¿Va Gabriel a intentar hacer algo? ¿A llamarla? ¿A notar que no trae el teléfono? ¿A acusar a Aziraphale?

Naaaah. O sea... es que cuando quiera el teléfono, pensara que se lo ha dejado quién sabe dónde y lo aparecerá con un milagro. Nunca sabrá que lo tiene Aziraphale.

Lo... what? ¡No! ¡No lo puede aparecer con un milagro! O sea Aziraphale, tú presencia en el cielo es I NU TIL.

Claro que puede, ¿por qué no iba a poder?

¡Porque lo tiene Aziraphale! Ugh. O sea solo subió para hacer el trabajo de Miguel.

A efectos prácticos...

Sigh. Siempre muy útil lo que intentas hacer, Aziraphale. Sinceramente parece que quedarte en casa bebiendo té tiene más utilidad para ti.

Pues... ahí están todos los Arcángeles, serafines y querubines cuando Gabriel llega esta vez a la sala de juntas. Carraspea un poco cruzando las puertas con el semblante serio, yendo a sentarse a su lugar habitual.

Azrael, que estaba hablando por ahí sin hacer ningún drama, se queja un poco en cuanto le ve entrar.

Ojos en puto blanco contigo...

Tan irritado.

Pues como si los demás no tuviéramos bastantes problemas para aguantar los tuyos INVENTADOS.

Raguel le sonríe y se levanta a saludarle, de hecho. Gabriel se acerca tendiéndole la mano con cierto respeto. Él se la aprieta con suavidad y una sonrisa. Tiene un aspecto mayor que los otros, calvo y de ojos pequeñitos. Se parece a Patrick Stewart.

—¿Todo bien?

—Sí, sí... extrañando un poco a Miguel, pero ya me han dicho que está en sanación. ¿Tú estás bien?

—Desde luego, estará bien enseguida.

—De eso estoy seguro —se sienta a su lado, como al parecer acostumbra a hacer, mirando a los demás.

—No se puede decir lo mismo de todos nosotros... —asegura Azrael. Gabriel pone los ojos en blanco con eso y la verdad Remiel también un poco.

—Empecemos, mejor... con este asunto —pide Raguel haciendo un gesto con las manos.

Uriel es quien tiene los papeles, los está ordenando otra vez o más bien, lleva los documentos en una Tablet y la enchufa para que aparezcan en la pantalla tras ella

Sariel los mira un poquito por encima de su hombro a ver si necesita ayuda. Sariel ehm... le ayuda a... enfocar un poco la pantalla, con el controlito.

—Gracias. Como todo sabréis, bajamos al infierno hace un par de días unos cuantos de los presentes —empieza Uriel.

—Algunos de urgencia... —agrega Azrael.

—El principado Aziraphale nos advirtió del peligro que corría Gabriel que se encontraba ahí en ese momento —sigue ella ignorando a Azrael, señalando a Gabriel.

Raguel asiente con la cabeza poniéndole una mano en el brazo a Gabriel y apretándoselo un poco. Gabriel traga saliva porque han discutido antes sobre que no iba a salir a hablar de ello, pero ella sigue sin tenerlo claro, así que le va a hacer salir.

—Poniéndonos en peligro a nosotros... —insiste Azrael.

—Se había desencadenado una revuelta, tal vez, Gabriel, serías tan amable de explicarnos a todos... —propone ella sentándose y él la fulmina un poco, pero se levanta.

Todos se giran a Gabriel, algunos sonriendo de lado, otros con curiosidad. Él toma aire profundamente intentando ordenar sus ideas. Podría... podría echarse el mérito de la revuelta, decirles a todos que él la provocó con perfecta intención.

—Estaba... en una importante misión encubierta. Por eso nadie sabía que estaba ahí. Halloween es la noche en la que el infierno parece un poco más organizado. Como todos sabeis tienen una especie de evento con ciertos paralelismos con nuestra Navidad.

—Una misión bastante peligrosa, si me preguntan... —asiente Raguel.

—Solo consistía en entrar ahí, escuchar sus planes y salir.

—Mira como acabamos todos...—protesta Azrael.

—Bueno, eso es porque estalló una revuelta inesperada, Azrael —le fulmina de todos modos, de mal humor y nervioso.

—Tú estabas ahí cuando pasó, ¿no es así? Debiste ver qué la desencadeno —pregunta Remiel, es uno de los que tiene aspecto más joven, un hombre de pelo negro corto y la piel un poco oscura, su semblante es hindú, como Dev Patel. Gabriel vuelve a suspirar.

—Como ya he establecido... El principado Aziraphale y yo bajamos al infierno en misión de espionaje disfrazados de demonios y nos mimetizamos entre el público cuando efectivamente, estalló la revuelta —se humedece los labios porque... decir que fue a causa del beso hace que también se sienta culpable de la revuelta, aunque ella le besó sin saber que era él... y además es que no pasó ninguna otra cosa que pudiera explicarlo, si no fue eso, fue una terrible elección de timming—. Nos encontrábamos entre la gente cuando pasó, es difícil determinar si fue algo que tenían planeado ya que durante todo el evento había habladurías de la posibilidad o... algún evento concreto lo desencadenó.

¡No te beso sin saber que eras tú!

—El hecho en si es que había una revuelta que les puso en peligro. ¿Qué hicieron en cuanto comenzó? —pregunta Sariel que tiene aspecto de mujer joven, rubia y de pelo largo, como Amanda Seyfried.

Gabriel vacila un poco porque... básicamente desaparecer y volver ahí.

—Escondernos... nos separamos entre los demonios, nos arrastraron a lados opuestos.

—¿Belcebú no les ha visto? —pregunta Azrael. Gabriel se humedece los labios.

—No, ella estaba en el trono y nosotros entre la gente.

—¿Y tú no intentaste hablar con ella? —sonríe de lado, él le mira fijamente con cierta fiereza haciendo, la verdad, que sonría un poco más—. Porque tienen una relación cordial, ¿no?

—Yo estaba disfrazado como el demonio Crowley.

—¿Así que bajaste ahí y no hablaste con ella en todo el tiempo?

—¿Tanto te sorprende?

—Sinceramente, sí.

Gabriel le fulmina otra vez... y se relame por vez 16381.

¿Evocas mis besos? le pregunta Belcebú.

Shut up. Pero sí.

Los echas de menos...

Azrael le mira, retador, esperando a que responda.

—No era la idea que nos descubrieran.

—Creo que sí has tenido la oportunidad de hablar con ella sin que sepa que eres tú, la has tomado... ¿por qué te iba a descubrir si ibas disfrazado?

—Por qué no soy el demonio Crowley y a bastante gente mentimos ya.

Azrael hace los ojos en blanco y Gabriel sonríe triunfador.

—Lo importante aquí es que escucharon los planes del infierno y que además, para bien o para mal, están en una revuelta ahora mismo —les interrumpe Raguel, mediando.

—Exacto.

—¿Y cuáles son los planes del infierno? —pregunta Azrael. Gabriel le mira de reojo unos largos segundos.

—Seducirte.

What?!

Gabriel se encoge un poco de hombros levantando las cejas intentando esconder la sonrisa.

—Será a ti a quien quieren seducir, ¡No a mí!

—El infierno planea hacer caer a los ángeles a base de seducción y pecado carnal —explica Gabriel ignorándole, de hecho cerrando los ojos e intentando controlar sus sentimientos para sonar lo más plano y aséptico posible.

La cara de absoluto asco de Sariel. Remiel se echa un poco atrás en su silla y Uriel pone un poco los ojos en blanco.

—¡Debemos impedir semejante desgracia! —asegura Sariel—. Debemos movilizar al ejército y aprovechar el momento en que está el infierno.

Uriel asiente a eso y unos cuantos de los serafines y querubines apoyan la idea. Azrael mira a su alrededor y luego a Gabriel, intentando entender qué es lo que hace diciéndo esto así a todo el mundo. ¿Quería de verdad atacar al infierno?

Gabriel traga saliva, de nuevo intentando contenerse o sea, contener sus emociones.

—¿Qué tan factible es eso, Gabriel? —pregunta Remiel no muy convencido.

—E-Es... —vacila, porque no quiere decirles que lo es, pero tampoco quiere que vayan por ahí sin preocuparse creyendo que no lo es—. Me parece que el principiado Aziraphale es el ejemplo viviente de ello. Tal vez deberíamos invitarle a unirse y explicarnos —Claro, tú pásale el muerto al otro.

Aziraphale facepalm.

¿No querías más protagonismo?

—Tráele entonces, por favor —pide Raguel con cierta curiosidad.

Gabriel se gira a uno de los querubines como haría normalmente para indicarle dónde es que está pero decide que necesita un poco de aire y que mejor va él mismo. Ejem. Así que ahí sale y se presenta en el despacho de Miguel.

Gabriel se gira a uno de los querubines como haría normalmente para indicarle dónde es que está pero decide que necesita un poco de aire y que mejor va él mismo. Ejem. Así que ahí sale y se presenta en el despacho de Miguel.

Con Aziraphale que está viendo si Crowley le responde algo... y de hecho buscando cómo escribirle al teléfono de Crowley desde el whatsapp de Miguel para preguntar por Gabriel...

—Tú. Deja eso. Te reclaman en la reunión —sentencia señalando con el pulgar por encima de su hombro—. Compórtate y no digas cosas fuera de lugar.

—¿P-P-Perdona? ¿¡A-A mí?! —se gira a un lado y al otro a ver si no hablará con el espíritu de Miguel o algo así.

—No veo mucha más gente por aquí, ¡vamos! ¡Muévete!

—P-Pero... ¡Gabriel! —es que palidece, guardándose el teléfono de Gabriel en el maldito bolsillo, porque lo tenía entre las piernas escondido, nerviosísima—. En... ¿de qué es la reunión? ¿Con quién?

—Con las altas esferas —empieza a andar hacia ahí.

—Dios mío, ¿y por qué quieren hablar conmigo? —pregunta toda agobiada, organizándose la pajarita

—Porque también estabas en el infierno cuando se desató la revuelta —de repente le detiene en seco en mitad del pasillo girándose a ella, muy serio.

Es que... no sé si hayas leído su reporte aún, pero dice otra cosa.

No, no lo ha leído.

Vaya... es que su reporte dice lo que de verdad pasó. Aziraphale se frena a penas, casi estrellándose con Gabriel.

Entonces lo hará desaparecer. Ejem.

Y así es como se corrompe un ángel. ¿Ves?

—No sé qué creíste ver en el infierno, pero yo bajé contigo disfrazado del demonio Crowley. Estuvimos mezclados entre la muchedumbre todo el tiempo y nos separamos cuando se desencadenó el caos. ¿Está claro? —le señala con el dedo.

Aziraphale parpadea con eso. O sea... ¿Gabriel le estaba pidiendo que MINTIERA a... las altas esferas celestes?

—Q-Quieres que diga que... —empieza, agobiada. Maldita sea lo muy estúpidamente factible que es.

—No digas nada que no te pregunten. Ni opiniones, ni comentarios, ni aportaciones, ni matices, ni nada que no te pregunten —que nos conocemos todos.

—¿Qué me van a preguntar?

—Sobre tu relación con el demonio Crowley —sigue andando.

What?! —se detiene, porque... no está en este momento para hablar de nada de Crowley. ¿Qué era esto? ¿Un juicio?

—Vamos, no te detengas.

Quizás... era el momento en que tendría que decirles que estaban casados. Hasta da un pasito atrás. Quizás estaba embarazada. ¿Y si... le echaban? ¿Y si le mataban? Y si... respira agitadamente bastante en pánico.

Ni siquiera sabía si Crowley saldría vivo de esto, es que... ¿no podían hacer esto en OTRO momento?

—¡Aziraphale! —la riñe porque no se mueve.

Ella se toca su anillo apretando los ojos en pánico, invocando un poquito a Crowlely, la verdad. Mandándole todo su amor por un momento. Antes de soltar el aire de golpe.

Crowley levanta la cabeza un poco, parpadeando donde quiera que esté.

Y Gabriel le sostiene la puerta a Aziraphale, que le mira... y suspira, yendo hacia él, intentando recuperar la compostura.

El Arcángel espera hasta que entra, entrando tras ella y cerrando la puerta.

Aziraphale abre la boca mirando a todo mundo y quedándose un poco pasmada con... o sea... Es qué hay MUCHA gente y... les reconoce a todos.

Si cuando dice que son las altas esferas Gabriel, es que DE VERDAD son las altas esferas. Tiembla un poquito haciendo una genuflexión. Esto... es el bloody infierno.

Otra vez te equivocas, pero... Entendemos. Su muy personal infierno. Sí.

—L-La señora esté con ustedes —les saluda bajando la cabeza intentando de verdad limpiar su corazón para no ODIAR a Gabriel como le está odiando en estos momentos. ¡Como le trae aquí así! ¡Sin avisar casi!

Uriel le hace un gesto para que se acerque al frente de la mesa mientras Gabriel vuelve a su puesto.

—Principado Aziraphale —le llama Uriel.

—¿S-Sí?

—Se te ha traído aquí debido a tu relación con el demonio Crowley, ¿confirmas que esta existe?

Aziraphale toma aire profundamente.

—Sí.

Los cuchicheos...

—¿Podrías explicarnos que sucedió en el infierno mientras estuvisteis ahí la noche de Halloween?

Aziraphale respira porque esperaba que le pidieran que explicara de que tipo era su relación.

Luego, querida, luego.

Aziraphale mira de reojo a Gabriel que le sostiene la mirada muy serio.

—Bajé, por gracia de Dios, con el Arcángel Gabriel al infierno. Disfrazados. La misión era mantenernos lo más anónimos posibles, sin destacar, escuchando —vuelve a mirar a Gabriel casi en un reproche—. Había muchos demonios en poco espacio y en un momento dado, le perdí de vista.

Gabriel se revuelve porque él ha dicho que cuando estalló la revuelta.

—Cuando empezó la revuelta no supe más de él. Intente buscarle pero no le encontré y alguien me dijo que creía que algo grave le había ocurrido. Me pareció posible, abajo todo era un caos, así que... busqué ayuda y conseguí salir, gracias a Dios —se presigna haciendo una pausa—. Preocupado, subí a averiguar si el Arcángel Gabriel había conseguido salir y al notar que no, lo reporte al superior más cercano...

Uriel asiente un poco.

—Estabais ahí escuchando los planes del infierno, ¿cuáles son?

Aziraphale se mira las manos y Uriel se impacienta un poco esperando la respuesta.

—Parecen estar interesados... e-en... seducir a ángeles.

Vuelve a haber un cuchicheo general y Gabriel les mira con cara de "I told you"

—P-Parece haber un interés especial en algunos... —agrega Aziraphale. Gabriel le mira y niega con la cabeza lo más sutil que puede.

—¿Sabes en quiénes? —pregunta Remiel mirando a Azrael de reojo porque antes Gabriel ha insinuado...

Es que es el COLMO que le pidas que no diga que tú, con lo mucho que tú lo jodes con este asunto.

Ya, bueno... Por lo visto lo del cinismo es cosa de todos los ángeles.

—No estoy muy seguro... —responde cerrando los ojos y deseando, inocentemente, que Gabriel tome en cuenta lo que está haciendo para futuras ocasiones.

—De todos modos, tú eres el que tiene una relación así con un demonio, así que dinos que tan factible es que lo logren —interviene Gabriel antes de que alguien siga por ese lado.

El bendito CINISMO. O sea... ¿que yo tengo una relación con un demonio? ¿Y tu qué ostras tienes con Belcebú?, ¡yo te he visto TIRÁRTELA! ¡Recorcholis! La mirada de Aziraphale hacia Gabriel está sumamente cargada de muchas cosas.

Gabriel se mueve en su asiento, mirándole con cara de "No sé qué tanto me ves" echándose hacia atrás y apoyando un tobillo en la rodilla contraria.

Aziraphale cierra los ojos, sintiéndose sumamente pequeñita ahí en medio, apretándose el dedo del anillo de serpiente con la otra mano.

—Disculpa, Gabriel, pero no creo que mi relación con el demonio Crowley sea equiparable a nada de lo que pretende hacer el infierno.

—¿Ahora vas a decirnos que no tienes una relación carnal? —protesta Uriel que estaba ahí en la conversación de Azrael con Crowley y que comió moscas hasta casi morirse.

Si alguien le hubiera dicho a Aziraphale hace... años, que algún día tendría que admitir esto así, enfrente de toda la plana mayor del cielo, se hubiera escandalizado hasta el infinito... Se sonroja hasta el tuétano, la verdad, con esa acusación de Uriel.

Ya, ya... y ahí estás. Y ahora... ¡confiesa los detalles morbosos!

Traga saliva, les mira y le brillan un poco los ojos, preguntándose si quizás esto es lo único que le hace falta para caer. Confesar. Aquí. Era verdad que no era un buen ángel en muchos aspectos, pero toda su vida había intentado ser bueno y seguir las reglas lo mejor posible.

—M-Mi relación con el demonio Crowley está fundamentada en el amor mutuo y en el respeto... no creo que eso sea lo que pretende el infierno.

La verdad, hay bastantes risas. De hecho, casi todo el mundo se ríe. Algunos incluso se ríen un poco falsamente.

Aziraphale suspira, porque no se puede decir que no supiera que eso iba a pasar. Pero... Se sonroja más, repitiéndose a sí misma que los demás no saben. Se ríen porque no saben. Porque es muy fácil reírse. Mira a Gabriel otra vez, de reojito.

Gabriel traga saliva un poco, mirando alrededor y fingiendo reírse también.

A-Arcángel... malo. Aziraphale cambia el peso de pie.

—Amor... un demonio —siguen riéndose.

—Pero Aziraphale, si sabes que estás hablando de un demonio, ¿verdad? —pregunta Sariel a quien se le escapa la sonrisa sin poder evitarlo—. Te habrá engañado...

Gabriel se mueve a su lado porque... está volviéndole la duda.

Si Aziraphale tuviera una pluma negra por cada vez que alguien le ha dicho que Crowley le ha engañado, sin duda alguna, ya sería un ángel caído.

—Estoy consciente de que Crowley es un demonio y completamente seguro de que él, y probablemente otros demonios, puede sentir amor, y lo siente por mi. Cualquiera que haya convivido lo bastante con un demonio debería poder sentirlo.

Raguel se revuelve en su asiento y Remiel se vuelve a Gabriel.

—Tú convives también bastante con ellos, ¿es eso tan... loco cómo suena?

Aziraphale mira a Gabriel un poco suplicante, con el corazón acelerado, porque sabe que... esto es una especie de momento clave. Si Gabriel llegara a decir que quizás es posible que un demonio tuviera cierto amor, todo su discurso tendría una poca más de credibilidad.

¿Se resarciría contigo por todo el mal que te ha hecho y todo el odio que te ha provocado?

Pues sin duda ayudaría. Azrael igualmente se ríe un poquito y mira a Gabriel divertido. Anda, anda dí que Belcebú está enamorada de ti...

—Bueno, es evidente que ellos... fueron ángeles una vez. Hace mucho, mucho tiempo.

—Ya no lo son —comenta Azrael.

—Exacto.

—¿Eso qué quiere decir? Pueden o no pueden querer... dicen por ahí que Belcebú está enamorada de ti...

Gabriel le sostiene la mirada intentando contener sus sentimientos y emociones otra vez. Hay algunos murmullitos en la sala, no vamos a negarlo.

—Parece que tú la conoces muy bien, alguien podría decir que tienes una relación muy cercana con ella —acusa Gabriel a Azrael en defensa propia.

Aziraphale mira su dedo y su anillo, tratando de calmarse y de recordarse a si mismo que su realidad con Crowley trasciende todo esto, sin importar que estos sean los seres celestiales más importantes del universo y sean ellos los que se ríen de ella...

—Quizás incluso amorosa y carnal como la de Aziraphale —agrega Azrael, presionando.

—Entonces explícanos tú —sigue Gabriel, discutiendo.

—¿Yo? Yo no tengo una relación así con un demonio —asegura Azrael.

—Pues tú eres el que parece saberlo todo sobre ella.

—¡No! ¡Eres tú el informado!

—Para nada, yo no sé nada de todo eso.

—Tú estabas hablando del amor de los demonios.

—Y ya te he dado mi opinión al respecto, pero si tú tienes una distinta... —hace un gesto señalando a todo el mundo.

—¿Cuál opinión?

—¿Estabas escuchándome o solo te interesaba esperar a que parara de hablar para echarme pullas?

—¡Solo has dicho que eran ángeles!

—Y no es mentira.

—Eh, eh... chicos —Raguel levanta las manos—. Quizás deberíamos continuar con el principado en vez de pelear.

Gabriel le mira y suspira. Asintiendo. Aziraphale odia un poco a Raguel, sinceramente... ¡ya le habían olvidado!

Ya, ya... ya sabemos que odias a todos los ángeles.

—Bueno... ¿y qué hizo el demonio... este para que creyeras que te ama? —pregunta Remiel.

Pues solo los odia porque... ¡por razones obvias! Aziraphale cambia el peso de pie, tragando saliva otra vez.

—Él... me salvó la vida en muchas ocasiones, y... ha sido un buen rival desde el principio de los tiempos y... ha sido solidario conmigo, dulce... amable y afectuoso. Lo que ha hecho es quererme, en las... buenas y en las malas.

La verdad, es que oooooootra vez los cuchicheos.

—Ya sé que creen que lo que yo digo es ridículo, y evidentemente falso... y que piensan que soy sumamente inocente por creer que lo que el demonio Crowley realmente me quiere. Pero soy yo el que ha pasado seis mil años en la tierra con él, no ustedes y...

—Lo que pasa es que eso no nos sirve para protegernos —explica Remiel—. Si acaso pretenden venir a hacernos eso. Aunque si tienen que estar seis mil años para lograrlo, tenemos tiempo.

Aziraphale se humedece los labios, mirando a Remiel.

—Ninguno de ellos va a lograr nada si ustedes realmente no quieren... —agrega.

Gabriel no está de acuerdo. (Belcebú le mira un poco desconsolada con esa declaración.) ¡Pues es que él no quería!

Puedes compartir tu experiencia en tu grupo de apoyo si quieres.

¿Qué bloody grupo de apoyo?

Pues este en el que estás...

Esto es cualquier cosa menos un bloody grupo de apoyo.

—Tenemos todo lo necesario para alejar a un demonio si queremos y para decirle que no si realmente no nos apetece o no nos gusta lo que hacen. Ciertamente no veo cómo puedan hacernos caer accidentalmente de esa manera. Yo... yo estoy con Crowley porque quiero.

—¿Estás diciendo que estas pecando carnalmente con un demonio... porque quieres? —protesta Uriel, mirándole fijamente.

¿¡En serio?! Aziraphale le mira y se le acelera el corazón de nuevo. Este... es el quid de la cuestión.

—N-No estoy pecando. E-Estoy con él porque quiero —responde con voz casi ahogada.

—Y por lo visto tu voluntad es más fuerte que los designios divinos —protesta Gabriel, pues es que no creas que no le indigna a él también.

—Dios sabe que no hay ningún pecado en lo que hago —cierra los ojos negando con la cabeza.

—A lo mejor podrías explicarnos a todos como es que ella sabe eso para que podamos entender también.

No quiereeeeeeeeeee. Aziraphale mira a Gabriel con ojos suplicantes.

—P-Preferiría no tener que decirlo.

Él le FULMINA

I'm sorry... —agrega bajando la cabeza.

Lo que pasa es que... eso significa que SÍ hay algo. Algo que no le ha dicho.

Algo que no te va a gustar, ni vas a hacer, ni vas a considerar válido.

Pero eso no lo sabe

Ya... ya. Ya.

—¿Por qué no quieres decirlo? Estás en el cielo, Aziraphale, estás entre amigos... —asegura Sariel dulcemente—. Nadie va a juzgarte.

¡JA!

Además está todo TODO el mundo súper interesado.

—Es inútil, cualquier cosa que diga solo será un parche para ocultar la verdad. Dirá que le quiere de vuelta, que Adán y Eva o cualquier cosa parecida que en realidad no justifica nada y hasta él lo sabe —suelta Uriel irritada, que sigue enfadada con él y que además leyó los reportes de Sandalphon.

—Yo creo que estamos perdiendo el tiempo con un ángel que está prácticamente caído, en vez de estar ocupándonos en planear una estrategia para atacar al infierno —asiente Azrael, que además se lleva bien con Uriel y se sabe bien la historia de las moscas.

—Esto tiene que ver con defendernos si acaso llegara a pasar. Ambos han estado en el infierno y coinciden en que estos son los planes de los demonios. Debemos estar preparados a los intentos al menos —responde Remiel, nervioso.

—Pues él no parece tener ni la más mínima idea de cómo defenderse... —asegura Sariel.

—Pero sí sabemos qué es lo que intentan, quizás sería bueno que nos explicaran exactamente qué cosas pueden intentar —Azrael replica, la verdad, igual de nervioso que Remiel.

Gabriel mira a Azrael de reojo, porque ese tonito... Aziraphale mira a la puerta deseando irse.

—¿Y qué crees que debiera contarnos? —pregunta Raguel.

—Pues considerando que ella es la única que ha tenido relaciones carnales con un demonio... puede contárnoslo todo, desde cómo es que cedió a la tentación y al pecado hasta qué tan difícil es no ceder. ¡Ella lo sabe todo! Ah, y Gabriel, que al parecer ha hecho investigación al respecto.

—¿Disculpa? —protesta el susodicho.

—Pues tú has dicho que has hecho investigaciones al respecto... —Azrael levanta las manos inocentemente—. Por favor, no estés a la defensiva, no te estoy acusando de hacer realmente investigaciones con un demonio.

Gabriel carraspea un poco porque sí habia sonado a eso, habiendo olvidado por un instante la... investigación.

—Aunque si has hecho algún otro tipo de investigación puedes contarnos.

Le fulmina y Azrael le sonríe.

—Aziraphale... puedes retirarte —responde tan retador—. Gracias por tu testimonio.

Halaaaaaaa. Aziraphale... es que no acaba de decir retirarte cuando ya ha salido por la puerta. La verdad, con ganas de bajar del cielo y hacerse bolita en la cama de Crowley.

Ya... ya. Le prometimos un baño.

Supongo que... eventualmente. Pero ella no sabe cuan eventualmente es eso... ni siquiera sabe si volverá a verle.

Y yo sé que siempre es una chillona, pero... se mete a la oficina de Miguel, cierra la puerta y se sienta en su escritorio tapándose la cara y sollozando un poquito porque... Es el hazmerreír del cielo. Ni siquiera solo de sus compañeros, sino de todo el mundo importante en el cielo y... no es tan fácil serlo. Y Gabriel parece haberse enfadado con ella de nuevo, con los ojos que le estaba echando y les ha dicho... por Dios, lo que les ha dicho.

De hecho no se ha enfadado contigo más que porque hay algo que no le dices.

Pues... si se lo preguntas en privado quizás... Ugh. De verdad no te lo dice por algo.

Eso puede pasar. Pero es otra historia y será contada en otra ocasión.

Seh. Por ahora... dejémosla estresada a ella sola, que lloriquee todo lo que quiera. Solo faltaría que no la dejáramos lloriquear.