Madamme Tracy está a media sesión de espiritismo porque hoy es jueves (¿No se había retirado Madamme Tracy de esas cosas?) Igualmente no es que Aziraphale no conozca de esas cosas. Toca la puerta.

No, querido. De estas no, de las otras.

Pues Aziraphale toca la puerta y está hermosa su sesión de espiritismo pero... no le van a abrir por lo visto.

Madamme Tracy deja las tazas de té para sus clientes justo antes de empezar y les pide un segundo yendo a la puerta a abrir. Ahí está Aziraphale sonriendo un poquito, nervioso, mirando hacia la calle de reojo.

—Sí, querida será solo un momento —habla con alguien de dentro de la casa y liego se gira a la puerta—. Oh... Mr... Aziraphale —parpadea ella sorprendida

—Madamme Tracy. ¡Buenas tardes! ¿Está ocupada?

—Iba a empezar la... sesión —mira hacia adentro—. ¿Ha sucedido algo?

Well... sí.

—Oh. Ehm... qué tal si se nos une, querido, y luego hablamos de ello

—Crowley no está por aquí... ehm... ¿verdad? Obvio —suspira.

—¿Eh? —creo que nunca les presentaron—. Ah, su... —no tiene claro cuál es que sea su relación pero sabe que tienen una—. ¿Marido? El de las gafas de sol, ¿no? No. ¿Tiene que venir?

—¡No es mi marido! —se sonroja infamemente y, en serio, el ANILLO DE BODAS que traes aún en el dedo no te ayuda.

—Bueno... novio, disculpe.

—No es mí... e-es mí...

—Hijo, de verdad... —niega con la cabeza porque le da igual con qué término complicado, incomprensible y moderno vas a definir tu relación—. Pase. Le traeré un té.

Pantoprazol... digo Pantosexual.

Cuando ella era joven o erais novios o estabas casados o no te comías un colín. Nada de todas estas complicaciones raras de ser demisexual bisexual aromático (¿Por cierto, desde cuando lo de los aromas tenía que ver con esto?) no binario transgénico ecologista. Y la verdad, ella era muy moderna y podía aceptar todas esas cosas, pero sinceramente prefería no hacer preguntas.

Aziraphale asiente, porque vale, venga, y toma la bolsa que ha traído como de Mary Poppins y que ha puesto en el suelo, entrando.

Madame Tracy le acompaña la espalda con una mano para que pase y luego cierra la puerta.

—Entre al fondo, estamos en la salita.

—No quisiera interrumpirla...

—No se preocupe, querido, al contrario. Creo que puede ser usted de mucha ayuda.

—¿Yo? Sinceramente no estoy seguro... ¿dónde puedo dejar esto? —pregunta sobre su bolsa.

—Dónde usted quiera —entra tras él—. Démela junto con su abrigo, la pondremos aquí con las demás —señala el sofá donde efectivamente están las chaquetas de los invitados.

—Ehh... no quiero que nadie se la lleve, traigo cosas delicadas aquí dentro. ¿Es muy larga la sesión de hoy?

—Pues eso depende enteramente de usted —oh sí, yo tendría miedo.

—¿D-De mí? Pero yo soy un... no. No voy a ser el médium de la sesión.

—No tiene por qué ser exactamente el médium... —le toma de la mano y tira de él a la salita con olor a coles de Bruselas al fuego—. Quiero presentarles un colega de profesión, un renombrado médium... —le anuncia

Hay tres personas dentro, una pareja joven y una mujer de mediana edad. Los tres levantan las cejas y les miran.

—Oh... ¿quiere decir que este hombre es médium de verdad? —pregunta la mujer joven porque si Aziraphale no entra en una definición con su aspecto, es en esta.

—Ni lo dude, querida, el mejor ocultista de la ciudad. No se dejen engañar por su aspecto, no encontrarán uno más veraz en todo Londres —responde Madame Tracy.

Aziraphale abre la boca porque NO es un... ¡cómo va a ser un médium!

—Madame Tracy! —protesta el un poco, porque como los suyos sepan que ahora la anda haciendo de médium, lo matan!

—Por favor, no sea tímido, querido —responde ella con una sonrisa.

—¿Y cuál es su especialidad? —pregunta la mujer de mediana edad también arrugando la nariz un poco.

—Los... demonios, por supuesto —asegura Madame Tracy de la nada. Aziraphale levanta las cejas o sea por el amor de Dios.

—Exterminar... a los demonios —aclara solo por si acaso.

—Sí, claro...

—¿Qué insinúa, Madame Tracy? —pregunta el, riéndose nerviosito

—¿Y en qué consisten sus técnicas? —pregunta el hombre

—Es... una habilidad personal.

—Oh... ¿y cree que podría pasarse por casa de mi madre la semana que viene? No es que creamos mucho en estas cosas pero llega un punto de desesperación que... Hace años que creemos que hay un ente maligno —comenta la chica.

—Ehh... no suelen habitar casa los entes malignos.

—¿Ah, no?

—No, suelen tener mejores cosas que hacer. Aunque hay algunos bastante tontos.

—Parece que tiene usted bastante experiencia.

—No se creerían cuanta —asegura Madame Tracy. Aziraphale se aclara la garganta y casi le da un codazo a la mujer, sonriendo un poco.

—Las sesiones... deben ser cortas.

No deberías decir esas cosas. Ejem.

Anda... ¡No digan esas cosas! No se refiere a... dejen de... ¡Crowley!

—¿Lo dice porque los demonios son poco inteligentes? —pregunta la chica.

—Lo digo porque las sesiones largas... obtienen resultados poco fructíferos.

—¿Por qué?

Aparentemente porque lo que NO tiene que pasar... no pasa demasiadas veces.

¡No pasa cuando se pide que pase!

—Porque... el médium... se cansa —¡cállense!

Que se va a cansar si no pasa NADA.

—Es lógico, debe ser un esfuerzo mental... y físico increíble —asiente el chico.

Ya se cansará, ¡van a ver! Aziraphale no se está enterando del doble sentido de todo esto, ¿¡vale?!

Claro, claro.

¡Que no!

—E-Es... u-un... esfuerzo.

Crowley opina que qué va a saber él si nunca pasa.

Que no ha pasado porque Crowley no ha querido, ¿¡vale?!

¡Que va!

¡Esta vez! Él le pidió un beso, uno bueno, ¡y Crowley se ha ido!

¡Y él se apartó 528358 veces y pidió una puta!

No pidió una... ¡CÓMO VA A PEDIR UNA PUTA!

—Un esfuerzo muy serio. La realidad es que este tipo de contacto no debería existir.

Madame Tracy parpadea un par de veces sin estar segura de qué está hablando... o sea, es que esto suena MAL.

—E-En lo absoluto, es... un contacto muy inapropiado.

—Disculpe, ¿inapropiado por qué? —pregunta la mujer de mediana edad

—E-Entablar relaciones con demonios... e-espíritus demoníacos, digo.

—Pero sirve para para purificarlos, ¿no es así?

—Bueno así como... purificarlos...

—¿Destruirlos?

—No. No... no. Bueno en mi caso concreto... sí. De hecho hoy tengo planeado... intentar destruir a uno.

La impresión de los cuatro. Aziraphale carraspea con eso porque... sigue sin gustarle esto.

—¡Oh! ¿Cómo?¿Aquí?

—Madame Tracy, ¿tiene usted demonios?

—Ehm... al finalizar. Madame Tracy... si pudiéramos empezar con esto, necesito hablar con usted después—. No, no... de hecho... no —agrega para ellos

—¡Tal vez podríamos verlo! —propone la chica, emocionada

—¡O ayudarle! —agrega el chico

—No. Ayudarme DEFINITIVAMENTE no. Es peligroso, es... mortal. Es más. Cualquiera que me ayude ira directamente al infierno, se los advierto —manotea mucho al hablar, visiblemente nervioso.

—Oh, pero está usted aquí para protegernos, ¿no? —asegura la chica.

—Además yo he visto en una película... —añade el muchacho

—No. No y no. Madame tracy... insisto en hablar con usted.

Ella vacila un poco.

—Por favor, esto no es ficción, estamos hablando de cosas serias —asegura nerviosa.

—Aun así, si solo miran como si fuera una película quizás puedan... presenciarlo —asegura Aziraphale al que al parecer el público le emociona por alguna razón. Vamos, además de que el que tenga público le imprime realismo.

Madame Tracy le mira con cara de... "¿Estás seguro?" Y hace un sonidito de desaprobación pero se levanta para hablar con él, que la mira nerviosito y camina hacia el pasillo.

—Tengo que... se... se han complicado las cosas un poco últimamente.

—¿Más que el fin del mundo?

—Yes. Bueno... No. No para todos. Pero sí para... para Crowley y para mí.

—¿Por?

El ángel junta las manos, preocupadamente.

—Bueno, vamos a decir que ni su... ehm... oficina ni la mía están contentas en lo absoluto con las circunstancias y... nos han dado a ambos una misma orden.

Madame Tracy levanta una ceja.

—Esperan que... bueno. Nos matemos —sonríe un poquito, y se ríe nerviosito para no asustarla.

—Eso no me parece "no estar contentas" —levanta ambas cejas.

—Ehm... ya, ya... vamos a decir que apoyaban muy animosamente el fin del mundo y... Bueno, ehm, vamos a decir que han decidido... bueno... acabar con todo esto de la manera más... —hace una pausa pensando en palabras positivas y solo se le viene al la cabeza un conjunto del tipo: cruel, horrible, espantosa, desgarradora, angustiante, trágica...—, ehm... poco favorecedora

Antes estabas seguro de que esto era súper elegante.

¡Pues elegante es! Además de cruel, horrible, espantosa, desgarradora, angustiante, trágica...

—Aun no entiendo del todo bien esto de... como funcionan vuestras oficinas. ¿No podéis simplemente declinar? ¿Renunciar al trabajo?

—No. No... no. Vamos. No.

—Mmmmm...

—Pero no... no es nuestra intención matarnos de verdad.

—Bueno, eso espero... pero... ¿entonces?

—Necesitamos convencerles a todos... de que lo estamos intentando.

—Aja...

—Así que vendrá. Y... lo intentaremos.

—¿A-Aquí? —traga saliva y le mira.

—Lo siento.

—No pasará nada. De verdad

—Ha dicho que era peligroso... —replica poniéndose nerviosa porque lo ha escuchado claramente. Aziraphale vacila un segundo.

—P-Porque no quiero a nadie intentando matar a Crowley... exitosamente —aprieta los ojos y se sonroja

—Oh... entiendo.

—Aún así, sí quiero que... todos están muy convencidos de que esto irá en serio.

—Pues es que estás hablando de matar demonios, querido.

—¿Y?

—Estás personas están aquí porque CREEN en esas cosas. Suena bastante serio.

—Es muy serio.

—¿Qué vas a hacer entonces? —asiente.

—Un... tipo de exorcismo.

—¿Cómo?

—Tengo que decir unas palabras, traje una madera y... bueno, no quiero contarle para que pueda reaccionar.

—Entiendo... intentaré mantener alejados a esos tres.

—No va a pasarles nada. Solo... a Crowley —suspira.

—Tú... procura no hacerte daño, hijo —sí, eso es lo que le preocupa.

—¿Yo? Bueno... Él vendrá aquí intentando matarme también. Y no sé qué va a hacer.

—Me refiero tú a ti mismo.

—¿Qué? ¿Por qué iba a... hacerme daño a mi mismo? —se ríe un poco.

La verdad, no le quiere decir por tonto, así que le toma del brazo y le da unas palmaditas.

—Estoy un poco nervioso —admite.

—Todos, querido. TODOS.

—Es que no quiero matarle.

—Aun creo que deberías decirles eso a tus jefes. No está bien que os vayan pidiendo que cometáis asesinato.

—Ya se los hemos dicho...

—Tal vez es momento de retirarse.

—Uno no puede... retirarse.

Ella le mira con cara de circunstancias.

—Estaremos bien... puede que necesitemos su ayuda en algún punto, pero estaremos bien.

—Y cuándo es que...

—¿Ajá?

—¿Va a venir?

—Eso quisiera yo saber —ojos en blanco. Ella levanta las cejas—. Me ha dicho que tarde, ¡pero he llegado tarde!

—Oh... ¿no le habrá pasado algo?

—Ser un idiota es lo que le ha pasado.

—Sería terrible que algún pequeño inconveniente impidiera... bueno, el gran inconveniente.

—El agua bendita... —susurra consternado mordiéndose el labio. Ella le mira—. Cielos. ¿Y si le pasó algo?

—A lo mejor solo llega tarde. Venga, vamos a tomarnos esa taza de té mientras le esperamos.

—Vale... vale. Debe estar bien —mira hacia la puerta.

—Porque no me ayuda un poco con mis invitados y así nos distraemos.

Aziraphale suspira.

—Solo no exagere, Madame Tracy...

Ella levanta las manos en señal de rendición y le guía de nuevo con los otros tres. Él sonríe un poco... aún pensando en si Crowley se habrá desintegrado con el agua bendita o no.

—Entonces... ¿Vamos a ver como un profesional mata un demonio de verdad?

—Si viene ese demonio en algún punto... sí.

—¿Cómo ha conseguido citar a un demonio para destruirlo? —pregunta la chica joven ahora más interesada en esto

—Le he estado espiando, desde luego. Una de azúcar, Madame Tracy. Es difícil, muy difícil. Y requiere mucho trabajo y preparación.

Madame Tracy hace lo que le pide y le acerca su tacita de té.

—¿Pero cómo supo que lo era? —insiste el hombre.

Thank you, dear. Eso... requiere también hmmm... práctica. Le conozco hace tiempo... hum... y es solo algo que sé.

—¿Y cómo podríamos nosotros descubrir a uno? —pregunta la mujer mayor.

—No se los recomiendo.

—¿Por qué no?

—Porque los demonios son peligrosos para personas como ustedes.

—Pero deberíamos saber protegernos entonces.

—Madame Tracy, creo que debería hacer una línea de sal, recuerdo haber leído sobre ello en algún lado —interviene la chica joven.

—Ohhh, ¡esa es una excelente idea! Ni ustedes ni él pueden cruzarla —asegura el ángel.

Madamme Tracy mira a Aziraphale no muy segura pero ahí va a por la sal y Aziraphale sonríe nerviosito para los demás.

—Ehm... esto va a ser muy peligroso para mí —les explica.

—¿Por qué?

—El querrá... matarme.

Todos hacen un sonidito de sorpresa/ miedo.

—Y querrá hacerlo muy en serio. No se dejen engañar por su apariencia —añade, como si acaso su apariencia fuera a engañar a alguien más que a ti.

—¿Q-Querrá matarnos a nosotros... también? —pregunta la chica joven, preocupada.

—No, si ustedes no le atacan a él.

Los tres asienten un poco acojonados y ahí vuelve Madame Tracy con la sal para Aziraphale.

—Ehm... Muy bien, pongo un poco por aquí y ya... ¿a quién quieren contactar? —pregunta levantándose por la sal y pensando que sitio puede darles buena perspectiva pero... sin que lo crucen.

—Mi madre... —empieza la chica joven y señala a la mujer mayor—. Está segura de que hay una presencia oculta en su casa desde que mi padre falleció en dos mil quince.

—Ohh... ¿era su padre un buen hombre?

—¡Desde luego!

—Bien, eso da... buenas posibilidades.

—¿De qué? —pregunta la chica.

—¿Cree que pueda ser mi marido? —añade la mujer.

—No, no creo. ¿Por qué querría asustarla su marido?

—Bueno, él siempre fue muy... cómo decirlo...

—¿Ajá? —Aziraphale pone sal por aquí y por allá

—Siempre le llamaron mucho la atención estas cosas ocultas, aunque en realidad no era creyente —todos le miran preguntándose si acaso está sazonando el suelo... Va a quedarle salado

—Bueno, saber de este tema no te hace querer asustar a todos.

—Mi madre cree que mi padre pudo abrir alguna especie de... portal —explica la chica.

—¿Portal? —Aziraphale parpadea.

—¡Para la entrada de demonios!

—Ohhh... ¿Cómo unas escaleras? Cielos, no lo creo —más bien una autopista.

—¿Escaleras?

—Bueno, hay que subir para llegar aquí desde... abajo.

—¿Suben en escaleras?

—Hay varias formas... sí. Las escaleras son una de ellas. Y no... habría que preguntarle a Cro... Cronfield... Ehm... un conocido que tengo que suele... que ha... visto más demonios. Ehm... listo.

—No sabía que había tantos especialistas en este tema en la ciudad —comenta la chica.

—Él no es de aquí.

—Lo que solemos hacer... —interviene Madame Tracy—. Es tratar de contactar con los espíritus para que ellos nos digan.

—Ah, ese asunto. Es verdad. Hmmm... vale. Vale. Esperemos no atraer... bueno. Vamos a ver, siempre se puede explicar —Aziraphale se sienta otra vez.

—¿Explicar?

—No, no. Olvídenlo —sonríe pensando en... atraer a algún ser celestial. No estaría mal. Vamos, que puede asegurar que está aquí para matar a Crowley pero no está seguro ¿y si algo va mal? ¿y si es muy obvio? Es la PRIMERA vez. Y está seguro que van a sentir otra vez el... asunto del amor.

—¿Se toman de las manos... ehm... por favor?

De repente los cuatro empiezan a sentirse más cómodos con esto en lo que viene siendo algo... más sensato y habitual. Es decir, todo eso de la sal está muy bien, pero definitivamente esta es otra cosa.

Todos menos Aziraphale que sigue considerando esto algo bastante más mágico que las conversaciones habituales con seres del cielo o del infierno. Pero bueno. Ehm...

—¿Cómo se llamaba su marido, buena dama?

—T-Terry...

—Terry... ¿Terry qué más?

—P-Pratchett.

—Pratchett! Vaya... no es muy común. Habrá que ver que no esté ocupado haciendo algo interesante...

Tal vez tomando el té con la muerte. Eso es... uno nunca sabe y él parecía tener historias bastante interesantes. La mujer asiente.

—Llámelo... venga... —cierra los ojos.

—¿Y-Yo?

—Pues... si Madame Tracy hizo algunas cosas bien, sería, ehm... lo mejor.

La mujer vacila y llama a su marido con la voz un poco quebrada... como respuesta, golpean a la puerta.

Holy sh- —Aziraphale se corta s sí mismo, sin esperar eso.

Todos levantan las cejas porque ehm... esto de que los fantasmas existan es divertido hasta que... existen.

—Ehm... M-Madame... Tracy... ¿puede ir a abrir la puerta? —pregunta Aziraphale pensando en si será Crowley.

—¿Y esto? —señala que están tomados de las manos.

—Ehh... bueno, ehm... ¡adelante!

Por supuesto que es Crowley, que sonríe de lado al reconocer la voz de Aziraphale y abre la puerta con un chasquido de dedos... haciendo que se abra de par en par para un mayor efecto dramático. Tal vez podría hacer estallar en llamas algo.

—Ohh! —es que los ojitos de Aziraphale no mienten en lo absoluto.

Sergent Shad... —se queda a mitad de la palabra cuando les ve, como si no hubiera esperado encontrarle ahí. Vacilando. Los tres Pratchett se quedan paralizados.

¿Sería mucho pedir que empezara a sonar Symphaty for the devil de los Rolling Stones en algún lado? Gracias.

Sinceramente a Aziraphale se le escapa un poquito la sonrisa pero rápidamente recuerda que esto es muy serio.

—¡Es el demonio! ¡Todos al suelo!

Crowley levanta las cejas con eso. Bien, fuego será, se prenden llamas un par de objetos aleatorios alrededor de la salita de Madame Tracy y se quita las gafas mientras los tres Pratchett se meten bajo la mesa y Madame Tracy grita porque ¿¡qué hacen quemando sus cosas!?

Ah y... abre sus alas negras, no sea que los humanos luego vengan con que... bueno, podría haber sido solo un tipo gótico con lentillas raras. Claro, claro, justifícate a ti mismo.

Aziraphale levanta las cejas con eso y hace un par de movimientos exagerados para sacar un crucifijo de su bolsa, que levanta hacia él y sus utensilios expertos... que no son más que una infusión de té de... algo que ha preparado siguiendo la receta que le dio Crowley.

—¡Atrás, demonio! ATRAS. VADE RETRO!

—He venido a matarte, ángel —asegura moviendo las alas y saca dos pistolas negras y relucientes de dentro de la americana, apuntándole.

Parpadeo, parpadeo. Sí, los demás opinan lo mismo.

—Con... ¿eso?

—No te muevas.

La verdad, Aziraphale le sigue haciendo cara de... "wow, ¡y luego te quejas de que no hago yo esfuerzos!" porque el otro día ya estaba en plan de "Yo tengo un plan, y tu no! JA!"

Pues... ¡Este es un plan!

Sinceramente, Aziraphale piensa por un segundo que podría ir corriendo hacia él y darle un beso.

—¡No me matarás! ¡Yo tengo jarabe de palo de ángel! —EN SERIO LE VAS A LLAMAR ASÍ?!

Crowley parpadea con las pistolas en alto y arruga la nariz pensando que eso suena... fatal. Y que de todos modos eso tampoco es mortal, si es por lo que no está pasando lo que tiene que... pasar.

Mueve las manos para crear dos remolinos de fuego alrededor de la habitación... girando alrededor de Aziraphale para que no le toquen por error, solo faltaría eso. Aunque el efecto es impresionante. Los humanos siguen gritando.

Regna terrae, cantata Deo, psallite Cernunnos, Regna terrae, cantata Dea psallite Aradia. caeli Deus, Deus terrae... —empieza a recitar Aziraphale.

Crowley frunce el ceño porque eso es lo que si funciona... y le dispara a la cara.

Permitidme parar un momento la narración en este momento dramático de la hostia para recalcar de manera obvia y sin algún tipo de error, que de las pistolas salen dos chorros de AGUA de la más corriente, moliente y absurda. Del grifo.

Aziraphale no se entera de que va a disparar... menos aún agua, así que sigue recitando y... casi se ahoga en algun punto.

—Wah!

Crowley para un momento y cuando ve que vuelve a empezar a hablar vuelve a dispararle a la cara. Como un crío, eres.

—GGgggggg! C-C! —Es que además este es medio torpe e idiota

Sigue disparándole cada vez que ve que empieza a hablar, por lo menos no sonrías. Aziraphale se medio cubre la boca, apretando los ojos e intentando volver a recitar.

—Crowley!

Se ríe un poco por estar fastidiándole. Súper creíble que es esto así. Es que es un idiota.

—¡El agua bendita no me lastima! —asegura gritando... y tratando de no ahogarse —. Pero gfgggg! ¡Tú tendrás ggg! ¡Que retroceder ante mí!

Como no le hagas desaparecer las pistolas, no vas a volver a decir una frase completa en tu vida. Va a tener que ser con un chasquido. ¡Es para defenderse, Gabriel!

Laqueo, and deceptione nequitia,

Omnis fallaciae, libera nos, dominates. Exorcizamus you omnis immundus spiritus Omnis satanica potestas, omnis incursio,

Infernalis adversarii, omnis legio, Omnis and congregatio secta diabolica. Ab insidiis diaboli, libera nos, dominates, Ut coven tuam secura tibi libertate servire facias, Te rogamus, audi nos!

Así le llamamos ahora a esto, defenderse... Crowley echa atrás las manos como si le hubiera quemado al desaparecerle las pistolas y se dedica a hacer más grande el vórtice de fuego con movimientos dramáticos y de aspecto amenazador lo que dura la "oración".

Aziraphale acaba de notar qué hay una cosa que va a tener que hacer si quiere que esto sea creíble para el cielo... y en la que no había pensado

Te rogamus, audi nos!

Ut inimicos sanctae circulae humiliare digneris,

Te rogamus, audi nos!

Terribilis Deus Sanctuario suo,

Cernunnos ipse truderit virtutem plebi Suae,

Aradia ipse fortitudinem plebi Suae.

Benedictus Deus, Gloria Patri,

Benedictus Dea, Matri gloria!

Finalmente, tras unos cuantos gritos exagerados y gestos dramáticos el cuerpo de Crowley cae de rodillas, como un cascarón vacío.

Y... ahí está el problema. Si el REALMENTE acabara de terminar con Crowley... Lo único que podría hacer en este momento será caer también de rodillas y soltar un grito absolutamente desgarrado. Así que eso es exactamente lo que hace.

El círculo de fuego se apaga alrededor, solo quedan un par de llamitas prendidas aquí y allí que Madame Tracy no se atreve a salir a apagar, abrazada a los Pratchett bajo la mesa todavía.

Vale, después de esto, es posible que la señora Pratchett solo tuviera cañerías viejas y ventanas mal cerradas en su casa.

Y Aziraphale está en el suelo haciendo un drama... ¡pero un drama!

Tras unos cuantos segundos... en los que no pasa nada, Madame Tracy se atreve a salir un poco y acercársele.

—¿Hijo...?

—Waaaah! ¡Yo no quería! ¡Pero tuve que hacerlo! —sigue llorando escandalosamente así como se le hubiera pasado algo terrible.

Madamme Tracy parpadea un poco y le pone las manos en los hombros intentando confortarle.

—Ya... ya estoy. Perdone Madame Tracy, perdone... —se limpia la cara... si es que ha conseguido soltar alguna lágrima. No parece, la verdad, pero se esfuerza.

—¿Está usted bien?

—N-Nunca es... fácil... para un ángel, matar a ningun ente. Por más diabólico que sea —se limpia la cara otra vez—. Cielos. Estoy temblando. ¿E-Están bien ustedes?

Madame Tracy mira a los Pratchett que siguen bajo la mesa, asienten y ahí se acerca Aziraphale un poco a Crowley

—N-No... No va a volver, ¿no es así? —pregunta el chico.

—Tendríamos que hacerle algo a su cuerpo ahora... —interviene la chica.

Voy a decir, que el muy cínico E INÚTIL del sargento Shadwell, hasta ahora entra por la puerta muy preocupado.

—¡¿Pero qué pasa?! ¡Estás haciendo demasiado escándalo hoy!

—Nadie va a hacer nada a su cuerpo. El señor Aziraphale se lo llevará y... —Madame Tracy se vuelve a Shadwell—. Richard!

—Ohhhh! Pero él es... oh! ¿Qué ha pasado ahora? —levanta las cejas a todo lo que ocurre.

Madame Tracy suelta un poco a Aziraphale, acercándosele.

—¿Pero qué mierda acaba de pasar aquí?!

—Nada... Nada. Un exorcismo. Una típica tarde de jueves querido.

—Oh, Sargento Shadwell... Hello —Aziraphale le sonríe un segundo y luego recuerda que debe ponerse serio—. Ehm...

—¿¡Le han hecho un exorcismo a este demonio otra vez?! —pregunta Shadwell refiriéndose a Aziraphale.

—Eh... no. Pero no importa porque ya se iba, ¿verdad?

—Sí. Sí. Me voy. Con todo y el... ehm... cadáver de Crowley. ¿Me ayudaría, Shadwell a subirlo a... su... coche?

Madame Tracy hace un gesto a Shadwell para que vaya.

—¿El cadáver de... what?! —piensa en el horror de la mafia que vendrá tras ellos viendo a Crowley en el suelo.

—Venga, venga conmigo. Ahora le explicaré todo —Aziraphale le medio sonríe, tomando su bolso y sus abrigo—. Cárguelo, cárguelo.

Madame Tracy va a ayudar a los Pratchett a salir de ahí abajo y a recomponerse un poco

Aziraphale... antes de salir, chasquea los dedos y todo vuelve a estar como estaba antes. Sin fuego.

Gracias, querido.

Vamos, es que quiere que les vuelva a ayudar.

Una que pensaba que esto era un acto altruista de un ser generoso y celestial...

Eso también es. Ejem.

Claro, claro.

Shadwell acuesta al cuerpo de Crowley en el coche así medio bestiamente y ha de confesar, aún bastante preocupado.

—Va a... —empieza.

—Esperemos que no. Voy a... deshacerme del cuerpo, espero.

Por supuesto el cuerpo no reacciona.

—¿Sabe las consecuencias de esto? Este hombre... —insiste Shadwell y el coche les deleita con "Lady Madona" al ponerse en marcha.

—Claro que las sé. Me han mandado a hacerlo. Él ha intentado matarme también —le mira de reojo—. Tengo que... irme. Pregúntele más detalles a Madame Tracy.

—¿Sabe usted manejar esto? —eso nos preguntamos todos.

—Pues... hace no tanto lo hice en Las Vegas. No tengo otra forma —se sube y cierra la puerta.

Vas a conducirlo tú más que él en esta historia.

Por lo visto! Aziraphale arranca el coche y la verdad... es que aún tiembla

Crowley está ahí, peso muerto a su lado, se cae sobre él con el movimiento brusco porque Shadwell lo ha... tirado ahí dentro literal.

—Crowley... Crowley. Estás... ¿estás vivo? Dime si estás en algún lado —le mira de reojo y levanta un brazo, para abrazar su cuerpo, pero no hay respuesta—. Crowely... ?

Aziraphale aprieta contra sí a Crowley y le da un beso en la frente.

—No estés muerto. Please no estés muerto de verdad —le susurra un par de calles más adelante, deteniéndose para acomodarlo un poco mejor y... para cubrirle con la manta—. ¡Tienes que hacer algo que indique que aún vives! —grita un poco al aire.

No hay respuesta y el ángel lloriquea.

—Como te haya matado... de verdad —le da otro besito—. Debimos hacer un plan para esta parte.

Pone en marcha el coche otra vez pensando que quizás... en un estacionamiento subterráneo o algo así... decide ir al de los cines de laves pasada.

"Hey Jude, don't be afraid

You were made to go out and get her

The minute you let her under your skin

Then you begin... [hay un sonido raro metalico en el interior de la radio]

...No time for losers

'Cause we are the champions of the world"

("Hey Jude, no tengas miedo

tú fuiste hecho para salir y tenerla

En el minuto en que la dejes meterse bajo tu piel

Entonces empezarás...

No es tiempo de perdedores

porque nosotros somos los campeones del mundo")

La verdad es que ahora que está solo, puede que sí lloriquee de verdad un poco. Más aún con el coche cantando eso de fondo.

"I've taken my bows

And my curtain calls

You brought me fame and fortune and everything that goes with it

I thank you all

But it's been no bed of roses

No pleasure cruise

I consider it a challenge before the whole human race

And I ain't gonna lose"

("He recibido mis aplausos

y mi telón,

me habeis traido fama y fortuna,

y todo lo que va con ello,

os lo agradezco a todos.

Pero no ha sido una cama de rosas,

no ha sido un crucero de placer.

Lo considero un reto ante toda la raza humana,

y no voy a perder.")

—Cielos... esto es horrible. ¡Lo odio! —chillonea conduciendo hacia el estacionamiento y tomándole la mano inerte a Crowley porque drama este también hace.

—¿Aziraphale? ¿¡AZIRAPHALE!?

¡Cielos! ¿Quién grita? Una voz en la radio, es difícil saberlo. La verdad, Freddy Mercury.

—¿E-Eres... tú?

—¿Eres tú? —responde la voz también porque son dos mitades de un idiota entero. Aziraphale el dramático lloriquea un poco y sonríe.

—Como seas... como no seas. No... no se si me han creído. No se... cielos. Odio esto —le aprieta la mano.

—¿Dónde demonios estamos?

—No sé. En el coche. No sé —solloza súper dramáticamente—. Estás bien. Estás calientito aún.

—El coche... ¡El coche! Vale... vale.

—¿Estás bien?

—Estoy... intentando... volver. Pero me va a llevar un rato.

—Mientras estés bien... todo está bien. Pensaba ir a Las Vegas o algo lejos, pero ahora no se... ¡no sé!

—No... no! De hecho, cuanto más lejos peor... En realidad deberías dejar de moverme, ¡cuanto más lo haces más lo haces más me cuesta encontrarme!

—¡Oh! ¡La próxima vez tienes que decirme esto antes, you idiot! —protesta un poco, buscando donde detenerse.

—¡Asumí yo que después de seis mil años en la tierra habías hecho esto antes alguna vez!

—Lo hice yo hace unos días... ¡de manera distinta!

—De manera... distinta.

—Sin cuerpo, Crowley. Ehm... viste lo qué pasó... ¿después?

—¿Qué?

—Después de irte —pregunta sonrojándose.

—No, ¿qué pasó? Ni siquiera puedo ver qué está pasando ahora.

—Mejor —se humedece los labios.

—¿Por? ¿Qué ha pasado?

—Nada. Nada —se limpia la cara del todo tranquilizándose un poco de que ÉL no ha visto.

—Esto no funciona sin confiar en ti, angel, ¡al menos dime qué ha pasado!

—Pues... es que ellos. Ehm... creen que... Si los míos creen que yo te... lo... lo que te dijo Michael.

—Michael dijo muchas cosas.

—¡Ya sabes a que me refiero! —aprieta los ojos aparcando en el subterraneo del cine.

—Yo le dije a ella que no iba a funcionar un exorcismo.

—No habló de eso. Hablo de... de...

—¿Qué?

—Lo que me has dicho del... afecto.

—¿Afecto?

Yes! De estar... d-de que ella c-cree que yo te... que yo... ¡tú sabes!

Hay unos instantes de silencio. Aziraphale se humedece los labios, nervioso.

H-Hello?

Hay sonidos metálicos raros en la radio como de buscar emisora. Aziraphale se muerde el labio y susurra...

That I love you... —porque que sería de las historias sin los personajes haciendo y diciendo cosas dulces de vez en cuando.

—Croooowleeeeeeey —suena una voz distinta en la radio. El SALTO que va a pegar Aziraphale.

—C-Crowley... no está aquí!

Más sonidos raros como intentas sintonizar algo en el a.m.

Hello?

—¿Quién eres tú?

Se humedece los labios y piensa que... solo hay una cosa que puede decir para que valga la pena todo esto.

—¡El ángel que le ha dado muerte! ¿¡Quién eres tú?!

Hay más interferencias y se oye a una locutora dar parte del estado de las carreteras, ha habido un accidente en la M25, se corta y vuelve el sonido metálico raro.

Hello?!

—¿Lo has matado? ¿Cómo lo has matado?

—¡Voy a matarte a ti después! —chilla un poquito.

Y entonces alguien golpea la ventanilla con los nudillos, porque no ganamos para sustos...

—Repámpanos!

Y ahí está Gabriel.