Gabriel se dirige hacia ella con tanta orden directa, andando un poco rápido, pero no corriendo.
Y Aziraphale toma a Crowley de la mano tirando de él para correr en dirección contraria.
Menos mal, Crowley empezaba a temer que llevara a Gabriel hasta la boca de Belcebú ¿Ves cómo iban a correr?
No, solo lo bastante fuera.
Crowley no está myy seguro de que esto vaya a funcionar... pero créeme que con este cuerpo atlético sí que corre con cierta facilidad.
De hecho es ella la que enseguida está bufando y con el corazón acelerado como si acabara de... ehm... correr veinte metros. Vale. Aliterativo. Tirárselo dos veces. Aliterativo también. Estuviera saliendo de la mansión del miedo. Joder. Otra vez. Whatever! DUCKS!
Crowley tira igualmente de ella, corriendo por los pasillos idénticamente perfectos y limpios del cielo yendo hacia las escaleras. Menos mal que él sabe a dónde va.
Ehhh... Sí. Un poco. Más o menos. ¿Ya pasamos por aquí una vez?
Joder.
—Aziraphale! —llama un ángel desde el otro lado del pasillo.
Crowley se frena deslizándose en el suelo un metro entero y Aziraphale se estrella contra su espalda, sinceramente no se si tirándole al suelo.
Probablemente.
El ángel levanta las cejas y se acerca a ellos corriendo para ayudarles a levantarse y la verdad, casi se muere cuando ve a Crowley, dando como quince pasos atrás.
—Gracias, ¡gracias!
—Uf... —protesta Aziraphale levantándose y ayudando a Crowley a levantarse.
—Asariel... qué bueno que te vemos —saluda Crowlely—. ¿Sabes dónde está la salida?
Se tensa aún más cuando se da cuenta que ¡sabe su nombre!
Pues claro que... ehm... vale, es raro, pero lo sabe porque... es el novio de Aziraphale? (Marido... pero eso puede ser escandaloso)
Asariel balbucea algo inteligible, seguramente es la primera vez que ve un demonio en laaaaaaaaaaargo tiempo. Crowley hace los ojos en blanco, por Dios.
—Asariel, come on! —protesta un poco.
El nombrado mira a Aziraphale de reojo, intentando acercársele dando un rodeo a Crowley.
—Asariel! —Crowley protesta porque no tiene tiempo para esto.
Lo que le hace dar un salto y esconderse detrás de Aziraphale susurrándole que es un demonio y que ¡va por ahí suelto!
—No te precupes Awahteverel, es mi marido.
Es tan idiota...
Pero es queeee
No, no, me hace gracia.
Asariel le mira como si se le acabara de prender en llamas la cabeza.
—Crowley! —protesta Crowley
—Sí, sí, ya lo sé, pero... ¡Eh!, mira, aún estoy entera, tan malo no puede ser.
—No es mi... no soy tu...! —Crowley chillonea.
—Además, sabes ese rumor sobre que si te acuestas con un demonio... ¿caes? Pues es mentira.
—Ugh. Shut up! —protesta Crowley tirando de ella para llevárselo.
—Díselo a Gabriel... ¡Díselo a todos! —grita Aziraphale riéndose mientras se la lleva.
—¡Voy a matarte! —protesta Crowley entre dientes, queriendo... matarle en efecto.
—¡Que va! Vas a darme un beso en las escaleras.
—¡Un beso! ¿¡Cómo voy a darte un beso con eso que has dicho!? —sigue protestando, corriendo pero... sonriendo un poco igual porque... ugh.
—¿Dos?
—¡Ugh! ¡Voy a matarte! —vuelve a soltar.
—¿A besos?
—Quizás... ¡Mira! ¡ES AHÍ!
Aziraphale se ríe y Crowley tira de ella hacia las escaleras, sonriendo un poco más y casi saboreando la libertad.
Le deja, siguiéndole y tal como ha profetizado antes, le da un beso en las escaleras.
Crowley le inclina hacia atrás en las escaleras cuando le besa, sonriendo ampliamente porque... han logrado escapar. Seguramente más de un ángel les ve por ahí, pero ahora mismo LE DA LO MISMO
Ella se deja con el rush de adrenalina también. Cuando se separan le mira a los ojos aun inclinada.
—I love you, Anthony J. Crowley...
—I love you, Aziraphale Z. Fell.
Crowley se ríe con eso.
—Vamos a irnos de vacaciones.
—¿A dónde?
—A donde TÚ quieras.
—Ya hemos tenido esta discusión.
—Y no sé cómo acabamos en Las Vegas... no lo sé, pensé que podría gustarte a ti un destino más... con playa y piñas coladas con mucho ron.
—¿A mí o a ti?
—A... ambos. ¿Prefieres ir a la montaña con nieve y frío?
—A un lugar con internet.
—¿No hay internet en todos lados ya? —pregunta tirando de ella ya en la calle.
—En algunos no.
—Bueno, es igual, vayamos a uno donde si haya. Antes hay que...
—¿Aja?
—Bueno, cambiar... o no. Creo que cielo e infiernos estarán ocupados.
—Ah... cambio con mi segundo beso —propone sonriendo y Crowley se ríe.
—Ven.
Ella se le acerca.
—Aún me parece súper raro besarme a mí mismo, prefiero tus besos.
—Ya... pero tiene gracia ver cómo te pones histérico cuando digo cosas que consideras que no debería decir.
—Y no solo dices... HACES.
—¿Hago?
—¡Esos gemidos infames!
—Pues... —sonríe de ladito.
—Y con Gabriel ahí, estabas tú... en maldito éxtasis. Nunca voy a convencerle de que no me gustas o que no te quiero.
—Exacto.
—Y al parecer esa idea te encanta a ti.
—Sí. Te dije que era una venganza.
—¡Ugh! ¿¡Por hacer qué?!
—Contra el cielo.
—¿Contra mi o contra el cielo?
—Contra el cielo.
—Quiero mi beso... y luego me explicarás.
—¿No me lo ibas a dar tú?
—¡Aún no puedo creer que le hayas dicho a Asariel que estamos casados! —sonríe.
—¿Por?
—¡Porque todos lo sabrán ahora! —le pones nervioso.
—¿Y?
—E-Es que luego sacan todo de proporción y... —se sonroja un poco
—¿Cómo podrían sacar esto de proporción?
—Pues me imagino que ya no hay algo peor en su cabeza que fraternizar tanto con el... enemigo que casarse con él. Pero igualmente... no es como que no sea ya yo la oveja negra de la familia.
Sonríe y llegan al Ritz. Le detiene antes de entrar. Él la mira, aun abrazándola de la cintura y sonriendo tontamente.
—Espera... —le mira y sonríe de ladito.
Le mira a los ojos... con los ojos amarillos porque no se ha puesto lentes de sol porque... él no ve una mierda con lentes de sol aun en los ojos de Crowley.
Se acerca y le besa. Cierra los ojos y... hace lo que tiene que hacer para cambiarse. Ella también... y luego chasquea los dedos.
¿Para hacer... qué? O ahora que nos separemos nos enteraremos seguramente.
Sí, bueno. Le ha... cambiado la ropa.
Espera primero... Es que ya desde el beso, en el beso, hace...
—Mmmmmm! —porque los pechos! Existen y los siente ahí en medio. Ah. Van a ir de un lado a otro.
Aziraphale se separa un poco del beso.
Crowley le sonríe. Sonríe un poco pero se mira y se lleva las manos a los pechos.
—Cielos.
Ah, por cierto. Va vestida de novia.
¡D-De novia! (El Ritz opina que son los clientes más extravagantes que tienen.)
Bueno, lleva un vestido blanco... bastante más chic que el traje chaqueta que llevaba, podria ser solo un vestido. Ejem. Pero esencialmente no lo es.
—Oh... oh!
—What? —Crowley se sonroja un poco.
—Es muy bonito y blanco... y cielos, el escote —se sonroja también, sonriendo—. Esto... es nuevo.
—No podía ponértelo ahí arriba, Gabriel no te habría dejado marchar.
—Ah ¿no?
—Pues... seguramente —se encoge de hombros.
—Mejor aquí el que no me dejes ir tú... Crowley, esto parece...
—¿Qué?
—¿Un vestido... de novia?
—¿Q-Q-Q..? —casi le da un infarto.
—Pues eso parece.
—S-Solo porque... es blanco y... eres una ridícula.
Abre la boca tan ofendida TAN ofendida.
—¡No soy un ridículo!
—Mmmm... Pues oye lo que dices
—Pues es un vestido y es blanco.
—Como si te vistieras de tantos otros colores...
—P-Pues no suelo vestirme de vestido blanco y... solo asocié —responde sonrojándose más y cruzándose de brazos, abrazándose más bien un poco a sí misma
La mira de reojo y se sonroja porque sí parece un vestido de novia, aunque esta súper rara de mujer.
Y es que ahora le ha dado esta sensación de verse ridícula que no sabe muy bien como cubrirse. Se plantea seriamente solo... hacerse otra vez Aziraphale el de siempre y ya, protegido detrás de capas y capas de ropa
—Ehm... crees que... hmm quizás... —se jala un poquito el escote y el vestido en general
—¿Qué?
—¿Me veo ridículo?
—N-No... Solo lo eres.
—Ugh... puedo volver a ser como era. ¡Y no me digas que eso no me quitaría lo ridículo!
—Pues es que lo ridículo no está en tu aspecto.
—¿Me veo o no me veo mal? —Ojos en blanco.
—¿Pues no te he elegido yo la ropa?
—Pues sí, pero... —le mira a los ojos, insegura. Ahora vas a tener que decirle algo bonito.
—¿Quéeee? —le mira de reojo y aprieta los ojos porque los estúpidos puppy eyes. Y créeme que los está haciendo.
La sabemos, lo sabemos. Los siente aun con los ojos cerrados y dándole la espalda.
Suspira, un poco resignada.
Uuuuuuugh ¡Suspiros y todo!
Es que está a dos de ser un chico la próxima vez que le mires.
—A lo mejor estás embarazada.
—Pues es que si no t... —vale, le cortas del TODO la idea y los ojos de cachorra, paralizándola. La mira de reojo. Aziraphale se lleva una temblorosa mano al abdomen.
—Es decir... tal vez no, pero...
—Tal vez sí... —susurra. Cierra los ojos... y lo desea con intensidad. Crowley se humedece los labios.
—Vamos a tener que jugar a mear en los palos otra vez.
—Yo no hago pis desde hace demasiado tiempo... y ¡además no te gusto de chica! —se lamenta.
—¿Eh?
—¡No voy a gustarte por nueve meses! —lloriquea.
—¿Qué dices?
—No te parezco bonita asiiiii —se le echa un poco encima y pasamos de no enterarse siquiera de la posibilidad a aparentar estar embarazada y sobre hormonada en un segundo.
—Tampoco me pareces bonita de... otro modo —eres tan horrible... y tan idiota. La abraza para que no se caiga.
—Oh... —Le aprieta contra si con esa respuesta vacilando un poco y eeees que en general nunca hablan del aspecto físico cuando hablan de gustarle o de quererle. Quizás de verdad no le parece bonita nunca ni guapo ASÍ. Deja de apretarle y le empuja un poquito
—Ugh, angel, no hagas drama —protesta porque los puppy eyes otra vez.
—Pues entre los panecitos y esto no estamos siendo muy sutiles. Está bien, supongo que... bueno. Hay cosas que sí y otras que no... —oh, sí que hace drama
—Angeeeeeel.
—Vamos, vamos dentro... —no le mira a los ojos—. A que pida un pollo a la plancha y ensalada. Sin postre.
—What the fuck!?
Aziraphale se encamina, junto con todo su drama, a la puerta.
—¡Nunca dije que si no me parecías bonita fuera por estar gorda!
—Porque tú puedes dejarle claro a todo el cielo que me encantas, pero yo no te gusto ni un poquito... vale, vale —agrega buscando al maitre con la mirada —. Además. Ahora ni dejando de comer como una persona decente voy a parecerte bonita
—Estás haciendo drama gratuito. ¿Qué demonios te pasa?
—¡Deben ser las hormonas! —se le acerca ella al hombre que estaba un poco distraído—. Julien... buenas tardes, querido. Mesa para dos, por favor. Que esté al fondo porque aquí mi marido puede avergonzarse porque le vean con alguien tan poco bonito.
—¿Qué hormonas? si estas embarazada hace puto cinco minutos. ¿Y te oyes lo que dices?
—Quizás también requiramos que la luz esté baja, no sea que le duela mirarme —siiiigue mirándole de reojito y sonrojándose un poco.
—Una bloody bolsa en la cabeza hará el truco —se cruza de brazos, tan sarcástico.
Aziraphale frunce el ceño y hace una mueca digna de una niña que hace berrinche pero no obtiene lo que quiere.
—Bolsa en la cabeza, ¿eh? —chasquea los dedos poniéndose una con un par de agujeros para los ojos—. ¿Así?
—Espera —chasquea los dedos apareciendo un rotulador y se acerca a ella para dibujar sobre la bolsa.
—¡No! —lloriquea.
—Para, no te muevas o me va a salir mal.
—¡No es esto lo que deberías hacer!
—Bla bla bla blá
La ángel bufa un poco y él sonríe mientras escribe en la bolsa y luego cierra el rotulador.
—¿Qué has puesto?
—Una cara fea.
—En vez de la mía.
—No es comparable contigo, tú estás en una liga diferente.
—Ugh.
—Te está mirando todo el mundo —se ríe.
Aziraphale vacila y es que ahora es a ella a quien le da vergüenza quitarse la bolsa de la cabeza.
—Menos mal que traigo una bolsa en la cabeza.
—Sí, claro.
Un par de ojos azules te miran por los agujeros de la bolsa. Crowley le sonríe un poquito.
Ella levanta la mano y se la quita, roja como foquito navideño.
—Que gran aguante el tuyo...
—Shut up —protesta sin mirarle y nota que hay letras escritas en la bolsa, no un dibujo.
"Llevo esta bolsa en la cabeza porque mi marido se casó conmigo por mi inteligencia"
Se sonroja un poco con eso pero frunce menos el ceño.
—Esto no es una cara fea —susurra mirándole, toda despeinada eso sí.
—Mentí. ¿Qué vas a hacer? ¿Expulsarme del cielo?
—Probablemente —estira un poco la mano hacia él, que le mira, nerviosito—. ¿Solo por mi inteligencia? Ya es bastante... considerando que este cuerpo... —se encoge de hombros, restándole importancia, aunque aún se siente un poco insegura.
—¿Qué?
—Solo es un cuerpo de humano.
—Y que además puedes cambiar.
Ella le mira con eso
—O sea, si quisieras podrías, ¿qué sentido tiene?
—Pero este es mi cuerpo, llevo con el desde siempre.
—Lo sé y te gusta. No hay problema con eso, pero seamos sinceros, tu gusto estético es pésimo.
Otra vez pone ojitos, porque aun con toda su naturaleza, no... no es algo tan simple de escuchar.
—Bueno, igualmente pensé que te gustaba un poco más de lo que parece gustarte.
Ojos en blanco de Crowley.
—Pues es lo que estás diciendo, que... tengo un gusto estético horrendo. Aunque me pongas esos ojos.
—Pues es que lo tienes, mira ese asunto con los cuadros escoceses.
—El tartán es bonito y ese en concreto es MI tartán. Pero entiendo que no te guste, tu no sabes nada.
—Oh, ¿yo no sé nada?
—No sabes nada de... el valor de las cosas antiguas. Todo es desechable para ti, ¡pero no es eso de lo que estábamos hablando!
—¡Desechable!
—Absolutamente. Cambias todo lo tuyo y todo tu atuendo y ropa y gustos cada... dos por tres. Pero tú, TÚ... me gustas. Casi con todo lo que te pongas.
—Ah, sí, que lo hago, mira mi coche, último modelo.
—Es la única cosa que no has cambiado en cien años, ¡y solo son cien! ¡Mi ropa tiene el doble de tiempo! ¡Y no es eso de lo que estamos hablando!
—Claro, es verdad, el esbozo de la Gioconda de mi comedor me lo compré la semana pasada en una tienda de regalos.
—Claro, enfoquémonos en las tres cosas que tienes.
—Pues no es como que tenga apego a muchas más cosas.
—Pero me tienes apego a mí.
—Probablemente eres lo más antiguo que tengo.
—¿Así que soy tuyo? —sonríe un poquito
—Mmm... sí.
—Puede que también sea lo más feo que tienes.
—Nah, tengo compañeros de trabajo realmente complicados de mirar.
—Ahh... así que tampoco estoy en esos niveles. Menos mal.
Crowley se ríe.
—Solo soy un punto intermedio de... feo pero soportable. Debe ser así, dado que me besas como si te gustara.
—Vaya con las conclusiones.
—¿Están mal?
—Me parece tienen una base un poco rara.
—¿Cuál base rara?
—Pues los besos.
—Ah, eso es lo que tiene una base rara. ¿Qué tiene de raro? ¿Que podrías besar lo que fuera?
—Ehm... probablemente.
—¡Qué va! ¡Para ya de hacer lo que haces!
—¿Y qué es lo que hago?
—¿Sabes? No te creo ni un poco... quizás no te gusto muchísimo, pero ¡tampoco te creo que no te guste nada! Y tampoco te creo que le dieras a cualquiera los besos que me das a mí.
El demonio sonríe sin responder a eso moviendo los hombros de un lado a otro de un modo un poco serpenteante. Ella le sigue con los ojos porque siempre cae en el encanto este.
—Y además, te enamoraste de mi por mi inteligencia —sonríe un poco.
Crowley se sonroja porque nunca dijo ENAMORÓ. Dijo CASÓ. Que por lo visto una cosa si existe sin la otra. Pues sí. Pasó seis mil años sin estar casado.
En realidad nos referíamos en el sentido contrario.
Pues... pues. Whatever.
—Dame un beso —le extiende la mano otra vez.
—Las palabras que nunca pensé que iba a oírte decir.
—Ugh! —Aziraphale se sonroja, Crowley se ríe y se le acerca
Ella traga saliva y da un pasito atrás y él levanta las cejas, deteniéndose.
Aziraphale da un pasito hacia él porque si quiere su beso, solo... le dio vergüencita repentina.
—N-No es que quiera un beso es... Que me ha parecido que... tu querías uno y por eso lo he dicho y...
Crowley levanta una ceja.
—Vengaaa, ¿vas a dármelo o no?
—No me sabía yo tan ansioso.
La ángel le toma de las solapas del saco y le atrae hacia ella, él la deja, sonriendo, así que acaba siendo ella quien le besa, con un poco de fuerza y Crowley la abraza, cerrando los ojos.
Y la verdad es que todos meseros del Ritz se asoman a la puerta y cuchichean. Pasan dinero unos a otros mientras murmuran bajito.
Y Aziraphale sonríe un poco en el beso relajándose bastante, porque se ha puesto un poquiiiiiiiiiito histérica.
Cuando se separen del beso va estar el camarero ahí frente a los dos esperando para tomarles nota.
Aziraphale se sonroja llevándose las manos a la inexistente pajarita para enderezarsela. Crowley levanta las cejas y le sonríe al camarero.
—Mr. Crowley y... compañía —les sonríe. Aziraphale se pasa las manos por el pelo, sonrojada.
—Sí, ehm... claro. Buenas tardes.
—Ehm... hello, Bill —Aziraphale saluda al mesero con un gesto de la mano. Él parpadea porque no la recuerda.
—¿Se encuentra bien? —pregunta él mirando a Crowley.
—Sí, sí, claro...
Aziraphale es quien parpadea ahora cayendo en la cuenta de que claro, no le va a recordar viéndose así... y van a pensar... Frunce el ceño
—¿Todo bien con Mr. Fell? —pregunta un poco por hacer conversación.
Crowley parpadea un poco con esa pregunta y mira a Aziraphale de reojo, que frunce más el ceño.
—Ehm, pues diría yo que... ¡Oh! Oh, vale, ya entiendo... Ehm...
—Es que claro, van a pensar todos... —refunfuña Aziraphale, Crowley la mira—. Que me engañas con una... pelanduzca.
—Eres una pelindu... ¿Cómo has dicho?
—¡Pelanduzca! ¡Y no lo soy!
—¿Entonces?
—Van a pensarlo y cuando vengamos los dos van a verme con cara de... "pobre idiota"
—¿Y qué hacemos? No puedo desbesarte.
—Puedes... no besarme ni una vez más, ni tocarme ni mirarme con esos ojos. Nada de nada mientras soy una mujer.
Crowley levanta una ceja.
—Así podremos decir que soy... mi hermana —sentencia después de pensárselo un poco.
—Tu hermana —repite incrédulo.
—¿No parezco mi hermana?
—Es que... No creo que cuele porque ya te he besado —y porque igual todos sabían esto incluso cuando no nos besábamos.
—Puedo borrarles la memoria a todos milagrosamente.
—Igualmente... pero bueno, si quieres.
—¿Tú qué harías?
—O sea, lo que digo es que no sería la primera vez que asumen esto sin que en realidad...
—Pero antes era otra cosa.
—Y aun así asumían...
—No, no. Es que lo de antes era cierto. Pro esto...
—¿Era cierto?
El camarero por cierto, acaba de cambiarles los platos y cubiertos
—Claro. Éramos tú y yo. Pero esto...
—Somos tú y yo.
—Y ahora es más cierto aún, pero ellos... No quiero arruinar mi historia contigo y que piensen que no es importante —le toca la pierna con la suya.
—Les diré que eres tú.
—Ha dicho compañía y... soy una chica —hace una pausa y se sonroja—. E igualmente no deberían enterarse de nada...
—Les diré que es una caracterización para el cine.
Aziraphale sonríe.
—Igualmente no has dicho nada del "y compañía"
—Ni tú tampoco, era obvio que se referían a ti.
—Estaba notándolo, ¿qué querías que dijera? "And wife"? —se sonroja igual.
—Pues podrías haberle corregido
—Y haberle dicho and wife... —se mira el dedo
—Exacto. Madame... Crowley.
—Madame Crowley —repite lentamente y se sonroja más.
—¿No?
—No había pensado nunca en mi como la Señora Crowley...
—susurra.
—Ya... ya... —se echa atrás en la silla, tan ácido. Ella se muerde el labio y sonríe un poco—. Whatever... —mira su copa.
—Whatever?
—Pues... —se encoge de hombros.
—Yo no creo que sea tan... "whatever".
—¿No?
—¿Ser la señora Crowley? ¡No!
—No, no pensar en ello.
—Oh... eso. Es más bien que últimamente tu eres... la Señora Fell.
—Ya, bueno...
—Pero creo que debo empezar a acostumbrarme... Y por lo visto vamos a otra vez olvidarnos del alcohol.
—Bueno, esta vez podría tomar yo y tú no. En tu caso te parecía bien, así que sería un poco cínico pedirme a mí lo contrario.
—No tomé nada mientras... —abre la boca.
—Porque YO te lo impedí.
—¡Tampoco hubiera tomado nada de no impedírmelo!
—Claro que sí.
—Muy bien, bebe —le mira, y entrecierra los ojos, él parpadea y se gira a pedir una botella—. Aunque todo lo que bebas tú lo beberé yo.
—No, tú no puedes beber.
—¿Quién dice que no? Puedo beber solo que quizás tengamos un hijo tonto.
—¡Yo digo que no!
—Bueno, pero yo digo que sí. Si tu bebes, yo beberé lo mismo y ya está.
—Ves cómo cambia de tuyas a mías —frunce el ceño.
—Es que... ¡si tu bebes se me va a antojar!
—Insisto.
—Porque además te vas a beber la botella tu solo, ¡completa! —se cruza de brazos mirándole de reojo.
—Pues claro.
—Anda, vale, tómatela tú y yo no tomo nada —ojos en blanco. El demonio sonríe de lado—. Pero por cada botella, voy a comerme tres postres —arruga un poco la nariz.
—Tres a uno es un poco demasiado.
—¡Una botella no es para una persona! Y por cierto... Los mismos argumentos sirven para ti sobre beber o no beber. Yo también podría poner un huevo por tu culpa.
—Sí, pero yo te decía que tú no bebieras y tú me decías que daba igual.
—Y tú decías que no lo daba. ¿No te parece cínico ignorarlo?
—Me parece más cínico que lo ignores tú.
—Ya te dije que puedes beber toooodo lo que quieras.
—¿Y por qué tengo que ser yo quien pelee esto?
—¡Ugh! ¿Pelear qué?
—Pues la abstención. ¡Tú eres el ángel!
—¿La abstención mía? —Aziraphale se sonroja y Crowley asiente—. Así que realmente crees que podría beber sin que me importara...
—Pues eso parece.
Ella se humedece los labios pensando y desviando un poco la mirada.
—Mmm... bueno —responde con voz neutra, tomando la carta.
—¿Qué?
—Nada... solo pensaba. La verdad no pensaba beber... solo quería presionarte un poco, pero... Bueno, vas a tener que ayudarme a hacer esto bien.
—¿El qué? ¿No beber?
Aziraphale niega con la cabeza.
—¿Entonces?
—M-Me refiero a esto... en general. Es cierto que no soy un ángel especialmente... buen ángel.
—Anda ya.
Le mira, porque sí que le da miedito no hacer las cosas bien.
—¿Qué?
—Y le pides ayuda a un demonio.
—No, no le pido ayuda a UN demonio, te pido ayuda a TI —le sonríe.
—Yo no sé ser un ángel, como es obvio.
—Pero sabes ser... tú. Y haces cosas que yo no hago como pelear esto.
—¡Pero yo no soy angelical!
—Pero sí eres el padre del niño.
—¿Y eso qué? —se sonroja.
—¿Crees que yo tendría un hijo con un padre que no puede ayudarme? Que no es confiable o que no... es a good person.
—¡Pues deberías porque no lo soy!
—Deep down...
—¡No!
—Just a little... a good Dad.
—Una... cosa no tiene que ver con la otra.
Aziraphale se encoge de hombros.
—Vas a tener que ayudarme si de verdad pasa esto... porque no vale que como yo soy el ángel yo tenga que hacer todo bien y tú seas el que hace las cosas divertidas.
—Exactamente en eso consiste —sonríe
—¿Sabes qué es gracioso...? —le mira—. Que sueles echarme la culpa a mí y decir que yo vivo en un mundo de fantasía, en el que no somos ni amigos y tengo serias dificultades para enfrentar la realidad, sin embargo...
—Pues es que eso es verdad.
—No es como que tú no vivas en otro. En el que tú eres súper malo y solo haces cosas divertidas que no incluyen ser bueno con la gente —le sonríe.
—Ese no es un mundo de fantasía.
Aziraphale se ríe.
—Ni siquiera sé para qué discuto esto contigo...
—Pues yo tampoco cuando es obvio que estás equivocada. Tengo más sueño que hambre —protesta mirando la carta igual, echándose en la silla hacia el otro lado
—No estoy equivocada... y tengo un hambre terrible. ¿Qué... crees que haya pasado con Gabriel y Belcebú?
—Espero que se acuesten y exploten y se maten uno al otro.
Aziraphale se ríe, un poco. Crowley le mira de reojito sonriendo un poco
—Uno nunca sabe... los siguientes podrían potencialmente ser peores.
—¿Por?
—Pues bien dice el dicho, más vale malo conocido que bueno por conocer... cielos, realmente no puedo creer que no pueda yo beber en abundancia después de lo que acaba de pasar hoy. ¿Te das... cuenta de que tú y yo... hicimos ESO frente a ÉL?
—Sí... ¿Te das cuenta que un ángel logró obligarnos peor que un demonio?
—Bueno... la segunda vez fue gratuita, eh! —le protesta, riéndose igual—. Gabriel es terrible, estaba ahí sentado mirándonos con curiosidad. Ugh.
—No fue gratuita, la provoque yo —sonríe orgullosito jugando con su tenedor.
—¡En un momento fatal! Y yo no puedo aún convencer al infierno de que me quieres...
El demonio se ríe con eso un poco maligno.
—Tendré que hablar con Hastur...
—Con... Hastur —se le corta un poco la risa.
—Seguro, después de nuestras sesiones, tengo unas ganas de hablar con él...
—Pues es que...
—Porque además, no es como que me convenga que sepa que me quieres, así que...
—Solo si quieres pasar lo que te queda de vacaciones en una celda mientras te intentan cortar las alas.
—Shush... no des ideas —aprieta los ojos y sonríe... suspirando—. Ah... vacaciones.
