Aprieta los ojos... y cuando está a punto de hacerlo todo alrededor cambia.
El camarero mira nervioso intentando adivinar, porque debería cambiar en consonancia o le va a descubrir.
Están en la librería.
Chasqueo de dedos. Oscar.
Aziraphale al menos ya no vomita. Está buscando un libro bastante particular, a saber Dios cual.
Y aquí viene el problema. Crowley nunca vio a Oscar en persona. Nunca habló con él directamente. Sabe cómo se ve por las fotografías y sabe cómo habla por sus libros, pero nunca le vio interactuar realmente con Aziraphale. Así que no sabe cómo empezar una conversación de modo casual con él. Decide tomar un libro cualquiera y dejarse caer demasiado en una de las butacas, fingiéndose leer para que sea el ángel quien inicie la conversación.
Aziraphale levanta la vista y se le suaviza la mirada de golpe cuando le ve, sonriendo.
Oscar le mira de reojo varias veces, ni siquiera ha mirado el libro, debe tenerlo incluso de cabeza.
—¡Dichosos los ojos! —se ríe un poco, acercándose a él, que levanta los ojos ahora sí directamente, poniéndose un poco nervioso "dialgointeligentedialgointeligentedialgointeligente"
—He-Hey... —Damn it!
Aziraphale levanta las cejas porque Oscar... vamos, "Hey" no solía ser su línea de apertura clásica. Se ríe igual, abriendo los brazos.
—Ven acá, pillo. ¿Cómo ha estado?
—B-Bien —cruza la pierna hacia el otro lado y se pasa una mano por el pelo, dejando el libro por ahí y vacilando un poco de levantarse—. ¿Y tú?
Aziraphale parpadea, porque habitualmente los saludos eran considerablemente más efusivos, la verdad. Vale, vale, se levanta con el parpadeo, bloody hell.
—¿Estás bien? —manos encima de sus brazos, mirándole a los ojos—. ¿Qué ha pasado?
—¿Eh? Sí, sí, claro —sonríe y... le abraza.
La verdad el abrazo es genuinamente afectuoso. Aziraphale le hunde la nariz en el cuello, poniéndole las manos en la cintura.
Oscar traga saliva con eso, un poco tenso, mirándole de reojo.
—Me alegra mucho verte.
—A mí también.
Él se separa igualmente de su cuello para mirarle a los ojos.
Oscar le sonríe, nerviosamente, pensando que como le bese la va a hacer un BLOODY COBRA y va a convertir esto en una PESADILLA.
Aziraphale le sostiene la mirada, mirando hacia arriba... con lo que te gustan los hombres altos a ti, ¿eh? es un requisito por lo visto.
—¿Cómo está tú madre? —en serio, Aziraphale. Con la tensión sexual que acabas de generar y la siguiente pregunta es... ¿¡sobre su madre?!
—Ehm... Y-ya... sabes, se queja más de lo que...
—¡Se queja! Vaya... que inconveniente, my darling —se ríe.
—Siempre —le aprieta un poco y se emboba un poquito con esa risa.
—Pero cualquiera diría, my dear boy... que tú madre es tan mala contigo.
—Pues... no más de lo habitual —frunce un poco el ceño porque le ha llamado dear boy. Vale que llama dear boy a todo el mundo, pero ¿tienen que estar hablando así de abrazados?
Oscar no es "todo el mundo"
¡Pues aun peor!
—Tengo que contarte algo.
—Oh, ¿De veras? Y porque no... me escribiste, siempre disfruto con tus deliciosas cartas —eso cartas. Hablar de cartas. Y usar la palabra "delicioso" aleatoriamente. You can't be more in character, Crowley. ¡Ja! Quién dice que no puedo suplantar a tu ex, angel.
—Esto es digno de que te lo cuente en persona... —asegura mirándole los labios con atención—. ¿Quieres un té?
—No... digo, sí, claro. Un delicioso té.
—¿Y quizás una copita de Oporto? —le hace ojitos, sonríe de lado y se sonroja, porque Oscar siempre le tomaba el pelo con el oporto, seguramente por algún chiste local. A ver si eres tan bueno para suplantarle, anda.
Oscar se humedece los labios con eso, pensando qué decir y Aziraphale se los vuelve a mirar con atención. Y se le ocurre...
—Te acompañaré con lo que quieras, angel.
—W-What? —susurra parpadeando. Oscar levanta una ceja, retándole—. ¿Qué has dicho?
—Que te acompañaré con lo que quieras.
—No, no... Me has llamado...
—Ah... ¿te molesta?
—Ese nombre me evoca a... alguien... de quien quería hablarte —se sonroja un poco y desvía la mirada.
Abre la boca INDIGNADO porque ¡no está protestándole! No, claro, ahora resulta que todos pueden llamarle angel. Como es un nombre genérico, pues...
No, no pueden. Te está diciendo justamente...
Pues no está yendo lo bastante rápido. Claro pero Oscar Fucking Wilde no es parte de todo el mundo. Brazos cruzados.
—De hecho he estado pensando mucho en ti últimamente —agrega para complicar esto un poco más.
—Sí, claro, como no —ojos en blanco, tan sarcástico. Aziraphale se ríe un poco, suavecito.
Oscar le fulmina.
—Oh, no me vengas ahora con celos...
—¿Eh? —parpadea con eso.
—Te conozco bien.
—Estás diciendo... wait a fucking moment. ¿Estás diciendo que YO tengo celos?
—Por lo que veo, sí... —sonríe de lado otra vez—. Y no diré que injustificadamente
—No, no, no. Focus. No hablo solo de ahora. O sea, en general. ¿En algún otro momento has notado...?
Aziraphale parpadea porque... O sea lo que acaba de decirle. Y como le ha hablado... y...
—¿Qué?
—¡Pues que si has notado que yo haya tenido celos!
—Esos celos tuyos tan... —hace los ojos en blanco y niega con la cabeza.
—¿TAN QUÉ?
—¿Estas gritándome?
Oscar se paraliza y se sonroja un poco porque quizás se está... pasando un poco, pero es que... ¡Esto es importante! ¡Esto hace un mundo de diferencia! ¡Y no le responde!
—Raros.
—¿Raros?
—Te conozco bien. ¿Por qué te enfadas? La única explicación es que estés celoso... y no me parece que sea injustificadamente. Te he pensado mucho.
—¿Por qué te parece que son raros?
—¿Por qué ibas a tenerlos conmigo?
—Claro, porque iba a tenerlos por ese idiota que está durmiendo o muerto o quien sabe el qué, ¿no? Es un pobre diablo que ni siquiera está aquí hablando contigo como estoy yo y nunca ha conseguido nada contigo... ni tiene absolutamente nada que sea digno de celar.
Aziraphale parpadea. Y parpadea otra vez
—De hecho... es precisamente de él de quien te quiero hablar... —inclina la cabeza.
—¿Y decirme qué? ¿Cómo es que es un idiota inculto que no tiene nada en común contigo y al que tú solo ves como si fuera una especie de Prigmadión a la que educar y civilizar mientras que yo soy el brillante escritor amo de los dobles sentidos y las palabras, señor del sarcasmo y la ironía tan inteligente y apuesto y a quien tanto admiras? Pues sorpresa, para ser yo tan inculto, hasta sé quién es prigmadión.
—¿Pigmalión? —pregunta parpadeando cuarenta veces otra vez, porque para ser Oscar Wilde...
—¡Es lo que he dicho! ¡Y yo soy tan o más sarcástico que él!
—Crowley.
Oscar se paraliza. Aziraphale parpadea y es que nadie en el mundo le dice "eso he dicho" como se lo dice Crowley.
—Ah... nnng... uhm. N... N-No es... No es ese el... uh... nombre de... —no te ayudas, serpiente.
En lo absoluto... pero es que... eres Oscar Wilde. Aziraphale parpadea varias veces, de hecho separándose un poco y preguntándose cómo es que Crowley ahora parece Oscar Wilde. Vamos... que aquí hay algo que va mal.
—L-Lo que digo e-es que... En el vicio de pedir está la virtud de no dar —esa frase ni siquiera es de Oscar Wilde... Pero ha sido un buen intento
—Tienes frases mejores... ¿qué está pasando? —pregunta, mirando alrededor.
—N-Nada... ¿no ibas a contarme no sé qué?
Aziraphale se sonroja un poco porque quizás se lo está imaginando en Oscar... aunque tiene muy claro que es lo que le quiere contar. Aún no le suelta, para acabarla de fastidiar.
—He... e-estoy... en una relación con él. Una relación... física.
—¿Que estás QUÉ? —claro, ahora piensa que se refiere a con Oscar Wilde. Aziraphale se sonroja
—Tú, de todos, no te puedes escandalizar con eso —aprieta los ojos.
—¿¡Cómo voy a no poder...?! What the fuck!?
—Por que ibas a... cálmate.
—¡No voy a calmarme!
—¿Pero por qué estás enfadado? Es... Bueno, sabes que siempre... Yo te conté sobre esto en su momento.
—¡No me contaste ni mierda! ¡Me lo cuentas ahora porque lo he descubierto solo!
—Te he dicho que te lo quería contar, es lo primero que te he dicho... y es importante. Pensé que estarías orgulloso.
—Claro, ¿¡cómo no voy a estar orgulloso de ser el segundo plato!?
Aziraphale parpadea.
—Venga, darling... que te pasa hoy con esos celos —aprieta un poco contra él.
—¡Pues intenta tener un poco de empatía!
—¿Desde cuándo... ? —inclina la cabeza, frunciendo el ceño—. Tantas veces me llamaste cobarde...
—¿C-Cobarde?
—Tantas veces, TANTAS veces me dijiste que era un ridículo por avergonzarme de esto. Pensé que... te gustaría oírlo.
—¿Avergonzarte de qué?
—De mí, de Crowley... de que no podía pasar. Siempre pensaste que era vergüenza y siempre me has llamado cobarde...
—¿De... de qué?
—¿¡Eh?! ¿Qué te pasa hoy? —pregunta otra vez, con suavidad, inclinando la cabeza—. Pareces... ¿te has peleado otra vez con el chico en turno?
—¿Yo? Pues... contigo.
—No te pelees conmigo y mejor pregúntame los detalles, my dearest friend.
—¡No quiero saber los idiotas detalles! Sabía que te lo tirabas, ¡lo sabía!
—¡No me lo tiraba!
—Ugh, eres bloody... horrible. Eres desesperante. Solo porqué... yo qué sé, solo porque hablaba bien o... maldita sea. Yo qué sé.
—Oscar...
—Tengo que salir de aquí. ¿Cómo salgo de aquí?
—¿Salir de dónde? No puedo creer que te estés enfadando después de no verme en...
—Cómo no voy a enfadarme si a la mínima...
—Tú estás muerto... —susurra.
—Ya sé que estoy... muerto. Y aun así... ¿Era eso? ¿Qué me iba a morir pronto?
—Te hablé de esto muchas veces. Fuiste mi confidente en más de una ocasión... y esto es justo lo que me instaste a hacer.
—¿Acostarte conmigo?
—¡No! —aprieta los ojos y se sonroja igual.
—Es lo que has dicho.
—¡Pero si somos amigos! Hemos... desde cuando tú quieres... ¿¡eso?!
—¡Pues desde siempre!
—Oh... Pero... p-pero. ¿¡Conmigo?!
—¡No te hagas el que no sabías!
—Pues parecería... E-Es... ¡No es lo mismo confirmarlo!
—Joder.
—¡Deja de hablar así!
—Es que no puedo creer que seas así de cínico.
—Tú... ¡¿cómo puedes tú llamarme cínico a mí?! Si tú eres...
—¿Qué? ¿El que no deja que esto pase?
—No, créeme. Esto pasa contigo o sin ti. Nos hemos casado.
—Casado.
—Casado, sí.
—Así que ahora eres Mr...
—Crowley
Se detiene porque creía que se refería a con él... Oscar.
Pues claro que no, babas. Aziraphale le mira, con el ceño un poco fruncido.
—Ah... ah. Ah. Ehm... Oh.
—No esperaba... este devenir de los acontecimientos. No ahora. No... No. Aún con todo lo que pasamos tú y yo.
—¿A qué te refieres?
—Con todo lo de Bosie, todas las cosas que... ¿sabes? Me decepcionas.
—¿Lo de Bosie?
Aziraphale levanta una ceja y le mira a los ojos con seriedad. Oscar traga saliva.
—¿Estas tomándome el pelo, Ozzy?
—Dafuq!?
Es que Aziraphale le mira genuinamente contrariado.
—¿Por qué... ? —es que parpadea porque fuera de que se ve como Oscar, no tiene ni un bloody ápice de Oscar Wilde
—Ozzy? Really? ¿Le llamas... Ozzy?
—Who are you? —Da un pasito atrás. Ojos en blanco de Oscar—. Crowley? —lloriquea sin estar muy seguro porque es que se ve igualito que Oscar Wilde.
Se humedece los labios y chasquea los dedos... cambiándose a Asmodeo.
—No soy Crowley.
Aziraphale da tres pasos atrás, casi se cae de espaldas.
—Virgen santísima!
El demonio sonríe de ladito y se le acerca.
—No, no! Tú eras... tú...
—He venido a espiarte. Han secuestrado a Crowley.
—¿¡Qué?! ¿¡Quién?! —tan asustado
—Lord Belcebú, querían saber cómo hizo lo del agua bendita. Le están torturando y nos ha dicho que eras amigo de Oscar Wilde, así que me han mandado a espiarte.
—What?! —le fulmina... y voy a decirte que, saca de por ahí un abrecartas, en el sueño, casi se materializa en su mano y se le acerca DIRECTO a darle una estocada para descorporizarlo.
Asmodeo se aparta de un salto, un poco nervioso de que empiece a exorcizarlo, a lo mejor esta no ha sido la idea más brillante.
—Ahora que me has dicho que estáis casados, lo entiendo todo, al infierno va a encantarle esto.
—No, ¡yo no he dicho nada! No he dicho nada y como abras la boca te juro, te juro que nunca más vuelves a pisar la tierra sin que yo PERSONALMENTE te descorporice.
—Así es como lograremos descorporizarle de verdad, todo gracias a ti —se sube a una estantería y le mira desde ahí
—¡No! —saca la alas para volar hacia él, Aziraphale en modo absolutamente salvaje
¡Demonios! Se asusta más y sale corriendo hacia la abertura del techo.
—¡Vuelve aquí! ¡Demonio!
Ya habíamos pasado por esto antes, nos estamos haciendo unos profesionales.
—VUELVEEEEE —grita y tooooodo cambia otra vez, de golpe, al infierno.
Asmodeo mira alrededor y se cambia por Hastur, nervioso.
Se escuchan unos gritos DESGARRADORES de Crowley porque Aziraphale es un drama. La verdad si querrías que durmiera más a menudo esto parece una pésima idea.
—Oh, vaya —comenta Hastur al oírse a sí mismo.
—Oh, ¡Dios! —Aziraphale mira alrededor, en pánico y más aún con Hastur ahí por todos los cielos.
Hastur le mira un poco horrorizado y luego recuerda que su actitud debe ser amenazante. Aziraphale le apunta con su abrecartas.
—¡Les odio a todos!
—Está aquí el ángel —grita Hastur y ahí vienen un MONTÓN de demonios hacia él.
Aziraphale intenta pelear contra ellos la verdad, con su abrecartas. Hastur vacila con eso sin saber cómo intervenir.
—¡Suéltenle! —chasquea los dedos quitándose a un par de encima pero son muchos... se escucha otro dramático grito de Crowley al fondo.
—¡E-Encadenadlo a su lado!
—¡NOO! —ahí lo arrastran, desde luego. Pesadilla on.
Hastur les mira hacerlo apretando un poco los ojos porque los demonios en la mente del ángel dan bastante más miedo que los de verdad, que ya es decir.
Aziraphale mira a Crowley todo ensangrentado, despeinado, con un ojo casi cerrado de lo hinchado. La verdad, Hastur también y alucina un poquito.
—Crowleeeeey! —Aziraphale chilla y se revuelve, intentando soltarse
—B-Bien, ahora salid todos. Lord Belcebú vendrá personalmente a interrogarles.
Aziraphale mira a Crowley otra vez y le promete que va a sacarle de ahí, así de manera súper dramática, la verdad.
Mientras Hastur echa a todo el mundo y cierra la puerta a su espalda, girándose a mirarle
Ahí le tiene, encadenado, pero mirándole con firmeza y ceño fruncido.
—Vamos a hablar.
—A hablar... No hay nada que puedas ofrecerme para mejorar tu situación —responde Hastur.
—Deja ir a Crowley.
—¿O...?
—Please. Te daré algo. Lo que quieras
—¿El qué?
—Lo que quieras. ¿Quieres... algo del cielo? ¿Quieres ayuda para algo? Quieres un milagro divino. Nombra lo que quieras, es tuyo.
—Un beso. Como los que le das a él.
La cara de horror de Aziraphale por un momento. Hastur entrecierra un poco los ojos.
Aziraphale mira a Crowley de reojo y el estado en el que está, apretando los ojos.
—Déjale ir y haré lo que quieres. En ese orden.
—No creerás que me voy a fiar de ti.
—¡Soy un ángel! —lloriquea.
—Exacto —se acerca. Aziraphale aprieta los ojos, temblando un poco.
—Déjale ir... yo tampoco confío en ti.
—Pero tú eres el que está cautivo y no tiene nada con lo que negociar.
Crowley se queeeeeeja.
—Ugh! ¡Déjale ir! —Aziraphale lloriquea mirando a Hastur, que mira a Crowley de reojo y luego le pone las manos en el pecho a Aziraphale.
—Cumple tu parte del trato.
Aziraphale asiente, arrugando la nariz. Hastur levanta las cejas y se humedece los labios.
Es que además, inocente. ¡El tonto de Aziraphale! El ángel desvía la mirada porque no quiere besarle... pero si hay una pequeña posibilidad de que libere a Crowley, a cambio de un beso...
—V-Venga...
Hastur le mira a los ojos y es que... es debiiiiil a veceeees.
—Eh —le llama para que le mire.
Le cueeeeesta, pero lo hace. Por un instante, los ojos negros de Hastur, se vuelven del amarillo original y le sonríe con complicidad.
Aziraphale entreabre los labios impresionado con eso y Hastur le besa
Aziraphale cierra los ojos, y... la verdad, no, no le besa como a Crowley. Pero hay algún tipo de intento de besarle medianamente ni tan mal.
En realidad, pues... estás besando a Crowley, así que... Y no sé cómo es que no se ha despertado gritando como loco aún.
Oh, Crowley quería hacer un rescate épico a lo James Bond. Bollocks.
Pues... le estabas besando, ¿¡cómo ibas a hacer eso?!
Ehm... pues... Esperábamos que hubiera entendido que él es... él al verle los ojos y que el otro Crowley lloriqueante fuera... Hastur disfrazado, o alguien más sí, demonio random número tres. Intercambiado milagrosamente. Y él podría llevárselo en volandas como Belcebú y... ugh. Vale. Whatever. Olvidadlo.
La verdad suena a buen material de sueño. Aziraphale abre los ojos y sonríe. Venga, déjennos que sigan en el calabozo con Hastur chilloneando golpeado.
—Crowley! —ESE tono exacto que usa cada vez que le rescatas
—Shhh... Estoy de incognito.
Es que la sonrisa absoluta y embobada de "esto ha dejado de ser una pesadilla"
—Shhh... alright, alright...
Sí, sí, todo alrededor parece haberse vuelto más brillante y amarillento.
—P-Pensé que... claro que Hastur nunca tendría este delicioso aliento y sabor a... ¿manzana?
—Whiskey. Se hace prácticamente con manzanas.
—No sabes a whiskey... —risita
—Claro que sí —trastea con las cadenas, abriéndoselas con facilidad
Le abraza del cuello en cuanto puede, tan feliz y aliviado, dando hasta saltitos. Crowley le rodea la cintura con un brazo sosteniéndole cerca.
—Eres el príncipe que siempre me rescata...
Se sonroja un poco con eso.
—Y me encanta cuando lo haces... —susurra.
—Ehm... Bueno... E-Es que... —intenta justificarse un poco, nervioso.
—Y yo creo que a ti te gusta hacerlo.
—Y yo que tú a veces te metes en problemas solo para que lo haga.
—La pareja perfecta —Aziraphale se ríe.
—E-Eso dicen... — sigue llevándole en volandas por pasillos y pasillos del infierno.
Creo que no habías dicho que lo llevaba en volandas, ¿o si?
Ehm... No lo sé. Ahora sí.
Digo, me lo habías dicho a mí.
Ah, pues... ¡tachán!
Aziraphale sonríe igualmente, tranquilo ahora por estar aquí.
—Yo iba a rescatarte a ti... —susurra.
—Ya lo sé, eso ha sido muy valiente —Crowley... se ha perdido. Porque obviamente este NO ES el infierno, porque Aziraphale no sabe cómo es el infierno. O sea, tiene una idea vaga y bastante general, pero no sabe que tras esa puerta debían estar unas escaleras, o tras esa otra hay en realidad un pozo de lava ardiendo. O que ahí guardan los post-it.
Además está algo embobado contigo ahora que ni siquiera lo está pensando.
De hecho, parece haber unas cuantas habitaciones más con llameantes pozos sin fondo de las que sería... uhm... seguro.
—Nunca consigo siquiera...
—Anda ya, no te tortures ahora —sigue vagando por ahí de manera bastante errante abriendo puertas aleatoriamente. Wait, ¿era eso un dragón? ¿Alguien le ha dicho que tienen dragones andando libremente por el infierno como si esto fuera... quién sabe qué y no hubiera gente viva por aquí?
Vale que nos casamos con él por su imaginación (en parte), pero esto... ¡se acabaron los libros pasadas las diez de la noche!
No te olvides del Río de sangre hirviente, y la zona cuidada por gigantes. Dante era nuestro amigo por lo visto.
—No lo hago... Crowley, les he dicho que estamos... Ugh! Odio este sitio.
Por todos los demonios... es que Lord Belcebú estaría encantada de tener un par de ángeles dando ideas aquí abajo. Son mil veces peores que cualquier pobre diablo. Tiembla solo de pensar qué va a hacer Gabriel con sus nuevos... poderes.
¿¡Cuáles nuevos poderes?!
¿Quién sabe? ahora que se la tira a lo mejor ella le acepta ideas y es que... seamos sinceros, a los demonios sí se les da todo eso del caos y las maldades y todo eso, por supuesto, pero tienen fucking límites. O sea, es que por muy espectacular que parezca, a nadie le gusta pelear con gigantes, sortear un dragón y caer en cuatro pozos llameantes para ir a hacer una fotocopia.
No me extraña. Creo que los ángeles no piensan en esa parte.
Ya, ya, eso es bloody evidente.
Vamos, es que el cielo... Tiene cero dificultades. Creo que hasta imaginan al infierno más difícil solo porque... no viven ahí.
No, a ver... que debía ser así al principio. Hasta que alguien, nunca se supo quién, se le hincharon los cojones y tomo unas tablas para pasar por encima del río de sangre.
A nadie pareció molestarle especialmente y la vida siguió como si nada. Un par de semanas más tarde, otro alguien tapó completamente el pozo sin fondo de la entrada. Hubo hasta vítores en la sala de descanso.
Son todos unos blandos, asegura Aziraphale.
Unos meses más tarde, alguien decidió que los gigantes mejor los manteníamos en los calabozos, cómodos y bien alimentados, pero no por en medio de la bloody oficina. Seguramente se olvidaron de ellos para siempre en la semana tres. Etcétera etcétera.
Hasta que aparecieron los carteles de "Haze zeiz diaz que nadie dize El camino al infierno eztá pavimentado de buenaz intenzionez en ezta ofizina" Que fue cuando supieron que habían llegado ya a lo más bajo.
La conclusión es que, en realidad, ni a ellos les gusta vivir mal pero tienen que dar la pala de que sí.
Pues... ¿a quién? O sea, es que no creo que el asunto de las nubecitas fuera muy distinto.
Después de que dos o tres (incluyendo a Crowley) se tropezaron y cayeron al infierno.
Son muy suaves y muy cómodas hasta que acaban todos los holy formularios mojados.
Alguien decidió que brincotear entre nubes era un poco más peligroso de lo que inicialmente habían previsto.
Exacto.
Y que quizás era mejor idea sólo usar las nubes para momentos particulares y mudarse a un edificio normal.
Celebraciones y fiestas especiales.
Si acaso.
Y solo si estamos de un humor un poco... particular.
Ejem. Como en el diluvio.
Aún así estoy segura de que hasta Gabriel... Piensa que el infierno tiene cosas peores de las que tiene pero sufrirían mucho más con cosas simples.
O sea se mueren con el sonido de la gotera del despacho de Belcebú.
De hecho... sí. O el ventilador que solo hace ruido. O todos los fluorescentes parpadeantes.
O bueno... como nadie sabe nada de nada, nadie estaba en ningún proyecto, nadie sabe quien es el responsable de nada, nadie se encarga de nada y si acaso alguna vez alguien tiene alguna tarea concreta y específica, nunca va estar ahí cuando se le requiera.
Que me parece que Gabriel está muy acostumbrado a las respuestas rápidas, sinceras y útiles sin dilación sin tener que andar preguntando a cuatrocientas personas "¿pero quién estaba a cargo de esto?"
Y además a que todos sepan exactamente lo que tienen que hacer y... lo hagan. El infierno no funciona así
Para nada. Como siempre hemos dicho... Gabrielito, te las das de jefe muy duro y no aguantarías ni diez minutos en el pozo de desesperación y sufrimiento que es el infierno.
Aunque eso nos hace pensar... como es que Belcebú no esta más acostumbrada a la desesperación y frustración
¡Si lo está!
Pues la gestiona bastante mal. Pero en fin, volviendo al asunto...
—Deberíamos salir de aquí...
—E-Eso estoy intentando, creo que me he... ehm... desorientado
—¿Estás perdido? Oh Dios, vamos a morir aquí —Aziraphale el optimista.
—A lo mejor podrías ayudarme —le baja al suelo
—Ayudarte...
—Just... make a guess. Qué puerta es la que crees que da a la calle. O a las escaleras.
Aziraphale mira a un lado, luego al otro... y señala una aleatoriamente
—Bien —le toma de la mano dirigiéndose a ella y... ¿están las escaleras?
Seh, puede que las escaleras les saquen en medio del apartamento de Crowley de hecho... o al Ritz directo. Crowley sonríe. La maravillas de los sueños.
Ya, ya, ya lo imaginaba, por eso se lo ha dicho. Deben salir a la puerta giratoria
—Ohhh... ¡ni sabía que tenías acceso directo al infierno desde aquí!
—Oh, vaya con las intenciones
—¿Eh?
—Nada nada. Ejem.
Te ve y lo que quiere es llevarte a tu cama... aun después de las cuatro veces de hoy. Insaciable.
Sí, exacto.
¡Nadie ha dicho nada de llevarle a la cama!
Aun.
—¿Podríamos pedir algo de comer?
—¿Aun tienes hambre?
—Mucha.
—Que tragón.
—¡No! Es que... no importa cuanto haya comido hoy, aún me gruñe el estómago... —lloriquea.
—Mmmm... —sonríe de ladito y busca su telefono—. Ah, espera, ayer fuí a comprar. Mira en la nevera —no, no lo hizo, pero esto es un sueño.
—¡Eres muy listo! —Se le ilumina la cara, sonriendo.
Le guiña un ojo.
Se sonroja un poco y ahí va al refrigerador donde hay platos grandes servidos y calientes de deliciosa comida. Muere de hambre. Toma dos y los saca llevándolos a la mesa tan feliz
Crowley está ahí, tras él, en el comedor... mirando cómo es que se ve su comedor en sueños. Es todo LISO y grande y sin NADA más o menos como en la vida real. Le hace gracia, no comenta nada.
Aziraphale se sienta y empieza a comer tan feliz y con un poco de...Ansia y ahí va Crowley a sentarse frente a él pensando que van a tener que ir por desayuno nada más se levanten.
Por favor. Aziraphale le sonríe.
—Les dije que estamos casados...
—¿A quiénes?
—A Asmodeo... —le mira un poco culpable.
—Oh... vaya.
—Estaba haciéndose pasar por a-alguien más —gira la cara y se sonroja recordando a Oscar Wilde.
—Ah, ¿sí? ¿Quién?
—P-Pues... Un amigo.
—Un... amigo.
—A-Alguien que vino a verme
—Vaya, Asmodeo sabe quiénes son tus amigos cercanos...
—No sé cómo se enteró de esto... Él no... bueno. Podría ser amigo de mi amigo —se revuelve—. Seguramente me espían; he pensado en...Matarle.
—¿A-A... quién? —El susto.
—A Asmodeo
—Ehm... bueno, no creo que solucionara el problema.
—¿No? Yo creo que... un poco.
—Mandarían a otro demonio.
—Pues también... lo desaparecemos.
—¿Y si me lo piden a mí? —Levanta una ceja y sonríe de lado.
—¿Hacer qué?
—Espiarte.
—Oh... Bueno en ese caso a ti...
—¿Aja?
—Hmmm tu... a ti no voy a matarte —le sonríe, tan magnánimo
—Hombre, gracias.
—De nada... tú tienes... protección diplomática. Las ventajas de ser marido de un ángel.
—Vaya por dónde.
—Claro que si... ¿no te gustan? —Sonríe haciéndole ojitos.
—Sí, sí... como no.
—Entonces no hay razón para quejarse, my darling —más ojitos y se acerca a darle un beso. Crowley se lo devuelve porque… ¿por qué no?
