Aamón se humedece los labios sin querer contarles que tardó... Bueno, necesitó todos los años que necesitó antes de lograr acostarse con él. Ni tampoco que... o sea, la historia de la descorporización siempre le ha parecido... Nadie se enteró en ese momento. Nadie importante. Y aunque hacer estallar de la rabia al Arcángel de la paciencia solo por perder al Backgamon tenía su parte atractiva... no la tenía morir por eso.
—¿Qué? —presiona Belcebú.
—Nada... solo pensaba.
—¿En cómo te lo tiraste? ¿O... En que te descorporizó? —pregunta sonriendo de lado, recordando lo que ha dicho Mammón.
—¿Q-Qué? —se sonroja.
—Así que es cierto...
—¿Cierto?
—Que te descorporizó.
—No —frunce el ceño.
—Oh...
—Es cierto que me lo tiré, era mi única intención y la idea era que no supiera lo que estaba haciendo.
—¿Y cómo lo conseguiste?
Se echa para atrás en su asiento, cruzando una pierna sobre la otra.
—Ajá...
—Pues ¿cómo lo conseguiste tú, niña? Yendo ahí y haciéndolo.
—Pero sí que sabía lo que hacía... él.
—Bueno, pues en mi caso, no.
Belcebú entrecierra los ojos y le mira porque tampoco le ha hecho mucha gracia este asunto del "niña".
—Como sea, no parece haber funcionado todo tan bien.
—¿Por?
—Te lo habrás tirado una vez y después se habrá dado cuenta...
—No, claro que no. No sabía lo que era eso, no sabía que era pecado y no lo sintió como tal.
—¿Pero cómo no iba a saberlo? ¿Es que no estuvo en Sodoma y Gomorra? —pregunta Crowley.
—Vamos, es que... yo entiendo que sean ángeles y no entiendan cosas obvias y básicas —Belcebú asiente al comentario de Crowley—, pero esto es demasiado obvio.
—¡No fue como en Sodoma y Gomorra! —protesta.
—¿Entonces cómo fue? —Belcebú inclina la cabeza con esa protesta.
—Oh... —responde Crowley sin poder evitarlo, entendiendo y luego se lleva las manos a la boca.
—Ohh ¿qué? —Belcebú le mira—. ¿¡Están diciendo que fue todo suavecito y ridículo?! —como si tú no quisieras que fuera suavecito y ridículo...
—What? No. Está diciendo que él... se hizo mujer.
Belcebú se sonroja por haberlo pensado.
—Ooohhhh... oh... —mira a Aamón—. Ah, vaya... ya... eso.
—No fue... fue solo por... esto —Ojos en blanco de Aamón.
—¿Solo por hacerlo? Ya... ya.
—Pues porque lo de Sodoma y Gomorra estaba claro.
—Pero se parece lo bastante... ¿No?
Aamón la mira con cara de circunstancias.
—No. Imagina esto... —toma algo de encima de la mesa y se lo guarda en un bolsillo. Belcebú le mira sin entender.
—No me robes mis cosas... —que nos conocemos.
Saca una moneda y se la deja en la mesa. Belcebú la mira y él le medio sonríe.
—¿Me acabas de comprar algo?
—Es un pequeño gesto... pero es lo mismo.
—Mmmm... ¿una cosa a cambio de la otra?
—Entre un hurto y un negocio. Un pecado y una actividad normal.
—Ohhh... —piensa en ese asunto de ella pidiéndole a Gabriel que se casen... es ESA misma diferencia. Crowley carraspea un poco porque... bueno...
—S-Supongo que hay formas de hacer que no fuera algo... ilícito.
—No. Hay formas de hacerle creer que no es ilícito a un ángel inocentón.
—Ohh... solo hacerle creer. ¿Cómo cuáles?
—Pues las sutiles diferencias entre poner una moneda o no.
—Pero como cuales en este tema concreto.
—¡Cualesquiera! —protesta sonrojándose porque la idea era que si se querían no era pecado.
—¡Que me digas eso no es útil! —Belcebú frunce un poco el ceño.
—Pues yo qué sé, ¡tú caso no es el mío!
—¡Pero también es un Arcángel!
—Además... ¿Ahora resulta que quieres tirártelo más veces?
—Pues claro que quiero tirármelo más veces. Tiene una placentera y grande verga, ¿por qué no querría? —suelta tan cínica, intentando sinceramente no sonrojarse porque... no es por su placentera y grande verga que quiere hacerlo.
—Suenas enamorada.
—What the fuck! ¡Claro que no estoy enamorada! —chilla bastante histérica.
—Más confirmación para mis sospechas
—¿¡Cuál bloody confirmación de mierda?! Yo no puedo enamorarme, somos demonios, ¡los demonios no se enamoran!
—Pues no es lo que parece.
—¿En qué mierda te parece eso? No tienes ni idea —le mira, frunciendo el ceño.
—Mira, yo me lo saqué de encima después de usarlo. No sirven de nada una vez logras eso.
Belcebú mira de reojo a Crowley, que está intentando volverse uno con su silla.
—Pues no he terminado de usarlo, no veo por qué no pueda usarlo en repetidas ocasiones si sirve para eso.
—No lo hacen tan bien.
Belcebú se humedece los labios y vuelve a mirar a Crowley de reojo que... está pensando en las ventajas de tener dedos. O sea, no los tiene al ser una serpiente y están muy bien... mira cómo se doblan por los nudillos y se desdoblan.
—¿T-Te lo tiraste una vez y luego... te lo sacaste de encima? —¡no seas mentiroso, Aamón!
—Exacto.
—Él no desechó al suyo después de eso —Belcebú acusa a Crowley solo para no decir que lla tampoco.
—W-What? —Crowley se sonroja y Aamón los fulmina con muy poca paciencia y especialmente ardido, porque claro, los dos tan perfectamente felices que dan asco.
—¿Y q-qué hiciste para desecharle? —pregunta Belcebú con esa mirada de Aamón, aclarándose la garganta y pensando un poco ansiosa y preocupadamente que ELLA no podría desechar a Gabriel ni aunque quisiera.
Aamón se humedece los labios y no responde.
—E-Es decir... ¿No es él el que...? ¿No te amenazaba él c-con dejarte de hablar con frecuencia? —pregunta Belcebú bastante interesada en este asunto.
—Eso... no funcionaba conmigo.
—¿Por qué no? —pregunta Belcebú VOLVIENDO a mirar a Crowley de reojo pensando que quizás... el Arcángel no le había demostrado ese asunto asquerosamente embriagador que tenía el amor, que le hacía que le latiera el corazón al triple de velocidad y que le sudaran las manos solo de pensar en no volver a sentirlo.
Crowley entrecierra los ojos con eso empezando a pensar que va de farol OBVIAMENTE. Ahí va Belcebú a mirar a Aamón otra vez.
—¿Por qué no? —insiste Belcebú frunciendo el ceño
—Porque no funcionaba así él. Él era el que había decidido venir a hablar conmigo para mejorar las relaciones entre cielo e infierno. Si no quería volver a hablarme pues... allá él —se encoge de hombros.
—P-Pero igualmente los ángeles hacen eso de... E-Es decir... y-y... ¿qué? ¿Solo dejó de... volver a hablarte y ya?
—Literalmente.
—Y n-no le... no te... —Belcebú parpadea.
—No, claro que no.
—Yo tampoco —siente la necesidad de añadir Crowley.
Belcebú se revuelve pensando en TODO lo que ha hecho ella y sonrojándose. Aamón mira a Crowley y este carraspea.
—Yo dejé de hablarme con él por un siglo.
—¡Pero has dicho que el vino a buscarte otra vez! —protesta Belcebú, nerviosa pensando en un siglo sin hablar con Gabriel y sintiendo la posibilidad como... aplastante—. Y seguramente él... el... el tuyo. En algún punto te buscó o algo así —insiste para Aamón.
—Ah, sí, claro —sigue Crowley—. No hacía más que ponerse en problemas con los nazis para llamar mi atención.
Belcebú mira a Aamón, aún bastante preocupada.
—No. ¿Para qué? —responde Aamón y Crowley traga saliva.
—¿¡No te... me estás diciendo que un día simplemente dejó de buscarte para siempre y... y-y ya?! —pregunta Belcebú mirando a Aamón.
—No ha vuelto a bajar. Al menos al infierno.
Belcebú se echa atrás en su enorme silla, subiendo los pies y haciéndose un poco bolita. Ya... ya había pensado en esto como posibilidad.
—Pero no parecía del todo molesto con la idea de volver a verte... en la tierra —sigue Crowley.
Aamón le mira como si tuviera tres cabezas. Aunque eso podría ser algo normal, así que vamos a decir una aureola.
—¿C-Cuánto ha pasado de esto? —pregunta Belcebú
—¿Qué... qué? —Aamón le hace un gesto a Belcebú para que se calle
Crowley traga saliva y mira a Belcebú, sí claro, a él le da igual... Belcebú frunce el ceño y espera a ver qué dice Crowley, que se encoge de hombros.
—A lo mejor a cambio de algunos detalles más...
Aamón frunce el ceño.
—Tendrías que verle... —susurra Belcebú.
Aamón mira a Belcebú con eso, ella se humedece los labios y no le mira, mira su escritorio, bajando los pies y tomando unos papeles de por ahí, desorganizándolos de manera distinta a lo desorganizados que están.
—Quizás para vengarte, o por fucking curiosidad, o... para encontrar bloody respuestas. Yo qué sé. Ningún ángel debería tener el poder de hacer eso... —agrega.
Aamón frunce el ceño sin entender porque Belcebú querría que... se viera con Raguel.
—De hecho, si se largó así... merecía... fucking caer —sigue ella un poco más pasionalmente de lo que debería.
—¿Caer?
—Y-Yes.
—¿Caer por... irse al cielo y no volver?
—Yes —asegura ella bastante tajante.
—¿Eso querrías para Gabriel?
Belcebú traga saliva, nerviosa. Si Gabriel se largará para siempre y dejará de quererla así... seguramente merecería caer.
—Si dejara de hablarte... querrías que cayera y le tuviéramos aquí entre los nuestros.
—Haciendo un drama —añade Crowley
—Le mandaría al rio de azufre hirviendo para toda la eternidad, sí.
—Nah —niega Aamón—. A mí no importaba lo suficiente para tener tanto rencor.
Belcebú le mira, incomoda. Crowley traga saliva porque ni aun en los peores momentos que Aziraphale le sacaba de quicio, que los había. Y constantes. Quisiera mandarlo al puto río de azufre al que todos le tenían tanta fe.
—Quizás, entonces, sea mejor que no le veas —determina Belcebú, cruzándose de brazos y preguntándose si de verdad Gabriel sería capaz de largársele y no quererle ni un poquito como para no volver en miles de años.
—N-Nunca dije que quisiera hacerlo. O no hacerlo —se revuelve
—¿Por qué querrías? —responde ella que ha propuesto que le fuera a ver porque ella, pese a todo, está segura de que saltaría a la primera oportunidad.
—No lo sé, si él tiene interés después de todo este tiempo... Podría... solo es curiosidad.
—¡Es justo lo que yo decía!
—La diferencia es que si no voy... tampoco pasa nada —miente con el corazón acelerado.
—¿Te quería? —pregunta Belcebú sin creerle, frunciendo el ceño.
—¿Q-Qué? —Esa pregunta le toma con la guardia baja.
—¿Lo hacía o no?
—¿C-Cómo voy a...? Sí.
—Entonces vete a otro con esa mierda de que no pasa puto nada si no vas —protesta Belcebú.
—Pero yo no le quería de vuelta.
—Le diré eso la próxima vez que le vea, entonces —Belcebú hace los ojos en blanco.
—¿A quién? ¿A Gabriel? No podría importarme menos lo que le digas.
—Al arcángel ese tuyo, a Raguel.
—¿Y? ¿Crees que eso va a cambiar algo? No. Tampoco me importa.
Belcebú hace los ojos en blanco.
—Ehm... —vacila Crowley—. No me malinterpretéis, me encanta esta fiesta de la pasivo-agresividad, los corazones rotos y la competencia sobre quien es más desalmado. Es una forma fantástica pasar la velada, pero...
Belcebú se gira a mirarle, frunciendo el ceño. Aamón pone los ojos en blanco con lo de los corazones rotos.
—¿Tienes algún bloody mejor lugar al que ir?
—Ah... bueno, el caso es que...
—What?
—N-No.
—¿Tú vas a contarnos algo más o te vuelves al calabozo? —pregunta Belcebú a Aamón repentinamente de mal humor porque nada de esto la ayuda. Al contrario, si algo, la pone más ansiosa.
—Pues... Sí —decide de repente, porque no quiere volver al calabozo si Raguel planea bajar a la tierra próximamente.
—Bien —Belcebú le mira a los ojos.
Aamón mira alrededor porque lo que necesita es una forma de salir de aquí. La que sea. Está seguro que por mucho que le cuente lo mandará de nuevo al calabozo al terminar, así que lo que necesita es contarle cosas para hacer tiempo para encontrar una salida.
—¿Buscas algo?
—No —¡a mira fijamente a los ojos. Podría hacer un exorcismo. Los descorporizaría a los tres y en la confusión podría darles esquinazo.
Podrías decir que quieres ir a verle.
—¿Entonces? ¿Qué vas a contar?
¡No va a rogarle! Eso no va a servir.
Belcebú mira su reloj porque... ahora quiere ir a buscar a Gabriel y si no va a contarle nada muy...
—Unos... días más tarde... —cortinita de estrellas
¿Ajá? No sé cómo le avisó que ya estaba con cuerpo... ¿vamos a asumir que baja ya sabiéndolo?
Pues le mandó una palomita o algo. Le mandó a chibiGabriel.
Raguel baja, esta vez sin flores... porque ningunas flores compensan lo que ha hecho... Túnica blanca, lisa y cara de suma preocupación. Vacila en cuanto le ve, sonriendo un poco.
Aamón siente que vuelve a estar de buen humor por primera vez en toda la semana al verle.
—Oh, por Dios. Al fin!
Aun se siente mejor con eso. Abre los brazos para ir a abrazarle y el ángel le LLENA de amor nada más tocarle apretándole en el abrazo. Aamón le aprieta contra sí.
—Lo siento mucho...
—No ha pasado nada, mira ¡ya vuelvo a ser yo! —lo levanta de la cintura y le hace dar una vuelta. Raguel se ríe dejándole hacer.
—Menos mal, ¡te echaba de menos! —asegura sinceramente yendo a besarle.
Aamón le besa de vuelta.
A estas alturas ya hemos dejado los besos castos y suavecitos atrás, dando paso a unos cómodos buenos besos lo bastante intensos como para empalmarle con extrema facilidad.
Alaaaaa ¿no eras un ángel?
Lo es, pero ni lo asocia con algo propiamente malo. Solo es una reacción del cuerpo a querer a alguien tan intensamente al menos como él quiere a Aamón.
Mira qué bonito.
No le vas a hacer sentir culpable por esto, y aún menos ahora... ¡es un mal día!
Nah, si está muy feliz de verle... Ehm... también.
Al fin, Raguel se separa del beso sonriendo, con los labios hinchaditos. Aamón le mira con ojos de amor.
—Creo que no vamos a volver a jugar nada nunca jamás... —Raguel recarga su mejilla contra la de Aamón.
—Qué exagerado.
Raguel de ríe.
—Al menos hoy, no lo he traído... ¿ya me has perdonado?
—De hecho tengo un juego nuevo.
—Pero ya sabes cómo me pongo...
—Creo que en este podrías ganar tú —sonríe, el ángel le mira con sospecha—. Es más de habilidad física y menos se pensar —se encoge de hombros.
—¿Qué insinúas? —Raguel frunce el ceño.
—Nada, nada... Así es el juego —levanta las manos.
—Acabas de decir que no se pensar.
—Acabo de decir que eres más atlético que yo.
—Bueno, ¿en qué consiste?
—Ah, ¿sí quieres jugarlo?
—Pues... quiero saber de qué va.
—¿Sabes cuándo nos damos besos que no son... en la boca? —se humedece los labios, se sonroja un poco tomando aire.
—A ti te gustan mucho —Raguel asiente, sonriendo un poco.
—E-Ehm... S-Sí, b-bueno... —Se sonroja más. El ángel le acaricia la mejilla, mirándole a los ojos—. ¿Recuerdas que... h-habíamos probado una vez... de... hacerlo a... la vez?
—Dar y recibir besos en otras partes a la vez... si —asiente—, luego dijimos que no era tan necesario porque no hay prisa...
—Sí, bueno, esto es... parecido. Es a la... vez. Pero no es con la boca.
—¿Entonces? —Raguel inclina la cabeza
—Es con... es... bueno. Con la misma... parte
—¿Cuál misma parte? —pregunta sin terminar de entender.
—Pues en vez de uno con la boca y otro... los dos... con lo otro.
El ángel parpadea un poco.
—Aunque si no quieres pues no hace falta —gira la cara, súper nervioso.
—No, no digo que no quiera, es que... no acabo de entender... —Raguel se humedece los labios.
—E-Es más fácil si... es... o sea...
—Por qué no lo hacemos en vez de que me expliques tanto... si tú quieres hacer es lo mínimo que después de lo que te hice...
El demonio se sonroja más aun y él le da un besito en los labios. Lo vas a hacer explotar antes de empezar
—Lo que quieras hacer, lo hacemos, mi vida.
Aamón asiente suavemente, avergonzado. Raguel le acaricia la mejilla otra vez y le da un besito en ella y otro en el cuello. Él se mueve un poco porque le hace cosquillas.
—Estás... queriéndome... Me gusta sentirlo.
Se sonroja más, porque... sí. Uhh. El ángel le abraza de la cintura.
—U-Un poco... —confiesa.
—¿Qué quieres que haga? —Sonríe.
—Y-Yo... voy a... —traga saliva y chasquea los dedos, solo cambiando lo que hay entre sus piernas
—¿A qué? —es que... vas como trescientas vueltas adelante que él.
—A prepararme mejor. No te preocupes.
—¿Prepararte cómo? —pregunta con suavidad, sonriendo de lado.
Le toma de la mano y hace que la ponga en... sus regiones vitales.
—Oh... pero... ¿qué te ha pasado? —tan preocupado.
—Nada... es... como si fuera una boca.
—¿U-Una boca? ¿Ahí abajo? —levanta las cejas tan inocente.
—Exacto.
—Eso es un poco demoníaco...
—Sí, las mujeres pueden ser horribles.
Raguel inclina la cabeza otra vez, en serio... vas quinientos pasos adelante que él. Aamón le sonríe un poco nervioso.
—¿Mujeres?
—No te preocupes por eso.
—Pero no sé si entiendo lo que dices...
—No pasa nada.
—¿Estás bien? Es lo que quiero.
—Sí, sí... —carraspea.
—¿Qué quieres que haga,
—Ehm... vamos a ir a... —mira la cama en el cuarto en el que están, nervioso—. Vamos a empezar como... s-siempre.
—Sí, sí... Estás nervioso.
—Ehm... sí —le sonríe otra vez.
—¿Por? —pregunta acariciándole un poco el pecho y mirándole a los ojos.
—Es algo... diferente.
—¿Diferente malo?
Aamón traga saliva porque... qué tal que... cae. Qué tal que le hace caer.
—¿Vas a lastimarme? —pregunta con suavidad, realmente sin pensarlo—. Nah... Nunca lo haces.
—¿Qué pasaría si...?
—¿Si qué? —Le acaricia la espalda y le besa la mejilla.
—Nada. Si nada —le mira a los ojos pensando que no. No va a caer. Ella... No hay ninguna Ella. Ella es un ángel más cualquiera con muchas ínfulas. Raguel no va a escribirlo y ella no va a saber nada. No va a caer.
—Estás frunciendo el ceño y estás demasiado preocupado por algo... —mano al pecho. Le transmite más afecto del que de por si ya le imprime al tacto—. Está todo bien... no voy a hacerte daño otra vez.
—Qué tal si te doy un beso... con mi nueva boca.
—Quiero todos los besos que me des con todas tus bocas... —sonríe —. Te miraré con todos mis ojos.
—Desnúdate.
—¿Del... todo? —Levanta las cejas, porque eso así así... es nuevo.
—Sí.
—Eso no lo hemos hecho antes, siempre lo haces tu con besos...
—Ya lo sé, pero... es diferente.
—¿Tú también vas a quitarte la ropa?
—Ehm... B-Bueno.
—¿No quieres?
—Es que yo... me veré raro.
Raguel sonríe de lado y le mira a los ojos
—¿Tú crees que yo no? Ya hemos tenido esta discusión sobre cuándo fue la última vez que estuve desnudo... —levanta una mano... y chasquea los dedos, desnudándoles a ambos. Claro, Raguel, muy inocente tú.
Aamón se cubre con las manos porque ¡no es eso por lo que se lo va a ver!
—¿Qué?
—N-Nada.
El otro además está bastante empalmadito el muy cínico, completamente desvergonzado.
—Te ves bien —asegura el demonio.
—¿Crees? Siempre he pensado que quizás debí elegir un mejor cuerpo.
Niega.
—Es igual, es el... cuerpo humano. Creo que te caería bien aún en mi forma de ángel —se ríe un poco.
—A mí me... no me caes bien.
—¡Qué voy a no caerte bien! —Raguel se ríe más.
—Tú no me caes bien, yo a ti te quiero.
Raguel parpadea, y le mira a los ojos con esa declaración.
—No pensé que una fuera excluyente de la otra... —le pone una mano en el pecho.
—Una es... más que la otra.
—Yo también te quiero —Raguel sonríe sinceramente.
Aamón deja de cubrirse ahí abajo y se tapa la cara con las manos. Raguel se ríe un poquito porque... ¡mira que mono es! abrazándole.
—¿Estás bieeeeen?
Él... Ella asiente sin destaparse la cara. El ángel le da un beso sobre las manos haciendo que ella le mire entre los dedos.
—Mejor dame besos.
Aamón se destapa la cara y traga saliva.
—¿Es algo con el cuerpo nuevo que te preocupa? No sé porque hoy estas tan asustado —le pone una mano en cada mejilla
—No estoy asustado.
—Pareces asustado —sonríe.
—No... No —miente
—Se supone que el asustado era yo.
Le mira con cara de... la ignorancia es una bendición.
—Yo temía que... estuvieras ahora enfadado conmigo, o... me temieras de alguna manera. Y mira qué bien está todo —le vuelve a vaciar afecto a través de las manos, ella le sonríe porque...— No hay nada que temer, estamos aquí tú y yo, todo está bien —le abraza del todo, cerrando los ojos.
Ella le abraza de vuelta, relajándose. Raguel le aprieta contra sí, acariciándole la espalda.
—Gracias por seguirme queriendo pese a todo.
—Pues no es algo que pueda elegir.
—¿Cómo no? Podrías... al menos querer dejar de hacerlo. ¿Quisieras?
—Nah.
—Entonces déjame darte las gracias por seguir queriendo... —Raguel se ríe.
—Vale, vale.
Raguel le hunde la nariz en el cuello, otra vez bastante conforme con quedarse ahí, disfrutando el amor en general y la cercanía
Aamón le acaricia la espalda y le guía un poco hacia la cama, a donde se deja llevar tan tranquilito como corderito al matadero.
Que feo suena esoooooo.
Le besa y le echa sobre ella. Pues no sabe lo que vas a hacerle, pero él... esta feliz. Se ríe, porque Aamón hoy parece especialmente torpe y nervioso, pero igualmente le echaba de menos. Los abrazos y los besos y no deja de sentirse culpable por haberle descorporizado.
Así que si esta vez, quería más besos, iba a dárselos. Si quería que le besara entero, iba a besarle entero.
Lo que quiere es besarle hasta que esté completamente feliz, puede que le ayude un poco con la mano.
Eso... lo de la mano le distrae un poco. No tarda mucho en estar a punto.
—¿Q-Qué... ha-haces?
—Prepararte.
—¿P-Para qué?
—Para meter...lo dentro, si no está duro no... Es un poco más complicado que con la boca.
—¿Meterlo? —lo mira, descolocado y luego a Aamón.
—Pues en la... otra boca.
—Ohh... si es difícil no tienes que hacerlo. Tú no tienes que hacer nada, debería hacerlo yo.
—Shhh... shhh... quiero hacerlo, ¿vale? Lo bueno es que no tienes que avisarme para que me aparte antes.
—¿N-No? Pero... no. Espera... eres tú el que debería... estar así y yo hacer que tú te sintieras bien.
—Si esto sale bien... me sentiré bien también, a la vez.
Parpadea y yo te recomiendo que lo hagas antes de...
—Vamos, calma, déjame probar —se le sube encima, él le pone las manos en la cintura.
—¿Seguro que te va a gustar? ¿Cómo sabes?
Y ahí va Aamón a meter... A en B sin responder. Raguel arquea un poco la espalda, sintiéndose repentinamente del todo rodeado por un calor y humedad... Ehm... indescriptibles.
También el demonio al sentirle dentro, echando atrás la cabeza. Las caderas de Raguel se mueven instintivamente.
—A-A-Aamón...
Y con él el demonio, apoyándosele en el pecho para mantener el equilibrio al moverse... Esto NO se parece a un beso.
—A-A-Aamón...
—Oh, Dios mío...
—N-No me... a-ah!—intenta protestar, pero...
Ni siquiera está llamándole a él propiamente pero... sigue haciendo sonidos guturales.
Ah, ahora no le llama a él.
Sí hombre, sí.
Raguel cierra los ojos, porque esta es una sensación extraña e intensa. Le transfiere amor a Aamón con toda la piel como... puede.
Aamón casi le da palmas y la verdad es que demasiado pronto es que...
—A-Aamón... v-voy...
—¡Hazlo!
Lo hace, dejándose llevar del todo. Más gritos de la demonio hasta saca las alas moteadas de búho, cosa que nunca había hecho con Raguel, que le medio mira hacer sin dejar de... hacerle sentir amor.
Las mueve, arriba y abajo, para ayudarse a moverse, tirando la mitad de las cosas del cuarto.
El ángel le deja, algo impresionado con todo esto, sin saber que hacer o como... hacerle sentir mejor o algo. Se está sintiendo perfectamente bien, créenos.
Raguel le sonríe un poco pensando que así, con las alas fuera, se ve impresionante. Le mira, levantando la barbilla.
—T-Te quiero... —susurra casi sin voz.
—Y yo a ti —se echa adelante otra vez.
El ángel le toca el ala con una mano y ella se sonroja un poco, girando la cara hacia la mano. Le mete un poquito los dedos entre las plumas.
—E-Esto no se parece a... un beso...
—Me... habían prometido que sí—se vuelve a él.
Le busca un beso, ella se lo da.
—Te ves espectacular con esas alas... negras y blancas —susurra al separarse.
—N-No las... habías visto —se sonroja, escondiéndolas de nuevo.
—Nooooo
Se sonroja más.
—Quiero verlas.
Vuelve a sacarlas, tímidamente.
—Extiéndelas.
Lo hace y vuelve a tirar algo que había sospechosamente sobrevivido. Raguel sonríe.
—Uy!
—Yo creo que son más grandes que las mías... y de colores —comenta el ángel mirando los matices de marrón oscuro y negro con puntos blancos y rojizos.
—De... B-Búho.
—Son suaves y... preciosas—las acaricia.
—Pensé que te pondrían nervioso.
—Nada tuyo me lo pone...
—Salvo el backgamon —sonríe. Raguel aprieta los ojos y ella se ríe.
—Tienes razón.
—Venga, solo te estoy molestando.
—Lo he anotado en el libro.
—No debiste.
—Es una falta... lastimar a alguien a quien amo
—No sucedió nada, no creo que ni lo notaran.
—Gracias a Dios —le toca la cara —. ¿Te ha gustado esto?
—S-Sí.
—A mí también —sonríe estirándose un poco.
—¿Sí? ¿Más que con la boca?
—No sé, me gusta cómo te sientes y como me siento cuando estamos así, cerca —Se encoge de hombros. Ella le sonríe—. No quisieras, a veces...
—¿Eh?
—Solo ser tú y yo sin cielo ni infierno...
La demonio parpadea un poco y... asiente.
—Ser Raguel y Aamón...
—¿Y qué quisieras ser en esa... vida?
—¿Un humano? Eso sería... extraño —Se encoge de hombros.
—¿Por?
—¿Imaginas ser mortal y propenso a... todas las cosas que les pasan?
—Moriríamos...
—Eso no me gustaría.
—Creo que a ellos tampoco.
—Ya, ya lo sé... creo de hecho que no debería estar pensando esto —Se encoge de hombros.
—Pero... por otro lado no tendrías que apuntar nada.
—Alguna otra tendría que hacer, pero no, no sería necesariamente revisar lo que hace la gente que quiero.
—Podrías ser alguacil.
—No me intentes hacer odiar el trabajo que nuestra señora me dio —suspira y ella de ríe—. ¡Aunque te rías!
—Pues es que es mi trabajo.
—Tú solo me haces pensar... quizás cosas que no debería.
—¿Porque no ibas a deber pensar algo?
—No creo que a Nuestra Señora le gusten.
—No crees que si ella fuera tan omnipotente y realmente no le gustaran... ¿no haría que no los tuvieras?
—No va a hacer eso, no tendría yo libre albedrío.
—Igualmente no lo tienes, ya que si a ella no le gusta lo que piensas...
—Sí lo tengo, puedo pensar lo que quiera.
—Si puedes pensar lo que quieras no va a protestar.
—Puedo pensarlo. Pero hay cosas que hasta yo sé... que es extralimitarme un poco.
—¿Qué es lo más escandaloso que se te ocurre?
—¡No me preguntes esas cosas, que me haces pensarlas! —aprieta los ojos.
—Anda, cobarde.
—¡No Es por cobarde! —protesta un poco, aunque si lo es un poco.
—Solo dime que es lo peor que se te ocurre. ¿Quemar una iglesia? Matar a todos los Arcángeles? ¿Una... fiesta pagana?
—¿Por qué iba a querer quemar un templo? ¡No! Son... ideas más peligrosas que eso.
—¿Aja?
—Ideas sobre... nosotros.
—Oh, nosotros... ¿haciendo qué?
—Tú y yo. No somos tan distintos, por las que intento vernos diferentes —se sonroja un poco y gira la cara, apretando los ojos culpablemente
—¿Verme a mi como un ángel es lo más escandaloso que se te ocurre? ¿O te ves cómo un demonio?
—O-Olvídalo —Vacila tan nerviosito negando con la cabeza.
—Anda, cuéntame.
—No creo que seas... malo. No alcanzo a verte como un ente malo.
—¿¡Qué coño...?!
—¿Ahora tú vas a escandalizarte también?
—Pues soy el príncipe del infierno, ¿cómo vas a decir que no me ves como un ente malo?
—Pues... no lo hago —le acaricia la mejilla y le mira a los ojos.
—¡Pues es un error!
—Mmmmm...
—¡No puedes dudar eso!
—Tampoco creo que yo sea tan... bueno.
—Ah, ¿no? ¿Y qué crees que eres?
—Pues... no lo sé. Algo como tú.
—Un demonio.
—No, no me estás entendiendo. Tenemos esta idea de que... tú eres horrible y yo soy perfecto y ni uno ni lo otro.
—Yo nunca pensé que tú fueras perfecto.
—¿No? Pues...
—Ni por un solo segundo.
—Yo sí pensé que fueras... malo.
—Bueno, vosotros siempre tenéis prejuicios.
—Y no deberíamos. No somos tan buenos como deberíamos ser, ni yo tan justo.
—¿No?
—Eso me haces pensar... te mate, Aamón... ¿cómo puedo compararme con el resto?
—Porque fue un accidente.
—Creo que... Dios los ha juzgado muy duramente. A ti al menos...
—No, no lo creo.
—¿¡P-Perdona?! —levanta las cejas.
—Pues... si esto era lo que necesitaba para ser libre.
—¿Estás diciendo que yo no soy libre?
—Si no puedes ni pensar.
—¡Sí que puedo pensar!
—Dices que si piensas se va a enfadar.
—Si pienso cosas concretas podría enfadarse... pero no es que no pueda pensarlas.
—Hombre, si se va a enfadar...
—Pues como yo me puedo enfadar contigo si piensas algunas cosas... porque te quiero.
—¿Vas a dejar de pensar que soy bueno porque yo me enfado?
—¿Vas a intentar demostrarme que no lo eres... enfadándote?
—Uh! Eso sí es peligroso... Así que si Dios se enfada contigo por pensar algo... ¿es mala? Que interesante.
—No, no... no. Ugh. Las reglas no le aplican a ella, ¿vale?
—¡Anda que no!
—No lo hacen, ella... es Dios.
—Y es mala.
—No lo es, solo... Tú tampoco.
—¿Así que ahora la ira no es un pecado?
—Lo es, ¡pero cualquiera puede cometerlo! Yo lo he visto y confirmado.
—Tal vez sí que soy una mala influencia para ti —sonríe.
—No debería pensarlo —se le esconde en el cuello.
—Lo que no debería nadie es prohibirte pensar lo que quieras —le acaricia la espalda.
—Me lo prohíbo yo, no es ella. Pero es imposible no pensar, que al menos tú... no eres todo lo que deberías ser.
—Pues tampoco tú.
—Todos tienen mejores y mayores expectativas de mi... pero el cielo debería replantearse lo de ustedes.
—Tal vez cuando nos mezclamos... nos volvemos más humanos. Unos y otros.
—Tenemos que mezclarnos más, entonces.
La demonio sonríe.
—Quizás eso quiere ella... que nos acerquemos. Que nos... mezclemos hasta el punto en que ustedes dejen de ser todo lo malos que son y nosotros dejemos de guardar el amor solo para nosotros.
—Entonces no creo que le moleste que pienses esas cosas.
—Cada vez las pienso más... pero son ideas... revolucionarias y mal vistas.
—Pero la única opinión que importa es la de ella, ¿no?
—Ella no suele opinar de esto, tiene cosas más importantes de las cuales opinar... como de los humanos.
—Entonces no va a castigarte.
—Hmm... No lo sé. Yo solo estoy... intentado racionalizar esto hasta el punto en que... yo mismo me creo que quizás... está bien.
—Lo estás logrando.
—Se siente bien, todo el tiempo —Se muerde el labio.
Aamón le da un beso y Raguel sonríe un poco con eso.
—¿Tú también te sientes así todo el tiempo? Bien.
—Sí.
—No entiendo por qué nadie más me hace sentir... así —le acaricia la mejilla con la nariz.
—Nadie más es tú... Ehm... —se sonroja
—Mi...
—Pues... A-Amante. Pareja. Novio. Lo que sea, como lo quieras llamar —no le mira
—¿Cómo has dicho? —levanta las cejas porque estos términos son... nuevos.
—¿Cómo he dicho qué?
—¿Amante? ¿Pareja? —Se le separa a mirarle.
—¿N-No? —Se sonroja.
—No lo... no lo... había pensado.
Aamón le mira con cara de "¿Cómo no lo vas a haber pensado? Yo no he pensado otra cosa en los últimos puto cuarenta años".
—No había puesto un nombre a esto... porque una pareja es... como...
—O-O sea, solo es una palabra, no... Significa nada —es que hasta le detiene el corazón.
—Es... no... Bueno tú significas mucho. Eres mi...Mi... m-mi... no sé. ¿Yo soy tu pareja? ¿Tú novio? Lo del amante suena... pecaminoso.
—Pues lo lógico es que... lo que sea para ti seas tú para mí, esto es recíproco, ¿no?
—Sí. ¿Que implica las parejas?
—Pues... lo que... queramos.
—Eres especial y distinto. Pero eso implicaría... no sé si tú y yo pudiéramos ser pareja.
—¿Por qué no?
—Pues porque creo que... eso no está permitido. Como con los humanos. Ni engendrar.
—No es como que vayamos a engendrar nada.
—Pero las parejas... —niega con la cabeza.
—¿Aja?
—Hacen otras cosas malas. O no malas, pero cosas... que hacen las parejas que nosotros... no.
—¿Cómo qué?
—Pues cosas para engendrar, precisamente
—Ah... Ehm, bueno, pero... aparte de eso...
—Y esto no se parece en nada —no le mira.
—Oh... B-Bueno.
—¿O crees que sí? —vamos, que lo que ocurre es que Raguel no tien A.
—Ehm... t-tal vez no.
—Aunque solo siento por ti lo que siento... ¿Tú que piensas? —le mira a los ojos
—Que... E-Es el... amor lo que... define...
Le besa en los labios. Se calla, dejándole y carraspea frente a Belcebú.
—Con la cara que pones... —Belcebú levanta una ceja.
—What?
—Ya me imagino en que estás pensando con esa cara que pones.
—Lo único que digo es que hay maneras —se sonroja un poco y aparta la mirada.
—Claro que las hay, todos lo hacemos.
—¿Qué quieres de mi entonces, Belcebú?
Belcebú se humedece los labios porque aún no lo tiene claro, ella misma.
—¿No se han visto desde entonces ni has hecho eso desde entonces?
—Desde un poco más tarde, pero sí.
—¿Y estarías dispuesto a persuadirle otra vez?
—De hecho, te dije que lo haría en Halloween. No parecías muy interesada.
—En Hallow... ¡Oh! ¡Es verdad! ¡Tú no dijiste a Gabriel! No pensé que... ¡No entendía la seriedad con la que lo decías!
Levanta una ceja porque igual era un poco sarcástico entonces.
—¿O... no?
—Necesitaría salir de aquí para eso.
—Eso no es problema.
Aamón se levanta.
—Un momento —le detiene Crowley interrumpiendo a Belcebú que iba a detenerle también.
Aamón le mira con los ojos un poco en llamas de poca paciencia, ya casi estaba.
—¿Por qué... dejó de hablarte entonces?
Belcebú se tensa con esa pregunta. Aamón se humedece los labios
—¿Has hecho algo lo suficientemente gordo para que se largue Dos mil años al cielo? —añade ella.
—Por lo visto... —susurra Aamón.
—¿Qué?
—Pues por lo visto sí.
—Pregunto qué cosa es la que hiciste.
—Hablar con Miguel.
Belcebú parpadea y traga saliva.
—¿Ha-Hablar con... Miguel? —pregunta pensando que ella dejó inconsciente a Miguel, poseyó su cuerpo y se hizo pasar por ella en navidades. Eso es mucho peor que... hablar con Miguel
—Le dije que quería a Raguel como encargado de la comunicación con el infierno.
—¿Y qué? Yo he pedido lo mismo para Gabriel ahora que es la idiota de Miguel la que lo hace.
—Pero en ese momento no era para nada su tarea.
—¿Y qué? ¿Sintió que había perdido su d-dignidad?
—¿Dignidad?
—¡Yo qué sé! —se aclara la garganta porque eso se lo dijo Gabriel a ella.
—No... No lo sé. Nunca supe qué pasó con él, solo que Miguel dijo que eso no iba a pasar, que yo era una mala influencia y no dejaría a Raguel volver... lo cumplió.
—No podría impedirle a Gabriel hacer nada —Belcebú frunce el ceño.
—Ni tampoco a Raguel y aun así lo cumplió.
—Y nunca... nunca te busco o te escribió o te mando decir algo o... ¿¡nada?!
—No.
—P-Pero...
Crowley piensa que los Arcángeles son la cosa más cruel que hay en la creación.
—¿Ni siquiera se despidió? ¿O te dijo "no te vuelvo a hablar nunca más, demonio"?
—No.
—Bloody hell... ¿y tú no fuiste a buscarle?
Aamón gira la cara.
—Tuviste que ir alguna vez, a buscar al menos una explicación —es que a Belcebú se le NOTA la tensión.
—Nunca recibí ninguna, eso es lo que importa.
—Bloody hell, es que... ¡por Satanás! Como puede largarse así alguien!
—Pues así.
—¡Es horrible! ¡Dos mil años! —Belcebú se está imaginando algo parecido en su caso—. ¡Que asco! ¿Qué vas a hacer ahora?
—Aun no me creo que vaya a bajar, así que...
—¿Te ha dicho a ti algo? —Belcebú pregunta a Crowley.
—Yo solo le dije que... bueno, bajara un día si quería, no quedamos en nada.
—Sube por él —Belcebú mira a Aamón.
—No
—Es lo que yo hubiera hecho.
—Pero yo no voy a ir por él si él no quiere verme. Y menos después de todo este tiempo.
—Algún interés debe tener si no, no hubiera hablado de eso con él sabiendo quién es.
—Parecía interesado —asiente Crowley.
—Los ángeles son raros, Gabriel me ha dicho a mi también que no quiere volverme a ver y luego me ha buscado por teléfono.
—¿Por teléfono?
—Por mensajes... con otro nombre.
—No se podía hacer eso entonces.
—No... quizás si entonces se pudiera hacer algo hubiera hecho. ¿Qué puedes perder? Necesitas... volver con él. Es lo que has dicho que estás dispuesto a hacer, ¿no?
—¿Por qué tanto interés? —Aparta la mirada.
—Porque hasta ahora el único que lo hace es un bloody angelito regordete que tiene la peor reputación del cielo.
Crowley frunce el ceño con eso.
—¿Y? —pregunta Aamón.
—Y si es un bloody Arcángel el que también hace estas cosas y lo justifica, quizás... yo que sé.
—Mmmm...
—¿Quieres bloody salir de aquí o no?
—Está bien, está bien.
—Pero tienes que hacerlo bien.
—¿Qué significa eso?
—Pues tienes que conseguirlo.
—No sé lo que voy a conseguir, Belcebú.
—Pues tendrías que conseguir algo útil, Aamón. O intentarlo con bloody seriedad si no quieres volver a la celda.
—Claro —ojos en blanco.
—¡Aunque me pongas esa bloody cara! Vas a ir ahí arriba, vas a buscarle y vas a seducirle y a tirártelo otra vez.
Aamón la mira de reojo.
—Tienes treinta días.
—¿O si no? —levanta una ceja.
—¿Quieres hacer esto o no? —Belcebú hace los ojos en blanco.
—Sí.
—Entonces hazlo.
—Como sea...
—What?
—Que sí, que sí.
—Voy a estarte observando.
—No.
—Entonces voy a estarle observando a él —le mira—. Vete.
Aamón la mira unos instantes y finalmente se levanta. Belcebú mira a Crowley.
—Ve con él.
—¿Q-Qué?
—Me has oído. El Arcángel confía en ti y tú le has dado opciones.
—Sinceramente, mylord, yo no creo que el Arcángel realmente...
—¿Me estás diciendo que no vas a ayudarme? —le traspasa con la mirada.
Crowley se calla, se levanta y se va detrás.
Belcebú se muerde el labio... y no pasan muchos segundos antes de que suba a la tierra modo zombie a buscar a Gabriel.
Todos a lo mismo. Todos histéricos al ver a su ángel salvo Crowley que siempre le meten en líos que además él no quiere.
Pensamos que no iba a ir. La verdad Belcebú solo quería que se largara.
Pues no quiere, pero...
Está bien. Mejor. Aunque Aziraphale...
Igual y luego... la otra es capaz de pedirle a él el informe e igualmente esto... él dijo que lo hicieran en la librería.
Sí... Aziraphale puede que esté de acuerdo si prometen no robar ni quemar ni desarmar nada.
