La carnicería

Kozuki Momosuke tenía veintiocho años y era el propietario actual del restaurante japonés Wanokuni, que su abuelo fundó tras emigrar del pequeño pueblo de Ebisu a East Blue. Su padre Oden, había sido el mejor chef de aquel restaurante y su propietario más exitoso, sin embargo, hacía algunos años que el había desaparecido, en una noche lluviosa en la que fue a entregar un pedido particularmente grande a una casa en los suburbios, debido a que el resto de los repartidores se encontraban muy ocupados ese día. Su familia gastó una cantidad horrorosa de dinero en buscarlo, contactando a la policía, detectives privados e incluso anunciando a su padre en televisión nacional para ver si de casualidad aparecía. La policía finalmente lo dio por muerto, dejando a la familia deshecha, sin embargo, poco a poco fueron superando la pérdida y reabrieron el restaurante, siendo ahora administrado por Momosuke, con su hermana Hiyori como chef principal, mientras su madre y su abuelo disfrutaban su retiro, casi sin intervenir en el restaurante.

Era por eso que Momosuke tenía pavor de los días como aquel, donde el por alguna razón fuera de su control, terminaba ayudando a los repartidores. Afortunadamente, esos días eran raros, sin embargo, cada vez que se presentaban el temblaba, pensando que el fuera a sufrir el mismo destino que su padre. Ese día en particular, no se había presentado uno de sus repartidores, por lo cual el lo había suplido. Desafortunadamente, esa fatídica noche, tras entregar varios takoyakis, onigiris y sushis estilo California (una aberrante mutación de la gastronomía japonesa según su conservador abuelo), Momosuke sufrió un asalto y ahora estaba contra su voluntad retenido por aquel asaltante, quien lo llevaba como un costal de patatas dentro de una casita pintada enteramente de rosa chicle. El 322 de la Wholecake Drive para ser exactos. Pese a todo el dolor que de la paliza que su asaltante le había dado Momosuke trataba de forcejear durante el trayecto, gritando, pataleando y golpeándolo, en un intento de librarse, mientras era internado en la casa de horror de los Charlotte.

Mientras tanto…

- Vamos cariño, abre la boca. Se un buen chico y comete la deliciosa comida de mamá. – Dijo Charlotte Linlin a un encadenado Brook quien estaba siendo alimentado con embudo por uno de sus hijos mayores.

Durante los primeros días de su encierro, los captores de Brook, viéndolo muy delgado y sin músculo se aseguraron de alimentarlo de bombones, chocolates y deliciosas donas fritas para que ganara algo de peso; sin embargo, debido a una condición genética se le dificultaba en extremo engordar, no pudo subir de peso en casi dos semanas, por lo que ahora los Charlotte estaban recurriendo a medidas extremas, alimentándolo con una mezcla de manteca, azúcar y un asqueroso suplemento alimenticio en polvo aumentar musculatura; la cual le era suministrada al menos seis veces por día, en un embudo como si Brook fuese un ganso para paté de Francia. Brook sentía que al ritmo que iba más que engordar, el iba a sufrir un tipo de paro cardiaco por arterias tapadas o un coma por exceso de azúcar. Tendría suerte si salía en una sola pieza de esa maldita casita del horror en la que lo tenían atrapado.

Finalmente, Brook terminó de tragar el contenido asqueroso que le daban, sintiéndose mareado por el sabor y la textura. El veterano detective se sentía sin esperanza, hacía poco más de una semana que Linlin le había obligado a disimular su desaparición y el había mandado un mensaje con pistas a Zoro en un intento de que este último lo salvara. Sin embargo, hasta ahora no había habido respuesta alguna. Quizá, después de tantos años peleando contra los carteles, defraudadores afiliados a mafias y extremistas asesinos por todo el país, ahora, su destino se encontraba sellado en morir atiborrado de manteca en ese suburbio tan "pacífico" del que todos hablaban como uno de los barrios más seguros del mundo. Zoro, pese a ser listo, quizá no entendería la indirecta que le había dado, o peor aún; el la entendería y no sería más que otra víctima de esa horrible bestia en forma humana que era Charlotte Linlin y sus hijos.

- Mamá, ya casi es el baile de los bomberos. ¿Cómo prepararemos el pastel especial de carne si la cosa sigue así? – Rezongó Cracker, mientras limpiaba el embudo con el que había estado alimentando a Brook esa noche.

- Hijito mío, no te preocupes. Aún aún tenemos bastante material. – Dijo Linlin apuntando con su dedo a un montón de carne mezclada con especias aromáticas y condimentos, la cual estaba en siendo amasada por la diligente Charlotte Smoothie.

- ¿Y que haremos con Brook entonces, mamá? – Preguntó nuevamente Craker.

- ¡El podría ser mi nuevo novio! ¡Después de todo a mi me gustan los chicos delgaditos! – Dijo Linlin emocionada.

Brook solamente se rio, no de felicidad, sino por lo absurdo de la situación y el estrés que le generaba todo eso. ¿De verdad esa señora pensaba inducirle Síndrome de Estocolmo? ¿Tras todos esos menjurjes asquerosos que le había dado y todas las atrocidades que había visto en esa habitación? ¡Quien se creía ella! ¡Si al menos hiciera el esfuerzo de darle un té caliente para la noche o al menos enseñarle las bragas!

- ¿Qué se te hace tan gracioso zopenco? – Gruñó Katakuri quien iba entrando a la habitación. En sus manos tenía una motosierra ensangrentada, igual que toda la pijama de Hello Kitty que tenía puesta.

- Mil disculpas, solo tuve un recuerdo feliz. ¡Yohoho! – Exclamó Brook tratando de salvar su pellejo del violento hombre que tenía en frente.

Katakuri solo se quedó en silencio, sin quitar su mirada fría del pobre Brook, quien, pese al aire acondicionado de aquel cuarto estaba sudando. Súbitamente, se escuchó un fuerte disparo fuera del cuarto, haciendo que todos los presentes dejaran en seco sus acciones. Subitamente entró al cuarto salió Snack, sujetando a Momosuke, quien yacía muerto en sus brazos.

- ¡Ya lo hice mamá! ¡Le metí un disparo! ¡Ya hay material nuevo! ¡Ya podremos hacer tu especial pastel de carne! – Decía Snack gritando de alegría.

Sin embargo, Linlin, lejos de alegrarse, hizo una mueca grotesca y aterradora.

- ¡Imbécil! ¡Se suponía que no les debemos disparar a nadie! ¡Arruina el sabor! ¡Arruina el sabor! – Rugió Linlin.

Snack se percató de su error y chilló de miedo, pero era ya demasiado tarde.

- ¡Cracker, Smoothie, sujétenlo! ¡Katakuri, damé la motosierra! – Comandó Linlin.

- ¡No, mamá, no, por favor, mamá! ¡No fue mi intención! – Rogó Snack mientras sus hermanos lo inmovilizaban poniendo su cuerpo contra la mesa, donde Smoothie había estado preparando carne.

- Ya se que le vamos a poner al pastel de carne especial de este año… - Dijo Linlin, sonriendo como maníaca mientras encendía la motosierra.

Brook trató de cerrar los ojos para no ver el horror desenfundarse ante sus ojos, pero fue inútil, pués aún en la más profunda obscuridad, aquellos gritos de dolor, el rugir de la motosierra y la sádica risa de Linlin le describieron de la manera más sórdida y aterradora la literal carnicería que estaba pasando frente a el.

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Emocionada porque ya mero sale el Gear 5.

Muchas gracias a Monnies por tus comentarios. Tu intuición es correcta, las cosas se están descontrolando para Linlin, jajaja. Muchas gracias por leer, espero que pasen un excelente fin de semana.