos al otro día, llegando más temprano de lo habitual a la mansión de mi padre.

¿Crees que podamos desocuparnos antes de las seis? - Preguntó distraída mientras caminábamos por el estacionamiento.

No lo sé, ¿Por? - Se encogió de hombros.

Sango quiere verme a esa hora.

Puedes no acompañarme en la última misión y así tienes tiempo de sobra. - Me miró enojada.

Esa no es una opción. - Fruncí mi ceño siguiéndole el juego y la abracé por la cintura.

¿Por qué no?

Porque nos movemos juntos o no nos movemos. - Se estiró de puntillas para alcanzar mis labios sonreí entre besos.

Para cuando nos separamos fui consciente de como mi madre nos miraba desde la entrada de la mansión, con cierto nivel de impresión y al mismo tiempo victoria en su rostro.

Mierda.

Sentí el corazón de Kag doblar su velocidad habitual mientras mi madre nos mostraba una sonrisa enorme y supe que ya no teníamos escapatoria.