Ugh. Pues hasta el mediodía necesita varios. O uno bastante gordo, a las diez de la mañana va a darle unos besos porque hablar no parece funcionar pero los besos son nuevos.
¡Ala! Todos usando lo mismo en beneficio propio.
¡Pues claro! ¿Qué se puede hacer si no? Más que ver si el bello durmiente, despierta.
Sí que se despierta, aunque puede que le muerda primero.
¿¡Muerda?! What?!
¡Pues no está acostumbrado a que le bese nadie! Es como un... reflejo, ¡a saber qué soñaba!
El chillido sin esperárselo.
Crowley le suelta automáticamente cundo chilla despertándose por completo.
—Pero que... Crowley! —protesta seguramente sangrando dramáticamente.
—¿Q-Qué? ¿Qué? —parpadea al notar que... ¿eso es carmín?
No, sería hermoso que fuera carmín. Súper tierno y romántico. En contraste con...
—¡Dime que no sueltas veneno! Cielos... empiezo a tener los brazos dormidos... —el muy dramas.
—¿Qué? ¿Veneno?
—¡Y me duele! No vuelvo a darte un beso NUNCA —es súper dramático. Súper súper dramático.
—¿Q-Qué? —el DRAMA. Parpadea preocupado aun sin saber qué ha pasado
—¡No siento ahora la lengua! ¡Voy a morirme!
—¿Pero qué ha pasado? —levanta las manos.
—¡Me has mordido!
—¿Yo?
—¡Sí, tú! ¡Como una serpiente!
—No... No puedo... no... ¿¡Cómo voy a saber yo si soy venenoso?! —le mira un poco horrorizado.
—¡Pues... pues! ¡Son tus dientes! ¡Yo solo quería darte un beso! —lloriquea.
—L-Lo siento, ni siquiera me he dado cuenta —le toma de las mejillas intentando ver qué tanto ha hecho.
Aziraphale le mira todo asustado con las dos manos en la boca. Crowley se las intenta apartar un poco, finalmente se deja, así que le mira el labio y... maldita sea, sí le ha hecho sangre.
¡Claro que sí!
—¡Yo SOLO iba a despertarte! ¡No esperaba que me arrancaras un trozo!
Le pasa un poco el pulgar por encima y se muerde su propio labio preocupado porque no sabe si es venenoso ¿Y si es venenoso? O sea, nunca se había muerto nadie por un mordisco suyo que él supiera, pero tampoco es como que fuera por el mundo mordiendo a la gente.
—¡No siento las piernas! —te has asustado, que es distinto.
—Vale, calma, calma... L-Lo siento, no esperaba que... yo no... no sabía que...
—¿¡Y vas por ahí mordiendo?! —Se le echa un poco encima.
—¡No! Pero no puedo ser venenoso. S-Solo las... las serpientes pequeñitas lo son.
—Eres un demonio, ¡seguro eres el más venenoso de todos los venenos del mundo! Esto... ¡debe ser un castigo divino!
—¿Qué? —es que se asusta más con eso, porque igual y Aziraphale ha leído en algún lado...
—¿¡Pues que más puede ser?!
—Pero... p-pero...
—¿Querías morderme? ¿Fue por despertarte?
—Sí, claro, ¡estaba intentando matarte! —protesta sarcásticamenre.
—¿¡Se me están gangrenando los labios?!
Le toma de la nuca a la desesperada llevándose su labio a la boca y aspirando el supuesto veneno. Mira que buena excusa. Porque vió en un programa de la tele que eso es lo que se hace con el veneno de las serpientes.
Aziraphale le pone las dos manos en el pecho sin esperárselo y termina cerrando los ojos y buscándole el beso. Maldita sea, ni dos horas le tomó entrenarte.
Pues Crowley se le olvida lo que estaba haciendo, la verdad.
—Mmm... —se queja un poquiiiiito en el beso, pero no se quita
Y ahí se acuerda Crowley se le estaba salvando la vida, no... ¡no! Intenta volver a aspirar
—Mmmm... wley...
—Shh... shut up —sigue con ello. Engáñate a ti mismo si quieres pero... a nosotros no nos convences.
Aziraphale milagrosamente vuelve a sentir los brazos, le acaricia el pecho hasta abrazarle del cuello.
Vueeelve a convertirse en un beso ¡Es que no puedes absorberle así el labio y las ideas!
—Mmm... —otro quejidito sin pensar.
Ugh, ugh, vale otra vez aspiración. ¡Le vas a dejar el labio morado!
—Mmm... así?
Finalmente el demonio le suelta para mirar y ahora tiene el labio que parece llevan besándole cientos de horas, aunque protesta porque se ha separado.
Le mira preocupado porque esto no parece ir a mejor... ¿Y si sí le ha envenenado? No tiene ni idea si no será realmente venenoso. ¿No que por una de esas mierdas habían empezado todo el rollo de los vampiros? ¿O había sido por los crucifijos?
No importa, el asunto es que si es venenoso... o sea, algunas serpientes lo eran, hasta donde lo sabía sí podía serlo. Tendrían... tendrían que ir al médico. A un especialista serpientista o como se llamaran, aunque es que... es que no tenía porque el veneno afectar igual a un humano que a un ángel.
Además, es que ya se imaginaba ahí... "Y qué clase de serpiente le ha mordido?" Y él gritando "Yo!" Desesperadamente antes de convertirse en serpiente y que el pobre tipo se desmayara.
¿Pero a dónde iba a llevarlo si no?
Al cielo... "Gabriel. Gabriel, cállate. No... No... déja... déjame hablar... no me grites, ¡Gabriel, joder! ¡Cállate! Ya sé que no tendría que estar aquí pero esta es una EMERGENCIA. ¿Sabes de algún otro ángel que haya sido mordido por un demonio por ERROR?" Ugh.
Al infierno... "Lord Belcebú, cálle… Cállese. Por favor... por... por favor déjeme... déjeme hablar... ¡Joder! ¡Que sí! Que ya sé que era el plan era matarlo ¡pero es que se muere! Bloody hell... ¡Eh, tíos! ¿Alguien ha mordido alguna vez un ángel por error?" UGH.
—¿E-Estas intentando aliviarme a besos, dear? No digo que no sea encantador de tu parte...
—¿Q-Qué? ¡N-No!
—¿Alguna vez habías mordido a alguien? —sonríe un poquito sin poder evitarlo y... le sale un poquito de sangre.
—Pues... supongo que sí.
—No tienes mi idea, ¿verdad? ¡Cáspita!
—Pues... es que no es... ¡una práctica común!
—¿Pues no has dicho que tú hiciste esto millones de veces en Sodoma y Gomorra?
—¿Qué? ¡Nadie ha hablado de millones de veces! —replica porque además pasó todo el evento escondido tras un arbusto en una colina, mirándolo todo horrorizado. Pero eso nunca lo va a saber nadie.
—Bueno, miles de besos sin morder a nadie —se cruza de brazos.
—Pero es que... no puedo ser venenoso, ¿no? ¡Es que mira como tienes el labio!
—¿¡Como lo tengo?!
—Pues todo hinchado y rojo... —pues claro, ¡llevas como veinte minutos absorbiendo!
—¡No puedo creer que así es como vayas a matarme! ¡Y no hayas matado a ningún otro antes!
—¡Pues no sé si alguien más se ha muerto así!
—Cielos... —se levanta para irse a ver al espejo—. Cielos... esto... es el castigo.
—Es que... es que no sé a quién podría preguntarle si... ¿qué haces cuando te enfermas?
—Pues... ¡me alivio!
—¿Y no podrías hacer eso? —aprieta los ojos porque a lo mejor al ser veneno demoníaco no sirve! ¡Ugh!
Aziraphale levanta las cejas al mirarse el labio hinchado frente al espejo y se sonroja un poco porque... ni siquiera tiene sólo el labio de abajo hinchado. Tiene el de arriba hinchadito igual y piensa que... es de tanto beso. Cierra los ojos para intentar expulsar veneno como si fuera alcohol de su sistema. Crowley le mira inclinando un poco la cabeza
—¿c-Como lo ves?
—S-Sigue... rojo.
—¿Y si... lo intentas tú?
—¿Intentar qué? ¿C-Curarte?
—¿No quieres?
—Temo que sea peor aún.
—¿Por? ¿Vas a lastimarme?
—No... Son mi especialidad esa clase de cosas. Yo no soy un ángel.
—¿Me estás diciendo que no sabes curar a alguien? —parpadea incrédulo.
—Pues no es... para que iba... o sea... eso es amable, ¡no soy amable!
La MADRE de los ojos en blanco.
—¡Estoy hablando en serio!
—Vale... vale. Lo arreglo yo.
Crowley se muerde el labio porque eso no quita que esté preocupado
—Igualmente no me parece en lo absoluto que no seas amable, dear.
—No puedo creer que eso sea lo que vas a discutirme en este momento —protesta
La verdad es que con el beso, Aziraphale se ha sentido considerablemente mejor. Así que, se mira al espejo y hace un chasquido intentando curarse milagrosamente. Que venga Gabriel a decirle que ahora no puede curarse las heridas con milagros. Anda. Que se atreva. Aprieta los ojos pensando que no lo dice en serio.
¿No se supone que tenías que dejarte matar en la guillotina?
Ugh. Vale, vale, chasquea otra vez.
—Creo que no debería curarme con milagros.
—¿Por qué no?
—No creo que al cielo le haga mucha gracia... —vacila.
—¿Que te cures de los ataques del demonio que se supone te está intentando matar según ellos?
—¡Pues ahora no les gusta nada!
—Nunca les ha gustado nada a ninguno.
—Ya, ya... pero antes no se enteraban y ahora mismo... bueno, ¿tengo o no tengo la boca mejor?
Se levanta y se acerca a mirarle, otra vez tomándole de debajo de la mandíbula y es que, maldito demonio, cada vez que haces eso se le acelera el corazón y traga saliva.
Lo que tiene ahora ahí es un chupetón enorme que no sé si se le habrá ido con el milagro porque no es exactamente una... enfermedad que sanar.
No, no se le ha ido el chupetón en lo absoluto. De hecho sólo está un poco menos inflamado.
—Ehm... es que parece que... te late
—¿¡M-Me late?! ¿¡Cómo un corazón?
—S-Sí...
—No más besos —aprieta los ojos, aunque en realidad, si lo piensa... siente como le late como un corazón.
Crowley que estaba a punto de acercarse a ver si lo sentía bombear, se detiene.
—Hasta que... deje de tener vida propia. No me habrás puesto huevos o algo raro en el labio, ¿verdad?
—¿Huevos?
—Yo que sé —ahora te estás inventando cosas, Aziraphale. A saber que había leído la noche anterior. Aprieta los ojos porque ÉL MISMO no quiere seguir la regla de los no besos.
—¡Eso son las arañas!
—¡Pues yo qué sé! Nunca me había mordido una serpiente en los labios y que luego palpitara... a ver, ¡míralo bien!
—¡Pero no es como que las serpientes pongan huevos por los dientes!
—¡Pues eso espero! ¡Mírame! —se le acerca otra vez un montón.
—Vale, vale... —lo hace tomándole de la cara otra vez—. Es que esta rojo he hinchado.
—¿Qué hacen los humanos cuando les pasa esto? —aprieta los ojos.
—Yo qué sé. Probablemente morirse.
—What? ¡No!
—Pues... ¿cómo voy a saber yo lo que hacen?
—¡No sé!
—Ir al médico, supongo. Pero no hay ningún médico que vaya a saber qué hacer contigo.
—Vamos... vamos a dejarlo ahí.
—Podría... —traga saliva.
—Si empeoro... no sé. ¿De verdad no puedes intentar quitarme tu el veneno solo por principios? ¡Es tuyo!
Se humedece los labios sin estar seguro y vale, chasquea los dedos.
¿Y qué ocurre?
No lo sé, porque intentaba quitarle el veneno pero es que... ¿tiene veneno? la verdad... fue una cosa que INVENTÓ Aziraphale porque se asustó. Por eso no creo que pase nada realmente.
Aziraphale parpadea. Crowley entrecierra un poco los ojos, mirando a ver
—What?! What?!
—No parece haber... pasado... nada.
—¿¡De verdad... no sabes cómo curar a alguien?! —levanta las cejas.
—Pues es que no es algo que yo... nosotros... que...
—¿Y tú no te curas a ti mismo cuando te lastimas?
—Sí, claro, pero no es lo mismo.
—¿Por?
—Porque yo mismo es diferente, sé si ha funcionado.
—Y esto... ¡pero como es que no se ve nada!
—Mira, puedo... hablar con el infierno a ver si alguien alguna vez...
—Nadie va a haber nada alguna vez, no te acerques al infierno. Solo... esperemos.
—¿Y si te mueres?
—No quiero que vayas al infierno —aprieta los ojos. Crowley le mira porque en realidad el problema no es ir al infierno, es volver de ahí—. No. No. No quiero que vayas ahí. Está fuera de las posibilidades. De hecho... no quiero que salgas de aquí. Punto.
—¿Y? ¿Me vas a secuestrar? —levanta las cejas.
—Well... yes —decide sonrojándose un poco y asintiendo.
El demonio le mira fijamente por largo rato haciéndole tragar saliva y sonrojarse un poco más... Y luego intenta salir corriendo, porque es un idiota.
Vale, vale... vale. Aziraphale parpadea sin esperarse eso, desde luego que puedes salir, idiota.
Crowley llega a la puerta y le mira sonriendo de lado.
El ángel suspira un poco, excesivamente consciente de que en el momento que salga por esa puerta, sabrá quién sea que le esté espiando que está ahí, que ha estado ahí y... no podrán volver a verse. Sonríe un poco.
—Olvido que a ti se te dice "no puedes hacer una cosa" y haces EXACTAMENTE ESO.
—Así de fácil es manipularme.
—Vete entonces —gesto con la mano.
Crowley le mira e inclina la cabeza hacia el otro lado con fingida carita triste.
—Déjame morir en paz con mis libros —él también sabe hacer drama de ese.
—Sería una pena no poder llevarme el crédito de esto por no poder aguantarte un par de horas —suelta el pomo de la puerta—. Pero Dios sabe bien el sacrificio...
Aziraphale se ríe, haciendo los ojos en blanco y la verdad, secretamente, relajándose un poco
—¿Así que tengo dos horas exactas para morir? Leeré.
—A lo mejor son tres... pero todos sabemos que como sean más el que se morirá seré yo.
—Bien, esto se decidirá pronto entonces... por cierto, me alegra saber que sí existes en las mañanas.
—¿Que existo?
—¿No dices que no crees en las mañanas? Pues tú y las mañanas existen.
—Ugh. Esto de ningún modo prueba su existencia.
—No solo eso... prueba también que puedes existir en ellas y funcionar bastante bien —camina pasando frente a él hacia su escritorio—. Bueno, quizás deberíamos planear que vamos a hacer ahora...
De repente, Crowley se deja caer al suelo en un complicado movimiento como si no tuviera huesos como para asustarle, o sea con dramatismo de ahh! Me muero aunque es bastante obvio que... está haciendo una tontería.
—¡Anda! Crowley?! —se le acerca.
El demonio se finge muerto en el suelo pero se le escapa la risa.
—Ugh! —sí se ha asustado un poco—. Por un momento pensé que... estabas... Ugh!
—Estoy, estoy... —susurra.
—Pareces una araña muerta —se agacha hasta él.
Crowley se lleva la mano a la frente con dramatismo. Deberías dejar de reírte. Aziraphale de ríe también un poco.
—¿Te he matado yo? ¿Puedo llenar mi reporte?
—No, ha sido la mañana. Pero puedes darte el crédito... ¿quién lo va a comprobar? —le mira de reojo. El ángel se ríe un poco más, sinceramente.
—Un muerto demasiado hablador eres.
—¿Y quién va a tener la culpa de eso? —le mira, cambiándose de postura oootra vez.
—¿Yo? —pregunta esperanzado sonriendo de lado.
—Será una de tus gracias de ángel sanar a la gente o algo así.
—Tú no tienes remedio, my dear.
—Entonces no será tu gracia de ángel si no que eres una pesadilla —se ríe y se incorpora porque tampoco le gusta tanto estar en el suelo.
—¿Yo soy una pesadilla? ¿¡Yo?!
—Claro que sí, una de las peores.
—Pero si la pesadilla eres tú. OBVIOUSLY.
—Una cosa no quita la otra —¿podrías verte menos orgulloso?
—¡No es un cumplido! —va a sentarse a su butaca.
—¡Claro que sí! —se levanta del suelo y es que como todo el tiempo le estás diciendo que es taaaan bueno y taaaaan dulce que alguien admita por fin que es una pesadilla...
—Una terrible... y eterna —le sonríe tomando un libro de por ahí.
—Al final harás que me sonroje... —responde tan cínico, aunque seguramente lo estás logrando ya.
—Hace bonito contraste con tus ojos —abre el libro.
—¿El qué? ¿El rojo?
—Yes —baja la mirada al libro —. Eres especialmente... adorable.
El demonio pone los ojos en blanco, pero se acaba de acordar de algo, así que anda por la librería buscando algo en los estantes.
—¿No que era yo una pesadilla? —hace morritos.
—Lo eres, lo eres. Una de esas qué pasa por un demonio adorable... y te muerden cuando menos te lo esperas.
Le mira de reojo y tiene que detenerse a sí mismo el impulso físico de volver a preocuparse y pedirle disculpas y asegurar que fue un accidente.
La sonrisita de suficiencia del ángel. Mira cómo se siente mejor.
—Ese soy yo. Terrible y maligno —se vuelve a lo que está buscando.
—Por. Favor. Usa. Guantes.
—Y no me arrepiento ni nada, lo hice con total intención —añade por si las dudas y que tengas que explicarlo no ayuda a tu caso. Finge sorberse los mocos y limpiarse la nariz antes de tomar un libro.
—Exacto, justo así.
El demonio se ríe y se echa un escupitajo a las manos luego.
—Este va con veneno —las frota una con otra para esparcirlo bien antes de volver a pasar los dedos por los libros buscando el adecuado.
—Ehhhhh! ¡No me hagas pararme! ¿Qué buscas?
—No sabes dónde está.
—Sí sé dónde está. Sé dónde están todos los libros.
—Este no.
—¿Cómo no voy a saber dónde está un libro y tú si?
—Porque lo puse yo.
—¿¡Tú?! ¡No me desorganices los libros!
—Sí. De todos modos ni cuenta te diste...
—¡¿Cuándo hiciste eso?!—cierra el libro y ahí se va detrás.
—Hace tiempo, es fácil esconder cosas aquí —sigue pasando las manos por los lomos, inclinándose un poco.
—¿Qué más has escondido aquí?
—Cosas... —se encoge de hombros tomando un tomo grueso, abriéndolo y al ver que no hay nada dentro, devolviéndolo a su sitio.
—¿Qué cosas?
—Pues cosas por si un día las necesito.
—¿Qué cosas puedes necesitar aquí? —se le acerca más. El demonio le mira de reojo y luego se vuelve a los libros, sonriendo—. ¿Eh? No habrás guardado algo indecente, ¿verdad?
—Ahora ya no.
—What?!
—Y desde luego las cosas peligrosas... no miré si seguían ahí después del incendio —se ríe un poco probando con otro libro.
—¿¡Qué cosas... no... qué cosas?!
—Podría mirarlo... —le mira—. No, pero seguro te pondrás histérico. ¿No vas a tener más clientes?
—¡Quiero que lo mires! Oh... debería poner el letrero de cerrado.
—No, no... Ve a atender.
—No quiero atender. ¿Estás intentando ahora que te deje solo hacer nosequé?
—Ir a comprobar que las cosas que escondí estén aquí, sí —ahora por fin encuentra el libro que buscaba. Al abrirlo, dentro hay un aujero en forma de unas gafas de sol, con ellas dentro. Las saca. Aziraphale levanta las cejas
—What!? ¿Qué libro es... cuándo... ?
Crowley lo devuelve a su sitio, colgándoselas del cuello. Aziraphale se acerca a ver qué libro es. Seguramente una biblia de las miles que tiene, una repetida.
¡Una biblia!
—¡Y luego se queja de que yo doy muchas bendiciones!
—¿Eso qué tiene que ver?
—¡¿Quién esconde unos lentes en una biblia?! Y peor aún, ¿¡quién agujerea una biblia!?
—Un demonio. Tienes un millón de ellas, de todos modos.
—¡No! —protesta un poco—. ¿Qué otras cosas guardaste por aquí?
—Novecientas noventa y nueve mil novecientas noventa y nueve —replica y es que le hace sonreír.
—¿Quieres decirme qué hay más de una cosa en cada libro?
—No todas están en libros... Antes de que te pongas a revisar como loco todos los libros de la tienda.
—¡Pues quiero saber que guardas en mis libros! ¡Y si les haces agujeros! —y peor aún, ¡ni me entero!
—No les hago agujeros a los tuyos, solo consigo otros y los traigo aquí —ojos en blanco.
—Quisiera saber exactamente cómo es que conseguiste esa biblia —sonríe un poco más.
—Ah, no, esa sí era tuya —miente.
El ángel le mira con los ojos entrecerrados, el demonio se humedece los labios y trata de sonreírle.
—Anthony J. Crowley.
—Principality Aziraphale.
—No. Toques. Mis. Biblias —Frunce el ceño.
Ooooojos en blanco. Porque también le pican un poco los dedos cuando están enteras y en buenas condiciones.
—¡Y no me pongas los ojos en blanco!
—Drama queen.
—Drama angel.
—Bueno, ve a ver si tienes o no más clientes.
—No tengo.
Chasquea los dedos y suena la campanita de la puerta. Ojos en blanco del ángel.
—Vale, vale. Te dejo aquí —se gira y se va a la puerta... para obviamente volver a espiarle desde el pasillo de al lado.
De hecho, no hay nadie, solo ha sonado la campanita.
Desde luego que lo sabe. Vamos, que no es muy complejo saberlo. Ha ido a la puerta a hacer como que caía y luego ha vuelto sigilosamente al pasillo de al lado, como si eso fuera a servirle de mucho.
De todos modos le está esperando de brazos cruzados.
—Oh...
Crowley sonríe.
—¿Qué? —se sonroja un poco. Maldito demonio sexy.
—Nada, ya está. Todo en su sitio.
—What? ¡No has tardado nada! ¿¡Qué es todo?!
—No hay tantas cosas.
—¿Cuáles son?
—Condones, angel .
