—Vamos a desayunar... —asiente... y le suelta un poquito el abrazo.
Carraspea y le suelta como... "abrazarte, yo no te estaba abrazando, esas son cosas... nice, and I'm not nice." Aziraphale le pone de puntas y le vuelve a dar un besito en los labios
Ella se sonroja porque no se lo esperaba ahora para nada y él le sonríe un poquito, acariciándole la mejilla.
—Venga... quizás hasta puedas tomar una pequeña mimosa.
—¿Desde cuándo se te da esto tan bien a ti? —da un salto para atrás, apretando los ojos. El ángel se va casi de boca cuando se quita.
—W-What?
—¡No me voy a volver a acostar contigo! ¡No te me acerques!
Es un Ángel, querida. Se le va a dar muy, pero MUY bien esto de quererte abiertamente. Parpadea y se sonroja, abriendo la boca.
—Claro que no me voy a acostar contigo. ¡Porque YO no quiero! —tarda en reaccionar así, pero reacciona. Ella parpadea también.
—Bien, ¡porque yo no quiero tampoco!
—F-Fine... —los ojos de CACHORRO que pone
—¡No me mires así! Mira lo que me has hecho, ¡claro que no quiero!
—No te he hecho nada malo. NADA.
—Como tenga que poner un huevo... ¡y no puedo beber! ¿Te parece poco?
—¡Tú estuviste ahí también! ¡Tú te hiciste mujer!
—¡Tú estabas siendo... encantador! —¿en serio? ¿Esa es tu defensa?
—¡Pues cómo no iba a estar siendo encantador contigo besándome así!
—¡Pues no deberías! ¡Se supone que lo de tentar es lo mío!
—No te estoy tentando a nada malo, e-esto es...
—¡Me estas tentando a lo PEOR que podrías tentarme! ¿Qué te parecería si fuera yo por ahí bendiciendo...?
—Quererme no es lo peor... —susurra.
—No hablo de amor, ¡hablo de sexo!
—Eso que hicimos ayer no es sexo —niega con la cabeza.
—Pues claro que lo es, ¿qué otra cosa iba a ser?
—LOVE! ¡El más puro y dulce e... intenso amor!
La sonroja con eso como si nunca antes hubiera oído es palabra.
La verdad, Aziraphale se sonroja un poco a juego, humedeciéndose los labios un poco y mirándole a los ojos.
No, bueno, es que... un poco no es a juego. No me extrañaría que entrara en combustión espontánea.
—E-Ehm...
Está luchando contra... algo para no pegarse fuego a sí misma, really. Algo dentro de ella. ¡El huevo! ¡Cómo sea el huevo!
—I-I... q-quizás tú... —balbucea—. Y-Yo...
Se fuerte, Crowley. No puedes simplemente ir por el mundo diciendo "patos" aleatoriamente cada vez que estas al borde de tener un derrame cerebral.
—No vas a convencerme de que no fue así... —termina
Abre la boca, la cierra, la abre... la cierra... hace un movimiento con la mano, un par de expresiones con la cara arrugando la nariz y moviendo la cabeza de un lado a otro.
—Di algo, ¡venga!
—Tal vez deberíamos comprar un pato...—susurra. ¡Mierda!
—Comprar... un ¿pato?
—P-Para... e-empollar el... hum... huevo...
Parpadeo, parpadeo.
—Si hay un huevo... idearemos un plan —responde Aziraphale suavemente y ella se humedece los labios.
—Un pato es una buena idea. Ellos saben cómo empollar huevos —sigue, literalmente para demostrar que sigue con vida. Pero igual y está teniendo una embolia.
—Ya... ya. También tú sabes cómo empollar un huevo. Pero no vas a tener un huevo, my darling.
—¡Yo no sé empollar un huevo!—se tapa la cara con las manos—. ¿¡Qué clase de mala influencia voy a ser para un huevo!?
—¿De mala influencia? Ninguna mala influencia, mi vida... —la abraza otra vez
—¡Pues no voy a ser una buena! —casi más indignada.
—Vas a ser una influencia, ni buena ni mala. Vas a ser la influencia de Crowley y a mi eso me parece... suficiente.
Se humedece los labios y le mira a los ojos.
—Confío en ti —sonríe el ángel. Ala... sin presión ni nada.
—Vamos a... hablar de otra cosa —casi suplica, agobiada.
—Vamos a desayunar, venga... —le toma de la mano, ella se deja, siguiéndole—. Deberías comer algo con calcio si lo que tienes que hacer es... un huevo.
—Perdona, pero... what the fuck?
El ángel se ríe un poco.
—Vas a solidarizarte tú con la causa dejando de comer huevo.
—¿D-De comer huevo? Oh, pero venga... he pedido un soufflé que...
—¡¿Podrías ser un poco más insensible!? —protesta, esto es drama gratuito porque le jode no poder beber y tener que comer calcio. Ni siquiera sabe qué demonios implica eso. Va a tener que lamer las paredes o... ¿Qué?
La verdad es que Aziraphale no se había creído que pudiera estar embarazada hasta ESTE momento. Vamos... es que ¿insensible? ¿De verdad?
—¡Tú usas cinturón y zapatos de piel de víbora!
—Sí, porque me quedan de miedo.
—Pues esto es lo mismo.
—No. Yo no me estoy comiendo a nadie.
—¡Yo tampoco!
—Por eso se llama solidaridad. Y no te creas que vas a beber si yo no puedo —advierte señalándole con un dedo, él levanta las cejas—. Sé que la relación se va a ir a la mierda porque si con alcohol apenas nos soportamos, imagínate sin, pero no vas a estar tú dándole a la guita mientras yo chupo una piedra.
—No voy a no beber...
—Pues tampoco vas a beber, eso seguro.
—¿Pero por qué? Si yo no soy el del huevo.
—¡Porque tú lo pusiste ahí!
—¡Yo no lo puse ahí! ¡Lo pusimos ambos!
—Pues por eso.
—Una mimosa nos va a venir bien a ambos... siéntate. Relájate. ¿Vale?
—Ahora ni siquiera te importa nuestro huevo —de repente ya no es EL huevo.
—¡Claro que me importa nuestro huevo!
Crowley se cruza de brazos.
—¡Cómo no me va a importar! ¡Si eras tú la que no quería tenerlo!
—Vamos... vamos a parar cinco minutos de esto —pide otra vez, apretando los ojos—. Ya sé que estás acostumbrado a que lo hagamos todo a tu modo, pero ahora tenemos que pensar en otras prioridades —pero si eres tú el que sigue con el tema del huevo.
—¿Qué prioridades? —pregunta abriendo la champagne.
Crowley le fulmina y va a convertir el champagne en ese champagne horrible para niños sin alcohol.
—No me mires así, le voy a poner a tu jugo de naranja, ¿vale? Un poquito.
—No quiero —gira la cara. Noquieresdañaralhuevooooo. Le mira... y sonríe porque es monísima.
Lo que no quiere es champagne de niños sin alcohol.
Pues tú lo cambiaste a de niños sin alcohol sin preguntar, él te iba a poner un chorrito del bueno en tu copita
¡Pues no!
Eres muy mona.
—Vale, nada de champagne... —hace los ojos en blanco y va a hacer trampa, dandole un traguito a la botella directo a sus espaldas—. EH! ¡Esto no es champagne!
—¿Y cómo lo sabes?
—P-Porque... no... huele —ajem, ajem.
—Sí, claro. Cheater.
—¡No! —se sonroja, con esa cara que pone cuando le atrapan. Ojos en blanco—. Igualmente no tomé nada de alcohol, así que ya está. Echaste a perder una perfecta champagne.
—No, lo hiciste tú al abrirla.
—Ugh. Y luego dices que yo soy el imposible
—Lo eres.
—No, lo eres tú.
—Una cosa no quita la otra —sonríe un poco de ladito
—¡Yo lo soy meneos que tú!
—La única diferencia es que yo me esfuerzo para serlo y a ti te sale natural —se echa sobre la mesa, sonriendo
—¡A mí no me sale natural! ¡Anda ya! Tú eres... eres imposible de naturaleza! ¡Yo soy un encanto!
—Una cosa no quita la otra —le guiña un ojo.
Aziraphale se sonroja con eso, abriendo la boca y Crowley sonríe más porque mira que mono es y hacia mucho rato que estaba siendo todo demasiado tenso.
—¡S-Sé lo que estás haciendo! —protesta
—¿Qué?
—Usando tus habilidades demoniacas para... s-seducirme con tus... risas!
—Pero si no me estoy riendo —sonríe, eso sí, levantando una ceja.
—¡Estas sonriendo con esa sonrisa!
—Es mi sonrisa normal —se echa atrás en la silla tomando su copa con zumo de naranja.
—¡No lo es! Es una... sonrisa especial.
—Es la sonrisa que te pongo a ti.
—A mi...
Crowley se encoge de hombros un poco sonriendo más de ladito y carraspea.
—Bueno… puedes seguir haciéndola, no me molesta —se sonroja un poquito.
—Tan magnánimo.
Aziraphale se ríe con esa respuesta sarcástica y la demonio sonríe un poco más de manera natural porque le gusta hacerle reír.
—Lo sé, soy maravilloso.
—¿Cómo era eso de la soberbia?
—¡No tiene nada de soberbia!
—En tu caso como además hacemos la vista gorda a todo... seguramente no.
—¡No hacemos la vista gorda a nada!
—No, no, claro...
—¡Me haces mala fama!
—¿Yo?
—¡Sí! El cielo luego se hace ideas.
—El cielo no me está escuchando.
—Uno nunca sabe. Yo soy parte del cielo.
—Sí, bueno, una parte medio traidora. Si nos estuvieran oyendo estarían ya aquí esos dos ángeles que te esperaban en la librería.
—Debería ir a buscarles —aprieta los ojos.
—No, deberías contarme lo que te ha hecho Hastur.
—Oh... eso —arruga la nariz poniéndose bastante serio—. Tuve suerte
—¿De qué?
—Hizo muchas cosas... pero ninguna con fuego.
—¿Cómo cuáles?
—¿Para qué quieres saberlo? —le mira, moviéndose en su sitio.
—Curiosidad... a lo mejor las pongo en mi informe.
—No creo que seas tan...
—Se suponía que tenía que intentar matarte... bueno, ¿qué hay de malo en adueñarme del trabajo de otro que en realidad no va a tener que hacer un informe de ello?
—Claramente no investigó. Llegó ahí sin saber que hacer conmigo y fue inventando sobre la marcha con lo que tenía a la mano... que para ser un demonio es bastante poco.
—Bueno, no tiene mucha imaginación.
—Ninguna. Intento cortarme las alas.
—¿Cómo? —frunce el ceño
—De varias formas.
—¿Aja?
—No entendía por qué se volvían a pegar... pensaba que tenía que ver con el material con el que las cortaba
Crowley aprieta los ojos porque eso implica que se las cortó un par de decenas de veces y seguro le dolió cada vez.
—Terminó por concluir que a un ángel no se le pueden cortar las alas y ya está.
Facepalm, es que quiere matarlo. No se levanta de la silla y se va a hacerlo a base de pura fuerza de voluntad.
—¿Y luego?
—Estás segura de que... es decir, no tiene ningún caso...
—Continua —pide lo más seria que puede, sin mirarle.
—Luego creo que intentó... hacer conmigo lo que hicimos la otra noche.
—What? —le mira
—Parecía muy sorprendido de que no tuviera yo las... cosas que el esperaba.
—¿Qué cosas?
—Evidentemente al instante en que me desnudó tenía yo un cuerpo... distinto al que viste tú. ¿Has visto esas muñecas? Las muñecas de las niñas.
—Sí, sí... —responde levantando una ceja—. ¿Y qué hizo?
—Ir a ver por qué no podía... desde luego. Sinceramente creo que no quería hacerlo ÉL... pretendía hacerlo con un palo o algo así.
—Como si necesitaras otro ahí dentro.
—Sabía que dirías eso, ¡lo sabía! —se ríe un poco y ella se ríe también—. No sabe hablar casi... ni responder a nada útil más que a golpes.
—¿Qué quieres decir?
—Pensé que después de tantos años contigo, algo habría aprendido de los demonios y asumí que se podría hablar con Hastur.
—Oh, por todos los... really? —hasta sonríe un poco.
—¡No es que tuviera muchas opciones! —protesta un poco—. Pero creo que hablar con el gato de la vecina es mucho más útil que hablar con él.
—¿Qué le dijiste?
—Pues intentaba hacer conversación, CUALQUIER tipo de conversación. Así que... bueno, intenté hablar con él de... del infierno, de qué le gustaba, de... si era amigo tuyo...
—Oooh, demonios —sonríe que se nota que hasta le da rabia haberselo perdido.
—No, ¡venga! Es... es que algo se debe poder hablar con él. Hasta le pregunté cual era su maldad favorita
—¿Y?
—¿Sabes cuál es?
—¡Que voy a saber! ¿Matarte?
—Claro que no, no tiene... creo que ni siquiera sabía mucho de mi hasta el día que me atrapó. Pero sí me... enseñó varias de ellas. No es nada violento ni nada, asumí que le gustaba el boxeo.
—Es que ya me lo imagino... —aprieta los ojos porque la idea del boxeo no... no.
—En algún punto entendí que... curarme era una mala idea.
—Llamando, al cabo de unas horas... "Crowleeeey, no quiero un rescate, quiero saber cómo hago para que se calleeeee"
—Oh, ¡venga ya! En... no se me ocurrió que eso...
—"No importa tanto que no se calle, ¿pero cómo hacemos para que deje de echarnos miradas reprobatorias cada vez que alguien levanta la voz o pone los codos en la mesa? Esto es el infierno, Crowley. No puede... no... nos está haciendo llorar."
—JA! ¡Acabas de admitir que lo haría BIEN EN EL INFIERNO!
—"Está intentado hacer algo misterioso con unos pañuelos de colores y unas cartas y unas monedas y no deja de gritar y sobreactuar, Crowley. Vamos a tener pesadillas."
—Son unos cobardicas.
—En realidad yo también hubiera tardado en ir a sacarte de haber recibido esa llamada, no te creas.
—¡Pues menos mal entonces que no fue a chillarte! —protesta haciendo los ojos en blanco con eso y le toca la pierna por debajo de la mesa con la suya.
Se ríe.
—Aunque ya estaba por salir... de hecho estaba ahí dentro solo para torturar a Hastur.
—Ya me imagino, que en realidad tú eras el secuestrador —estira las piernas subiéndolas a la rodilla de él.
—Exactamente. Lástima que llegaste —pone una mano bajo la mesa y le acaricia un poco el tobillo, sin pensar.
—Bueno, alguien tenía que salvar al pobre diablo. No iba a no tener yo empatía que sé de lo que eres capaz de hacer —responde sonriendo con lo del tobillo.
—Siempre echándolo todo a perder —se ríe.
—Es el incansable trabajo de las fuerzas del mal echar a perder las buenas acciones.
—Tendré que enfocarme en ti en vez de en Hastur.
—¿Y me vas a preguntar cuál es mi maldad favorita?
—Sí —más cariñitos en el tobillo.
Crowley se echa adelante sobre la mesa bajando los pies porque si no no puede acercársele y hace un gesto con un dedo para que se acerque él también. Aziraphale alza la cejas sin esperarse eso y se le acerca
—¿Es un secreto?
La demonio asiente y le toma de la barbilla para que se acerque más. Él traga saliva mirándole los labios. No creas que tú no le tientas.
—Mi maldad favorita... —susurra sobre sus labios.
—Mjm... —es que tiene que detenerse a sí mismo de no besarle.
—Es regalar espadas a los humanos contra los designios de Dios.
—¿E-Espadas?
Se ríe y le besa ella.
Aziraphale cierra los ojos, respondiéndole el beso con absoluto vigor. Le tientas un MONTÓN.
Crowley le hace bajar las revoluciones, abriendo la boca porque quería esto un poco más lánguido esta vez ¡porque es que Hastur le intento cortar las alas mil veces! Y le golpeó y le asustó y...
Levanta una mano hasta su mejilla y le toca, relajándose un poco y bajándole la intensidad. Sí. Hastur hizo toda clase de horrores con él y...
Y ahora le molesta la mesa entre ellos, por tonta.
Aziraphale se estira un poquito, queriendo traerla hasta aquí y que se siente en sus piernas, sin saber cómo.
Ella se separa un poco y Aziraphale le mira.
—¿Estás bien? ¿Seguro que ya no te duele?
—Aunque... —Suspira y sonríe, asintiendo—. No me he visto las alas
—A ver, sácalas —se pone de pie.
—No exageres si no están perfectas —se humedece los labios.
—¿Qué no exagere en qué?
De hacer drama. Las sacan y es que quizás las recuerdes por maltrechitas del día que le rescataste. Aunque me parece que ya no están ensangrentadas.
Ahí va Crowley a inspeccionarlas CENTÍMETRO A CENTÍMETRO.
—Me ha robado varías plumas. Yo que sé para qué las quiera.
—A saber, el muy imbécil. Como si él no tuviera las suyas propias —protesta y toma una servilleta, humedeciéndola a alta temperatura con un chasquido de dedos para poner las plumas torcidas rectas otra vez.
—Puedo imaginarme sus alas —le mira de reojo y sonríe un poquito.
—Pues como las mías... pero más echas mierda —explica muy concentrada en lo que hace. Ceño fruncido y todo.
—Exactamente, todas sucias y descuidadas —mueve un poco el ala porque le hace cosquillas.
—Chist! —protesta porque se mueve—. Ya sabes que ahí abajo nadie es muy... cuidadoso.
—Tú.
—Porque a mí me gusta cuidar mi aspecto, es importante en la tierra.
—Y es importante para ti ahí abajo. Creo que... te tienen cierta envidia. Aunque creen que no.
—¿Envidia?
—Hastur me preguntó más de una vez... por qué te quería
—Oh... —sonríe un poco—. ¿Y?
—Responder a eso fue difícil —se sonroja un poquito.
—Ya, pero...
—Me refiero a que todas las respuestas te hacían quedar como... alguien querible.
—¿Y eso qué? Wait! ¿Le dijiste que soy nice?
—¡Es difícil no hacerlo! Y además no quedar como idiota... y tratar de no perder dientes a la vez.
—Ugh... ahora entiendo todas esas sonrisitas idiotas —protesta.
—¿¡Cuáles?!
—Pues las del idiota de Hastur cuando llegué. ¿Qué le dijiste?
—P-Pues... Algunas cosas que se me ocurrieron
—¿Cómo qué?
—Tienes que... t-tienes que entender las circunstancias —le mira de reojo.
—Voy a matarte yo —empieza a protestar apretando los ojos
—¡Habíamos peleado horrible!
—Ah, ¡además eso!
—¿¡Además que?!
—¿Estabas intentando fastidiarme porque habíamos peleado?
—No, idiot! ¡Estaba sintiéndome mal porque habíamos peleado!
Ojos en blanco.
—No me pongas esa cara... estaba asustado, pensé que no querías hablar conmigo otra vez o no te enterarías en cien años que estaba ahí o... yo qué sé.
—Y te pusiste sensible. Casi peor.
—¡Pues como no iba a ponérmelo!
—Uuugh...
—Igualmente a él le hizo mucha gracia que yo...
—¿Qué?
—Ehm... nada muy importante —se sonroja otra vez moviendo de nuevo un poco las alas.
—¡No puedes responder con evasivas todo lo que pregunto!
—¡Es que vas a reñirme! —aprieta los ojos.
—¡Pues será que lo mereces!
—¡Estaba asustado! Y no es que quisiera hacerlo, pero...
—¡Suéltalo ya, angel!
—¡Ugh! Estaba llorando, ¿vale? —protesta haciéndose bolita en sus alas
—¿Eh?
—Y él pensó que era sumamente divertido y que lo estaba consiguiendo ÉL.
Crowley aprieta los ojos y un poco el trozo de ala que tiene en las manos
—Así que solo por... un poco de orgullo propio le dije que no, no lloraba por lo que me estaba haciendo. Lloraba por ti. Lo cual le hizo considerablemente menos gracia, diga lo que diga.
—¿Y-Y...?
—Y puede que se me fuera un poco de las manos... —se humedece los labios otra vez, mirándole de reojo.
—¿Qué le dijiste exactamente? —pregunta asustada.
—Ehm... bueno... que... a él nunca nadie le iba a querer.
—A veces pienso que él y Ligur...
—Ligur... ¿no es el del agua bendita?
Asiente.
—Oh, Crowley... ¡El que va a matarme es él! Y además con razón.
—O sea, no muy... no creo que... realmente... o sea, creo que eran muy allegados. Pero no por... nada, solo como... hermanos, tal vez.
—Ehm... como tú y yo.
—No —taxativa. El ángel se humedece los labios—. En realidad no tengo ni idea, pero solo creo que desde entonces me odia aun más. Y no es que quiera yo ver esto ahora en todas partes, solo digo que...
—¿Aja?
—Desde entonces como que me odia de modo más personal.
—Pues si desbarataste a su... hermano/amigo/conocido cercano... ahora entiendo también la absoluta furia después de decirle eso...
—¿Y? ¿Qué te dijo?
—Que a él no le importaba que nadie le quisiera, desde luego.
—Sí... claro, que... ugh —aprieta los ojos.
—Y... ehm... bueno, le dije quizás que... tú no eras como él.
—¿Qué? —el ESCANDALO.
—Vamos... no directamente del todo... pero quizás, a lo mejor...
—Ugh... es que no me extrañan para nada sus burlas.
—Pero ¿desde cuándo me creen cuando digo esas cosas? —se gira a mirarle un poco.
—Pues desde que es más divertido que sea cierto. ¡Y me fastidia más!
—Pero ellos saben que no es cierto. Es Justo lo que les hace gracia en el cielo.
—Aquí cada uno toma lo que mejor le interesa.
—Ugh.
—¿Algo más? ¿Algo que deba saber?
—Me queje mucho de ti y de TODAS las cosas qué haces mal... y mira que son muchas.
Crowley le mira, parando un momento con las plumas.
—MUCHAS. Desde que no eres capaz de no subir los codos a la mesa...
—What?
—¡Pues me he quejado!
—¿De los codos en la mesa, angel?
—Pues entre otras cosas, sí.
—¿Qué otras cosas?
—Pues... confundir palabras. Aunque eso es bastante adorable. O conducir como un DEMENTE.
—¡Confundir palabras! —exclama levantando las manos—. ¡Y además le debiste decir que era adorable!
—Ehhh... N-No necesariamente...
—¿Qué te tengo dicho de mentir? —le fulmina.
—Vale, vale, ¡sí le he dicho!
—Ugh —se tapa la cara con las manos.
—¡Pero esa es mi percepción! Lo siento —se gira a ella.
—Ni siquiera es verdad que lo sientas tampoco. Guárdate tus mentiras para Dios, que ella sí te las cree. ¿Qué más dijiste?
—No te enfades... —le mira con ojos de cachorro.
—Solo dime qué dijiste para que no me explote en la cara la próxima vez que baje ahí a llevar un... Oh-oh.
—¿Qué?
—¿Cuánto dices que he dormido?
—Dos días y sus noches ¿Qué pasa?
—Ehm... —se humedece los labios—. Esperemos que no... bueno. ¿Qué dijiste entonces?
—No, no. ¿Qué pasa?
—Belcebú me pidió... un informe. Para ayer.
—Ohhh! ¡Hay que hacerlo!
—Bueno, tal vez no era tan urgente.
—¡No! Venga. Hay que hacerlo... puedo hacerte un informe bueno —sonríe.
—De todos modos, no respondiste a mi pregunta.
—Dije muchas cosas que para mí son horribles. Todo de lo que me quejo de ti diario... de lo que me desordenas la librería y las cosas malévolas qué haces escondiendo gafas en las biblias. ¡Eso!
—Me van a comer viva —aprieta los ojos.
—Noooo... —tira de ella abrazándola de la cintura.
—Ugh.
—Pues no puedo decir cosas peores de ti...
—¡Sí que puedes! Solo tenías que corroborar algunas cosas de las que yo misma les he dicho. Y lo muy horrorizado que estabas de ellas.
—P-Pues... es que... ¡intentó cortarme las alas!
—Ugh —se acuerda de eso y le pone las manos en donde las alas se unen a su espalda para vez como tiene eso. Aziraphale le abraza.
—Angel! —protesta porque así no puede ver.
—What?
—¡Estoy intentando ver esto! —Seguramente tiene... alguna cicatriz. Intenta quitárselas pasándole las manos por encima, pero no es muy bueno en ello
—¿Se ven muy mal? —pregunta mirándole de reojo
—Se ven como... —traga saliva y es que tiembla un poco porque a lo mejor si hubiera llegado antes...
—Esto no es tu culpa... —susurra. Crowley se las acaricia—. ¿Se ven como qué? —pregunta apretándole contra sí.
—Ese cabrón...
—Es un demonio resentido.
—Bien, ahora lo soy yo también.
—No sigas... olvídalo, Crowley. No quiero que termine matándote Hastur.
—No me va a matar Hastur. Está encerrado en un calabozo y yo no.
—No va a estar encerrado para siempre
—Y por eso necesito agua bendita de nuevo. Welcome to my TED talk.
—Con gusto te entrego agua bendita, en el instante en el que me demuestres que puedes manejarla correctamente.
—¡La puedo manejar perfectamente! Tú me has asustado.
—No, me has demostrado EXACTAMENTE lo opuesto.
—¡Porque me has asustado!
—Si crees que YO te asusto, my love... no sabes lo que te va a asustar Hastur
—¡Hastur no va a entrar gritando sobre el desayuno cuando no debe!
—Hastur va a entrar a hurtadillas y asustarte por la espalda, my dear.
—Entonces me asustaré y se la echaré por encima desde el principio que es para lo que la quiero.
—O te la echarás a ti misma encima y desaparecerás para siempre.
—¡Llevaba guantes y delantal!
—¡Y estabas descalza! ¡DES CAL ZA! UNA gota en el suelo. UNA, y ¡boom! Adiós para siempre. Ni creas que soy tan imbécil.
Oooojos en blanco.
—Pues nada, mejor que venga Hastur y me intente cortar a mi las alas, ya que a mi se me da igual de bien lo de curarme.
—Tienes que... prometerme.
—¿Qué?
—Que vas a ser cuidadosa de verdad.
—Ugh... maldita sea contigo, no, no voy a serlo, prefiero morirme. ¡No seas ridículo!
—¿Qué tiene de ridículo ser cuidadosa de verdad?
—¡Lo que es ridículo es que pienses que no voy a serlo!
—¡Hoy no lo fuiste!
—¡Hoy me asustaste!
—Te asusté y decidiste quitarte los zapatos y luego tirar el agua bendita...—asegura sarcásticamente.
—Exacto, porque no podía yo soportar vivir en un mundo en el que me asuste el desayuno —replica sarcásticamente también.
—Pues sin zapatos no hay agua bendita
Crowley inclina un poco la cabeza y chasquea los dedos, arrugando la nariz. Se pone otra vez los zapatos negros de tacón con la suela roja.
El ángel la mira de arriba a abajo. Oh, entonces se quita el pijama también, recuperando su vestido negro también, haciéndole sonreír de lado.
—¿Suficiente? —empieza ella.
—Mmm...
—¿Qué? —Ojos en blanco.
—El vestido... es un problema.
—¿Por? —levanta una ceja.
—Te ves sumamente bonita, my dear, pero no pareces entender el problema.
Ojos en blanco de la demonio.
—No me pongas esa cara.
—¿Sabes que estuve ayer en tu librería? O sea... no ayer, ayer... ayer cuando fuera. Ayer.
—Sí, sí... la tragedia de mi librería
—No, no... Me refiero... a antes —se humedece los labios y le da la espalda—. Antes de bajar al infierno.
—Antes... ¿después de pelear? —frunce un poco el ceño y guarda las alas, poniéndose de pie
—Seh, bueno...
—Ajá...
—No que fuera a por ti o algo.
—Ya, ya... —Sonríe un poquito, porque había ido a buscarle.
Crowley carraspea un poco y se gira, buscando algo que hacer, toma el dispersor de agua de las plantas, paseándose por entre ellas desinteresadamente porque toda esta parte de la historia es un poco más... ehm... bueno, reveladora, vamos a decir.
—El caso es que estaba abierta.
Él lleva revelándote que lloro por ti y todo, un buen rato.
—Ah, sí... Ugh. Los demás ángeles.
—¿Qué?
—¿No eran ellos?
—No, no había nadie. Supongo que fue después de que te secuestrara Hastur. ¿O te secuestró en la librería?
—No, fue afuera de tu casa, después de que me echaste —frunce más el ceño porque ahora todo mundo había cosas con su librería.
—Dirás después de que te fuiste —replica frunciendo el ceño ella también malinterpretando su gesto.
—Yo siempre cierro mi librería.
—¿Sabes quién la abrió entonces?
—¡Claro que no! Cualquiera... por lo visto se ha convertido en espacio público —cruza los brazos porque... ¡su librería!
—Bueno, había ahí... o sea... —vacila porque se está metiendo en un berenjenal para contar una tontería.
—Oh... ¿Aja?
—Unos... tipos. Trajeron un... pedido de libros o algo así.
—Ohh...
—¿Los estabas esperando?
—Ehm... quizás. Tendría que revisar los libros de entrega.
—¿Quizás? ¿Haces pedidos de libros sin saber?
—No, no. Pero los que no son libros TAN raros... oh, a menos que fueran de... Ugh! No eran libros nuevos, ¿verdad? ¿Viste algo? ¿Te han dicho si volverán?
—No sé qué libros eran —se encoge de hombros. Suspirito dramático del ángel—. Solo firmé y ya —añade desinteresadamente mirando la hoja de una planta.
—¡Oh! ¿Los recibiste? —Levanta las cejas y la sonrisa automática.
—Sí, bueno. No se creyeron que trabajaba ahí —sigue
—¿No?
—Así que tuve que decir que no lo hacía —claro, tuviste que dejarlo claro, era una cuestión de vida o muerte—. Que era tu esposa —explica desinteresadamente—. Y casi tampoco me creen eso.
—¿M-Mi esposa? —levanta las cejas. Vamos, que a nadie le sorprende que no se lo crean. Estarían todos más tranquilos de pensar que eres su esposo.
—Pues sí, ellos pensaban que eres gay —responde echando agua a las plantas sin hacerles mucho caso.
—Oh...—ojos en blanco—. Ese asunto. No sé de dónde lo sacan.
—Sí, que curioso, nunca te había pasado antes —se burla.
—No, sí que me había pasado —refunfuña un poco—. Solo sigo sin entender del todo de dónde sale.
—No me digas, ¿cuándo? —pregunta sarcástica, sonriendo de lado.
—Pues un par de ocasiones —la fulmina y ella se ríe.
—Oh, en un par de ocasiones De nuevo estirando conceptos hasta límites insospechados...
—No sé exactamente a qué te refieres, pero la respuesta es no.
—¿No qué?
—No... no —se sonroja sin saber bien qué coño está diciendo, la verdad
—¿De plano? ¿No... y punto?
—No me acuses tú tampoco de serlo o no serlo. Sabes que me da igual y para el caso tú también lo eres.
—Yo soy muchas más cosas que eso —se ríe
—¿Más cosas como cuáles?
—Pansexual. Genderfluid. Aromantic —esa última no te la crees ni tú.
—Aromantic? —sonríe de lado y le mira a los ojos—. Por el amor de Dios...
—Yes. Desde luego, I am a demon!
—A VERY romantic demon.
—¡Claro que no!
—Eres más romántica que yo.
—¿Perdona?
—Of course!
—Eso no es verdad, tú eres la esencia de todo lo cursi y ridículo de este mundo.
—Y aun así... te gusto —se sonroja un poco, sin mirarle.
—Un error lo tiene cualquiera —se vuelve a las plantas. Eso no es un no. Aziraphale se ríe un poco.
—No es un error de una vez...
—Sí que lo es, lo que pasa es que aún no lo resuelvo.
—¿Qué hay del... Sounds of music thing?
—¿Qué con eso?
—¡También es romántica!
—Solo la veo... ironically.
—Ironically?
—Yes, como burla.
—¡Qué va! ¡Esa ni tú te la crees!
—¿Por qué no iba a creérmela? —le echa una mirada de advertencia a una de las plantas antes de volverse a Aziraphale.
—Porque sabes que no es verdad, bien que te gusta.
—Bueno, de todos modos no era eso lo que discutíamos.
—¿Qué discutíamos?
—Tu aparente homosexualidad incipiente respaldada y reconocida por todos los seres humanos de este planeta a lo largo de la historia.
—Llevas diciéndome eso años... ¡por lo visto como un insulto de algún tipo! —Ojos en blanco otra vez.
—No es un insulto —ojos en blanco—. Solo me hace gracia como un ser... etéreo y hasta hace como una semana aparentemente asexuado tiene una inclinación sexual tan consensuada por todo el mundo.
—Es que eso es... justamente lo que llevo toda la vida diciendo. La sexualidad nunca ha sido un área de... mi extremo interés, sinceramente, y hace muchos años que todo el mundo etá demasiado seguro...
—Y por lo visto todavía no te explicas la razón.
—¿Tú la entiendes?
Crowley le mira y hace una de esas sonrisitas de "me pareces muy mono"
—No —decide finalmente. Aziraphale entrecierra los ojos.
—¿Es una de esas cosas en las que me dices que no, pero sí?
—No —se ríe.
—Al menos la humanidad ha mejorado su trato... un poco.
—Han pasado muchas épocas. Seguro en Roma eras el rey del mambo.
—Ah, Roma. Era una buena época, ¿no crees?
—No fue mi favorita —se encoge de hombros.
—¿Cuál es tu favorita? —mira como aleja otra vez el tema al de su homosexualidad incipiente.
—Esta —sonríe. Dice eso TODAS Y CADA UNA DE LAS VECES que alguien le pregunta. Incluso en Roma. Salvo en el siglo XIV. Esto de vivir el momento es lo suyo.
—Lo que me parece irónico...
—Mjm?
—Es que al final... la experiencia sexual que he tenido no ha sido con un hombre.
—Porque te has puesto a gritar —replica girando la cara.
—P-Pues... —le mira y vacila un poco—, t-tienes... t-tu...
—¿Qué?
—Eso... ¿querrías hacerlo?
—¡No! Ni siquiera lo pienses. ¡No vamos a volver a hacer nada en esa línea después de lo que me has hecho! —hasta da un paso atrás. Sí, es por el huevo. Sí, otra vez. Aziraphale parpadea.
—No estoy... no estoy diciendo de hacerlo a-ahora... ugh —aprieta los ojos—. ¡No es que yo quiera!
—Igualmente. Además tengo trabajo ahora —vuelve a acordarse.
La verdad, es que da tres pasos atrás, bastante sonrojado, porque esta vez... no hablaba realmente de hacerlo en ese momento, sino en general y esta vez le ha parecido que... es un rechazo en toda forma. Como lo de la boda. Se cruza de brazos sin mirarle.
¡Es un rechazo porque esta asustada porque cree que va a tener que poner un huevo!
Vale, pues... nada de besos ni de abrazos ni de boda. Ya lo ha entendido. Nunca mas.
—P-Pues anda, trabaja entonces —se sienta por ahí y le da la espalda.
Crowley le mira y pone los ojos en blanco, yendo a buscar su ordenador.
Cuando vuelva, va a estar leyendo un libro.
