—Vale —asiente un poco haciéndole otro cariño y viéndose la mano con el anillo de serpiente y sonriendo un poco. ¡Esta era una montaña rusa absoluta!

Pues especialmente Aziraphale y sus historias. Crowley le suelta un poquito.

Pues es que hizo los ojos en blanco en un muuuuuuy mal momento y ni se ha enterado, pero le ha... metido un buen susto y aún no tiene claras las cosas. Por lo pronto se sienta muy derechito en el sitio que ha determinado para él.

—No... tienes servilletas de tela.

—Te sirven igual de papel —le mira con cara de "Are you kidding me"

—Pero es comida del Ritz...

—A lo mejor te han puesto en la bolsa.

—Oh, ¿crees? —se levanta.

—Si no las han puesto es que a ellos les parece bien que uses de papel también.

Ahí se va a buscarlas. Y... Crowley chasquea los dedos para que haya unas haciéndose los ojos en blanco a si mismo otra vez. Igual y ahora hasta hay cuatro.

—¡Oh! ¡Mira! ¡Sí que han mandado!

—¡Qué decepción! ¿De qué te vas a quejar ahora?

—¿De... ti?

—Eso ni siquiera es algo original.

—De lo que me quejé quizás si lo es —se sonroja un poco mirando su plato...—. Está frío.

—Es lo que hace el innecesario drama con las cosas...

—¿Innecesario drama con las cosas? —le mira.

—Enfriarlas —hace un gesto para señalar que Aziraphale está ahí de pie y él en la mesa sentado lejos.

—No era drama innecesario.

—Aun no sé ni a qué ha venido.

Aziraphale se sienta y se sonroja un poco más. Crowley inclina un poco la cabeza.

—¿Quieres que te lo explique? Calienta la comida.

—Oh... chantaje, que sacro.

—Es un acuerdo.

El demonio le mira fijamente y saca la lengua medio relamiéndose medio humedeciéndose los labios lentamente, balancea un poco los hombros de un lado a otro y luego muerde la punta del tenedor, vacío, sonriendo.

A ver, idiota ¡No se supone que hagas cosas sensuales tentadoras!

Si te consuela no lo ha notado

Es que la cara con la que le mira Aziraphale boca medio abierta, COMPLETAMENTE idiotizado.

—Tú primero, entonces —le señala con el tenedor y luego se lo vuelve a llevar a la boca apoyándolo en su labio inferior y haciendo un movimiento de levantamiento de cejas porque es un reto.

—¿Y-Yo? —no podrías reaccionar MAS LENTO?

—Si es... —se balancea a un lado, dibujando medio círculo en el aire con el tenedor—. Un acuerdo... —balanceo hacia el otro lado—. Y no un chantaje... —sonrisa, inclina la cabeza y le mira por encima de las gafas—. Puedes empezar tú.

El baile. Está haciéndole a la Ka. Ka, en el Libro de la selva... baila para hipnotizar a los monos. Lo está haciendo bastante bien.

—S-Si empiezo yo no puedo comer mientras... te explico.

Crowley se echa para atrás en la silla haciendo los ojos en blanco y dejando el tenedor. Aziraphale se sonroja un poco más porque no quiere que... deje el tenedor. Sinceramente.

—En una palabra: resume —se cruza de brazos y sonríe.

—Pusiste los ojos en blanco... —susurra, sin mirarle.

—¿Y? —levanta una ceja—. ¿Que no decías que cualquier día iba a ver el vacío del interior de mi cabeza hueca si seguía haciendo eso cada tres segundos?

—Sí... tu pequeño cerebro de maní rebotando de un lado a otro. Pero igualmente... sé lo que quieres decir cuando los pones.

—¿De cuándo hablas entonces?—chasquea los dedos para calentar los platos.

Thank you... —susurra tomando el tenedor y revolviéndose un poco.

—No creas que no noto que no me dices cuando —se echa adelante apoyándose en la mesa otra vez, aun de brazos cruzados

—Sabes cuándo —toma un bocado y se lo lleva con cuidado a la boca.

—No, de ahí mi pregunta.

—Hablabas de... deseo, Crowley. De cómo puedes sentirlo. Y... d-de la primera vez.

Frunce un poco el ceño inclinando la cabeza intentando acordarse. Y es que, Aziraphale se vuelve a tensar, aunque no le vea fruncir el ceño realmente porque sigue mirando su plato.

—¿Y? No recuerdo haber puesto los ojos en blanco —se echa un poco hacia abajo de modo que nada más levante un poco la mirada, se encuentre la de él.

—"Sí, esa cara puse yo el día que supe que tú... " —le cita aún sin levantar la vista.

—Me refería a cuando supe que tú sentías el... amor —parpadea porque es que creo que ni se ha enterado que los ha puesto, levantado las cejas.

—¿Qué pensaste entonces? ¿lo mismo que... todos? "Ugh... bloody angel" —aprieta los ojos porque eso lo hace aún peor.

—Eh... no. Me cagué de miedo como te has cagado tú antes.

—No. Has puesto los ojos en blanco, conozco PERFECTAMENTE el gesto. Digas lo que digas...

—Ni siquiera me he dado cuenta —confiesa, jugando con su comida.

—Quítate los lentes —suelta el tenedor. Crowley le mira y lo hace—. No puedes poner los ojos en blanco cuando dices esas cosas y no darte cuenta —le mira a los ojos.

—Por lo visto, otra norma a romper.

—No, es que... eso es lo que hace Gabriel.

—¿Disculpa? ¿Me estás comparando con...?

—Exactamente, esa es la cara que hice yo el día que me di cuenta de que sentías algo por mi —dice subiendo un poco el tono de voz para dramatizar, casi con la voz de mago... y luego hace los ojos en blanco.

Crowley parpadea una... dos... y tres veces. Luego levanta las cejas.

—No!

Aziraphale se humedece los labios.

—"Exactamente, esa es la cara que hice yo el día que me di cuenta que ERA EVIDENTE que sabías lo que sentía por ti" —repite él y pone los ojos en blanco—. Ojos en blanco para mi, por idiota, por asustarme y por pensar que no era evidente hasta entonces. Aunque podría ser que hubieras pensado que... era la forma en la que yo... bueno, que no había habido nunca nada extraordinario en ello.

Wh-What? Hablabas... de... deseo. What?!

El demonio le mira intensamente otra vez apoyándose en el respaldo de la silla.

—¡Es que no es eso lo que has dicho! Estás... —dulcifica el tono—. Cambiando el contexto.

—No. Estoy explicándote mi línea de pensamiento.

—Crowley, darling...

Yes?

—¿Qué pensaste cuando... te diste cuenta que era evidente que yo... —traga saliva, porque esa... es una pregunta SUMAMENTE directa. Se sonroja.

—¿Que tú...? —le mira.

—D-Desear —mira su plato, porque querer... es que es OBVIO y evidente, ¡y él no lo hace!

—O sea, hace como tres días. ¿Estás bromeando? Pero si yo te prácticamente obligué a esto.

Aziraphale se humedece los labios, y sonríe de lado con esa respuesta.

—Hay una sola cosa que concluyo con esto —susurra, sonriendo un poco más y metiéndose un bocado a la boca.

—¿Qué? —se sirve más vino.

—Claramente no puedes sentir el deseo.

—¿Eh?

Aziraphale se ríe, repentinamente, relajándose bastante más de golpe.

Whatever... —levanta una ceja sin entender muy bien.

—Pero sí, en efecto, tú me obligaste a esto en todos los aspectos —asiente, ojos cerrados

Aaaaand... here we go again... —ojos en blanco de nuevo.

—Ya decía yo que era IMPOSIBLE no haberme enterado de eso antes.

—¿Por?

—Te conozco.

—¿Y?

—Lo sabría... ¿no?

—A lo mejor nunca te lo dije.

—Nunca en seis mil años... —Le mira otra vez con un asomo de duda—. Igualmente, no puede ser así.

—Había que conservar el misterio un poco, ¿no? —se encoge de hombros sonriendo de lado—. Dejar algo para la noche de bodas.

Ooooook.

Lo siento, las bromas idiotas.

Le mira unos segundos con la boca abierta.

—¿Qué? —se ríe un poco.

Se mira el anillo de reojo... ejem, con muchísima sutileza según él. La pequeña serpiente dorada que es su anillo le guiña el ojo. El sonrojo brutal.

—Ya, ya...

Crowley se ríe otra vez.

—I-Igualmente, te has descubierto.

Shit!

—De hecho... —ojos en blanco.

—¿Qué?

—Es obvio que no puedes sentirlo... si lo sintieras sabrías que no tengo ni un poco.

—Uy, que no—ojos en blanco. Estos si van para ti.

—Ugh. Tú me obligaste a tenerlos.

—Tan malignamente —sonríe orgulloso.

—Crowley... —se humedece los labios.

—¿Qué?

—¿Realmente c-crees eso?

—¿Que te obligué?

—Sí, cómo el demonio que eres

—Me gusta pensarlo.

—Ese... es otro asunto —sonríe de lado.

—¿Por? No es como que vaya a analizar...

—Si fuera así, Orta vez le estarías dando la razón a Gabriel.

—¡Claro que no!

—Tú no me has obligado a nada, lo único que has hecho es...

—¿Tentarte?

—Hacerme ver algo que estaba ahí y yo no quería ver por miedo.

—Creo que podríamos aventurarnos a decir sin temor a equivocarnos, que he hecho eso en más de una ocasión —sonríe sinceramente porque eso aun suena mejor.

—Te diría que sí, pero se te va a subir a la cabeza.

Crowley se mueve y se hincha como un pavo, sonriendo.

—¡Solo lo has hecho en un par de ocasiones!

—Lo has admitido, angel. Es más que suficiente...

—Ugh.

—Así que en realidad, no he perdido el tiempo todo este tiempo intentándolo como insistes en tratar de convencerme.

—Yo creo que esta es suficiente sinceridad por los próximos seis mil años.

—¡Anda ya! —protesta.

—Y baja los codos de la mesa.

Crowley le mira unos instantes en silencio y luego se echa para atrás, quitando los codos y... subiendo los pies.

—Ehhh! Baja los pies!

Sonríe un poco.

—¡Lo digo en serio! ¡Está la comida!

Baja los pies en un movimiento un poco pendular y se incorpora levantándose. El doble parpadeo del ángel.

—¿A dónde vas? —pregunta y el demonio se sienta en la mesa ahora, porque es un tonto—. Crowley! —le riñe de nuevo

—Pues aquí es donde va la comida, ¿no es así?

—¡Tú no eres comida!

Se ríe.

—Aunque si quieres puedo comerte —la verdad es que no lo dice con ningún doble sentido.

—Pero podría... —asegura a la vez saltando para bajar de la mesa y le mira.

—¿Qué podrías?

—Serlo, por lo visto.

—Aunque sinceramente no creo que tengas mucha carne que roer.

—Ya me pregunto cómo planearías cocinarme.

—Podría hacer una tártara. Carne cruda —se sonroja un poquito

—¿Y el veneno?

—¿Tengo algo distinto? —se lleva la mano al labio.

—Te ha bajado la hinchazón... y no te has muerto. Maldita sea.

—No hay veneno entonces —Sonríe, limpiándose con la servilleta.

—A lo mejor es más lento.

—Tendría que empezar a sentirme peor en algún momento... ¿no?

—No lo sé, a lo mejor lo confundes con la molestia de mi presencia.

—¿Esa sensación de asco y nausea... puede ser el veneno? No creo. Tu presencia siempre ha sido bastante peor que cualquier cosa —le da un trago al vino y sonríe.

—¿En serio? ¿Ni para eso pretendes ser un poco decente y morirte cuando es debido?

—¿Ahora hablamos de deber, dear?

—Más bien de decencia.

—¿Me estás llamando indecente? Tú, el monstruo que sube los pies a la mesa.

—Sí. Tú el monstruo que no se muere cuando es evidente que es lo que debería hacer.

—¿Eso quisieras?

Crowley se humedece los labios, ¡esa pregunta no vale! Aziraphale sonríe.

Touché.

—En realidad... Tendría cierta gracia alguna pequeña parte.

—Ah ¿sí? ¿Cuál?

—Pues justo ahora que en el infierno me han dado luz verde para todo esto... fueras y te murieras...

—Ya, eso haría reír bastante al cielo —Sonríe de lado.

—Nah, no creo... porque entonces alguien tendría que lidiar conmigo...

—Así que tenemos que morir los dos como Romeo y Julieta

—¿En serio? ¿Cómo... Romeo y Julieta? —le mira.

—Pues... es lo que han propuesto inicialmente.

—Mmmm... No creo que estuvieran pensando en eso.

—Pero es obvio que es la única opción. Según ellos. Se quieren deshacer de ambos.

—Ya, pero todo el asunto tragico no creo que estuviera previsto, más bien algo de acción épica. Aunque todos saben que tú...

—Yo...

Sonrisita. Aziraphale aprieta los ojos y se sonroja. ¿Podrían dejar de hacer que tenga vergüenza cada cinco minutos?

No.

—Eso les da lo mismo.

—No exactamente

—No solamente les da lo mismo... Sino creo que les hace gracia la idea de que... me represente un problema serio. Pareciera un poco parte del castigo, incluso.

—Sí, eso parece más posible.

— ¿A quién le piden que mate a la persona que...? —siiiiiiiiiigue haciendo drama, traumatizado con eso.

—Cabrones.

El ángel bufa un poco.

—Dilo, te sentirás mejor.

—Necesito otra vez un plan... —suelta a la vez y le mira—. ¿Que diga qué?

—Que son unos cabrones, que los odias y te cagas en ellos.

—S-Son... unos ángeles malos. Sí Le mira —aprieta los ojos.

La mirada... Por encima de las gafas.

—No solo son malos, son... ¡crueles! ¡Y me cuesta mucho trabajo tenerles algún tipo de aprecio a... los ángeles que me piden que haga algo contra mi naturaleza!

—Mejorando.

—Es... es increíble y absurdo. ¡Ese no era mi trabajo! Era venir aquí y cuidar a la humanidad y de alguna manera la hemos mantenido medianamente bien por decenas, cientos y ¡miles de años! ¡A pesar de ellos!

—Aja? —sonríe.

—¡Es que es imposible hacer lo que piden!

—Entonces protesta.

—¿Que les proteste?

—No, ahora... desahógate.

—¡Es que es tremendo, Crowley! Ni siquiera... que el infierno tenga más piedad de ti que el cielo de mí por hacer mi trabajo. ¡El INFIERNO!

—No tienen más piedad, son más idiotas.

—Te han pedido que me cortejes, Crowley... por la razón que sea eso es infinitamente más hermoso —"cortejes" really Aziraphale.

—Sigue siendo con fines de destruirte y traicionarte.

—Pero tú eres un demonio, se supone que tendrías que hacer eso...

—Eh... Ah. A-Ah, sí. Hum... Sí. Eso.

—Queda perfectamente claro que es una labor igual de horrible para ti, eso no lo dudo... —Sonríe un poquito con esa vacilación—. Aun así, preferiría yo tener que ser cordial contigo con fines de destruirte y traicionarte que tener que matarte directamente.

—Nadie te ha dicho que no puedas ser cordial conmigo para que baje la guardia y puedas matarme.

—Esto es considerablemente más que ser cordial, Crowley...

—Solo he usado tus palabras, por lo visto quieren decir cosas diferentes de las que yo pensaba.

—¿Mis palabras?

—Confraternizar, ser cordial, colegas de profesión, conocidos lejanos...

—Q-Que es exactamente lo que hacemos.

—Exacto. Lo que está mal es el concepto que tengo. Yo creía que ser cordial era abrir la puerta a alguien en la calle o prestar un bolígrafo a un colega y... no. Resulta que la cordialidad es empotrar a tu marido contra un estante de libros en un beso.

Aziraphale se sonroja un montón con esa declaración.

—Así que... insisto en que puedes ser todo lo cordial que quieras.

—¡E-Eso lo has hecho tú! —ay Aziraphale, qué buena defensa.

—Bueno —se encoge de hombros—. Yo soy el que tiene carta blanca de cordialidad.

—E-Empotrar, ¿de verdad?

—Cordialidad, ¿de verdad?

—Es... una cuestión técnica, Crowley —Aprieta los ojos.

Crowley se echa hacia él en el asiento, apoyado sobre la mesa con la barbilla apoyada en una mano.

—Claro.

—C-Claro, e-eso... fue un poco de... un d-desliz.

—Desliz —repite Crowley—. Sí. Resbalé sobre tu boca. Ups.

—E-Era un... beso en la mejilla que se complicó.

—Como una enfermedad mal curada.

—Ha sido tu culpa. Tú... has... hecho eso de... la tentación.

—Oh, sí —frunce un poco el ceño sonriendo—. Tú luchabas fervientemente contra ello.

—Desde luego, como cada vez que haces eso... yo no quiero y tu... me fuerzas —si serás extremadamente cínico.

—Oh... Oh, sí. Desde luego —asiente el demonio—. A la fuerza, sí, claro.

—Absolutamente —asiente sonriendo.

—Y además te resistes...

—Siempre lo he hecho —carita inocente del ángel, ojos cerrados, sin mirarle.

—Bueno, eso tengo que admitirlo sin sarcasmo.

—Si todo sigue siendo como siempre...

—¿Qué? —le mira.

Aziraphale abre un ojo y le mira, sinceramente, se pregunta ¡por qué demonios no has ido a besarle!

—No me agrada en lo absoluto.

El problema es que a Crowley le preocupa esa premisa. "Si todo sigue siendo como siempre"... como siempre era un lugar seguro y confortable y medianamente frustrante pero conocido. Sabía dónde estaba y que ocurría y a qué atenerse

Esto era... todo nuevo. Podía ser muy bueno o podía estropearse todo. La frágil... ejem... cordialidad que a base de empeño y dedicación durante SIGLOS había ido consiguiendo del ángel podía esfumarse si... le asustaba o iba demasiado lento o en general no cumplía las expectativas

Y es cierto, todo esto tenía un cariz excitante y novedoso, pero para alguien tan propenso a la ansiedad también tenía un lado un poco... preocupante. Parpadea preocupándose más aun con esa declaración.

Haciendo que Aziraphale abra los ojos con tanto parpadeo.

—¿N-No te... agrada?

—¿Que m-me... e-empotres contra el librero? —pregunta el ángel y se humedece los labios.

—Yo qué sé, tú lo has dicho.

—Me desagrada... —se humedece los labios otra vez y extiende la mano para servirse más vino—. Tanto como a ti que yo siga vivo a pesar de tus intentos.

Crowley sonríe un poco. Aziraphale estira un poco la mano hacia él y este se la toma... Se la lleva a los labios y le besa los nudillos. El ángel sonríe, sonrojándose y termina por girarla un poquito para acariciarle la barbilla.

Thank you, my dear...

—¿Por? —arruga un poco la nariz porque le ha dado las gracias pero decide no protestar y darle un beso en la palma ahora.

—Por existir —susurra sinceramente.

Crowley se sonroja un poco y trata de poner los ojos en blanco pero no acaba de conseguirlo. Aziraphale le acaricia un poco los labios con un dedo, más sonrojado aún, así que se lleva otro beso.

—Esto... ¿c-cómo lo llevas? —pregunta el ángel.

—¿El qué?

—Esto. Miles de años casi sin tocarnos... —Le acaricia un poco la cara otra vez y piensa que... preferiría hablar de esto en el sillón... ejem, sin una mesa de por medio.

—Es... un poco raro.

—Lo es... ¿Qué es lo que te parece raro a ti exactamente?

—De hecho creo que solo es cuestión de acostumbrarse.

—¿Te hace sentir... nervioso?

—Nah —miente.

—Yo creo que... un poco si te lo hace. Tu no sueles estar tan cerca nunca de nadie —entrecierra un poco los ojos porque... le conoce demasiado bien.

—Ehm... ¿y tú?

—Bueno... creo que tengo menos aversión por tocar un poco a la gente —lo dice el chico que mantiene el 90% del tiempo una mano pegada a la otra mano—. Pero siento que contigo es... eres tú.

Crowley le acaricia un poco los dedos porque sigue tomándole la mano.

—Y sí es... distinto a lo de siempre. Y sí es cercano y... haces cosas raras con mi cuerpo, pero no es ni la mitad de incómodo de lo que sería hacer esto mismo con alguien más.

—O no hacerlo nunca.

—¿Sería incómodo no hacerlo nunca?

—Pues más que incómodo un poco triste, ¿no te parece?

—Creo que... no sabía de qué me estaba perdiendo...

—Y eso les pasa a Gabriel y al resto, por eso se burlan sin saber que ellos son los que dan pena —decide Crowley y Aziraphale sonríe con eso.

—Tampoco entiendo cómo pueden no... Sentirte.

—Porque cuando están ellos les odio demasiado.

—No sé... qué dirían si te sintieran —se ríe.

—Que son tus propios sentimientos que proyectas en mí —se encoge de hombros.

—No, no... si REALMENTE te sintieran. Si notaran que no lo son.

—Nada, porque no es para tanto —gira la cara y pone la mejilla sobre su palma

—Sí lo es. Es... ¿conoces a algún otro demonio que lo haga?

—¿Quererte? —se sonroja—. A lo mejor es un poco precipitado pedirme un trio.

—¿Trío?

—Con otro demonio.

—¿Trio de qué?

—Era una broma —suspira y le suelta la mano.

—Ohh... ¿qué pasa? —parpadea.

—Nada —le sonríe.

—Quizás... debería... —frunce un poco el ceño porque no está seguro... y le ha soltado la mano.

—¿Qué? —hace desaparecer lo que queda en los platos con un chasquido.

Sonríe con esa limpieza, menos mal y se levanta. Crowley le mira y se levanta también.

—Así que... voy a decirle al cielo que intentaste... cortejarme.

Aprieta los ojos.

—Necesitaría saber exactamente qué es lo que intentaste hacer.

—Si usas la palabra cortejar te juro que me invocaré a mí mismo ahí y le diré a Gabriel que te acostaste conmigo encima de cada libro de tu librería.

W-What?!

—Y me creerá. Sabes que lo hará —le señala con un dedo.

—Pero no es... ¡No es verdad!

—No, pero me creerán todos.

—Y puede que Gabriel se caiga muerto al igual que medio cielo, solo con la idea —Aziraphale aprieta los ojos.

—Y lo sabes. Así que nada de... cortejar. En realidad...

—¿Aja?

—¿No te parece raro que Gabriel te dejara... despedirte de mí cuando el exorcismo? Lo pensaba y pareció un acto compasivo, pero no es muy digno de él.

—Tuve que... rogarle —se humedece los labios.

—No es como que rogar haya funcionado en otras ocasiones.

—¿Estás diciendo de verdad que Gabriel fue... compasivo? Yo creo que quería quitarme de encima suyo.

—No lo sé... No, porque necesitaría empatía para eso pero...

—¿Crees realmente que me ha pedido esto de matarte solo porque tiene que hacerlo, entonces?

—No, ¡No! —aprieta los ojos porque joder lo rápido que Aziraphale se cuelga de una idea así de peligrosa.

Es que es lo que quisiera creer. Exactamente lo que le gustaría que pasara, en estas circunstancias.

—O sea... si es eso, implica que tiene que hacerlo por orden de... ¿quién? ¿Dios? ¡Eso es casi peor!

—No va a... no va a ser Dios! Dios no da órdenes así directamente a NADIE —abre las puertas que dan al balcón.

—¿Entonces?

—Pues debe haber hecho una junta y concluido que es lo que más conviene al cielo... Él me lo dijo. SE ve MAL que un ángel y un demonio estén... confraternizando.

—Desde luego no fue compasión entonces.

—Sí lo fue. O sí podría haber sido —asegura sentándose lo más derecho posible en estas dos tumbonas. ¿¡Por qué tenía esto en la terraza, si no tenía casi nada!?

—¿Compasión de qué? Más bien sentimiento de culpa —Crowley se deja caer en la otra poniendo los ojos en blanco.

—¿C-Culpa? —frunce el ceño, pensándoselo.

—Pues él te... ordeno matarme, a lo mejor se sintió culpable —le mira, manos a la nuca—. Si no te hubiera dicho que vale, no lo hicieras o quién sabe, tal vez solo quería regodearse en tu desgracia porque le va el drama.

—Quizás no es TAN malo como lo estoy pensando y solo es una de esas horribles decisiones que tienes que tomar con esos puestos de poder.1

—Eso solo funciona cuando hay alguien más por encima suyo, ¿quién coño supones que le ha obligado a tomar esa decisión? ¡Nadie! Él en su maldad infinita e intrínseca que no sabe que tiene el muy cabrón. No es como que con esto pretenda dar la idea de que el cielo sí tiene algún control sobre sus gentes para que no se rebelen o así.

—Quizás es el... bien mayor. La vergüenza de tener a un ángel... que incorrectamente quiere a un demonio.

—Más a mi favor, ahora resulta que el AMOR es un sentimiento incorrecto para un ángel.

—Si cuando es hacia un demonio. Es... retorcido. Repulsivo. Algo que exterminarse de raíz —se sonroja.

—¿Disculpa? ¿No que es... CIEGO?

—Quizás podría implicar que puedo terminar queriéndosela a los otros... o al diablo.

—¿Y eso qué? El problema aquí no es tú queriéndome, es que yo no lo merezco, por lo visto.

—En la cabeza del cielo, Crowley. Es... e que intrínsecamente ustedes son de inqueribles. O eso creen y el que yo lo haga es... aberrante y merecedor de la muerte.

—Eso es tremendamente absurdo si lo analizas un mínimo.

—Si no existieras tú... y no lo sintiera en carne propia...

—O sea, se supone que somos demonios, maldad intrínseca y todo eso blablablá —toma un trago de la botella de vino que ha traído—. Y que debemos tentar a la gente y eso, ¿pero cómo vamos a hacer eso sin entender un mínimo la naturaleza humana y los sentimientos? O sea, ¿cómo creen que lo hacemos?

Aziraphale extiende la mano hacia él para que le pase la botella y él lo hace.

—Darling, como lo hacen todos tus compañeros.

—¿A pura suerte? "Vamos a hacer que esa mujer engañe a su marido, no entiendo qué es el amor pero seguro eso lo destruye." Es que igualmente, aun siendo estúpidos, no pueden no tener un mínimo de entendimiento o simplemente irían por ahí haciendo... acciones y esperando que fueran malignas por suerte. O estadística.

—Pero es que eso es aún peor y hace mi caso aún más malo —el ángel se relame después del trago que le ha dado a la botella—. Ustedes saben del amor, saben cómo usarlo en contra de la humanidad... por tanto saben cómo utilizarlo en contra mía y del cielo. Y yo... voy directo a... quererte hasta el punto de perder la cabeza y dejarles vulnerables.

—Pero es que lo estúpido es pensar que los demonios no pueden hacerlo de vuelta. O sea, ¿es que acaso hay una manera TEÓRICA de entender el amor? Una en la que alguien puede entender intrínsecamente todo su funcionamiento e implicaciones pero SIN SENTIRLO.

Aziraphale se humedece los labios

—Quizás eso es lo que les da más miedo aún. Que puedas quererme e influenciarme

—Lo que me alucina es que no se den cuenta de que en realidad es al revés

—¿Crees que yo te influencio a ti?

—¿Quién pone los malditos puppy eyes cada tres bloody minutos? —se incorpora un poco y le mira, Aziraphale sonríe un poquito con eso, mirándole. Crowley se humedece los labios un segundo, mirándole también

—Igualmente tú eras distinto desde antes de que yo pudiera hacerte ninguna influencia. Desde el día uno —Aziraphale le mira los labios completamente idiotizado.

—¿Lo era? ¿Cómo? —le mira tumbándose de lado hacia él.

—Estabas... ahí. Preguntándote si realmente era tan malo lo que habías hecho —le extiende la botella—. Y siendo bueno conmigo de alguna forma.

—Aun me lo pregunto... —arruga la nariz con lo de ser bueno con él y chasquea los dedos, haciendo desaparecer la tumbona o hamaca o lo que sea de Aziraphale, tirándole al suelo.

Ugh. Ahí va, como costal de papas.

—Ufff... —se queda sin aire porque no se lo esperaba—. Au!

Crowley se ríe.

—Eso... ¡f-fue gratuito! —protesta sonándose la cabeza.

—Maldad intrínseca —le mira riéndose.

—Ugh... bad Crowley!

—Oh, bad Crowley, por lo visto eso me pone al nivel de pedirte que mates a alguien —se burla y la verdad, lo que quiere es que vayas a compartir la tumbona con él y no sabe cómo lograrlo.

—Sí, quizás fuera momento de pedirte que te mates a ti mismo y me ahorres problemas —se levanta un poco torpemente.

—Puedes usar eso en tu reporte como intento.

—Van a empezar a reírse de mi... corrijo. Van a reírse cada vez más de mi si pongo esas cosas en mi reporte —se estira el saco y la camisa, mirándole de reojo, de pie junto a él sin saber muy bien que hacer, pensando que... quisiera sentarse en la tumbona con él y no sabe como lograrlo.

—Pero es tan cínico como tú.

—Yo no soy cínico —sonríe de lado.

—Claro que no.

—Tú eres el cínico —se sienta en el bordecito de la tumbona, tan recto como siempre.

—Es cierto, tú no lo eres en lo absoluto.

—¿No me acabas de llamar cínico? —Le mira de reojo.

—¿Yo? Naaah —tan sarcástico. Aziraphale pone los ojos en blanco.

—Quizás no sea del todo tan mala idea —valora.

—¿El qué?

—Completar un reporte diciendo que te he pedido que te suicides.

—¿Ves? Puede servir para acabar de añadir paja

—"A la mitad del flirteo provocado por él, mientras mirábamos el atardecer la terraza de su apartamento en Londres, tomándole la mano, le mire a los ojos y... le pedí amablemente que se suicidara" —narra el ángel.

—Que bonito... hasta poético suena —sonríe de lado.

—Sabía que te gustaría.

—"Desgraciadamente y que sin que yo pueda saber porqué, no funcionó" —añade el demonio.

—"Por lo visto no fui lo suficientemente convincente... quizás si le hubiera... besado"

—Quizás...

—A-Aunque no creo que Gabriel asuma ni remotamente que... tú puedas querer que te bese —le mira de reojo un segundo.

—A lo mejor podrías explicar que me sentí más en comunión con la idea despues de eso, a pesar de declinar igual el ofrecimiento.

—¿Por qué podrías dejar besarte por un ángel?

—Porque tengo que hacerlo.

—Menos mal que esto tiene que ir en un reporte escrito y que no voy a presentárselo en vivo a Gabriel... —se pellizca el puente de la nariz—. Porque va a pensar que...

—¿Qué?

—A mí me hace ilusión que me beses... cuando a ti... t-tú tienes que hacerlo. Y yo estoy haciéndome ideas...

—Ah, sí, bueno, pero... no sé cómo convencerlo de lo otro.

—No. No, en... realidad es lo que tienen que pensar en el cielo. Que yo estoy buscando una forma de estar cerca de ti y de... hacer que me quieras y que ellos pueden sacar mucho más provecho de eso que de que te mate y, probablemente mientras lo hago, deje de serles útil para siempre.

—Exacto.

—Lo cual es probablemente u-un poquito cierto, de algún modo —le quita la botella de las manos

—Pues sí que lo es —se cruza de piernas incorporándose un poco.

—Es siempre más fácil intentar convencer a alguien de la verdad... —valora poniendo la botella en el suelo.

—Creo que voy a tener que ir a ver que planes tienen ahí abajo para que puedas presentarlos como informe de espionaje.

Aziraphale suspira y asiente.

—Esto va a ser raro —comenta Crowley.

—¿Por?

—Nunca he... ido a preguntar por planes así por las buenas a ningún otro demonio.

—Quizás podrías ir a... reclutarles para algún plan tuyo

—¿Cómo?

—Creo que sería más natural que... les pidieras ayuda y una vez que se las pidas, intentaras obtener información.

—Ayuda...

—Ya sé que no te gusta la idea de pedirles ayuda, dear, pero solo ir a extraer información se ve infinitamente más sospechoso.

—¿Y quieres que les... pida ayuda sobre... cómo seducir a un ángel? Porque se supone que ese es el plan en el que estoy metido.

—Definitivamente NO —aprieta los ojos—. ¿De verdad solo puedes tener un plan a la vez? Vamos, es que además técnicamente no te gusta este plan de s-seducción, podría parecer que como cada vez intentas escaquearte por algo más divertido y... bueno, más genial que seducir a un ángel extraño y bobo que está asquerosamente enamorado de ti.

—Ellos no creen que yo me escaquee de los planes.

—¿No creen que lo hagas para planes que odias?

—Claro que no, ya me aseguro yo de que crean que soy prácticamente workaholic.

Aziraphale suspira.

—Siempre con la ayuda de los amigos presentes, desde luego —añade sonriendo y señalándole.

—Quizás solo es cuestión entonces de ir ahí y burlarte un rato de todo esto —le sonríe—. Puedes incluso decirles que yo he dicho lo de cortejar.

—No voy a decir esa palabra frente a nadie que espero que me respete un poco... en la vida.

—¿Ni siquiera para... burlarte un poco de mí? —se ríe.

—Está bien, eso sí es posible.

—No sé por qué no me... —aprieta los ojos.

—¿No te...?

—Sé que has ido cientos de veces ahí a decir alguna cosa de mí, pero esta vez...

—¿Aja?

—Quizás estoy siendo un poco sentimental —se encoge de hombros

—Eso seguro.

—¡Lo dices como si siempre fuera yo sentimental! —ojos en blanco.

—Lo eres.

—Bueno, es igual —sonríe un poco y se frota las rodillas, nerviosito—. Quizás debería irme a casa.

—Oh... —toma la botella.

Aziraphale le mira de reojo porque... realmente no quiere irse. Quiere... quedarse aquí y no sentarse en la orillita de la silla, sino que Crowley se le enrede en las piernas y le haga reír. Sonríe un poco. Crowley se echa un poco atrás de nuevo porque tampoco quiere que se vaya pero... bueno. No iba a durar esto para siempre.