Finalmente, Aziraphale se gira a Sandalphon guardando el reporte en un sobre grande.

—Listo...

—Has tardado un montón. Y no has parado de rezumar amor otra vez —responde Sandalphon.

—Ugh, no es verdad —y mira que lo ha intentado hacer clínicamente y sin emociones—. En realidad me sorprende que no rezumaran tu ni siquiera un poco

—¿Y por qué iba yo..? —ojos en blanco.

—Dime, ¿qué es lo que a ti te hace sentir amor?

—Pues desde luego que Dios.

—Todo tu amor es para ella.

—Igual que debería ser el tuyo.

—No tenemos una fuente limitada de amor, por el contrario. Yo debo querer a la humanidad y tú deberías quererla también, es su mejor creación.

—De todos modos los mandamientos son muy claros. Amar a Dios sobre todas las cosas.

—Yo no he dejado de querer a Dios para querer en vez de a ella. Al contrario, mi amor por las personas hace que cada día quiera más a Dios.

—¡No vas ahora a insinuar que la amas más que yo cuando no haces más que cuestionarla y desobedecerla!

—No creo que podamos medir quien la quiere más —asegura saliendo y cerrando su librería a sus espaldas.

Sandalphon murmura algo porque desde luego que él cree que le quiere más

—No soy un ángel malo, Sandalphon... —le sonríe un poco.

—No soy yo quien tiene que juzgarte. Yo me ocupo de mí mismo, pero no me sentiría honesto si no te dijera lo que pienso de tus acciones y tu actitud —mira alrededor nervioso porque cree de veras que los están acechando los demonios.

—Oh, sí que me juzgas y aseguras que lo que hago está mal.

—Porque estoy seguro que lo está, es completamente contrario a las normas.

—Amar puramente no es contrario a ninguna norma.

—No es lo único que haces.

—Ya has dejado claras todas las cosas que tú juzgas incorrectas.

—Bien.

—Justamente... juzgas.

—Solo te advierto, no te estoy condenando.

—Sí me estás condenando. Todos ustedes me están condenando... ¡Si han intentado incluso matarme, Sandalphon!

—Eso fue por traidor y de todos modos no fue mi decisión.

—Pues Dios no les permitió matarme, me indultó y ustedes SIGUEN con eso

—Probablemente si te arrepintieras...

—¿Te arrepientes tú de haberme golpeado?

—Estaba sirviendo a un bien mayor.

—Eso mismo té dirá un demonio el día que te capture... —murmura poniendo los ojos en blanco, empezando a estar harto de estas conversaciones—. Venga, vamos a subir esto al cielo y luego a comer

—Los demonios sirven a un bien mayor equivocado, por eso son demonios.

—Sandalphon, el fin no justifica los medios.

—Cuando no funcionan otros medios... mírate, no hay forma de hacerte entrar en razón.

—Ni siquiera tenemos certeza del plan de Dios como para ir por el mundo golpeando a quien sea solo por nuestra interpretación —protesta.

—Pero tenemos claro que no quiere que amemos a demonios y lo interpretemos a nuestro aire contra todo el cielo.

—Crowley es un error del sistema —suspira.

—Ahora me vas a decir que no debió caer...

—Sandalphon... ¿tienes amigos? —se sonroja.

—No los necesito, me desvían de mi fe.

—Jesús tenía doce amigos.

—Apóstoles. Eran sus aprendices.

—Eres tan denso —murmura entre dientes, impresionado, pensando que si Crowley quiere habitualmente matarle a él... es que no ha pasado ni treinta segundos con otro de ellos.

Y aun así... Una cosa no quita la otra. Ojos en blanco.

—Yo te recuerdo en Sodoma y Gomorra...

—Eso era servir a un plan mayor —se sube a las escaleras mecánicas.

—Voy a empezar a usar ese argumento —susurra vacilando un poco antes de subirse a las escaleras porque... no le gusta ir al cielo últimamente.

Sandalphon no le oye, sube hasta con las manos juntas como si rezara.

Ojos en blanco de Aziraphale, él se mira su anillo y sonríe un poquito. La serpiente que es su anillo, da una vueltecita alrededor de su dedo haciendo que se ría un poco y se tranquilice.

Sandalphon le mira con eso. Él se deja de ver la mano de golpe, carraspeando sin dejar de sonreír.

—¿De qué te ríes? —pregunta el arcángel.

—De nada, de nada... solo sonrío.

Sandalphon se vuelve hacia adelante.

—Ni siquiera creo que sea capaz de entender un chiste —le susurra a la serpiente en su dedo... y levanta las cejas pensando y sacando su teléfono.

¡Ahora!

Bueno, ¡es cuando se ha acordado!

Ooojos en blanco.

Igualmente hay tanta mierda en la pantalla que llega antes al cielo de encontrar algo muy útil. Necesita aprender a usar esto YA.

Sandalphon se acerca con Daniel a pedirle que buscan a Gabriel.

Ya sabemos que Crowley le insistió cuando no era urgente, ¡pero ahora ya empieza a serlo! Ni siquiera se sabe el número actual de Crowley. Es más, ni siquiera ha visto los mensajes. Sigue a sandalphon sin hacerle mucho caso.

Daniel les asegura que ahora va a buscarle que esperen aquí mientras Aziraphale ve un videito de gatos.

—Awww...

Sandalphon se echa un poco sobre él a curiosear y por supuesto, nadie podría pensar que este es el teléfono de un demonio, ¿verdad? Aziraphale hasta se lo gira un poco.

—Son tan monos.

—Ah, sí... Michael me mandó ese video como el mes pasado —saca su propio teléfono para mostrarle

—Oh, ¿de verdad? ¿El mismo?

—Sí, se hizo viral... ¿No lo has visto hasta ahora?

—Ehh... no. ¿Viral?

—Sí —se encoge de hombros.

—¿A qué te refieres con... viral?

—Pues a que todo el mundo lo mandaba a todos.

—Ohh... Viral. Qué interesante forma de describirlo... —estás pedido en el cielo. Piensa una vez más que Crowley podría tener mejores conversaciones de este tema que él, sin duda alguna.

—Sí, ahora todo el mundo está compartiendo... ¿me lo prestas? Seguro Michael te lo envió —tiende la mano.

—Eh... acabo de... cambiar el número. El anterior se lo quedaron en el infierno...

—Oh... ¿pues me das tu número nuevo?

—Ohh... ehm... sí —no tiene idea siquiera de cómo dárselo—. Lo debo tener anotado en algún sitio de por aquí...

Sandalphon espera a que se lo dé.

—No me lo sé

—Espera, déjame —pide el teléfono. Aziraphale vacila un poco y reza para que no tenga nada malo... se lo extiende.

Cuando Sandalphon está a punto de tomarlo es que Gabriel les llama con un "¡Chicos!" Sonriendo. Aziraphale se guarda el teléfono.

—¿Cómo ha ido la noche? —sigue Gabriel acercándoseles.

Aziraphale se sonroja y no le mira, pero igual puedes sentir la oleadita de amor con la mención de la noche. Gabriel parpadea un poco con eso y Sandalphon pone los ojos en blanco.

—Aquí tienes el reporte que pediste, Gabriel.

Sandalphon también le da el suyo.

—Muchas gracias, chicos. Siempre tan puntuales —sonríe tomándolos ambos y sacando uno para revisarlos por encima. Aziraphale cambia el peso de pie, nervioso

—Son sobre...

—Las actividades de esta semana. Incluida ayer noche y esta mañana —explica Sandalphon. Aziraphale suspira.

—Sandalphon no ha querido dormir, ni comer... yo no he puesto eso en el reporte

—Bueno... ya lo hará —Gabriel cierra el de Sandalphon y abre el de Aziraphale—. ¿El tuyo es sobre el secuestro?

—Sí, sí lo es. Lo hice lo más detallado posible tal como lo pediste —Se sonroja más, pero frunce el ceño.

—Bien... bien... —lo abre por una página al azar, leyendo algún párrafo.

"Intento no perder el sentido, tratando de concentrarme en el techo mientras el demonio no para de moverse"

Gabriel se humedece los labios y lo cierra volviendo a mirarles a ambos.

—Bien. Teneis mucho trabajo que hacer, así que no os entretengo más —asegura sacando su teléfono.

—Gabriel. Necesito hablar contigo de algo... —puntualiza Aziraphale.

Levanta un dedo hacia Aziraphale llevándose el teléfono al oído, habiendo llamado a Belcebú y esperando que responda.

Hello... —responde ella al teléfono. Sandalphon le pone los ojos en blanco a Aziraphale.

—Es importante —insiste el principado.

—¿Cómo lo tienes para subir hoy? —pregunta Gabriel al teléfono haciendo un gesto a Aziraphale para que desaparezca, que frunce el ceño.

—Ah, hmm... puedo en la tarde —asegura Belcebú.

—¿A primera hora?

—¿Qué hora es la primera hora de la tarde? —pregunta Belcebú arrugando un poco la nariz.

—Pues después del ángelus —ojos en blanco—. Sobre las tres. Me han presentado lo que te dije ayer, creo que te interesaría leerlo.

Aziraphale mira a Gabriel con el ceño fruncido antes de girarse e ir a las escaleras otra vez decidiendo no decirle.

—Vale, a las... alrededor de las tres estoy arriba. Justo... voy a... bueno, al rato te cuento mejor.

—Bien, te espero entonces.

Bye.

—Hasta luego —cuelga y la verdad, es posible que vaya a leerlo él solo primero por si acaso.

¿Tan poco confía en Aziraphale?

No, más bien es para que no le tome por sorpresa con ella ahí, para una cosa que le da curiosidad... vale, vale, no le reñimos. Y porque quizás hay algo que es confidencial y no quiere compartir con el príncipe del infierno. Allegado enemigo.

Ya, ya, claro... Igualmente... Nos burlamos de él por leerlo.

Bueno, ehm... Belcebú cuelga el teléfono mientras Crowley monta su portátil a su proyector porque no creereis que en el infierno hay de esos, ella se trae el suyo antes de seguir usando la vieja máquina de diapositivas.

Hace una mueca mirando la pantalla que parece que nunca la use nadie más que ella. La limpia con un chasqueo de dedos.

Belcebú le mira hacer, ligeramente nerviosa porque... va a ir a leer el informe del Ángel, y ahora Crowley le va a mostrar ESTE. Ehm... carraspea.

—¿Ya estás?

—Prácticamente —sonríe tecleando en el portátil y aparece una diapositiva en negro, que es la primera.

Se gira a la audiencia que... La verdad, Belcebú se lo ha planteado y ha tenido toda una problemática mental con esto. Y ha decidido que estará solo ella y estaría Hastur si no se hubiera olvidado que hace unos días lo encerró.

Gracias a Satán.

La verdad, tienes suerte de que esto a ella le dé vergüencita

—Bien —Crowley se gira a ella sacando el mando del proyector del bolsillo de su chupa porque sus estúpidos leggings de cuero negro no tienen bolsillos. Parecía una idea genial cuando se le ocurrió y ahora le jode que no veas.

—Más vale que esto sea bueno, Crowley, porque te has tomado la vida entera...

La pelirroja le da al botón y se pone la primera diapositiva, que son dos fotos sacadas del instagram de Michael.

Una de Aziraphale, de pie con las manos juntas como un pequeño pangolín, medio desenfocado por el zoom mal hecho, obviamente no era él a quien estaban fotografiando si no que solo salió de fondo, está hablando con alguien cortado de la foto.

La otra es de Gabriel posando a la cámara con su sonrisa del millón de dólares abrazando a dos personas más cada una a un lado, a quienes él tiene tomados de los hombros, también cortados de la foto.

Ambas fotos son de cuerpo entero.

—La espera valdrá la pena.

Belcebú parpadea al ver a Gabriel ahí. ¿Ven? Por eso no hay más gente. Crowley le mira apretando un poco los dientes y aspirando aire, esperando su reacción

—¿Qué demonios hace Gabriel ahí?

—Eh... bueno, pensé que era importante compararle con un ángel... más normal para entender bien las peculiaridades concretas.

—Y de todos... el más normal —le mira un poco con cara de... ceja levantada.

—Bueno, me parece que... es lo más parecido al estereotipo de un ángel, pero si quiere puedo elegir a otro —hace un movimiento de cadera apoyándose en la mesa en la que está el portátil y mirando de reojo las dos fotos... y pensando que qué mal se ve Aziraphale en esa foto, pobrecito, especialmente comparado con Gabriel—. Pero entonces voy a tener que volver a preparar esto en consonancia... —mira a Belcebú.

—A ver, habla pues.

Sigh... pero no nos casamos con él por su aspecto, así que... sonrisa y The show must go on.

Anda, ¡ahora no les gusta físicamente!

—Bueno. Este es nuestro sujeto de estudio... —sentencia Crowley.

—Ajá...

—La... diferencia básica, cosa de la que me he aprovechado, es lo acostumbrado que está a la tierra y a las cosas humanas —se apoya en su cadera y se mueve un poco de lado a lado.

—¿Eso qué quiere decir?

—Pues que... muchos de los ritos de apareamiento son básicamente humanos, por ejemplo, tener una cita y salir a cenar. Pero estos no funcionan en sujetos celestiales comunes—señala a Gabriel con su puntero laser rojo.

—No. no. ¿Quién querría ir a una cita y a salir a cenar? —ojos en blanco.

—O sea, obviamente el problema aquí está en la actividad. Salir a cenar. Obviamente esa es una actividad humana, pero está comprobado que pueden aprenderlo. Aun... la cita en sí, aunque la actividad sea otra, es de VITAL importancia.

—¿La cita? Pero... solo es como reunirse

—Es reunirse en un ámbito romántico con expresa finalidad de conocerse y preparar el terreno para... el sexo —se gira a mirarla dramáticamente con esa última palabra.

—¿Y eso cómo se consigue? —parpadea Belcebú.

—Bueno, la idea es verse fuera del ámbito habitual, como el trabajo. En este caso es reunirse a comer, pero hay muchas otras cosas que se pueden hacer —se gira a la pantalla y pasa un par de diapositivas de imágenes de stock sacadas de google de parejas corriendo, de paseo por la montaña, en un museo, comprando ropa, en la playa, en el cine, en un spa, en un globo aerostático, en un viñedo, patinando sobre hielo, yendo en bicicleta, en caballo, jugando minigolf, en la bañera... (la verdad, se sonroja al ver esa), en una feria...

Belcebú levanta una ceja con todas estas fotos imaginándose haciendo alguna de estas cosas con Gabriel y considerando que esto sería... estúpido.

—Se... entiende la idea, imagino—la mira.

—Sí, pero no... bueno, estoy... pensando. Es un poco raro... ¿has hecho esas cosas con él?

—A-Algunas, sí. Este es un proceso largo que lleva mucho tiempo.

—Hmmm... y complicado por lo que veo.

—Extremadamente. Y delicado, desde luego.

—Hmm... ¿y cuál es la utilidad? ¿Qué has obtenido de la seducción?

—Bueno, ahora confía en mí, así que me cuenta las cosas que le preocupan. Por ejemplo, que tiene la misión de matarme —la mira otra vez.

—¿Le preocupa?

—No solo eso, debido a esto no quiere hacerlo así que ahora está en... una preocupante disyuntiva —mueve la cadera al otro lado cambiando el peso de pie.

—¿Cuál disyuntiva?

—Su fidelidad al cielo... y su fidelidad a mí.

—No te va a tener más fidelidad a ti de la que le tiene al cielo... —entrecierra los ojos

—Ehm... —se mueve un poco y mueve su anillo en su dedo girándolo con el pulgar distraídamente—. Bueno, no aun, pero... es hacia dónde vamos, ¿no es eso?

—Eso haría que cayera —aprieta un poco los labios e inclina la cabeza no del todo segura de ello. El problema es que, en este caso concreto, no necesariamente quisiera que cayera el ángel. Claramente, eso... complicaría las cosas con Gabriel.

—Y no queremos eso —levanta las manos confirmando Crowley.

—¿Por qué no lo queremos?

—Si vamos a usarlo como... supuesto agente infiltrado, es importante que mantenga su posición —hace una sonrisa nerviosa pensando que además Aziraphale no iba a perdonárselo NUNCA.

—Exactamente, ¡exactamente! Justo lo que pensaba —asiente—. No quieres que caiga, quieres mantenerlo ahí.

—Eso es. Por eso es que... necesito convencerlo de que esto es... algo —hace un gesto hacia ella y luego hacia delante varias veces—. Correspondido. Y no soy yo aprovechándome de él si no... Es una relación gana-gana.

—¿No lo piensa ya? ¿Cómo vas a convencerle de ello?

—Bueno, para eso sirve el sexo, claramente, pero puede que necesite darle yo cierta información también... vaga y muy sesgada, desde luego... y acceder a algunas peticiones.

—Aún no me explicas lo del sexo —Belcebú niega con la cabeza y levanta las manos.

—Ehm... bueno, el sexo es... prácticamente lo mismo que entre humanos —explica y chasquea los dedos para que aparezca en la pantalla un dibujo explicativo en plan diagrama infantil. Belcebú parpadea porque no, o sea sí entiende cómo funciona el sexo humano.

—Sigo sin entender cómo has conseguido... que quiera hacer eso contigo un ángel. Tienes que decirme EXACTAMENTE qué le has dicho. Le has besado, pero cómo has conseguido que te bese de vuelta.

—Es como comer. O dormir. El cuerpo tiene que aprenderlo... pero puede hacerse. Puede aprenderlo. Las primeras veces es raro, pero...

—No. No. ¡Es que esto no es explicativo! Tienes que decir, exactamente qué es lo que se tiene que hacer, no decirme que las mierdas de citas o que puede aprenderlo —protesta algo frustrada porque esto le parece muy abstracto todo.

Crowley vacila, nerviosa, sin saber muy bien cómo responder a eso y notando que está irritando más de lo normal al príncipe del infierno.

—L-La idea es crear un vínculo. Para eso sirven las citas y todo lo demás, si no hay vínculo no hay complicidad. Y no hay... no... No funciona.

—Vínculo y complicidad —se sonroja un poco pensando que ¡eso ya lo tiene!—. Vale, eso lo entiendo. ¿Y después?

—Pues... propiciar el momento —traga saliva—. Crear el ambiente adecuado que indique que... va a salir bien. Que el ángel está a gusto con la idea y quiere que suceda. Esto es lo que toma más tiempo.

—¿Y cómo has sabido eso?

—P-Porque... está enamorado.

Belcebú bufa un poco. Sí, no te creas que para Crowley no fue frustrante.

—¿Qué mierda es esa? ¿Cómo coño puedes saber si está o no está... esa tontería?

—Bueno, me lo han dicho... algunos otros de sus compañeros ángeles. Todos ellos lo saben —y le conozco, piensa para sí.

Hace los ojos en blanco un poquito, porque Gabriel... no estaba enamorado. Punto. Eso estaba prácticamente segura.

Crowley se humedece los labios, nerviosa porque quiere que esto salga bien, pero quizás se ve demasiado... obvia con esto, pero es que Lord Belcebú parece a punto de arrancarle la cabeza.

—Ellos pueden sentir esas cosas unos de los otros y saber... A veces sirve proponerlo... como una posibilidad. Eso da una idea de cuál es su opinión al respecto y cómo reaccionarían sin necesidad de... hacerlo.

—¿Proponerlo?

—Sí, preguntarlo. No necesariamente de un modo inquisitivo y directo. Por ejemplo, mi... —traga saliva—. Ángel. Como se llame, Azirafalafel o whatever estaba hablando con Gabriel y el otro idiota que no recuerdo su nombre tampoco sobre cuando lo secuestró Hastur.

—¿No sabes cómo se llama? —levanta una ceja.

—Yo le llamo angel, él cree que es cariñoso... —se encoge de hombros porque igual se ha pasado un poco con eso.

—Estaba hablando con ellos entonces...

—Sí. Y les preguntó cómo se sentirían si les secuestraran a ellos, supongo que buscando un poco de empatía. De hecho le preguntó cómo se sentiría si lo secuestrara usted.

—¿Q-Qué?

—Especialmente porque les explicó que abusé sexualmente de él durante el secuestro.

—Y... que... pero... ¿A-Abusaste de él?

—Ehm... B-Bueno... un poco —vacila porque no sabe qué tanto se va a enterar y más vale que corrobore la versión de Aziraphale.

—¿Pero no has dicho que está enamorado y lo has seducido? —entrecierra los ojos.

—Sí, sí, claro... pero él a veces... es un poco difícil.

—¿Y no se ha enfadado? Has echado todo a perder solo porque...

—No, no, no. Quien lo echó a perder fue Hastur. Pero igual luego yo recuperé su confianza.

—E-Espera, que... que ha dicho... no que me importe mucho, realmente, pero que ha dicho del asunto de que haya más demonios, ehm, que... alguien más... les... bueno, entiendes.

Crowley la mira de reojo y se detiene un instante saboreando el momento, porque ahí estaba. LA UTILIDAD de Aziraphale como agente infiltrado. Si lo que quería Belcebú era saber sobre Gabriel pues... le preguntarían a Gabriel.

—Por lo visto es un caso un poco difícil de interpretar. Se echó a reir con la idea...

—¿A reír? —frunce el ceño—. ¿Qué? No cree que yo pudiera... ¡claro que podría!

—No estoy segura... Pero el caso es que pueden hacerse estas preguntas unos a otros y es... mejor que cualquier detector de mentiras, ellos pueden sentirse el amor unos a otros.

—Pues según ellos todos sienten amor —hace los ojos en blanco—. Pero no saben explicar ni cómo ni nada.

—Hasta donde yo sé es como cuando alguien te está mirando y lo notas. Como cuando tienes la sensación que hay algo malo en un sitio.

—Gabriel dice que él sabe querer. Sí. Alguna vez le pregunte. Hace tiempo. Por otras razones.

—Sí, técnicamente esto es algo general de todos ellos.

—Pero ningún otro quiere a un demonio más que el tuyo... Que yo sepa.

—Bueno, eso sí que no lo creo. Me parece que ellos deben saber cómo ocultarlo, o fingir que no sucede o incluso engañarse a sí mismos diciendo que es una idea ridícula —explica porque eso sí lo cree de veras, no puede ser que ellos sean el único caso, aunque sí cree que sean el único tan idiota que todo el mundo ha notado. Belcebú le mira con una cara bastante indescifrable

—Pues entonces el tuyo es imbécil.

Mueve un poco la cadera cambiando el peso de pie y se le congela la sonrisa.

—Ehm... Nadie ha dicho lo contrario —responde fingiendo muy mal una sonrisa.

—Ha dejado que todos se enteren, hasta tú, y además te lo dice así abiertamente como si cualquier cosa. Eso es directamente estúpido.

Hay unos instantes de silencio en los que el corazón le bombea con más fuerza intentando calmarse a si misma.

—Bueno, no estamos aquí para cuestionar eso. Al fin y al cabo nos conviene que así sea.

—No lo sé, si es ese el caso no se si nos sirva de agente doble. Quizás deberías intentarlo con alguien más. Misma técnica a ver si realmente funciona o si no es este que es tonto y ya.

Crowley se humedece los labios intentando mantenerse fría y racional ante eso.

—Eso haría que perdiera definitivamente la confianza de este. ¿Vale la pena arriesgar eso por un experimento? Quiero decir... tal vez sería más fácil que alguien más lo intentara con otro y si sirve, perfecto y si no, nos aseguramos al menos este tiro.

—Mmm pero es que quien podría intentarlo —se cruza de brazos y sube los pies a la silla de enfrente.

—La verdad, creo que es un asunto muy delicado que no se le podría dejar a cualquiera. Tiene que ser alguien sutil e inteligente y que a poder ser ya se lleve bien con alguno de ellos. Mejor con alguno en un puesto de poder.

Belcebú la mira y Crowley intenta no mirarla muy fijamente pero la mirada dice "Usted. Tú. Joder. Asúmelo."

—¿Te importa?

—¿Cómo? —parpadea.

—Él.

Crowley traga saliva y aprieta un poco la mano del anillo. Belcebú le mira, intensamente.

—Mmm... meh. Nah. O sea... es imposible no... bueno. Un poco, pero en general, nah...

—Es imposible no... —se echa para adelante un poco—. ¿Qué?

Se humedece los labios vacilando y buscando algo que decir que ayude en esto, en completa tensión.

—Bueno, ellos... sí sienten el amor y eso es una ventaja y un inconveniente. No confiaría en mi si no sintiera un poco que yo... Aunque no saben diferenciar cuando es real de cuando es fingido —aquí es donde todos nos morimos de la risa.

—¿Él siente que tú... él... te ha dicho algo?

—Sí, claro, decírselo es lo más fácil —asegura y es que se está imaginando que estuviera aquí Aziraphale y estaría rodando por el suelo de la risa.

—No, no. Te ha dicho algo de... que siente que tú...

—Sí, se... me da bien fingirlo.

—Entonces se puede fingir... fingir de verdad. Eso implica que su sentido ese de sentir el amor es bull shit.

—Sí, sí, claro —sonrisita nerviosa. O al menos fingir ante el infierno que lo finges—. Bueno, no del todo, o sea... lo que pasa es que no es una ciencia. Supongo que es como... como otro sentido. Como la vista. Puedes ver una camisa y pensar que es azul muy oscuro de mierda o ver claramente que es negra.

Belcebú parpadea.

—Pero igualmente el rojo es rojo para todos. No puedes fingir que es verde.

—Sí, pero... hablamos de matices. Tal vez un naranja un poco subido podría confundirse con rojo y aun así no serlo.

Ojos en blanco.

—Es decir sí le quieres pero no exactamente así —sonríe de lado un poco burlona.

Crowley se sonroja y carraspea.

—De todos modos creo que lo que siente es que... amo esta misión y el trabajo bien hecho y por eso cree que lo... proyecto en él. Igual que cuando amo la tierra y hacer cosas de humanos y las hago con él —intenta explicarse.

—Claro, claro, claro —Belcebú sigue sonriendo de lado.

La pelirroja se pasa la mano por el pelo, nerviosa, porque no está segura de estar convenciéndola todo lo que querría.

—Bueno entonces, si fuera a probarlo algún otro demonio, ¿qué es lo PRIMERO que ha de hacer?

—Sobre todo... organizar una cita. Y que quede claro que es fuera del ámbito laboral. Que es un encuentro social y distendido. Para conocerse a nivel personal... por ejemplo, el mío se enteró de nuestra... fiesta de Halloween y me dijo que le haría ilusión ir.

—¿¡Un ángel en Halloween?! ¿¡Aquí?!

—Es una fiesta de disfraces —se encoge de hombros.

—¿Vas a traerle? Quizás... debería verles interactuar antes de... mandar a otro demonio a hacer lo mismo.

—La verdad, yo no... no pensaba.

—Quizás debería... ir a verles. A la Tierra.

—No creo que esa... sea buena idea. Es todo mucho más complicado de lo que parece y habría que justificarle algo así.

Ojos en blanco del Belcebú.

—Quiero decir... si al menos fuera una cita doble sería más... sencillo.