Gabriel sale de la conversación con los otros músicos y dinero. Se acerca a la barra a pagar su copa y la de su amiga. Prometida. Vale, whatever y luego se va volver al convento donde estaba.
¡A PAGAR! Vale, que mono es él...
Está seguro que ella no lo ha hecho.
Desde luego que no lo ha hecho pero sí ha hecho que vendan el triple de lo que vendrían habitualmente su bebida es... ¡la propina por hacer eso!
Ya pero no ha pagado.
Deberían pagarle a ella para que fuera ahí cada noche, no al revés. Ay, vale Gabrielito, lo que quieras. Paga, tu paga...
No es así como funcionaaaa.
Ojos en blancoooo.
Es a primera hora de la mañana del día siguiente, después de la misa de gallo... tradición que seguro Gabriel les ha obligado a volver a tomar, que con un rayo, Azrael aparece en la puerta de la iglesia.
Pues ¿cómo no van a rezar la sagrada misa del gallo?
¿Rezándola un poco más tarde?
¡No!
Ya, ya... eso pensaban sus compañeros. Ahora ya les ha dejado súper claro que no, definitivamente no puede funcionar así. Así que mientras todos salen medio dormidos y bostezando, Azrael les saluda más o menos sonriente, buscando a Gabriel entre ellos y mirando su reloj porque aún tiene seis conventos más que visitar antes de empezar su día laboral normal.
Gabriel es de los últimos en salir porque siempre hay gente hablando con él.
Azrael parpadea cuando le ve... y levanta las cejas y parpadea otra vez. Va hasta el a abrazarle, sonriendo.
—Gabrieeeeeeeeeeeeeeeeel! Gracias a Dios!
Gabriel se congela con eso.
—¡Eres tú! ¿¡Cómo estás?! —le aprieta contra sí
—Ah... Azrael.
—Es que no me puedo creer que... ¡con lo que dije yo que esto no iba a funcionar! ¿¡Cómo estás?! ¿¡Qué haces aquí?! Venga... —tira un poco de él para irse a sentar a una de las bancas.
Gabriel le sigue, rechinando un poco los dientes porque de todos... Azrael.
—Llevamos varios días preocupados, buscándote por todos lados... ¡tienes que volver!
—No... Eso no creo que... No creo que vaya a hacer eso.
—¿Qué? ¿Cómo qué no? ¿Por qué? —Azrael parpadea.
—¿A caso no viste lo que pasó en Navidad?
—Ya, bueno... sí —Azrael sonríe un poco de lado y Gabriel se sonroja—. Todo el mundo vió como Belcebú te... hacía esas cosas. Y Remiel habló con ella y todo ese asunto, pero... ¡Hace días de Navidad! Y has estado haciendo penitencia, ¿no?
—¿Remiel habló con ella?
—Sí, casi la atrapa con una cadena de hierro... le dijo varias cosas, y... no sé si accedió a dejarte en paz. ¿Te ha buscado?
—Sí. Me ha buscado —aparta la cara.
—Oh, ¿y qué ha pasado? ¿Te ha... tentado a algo peor? Has estado haciendo penitencia, ¿no?
—Azrael... no voy a volver al cielo. No voy a ser un Arcángel en adelante.
—Cómo no vas a... ¡no digas tonterías! Claro que vas a ser un Arcángel, ¡si siempre has sido un Arcángel! —Le mira casi con la misma cara con la que le miraría si le dijera que ha caído del cielo.
—Pues se acabó. He caído. A partir de ahora voy a ser solamente un humano.
—What?! ¿Has caído? ¿¡De qué hablas?! —pregunta asustado poniéndole las manos sobre la cara—. ¡No! No, ¡no puedes caer!
—He caído por voluntad propia, Azrael. Digamos que me he tirado. He saltado. Bajado.
—What?! No puedes... ¿¡Por qué habrías de... caer por voluntad propia?! ¡No! ¡No! ¡Te necesitamos en el cielo!
—Voy a quedarme con ella. Voy a seguir con ella. No puedo hacer eso siendo un Arcángel.
Azrael parpadea un par de veces.
—Vas a... vas a... no, no... no. Hold on —es que siente que le va a explotar la cabeza con toda esta información—. ¿Vas a... estar con Belcebú?
—Sí.
—Déjame ver si entiendo, vas a... vivir en la tierra y... a ser pareja de... Belcebú. ¿¡Ella también va a dejar el infierno para vivir aquí contigo?!
—No, ella va a seguir siendo el príncipe del infierno.
—¿Tú vas a renunciar a todo y ella no va a renunciar a nada? ¿Qué es lo que... qué... qué te ha dado ella para que pienses ello? ¿Alguna droga rara?
—Ella no necesita renunciar a nada.
—¡Tú necesitas renunciar a ella!
—No.
—Si son tus opciones... sí. ¡O no renuncies a ella pero tampoco a nosotros!
—¿Cómo podría no renunciar a una de ambas cosas?
—Pues así, si no puedes... si no... ¿cómo vas a solo dejarnos? —protesta un poco—. ¿Qué quieres que hagamos?
—Podréis organizaros igual que cuando faltó Rafael.
El parpadeo... parpadeo. Parpadeo.
—¿Tú te estás oyendo a ti mismo?
—Sí y no es una decisión de cinco minutos, Azrael.
—Será de diez, estás diciendo... es que ni siquiera entiendo lo que estás diciendo —se levanta poniéndose a caminar de un lado a otro—. ¿Que vas a abandonarnos por ella? ¿Que la prefieres a ella? Que vas a... no vas a hacer... no te entiendo. ¡Es una locura!
—Estoy diciendo que no puedo tener ambas cosas y la elijo a ella.
Azrael le mira y... se le abre la boca. Así, cómicamente. Gabriel le mira, tragando saliva.
—¿P-Por qué? E-Es... e-estas... t-te...
—What?
—¿Por qué ibas a preferir a un demonio antes que a nosotros?
—Es la voluntad de Dios.
La boca se le abre más a Azrael.
—Que es la voluntad de Dios que... ¡¿qué?! Estás... pfff... —se empieza a reír, a falta de una cosa mejor que hacer, la verdad.
—Hablo en serio, Azrael.
—Cómo vas a decirme que es más la voluntad de Dios el que... qué... ¿qué es exactamente lo que estás haciendo con ella? —Hace aspavientos.
—Puedes no creerme si quieres, pero así es. Le pedí que me guiara y me la mandó a ella.
Es que Azrael le sigue mirando con cara d Q!
—¿T-Te... te habló? ¿Ella te... ha-habló? ¿Y te dijo que nos abandonarás por Belcebú?
—Me habló como ella habla, Azrael. Le pedí una señal sobre qué hacer y me mandó a Belcebú, sí.
—Pero... pero... pero... pero... y cuando te dijo que... y... ¿¡y nosotros qué?!
—Vosotros estaréis bien.
—¿Qué vamos a... y que quieres que hagamos? ¿No vas a subir al cielo más? ¿Y las navidades? ¿Y... la pascua? ¿Y... cuál es tu plan? ¿¡Que no te veamos más?! ¿Que nos dividamos tu trabajo?
—Sí, voy a ser como otro humano.
—¡Estás loco! No eres ni vas a ser como otro humano... ¡estás loco! Enséñame tus alas.
—No voy a volver a sacarlas, Azrael. No las puedo tener.
Es que... vuelve a abrir la boca incrédulo.
—No espero que lo entiendas —añade Gabriel desviando la mirada.
—Gabriel... ¿Qué es lo que estás diciendo? ¿Qué esperas que haga? que suba y les diga que te he encontrado pero que supones que... Dios ha decidido que te quedarás aquí en la tierra. ¡No eres un humano! ¡Eres un ARCÁNGEL! Los humanos no hacen milagros ni saben... ni... ¡es que no! —protesta volviendo a hacer aspavientos—. De hecho vale, te lo compro... el sexo debe ser absurdamente GENIAL si te hace hacer esto.
—No es... Azrael, es la voluntad de nuestra señora —aprieta los ojos.
—Pues no estoy de acuerdo con la voluntad de Nuestra Señora —protesta dramáticamente dejándose caer en una de las bancas—. ¡No es justo!
—¿Estás cuestionándola?
Azrael aprieta los labios y se cruza de brazos, cerrando los ojos.
—No... pero es ya lo bastante duro todo sin Rafael...
—No sé qué puedo decirte, Azrael.
—¿Estás... feliz? ¿Al menos ella te hace... te... quiere o algo? —Le mira de reojo.
—Sí, sí me quiere.
—Aun no entiendo si es la voluntad de Dios... por qué razón no puedes también subir al cielo conmigo y seguir como hasta ahora.
—Qué imagen daría a todo el mundo si subiera al cielo habiendo... —se mira las manos sin atreverse a decirlo.
—¿Al menos fue bueno? —Azrael traga saliva.
Gabriel le mira un segundo y luego vuelve a bajar la cara, sin ser lo bastante cínico para responder a eso.
—Come on, tell me.
—Azrael...
—Voy a tener que probarlo si no...
—¿Probarlo?
—Pues eso que estás haciendo tú. Debe ser genial si estás... pensando en dejarlo todo y dejarnos a todos por ello.
—No digas tonterías, ¿con quién ibas a probarlo tú?
—¿Qué insinúas? ¿Que solo tú te puedes conseguir una... demonio para hacerlo? —Azrael frunce el ceño con eso.
—No vas a meterte tú en este lío.
—Aún no puedo creer que pretendas abandonarnos... debe ser algo absolutamente increíble para que lo hagas.
—No deberías hacer asunciones, no soy un modelo a seguir, Azrael.
—¿Y si vienes conmigo al cielo y lo hablamos todos? —se humedece los labios.
—Los humanos no suben al cielo.
—Es que... ¿A quién voy a molestar ahora? ¿Quién va a hacer de mensajero? ¿De qué vas a vivir aquí? ¿Tienes alguna IDEA de lo que va a hacerme Miguel cuando sepa que vine aquí y no subí contigo... sino que has decidido que tu renuncias?
—Voy a ganarme la vida como un humano normal, con el sudor de mi frente.
—Cual maldito sudor de tu frente, Gabriel... ¿ahora sudas? ¡Por Dios! Mira, de verdad... creo que como plan de retiro está bastante interesante lo que propones, pero... YO no voy a hacer de FedEx en el cielo y nadie tiene tiempo de hacerlo —le toma del brazo.
—Miguel hace eso bastante bien.
—Me vas a hacer decirlo, ¿verdad?
—Di lo que quieras pero la decisión está tomada y no he sido yo quien lo ha hecho.
—¡Te necesitamos arriba, Gabriel! ¡Miguel está imposible!
—Azrael, no soy digno.
—¡Si no fueras digno ya habrías caído! Saca las alas.
Suspira pero no lo hace.
—Debió encontrarte Miguel, ella SEGURO que te convence —protesta.
—Esto no es de convencerme.
—Mira, voy a subir y les voy a decir que estás completamente demente.
—No puedo impedirte hacer eso si es lo que sientes.
Azrael se tapa la cara con las manos y tira de ella, jalándose las mejillas hacia abajo.
—Lo que siento es ganas de romperte la cabeza porque sí estás de verdad, de verdad, de verdad, de verdad, de verdaaaaad, diciéndome en serio que... prefieres a Belcebú que al cielo.
—Es la voluntad de Dios.
—¿Y de menos podemos venirte a visitar? —Azrael lloriquea.
—No bajas a visitar a los humanos.
—Así que... ¿nada? ¿Ni mensajes ni nada? —se humedece los labios—. ¿Quieres que le diga algo a alguien de tu parte ahí arriba?
Gabriel suspira.
—No lo entiendes, ¿verdad?
—Desde luego que no entiendo que estés dejándonos a todos así por... la... por... ella. Lo único que sé es que llevamos días buscándote, y que todo el mundo se pondría muy contento si vinieras conmigo al cielo... que es todo lo contrario a lo que va a ocurrir.
—Azrael, esto es... no puedo explicártelo, pero... es liberador en cierto modo.
—Mira; todavía podría entender que te sientas liberado por mí —frunce más el ceño—. Pero ¿Uriel? ¿Miguel? Después de lo que Belcebú les ha hecho... ¿y tú te sientes LIBERADO de dejarnos?
—No es "vosotros" son las normas que se aplican en el cielo.
Azrael le mira con cara de circunstancias.
—Puedo... romperlas. No me extraña que los humanos sean sus favoritos
—¿Sabes? No quiero seguirte escuchando —protesta levantándose otra vez y Gabriel suspira—. Esto... debe ser una fase o algo —se aprieta los ojos volviendo a dar vueltas de un lado a otro—. Estás aquí tan... ¡tan tranquilo! ¡Ni siquiera me has dicho que les diga adiós o que las quieres o que nos vas a extrañar!
—Los humanos no pueden hablar con los ángeles.
—¡¿Y eso qué?! —protesta—. ¡Los Ángeles si pueden extrañar a los otros ángeles!
Gabriel baja la cabeza. Azrael se muerde el labio, y se le acerca, poniéndose en cuclillas frente a él.
Los ojos violetas le miran, él se le echa encima, abrazándole.
Gabriel levanta las cejas, tomado de improvisto. Azrael le aprieta contra él con fuerza mientras el otro le acaricia la espalda devolviéndole el abrazo.
—No puedo dejarte aquí...
—Sí que puedes.
—Que noooo... ¿¡de quién me voy a quejar ahora?!
Suspiiiiiira
—¡No me suspires así! Ugh... vale, vale —se le separa y se peina un poco, limpiándose discretamente los ojos—. Te dejo aquí y ya —Le mira, humedeciéndose los labios. Él le mira un poco desconsolado—. Gabrieeeeeel...
—¿Qué?
Da un paso hacia el otra vez, le toca la cabeza y se lo lleva con un rayo hacia el cielo.
Ugh.
Ya, lo siento, pero no ha podido dejarle ahí.
Uuuugh.
—No me riñas, ¿¡vale?! ¡No podía dejarte ahí! —protesta—. ¡EH! ¡CHICOS! ¡MIREN A QUIEN HE TRAÍDO!
—Azrael... —aprieta lo ojos y le odia.
—No te puedes quedar en la tierra por ELLA —replica Azrael, sintiendo un poco su falta de afecto, la verdad—. Aunque creas que te estoy haciendo algo malo. ¡MIGUEEEEL! ¡URIEEEEEL!
—¡Esto no lo he decidido yo!
—¡Pues esto si lo he decidido yo! ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Irte otra vez?
—Esto no funciona así —suspira resignado.
—¿Gabrieeeel? —es Miguel, que sale de su oficina súper sonriente.
—Tampoco funciona yéndote así...
Gabriel se sonroja, porque no está preparado para enfrentarles a todos con lo que le ha dicho a Azrael.
—Sí, sí funciona yéndome. ¡Es justo como funciona!
—¡No puedes irte así! —insiste Azrael.
—¿¡Quieres verlo?!
—¿Y nosotros qué? ¡Esta es tu casa! —insiste Azrael—. ¡Si te vas no iremos otra vez!
—Azrael...
—Es de verdad, lárgate otra vez al convento si quieres.
Gabriel suspira y se acerca al balcón.
—¡Anda, vete si es lo que quieres! —Azrael hace aspavientos
Se escuchan los tacones de Miguel acercarse para hacer esto todo más... de película.
—¿Que está pasando?
Igual Gabriel saca las alas dispuesto a bajar de nuevo.
—Gabriel se va... PARA SIEMPRE. Y ni siquiera quiere vernos ni decir adiós.
—What?! ¿¡Pero por qué?!
Y ahí se va, porque no es capaz de enfrentar a Miguel, sacando las alas que aun son blancas, por cierto.
—¿Gabriel? Pero... ¡Gabriel! —Miguel levanta las cejas, sorprendida y... va a llamarle treinta veces asomándose al balcón y RIÑENDO a Azrael, porque esto debe ser su culpa.
Y ahí es que Azrael les cuenta que Gabriel ha perdido la cabeza del todo. Pero del todo ¡y que se está yendo para siempre con Belcebú! La verdad... aunque Gabriel le odie está haciendo drama sinceramente.
Gabriel también hace drama abajo. Y no quiero ni empezar a describir el drama que hace Miguel
Pues...
Pero no es bonito e incluye mucho enojo y gritos y un desastre dramático en el cielo hasta que Miguel... decide que suficiente, que va a ir a buscarle.
