Aziraphale, aun siendo mujer, vestida como siempre, con su pelo como siempre, con los ojos como siempre, los labios como siempre... y los nervios de siempre, sube las escaleras de su infierno personal llamado cielo.
Gabriel... ha pensado en subir al cielo. Pero quién iba a querer bajar al infierno, especialmente hoy que están todos los demonios ahí abajo.
No, ya había puesto en peligro a Aziraphale, no podía arrastrar a más gente y que pudiera pasarles algo. La única opción era volver a bajar él solo con una apariencia diferente.
Cielos, vas a organizar el CAOS en el cielo.
Pues... no está pensando en el cielo ahora mismo. Todo el mundo está bien en el cielo. Cambia de aspecto a chasquidos frente al espejo de Aziraphale.
Well... Tiene una idea maravillosa. Va a tomar la apariencia de Crowley, porque es la manera de atraer a Aziraphale, que es al que quiere sacar de ahí.
Bueno... no es la peor idea que has tenido.
Y si se encuentra al original... pues ya hará algo con él.
No te lo vas a encontrar.
Mejor.
La verdad... esa debió ser tu idea desde el principio. Aunque quisiera, con lo que te interesa en general la gente fuera de tu micro círculo... quisiera saber cómo es tu interpretación de Crowley.
Pues últimamente le ha visto bastante. Pelo rojo corto, gafas oscuras, traje negro... aunque iba disfrazado de ángel el muy imbécil, pero prefiere no llamar la atención.
Sí, sí le ha visto bastante detalladamente
Eso es. Lo que no va a hacer es andar de... ese modo.
No vas a ser Crowley entonces
Ni siquiera sabe que hay que andar... raro, pero ahí abajo va.
Mejor, Crowley es único e irrepetible. Tampoco sé si lo noten tanto. El infierno... está siendo un poco un caos, la verdad. Nada nuevo.
Cuéntanos bien lo que encuentra. ¿Han... hecho barricadas? ¿La gente canta Los Miserables? ¿Está esto en plan revolución francesa?
Puede que Asmodeo fuera quien cantara los miserables si es que no se hubiera ido al instante de poder hacerlo
O la Marsellesa. Dicen los británicos que debe ser el himno del infierno.
Ojos en blanco. El himno más bonito en la historia siendo el himno del infierno, que elegante.
Ña ña ña. Bueno, ¿entonces? ¿Barricadas? ¿Trincheras? ¿Incendios? ¿Cadáveres? #NoMásBloodyCharcosDeMierdaPorLaVirgen.
Belcebú está discutiendo a GRITOS con Leviathán, diciéndole que quite esas putas barricadas de en medio. Seguro hay algunos cadáveres, incendios, trincheras y charcos de mierda.
Ugh. ¿Está entera?
De hecho puede que Belcebú tenga ahora mismo su... forma... ehm... con cuernos peludos, una cinta de fuego como corona, las alas de murciélago afuera, y... viéndose bastante intimidante.
Sí, está... entera. Puede que tan malherida como Leviathán.
Gabriel se humedece los labios con eso y piensa que quizás podría acercarse a ella a curarla antes de ir a por Aziraphale. De algún modo un poco discreto.
Leviathán... está también con como una cabeza de cocodrilo, siendo bastante agresivo por su lado.
Les mira de reojo en la barricada y traga saliva. Yendo hacia donde está ella.
Algo vuela hacia él... Gabriel, por el amor de Dios, podrías... intentar que no te caiga fuego infernal encima.
Tal vez podría traer un casco o un sombrero. EL SOMBRERO que estaba en la librería.
WHAT THE... NO! NOOOOOOOOOOOO!
¿No?
No te pongas ese sombrero, parece ser algo importante.
¿Prefieres que le caiga estúpido fuego infernal encima?
Preferiría que usara sus reflejos para quitarse.
También hace eso, pero la verdad es que... Sí puede que lleve el sombrero.
Sigh. Vale, haz lo que quieras, maldita sea.
Alguien le detiene igual antes de poder acercarse a ella, ya antes, porque a saber si no va a apuñalarla. Ha pasado hace como veinte segundos.
Un demonio alto y robusto es quien le detiene, porque además... huele bastante mal y sospechoso. Aunque siendo Crowley... no es de extrañarse.
—Solo voy a hablar con Belcebú un instante, ni siquiera voy a quedarme.
—No puede hablar ahora
—Es importante.
—¿Para que la apuñales? Nah.
—¿La han apuñalado?
—Ehh... no. Probablemente no debí decirte eso. Ella está bien.
—Mira, ni siquiera tengo un puñal, de verdad, solo será un instante.
—Está ocupada.
—Eso ya lo puedo ver.
—No va a poder hablar contigo.
—Le interesa hacerlo, tengo información privilegiada.
—¿Crees que voy a confiar en ti?
—¿Por qué no ibas a hacerlo?
—¡Porque uno no puede confiar en nadie! —Lo mira con cara de... OBVIAMENTE.
—Pero ella confía en ti.
—No lo... no sé si lo hace o no, yo qué sé. ¡Yo no lo hago!
—Pues entonces deja que lo decida ella.
—¡Ella está ocupada! ¿Cómo va a decidirlo si está ocupada?
—¡Belcebú!
Ella sí que se gira a mirarle y alguien aprovecha para lanzarle una flecha... ¿alguien podría creer que aún usan las flechas aquí abajo? pues lo hacen, seguro envenenada o algo. Se le clava en un ala igualmente.
Crowley levanta las cejas, ¿cómo han podido organizar TODO esto en veinticinco minutos?
Pues... es el bloody infierno.
—B-Belcebú, por favor... —vacila ahora pensando que va... a saber que no es Crowley si la cura y más aún frente a todo el mundo.
Igualmente Belcebú chasquea los dedos y lanza algo de vuelta... y levanta las cejas con el por favor. Vale. What the fuck?
—Solo dos minutos y me marcho, lo prometo.
Ella le mira sin entender que mierda.
—What the... fuck... —la cosa es que... en Crowley si medio... confía que no la va a matar.
—D-Dos minutos de privacidad —pide levantando dos dedos.
Parpadea porque ¿de verdad, te parece que... puede darte privacidad? Vale.
—Solo vamos tras esa puerta, vale que hay un aujero pero... bueno, un poco si que... Dagón y... tú, el otro, encargaos de esto un momento —les ordena señalándole a ella donde ir, apartándose de más pequeñas chispitas de fuego en el aire.
Belcebú tira de él, arrastrándole un poco incluso hasta donde ha dicho.
—Crowley, tienes que subir.
—Sí, sí, claro. Solo quiero... hablar contigo un momento. Busco una cosa que he perdido y me voy.
—¿¡Una bloody cosa?! ¿¡No ves lo qué pasa?!
—Y-Yes... yes. De verdad es importante.
—Gabriel. ¡Estaba aquí! —se ve asustada la verdad. Él levanta las cejas porque... ¡le ha reconocido!
—Le... le... no sé si han ido a... ve a buscarle —insiste, histérica.
Bueno, eso le hace sentir mejor sobre ella besando a demonios random. Se acerca y le pone las manos en el abdomen.
Ella da un paso atrás, asustada.
—Wait, me lo agradecerás... no hagas un drama, tengo que acabar rápido —mira un poco que nadie les esté mirando y vuelve a ello, ahora sí haciendo el milagro. Belcebú traga saliva, levanta las cejas.
—C-Cuando... E-Estás... —lo siente, casi de inmediato.
—¿Dónde más te duele? —va por la flecha.
—P-Pero... —cierra los ojos, porque... le dolía, sinceramente—. Tengo en la espalda.
Cuando acaba con eso, va a su espalda. Ella hasta gime un poco del alivio, sinceramente.
—¿Por qué haces eso?
—Para que ganes. ¿Algo más?
—El muslo... —traga saliva... porque le ha curado antes, más de una vez... y sabe que...
Crowley la mira a los ojos un segundo antes de ponerle las manos ahí.
—No se aproveche demasiado, señorita —la medio riñe, sonriendo.
—G-Gabriel... —susurra.
—Shhh
Le pone una mano en el cuello y él termina con eso y la mira.
—¿Qué haces aquí? —le susurra.
—Me he olvidado algo.
—Nadie me ha... curado así nunca —le acaricia la cara un poco, con suavidad.
—Destrózale. Hablaremos cuando esto acabe.
—Gracias —le sonríe un poquitín.
—A por ellos, tigre —besito rápido en los labios, palmadita al culo, sonrisita.
De repente, por ningún motivo concreto, se imagina haciendo y diciéndole eso mismo, en el porche de una casita blanca de una urbanización en los suburbios londinenses en las que todas las casitas son iguales, con el mismo tejado de tejas rojas, el mismo jardín frontal con estatuillas de yeso y la misma valla blanca para separarlos.
Probablemente en su casa tendrían plantas con flores durante todo el año fuera y estatuas de la virgen con el niño. Seguramente si él tuviera que irse alguna vez durante varios días las flores acabarían muertas y todo el jardín seco, decadente y lleno de malas hierbas y cadáveres de animales... sigh. También habría dos coches. No los usarían nunca pero serían la envidia de los vecinos. Uno sería grande y rojo brillante... así como Cadillac y todo el mundo estaría convencido que sería el de ella... pero no. Escalofrío. Mismo problema que con la chupa de cuero negro. El de ella sería el pequeñito de color oscuro, probablemente azul marino. O tal vez no los habría, ¿para qué? Así habría más espacio en el jardín. Ejem.
La despediría en la puerta dándole un café en un vaso de papel... o en un termo reutilizable negro con un pentagrama invertido. Le arreglaría un poco la camisa y la chaqueta... y luego la empotraría contra la ventana del porche en un beso, metiéndole la mano por debajo de la mini falda porque hoy tenían una reunión los dos juntos y no iba a poder hacer eso frente a otros tres arcángeles y dos Duques del infierno.
Y luego se volvería dentro a decidir que ponerse y tomarse su café antes de irse también con un rayo al cielo.
De todos modos, Gabriel, todo eso es encantador pero... tal vez este... ¡NO ES EL BLOODY MOMENTO!
En can ta dor, en efecto. De hecho Belcebú me ha dejado de funcionar un poco solo con la idea. U-Una c-casita de... Ya le he tenido que explicar que esto es en el pensamiento de Gabriel y ella no debe ser chismosa y leerlo. Además tiene que ir a por ellos, tigre, tal como ha dicho. (Pero es encantador, insiste ella y asegura que... hablarán luego. No sabe si de esto)
—Tienes que irte de aquí, no es seguro para mí, si alguien supiera que...
—Sí, sí, solo... recojo lo que me he olvidado y me voy —de repente se acuerda de uno de los reportes de Aziraphale—. Wait.
—W-What?
Chasquea los dedos y hace aparecer unas cuantas pistolas de agua... y luego las bendice. Se queda una y le da el resto.
—Que no mojen a los tuyos —le guiña un ojo.
Belcebú levanta las cejas con eso... y eso va a ser un desastre, pero va a ganar. Le mira unos segundos... y le sonríe sinceramente.
—You are a fucking son of a bitch... —sentencia, tomándolas con la cola larga y puntiaguda que tiene.
—Alguien tiene que serlo —sonríe y hace un gesto para despedirse yendo hacia donde generalmente hay un pasillo y ahora hay básicamente... ruinas.
—Oye...
Gabriel la mira. Ella chasquea los dedos y... le aparece una capa, si, una capa amarrada del cuello. Como de Batman. Aunque esta tiene una capucha... así que más como de... monje maldito, porque es negra y gruesa. De piel de alas de murciélago. Levanta las cejas.
—Aléjate del bloody fuego infernal... y... habla si necesitas algo, ellas me avisarán —Sí, sí... hay moscas sobre tu capa. No mueras del asco
—Estoy buscando a un demonio disfrazado de verdugo.
—¿Por qué le buscas?
Gabriel le hace una mirada con cara de circunstancias.
—Deberías irte, si le encuentro lo mandaré a donde estés.
Asiente y ahí se va ahora sí, haciendo volar la capa como Batman because... #reasons
Belcebú sonríe un poquito igual quedándose un par de segundos más ahí, mirándole... y... pensando que sí que va a... desaparecer a medio infierno hoy y a destrozarles. Tal como ha pedido. Toma una de la pistolitas con la mano y Leviatán, lo siento... pero tendrás que reencarnar o yo qué sé, o si no tú, tus seguidores... pero en dos segundos habrás desaparecido.
Gabriel corre por ahí bastante acojonado la verdad, disparando primero y preguntando después, como excusa está bastante pillada de los pelos, porque además, si les dispara luego no puede preguntar si le han visto. Va mirando también los cadáveres porque no le extrañaría que... Vamos, que no te ofendas, Aziraphale, pero no tenemos mucha fe en ti.
Claro, claro, porque él no ha sobrevivido a esto varias veces...
No a una revuelta, que él sepa.
¡A un intento de asesinato directo! A dos, de hecho.
Sí, bueno... Igualmente no está ahí.
oOXOo
Ya ya... ¿qué pasa en el cielo?
Al primero que pregunta Aziraphale es, desde luego, a Daniel.
—¿Puedo hablar con... Gabriel?
—Debe estar en su despacho.
—Voy a pasar a buscarle.
Asiente y Aziraphale casi corre hasta su despacho y abre sin siquiera tocar, preocupada. Aprieta los ojos cuando no le ve y vuelve a rezar entre dientes.
—Daniel... —vuelve a recepción.
—¿Eh?
—Gabriel no está —le asegura así con... un intento de sonar tranquila.
—Ah, pues... no sé a dónde ha ido, no ha dejado dicho nada de que saliera —mira sus registros—. No sé, ¿por qué no le llamas?
—Llamarle. Buena idea. ¿Tienes su... numero?
—¿Tú... no?
—Ehh... no... sé... es el... —saca su teléfono.
—Espera, le llamo yo —ahí va Daniel a hacerlo desde la centralita. Aziraphale se pasa una mano por el pelo.
—Corre, es muy urgente.
La verdad, es un momento un poco malo para llamarle, estaba medio escondido intentando que nadie le viera, esto va a costarle al infierno unos cuantos demonios muertos.
Es interesante como no han matado apenas ningún ángel y los demonios siguen cayendo como moscas. Yo empezaría a preocuparme sobre quienes son the good guys.
Es un asunto interesante ese, la verdad. Porque además estamos empezando a sospechar que Gabriel les está matando a todos, sean o no aliados de Belcebú.
Pues claro. De ahí lo de las malas excusas.
A estas alturas Belcebú... está en bastante mejor posición. Curada y con agua bendita, el semi orden empieza a llegar después de un rato
Sí, no me extraña... y si además ha desmantelado el franco de Leviatán ya me imagino que el caos en la oposición ha sido cada vez peor.
—No contesta —vacila Daniel—. Estará en algo importante.
—Dios mío, ¡Dios mío! —Aziraphale pasea de un lado a otro—. ¿No hay otra forma de localizarlo?
—Pues ya me devolverá la llamada cuando pueda.
—No, Daniel. Esto es URGENTE. No sé siquiera si está... si... temo que le haya pasado algo e-en el infierno.
—¿En el infierno?
—¡Sí! ¿¡Cómo lo localizo?!
—¿Por qué iba a pasarle nada en el infierno?
—Ha bajado. Daniel, créeme, NECESITO saber dónde está.
—¿Bajado?
—¡Al infierno!
—Sí, sí, eso ya lo deduzco, pero hoy no tenía ninguna reunión ni nada.
—Daniel, ¿sabes o no como localizarlo? Miguel. Quizás Miguel sepa.
—N-No, es que no entiendo...
—Es posible que Gabriel esté en peligro.
—E-En peligro—repite nervioso.
—No sé si realmente lo este, necesito localizarlo. ¿No hay forma de... algo?
—N-No lo sé, es que... el infierno... ¿Qué crees que le hayan hecho?
—Hay... una especie de... revuelta ahí abajo.
—¿R-Revuelta? ¿Está en mitad de una revuelta en el infierno?
—Yes! Now... ¡Encuéntrale!
—Voy a... voy a ver, c-con... con el globo. Avisa a los Arcángeles. T-Tal vez haya que... bajar.
—¡Eso es! ¡El globo! Aunque el infierno... No sé si debamos bajar, lo qué hay que hacer es localizarle! Ugh... le diré a Miguel.
Daniel asiente.
Y ahí se va Aziraphale al despacho de Miguel... apretando los ojos. Quizás no debería decirles.
Miguel está... Ehm... en su despacho adelantando trabajo de Navidad. Pues ahí va Aziraphale tan asustada a tocar la puerta.
Ella está tecleando en el ordenador, le deja pasar sin ni preguntar.
—Miguel.
—Oh, Aziraphale —levanta la vista del ordenador un momento—. ¿Necesitas algo?
—Encontrar a Gabriel.
—Estará en su despacho... —se vuelve al ordenador y luego se humedece los labios, dejando de teclear y mirándole, habiendo tenido una idea, porque es un poco mentira que estaba COMPLETAMENTE trabajando en lo de Navidad. Ya, ya... siempre. Sabemos que la picardía angelical es abundante—. Oye...
—No lo está, de hecho... eso es lo que quería comentarte.
—Pues habrá ido a hacer algo, habla con Daniel —le quita importancia—. Oye, tú conoces a muchos demonios, ¿verdad?
—No. S-Sí. No... Miguel, esto es... —cambia el peso de pie—. Verás, tengo prisa, puedo contarte eso en otro momento con gusto pero...
—Tú conoces a un demonio... como así de alto —pone la altura de Gabriel, ignorándole—. Moreno, de espaldas anchas, con barba...
—Sí, sí que lo conozco, es Gabriel, que está en peligro, Miguel. En el infierno.
—No, no es Gabriel, te hablo de un demonio, se llama Banksy o algo así. He estado buscándole el google y en bing pero los idiotas humanos lo han llenado todo con cosas de una especie de artista suburbano o una mierda así que se llama igual.
Aziraphale aprieta los ojos.
—Es Gabriel disfrazado. Miguel... me URGE encontrarle. Se ha quedado ahí abajo y temo que esté muerto, ¿me oyes?
—No hay nadie muerto, Aziraphale, concéntrate.
—Gabriel podría estar muerto, estoy concentrado.
Ojos en blanco y ojos en blanco de vuelta.
—Es Lucifer quien quiere contigo... no ese demonio. Gabriel, en cambio, bajó al infierno y hay una revuelta, está ahí.
—No es eso de lo que te hablo —igual se sonroja un poco ante la acusación directa.
—¿De qué me hablas? —hace los ojos en blanco irritada porque... es que ya sabe de qué habla y sabe que esto es culpa de Gabriel ¡pero no está entendiendo el punto!
—Pues de dos demonios que han venido antes, no se ni cómo han entrado... me parece que sí que son de los que van con ese... Lucifer.
—Uno disfrazado de verdugo y otro de general Nazi que se hizo llamar Banksy y que intentó seducirte.
—Eh... S-sí, bueno, obviamente fue un intento fallido.
—Era Gabriel, Miguel. ¡Disfrazado para ir al infierno!
—¿Q-Qué?
—¡Estamos perdiendo valioso tiempo, Miguel! ¡Gabriel está en peligro por más guapo que te pareciera!
—P-Pero...
—Ya, ya sé que te pareció súper guapo, ¡le dije que no lo hiciera!
—N-No me...
—¡Lo que me sorprende es que no te preocupe que Gabriel esté en peligro!
—No entiendo por qué crees que lo está.
—Porque estaba con él en el infierno y ha habido una revuelta.
Levanta las cejas, porque no pasa nada en el infierno sin que ella lo sepa.
—Le hemos hablado y no... contesta. Quizás debieras buscarlo yo... voy a... ver si consigo información del infierno.
—Espera —saca su teléfono llamando a sus contactos ahí abajo, aunque nadie le responde, desde luego. Está todo el mundo demasiado ocupado en no morir—. El idiota de Leviatán, había rumores que llevaban tiempo planeando...
—Lo único que tienes que hacer es localizar a Gabriel, saber si... está vivo. Estaba... bueno, tú sabes...
—¿Estás COMPLETAMENTE segura que está ahí abajo?
—Estoy completamente segura de que estaba ahí abajo para algo de trabajo. No sé si logro salir de ahí o no.
—¿Y? ¿Cómo saliste tú?
—Me sacó... un demonio. Intente ir por Gabriel y me dijeron que estaba con Belcebú. No sabían que era él pero... temo.
—¿Temes?
—¡Por él, sí! Hay que encontrarlo.
—Creo que habría que descartar primero que no esté en la tierra. No podemos bajar ahí por las buenas si no está ahí. Menos aún en mitad de una revuelta.
—No contesta el teléfono. Daniel dijo que iría al globo a ver... yo... Ahem... —Quisiera ir a casa, piensa para si—. Puedo investigar con mis contactos.
—Ve a por Uriel y Azrael.
—¿Por qué no mandas a alguien más y me dejes baja e investigar en la tierra?
—Porque necesito que nos ayudes en esto si tú sabes dónde estaba y lo que pasó.
—Pero me pueden dar información de otro tipo... ya te dije yo lo qué pasó.
—Eres la única que sabe lo que ha pasado, si tenemos que bajar ahí a buscarle, quiero que vengas con nosotros.
—¿¡Qué?! ¡No! ¡A mi quieren matarme!
—Van a querer matarnos a todos si lo tienen retenido —cierra el ordenador y se levanta.
—Pero, Miguel... casi tienen precio por mi cabeza. Necesitamos información además y ustedes son los poderosos...
—Aziraphale, quieren matarte porque eres un ángel, no les importa si eres tú o yo. Tú eres la que tiene información, así que deja de discutir y ayúdame.
—¿Qué hago? —Aziraphale suspira.
—Ve a por Uriel y Azrael, bajaremos juntos si tenemos que sacarle de ahí. Y llama a quien consideres si crees que van a decirte algo útil.
—¿Y tú que vas a hacer?
—Ir a mirar el globo y hacer unas cuantas llamadas. Tráeles ahí.
El suspiro resignado. Ella se va hacia ahí volviendo a marcar números al teléfono sin hacer más caso y ahí se vapor Urieeeel a su oficinaaaa.
A quien de nuevo le cuesta un poco convencer.
¡Son todos tan molestos!
Desde luego.
¡Son imposibles! Le pide a Uriel que llame ella a Azrael y ahí se va al globo...
Daniel y Migues súper preocupados porque no encuentran a Gabriel en la tierra. Comentan a susurros, preocupadamente, empezando a creerle un poco a Aziraphale... sí, al fin.
—No creo que ir al infierno sea la mejor de las ideas... —asegura Aziraphale—. Es un muy mal momento.
—No podemos dejarle ahí solo —protesta Miguel—. Menos aun si lo que dices es cierto.
—Lo que digo no es mentira, pero bajar... ni siquiera sé si se pueda entrar. Y si bajamos habríamos de... ir disfrazados
—No hay tiempo para eso.
—Yo voy a ir disfrazada, no sé ustedes —Aziraphale chasquea los dedos volviendo a su disfraz de antes. Todos la miran con cara de... "OK, que nadie se le junte al loco"
Y Crowley, sintiendo una perturbación en el universo, le escribe a ver cómo va todo y si le han encontrado.
No me extraña.
"Vamos a bajar al infierno a buscarle... no me están dando otra opción. ¡No van ni disfrazados!"
Crowley protesta así de fuck fuck fuck fuck fuck fuck fuck... otra vez. Clamando al cielo.
"NO vengas."
Y volviendo a ponerse los bloody zapatos porque va a tener que bloody volver ahí.
"No, no, claro"
"No, no. No vengas!"
"No... no..." ¿dónde puñetas están las llaves del coche ahora?
"¿Y si le llamas a Belcebú?"
"Seguro no tiene nada más que hacer que contestarme el teléfono."
—De verdad creo que... no pueden ir sin disfraz a una revuelta en el infierno —insiste Aziraphale después de leer eso.
—No tenemos tiempo y no vamos a la revuelta.
—Van a meterse a la revuelta vestidos de ángeles.
—Aziraphale, no seas ridículo.
La verdad, hasta la misma Belcebú debe sentir una perturbación en el universo, porque solo le falta una puta invasión angelical ahora mismo
—Vamos a sacar de ahí a un compañero, no es la idea intervenir en nada.
—¡A un rehén en un ambiente hostil! Van a atacarles.
—Nos defenderemos.
—Esto es una locura... —Aziraphale suspira.
Ahí empiezan todos a discutir el plan para bajar al infierno y salir todos vivos.
