Dramático y Hedonista Principado que aparece... de un chasquido, en la puerta del departamento de Crowley. Que ahora ya no está ahí... ojos en blanco.
Aziraphale toooooooooca la puerta... y espera un poco, mordiéndose el labio.
Nopi.
Termina por suspirar... y chasquear los dedos para irse a lo que queda de librería y le va a meter un susto porque estaba ahí... arreglando cosas, reconstruyéndola y esperándole. La ángel sonríe aliviada al verle, aun asustado.
—Ah... ehm... has... vuelto.
—Sí, sí que he vuelto. Te buscaba —se le acerca un par de pasos, tomada una de sus manos con la otra de esa forma que suele hacer cuando está nerviosita.
—No estaba... solo... bueno,
—Está bien. Está bien... fui a buscarte a... bueno... —suspira —. Pensé que irías tras Gabriel.
—No... quiero ir con él.
—Lo sé, lo sé... creo que estaba exagerando. Gabriel... bueno, en realidad creo que llevo mucho tiempo exagerando con él.
—¿Por? —juega con algo que hay en el suelo con el pie.
—Pues... porque Gabriel, solo está haciendo su trabajo y al final... es un buen ángel y no es mal jefe... de hecho, no deja de ser admirable que... se resistió hasta el final. A veces quisiera ser más como él.
—Wait, what? —se detiene. Aziraphale suspira.
—He sido muy duro contigo... y con él. Eso... estaba oscureciendo mi corazón. Pero todo está bien ahora...
Levanta una ceja y ella le sonríe aun con ese gesto de cierto nerviosismo, sonrojándose un poquito.
—La verdad, me alegra un poco que tú también dejes de... verle como... sueles verle. Prefiero que le veas con afecto... creo que lo merece.
—Yo no he... dejado de verle como suelo verle.
—Yo sé que un poco sí... venga, de verdad no voy a enfadarme si eres sincero.
—Soy sincero, solo hizo... algo. Pero no es... no es lógico y no está bien. Se me pasará.
—Bueno, mejor aún —la ángel suspira y sonríe
—De hecho ya se me ha pasado bastante.
—Yo ya no estoy enfadado contigo, sé que no ha sido culpa de nadie.
—Ha sido culpa de él, es un imbécil.
—Oh, venga, Crowley... no es un imbécil...
—Solo hizo eso para liar a Lord Belcebú.
—Bueno, sí... de hecho estaban teniendo relaciones íntimas. Un poco a su pesar... solo Dios sabe que se resistió —se mira las manos aún sintiéndose un poquito culpable
—Espera ¿qué?
Aziraphale hace un chasquido y ordena bastante un trozo de librería, limpiando el sillón y la silla (si es que Crowley no lo hizo antes) Se sienta estirándose el vestido.
—Tú has ido a por Gabriel.
—No, he ido... al otro lado del páramo en el que estábamos y al ver que desaparecías, asumí que habías ido por Gabriel... así que fui por ti.
—¿Era una... trampa?
—Estaba enfadado... y tenía miedo —le mira—. Crowely... acababa de... enseñarte todo mi amor. TODO. Y... a ti se te aceleraba el corazón con Gabriel. Admito que no actué racionalmente...
—¡No seas idiota! —igual se sonroja.
—Estaba... celoso. Genuinamente celoso. Ahora sé que no debía estarlo y de hecho... que no era... culpa tuya, ni de Gabriel.
—¿Y de quién era?
—Pues... de las circunstancias. O mía y de mis inseguridades —paz mental.
—Yo creo que sí era fucking culpa suya.
—Venga, ni siquiera sabía que estábamos ahí.
—¡Deja de defenderle!
—Pero Crowley, es que tiene razón... en general. Justamente estaba pensando que... es que... estaba genuinamente preocupado mientras el demonio... Belcebú le seducía. Quizás debí ayudarle.
—¿Ayudarle?
—Pero es que... de hecho estando yo contigo ni siquiera pensé en... —suspira —. Soy un mal ángel.
—Pues un poco bastard sí eres.
—Buff... no me digas eso que me haces sentir más culpable —sonríe igual, pero aprieta los ojos
Crowley suspira porque igual esto es... raro ahora. No sabe si... O sea, se ha enfadado, pero no se han reconciliado y sin embargo ha venido aquí con esta actitud un poco creepy de paz y amor universal que no sabe cuando se le pasara o si le explotará en la cara y de repente volvera a enfadarse. Además de que la sensación rara con Gabriel aun no acaba de irsele.
—Seguían en el laberinto cuando volví —le cuenta, hacienod un gesto con la mano apra que se siente a su lado en el sillón.
—¿Y? —se acerca, poniendo la rodilla en el asiento por delante.
Ella le mira y se sonroja un poco, pensando en Garbriel y la resistencia... quizás debía haberse sentado en el otro sillón. Cielos. Es que ella no solo no se había resistido ni un poco, había chillado y gritado como... esas mujeres de la vida alegre. Aprieta los ojos.
—Se estaban besando.
—Menos mal —se sienta con una pierna bajo el culo, apoyando el codo en el respaldo.
—La verdad... No sé.
—¿No sabes?
—No sé si menos mal, él no disfrutaba.
Crowley parpadea sin entender.
—Vamos... Estaba conflictuado —se gira a él, mirándole.
—¿Conflictuado?
—E-ES que esto no debería ser tan fácil.
—¿Qué es lo que no debería ser tan fácil?
—Esto... no como yo.
—Excuse me? ¿Cómo tú?
—Sí... primer beso y... boom: Te doy mi flor.
Crowley le mira, en silencio
—Él... estaba preocupado, y yo... yo.
El demonio junta las puntas de los dedos índices y se las apoya sobre los labios, escuchándole
—Estaba pensando en Dios... y en la castidad y la pureza. Yo ni siquiera me lo plantee...
—¿Y?
—No sé... quizás debí.
—¿Pensar en la castidad?
—Pensar en... pues... algo de eso, del deber ser, o de lo que Dios esperaba de mi...
—Eso es como un voto, ¿no es eso? ¿Hacéis... votos?
—Después de que Dios ordenó que los ángeles no podíamos compartir el lecho con humanos decidieron... que debíamos prometer a Dios no... entregarnos.
—¿Y?
—E hicimos los votos de castidad. No eran los primeros votos que hacíamos... el primero fue el voto de obediencia. Después vino el de pobreza. Vamos, la verdad... es que había pensado en muchas cosas sobre esto en momentos distintos. En si era pecado, en si eras un demonio, en si me haría caer... pero... Él parecía tan... preocupado. Tan en conflicto. Y yo...
—¿Cuándo fue todo eso?
—Al principio... cuando los ángeles venían más a la tierra.
—O sea, hablamos de hace como... cuatro mil años. Aproximadamente.
Ella se encoge de hombros.
—¿Porque nunca disfruté del voto de silencio?
Aziraphale le mira y le fulmina. Crowley sonríe de ladito.
—Pues porque disfrutabas de los de castidad...
—Ya, ya... —ojos en blanco, aunque sigue sonriendo—. Pero habría podido yo dormir.
—¡Lo dices como si yo no te hubiera dejado dormir alguna vez! —protesta.
—Y tú lo dices como si fueras súper considerada dejándome dormir.
—Bueno, tu tampoco eres considerado dejándome ser casto... así que, estamos a mano —Las toneladas de cinismo que tienes... Aziraphale.
—¿Perdona? Yo te dije muchas veces que no iba a volver a pasar y quién venía ahí que si "Crowleeeey" que si puppy eyes...
—¡No es verdad! Eres tú el que... ¡siempre quiere! —se sonroja porque sabe que eso no es verdad.
—Que si te tomo la mano, que si me echo sobre ti en el coche, que si un besito nada más...
—Es que, ¿ves? ¿Ves? —Aziraphale aprieta los ojos.
—Que sí "es que el infierno te va a matar si no" que sí "es que crees que estoy gordo"
—Oh, shut up! —protesta —. Voy a parar con esas cosas.
—Suddenly.
—Pues... sí. Después de ver a Gabriel quizás debería. Quizás debería parar... eres tú el demonio tentador y yo no estoy haciendo ni siquiera eso de dejar tentarme, ¡estoy yendo yo tras de ti!
—Mmmm... Te olvidas de una cosa.
—¿¡De que cosa me voy a olvidar!?
—Es tu deber conyugal —le muestra su mano. Aziraphale sonríe un poquito con eso.
—¿No decías tú que no era válido?
—No lo será.
—Tampoco para esto —estira la mano hacia el... y se arrepiente recogiéndola
—No lo será para ellos —responde mirando ese movimiento.
—Sí lo será porque lo es para Dios.
—Ah, ¿lo es para Dios?
—Debe serlo, somos dos personas, nos amamos y... ambas queríamos unir nuestras vidas libremente.
—No somos exactamente dos personas —se sonroja otra vez.
—Dos seres divinos...
—Yo no soy Divino
—Sí eres divino.
—Lo soy para muchas cosas, pero no creo que sea de la manera que tú te refieres.
—¡Eres una creación de Dios, Crowley!
—Eso ya lo sé. Una repudiada.
—No por mí, ni por Dios. Ella quiere a todos.
—Salvo a los demonios a los que castigo haciéndonos caer del cielo, Aziraphale.
—Igualmente ¡pese al castigo siguen siendo sus hijos! Y... yo te hago divino.
—Tú me haces feliz —es que no te creas que lo que tu hiciste no afectó. Ella le mira a los ojos... y sonríe un poco.
—¿Lo hago? —pregunta suavecito.
Carraspea un poco, moviéndose en el sofá, cambiando de postura, sonrojadito porque le ha salido más sincero y sin tapujos de lo que esperaba.
—Y... Y también me frustras y me desesperas y me avergüenzas y me haces desdichado, no te creas.
—¿Desdichado?
—Pues... Yo qué sé, es un adjetivo, es malo. Seguro lo haces. Aunque no sepa lo que significa, normalmente no importa porque tú sí lo sabes.
Aziraphale se ríe un poquito estirando el brazo para quitarle los lentes. Él le deja hacerlo, mirándola.
—Desdichado es... infeliz. No puedo hacerte feliz e infeliz a la vez.
—W-Whatever. No dudes de tus capacidades, angel.
—Me gusta hacerte feliz. Me gusta mucho hacerte feliz —Se pone los lentes con cuidado.
La mira de reojo y sonríe un poquito con ojitos, ella se pasa una mano por el pelo.
—¿Qué tal me veo? —pregunta haciendo un cejas, cejas.
—Sé lo que esperas oír... pero nah.
—¿Nah? —Hace una mueca.
—Pues te ves... muy bonita—suspiiiiira
—¡No me digas que me veo muy bonita cuando no lo crees! —protesta sonrojándose y quitándoselos.
—Lo que pasa es que quieres verte cool, no bonita y... no... Funciona del todo así .
—¡Nunca te parece que me veo cool! —Hace otra vez la mueca porque sí que quiere verse cool.
—Porque es una cuestión de actitud y...
—¿Y...?
—Y como que cuanto más lo intentas menos... lo logras.
Aziraphale hace los ojos en blanco.
—Yo no hago las normas—se encoge de hombros.
—Tú me haces cool.
—Yo te hago... —la mira de reojito y sonríe—. Interesante.
—Eso quiero suponer que ya lo soy un poco, contigo o sin ti... ¿no?
—Ah, bloody hell —Ooooojos en blanco pero asiente.
—Igualmente, sin duda... me haces más interesante.
Niega igual con la cabeza un poco. No para llevarle la contraria si no porque... las quejas
—Yo en cambio te hago a ti mucho menos cool... ¿ves cómo nos balanceamos? —La sonrisita.
—Claro, claro. Todo muy justo —sonríe igual.
—Cualquiera que te ve conmigo es como... Ohhh, miraaaa, un alma descarriada llevada por buen camino.
—Me pregunto si el alma descarriada de esa frase eres tú o yo.
Ella aprieta los labios un poquito.
—No me mires así, ¿quién es la que ha ido a ver porno en vivo de su jefe?
—No ha sido a eso... de hecho me quedé solo por dos cosas.
—Ya, ya... de hecho lo impresionante aquí es que eso sea otra de las cosas por las que uno no cae, creo que voy a empezar una lista de "Cosas asombrosas e inesperadas por las que uno no cae que te harán decir, naaah, venga, no puede ser que por eso TAMPOCO". Otra cuestión que discutir con Dios si algún día decide hablar conmigo —mira al techo—. Prometo pagar yo las cervezas.
—Crowley!
—Oh, venga ya, no me riñas así como si hubiera sido yo el que se quedó ahí.
—Te quedas tú ahí y te mato.
—Y seguimos ampliando la lista.
—Me he quedado —sigue, ignorándole—. En primer lugar era lo justo, dado que él nos obligó a tener relaciones carnales al uno con el otro.
—Ah, sí, esa es de Gabriel, pero tengo que añadirla también.
—De hecho admito que... pese a todo. El que el Arcángel Gabriel haya caído en la tentación con Belcebú me hace sentir... —sonríe. Le mira, curioso—. Había amor en el aire, Crowley! Siempre me hacen sentir tan estúpido por quererte y sé que no lo soy, claro que no lo soy, pero ellos me hacen sentir que yo soy menos por hacerlo. Como si fuera un ángel de segunda, un ángel asqueroso... y el que GABRIEL, el más respetable de todos nosotros, también pueda querer a un demonio, me confirma que yo siempre tuve razón. Reivindicado. Eso me hace sentir.
—Y por extensión, tenía razón yo —sonríe de lado.
—¿En qué tenías razón tú? —Aziraphale suspira, sonriendo.
—En todo. En el acuerdo, en que no ibas a caer en que no pasaba nada por confraternizar, en que me querías...
—Ugh... ¿A qué viene eso ahora? —le mira de reojo pensando que, aun estando tan cerca están muy lejos uno del otro.
—Es agradable.
—Pero las circunstancias son otras ahora.
—Ah, ¿sí?
—Es que aun cuando tenías razón... yo también la tenía en temer. El cielo entonces no... No estaba así contra mí como ahora. No digo que no tuvieras razón, ahora visto en retrospectiva seguramente no habría pasado nada pero entonces...
—No me digas...
—¡No me digas "no me digas" así!
—Pues es que, que vengas a contarme a mí que no habrías pasado nada entonces...
—Pues es que nunca me das la razón.
—Porque no la tienes.
—¡Tenía razón de temerles! Ahora les ha dado por... esto, pero Gabriel no habría sido ni la mitad de lo benevolente que ha sido hoy en otros tiempos.
—Aun no lo entiendo.
—¿Qué es lo que no entiendes? —le mira de reojo y es que aún siguen MUY lejos. ¿Por qué no podían tener esta conversación con Crowley abrazándole y ella dándole besitos en el cuello?
—Pues me pongo en su lugar y... O sea, es que Lord Belcebú me parece temible y todo eso, bien sabemos que no me metería con ella ni aunque me pagaran pero está claro que no es... bonita, ni querible en modo alguno. Es decir, a ella la entiendo, quiero decir que Gabriel es... o sea, que tiene como ese... atractivo que... o-o sea que cualquiera podría ver que... ehm... que... es... lo que digo es que... uhm... es evidente que sigo bajo los efectos de... que... eh... cállate, Crowley.
Aziraphale le mira con expresión... Sí, sí, por eso se le va muriendo el discurso.
—Es verdad que Gabriel es sumamente atractivo —expresa Aziraphale así como... sin entonación.
Crowley le mira para saber si eso es un... reclamo o... burla o... es sarcástico o... se ha enfadado de nuevo.
—Desde luego, si tuvieras que elegir entre todos los ángeles y arcángeles del cielo, hoy ya me has dejado claro que Gabriel tiene todos los atractivos del mundo... y que yo tengo el peor gusto hasta para elegir cuerpo —agrega con expresión... neutra.
—Noooo, Angel, venga.
—Es que me lo has dicho ya varias veces y en diferentes contextos —sigue tranquila, sin chillar. Se encoge de hombros—. El atractivo es intelectual.
—Era solo... o sea...
—Nunca me he sentido avergonzado de mi cuerpo... y no pretendo empezar a sentírmelo ahora —asegura, sonrojándose igual un poco—. Gabriel... lo tiene mejor.
—No estoy hablando de algo físico.
—Uhh... se masca la tragedia —le mira fijamente, porque si no está hablando de algo físico... esto aún le jode más. Mira que estás haciendo que pelee contra el influjo.
—O-O sea que... solo es... que... ha hecho algo, tú lo has dicho. Algo me ha hecho, esto no es normal.
—Pero ahora no solo físicamente te gusta más —y es que. No ha negado una sola de las acusaciones.
—¡Pues es que lo que ha hecho no ha sido físico!
—¡Y no lo niegas! Ni que tengo pésimo gusto al elegir cuerpo ni que te gusta más en todos los aspectos. ¡Yo también lo hice!
—Ya sé que tú también lo hiciste.
Se revuelve, nerviosita, porque no dice "no es verdad" a ninguna de las otras cosas.
—Pero... pues qué sé yo, estaré más acostumbrado a que tú lo hagas o él será más poderoso.
—La cosa es que él está muy guapo y es más atractivo —le mira de reojo.
—Es que no sé qué ha hecho.
—Quizás solo te ha empujado a ser más sincero. Solo... es que esto no es tu culpa, pero decididamente no es lo que uno quiere escuchar el día que... —se humedece los labios y se mira las manos.
—¿Más sincero? ¡No me siento sincero!
—Yo tampoco estoy pensando organizadamente —admite apretando los ojos—. Y esto es injusto con Gabriel y contigo.
—A lo mejor deberíamos dejar de hablar de él...
—No será que... ¿Ya que lo has sentido todo... es un poco decepcionante?
—¿Decepcionante?
—U ordinario quizás... eso que has dicho. No tan impactante —suspira arreglándose el vestido en las rodillas y tamborileando se los dedos sobre ellas un poco.
—Dije que estoy acostumbrado, no que fuera decepcionante
—¿Estoy siendo muy necio, Crowley?
—Estás tergiversando mis palabras por tus celos
Ella se sonroja un poco más, mordiéndose el labio.
—Pues si algún día creo que los celos son enteramente justificables...
—Mira, lo que pasa es que... Gabriel es como... una... como una estrella.
—Una estrella —repite.
—O sea, esto suyo es como una estrella, porque está ahí y son jodidas, créeme, hice unas cuantas. Son bonitas y un día te paras y las miras y quedas maravillado, pero en general no... No les prestas más atención y cuando una se apaga pues quizás ni te enteras.
—Y en esta analogía hermosa en la que Gabriel es una estrella... yo soy... —Aún no supera que le haya llamado a Gabriel una estrella
—Ehm... el sol. Porque... no lo miras directamente casi nunca y todo eso y no le prestas atención pero el día que no se levante por ahí —señala hacia el norte—. Créeme que todo el mundo va a darse cuenta.
—El sol sale por ahí... —le mueve el dedo hacia el este.
—Whatever!
—El sol ni siquiera te gusta... —Aziraphale sonríe un poco. Ojos en blanco de Crowley.
—Esto es una metástasis o como se llame.
Aziraphale se ríe un poco con eso
—Sí, tú eres una metástasis. Creces por todos lados sin que uno quiera y luego ya nos tienes todos invadidos sin poder hacer nada al respecto.
—Eh... sí. Eso. Algo horrible.
La ángel levanta la mano y va a tocarle... pero vacila y no lo hace, volviendo a tomársela con la otra. Crowley parpadea con eso, notándolo ahora sí y mirándole las manos y luego la mira a ella a la cara.
—Wait...
Ella se aclara la garganta y se mira las manos.
—No serás tú la que ahora...
—La que ahora...
—Prefiere al... a Gabriel.
Aziraphale hace los ojos en blanco
—Pues insistes tanto conmigo que... a saber
—¡Lo que quiero es que me toques, pedazo de alcornoque! Desde que aparecí aquí no me has siquiera intentado tomar la mano, ¡no importa cuántas veces te he dicho que me estás diciendo en la cara que ahora mismo no te gusto!
—Pero si... si te acabo de decir que... —Parpadea y se sonroja con eso.
—Necesito que me abraces y me digas que aunque ahora mismo has perdido la tonta cabeza, claro que te gusto y claro que te gusta estar conmigo y claro que te parezco guapo y por supuesto que no quieres irte con nadie más. Aunque me hayas dicho que soy el sol. No es bastante —aprieta los ojos, sonrojándose también—. Y solo lo has dicho porque te he pedido que hicieras una analogía conmigo.
—E-es que... —levanta los brazos hacia ella torpemente sin saber muy bien cómo.
—Aunque no te apetezca del todo por la lobotomía del... Arcángel.
—No es que no me apetezca, idiota, es que creo que es obvio—sigue con los brazos en alto, esperándola.
—Pues a mí no me lo está pareciendo, no has negado ni una sola de mis declaraciones horribles y mira que he intentado que fueran verdaderamente horribles —le mira... y se acerca un poquito a él.
—¿Eh? ¿Cómo qué?
—Como que estoy fea y no te gusto y que él te gusta más ¡y además ni siquiera es solo físico!
—Que vas a estar fea, eso es que me ha parecido directamente estúpido.
—¡No cuando estás teniendo un amor infinito repentino por otro ángel! —se le echa más encima porque... ¡porque!
—No estoy teniendo... —La abraza apretando los ojos.
—Bueno, como quieras llamarle.
—Pues es que eso suena fatal.
—Entonces... —le mira porque ¡eso no es lo importante!
—Se me pasara.
—Lo imagino. Pero...
—¿Pero?
—No estoy hablando de eso, estoy hablando de nosotros. ¿No me vas a decir... esas cosas?
—Pues es que vine tras de ti, por ti, aquí a esperarte, a reconstruir esto.
—Ajá... —se le acurruca—. Porque me quieres
—P-Porque... ¿por qué otra cosa iba a ser?
—Aunque sea obvio... es bonito oírlo.
—Vale, vale... Te quiero. Y no puedo creer que me hayas hecho decir que Gabriel es como una estrella. Vas a burlarte de mí para siempre con eso.
—Yo no te lo hice decir... pero por supuesto que voy a burlarme de ti para siempre de eso —asegura y sonríe sinceramente.
—Ugh, esto es súper cruel porque por supuesto tú no has dicho ninguna ridiculez más de las habituales
—Crowley, Tú me hiciste GEMIR como una mujerzuela de ESAS.
—¿Eh? ¿Cuándo?
—Cuando estábamos en presencia de... la estrella.
—Eso no fue a propósito...
—Me has dicho que te venganza, my dear.
—No... —sonríe—. Pero no era contra ti.
—No entiendo como eso podría ser venganza contra el cielo.
—Porque les he robado a su ángel más dulce y ahora saben que es mío.
Aziraphale se sonroja tremendamente con eso. ¿Ves? ¿Ves cómo puedes decir cosas MUY lindas?
—Wh-What?! —susurra casi sin aire, sin esperarse esa respuesta
—Por hacerme caer. Mi venganza.
Ella se estira hacia él un poco y le da un besito en la mejilla, él la abraza más.
—Completamente tuyo.
—So... ya que he sido maldecido con ello... —Sonríe de ladito.
—¿Maldecido? —pregunta levantando las cejas.
—Contigo...
—Claro, claro, una terrible maldición.
—Más de lo que creen.
—Has dicho el ángel más dulce, ¡eso no es una maldición!
—Eso lo dices tú.
—Poooobre, pobre de ti.
—Exacto.
—Cómo sufres.
—Infinitamente. ¿Cuál es el plan entonces?
—Yo soñaba con irme de vacaciones contigo.
—¿Y?
—¿Quieres? Solo tú y yo, como cuando estábamos en Las Vegas.
—Claro, que les den.
—¿A dónde? —Sonríe un poquito.
—Donde tú quieras.
—Y si vamos al sur... junto al mar.
—¿Cuál mar?
—Técnicamente podríamos ir a cualquiera... pero aquí, al sur de Inglaterra. Hacia el canal de La Mancha. ¿O prefieres ir más al sur?
—No, está bien. Vamos por el coche.
—¿Estas bien? —asiente.
—Yo sí. ¿Y tú?
—Estoy cansado. Creo que... pelear contigo es de las cosas más cansadas qué hay.
—Eso es porque tengo razón, así que no lo hagas.
—¡No tienes razón en todo! —protesta un poco, sonriendo.
—Prácticamente —sonríe también.
—Blablablá —protesta otra vez un poco, mirándole a los ojos y riéndose un poco.
Ojos en blanco pero sonríe.
—¿Crees que... esté embarazada?
—¿Quieres pasar por palitos de mear de camino a la costa? —La mira porque... no es como que no lo haya pensado.
—Igualmente quiero... asegurarme de que si no lo estoy no sea por falta de... intentos —sonríe un poco y se encoge de hombros.
—A que nos diga que vas a tener un arcoi... —se le muere la palabra en la boca con ese comentario. Aziraphale le mira de reojito.
—Ehm... bueno.
—Oh. Ehm... vale. Vale... vale. Eeeh... ¿significa eso que llamo por un buen hotel y nos da igual el lugar?
—Hmmm... un lugar bonito con comida buena, donde puedas dormir, pueda yo leer, pasear un poquito y...
—No me puedes decir de intentos y ahora fingir que lo que quieres es leer y pasear.
—Aún no he tenido el gusto de tenerte dentro —le sonríe.
—O sea, lo que di... —se atraganta con sus propias palabras, tose y casi se muere.
—Y sinceramente me apetece bastante —remata.
Abre y cierra la boca varias veces y Aziraphale se estira un poco, un poco sonrojadito pero no tanto para lo que le está diciendo
—También querría probar con los labios.
Crowley sigue... muy ocupado en abrir y cerrar la boca.
—Bueno, ¿nos vamos?
—Ah... uh... uhm... ah. Hum.
Mira que buena solución para que se olvide de Gabriel. Sí, desde luego. Se le acerca y le da un besito en la mejilla. El besito de la promesa de todo lo demás que van a hacer
—Está... el... E-El Ritz. Aparcado en el coche.
—Oh... es verdad que una vez más... ¿sabes? Empiezo a detestar ir al Ritz. Quizás pueda traerlo.
—¿Traerlo?
—Un milagro... tengo milagros ILIMITADOS.
—Ah, vale. Lo que tú quieras.
—También podríamos intentarlo en el Bentley... creo que le haría gracia —agrega mirando hacia la calle y chasqueando los dedos.
—En el... en... en el... en. Ahí.
—Con cuidado de no manchar nada... eso si —agrega, sonriendo de lado y mirándole de reojito.
—Ehm... —vacila otra vez.
—¿Todo bien?
—Y-Yo... L-Lo que... digo... lo que... sí. T-Todo bien.
—Muy bien. ¿Vamos entonces?
Asiente. Aziraphale le toma de la mano, entrelaza sus dedos y se levanta. Él se levanta tras ella, como si tuviera tres o cuatro rodillas de más en cada pierna porque está nervioso.
—No llevo ni un libro.
Traga saliva con eso. No vas a dormir en tres días, Crowley.
—Para que veas que tan comprometido a la causa estoy...
—Sí, bueno, milagros ilimitados...
—¿Qué quieres decirme con eso?
—Pues que puedes... traerlos.
—Si fuera necesario, sí... ¿crees que lo sea?
—A lo mejor no, pero con todo lo que ha pasado me apetecía dormir un poco.
—Vaaale, llevaré tres —hace los ojos en blanco igual—. Pero no vas a dormir los tres días.
—Puedo... podemos ver que... pasa.
—Quizás sea yo el que duerma los tres días hasta que tú te aburras —le sonríe un poco, abriendo la puerta del Bentley.
—Para eso no vamos.
—¿Veeeees? Anda, sube ya, vamos a... ver que pasa —le hace cejas cejas y se sube.
Crowley se paraliza un instante mirándola subirse y se sonroja, metiéndose después. Aziraphale se sienta derecha, acomodándose el vestido. Quizás debería ponerse unos aretes y un peinado medio rebuscado. Quizás un moño... se sonroja un poco con esa idea ysolo se pasa un poco las manos por el pelo, tratando de tener un gesto que hacer en vez de estirarse la pajarita.
Crowley finalmente se sienta en el lugar del conductor sin mirarla, recordándose a si mismo "play it cool" mirando al frente. Muy rígido. Sí puede que sí le pusiera el pelo largo.
Igualmente, Aziraphale chasquea los dedos y se hace un peinado así como con trenzas y... seguro algo que le vio a María Antonieta o algo así. Y los ojos un poco pintados, muy discretos... y los labios pintados de rosa. Y un perfume sutil.
La mira un instante de reojo y se sonroja con lo que ha dicho... y parpadea con todo eso.
Aziraphale no le mira, la verdad, sentándose un poco más derecha y tratando de cerrar las pierdas para verse más femenina. Está intentando gustarte.
—¿Qué te... has hecho en el pelo?
—Nada muy... Ehm... ¿Te... gusta?
Lo mira otra vez y piensa que parece como del siglo diecisiete. Sí... un poco sí.
—It's... Old fashioned.
—Ohh... well... sí, un poquito sí, estaba pensando en Marie Leszczyńska, ¿la recuerdas? Ehm... quizás...
—Who?
—La esposa de Louis XV... —aprieta los ojos tratando de pensar e imaginar un peinado más actual y chasquea los dedos de nuevo.
La mira por encima de las gafas. Ahí le tienes como la reina Isabel de joven. Así con melenita. Vamos, que no es como que cambie demasiado. Entre la reina antes y ahora.
—Fifty's?
—Oh, come on... dame una imagen mental —De verdad lo intenta, en serio
—Pues qué sé yo con qué te vas a sentir cómoda
—No sé... ¿esto se me ve muy mal? Si her majesty lleva usándolo cincuenta años debe ser cómodo y práctico.
—La reina. Te estás inspirando en... la reina. O sea, quieres que te mire y que piense lo mismo que pienso al ver a... la reina.
Le mira un poco desconsolada porque justamente el propósito de esto era gustarle a él.
Pues por eso lo dice.
Se humedece los labios revolviéndose un poco y chasquea los dedos otra vez recordando a una chica, que salía en una película... cuyo nombre NO QUIERE DECIR, pero la vio solamente por el nombre. Pero que traía el pelo rizado suelto y medianamente corto... está pensando en Meg Ryan.
¿Por? ¿Cómo se llamaba?
"City of Angels" (Es que aquí le pusieron "Un Ángel enamorado") Crowley la mira y sonríe.
—Thank you.
Sonríe, aliviada y sonrojadita.
—Bien... esto debe ser fácil. Y es más cómodo que la trenzas —asegura.
—Me recuerdas a alguien...
—¿A quién?
—No lo sé, una película, tal vez —se encoge de hombros porque igual no la ubica. (Seguro Crowley la vió y le gustó) Ella se sonroja un poco
—Yo qué sé. No veo películas. Pensé que te recordaría a mí mismo... creo que se parece al peinado de siempre, ¿no?
—En fin... whatever.
—Lo importante es que te guste... porque hay momentos en los que no puedo hablar y la vista es importante —le mira y sonríe.
—No te miro cuando duermo.
—Ehm... bueno, si, también cuando duermes —parpadea porque no se refería a eso precisamente.
—¿También?
—Me refería a otros momentos en los que estoy ocupado y físicamente no puedo hablar... de hecho cuando duermes puedo hablar y gustarte.
—No me gustas cuando hablas mientras duermo.
—Eso lo has dejado claro ya unas tres mil veces —Ojos en blanco.
—Y aun así parece que la idea no cuaja.
—Sinceramente no sé còmo puedes quejarte de que YO me quejo de todo, con lo que tú te quejas. Ya te dije que no voy a dejarte dormir tres días seguidos.
—Porque yo aprendí de ti —igual se sonroja otra vez y arranca el coche finalmente.
Se refiere a que no va a permitir que duerma tres días seguidos como querría... pero entiendo el sonrojo.
—¡Pues haberme aprendido otra cosa!
—He aprendido muchas cosas de ti.
—¿Como cuáles? —pregunta con curiosidad, mirándole. Él la mira de reojo y medio sonríe.
—La mayoría, cosas que no quiero hacer y el por qué.
—¿Cosas cómo qué? —Ojos en blanco
—Como no quiero verme, como no quiero actuar...
—Dios me ampare contigo... —Frunce el ceño y Crowley se ríe—. Tú te verías ridículo, en efecto. A diferencia de mí.
—Que te lo ves pero te da igual.
—Es cuestión de opiniones —Ojos en blanco.
—A como puede darte igual hacer el ridículo es algo que también aprendí de ti. De hecho, a cómo lograr que casi todo te dé igual.
—Es que realmente no hago el ridículo... tú eres demasiado sensible a eso —sonríe igual—. Y no me da casi todo igual, todo lo reduces al absurdo... solo no me detiene que a ti te dé vergüenza algo sin razón.
—No, bueno, ya sé que no todo te da igual, pero no estaba hablando del todo de eso.
—¿De qué hablas entonces? —se gira a él... y levanta la mano, acariciándole un poco el pelo.
—Pues a... tener convicciones personales y seguirlas a pesar de lo que... puedan pensar o decir los demás. A ser fiel a tus ideas y llevarlas hasta las últimas consecuencias, pase lo que pase. A respetarte a ti mismo, solo para, si todo sale mal, al menos poder decir "hice lo que yo creí lo mejor y lo volvería a hacer."
Se sonroja un poco con todo eso, culpablemente. Sí, la espada otra vez... entre otras cosas.
—Ah... eso. Esas cosas siempre puede uno verlas como ventajas y cosas positivas... o como exactamente lo que me hace a mí un mal ángel.
—Yo tengo una idea distinta de lo que hace a alguien un mal ángel.
—Lo de... gracias a Dios. Pero eres el único
—Nah, Dios piensa como yo. Por eso eres su favorita.
—Creo que... de alguna manera Dios nos hace pensar a todos eso... es parte del truco. Siempre creemos que lo estamos haciendo todo muy bien...
—Créeme que cuando no lo haces bien, Dios te lo hace saber sin ninguna duda.
—Tu caída me parece más una... necesidad del plan que otra cosa.
—Necesidad.
—Era absolutamente indispensable que fueras un demonio y hubieras pasado todos estos años en la tierra para que estemos aquí y ahora y solo nos tengamos el uno al otro. De no haber caído no estaríamos aquí y Dios nos necesita aquí, juntos, para algo.
—¿Parar el apocalipsis?
Aziraphale se encoge de hombros
—Eso dependía más de ti que de mí. Yo me hubiera ido.
—Dependía de ambos. De no haber estado tú aquí yo no hubiera tenido ni la absoluta. Necesidad de volver ni la fortaleza para hacerlo
—Claro que sí, si fuiste tú quien encontró al niño y fue ahí y le convenció de enfrentarse a Satán.
—¿Y quién detuvo el tiempo? Tú le convenciste conmigo.
—Podrías haber hecho eso tú también. Lo único que yo hice fue entregarlo a las monjas y... salió mal.
—Podía... tú también podrías haber convencido al chico de enfrentar a Satán. Ambos hicimos nuestra parte crucial. Existir para el otro, para empezar.
—La verdad, igual lo pasé bien haciéndole de niñera al otro.
Aziraphale no puede evitar llevarse una mano al abdomen en automático.
—I know
Crowley sonríe sin mirarle, recordando esos días con Warlock, viviendo con Azirpahale en la misma casa y bueno, la madre de Warlock, que podría haber sido mucho más insoportable de lo que fue.
—Lo hacías muy bien...
—Nah, le enseñaba cosas horribles —se ríe—. Pero él era monísimo y siempre se inventaba esos juegos, ¿te acuerdas? Acababa yo persiguiéndole por todo el jardín y... —carraspea porque él es un demonio nasty con ninguna debilidad por los niños—. Ejem. Well, whatever. Todo era trabajo.
Aziraphale lo recuerda perfectamente bien, porque era divertido y aunque tenía su fracción de trabajo, en su mayoría era únicamente una vida muy mundana y terriblemente familiar, en la que podía disfrutar de Crowley corriendo muerto de la risa detrás de Warlock todos los días en el jardín.
Y de caminatas largas con ella en el mismo jardín una vez se dormía el niño. Pasar juntos todos los días libres haciendo planes sin un ápice de preocupación ya que... al final, era trabajo.
—Warlock creció demasiado rápido.
—Y tú eras un DESASTRE con el jardín, ¿te acuerdas? Tenías que curar las plantas con milagros cada dos por tres.
—Y tenía plagas de babosas cada dos por tres. Era la única parte terrible —Aziraphale se ríe un poco.
—¡Porque no me hacías ni caso!
—¡Tú y tú reinado del terror en el jardín! ¿De verdad me imaginabas a mi gritándoles todos los días?
—Sí. Es la única manera en que aprenden. Hacerles saber quién manda.
—Aterrorizarlas. Admito que tus plantas son muy bonitas, pero creo que todos, tú y las plantas, tienen una vida un poco tensa. Además, asumiría uno que es un modelo que no disfrutas.
—Claro que lo disfruto y si están tensas es porque están todos tus libros por todos lados.
—¿Mis libros?! ¿Qué puede tensar les de mis libros? ¿Y tú estás consciente de que Dios hace lo mismo con nosotros?
—¿Llenarnos de libros?
—Eso también... ¡Pero no me refiero a eso! ¡Y ya me voy a llevar los libros, sabes que no los tengo ahí por gusto!
—Sí, sí, pero te dan vacaciones para que arregles tu librería y nos vamos a la costa —Se ríe.
—Vuelve —La MIRADA culpable.
—Voy. Deberías buscar algo en Airbnb.
—¿Debería qué?
—Pues pensaba en una casita en la playa, pero si prefieres un hotel...
—Una... ¿casita en la playa? ¿Para rentar?
—Sí —desde luego no ha dado la vuelta ni por un instante.
—¿Y dónde veo eso de casitas para rentar? Para y compramos el periódico.
—Busca airbnb en google
—Espera... Gobble. De eso si me has hablado.
—Saca tu teléfono —suspira.
Ella le mira de reojo... y chasquea los dedos para aparecerlo en sus manos.
—¿Que has dicho que busque? Pair bee and bee?
—Vale, ahora chasquea los dedos y haz que aparezca la casita de playa más bonita en la pantalla.
Levanta las cejas... y eso no suena mal. Así que lo hace.
—¡Ohhh! ¡Mira que linda es!
—Y ahora la alquilas y me das la dirección.
—Aquí dice propiedad a la venta... Ohh! Tiene una cocina grande. Y varias habitaciones... y un jardín. ¿Habrá más fotos?
—Pues cómprala.
—¿¡Que la compre?! No voy a comprar una casa que... ¡mira! ¡Tiene espacio para una biblioteca!
—Cómprala. Venga.
—¡Ni siquiera sé cómo!
—Con dinero... escribe y di que pagas el doble de lo que piden si firmamos esta tarde —luego quieres que no piensen que ere un mafioso intentando blanquear dinero, Crowley.
—¿Pero cómo lo veo? Mira, está casi a la orilla del mar!
—¿No hay un número de teléfono? SIRI llama al número de teléfono que aparece en la web.
—¿Siri? ¿De qué estás hablando? No sé si hay un numero de teléfono que... oh!
—Ponte el teléfono al oído, está llamando.
—Oh... hello. Ehm... yes... hello. Mi nombre es Mrs. Crowley y hablo por el anuncio que tiene en el pe... en el gooble, sobre una preciosa casita en Bognor Regis.
Crowley la mira de reojo y sonríe un poco.
—Queremos comprarla mi marido y yo. Inmediatamente.
Se sonroja un poco con eso porque... ha dicho marido y... van a comprar una casa. Un poco como quien se compra un helado. Y no es que el dinero sea un problema pero...
Esta ha sido tu idea. Sí, pero... se acaba de dar cuenta.
—Aja... Mmmm... Aja. En realidad el me ha dicho que quería comprarla hoy... —algo le dicen que le hace reír—. Ya, ya lo sé. No crea, tiene en algunas cosas la paciencia de un santo.
Oooojos en blanco de Crowley.
—No, no... Pero cuando una idea se le mete a la cabeza...
—Quiindi ini idii si li miti in li quibizi...
—Me está diciendo que les haga una oferta para que firmemos hoy... sí, sí. Ya se que no la hemos visto... —Aziraphale le mira de reojo.
—Vamos ahora a verla.
—De hecho vamos ahora a verla... ¿puede recibirnos?
—Y si nos gusta nos la quedamos hoy —La mira de reojo.
—Y... y si nos gusta le hacemos una oferta y... hoy mismo... nos... oh... hmmm
—¿Qué?
—Dice que tiene otros compradores... —Cubre la bocina.
—¿En serio? ¿Le has dicho que queremos hacer una oferta hoy y vienen con ese rollo?
—Yo creo que realmente no me creen. Ahora les digo lo que has dicho... de pagar más.
—Solo si te gusta mucho, porque ahora me caen mal.
—Oh, venga, Crowley... please —le hace ojitos.
—Vale, vale.
—Solo vamos a... —se vuelve al teléfono—. Sí. Sí... estaremos ahí en un par de horas. Sí. Ya le he dicho que si nos gusta, hoy mismo le daremos una oferta mejor.
—Ahí lo tienes.
—Wonderful, Mrs. Lansbury! Thank you
Crowley sonríe un poco y mira a Aziraphale de reojo porque le ha costado poco hacerse a la idea de comprar una casa en la playa... a lo mejor porque se cree que la va a comprar él solo y no los dos
Aziraphale busca unos segundos como colgar porque esto siempre le cuesta y mira a Crowley de reojo.
—Quizás debería hablar a mi banco, nunca... he hecho algo así de impulsivo.
—Vamos a pagar en efectivo, ¿no?
El gangster.
—No sé... no sé. No sé —sonríe.
—Es decir... no vamos a pedir una hipoteca
—No. No... Si dinero tengo.
—¿Entonces?
—Pues no lo sé... —le sonríe—. Me he puesto repentinamente nervioso. No sé si... quizás deberíamos. ¡Pero mírala! Es que es bonita y no es muy oscura ni muy clara ni muy...
—¿Nerviosa por?
—¡Pues es una casa! Una distinta... vendrás conmigo aquí algunos fines de semana, ¿verdad? Es... bueno, quizás es muy aventurado pensar que...
—¿Pensar qué?
—Que es nuestra casa de casados —eres leeeento, ángel.
Crowley Se sonroja con eso volviendo a la carretera pero no lo niega. Si serás ridículo.
—Podríamos venir aquí algunos fines de semana...
—S-Sí, ¿por qué no?
—Tú encargarte del jardín... Yo de la decoración —agrega maliciosillo.
—¡Ni hablar!
—¡Anda ya! —Aziraphale se ríe.
—O sea, claro que me encargaré yo del jardín.
—¿Y de la decoración? ¿Podré encargarme yo de un baño al menos?
—Por cada ángel, jesusito, virgencita, cruz o mierda rara que me pongas voy a...
—Vas a... —Aziraphale levanta las cejas.
—Aun no lo decido.
—¿Darme una nalgada por ser buen chico?
—Una nalgada de esas es lo último que mereces.
—Bah —Hace carita.
—Además, se supone que tiene que ser algo que no te guste, la idea es no fomentar ese comportamiento.
—No vas a empezar ahora a castigarme, que créeme... todos podemos jugar a eso.
—Disculpa, pero el experto en castigos soy yo.
—¿Tú crees? —le mira.
—¿Quién es aquí el demonio del infierno?
—A veces no estoy muy seguro —le acaricia la mejilla otra vez.
—Ya, ya, ya... Shut up, no deberías estar tan orgullosa.
—Pero quizás... sólo quizás, deberíamos prometernos una cosa el uno al otro —Aziraphale se ríe un poquito.
—What?
—Siempre he pensado que usar el sexo para castigar al otro es un poco cruel.
Le mira y ella le sonríe.
—Ya veo...
—Así que me parece un buen momento para que prometas no usarlo.
—Sé por qué dices eso.
—Ah, ¿lo sabes?
—Sí, eres mucho más demandante y necesitada que yo. Sabes que yo podría esperar por cuatro mil años si hiciera falta, pero tú... ahora que lo has probado, estás frita.
—What?!
—A las pruebas me remito —se encoge de hombros sonriendo.
Aziraphale aprieta los ojos porque es verdad. Nunca, NUNCA ha sido buena para impedir ser demasiado indulgente consigo mismo cuando habla de placeres terrestres. Ni siquiera le ha parecido jamás que fuera buena idea intentarlo... ¿Para qué? Si SIEMPRE ha sido especialmente hedonista.
La mira de reojo y si no estuviera conduciendo la besaría.
—¿Por qué habría de... esperar?
—Solo digo que sabes que si tú usaras el sexo como castigo te saldría bastante peor de lo que me saldría a mí.
—No debería ser así. Es lo que te digo.
—¿No? ¿Cómo debería ser?
—Deberías... —se humedece un poco los labios—. Sé que tienes mucha práctica, pero quisiera que... no tuvieras que contenerte solo porque puedes. No quiero eso en nuestra relación.
—Ah, menos mal.
—Quiero que tú seas indulgente, que... seas exigente.
—Por un momento pensé que ibas a decir que debías ser casta y pura.
—Oh, come on.
—Pues es que no sé si conoces a mi esposa, es un ángel y dice esa clase de cosas constantemente.
—Solo recuerdas que debería decirlas —se sonroja y se ríe.
—En realidad prefiero que digas estas.
—Quizás no debería decirlas... pero igualmente me parece importante
—Vaaale, vale, nada de usar el sexo contra ti, buscaré otro punto débil.
—No, no es eso lo que te estoy diciendo. Es lo que tú tienes que hacer y es importante.
Sonríe.
—Tienes todo el derecho de querer cosas... no es que yo no pueda decir que no, pero. Pero.
—Ya veo...
—Ugh. ¿Qué ves?
—¿Querer cosas como cuáles?
—Pues las cosas que quieras. ¿Qué cosas quieres?
—¿Que tal... comprarme una casa con el único fin de acostarme contigo?
—D-De... what? —levanta las cejas.
—Naaah, es broma. ¿Quién haría eso?—risa nerviosa.
—Tú, por lo visto —sonríe de lado—. Pensé que... podría tener un más que ESE propósito. Pero... ¿ves? Justamente esas cosas.
—Nah, solo es una broma.
—Ahora le llamaremos así, la casa del... placer.
Aziraphale se sonroja por decirlo.
—Casa del... what the fuck, angel?
—¿No quieres? Mojigato —se ríe.
—¡No he dicho que no quiera! —frunce el ceño porque mira que hay insultos... pero ese, viniendo de un ángel...
—No, no, te has escandalizado y todo.
—No me he escandalizado, ¡es que lo has dicho tú!
Aziraphale le mira y se ríe un poquito acercándose a él y dándome un beso en la mejilla.
—No te enfadeeees.
—¡Sí me enfado! Es que yo podría poner todas las bombillas rojas y unas luces de neón!
—¡No vas a hacer un burdel de nuestra casa!
—Mojigato.
—Con esa palabra es con la que casi te mato...
—Y ahora es tuya.
—Me la han dicho demasiadas veces.
—Una más.
—Igualmente no vas a ponerle luces de neón a la casa del... placer.
—Así "House of pleasure" y la H podría tener cuernos y una aureola.
—Podemos prestarle una habitación a nuestros jefes cuando la necesiten...
—No, eso sí que no, se supone que esto tiene que ser divertido. Aunque si ahora te va que nos fuercen y tener público...
—No... No. Aunque pensé que sería... peor.
—¿Peor?
—Cuando me dijiste la idea, pensé que sería imposible concentrarme.
—Oh, bueno... lo fue un poco.
—Más aún con los cuerpos... intercambiados. Pero al final...
—Bueno, de eso hablaba.
—Ahn así, una vez más... les convencimos. Sin torturas ni horrores. Pero preferiría no repetirlo.
—No creo que necesiten que lo repitamos si dices que ya los viste... entre ellos. Con suerte estarán ya satisfechos y un poco avergonzados y ya no nos molestarán más.
—Él estaba... no parecía muy feliz pero por lo que pude sentir, llego al clímax.
—¿No estaba muy feliz llegando al clímax?
—Creo que estaba teniendo conflictos sobre el pecado.
—Oh... que novedad.
—Él parecía estarlos teniendo lo bastante en serio como para pedirle que parara varias veces.
—¿Y paró?
—No.
—O sea que Lord Belecebú acabó violando a Gabriel... —vacila un poco, no tan feliz con esta idea como estaría normalmente.
—Pues no lo sé. Podríamos quizás interpretarlo un poco así, sí —le mira de reojo.
—Bueno, ella... estará complacida de eso.
—Aun así, Crowley, había unas... una cantidad de amor en el aire... intensa. SUMAMENTE intensa.
—¿Crees que se... aman?
—No... sí... no sé. No creo que... no como nosotros —le mira de reojo.
—¿Entonces?
—Pero creo que... si hay algo que les une. Algún tipo de afecto sí se tiene. Deberían poder reconocerlo.
—Yo creía que esto era solo desahogarse.
—Yo también.
—¿Estás seguro que era afecto y no... Tensión sexual?
—Yo no siento la tensión sexual en el ambiente.
—Pero... ¿afecto? Si ninguno de los dos tiene corazón.
—Pues... no me dirás que el afecto salía de otro sitio. Menos aún con esa fuerza. Tienen algo.
—Pues yo que sé, pero es que... ¿en serio?
—No lo hubiera pensado nunca, en eso estoy de acuerdo. De hecho, nunca había sentido de Gabriel... algo así por algo que no fuera divino.
—¿Ni por los zapatos?
—Yo creo que lo que tiene con los zapatos sí es sexual —Aziraphale se ríe.
—Bueno, algunos de los que tiene sí que son bastante divinos.
—Estrellita, con unos zapatos divinos...
—What the fuck!?
—Estoy repitiéndolo para no olvidarlo... —le mira de reojo, sonriendo un poco.
—Sí, sí, si por eso me quejo.
Ella se ríe más.
—¡Para de reírte! —la empuja un poquito.
No ayuda a que pare.
Ya, ya... Sigh.
—A mí me llama "ángel" y a él "estrella divina".
—Nunca dije "estrella divina".
—Estrella con zapatos divinos. Es lo mismo, my dear.
—¡No! Estaba burlándome.
—¡Que va!
—Claro que sí.
—No vas ahora a intentar arreglarle.
—No es arreglarlo, es la verdad.
—No lo es. No me mientas.
—Claro que no miento.
—No por repetirlo, pero verás... no voy a dejarlo ir.
—Ugh contigo.
—Es venganza.
—¿Por?
—Por echar a perder el día en que te mostré mi amor.
—¿Yo?
—Sí.
—Si acaso el idiota de... oye, ¿por dónde tengo que ir ahora?
—Ah, no lo sé. Es en Bognor Regis...
—Ya, o sea... voy hacia el sur, pero...
—No sé... ¿no le puedes pedir a tu maquina esa que te diga?
—El teléfono es tuyo, el mío debe seguir en mi bolso en el Ritz.
—Ugh. Un chasquido... estoy harto del Ritz, y eso es indignante.
—Lo que nunca pensé que te iba a oír decir.
—Por eso es indignante. Es que cada vez que vamos...
—No creo que sea culpa del Ritz.
—Pues seguro que no, pero cada vez.. es el mismo asunto.
Crowley suspira y Aziraphale chasquea los dedos... y ahí está su bolsa.
—Thank you.
—Benditos milagros —sonríe.
La mira de reojo sacando el teléfono para poner el GPS mientras conduce con una mano.
—Ehm... el camino, dear.
—Yes, yes —demasiadas cosas a la vez, porque además tiene notificaciones de un montón de cosas por no haber visto su teléfono en dos días.
—No, really...
—Mhm... —tienes que ser un poco más... intensa.
—CROWLEY!
Da un salto y le cae el teléfono mirando la carretera como si se hubiera metido al carril contrario.
¡Pues se ha metido! No viene nadie pero...
—Angel, bloody hell!
—¡Pues no estabas viendo!
—Pero no pasa nada, no me des esos sustos —y espera que ahora va ahí abajo a buscar el teléfono por el suelo.
—No... no! Crowley! Yo lo traigo.
—Pero si está... —se incorpora—está aquí de mi lado.
—No quiero morir. Menos aún en mis vacaciones.
—Que dramática.
—Así vamos últimamente.
—Cuando últimamente comprende milenios enteros.
—¿¡Te parece entonces que no nos molestan lo bastante?!
—Sí, claro.
—¿Puedes no decirlo en voz alta?
—Creo que nos molestan demasiado.
—Ah, menos mal. Pensé que ahora si habías perdido la cabeza —sonríe.
Ojos en blanco y ella se ríe.
