Cuando Belcebú llega al cielo el martes y Daniel la escolta al despacho de Gabriel se cruza con Raguel que va de salida.
Raguel que va... vestido de ropa de calle y un poco perfumado.
Daniel le saluda con una sonrisa habitual.
Raguel se sonroja un poco para Daniel y... saluda a Belcebú, que casi ni le mira, la verdad.
Y pues nada, no hay interacción entonces. Daniel la acompaña hasta la puerta del despacho como siempre.
Raguel la detiene un poco, después de pensárselo.
—Belcebú... hola. Soy Raguel.
Daniel se detiene para que ella salude. No llevas un perro, Daniel. "Mira lo que te dice este señor, di hola, Belcebú, dale la patita como tú sabes."
Belcebú levanta las cejas casi como si acabara de notar qué hay un... mira, alguien ahí. Y ladra.
Ugh. ¡No le ladres!
Pues eso intenta pero...
—Ehm... quería felicitarte —asegura Raguel extendiéndole una mano.
Daniel levanta las cejas y Belcebú parpadea... ¿qué le quiere hacer qué? Mira su mano.
—What?!
—Felicitarte por la inminente boda —Raguel le sonríe y es que está de buenas.
—¿Boda? —pregunta Daniel
—Ugh! —Belcebú se sonroja.
—¿Vas a casarte? —la mira.
—Ehm... sí. Bueno... Ehm... —Belcebú carraspea mirando alrededor claramente incomoda.
—Sí que va a casarse, les deseo lo mejor. ¿Vienes a ver a Miguel o a Gabriel?
—A Gabriel —responde Daniel—. ¿Con quién vas a casarte?
Belcebú traga saliva odiando un poco a Raguel ahora mismo.
—Ehm... B-Bueno...
—Ya vas a enterarte pronto, Daniel... —explica Raguel sonriendo un poco aún.
—Oh... —asiente.
—Pero venga, nada de portarse mal en las salas de junta, eh —advierte Raguel, despidiéndose.
Belcebú... se queda con la boca abierta y las orejitas rojas, la verdad. Daniel levanta las cejas.
—Ugh... claro, claro, si pudiera yo hacer ALGO con esto, pero...
—¿Con qué?
—Ehh... —Belcebú se detiene, mira de reojo a Daniel. Traga saliva—. Ángel. Eres... un ángel normal, verdad, con todos los poderes angelicales
—¿A qué te refieres?
—A que puedes quitar cosas de hierro, ¿correcto?
—Pues... sí.
—Ehm... ¿puedes quitar todo lo que tenga de hierro yo encima?
—Pues... podría, sí pero...
—Hazlo.
—Ehm...
—Te toma solo un chasquido.
—Pero no me fío...
—¿De que no te fías?
—Si lo llevas es por algo. Alguien te lo puso.
—No se necesita, lo tengo por... accidente —Belcebú frunce el ceño.
Daniel da un paso atrás porque cada vez suena más sospechoso
—Come on!
—Creo que... prefiero no hacerlo.
—Bloody hell. De verdad no puedes ayudar por una vez en tu vida a un... demonio? Te debería un bloody favor.
—Y... es que... yo no...
—¿No quieres que te deba un favor? Really?!
—No... No quiero un favor, no haría una buena acción por una recompensa, pero no estoy seguro que sea una buena acción.
Belcebú hace los ojos en blanco.
—Una maldición, será... —refunfuña girándose hacia el pasillo.
Daniel levanta las cejas con eso dando otro pasito atrás Belcebú refunfuña algo entre dientes y le asusta más haciéndole dar un par de pasos más atrás.
—Ugh, Chico, ¿vas a llevarme o voy yo?
—¿M-Me... Me has... maldecido?
Belcebú le mira por encima del hombro... y sonríe. Da otro paso atrás... y va salir corriendo a sanación histericolocoperdido.
La demonio se ríe, porque la verdad no le ha hecho nada, solo le ha asustado un poco a ver si a la próxima aprende.
¡Pero igual! Le van a encontrar toda la mierda que le contagió Aamón al poseerle.
Belcebú toca la puerta de Gabriel aún riéndose un poco por lo bajini.
Gabriel... está sentado en su silla de espaldas a la puerta, hablando por teléfono, riéndose como demente.
Ojos en blanco... abre la puerta y entra. Vale, lo intentó.
—¡Pues claro! ¿Y qué iba a hacer yo si no? —se gira al oír a alguien y sonríe.
Belcebú se le acerca directamente para sentarse en sus piernas
—Oye... tengo... tengo que colgar. Sí, está aquí mi cita de las cinco. Sí, sí. Si no, te llamo luego.
Se le monta en las piernas, una pierna a cada lado.
—Tu cita de las cinco —repite ella. Él le mira con cara de circunstancias y se encoge de hombros mientras quien sea habla aun al otro lado del auricular.
Belcebú se acerca a darle un beso en los labios cuando iba a contestar algo, que se pierde para siempre.
¡JA! Belcebú le beeeeeesa todo lo besaaaaaable porque mira que guapo está.
Vaaaale, vale, pierde el teléfono por ahí.
Belcebú se separa después de un rato laaaaargo. Él la mira. Ella le mira con ojitos de corazón y una sonrisita así boba.
—Hello...
—Buenas... tardes.
—¿Con quién hablabas? —Le toca un poco los labios con un dedo, y sonríe más.
—¿Hablar? ¡Hablar! ¡Mi teléfono! —se gira a buscarlo
Belcebú se ríe un poco, abrazándole y dejándole hacer, hundiendo la cara en su cuello.
Gabriel lo busca y mira a ver, quien sea con quien hablaba ya ha colgado. Al menos no se ha roto al caerse o algo así.
—¿Quién era que te hacía reír tanto?
—Ah, nah, nadie importante.
—¿Qué tal tu día?—besito en la mandíbula y en el cuello.
—Bien —cierra los ojos y levanta la cara, sujetándola un poco del culo
—Mmmm... vas a quitarme la... —le empieza a hacer un chupetón.
—¿Mmmmm?
Sabe a loción, cierra los ojos, le acaricia un poco el cuello. Se separa a ver cómo queda. Gabriel parpadea un poco y es lo suficientemente consciente como para glasear el cristal.
Ha tardado pero no mucho. Pues es que le ha pasado por encima así como un tren.
—C-Cosa esta que... —le besa un poco más, ahora la manzana de adán mientras le abre la camisa de un chasquido, y le afloja la corbata
—¿Q-Q-Q...?
Le mete la mano a la camisa y le acaricia el pecho desnudo un poco con las uñas, sin dejar de comerle el cuello.
Es que le sujeta sin acabar de poder detenerla, aunque según él lo está haciendo.
¿La está deteniendo? Uy... muy mal detenida, la verdad.
¡Hace lo que puede!
Belcebú mueve un poco las caderas sobre él y le vuelve a arañar el pecho un poquitín y le saca un gritito de protesta sobre todo, porque esa cosa dura duele cuando la restriegas.
No nos digas...
—Mmmm... ¿q-qué haces?
—¿Yo? Me estás haciendo daño.
—¿Y-Yo? no.
—Sí, no te restriegues.
—Quítame esta cosa —pide besándole.
Empieza a preguntar algo pero de nuevo se le muere en el beso y vuelve a restregarle un poco, inconscientemente
Y vuelve a hacerle daño, porque verás, la zona ya es grande de perse, si encima la haces hipersensible...
Ella se separa un poco, él la hace separarse casi del todo.
—¡Quítamelo!
—Para, para...
—Ugh... —se separa más y le mira. Él se pasa una mano por el pelo y se arregla los pantalones—. ¿Qué pasa?
—Que me restriegas esa cosa y me haces daño.
—¿¡Que yo te hago daño?! ¡Quítame la cosa!
—¡Sí, claro! Con lo necesitada que vienes.
—¡No estoy necesitada! Solo te estaba saludando —se sonroja, apretando los ojos.
—Estás completamente en llamas. No digo que no tenga que ver tu naturaleza, pero es lo que es —se empieza a cerrar la camisa de nuevo.
—¡Tú también estás en llamas! —alega—. Solo te estoy dando un beso y tocando.
—¿Y qué harás si te lo quito?
—Rascarme
—Ven.
Belcebú se le sienta encima otra vez. Gabriel pone las manos en la zona, en el interior de los muslos dándole un escalofrío.
—Esto sería mucho más fácil si cogiéramos una vez, rápido y ya.
Le alivia con las manos. Ella suelta el aire y echa un poco la cabeza atrás.
—Está es la forma más aburrida que existe en el mundo para sentirse mejor.
—Pero funciona —le acaricia.
—Pero es bastante... Ugh, poco satisfactoria —suspira, poniéndole las manos en los hombros—. Ni siquiera... ni siquiera parece que hago algo contigo, solo es como si nunca hubiera existido.
—Exacto.
—¿Y eso te parece bien?
—Sí.
—A mi no... O... Ugh. No del todo.
—Más motivos entonces.
—¡Más motivos que a mi no me parezca bien! —hasta se ríe un poco.
—Anda, siéntate —le señala las sillas al otro lado de la mesa
—¿Me puedes quitar esto un rato, si me siento al otro lado de la mesa?
—¡No! Y menos después de cómo has entrado.
Ojos en blanco.
—Solo he entrado a saludarte y ya me has quitado toda clase de deseo —se deja caer en la silla que le ha dicho.
—Has entrado como una bola de demolición arrasando con todo.
Belcebú sonríe de lado porque esa descripción no le parece horrible del todo.
—¿Te he demolido? ¿Estás excitado aún? —pregunta estirando un poco el cuello para mirarle.
—Y bien sabes que podrías volver a hacerlo en... ¡para! ¡Quédate en tu lado! —mete las piernas bajo la mesa, empujando la silla con ruedecitas con los pies
Más sonrisita, porque además ella ahora está tranquilita. Chasquea los dedos y le quita pantalón y calzoncillos. Gabriel da un saltito.
—Para.
—Tengo el bloody cinturón de castidad y estoy al otro lado del escritorio... —sonríe de lado—.Veo que de verdad me consideras peligrosa.
—Y por lo visto intentas por todos los medios que no considere eso suficiente —se arregla la corbata con semblante muy serio, pero no se vuelve a poner pantalones. WTF?
Es que a Gabrielito le gusta la marcha, ya nos hemos dado cuenta.
—Por qué no le pides a Miguel que venga.
—Porque no la necesito aquí para nada.
—No necesitas a nadie para nada... podría esconderme aquí debajo del escritorio...
Traga saliva y cruza una pierna.
—Preo hablemos de lo que ibamos a hablar en un principio.
—Deja de... proponer cosas entonces en esa linea.
—Bueno, yo solo tengo ideas para que lo pases bien.
—No lo voy a pasar bien
—Vale, vamos a hacer esta junta —ojos en blanco, pero sonríe.
—Gracias —carraspea e igual se revuelve un poco.
—¿Cuál es la agenda?
—Pues la de siempre. Reportas tú y reporto yo
—Hmm... No hay ni jota que reportar —le sonríe—. Me acaban de felicitar.
—¿Por?
—La boda.
Parpadea y se sonroja un poco.
—Bueno... felicidades, entonces—sonrisita.
—¿¡Ya les dijiste a todos?!
—Sí. Como es obvio.
—Como que obvio, ¡no es obvio! —Belcebú traga saliva.
—¿Quién te ha felicitado?
—Un calvito.
—Ah, Raguel. Es inofensivo —Parpadea un par de veces.
—¿Inofensivo?
—Es... iba a la tierra a ver Aamón, creo.
—Ohh... Es el de Aamón.
—Eso es —asiente.
—¿Y quién no es inofensivo?
—Azrael... Uriel... Miguel.
—¿Por? ¿Qué te han dicho?
—Miguel y Uriel son las que fueron a molestarte. Ya les he dicho que van a tener que pedirte perdón y hacerte un favor. Así que puedes ir pensando algo que pedirles
—A... molest... JA! EN SERIO?!
—Previo consentimiento mío.
—No, no, espera... ¿¡fueron ellas?! ¡ÁNGELES!
—Sí...
—¡Te lo dije!
Oooojos en blanco.
—Y ahora van a pedirme perdón y hacerme un favor.
—Sí
—¿CUALQUIER favor? —Belcebú se frota las manos.
—Uno que yo apruebe.
—¿Y qué mierda de favores vas a aprobar tú?
—Prueba a pensar algo y te diré si es o no válido.
—Uriel... ¿quién es Uriel? ¿La de las cosas doradas en la cara?
—Sí —ojos en blanco.
—¿Que-Quien es la que bajó al infierno... como tú? —Se humedece los labios notando ahora mismo que... lo que hizo. Frente al falso Gabriel.
—¿Eso importa?
—Sí, quiero saber con quién... Ehm... hablé.
—¿Por?
—¿Por qué no? No es lo mismo una que la otra.
—No voy a consentir un trato diferente
—Ella, quien quiera de las dos que bajara... vio cosas.
—¿Qué cosas?
—P-Pues... cosas que no debió ver.
—¿Cómo qué?
—Como... cosas que solo deberías ver tu si terminaras conmigo para siempre.
—Lloraste —Gabriel la acusa sonriendo de lado, ella le mira fijamente por un instante.
—N-No, claro que no —responde girando la cara.
—Sí lo hiciste. Como un bebé —sonrisita.
—¡No lloré como un bebé! Solo... no me pareció bien y... —se sonroja.
—Y le dijiste que me quieres
—No! —chillonea pensando que le ROGÓ que no la dejara, sonrojándose más.
Gabriel sonríe más y se humedece los labios, ella le fulmina con esa cara que pone.
No se le va la sonrisita, de hecho cambia de pierna cruzada y se echa un poco atrás en la silla.
Va a ponerte el pie AHÍ.
Salta y baja la pierna sin haberse esperado eso.
Belcebú mueve los dedos. Y es que la verdad, ya se había quitado el zapato para hacer esto desde antes... aún conserva el calcetín de red.
Aparta la silla para que no llegue.
No, no le deja, con un chasquido. Ahí va la silla para adelante otra vez para que si llegue.
Entonces le captura el pie entre los muslos, apretando.
—Para.
Ahora la sonrisita de le dibuja a ella.
—No tiene gracia —mete hasta las manos para apartarla.
—¡Solo te estoy tocando un poco! Y ya traigo el cinturón. No seas dramático —le sonríe un poco más, aunque le deja que le toque el pie con la mano, la verdad... pensando en un masaje en el pie.
—Ya lo sé, pero yo no —entonces PONTE ESTÚPIDOS PANTALONES DE NUEVO
—Tocar no está prohibido —mueve los dedos.
—Para —aprieta los dedos, los muslos y los ojos.
—Te ves súper guapo —suelta repentinamente, tal como lo piensa.
—¿Y eso a cuento de qué viene?—se sonroja igual. Ella se sonroja un poco también.
—Lo haces... ahora relájate y confía en que no voy a hacerte nada más que tocarte un poco con el pie.
—Desde luego que no, por ahí se empieza intenta mover la silla otra vez.
—Empiezo a notar que en quien no confías... es en ti mismo —le deja, sonriendo igual.
—¿Q-Qué? ¡Desde luego que confío en mí!
—Estas excitado.
—No —ni poco.
—Y tú también tienes ganitas, como yo.
—Belcebú... basta —tan serio que intenta sonar.
Risita... aunque baja la pierna si es que le suelta el pie. Sí, sí.
—Bueno, tengo que pensar que pedirles a estas dos...
—Exacto.
—Lo pensaré. Pero me alegra saber que yo tenía razón.
—Sí, sí... como sea —ojos en blanco.
—¿Cómo te enteraste que fueron ellas?
—Vinieron a hacérmelo a mí y no funcionó. Acabaron confesando.
Belcebú no esperaba eso, levanta las cejas.
—¡Intentaron atacarte a ti también! Q-Que... crueles.
—No fue un ataque...
—¿Vinieron aquí en mi cuerpo a decirte que ya no querían nada contigo?
—Sí.
—¿Y eso no te parece un ataque? ¿Qué hubieras pensado si no me hubiera pasado a mi antes?
—Me habría dado cuenta que no eras tú.
Belcebú se sonroja porque ella no se dio cuenta que no era él.
—¿Cómo?
—No llevaba cinturón de castidad.
—Podría habérmelo quitado.
—No, que va.
—¡Claro que sí!
—Si eso fuera posible, no lo llevarías ahora.
—Igualmente, ellas no sabían eso. ¿Qué habría pasado de habértelo creído?
—Pues no lo sé.
—Te habrías... p-puesto triste, ¿no?
—Más bien me habría aliviado.
—A-Aliviado —Belcebú parpadea y le mira hasta con la boca abierta.
—Pues ya no tener que lidiar con tus cosas raras... o tu pie —se sonroja un poco porque igual le está mintiendo.
—Asumo que igualmente ellas creen que te pondrías triste —hace los ojos en blanco.
—Es posible.
—¿Y eso no te parece un ataque?
—No.
—Es horrible. Entiendo que me lo hicieran a mi, ¿pero a ti?
—Pues no es efectivo si solo es a ti. Como ya fue obvio.
—¡Es que es algo feo!
—No lloriquees ahora.
—Bloody hell, no estoy lloriqueando, solo creo que es feo que... Ugh, ¿sabes qué? Vale, si, son monísimas las dos.
—Estás lloriqueando para aprovecharte de que les he dicho que tendrán que hacerte un favor.
—Me parece que es lo mínimo que pueden hacer —se echa atrás y se cruza de brazos—. Y voy a encontrar algo... apropiado para ellas.
—Eso espero —la señala con un dedo, ella le sonríe.
Gabriel se humedece los labios y se echa para atrás.
—Entonces... ¿qué te han dicho todos de que v-vamos a... eso?
—¿Eh?
—A casarnos... ¿C-Cómo han reaccionado?
—¡Ah! De hecho tengo buenas noticias sobre ese tema, es un plan maestro que implica una colaboración conjunta y además soluciona el problema con los príncipes del infierno.
Belcebú... parpadea.
—What?
—Sí, puedes agradecerme —gesto vago y sonríe.
—Ehh... te lo "agradeceré" —hace comillas con las manos—, cuando me cuentes cuál es y descubra que realmente es un buen plan.
—Es un plan fantástico —su sonrisa.
Belcebú se sonroja porque a ella, esa sonrisa le gusta.
—Es un plan tan fantástico que vas a querer casarte conmigo cuando lo oigas... ah, no... espera.
Belcebú se ríe con eso un poco, haciendo los ojos en blanco y tapándose la boca. Porque es tonto y le cae bien. Él también se ríe
—De hecho es un plan tuyo pero bien aplicado y organizado de manera que funcione.
Belcebú parpadea... ¿cuál puto plan? ¿¡Tenía ella un plan?!
—Bien organizado y aplicado bliblibli.
—Eso es, especialmente la parte del bliblibli.
Ojos en blanco. Sonríe iguaaal.
—Bueno ¿y cuál es el plan?
—Pues... cada Arcángel con cada Príncipe del Infierno—da una palmada
—¿Cada Arcángel va a matarle a un Príncipe del Infierno?
—No. Van a casarse.
Parpadeo... parpadeo... parpadeo...
—¿¡Los... Arcángeles con los príncipes del infierno?! Really?!
—Uno para cada uno.
—¿¡Y quieren los Arcángeles casarse con los príncipes del infierno?! Really?!
—Es la voluntad de Dios —abre las manos y se encoge de hombros. Podrías sonreír un poco más inocente. Belcebú levanta las cejas... y sonríe un poco.
—Claro, claro... ¡la voluntad de Dios! —asiente—. Y... entonces vas a hacer que todos se casen. Va. ¿Dios va a hacer que todos se casen?
—Exacto. A la vez, para evitar la tentación.
—¿A... la vez?
—En la misma ceremonia. Todos juntos —se echa un poco atrás en la silla poniendo las manos en la nuca y un tobillo apoyado sobre la rodilla contraria (¿puedes dejar de hacer eso mientras no llevas pantalones? Gracias)—. He dicho que será en semana santa.
Belcebú es que estira el cuello porque se le van los ojos. No hace mucho caso porque tiene los ojos cerrados esta vez.
—Me parece que es un buen momento, lunes de pascua, por supuesto.
—Lunes de pascua... no falta tanto.
—Exacto.
—Yo no sé si los demonios quieran casarse...
—Esa es tarea de los ángeles.
—Bueno, técnicamente era tarea de los demonios. ¿Alguien te ha hablado?
—Tarea de los demonios era seducir.
—Sí. ¿Alguien te ha seducido?
—Digamos que... —la mira de reojo—. Sí.
—Además de mí, tonto —Belcebú sonríe un poco.
—No, entonces no —se ríe.
—Menos mal...
—No es que hagan mucho caso, tus chicos.
—¡Claro que sí!
—Se nota.
—Bueno, a tu trabajo hacen caso porque tienes ayuda.
—Ahora resulta
—Tienes ayuda divina
—Pues el plan es... el plan, por eso esto es el cielo.
—Ya, pero es importante dejar claro que no es que a ti te hagan más caso, es que tienes ayuda.
—Diles que el diablo lo manda.
—Hmmm... No sé si el infierno funciona así.
Ojos en blanco
—Es que... nuestro Señor Satán no... Pide cosas.
—Igualmente.
—Y la que no las pide, las ORDENA, soy yo. Y ya que ya las he ordenado quizás lo que requiero es amenazarles si no las cumplen.
—Eso ayudaría
—Y si tus ángeles vienen tras ellos... ayudaría también. Lo que no veo es... lo de la boda.
—Pues es que sí acaban o no... Liados es un asunto secundario.
Belcebú sonríe un poco porque este lado de Gabriel es bastante... agradable para ella.
—¿Lo que quieres es solo que... todos se casen?
—Exacto.
—Para que no nos molesten. ¿Y... en donde es que... se supone que vamos a hacer el evento?
—Pues... ya habíamos hablado de una iglesia. Pero no creo que... o sea, las iglesias son para los humanos. El templo aquí en el cielo...
—¿Qué quieres que hagamos eso en el cielo?
—Deberíamos, sí.
—Ugh! ¡Pero el cielo no es neutral!
Ojos en blanco.
—¿Vas a traer a todos los príncipes del infierno... a encerrarnos en un cuarto y a bañarnos con agua bendita?
—Ya te he dicho que no es un baño.
—Podríamos... —se humedece los labios—. Podríamos aprovechar, de hecho.
—Eh?
—Si realmente puedes meterles a todos a un sitio...
—Pues es la idea.
—Podríamos... bañarlos en agua bendita.
—¿Qué?
—Los metes ahí, los rociamos de agua bendita, desaparecemos a todos los demás príncipes del infierno y se acaban los problemas.
—Buuuuú...
—¿Quéeee? —se sonroja y sonríe.
—¡No es la idea! Esto es para ti, decías que ibas a tener problemas con ellos.
—Es una idea perfecta, ¡así los dejaría de tener para siempre!
—No.
—¿No? ¡Claro que sí!
—No. Dios no quiere que les matemos a todos
—Gabriel...
—Belcebú.
—Piénsalo... ¿no te quejas tanto todo el tiempo de todos los demonios?
—No es esto lo que quiere Dios.
—El plan de Dios es que tú y yo nos casemos.
—No. El plan de Dios es la comunión entre cielo e infierno.
—Es mucho más fácil una "comunión" así
—No vamos a matar a los demonios.
—Es la ocasión PERFECTA.
—Ni siquiera sabemos si van a acceder a estar en una iglesia.
—Probablemente lo hagan.
—Ahora pareces tú muy segura.
—Pues... p-pues no es tan fácil negarse.
—Ah ¿no? —sonríe. Belcebú se sonroja.
—Vamos, e-es fácil... pero...
—¿Aja?
—Es fácil para mí, para ellos no va a serlo
—Ah, ¿y esas diferencias?
—Pues yo soy mucho más fuerte que ellos.
—Ah, claro... —esa mirada de eso no te lo crees ni tú.
—Es verdad, ¡Llevo más tiempo tratando contigo! —se sonroja bastante y gira la cara.
—Ah, sí... va a ser eso.
—Es... el estúpido amor, ¿vale?
—Lo sé —sonrisa.
—No sonrías de esa bloody forma... Es trampa. Especialmente si no hay un cinturón bloquea amor...
Hace una pulsación, lo más fuerte que puede pero sin perder la postura, así en plan onda expansiva.
Se queda sin voz y espera, que van a venir de los despachos y salas de al lado unos cuantos ángeles que han sentido la onda también.
¡Le responden! Belcebú, que definitivamente no esperaba eso... aprieta los ojos más aún, sosteniéndose de la silla y, ella misma, soltando sin poder evitarlo una onda expansiva de afecto.
Gabriel vuelve a ponerse los pantalones cuando el primer ángel mete la cabeza al despacho y Belcebú, que quería meterse bajo del escritorio, no tiene ni tiempo.
—¿Va todo bien? —pregunta el ángel de la puerta.
—Sí, sí, tranquilos. Ha sido ella.
—N-N-N... —Belcebú abre la boca cómicamente.
El ángel la mira, levanta las cejas y asiente un poco antes de irse y gritarlo por el pasillo.
—¡N-N-No he sido yo!
Gabriel sonríe.
—Y-Yo no puedo hacer eso... Ugh, y tú no deberías hacerlo solo porque sí.
—No así de fuerte, pero ellos no lo saben.
—¡No les digas que yo hago eso!
—¿Por?
—Porque se lo pueden creer y pensarán que... soy bloody blanda de mierda.
—He dicho que tú lo has provocado, no que lo hayas hecho tú
—O-Oh... —Se sonroja más.
—Aunque no parece ser eso lo que han entendido.
—Es negligente.
—¿El qué?
—El poder hacerlo así como sea, ¿sabes? De hecho... —estira el pie y se lo vuelve a poner encima.
—¿Por? —vacila y se aparta
Chasquido, le acerca otra vez la silla y le pasa una poca de excitación por el pie.
Aprieta los ojos e intenta hacer fuerza contra la mesa para apartarse, aguantando.
Un poco maaaaaaássss de excitación sin dejar que se separe.
—P-Para... —baja las manos para intentar quitarle el pie, sudando.
—No —intensifica.
—B-Belcebú —protesta gimiendo un poco y haciendo todo lo que puede para aguantar.
—¿Ves?
Gabriel niega porque no ve nada ahora mismo, apretándole el pie con las manos, con la cabeza casi sobre el escritorio y todo despeinado.
Para antes de que termine. Y es que se ve aún más guapo así. Respira como si viniera de correr quince kilómetros aun sujetándole el pie y con la frente sobre la mesa.
—Yo también puedo jugar... —susurra ella.
Mueve la mano para acomodarse un poco porque creo que además se estaba clavando alguna costura.
—¿Quieres más?
—P-Podría aguantar... t-todo el día —susurra.
—C-Como yo podría aguantar tú a-amor... —no quieres pedirle de manera más obvia...
—Me lo... devuelves cada vez, ni siquiera lo notas —le acaricia un poco el pie y le pasa un poco.
Belcebú se sonroja y debes poder sentir la onda de afecto. Gabriel levanta la cabeza un poco y sonríe.
—E-Esto es lo que... s-siempre quiero hacer.
—¿El qué?
—S-Sexo... y amor —confiesa, queriendo quitar el escritorio e ir y abrazarle y besarle.
—No tengo problema con lo segundo.
—Tampoco deberías tenerlo con lo primero —otro toquecito de deseo puro.
Suelta un grito/gemido sin poder contenerse porque no se lo esperaba y se lleva una mano a la boca.
Belcebú sonríe y le suelta una dosis bajita, muy bajita, pero constante
Intenta apartarse otra vez, moviendo las piernas.
—Noooo...
—¡Basta! ¡Basta!
—¿No que podías aguantar todo el día? —para del todo.
Gabriel traga saliva, porque eso ha dicho, sí.
—S-Sí —igual se revuelve y se aparece un vaso de agua con un milagro
—Bien, entonces bebe y... sigo —se hace un poco adelante porque esto es... sexy.
—Una cosa es que pueda aguantar y otra que te deje hacerlo —toma el vaso y la mira.
—Te ves muy guapo...
Hace un gesto con la cabeza y las cejas, bebiendo. De un golpe, ella salta por encima del escritorio hacia él, que escupe un poco el agua sin haberse esperado eso, del susto. Le quita el vaso de la mano y le besa.
—Mmmpfs!
Le abraza del cuello y le besa profundamente, cerrando los ojos. Él la abraza también, devolviéndole el beso y ahí va el afecto y... la prueba de que no puede aguantar.
Le besa más, bañándole de a... fecto. Sí. Hundiéndole las manos en el pelo.
Le va a desaparecer el estúpido cinturón. Ugh.
Y. A. Y. Si le quitas el cinturón va a CUBRIRTE de amor porque mira que... fantástico eres, te tiene muchísimas ganas.
No es consciente de haberlo hecho.
Belcebú va a quitarles a ambos toda la ropa... ejem, también sin ser consciente.
