Y en la puerta hay un chico con el ya archiconocido uniforme de Uber eats.
—¡Oh! Eso... es para mí.
—Mr. Fell? —pregunta el chico mirándoles a todos.
—Sí —asiente caminando hacia él, sonriendo.
El chico saca de la mochila una bolsa de papel grande, larga y pesada.
—Ohh… Gracias, muchacho.
Carraspeo, carraspeo. Aziraphale le sonríe sacando un billete de su bolsillo y entregándoselo.
—Thank you!
—¡Buenas noches! —tan sonriente, cierra la puerta y se gira con los otros tres, que le miran con curiosidad—. Uber Eats. Manda comida —les muestra el paquete cerrado y todo. La voy a... comer arriba en mi cuarto, ¿vale? En fin... buenas noches.
—¿Comida? Tal vez deberías compartirla con Sandalphon para que se vaya acostumbrando —propone Uriel para fastidiar.
—Ohh... uff... pero esta es comida muy pesada. Ehm... Solo para estómagos entrenados.
Uriel y Sandalphon miran a Gabriel a quien... sinceramente, le da igual.
—Te empezaré a entrenar mañana —cual cachorro. Sonríe, abrazando su paquete.
—En fin... lo dicho —Gabriel se vuelve a la puerta
—¡Buenas noches! —se despide Aziraphale otra vez. Has dicho ochenta veces buenas noches, muchacho, pero ahí va otra vez a las escaleras.
Pues ahí deja todo el mundo a Sandalphon... con ojos de cachorro y entre estanterías vacías.
Te lo has ganado tú solo. Vas a ver lo MISERABLE que puede ser la vida en la tierra cuando no tienes amigos. ¡Jum!
Aziraphale se encierra en la especie de cuarto qué hay ahí arriba, que por primera vez, parece un cuarto de verdad y no un tiradero de libros, al haberlos desaparecido casi todos sucede que ahora ahí hay... un cuarto. Cuatro paredes y todo.
Vaya, hasta... ¿eso es una cama? Vieja. VIEJA. El colchón está ahí desde que compró el lugar, completamente desvencijado.
Parece una cama de hospicio, en realidad pero igualmente Aziraphale se sienta arriba de ella y abre la bolsa, con la curiosidad de una colegiala a la que el novio le ha enviado... ALGO.
Uf... Lo primero y más grande y pesado es una espada en una funda de hierro súper gruesa.
Parpadeo, parpadeo.
Es una espada... para... ¿matar a un ángel? Pero la funda de... ¿hierro? Tiene lógica, debe impedir que pase el fuego infernal. Vale, vale. La pone en el suelo con cuidado y un poco de temor y ve si hay algo más en la bolsa.
El termo de tartán y una manzana roja y brillante.
Sonríe con la manzana y suspira con el termo, apretando los ojos.
—Vale. Vale... vale. UGH
Es que no sabía si lo iban a abrir los otros o le iban a obligar a abrirlo ahí. Ya... ya. En realidad estuvo bien hecho. Abraza el termo, y... es que va a comerse la manzana al rato que le de hambre, no creas que no.
Vuelve a ver el teléfono a ver si Crowley le ha enviado algo. Quizás debía haber puesto más atención cuando le explicaba estas cosas. Seguro podía hablar con su tablet.
De hecho, sí le ha escrito, pero no sé si lo va a ver con el millón de notificaciones por todos lados.
Seguro... siempre y cuando supiera cómo hacerlo. Al menos hay una cosa... una que sí sabe hacer, que es ir a teléfono y marcar el número de su casa que, además, si se sabe de memoria. Maravillas de aún vivir en la antigüedad.
—Hola, soy Anthony Crowley. Eeh... ahora...
—Hey, soy yo —empieza a hablar el muy idiota.
—...no estoy en casa probablemente, o estoy durmiendo, o trabajando o lo que sea, pero...
—Pero si te hablé a la casa. Siempre me dices lo mismo.
—Después de la señal me pondré en contacto contigo. Ciao!
—¿Señal? ¿Cuál señal? Pero si me estoy poniendo en contacto contigo yo, estoy... estoy encerrado en mi cuarto, les he dicho que duermo.
Piiiiiiiiiiiiii
—Ugh, ese sonido qué haces, deja de hacerme piiiii... ¿me escuchas? Recibí el paquete. ¿Hola? ¿Crowley?
Hay unos segundos más de silencio antes de que oiga que descuelga.
—Joder, angel...
—¿Por qué me dices así de feo? ¿Me escuchas?
—Estaba... en mitad de algo, te he escrito mil veces.
—¿En mitad de qué? ¿Me has escrito? No he visto... hay miles de cosas raras en tu teléfono. Un montón de letreritos.
—Ahora ya da lo mismo... Eres un puto desastre —sonríe.
—¿Yo? No, es tu teléfono. Voy a leerlos todos ahora que cuelgue contigo. ¿Qué hacías? —sonríe también. Recargándose contra la pared.
—Intentar mandar a mi gente a mataros pero somos todos más inútiles de lo que esperaba.
—Oh... ¿conmigo aquí? Cielos... —protesta un poquito—. Yo le he pedido a Gabriel vacaciones, me ha dicho que no.
—Pues para eso te he mandado un paquete.
—Pero eso sirve contra los míos, no contra los tuyos... ¿no? Voy a... voy a darte el agua bendita. La dejaré mañana en uno de nuestros puntos de encuentro, ¿vale? Solo dime cual.
Sonríe de lado porque de hecho, el termo era para avisarle que preparara agua bendita porque iban los suyos, no para que le diera a ella, pero eso suena mejor.
—Sandalphon está aquí... —susurra—. Tal como lo has dicho. Gabriel espera que te... te... eso, en la próximas semanas. Está todo menos feliz de estar aquí, sinceramente.
—En el museo británico. Pasaré por la tarde.
—Te lo dejaré... en la última taquilla, ¿vale? —sonríe un poquito y es que solo hablar con ella le hace sentir muchísimo mejor.
—Tienes la espada, ¿verdad?
—Sí, la he puesto bajo la cama. Ni siquiera se usarla... me da un poco de temor —confiesa.
—Asegúrate de estar siempre del lado de la empuñadura.
—Ya, bueno... eso parece bastante obvio. ¿Algo más que tenga que saber?
—No se apaga. Y no sé si la puedas meter de nuevo en la funda una vez la saques.
—Oh... oh. ¿Y qué hago? ¿La cargo así prendida hasta acabar con toda la corte celestial?
—Exacto.
—Fantástico... Vamos, que no debería usarla nunca más que en caso de MUCHA urgencia.
—Son las mismas normas para mí.
—Excepto cuando la tiras al suelo.
—Bueno tú no la tires al suelo, esto es mucho más delicado. Prometo no asustarte.
—¿Lo... es? ¿Qué pasa si la tiro al suelo?
—Pues que vas a quemar el suelo. También.
—Oye y... siendo... ¿suelo consagrado?
—Ah, no, entonces no... —empieza y luego cambia el tono—. ¡Yo qué sé, angel! No me dedico a hacer esa clase de experimentos, pero seguramente si se puede quemar con fuego normal se podrá con este.
—Vale, vale... ¡No te enfades! —protesta.
Es que Crowley aún cree que no debió mandártela.
—Voy a... tener cuidado si la tengo que usar, ¿vale? No tocar la hoja, ni tocar el suelo. Cualquiera va a morirse solo con la imagen de mi cargando una espada incandescente... o puede que crean que es LA espada y susto que se van a dar. Por cierto... les he... Gabriel me preguntó insistentemente... MUY insistentemente qué me habían hecho en el infierno. Quiere un reporte detallado y, ehm... e-eso incluye una cosa.
—¿Qué?
—Le dije que había estado secuestrado prácticamente todo el tiempo en el infierno... y que tú y Hastur... me habían... bueno... que tu habías abusado de mí.
Crowley levanta las cejas.
—Sandalphon preguntó... cosas. Quizás no debí decir eso.
—¿Cómo qué?
—S-Sí lo había disfrutado. En realidad... no sé si lo he hecho bien, creo que he... estoy enfadado con ellos.
—¿Estás... enfadado con ellos?
—Me he pasado todo el camino a casa protestando y conteniéndome de rebelarme del todo. Luego hemos llegado aquí y le he gritado a todo mundo al ver... bueno, el estado de esto.
—Ugh... ¿Han destruido mucho?
—No hay nada, Crowley... quedan como treinta libros. Ni siquiera me he atrevido a revisar cada rincón.
—Ah... sí, sobre eso... ehm... bueno.
—¿Qué?
—Puede que yo... interviniera... de algún modo —se humedece los labios vacilando, porque tendría que decírselo.
—¿¡Intervinieras?!
—Sí, bueno... nada importante.
—No entiendo... ¿fue cuando viniste aquí? ¿Intervenir cómo?
—Eh... seh, claro, o sea... cuando me acordé.
—¿Estás diciendo que tú les hiciste algo malo o que te los llevaste?
—Los... cambié de sitio.
—Ohh... ohhh! —sonríe—. ¿¡Están en tu casa?!
—Eh... no.
—Ohh... —parpadea.
—Bueno, ahora sí, o sea, los que tu trajiste, están por aquí en bloody todas partes. Tenía uno incluso dentro del estúpido pijama.
—Oh, espero haya sido uno feo que no me haga competencia —sonríe.
—Ni así harás que lea...
—¿Dónde has puesto mis libros? —se ríe un poco.
—Ehm... en casa de... la... chica esa. Tú amiga.
—¿Mi amiga?
—La del libro de profecías... la que me atropelló con la bici.
—¡Anathema! ¡Ohhh! ¡Es ESO lo que quiere decirme!
—¿Qué?
—Me ha llamado.
—Ah... ehm... sí, fue todo un poco precipitado. Supongo que debió tomarla por sorpresa.
—¿Le has mandado la mitad de mis libros?
—Pues no sé lo que... le habrá llegado, pero sé que mandé algunos ahí.
Aziraphale sonríe un poco más porque eso implica... qué hay más porcentaje de su librería que no se ha perdido.
—Oh, Crowley!
—Yes, yes... whatever. No lo digas.
—Thank you!
—Ugh! Voy a colgar.
—Noooo.
—Esto... es algo demoníaco, ¿de acuerdo? Hay que preservar el conocimiento porque... cuanto más sabe la gente más se cuestiona su fe. Eso es.
—Desde luego, my dear, desde luego.
—Y no me digas "desde luego" en ese tonito que nos conocemos.
—Voy a it a casa de Anathema pasado mañana —se ríe un poquito.
—Yo tengo que bajar al infierno... Joder, desde que no me quieren ni ver que bajo ahí cada dos por tres. Empezaré a creerme lo que dices de que siempre hago lo contrario.
—Lo haces —suspira porque tenía la esperanza de verle en casa de Anathema.
—Tengo que... no sé qué le voy a decir a Lord Belcebú.
—Le mencione dos veces a Belcebú hoy.
—¿Eh?
—A Gabriel.
—¡Ah! ¿Y?
—Pues... te digo que estaba yo enfadado, la primera vez le preguntaba si no había un acuerdo tácito entre cielo e infierno para no atacarnos entre nosotros... Me dijo que no, que no había ningún acuerdo, así que le pregunté por qué nunca había matado a Belcebú.
—Oh... ¿Y?
—Me ha dicho que no es así como funcionan las cosas... Lo cual me pareció terriblemente molesto.
—¿Y qué esperabas que te dijera? ¿Que no porque no sabe cómo matarla a polvos?
—¡Esperaba que entendiera que mandarme matarte es horrible!
—No estoy seguro que él sienta por ella lo que tú por mi...
—¡No siento nada por ti! ¡Y eso es aún peor! —protesta un poco.
—No, claro...
—Ugh! La cosa es que le dio lo mismo.
—Mmmm...
—Luego hablábamos de... lo de los abusos. Les he dicho que podían venir ustedes a abusar de todos ya que habían visto que era posible abusar de mí.
—No puedo creer que les hables peor de mí al cielo que al infierno.
—No les hablo peor de ti... ¡no! —aprieta los ojos porque si les habla un poco peor de él, pero es que... es la situación—. No quiero que crean que te... te...
—Les has dicho al cielo que he abusado de ti y al infierno que conduzco mal y pongo los codos en la mesa...
—Es que no puedo decirle a ellos que... eres como eres. Van a morirse de risa —se muerde el labio.
—¡No es eso lo que espero!
—Van a enterarse de que has abusado de mi... se enteran de TODO.
Crowley suspira y aprieta los ojos para no quejarse porque NO HA ABUSADO DE ÉL. ¡Si es ella la que tiene que poner un estúpido huevo!
—Creo que... igualmente en el cielo están seguros de que me ha gustado que abusaras de mí.
—Claro, eso es tan típico de un ángel... —protesta sarcástica.
—No porque sea típico de un ángel, Crowley. Lo han sacado otra vez a relucir, que estoy enamorado de ti. Así que he creerán que... tú estabas abusando de mí y yo estaba imaginando que hacías el amor conmigo.
—Yo no... —es que no puede.
—Lo sé, fuiste la más dulce —sonríe.
Y además es que... se ha pasado todo el día con el estúpido reporte que no ha escrito en vez de estar con él y todo para haber tenido que irse corriendo a mitad de... A MITAD DE.
—I miss you —susurra el ángel. Llevas como una hora separado de ella.
—Ugh!
—No quiero a Sandalphon aquí... quiero mi vida normal otra vez —sonríe igualmente.
Crowley se detiene porque iba a decirle de hacer algo que no le gusta mucho, pero...
—Estaba pensando que... si Sandalphon cree de verdad que duermo, quizás...
—¿Qué?
—Les he dicho que duermo en las noches para no tener que quedarme abajo con él... quizás podría salirme por la ventana e ir a verte.
—¿Está la... habitación en la que estás ahora consagrada?
—No sé siquiera si hayan subido hasta aquí... —cierra los ojos—. Ciertamente, se siente mucho menos que en la parte de abajo.
El... SUSPIRO
—Quizás con una poca de ventilación... —abre la ventana—. Al menos da a la parte de atrás. Quizás sí...
—¿Qué me dices de... invocar un demonio?
—I-Invocar... ¿y si invoco a otro que no sea el que quiero?
—No te equivoques de nombre...
—¿Y si... el suelo es consagrado aquí también?
—No se puede invocar un demonio en suelo consagrado.
Aziraphale se humedece los labios.
—Creo —añade.
—No voy a poner esto en mi reporte... Y esto es justamente por lo qué Gabriel llegó en un pésimo momento —se queja.
—¿Esto qué?
—Que no es para nada lo mismo invocar a un demonio... que invocar a mi marido.
—¿Qué diferencia hace eso? —aprieta los ojos y ese sonroja un poco.
—Toda. No puedo caer por... llamar a mi marido pero claro que pueden... malinterpretar cualquier cosa relativa a invocar a un demonio. Traición. Pero no es traición el... amar.
—Si vas a caer será por el supuestamente sexo prematrimonial, por la gula, la sobervia, la lujuria y la pereza, por los malos pensamientos y las mentiras, no por invocar un demonio, favorito.
—¿Cuál soberbia...? —susurra y se cubre la cara con las manos.
—Ninguna...
—Te invoco, oh, ser amado... Crowley.
—Que poético —replica burlón, parpadeando un poco
—Sufrido esclavo del averno.
—¿Ni siquiera vas a dibujar un círculo de invocación?
—¿Ustedes también requieren un círculo de invocación?
—Pues claro, si no la gente nos estaría por ahí invocando cada dos por tres. ¿Sabes a cuantas fiestas de cumpleaños de niñas de catorce años que se creen brujas tengo que ir al mes porque hacen esto sin querer como un juego? No quiero ni pensar que pasaría si no necesitara un círculo.
Aziraphale se ríe un poquito con esto
—No te haría tanta gracia si te pasara a ti.
—Bueno técnicamente, es un poco triste que a nosotros no nos invoquen con igual alegría... pero quizás tengas razón. El problema es... que no tengo con que hacer un círculo de invocación aquí... —y cómo eres INCAPAZ de hacer milagros...
—¿En serio? ¿Ni un mísero trozo de tiza o de jabón?
—Pues todo estaba abajo... vale, un solo milagrito.
—Trae velas.
—Sí, eso imaginaba
—Siempre lo hacen más romántico —se burla.
—Como a ti te gusta, my dear...
—A mí no me gusta, lo decía por ti —protesta
—Velas, tiza. ¿Algo más que quieras? —se ríe un poco.
—La bloody manta.
—Oh... la manta, vale... no queremos que te nos congeles. Aunque tenía alguna idea de cómo mantenerte caliente...
—¡No vamos a volver a hacer eso! ¡Ni se te ocurra! ¡No me invoques, no voy a ir!
Aziraphale aprieta los ojos y se sonroja.
—¡No puedo creer lo rápido que te has acostumbrado esto!
—No necesariamente me refería a eso... —es que... es amor. Expresión de amor. Es IMPOSIBLE que no se acostumbre rápidamente a ello. Sería distinto si fuera solo sexo.
—¿Qué pasa si tuvimos suerte y no hicimos un huevo y lo hacemos ahora? ¡No hasta que pueda ser otra vez un chico!
—Me refería a abrazarte...
Crowley traga saliva porque... ella no va a querer SOLO abrazarle. O sea, sí, pero luego... es que... ugh. Si sabe perfecto que la culpable fue ella.
—¿De verdad no quieres venir? —susurra.
—Prométeme que nada de sexo. Nada de huevos.
—Nada de nada que no quieras, my darling — El absoluto cinismo de Aziraphale con esas frases.
Crowley se humedece los labios.
—Prométeme que me vas a PARAR —porque ella sí que quiere, tampoco seamos idiota. Se humedece los labios el también, porque luego los besos de Crowley...
—¿No es el autocontrol algo de lo que se me da bien?
—No.
—Oh, come on! Claro que sí, soy un ángel —un ángel gordito querido—. Ven y no habrá huevos.
—No te creo. Mejor voy a dormir.
—¿De verdad prefieres dormir? —suspira.
—No, ¡ese es el bloody problema!
—Mira si podemos hacer un huevo, ya vas a tener uno adentro...
—A lo mejor no, ¡a lo mejor tuvimos suerte!
—Voy a invocarte.
—No iré, ¡voy a resistirme!
—Vale, prometo que voy a pararte. ¡E igualmente se supone que esto debería ser al revés!
—¡Piensa en ello, angel!
—¿Pensar en qué? De hecho estoy convencido que deberíamos terminar lo que...
—E-Eso...
—Vale, ve a dormir si eso quieres —aprieta los ojos.
—Ugh.
—Por lo visto tú estás empeñado en rechazarme en una semana todas las veces que te he rechazado yo en seis mil años.
—Solo ve por las estúpidas tizas.
—Eso haré. Quizás invoque a otro demonio, eso sí.
—Eso, ponle un huevo a Hastur también, verás que bloody gracia le hace.
—No le... ¡No sería en lo absoluto parecido ponerle un huevo a él que tener uno contigo!
—Tú eres el que quiere invocar a otro...
—No quiero invocar... ¡Ugh! Cállate —chasquea los dedos apareciendo las cosas que necesita... y una gruesa manta para el señor friolento—. Y no te quejes de la cama, por cierto.
—¿Tienes una cama?
—Ya te lo he dicho, una... que venía con el lugar.
—Pensaba que hablabas en broma... vale, vale.
—Justo por eso es que vas a quejarte... —ojos en blanco.
—Entonces asúmelo y ya.
—Ese, querido, es un extraordinario argumento. Lo ocuparé en un futuro
—¡No funciona en bidireccional!
—Funciona PERFECTAMENTE—sonríe mientras empieza a hacer el círculo en el suelo de la recámara.
—Debiste traer condones también.
—Condones... no puedo traer condones. ¡Gabriel revisa la lista de milagros!
—Pues le das unos cuantos con una nota que diga "los demonios no concilian muy bien la idea de tener huevos".
—Le ha hecho gracia la idea de Belcebú abusando sexualmente de él... literalmente se ha echado a reír.
—Mmm...
—Ya te digo, ni siquiera lo concibe... Aunque no estaría mal... ugh. Diré que los he aparecido por si acaso... vienes a media noche a... ajem.
—Ah, no, sí, por supuesto. "Disculpe, señor demonio, ¿le importa que le tutee? Es decir, llegados a este punto de intimidad creo que ya podríamos... Lo que digo es que si no le causa molestia o muchos inconvenientes, en pro de la buena educación y el sexo seguro, ¿le importaría detener sus ilícitas actividades un momentito para promover el civismo y un mínimo de respeto y usar lo que los humanos utilizan para prevenir embarazos y el contagio de enfermedades? Quiero decir, violar a la gente no tiene por qué estar reñido con el cuidado y el sentido común."
—Más bien un... "Si me violas sin protección puedes morir. Mis interiores son benditos"
—Claro, ¿quién quiere lidiar con ropa interior sacra?
—Lo que digo es que... nadie lo ha hecho antes que nosotros, o nadie ha admitido hacerlo nunca. Si es así, nadie sabe realmente lo que ocurre.
—La verdad, LA VERDAD, es que eso sí que NO me lo creo.
—¿Que seamos lo primeros? Más bien creo que nadie lo ha admitido nunca —asegura terminando el círculo—. Soy el único tonto que todo el mundo NOTA que... tiene este "problema"
—O lo han encubierto bien, es que... ¡Venga, hombre!
—Insisto, no sé cómo es que llegamos a que todo el cielo y el infierno supiera...
—Creo que eso se debe a que se ha juntado con lo del fin del mundo... y lo del fuego del infierno y el agua bendita. Demasiada publicidad de repente.
—Excesiva... Obsesión diría yo —termina de hacer el círculo y enciende las velas—. Sabes que Gabriel va a venir... creo que ha dicho cada semana.
—¿En serio? ¿Ahora es cuando te da por montar fiestas?
—¿¡En serio es que tú crees que yo quiero que venga?!
—Yo qué sé, ahora que sois tan amigos y comparáis batallitas sexuales...
—¡Qué vamos a comparar batallitas! —protesta no tan fuerte porque no quiere hacer demasiado ruido—. Shut up y ven.
—¡Uh! ¡Espera! —protesta porque... la idiota no ha pensado que la va a... hacer ir y debe estar por ahí en bragas y una camiseta de un concierto de rock o algo así.
—No, ya... que es idiota estar hablando por teléfono en vez de que estés aquí. Ahí voy... —asegura y... no es que no se sepa las palabras en latín para ciertas cosas... así que ahí va.
—¡No! ¡No! ¡Espera! ¡Espera, joder! —Empieza a chasquear los dedos como loca para cambiarse
—... carissimi Crowley... —sigue recitando, lo siento, se te acabó el tiempo.
—¡Ugh! ¡No! Fuck, fuck, fuck, fffaaaaaah! —va a llegar gritando y desnuda.
