Crowley la sigue, la verdad bastante curiosa de si se va a poner a dar saltitos y pataditas bailando la gavota.
—¿Viene Sandalphon?
Mira hacia atrás y niega con la cabeza, así que en cuanto termina de girar se pone de puntas y la besa en los labios. Ella levanta las cejas un momento y luego sonríe, devolviéndoselo.
El problema es que aquí en medio tardan tres segundos en empujarles, pero tres segundos de beso son mejor que ningún segundo en lo absoluto.
Pero igualmente, le ha dado un beso. Sonríe separándose igual y abrazándola de la cintura.
—¿Estás bien? —pregunta Crowley.
—Sí. Llevo todo el día enfadado con todo mundo... y peleando con Sandalphon.
—Por lo menos estas empezando a entender lo frustrante que puede ser un ángel —sonríe de ladito con eso y le acaricia la mejilla.
—¡Yo no soy tan así! No quiere NADA, nada le gusta, no quiere a nadie — se le acerca más, no tan molesto con esto de hablarse casi al oído por el volumen de la música.
—Uy... no sé de qué me suena —se ríe.
—A las pruebas me remito... yo no soy así —Le saca la lengua.
—Y hasta peor...
—Peor —la mira a los ojos y sonríe—. ¿Peor cómo? —Ese es tonto... tú te lo haces —le responde al oído porque... bueno, sabe comerle las orejas, eso seguro. Y hasta literalmente.
Aziraphale se ríe un poquito con esa respuesta, embobadito. Cielos... no me extraña que todos crean que te va a comer vivo. Está muy atontado.
—Va a reportarlo todo...
—¿Y qué? Ya todos lo saben...
—Ugh, pero es que no, no saben. Creen que saben —le acaricia el pelo y se lo atora detrás de la oreja—. Así que soy el ángel más tonto en la historia según ellos
—Bueno, lo eres —¿no acabas de decir que se lo hace?
—¿Por estar enamorado de ti? Qué bonito.
Crowley se ríe.
—Aun no entiendo lo de la filósofa.
—No tiene mayor importancia.
—Lo sé, pero quiero entender. Sandalphon lo ha visto...
—Es trabajo. Sirve para tentar a la gente. Lo odio porque tengo que ir uno por uno, pero si quiero echarme la medalla por la mayor y más eficiente forma de que los humanos tengan sexo prematrimonial tengo que saber cómo funciona.
—Pero tienes que venir y tener sexo con ellos...
—Nah, solo hacer que salgan de casa, luego encuentran a alguien más y ya.
—Ooooh! —Aziraphale levanta las cejas.
—Tal vez una noche que ni siquiera saldrían. Y además puedo hacerlo desde el sofá de mi casa... o de la tuya.
—Pensé que... venías a verles —sonríe porque esa es una explicación perfectamente lógica y convincente.
—¿Para qué? Como si no tuviera nada mejor que hacer.
—Yo que sé. Para... saciar tu sed de sexo —le abraza igual.
—Sé hacer eso sin necesidad de más gente.
Aziraphale se ríe con esa respuesta.
—Me... quería matar a esta chica —confiesa.
—Wow... ¿tú? Que Nunca has matado ni matarías ni a una mosca.
—No está bien eso. Ni siquiera sé de dónde viene —asegura apretando los ojos—. Pero es que solo... imaginarte besuqueando a la pelandusca esa...
—¿Así que si voy a besar a alguien puedo ver qué pasaría? Ahora me muero de curiosidad —inclina la cabeza.
—Ehh...
—Si quieres ir a besar a alguien más, ve... —tan digno, hasta frunce el ceño un poquito.
—De hecho, lo que quiero es ver qué haces.
—Dejarte... ir. S-Sin ninguna... repercusión en lo absoluto.
—¿Ni un insulto?
Aprieta los labios, la demonio le hace cariñitos en las mejillas y una sonrisita.
—Ni un insulto... yo soy un ángel... —asegura sonrojándose y desviando un poco la mirada.
—Uno pequeñito.
—Finalmente si quieres besar a alguien más... ¿a-a quien sería?
—Eso da igual.
Aziraphale le mira otra vez y vuelve a sonrojarse o más bien se sonroja un poco más. Y es que los labios apretaaaados y el ceño fruncido no se le quitan. Pero si lo único que le interesa es que tú reacciones.
—P-Pues... quizás... no te vuelva a hablar jamás. Depende del beso —susurra igualmente después de unos segundos.
—Nooo, ¡se supone que tenías que montar una escena y gritar y tal vez pegar a alguien! —protesta haciendo drama. Él ángel aprieta de la cintura contra él.
—¿Prender las luces y gritarle a la chica que tú eres una mujer casada y que eres MI Demonio y no de ella? —pregunta aún con el ceño fruncidito.
—Naaah... bueno, estaría bien.
—Porque a eso vine aquí el día de hoy, que lo sepas.
Crowley sonríe de ladito y Aziraphale cierra los ojos solemnemente.
—¡Ni te sientas tanto con eso!
Ella le da un besito en la nariz.
—Dijiste amarme y respetarme, además —reabre los ojos.
—Lo de respetarte era relativo.
LA mirada, haciéndola reír.
—¿Puedo yo ir a besar a alguien más? —pregunta el ángel.
—Puedes —hace un gesto con la mano. Aziraphale le mira a los ojos con ese comentario—. Ah, disculpa, claro —se aparta para darle espacio.
—Entonces te da igual...—frunce el ceño.
Ella se encoge de hombros
—E-Ehm... no tengo idea de quién podría... —vacila.
—Pide voluntarios —propone sonriendo.
Aziraphale vacila de nuevo porque sabe perfectamente bien que... no. Ese no es su encanto. Y él lo tiene muy claro.
Crowley le mira sonriendo y levantando un poco la cabeza mientras anda un poco a su alrededor.
—¿Tan segura estás de mi falta de habilidad para conseguir un beso?
—No es eso lo que he dicho.
—Pero estás así de tranquila porque sabes que no va a ocurrir.
Ella se encoge un poco de hombros sin dejar de sonreír. Él se humedece los labios porque... es que no crean, a él también le hace ilusión verle celosito, no crean que no. Le suelta del todo y, empieza a caminar hacia la barra.
Crowley le sigue, desde luego mientras él se hace el que la ignora, mirándole de reojo y pensando que, si va a hacer algo así, necesita alcohol.
—Una... ginebra. De esas rosas que prepara en una copa grande —le sonríe al chico de la barra.
Ojos en blanco de Crowley, pero igual se apoya en la barra junto él, que le mira de reojo.
—Y una copa de vino blanco para ella.
Ella le mira y... aprieta los ojos.
—Peor es nada... —le acerca la copa sacando un billete y pagando.
Y... Crowley chasquea los dedos.
—¡No puedes seguir quitándole alcohol a MIS bebidas! —protesta mirándola.
—Sí que puedo. No voy a hacer esto sola.
—¿Qué hay de intentar con pruebas de embarazo?
—Eso no va a funcionar.
—Quizás no, pero no tenemos nada que perder —prueba la bebida... que sabe BASTANTE mal. Bufa.
—¿No ibas a ir con la chica de la bici de todos modos?
—Voy a tener que ir con Sandalphon —refunfuña—, es como una etiqueta —mira por ahí a ver si ve a alguien que esté solo... y en efecto, encuentra a un chico, que parece bastante enfocado en el teléfono y bastante aburrido.
—Qué divertido —comenta sarcástica.
—Es MUY denso. Mira... ese chico de ahí, parece aburrido —cambia de tema.
—¿Y? Bien por él —mira a donde le señala.
—Quizás podría hablar con l y si todo sale bien, besarle —mira a Crowley de reojo.
—¿Eso entiendes tú por pedir voluntarios? Además, no tenemos tiempo de estar aquí seis mil años a que decidas si sale bien o no, se va a morir antes de eso.
—No necesito seis mil años para besar a alguien...
—Uy, que no...
—A ti sí, pero a "alguien" ... no.
—Mira qué suerte, soy especial.
—¿No hay forma alguna de... que pusieran algo así un poco más suave para bailar? —Se humedece los labios... y es que la verdad...
—A mí no me mires, ni sé cómo suena una Gavota —bebe un poco de su copa.
—Puedo bailarla para ti el día que quieras —se gira a ella y da un pasito, acercándosele.
—¿Cómo iba yo a resistirme a eso? —ella asegura que eso es sarcástico, pero nadie lo sabrá jamás. Él le mira a los ojos, o más bien, a las gafas de sol, porque obviamente las lleva lo que significa de debe ver cómo menos cuarenta e imaginar como trecientos dónde están las cosas y qué está pasando. Si no se ha dado contra nada debe haber sido con chasquidos de dedos inmiscuidos... pero está acostumbrada.
—Veo que te cuesta, de por sí, resistirte a mí, en general...
—Desde luego el experto eres tú—replica sonrojándose un poquito
Él sonríe, sinceramente levantando la mano y tocándole el anillo de las alitas en el dedo. Ella traga saliva.
—¿Hay algún voluntario por aquí que quiera besarme? —pregunta acercándose a ella y hablándole al oído. Se le acelera el corazón a la demonio porque por supuesto que quería que lo preguntara para ofrecerse.
—¡Ah! Estáis aquí, llevo un rato dando vueltas por la sala porque creo que la ramera de antes sigue aquí —interrumpe Sandalphon chasqueando los dedos para hacer que se oiga la música como a la mitad del volumen.
UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUGH! Miradas que matan, versión 264819.
—Bollocks... ¿Eres de verdad? —protesta Crowley porque no puede imaginarse a alguien más cargante y mira que conoce a un par de tíos ahí abajo que...
—¿Qué? ¡Claro que soy de verdad, demonio!
Aziraphale se separa un poco de Crowley inevitablemente, tensándose con Sandalphon.
—Por Dios, Sandalphon... deja de llamarla ramera.
—Pues lo era...
—¿Y te ha hablado?
—Como María Magdalena —susurra Crowley.
—No, pero... ¿¡Qué insinúas!? —protesta Sandalphon.
—Nada. No insinúa nada —riñe Aziraphale.
—Bueno, el asunto es que podía volver —zanja el arcángel.
—Si vuelve le dices que no tienes dinero. Se irá en un segundo.
—Pero sí tengo...
—Bueno, dile que no tienes.
—O dile que si tienes y te vas con ella —propone Crowley—. Dile que te haga una cubana.
—¿Qué en todos los cielos es eso? ¡No quiero saberlo! —el escándalo.
—¿Qué es eso? —pregunta Aziraphale en bajito.
—Es... ehm... es cuando... mejor buscadlo en Google —decide al final y arruga un poco la nariz.
—Mmmmmm... —el principado le mira y le sonríe—. ¿Me voy a escandalizar?
—Eso espero.
Se ríe un poco.
—¡No voy a pedir nada de eso! —chilla igual Sandalphon. Ojos en blanco de Aziraphale.
—Es un chiste.
—¿Qué? ¡Claro que no es un chiste!
—Por supuesto que no, porque yo desde luego pensaría en serio que te ibas a ir con una puta —le replica Crowley sarcástica, suspirando con todos esos gritos.
—Ni siquiera puedes hablar con una, Sandalphon —reflexiona Aziraphale.
—No me importa lo que pienses, ¡no voy a hacer nada que tú digas, demonio! —chilla señalando a la nombrada con el dedo.
—Podrías aprovechar —suelta Aziraphale entre dientes.
—Decir eso es como decir que lo vas a hacer todo, solo tengo que pedirte las cosas al revés... —reflexiona Crowley recordando haber tenido esta conversación en algún punto con CADA ángel con el que habla cinco minutos.
—¡No me vas a confundir con tus juegos mentales! —chilla Sandalphon.
Crowley mira a Aziraphale de reojo con cara de... ¿esto es en serio?
—¡Deja de chillar! —protesta Aziraphale mirando a Crowley con cara de "llevo TODO EL DÍA". Necesito... relajarme YO.
—Entonces tienes razón, mejor no vayas con una puta, a ver si aun vas a convertirla al camino del bien y nos quedamos sin una de nuestras preciadas y escasas almas —por favor, que alguien le dé un aplauso y un óscar a la mejor actriz por ese drama.
—¡ESO ES JUSTO LO QUE HARÉ!
Crowley parpadea, porque vamos... es que este hombre es como de ciencia ficción. A Aziraphale no le costó tanto pillar el chiste la primera vez.
El mismo Aziraphale parpadea un par de veces.
—Bien, una muy loable actividad que te garantizara el amor de Dios —no, si en cinismo no le vais a ganar al principado. Crowley mira a Aziraphale y se encoge un poco de hombros conforme con eso.
—Wait. Solo quieres que me vaya para dejarte solo haciendo cosas lujuriosas otra vez, ¿no es eso? —Sandalphon frunce el ceño.
—Pffff —espero que Crowley no estuviera bebiendo porque esto es lo más cerca del intento de asesinato que habéis estado.
—No, quiero que salves un alma.
—¡La tuya es la que tengo que salvar!
—Wait, wait, wait... ¡quiero más detalles sobre las cosas lujuriosas! —exige la demonio y Aziraphale se sonroja con esa petición.
—¡No nos importa lo que tú quieras, demonio!
—Bueno... "Nos" son demasiados ángeles, a mi si me... no demasiado, pero...
—So nice —la sonrisita molesta, ni siquiera mira a Sandalphon.
—Aziraphale! —protesta el arcángel.
—Bueno hay que conocer al enemigo... —se defiende Aziraphale.
—Mantener a los amigos cerca y a los enemigos aún más cerca...
—Vosotros dos ya estáis lo bastante cerca —Sandalphon aparta a Aziraphale poniéndose entre medio.
—Ugh, Sandalphon!
Ojos en blanco de Crowley.
—¡No vas a ponerte ahí en medio! —protesta Aziraphale moviéndose al otro lado de ella y Sandalphon se mueve con él.
—Bueno, que te haga a ti lo que me hace a mi entonces.
Sandalphon da un salto mirando a Crowley, que le hace un "cejas, cejas" y el arcángel da un paso atrás, sobre Aziraphale.
—Es difícil resistirse... —Aziraphale le susurra al oído a Sandalphon.
Crowley deja su copa bajándose del taburete y acercándoseles... mientras Sandalphon se plancha contra Aziraphale imaginando quien sabe qué clase de cosas relacionadas con los gritos que oía ayer.
—Lo peor es que te va a gustar...
Crowley toma a Sandalphon de las mejillas haciéndole dar un salto y empujar a Aziraphale intentando salir de ahí.
Aziraphale trastabilla casi cayéndose y Crowley aparta las manos riéndose.
—¿Ves? Déjame manejarle a mí.
—Tú no le manejas, ¡hace contigo lo que quiere!
Aziraphale mira a Crowley y se pregunta si realmente es así.
Crowley piensa que, para el caso, en esta ocasión y sin precedente, ella los maneja a los dos bastante, mira donde están y qué están haciendo. Sonríe ampliamente.
—¡Que va! —ojos en blanco de Aziraphale.
—¡Claro que sí!
—¡No! Ella hace lo que yo quiero.
—Claro que no. Dile que se vaya —propone Sandalphon.
—¡No quiero que se vaya!
—Porque ella no quiere irse. ¿Ves? Haces lo que ella quiere.
—No, Sandalphon. Porque... porque... no me molesta del todo que este aquí —se sonroja un poco dándole un trago a su bebida y mirando a Crowley con bastante intensidad por unos segundos. Ugh. ¡Con lo que le cuesta decir las cosas!
Ella sonríe más y aunque intenta mirarle normal y como si nada no puede evitar los ojitos de corazón que le aceleran las pulsaciones a él inevitablemente.
—¡Pero si llevas todo el día bailando a su son!
—En realidad ha sido él quien me ha invitado... —interviene la demonio.
—¡Crowley! No te he invitado yo, tú... ¡ibas a venir!
—Oh, yes. Tú me has invitado. Yo no iba a venir en lo absoluto... —asegura, lo cual, además es cierto. Como siempre, en realidad, es Aziraphale quien marca el ritmo.
—¿Ves como no iba a tener una cita del pinder ese? —se humedece los labios el ángel.
—¡Pero si tú viste los mensajes y dijiste que querías espiarle! —responde Sandalphon.
—Ya me ha aclarado cómo funciona y no es como tú has dicho, no iba a hacer nada horrible para engañarme.
—Y tú le crees, claro.
Crowley frunce el ceño con eso.
—Claro que le creo —replica Aziraphale.
—Ese es tu problema, eres tremendamente crédulo.
—¿Por qué iba a no creerme? —protesta Crowley.
—Pues eres un demonio, claro que nadie debería creerte nada.
—Ah, sí... claro. Ese asunto —ojos en blanco—. ¿Cómo he podido olvidarlo ni por veinte segundos?
—Eso es completamente absurdo. ¿Vas a decirme que si Crowley te dice que la tierra es redonda no vas a creerle solo porque es un demonio?
—¡No seas absurdo, Aziraphale! No voy a decir esas cosas, soy un demonio, es obvio que todo lo que digo es mentira... No, espera. ¿Debería decir que soy un ángel para que sea mentira también? ¿Y que todo lo que digo es verdad para que sea mentira? Estoy confundido.
Ojos en blanco de Sandalphon con ambos.
—Sí, tendrás que decir que no eres un demonio para que sea cierto. Y que yo soy un demonio, igual que Sandalphon. Ese es justo el problema de los absolutos, ¡que son absurdos! Lo que no puedo... entender es por qué crees que yo soy crédulo al creerle a Crowley una explicación perfectamente razonable, cuando ni siquiera ha mirado a la loca desde que llegó aquí y tú no seas un crédulo por creerte eso de que todos los demonios dicen siempre mentiras.
—Porque tú estás equivocado al creerle. No hay ninguna explicación lógica —replica Sandalphon.
El suspiro de Crowley
—Por decreto lo dices —sigue Aziraphale.
—Por naturaleza —replica el arcángel.
—Bueno, pues no sé bien los otros, pero la naturaleza de este demonio le hace ser mucho más confiable que la mitad del cielo —suelta bastante apasionadamente
—Ugh —vale, ahora es Crowley la que se está empezando a incomodar—. ¿Por qué no vamos a una mesa?
—Hay que pagar más por la mesa... pedir una botella. Y al paso que vamos... —Aziraphale le da otro trago a su bebida de ginebra sin alcohol, mirando aún a Sandalphon con desagrado.
—Yo pago la diferencia.
—¡No pienso beber alcohol! —chilla Sandalphon otra vez.
—Eso ya lo hemos oído.
—En realidad, nadie está bebiendo alcohol... —protesta un poco Aziraphale que piensa que para hacer esto, TODO esto, necesitaría MUCHO alcohol. Está aún teniendo una cita con Crowley y Sandalphon, medio cielo se va a enterar de esto, hay besos involucrados y todo es un desastre que le pone muy nervioso... y sin alcohol.
—Sabes bien porque no tienes alcohol —protesta Crowley.
—No es mi culpa, si acaso es culpa de ambos... —le mira de reojo... y sonríe igual, porque... sí que sabe bien por qué no tiene alcohol y en sí, es algo bastante bonito.
—Es culpa tuya —sigue protestando y aprieta los ojos porque... ¡Ugh! ¡Y quiere hacer drama! ¡Y no puede! Aziraphale extiende la mano y le toma la suya—. ¡No me hagas la pelota, Angel! —protesta apartándole la mano.
—Oh, venga, Crowley... —se muerde el labio y se le acerca más, para abrazarla un poco—. No te enfades.
—No te me acerques, ¡no va a volver a pasar! —aprieta los ojos. Sandalphon mira a uno y a otro sin entender ahora de que hablan.
—Pero, my dear... —le pone las manos en los hombros.
—¡No! —sentencia y se le van las manos a tomarle de la cintura, apretando los ojos.
—Todo va a estar bien —le acaricia el cuello y la cara un poquito, con suavidad.
Crowley lloriquea y le aprieta contra sí porque... las contradicciones. Es monísima.
—Vamos a encontrar la forma, my dear... Dios provee. Siempre —sigue Aziraphale en un susurrito.
—¿Qué os pasa? —pregunta Sandalphon.
Solamente que el cielo y el infierno quieren matarlos a ellos y a su posible descendencia. Aziraphale se muerde el labio y Crowley no quiere soltarle.
El principado le sonríe y le acaricia un poco más la cara, con cuidado.
—Nada más allá de lo complicada que es nuestra vida últimamente... eso es lo que nos pasa —suspira como respuesta.
—En fin... vamos a sentarnos—Crowley suelta a Aziraphale—. ¿No ibas a comprarle una Coca-Cola?
—Sí, sí... voy por ella —Aziraphale se humedece los labios... y le suelta también. Suspira. Sandalphon vuelve a protestar porque no quiere una Coca-Cola. Oooojos en blanco de Aziraphale.
—¿Si la traigo vas a be...?
Crowley toma a Sandalphon del cuello de la camisa y lo empuja contra la barra así super violentamente a la mitad de la pregunta de Aziraphale.
—Mira, que no estés ardiendo ahora mismo en fuego infernal es un REGALO que te estoy haciendo, después de lo que has llegado a rezar. Sabes que a mí no me afecta, a él tampoco y el resto del local me importa una mierda, así que relájate un poco y hazle caso a tu bloody amigo —masculla ella. ¿Podrías, por favor, Crowley, dejar de generar tensión... de todo tipo con todos los ángeles del cielo?
Aziraphale levanta las cejas, pero bajo NINGÚN concepto intenta detenerle. De hecho... sonríe un poquito de lado, pensando que YA ERA HORA. ¡Ugh! ¡No! ¡Ninguna tensión sexual!
Sandalphon se agarra de lo que puede MUERTO del pánico en un segundo.
Nadie ha dicho sexual. Bueno por si acaso lo pensaban. Aziraphale les mira tan tranquilamente.
—¿Coca-Cola, entonces? O te traigo algo más fuerte...
Sandalphon susurra Coca-Cola en pánico porque anda que no se aprovecha Aziraphale de su esposa la macarra.
—Thank you, dear. ¿Te traigo algo a tí, Crowley?
—No —lo suelta con un pequeño empujón
—Alright... —asiente, sonriendo tan orgulloso de que Sandalphon esté aterrado, girándose y yendo a la barra.
Crowley se va a pedir una mesa, vaciando alguna que le guste a chasquidos de dedos si es necesario. Más sonrisas de Aziraphale que le gusta un montón Crowley así.
Vuelve un poco más tarde con... un mesero tras él, que carga una charolita con una Coca-Cola, una piña colada virgen para él, y una bebida roja con amarillo, sin alcohol, para Crowley que le ha traído igual.
Otro chasquido de dedos y esa Coca-Cola lo es todo menos virgen. No sé si tendrá hasta droga. Somníferos, tal vez.
Menos mal. Sandalphon que va a saber si no sabe cómo sabe la Coca-Cola real. Aziraphale se sienta en la mesa y le sonríe a Crowley.
—Lovely... Excelente mesa, my dear. Thank you.
LA mirada de no me des las gracias. El sonrojo con esa mirada.
Sandalphon mira su Coca-Cola poco convencido de esto, es que mira las burbujitas del gas saltando... Y luego mira la de Crowley, que es una de esas de dos colores. Desgraciadamente no trae nada de verdura o una sombrilla de esas que antes le han llamado la atención, pero aún no sabe cómo logran que no se mezclen los colores.
No, después de que casi le mata por la sombrillita no le ha traído una con sombrilla. La de Aziraphale si tiene una y una cereza de marrasquino.
—¿Qué es eso? —pregunta el arcángel señalándola.
—Una piña colada... —explica y se gira a Crowley —. Virgen.
—Probablemente el tequila sunrise más aburrido de la historia —responde Crowley a la vez mientras bebe un poco.
—Tiene como una... bolita roja —la señala Sabdalphon.
—Es una cereza —la toma con la mano y se relame.
—¿Para qué?
—Se come, es muy dulce y sabrosa.
Él vuelve a mirar su Coca-Cola nervioso.
—Vamos, Sandalpón, dale unos tragos. Es buena.
El arcángel le da un traguito apretando los ojos y tapándose la nariz otra vez. Ojos en blanco.
—No necesitas taparte la nariz.
Hace una mueca arrugando la nariz.
—¿Es mala? —pregunta Aziraphale, levantando su copa y alzándola hacia Crowley, que alza la suya hacia él.
—To us... —susurra para ella.
—To us —Le sonríe. Aziraphale toca la copa de ella con la suya y suelta otra oleadita de amor. Sandalphon ya debe haberse acostumbrado... espero
No sabe ni de dónde vienen, porque no vienen todas de Aziraphale, pero no está Sandalphon prestando atención. Claro, claro, nadie presta atención jamás a las cosas importantes.
Aziraphale le da un buen trago a su piña colada, relamiéndose porque pese a la falta de alcohol, está buena.
—Bueno y como ha ido todo el día, ¿qué habéis hecho? —pregunta Crowley.
—Bueno, en la mañana Sandalphon fue a... ehm... despertarme, con bastantes trabajos me dejó vestirme... y con más trabajos aún me dejó desayunar. Luego... ehm... escribí mi reporte para Gabriel.
Sandalphon le mira con cara de "que le cuentas si estaba ahí".
—Oh... Quisiera leer una copia de eso.
—No, no quisieras.
—Claro que sí, hazme un resumen.
—Te intercambie mi vida por... ciertas... actividades íntimas —se sonroja un poco.
—Vale, ahora una versión detallada.
Aziraphale le mira a los ojos y luego mira a Sandalphon, y es que... a la luz de estos acontecimientos, que incluyen besos y afecto en frente de él, decir que le ha violado resulta... complejo.
—Me parece que estabas ahí, no necesitas una versión detallada...
—Oh, claro que sí, por la consistencia...
—Ocurrió en el infierno —Vuelve a mirar a Sandalphon.
—No sé por qué piensas que alguien se va a creer eso que contaste —interviene Sandalphon.
—Ni siquiera sabes qué conté —Aziraphale le mira—. Igualmente, si nadie se cree que... Crowley... —vacila, porque... esta conversación—. Si pusiera la verdad, tampoco la creerían —concluye—. Tú la estás viendo y no la crees.
—Es que... —mira a Crowley de reojo, que se tensa.
—¿Qué? Le tienes aquí, frente a ti, ¡lo estás viendo!
Ella se pone en su mejor versión "todo esto me da igual" posible mientras Sandalphon intenta sentir si fluye amor de la demonio.
—Yo no siento nada.
Aziraphale mira a Crowley de reojo bastante nervioso, la verdad, porque, aunque sabe que no puede controlarlo como tal, dadas las circunstancias, podría ocultarlo un poco.
Ella se sonroja un poco y la verdad está intentando por todos los medios que sabe no... Debe estar recitando internamente las tablas de multiplicar. Buena suerte para encontrar su amor por las matemáticas.
—Olvídalo, Sandalphon. Debe ser... que sientes lo que yo siento —Aziraphale interrumpe de repente, sonrojándose más y sin mirar a Crowley.
—Eso no demuestra tu punto, si no el mío —replica el arcángel.
Aziraphale se pasa una mano por el pelo, porque sabe que es así, aún sin mirar a Crowley. Porque le conoce y sabe que... de haber querido, le habría mirado y le habría dejado claro a Sandalphon de una vez por todas que no estaba loco al sentirlo él. Preo... Crowley es Crowley... Y si le puede conceder el que no se entere todo mundo que es un osito abrazable...
—Ya, ya... ugh.
Crowley traga saliva sintiéndose un poco culpable.
—¿Y qué dijo... Gabriel? —carraspea.
—No lo sé, intenté pedirle hablar con él pero se pudo a llamar por teléfono y no se dejó —Aziraphale aún no le mira, y menos aún a Sandalphon, intentando tranquilizar sus sentimientos—. Pero creo que sé lo que va a decir.
—No lo sé, intenté pedirle de hablar, pero creo que había ocupado ya los pocos segundos de tiempo que iba a darme... así que no se dejó.
—Mmmm...
—Pero está claro que no se lo va a creer porque ya te he dicho que yo he puesto en mi reporte lo que habéis hecho esta noche.
—¿Qué has puesto exactamente, Sandalphon? —pregunta Aziraphale apretándose los ojos y suspirando profundamente.
—Pues que hiciste cosas lujuriosas con ella toda la noche.
Aziraphale mira a Crowley de reojo un segundo y se revuelve un poco porque... sí Crowley no le quisiera, esta conversación sería bastante horrenda con ella ahí.
—¿Cómo sabes que era yo? —Crowley se sonroja un poco y mira a Sandalphon de reojo.
Aziraphale se revuelve un poco más temiendo la respuesta a esa pregunta.
—¿Quién más iba a ser? —replica Sandalphon.
—Dime, Sandalphon ¿Quién puede culpar a un viejo ángel de intentar que el horrible demonio al que tiene que matar y de quien está enamorado... le quiera de vuelta...? Sin éxito, además.
Crowley aprieta los ojos con eso.
—¿Y por qué no hacer que Aziraphale lo diga en voz alta en frente del demonio en cuestión? Digo, casi hasta parece que tu trabajas para el infierno y lo que quieres es ponerme en evidencia.
—Sí, claro, como si ella no lo supiera.
—Ah, vamos... además asumes que todos lo sabemos. ¿Cómo funciona? Yo sé que ella sabe que yo me dejo seducir porque estoy enamorado de ella... ¿y ella lo hace para que qué? ¿Para que yo no la mate? —mira a Crowley de reojo y luego a Sandalphon otra vez—. ¿Qué obtengo yo a cambio? —y es que ya llegó al punto de intentar tratar esto lo más fría y objetivamente posible, en modo negocios.
—Besos —responde Crowley como si esto no fuera con ella.
—Suena... a-a un buen negocio.
—Un... pacto.
Aziraphale sonríe con eso un poquitín. Crowley le sonríe de vuelta y Sandalphon le mira a uno y al otro.
—Deben ser buenos besos... —murmura, aún sin mirarle, encogiéndose de hombros—. Quizás soy muy tonto, Sandalphon... y me conformo con muy poco, pero...
—Y lo que no son besos —añade la demonio.
—Creo que... aunque no le quieran llamar amor... —le mira y sonríe un poco más. Ahí la oleada de amor absoluta hacia Crowley.
—Ugh, las cursiladas de nuevo —protesta. Ojos en blanco abriendo la boca, ligeramente indignado.
—Ugh, ¡eres tan idiota a veces! —se queja Aziraphale, porque... UGH. Crowley se ríe.
El principado se cruza de brazos mirando a Sandalphon que parpadea y luego mira a Aziraphale porque qué más necesita.
—Y luego hace estas cosas y pierde el encanto.
—Que no te engañe, esto es lo que más le gusta. Pelearse conmigo.
—¡Que va a gustarme!
—Claro que sí —sonríe mirándole a los ojos por encima de las gafas y balanceándose un poco de lado a lado—. Lo haría durante tooooodo el día.
—¡No porque lo disfrute en lo absoluto! —no le quita los ojos de encima
—Uy, que no... le encanta. A veces me dice que no solamente para alargar más y más y más la discusión —sigue sosteniéndole la mirada sin dejar de moverse.
—Cualquiera diría que discutes tan bien, old snake —Aziraphale mueve los ojos siguiéndole
—I do... —susurra en un... tonito. Haciendo que Aziraphale se sonroje un poco, sonriendo más.
—Ni siquiera sabes usar bien las palabras —le pica.
—Eso es fotosintéticamente erróneo.
Es que Aziraphale se muere de risa y Crowley se ríe también. Sandalphon es el que les mira con una ceja levantada sin entender ni qué hacen ni dónde está la gracia.
—Es factualmente cierto.
—Cabalísticamente equivocado.
—Inapropiadamente correcto.
—Esdrújulamente falso.
—¡Ni siquiera estás intentándolo! —es que le vuelve a dar risa.
—No solo lo estoy intentando, lo estoy consiguiendo. Casi bordándolo diría yo.
—Lo único que estás consiguiendo... —vacila un instante y sonríe de lado —. Es que me de hambre.
—¡Anda ya! —protesta y Aziraphale se ríe.
—¿Algo de lo que estáis diciendo tiene el más mínimo sentido? —pregunta Sandalphon.
Perdón, pero Aziraphale está muerto de risa. Envídialo, Sandalphon, la verdad... envídialo. Porque pese a todo, se lo está pasando TAN bien y Sandalphon no entiende por qué, Pero el arcángel está flipando porque creo que NUNCA había visto a Aziraphale... ni a casi ningún ángel reírse así
—¡Mira la cara de enfado que tienes!
—¡Porque estás haciendo trampa! —protesta Crowley.
—¿Trampa?
—Sí, es cuando no juegas con las normas.
Es que sigue muerto de risa, más aún ahora que... le acaba de aclarar la definición de trampa.
—Pfff... c-cu... JAJAJAJA... cuando hice... JAJAJA... trampa?!
Y no que los ángeles no se rían o no se cuenten chistes unos a otros, claro que lo hacen... aunque la verdad, no es lo más común. Pero igualmente esta risa no es solo por un chiste. Sandalphon está ahí igual y no ha oído ninguno.
—Ahora mismo, anda, dile tú a ver si a ti te cree —pide Crowley azuzando a Sandalphon.
—Es obvio que, si alguien hizo trampas, esa fuiste tú, demonio —replica el arcángel.
—Wait! What? ¿Cómo que demonio? ¿Soy un demonio? —chilla sarcásticamente como si acabaran de darle la noticia y se gira a Aziraphale—. ¿Tú lo sabías?
—Nooo...PFFFJAJAJAJA! —Ay es que ya le duele la panza de reír.
—¡Sí que lo sabías y no me lo dijiste!
—Quería ver si te dabas cuenta... —suelta con voz bastante débil de la risa... recargándose al frente en la mesa.
A Sandalphon todo esto le hace como menos cuarenta de gracia, lo que realmente es aún más gracioso para los otros dos.
—¿Y cómo iba a darme cuenta? —protesta también riéndose y le hace cariñitos en la nuca—. Eres como el peor marido que pudiera tener algui... —se le muere la frase en la boca al notar lo que ha dicho.
Vale... fulminada. Aziraphale también. Deja de reírse DE INMEDIATO.
