Raguel tarda mucho, mucho, mucho rato, pero finalmente... coincide en que ya es mucho rato y le... medio suelta. Solo si insiste.

Pues no va a insistir... mucho, la verdad. Raguel le aprieta contra sí.

—Te quiero —ojos en blanco.

—Y yo a ti.

—Antes estabas un poco más peinadito —Raguel se estira un poco y le acaricia el pelo, sonriendo de lado.

—Tu siempre estás perfecto —le pasa las manos por la calva.

—Ahora me la pulo para que brille un poco —bromea cerrando los ojos y Aamón se ríe—. Dicen que funciona además como espejo retrovisor para quien habla conmigo.

—Debe ser divertido jugar cartas contigo.

—O sumamente aburrido para mí... nota mental, nunca jugar cartas contigo —beso en la mejilla—. ¿Y tú? Dijiste un día... ¿que mi peinado sea yo despeinado?

—¡No! —protesta—, pero me queda bien, así como... salvaje.

—Salvaje como tú —le pasa la mano por el pelo otra vez, despeinándoselo un poco más y Aamón se ríe, dejándole—. ¿Todos te tienen miedo aún? Sospecho que al menos Belcebú sí un poco. Más aún con estos pelos

—Todos —repite, riéndose.

—En el cielo les ha costado recordarte... Gabriel insiste que eres Mammón. Pareciera que sólo Belcebú y... Lucifer existen —le mira con atención a la mención de Lucifer.

—Ángeles tontos... —sigue mirándole como si no existiera nada más en el universo. Raguel sonríe, porque ninguna reacción, implica cero interés.

—Mejor... mejor que no sepan mucho de ti. El día que te descubran no voy a tener problemas con UN amante tuyo.

—Que tonto eres tú también.

—¿Yo? ¿Tonto yo?

—¿Quién más que un tonto como tú iba a hacer ningún caso a un viejo demasiado irascible y egoísta como yo?

—No eres egoísta... si un poco irascible, eso no lo vamos a negar.

—Y me lo dices tú.

—Que soy casi más irascible que tú en tu presencia —se ríe.

—Exacto.

—Y mira que bien se está aquí igualmente... aunque —se humedece los labios, porque no quiere, pero piensa que para recuperar a Aamón, lo primero que va a requerir es... que le eche un poco de menos—, quizás deberíamos pensar en vernos el jueves.

—¿Q-Qué?

—Gabriel va a preocuparse y no quiero que ahora piense que es malo que nos veamos. Y seguramente, en tu caso... el chico este con el que sales va a preocuparse también.

—¿Es a Gabriel al que tengo que ir a matar?

—Por Dios, no —hace los ojos en blanco.

—Mmmm...

—Si tuvieras que ir a matar a alguien, sería un suicidio.

—No voy a suicidarme —igual sonríe.

—Gracias a... —vacila un poco—. Menos mal

—Ti. Aunque que estuve a punto de hacerlo por tu culpa también.

—¿S-Suicidarte? —Traga saliva.

—Sí.

—¿P-Por? ¿Cuándo me fui?

—Bueno... no. No inmediatamente cuando te fuiste si no...

—¿Cuando no volví? —traga saliva mirándole a los ojos

—Ya sabes... pasado un tiempo —asiente

Raguel pone la frente contra la suya y Aamón suspira cerrando los ojos.

—Me alegra mucho que no lo hicieras.

—Nah, es un poco exagerado —no, no lo es

—Ojalá lo fuera, pero sospecho que... fue horrible. Y-Y yo sabía que debía estarlo siendo, y... sólo esperaba que algo ocurriera que...

—¿Algo como qué?

—Algo como lo que ocurrió mil novecientos ochenta y tres años tarde

Le mira con cara de circunstancias.

—Que fue que tuviera yo el valor para soltar todas mis... ataduras y venir.

—No seas cínico...

—No soy cínico.

—Sí que lo eres. Esto no es algo que... No tuviste una inspiración de repente —ojos en blanco

—Tuve una oportunidad. Un pretexto, el valor y... las ganas. Un conjunto de cosas que nos trajo aquí. No es que antes no lo pensara.

Aamón suspira porque está harto de Dios y sus maravillas

—Y tú. Me trajiste tú. De hecho, principalmente... me trajiste tú.

—¿Qué?

—Cuando el demonio Crowley en el cuerpo de Aziraphale empezó a hablar de mi relación con un demonio. Y dije tu nombre en voz alta. Fue como si te tuviera dentro otra vez —responde, sin doble sentido, lo juro.

Aamón parpadea sonrojándose y pensando en que se refiere a dentro como poseyéndole. La verdad, se refiere a algo así.

—Cómo... ¿cómo?

—No lo sé, quizás llevaba demasiado tiempo reprimiéndome.

Se humedece los labios porque no es exactamente eso lo que pregunta pero... espera. A lo mejor se refiere a dentro... DENTRO. Como cuando... se sonroja mucho más. Raguel levanta las cejas.

—¿Qué estás pensando?

¡Y luego frunce el ceño porque... no se metería ese imbécil de Crowley a poseerle él! Sí, eso también.

—¿Crowley te poseyó?

—Fue gracias a ello que supe que estaba ahí.

—¿Disculpa?

—No fue con ningún fin del... que crees. Cálmate

—¡No me voy a bloody calmar!

—No creo que ni siquiera haya querido... hacer eso. Estaba en el cuerpo del Principado y…

—¿Y qué? ¿Se equivocó de ángel por error? Uy, sí, que equivocación más tonta. Ups. A lo mejor tengo yo una de esas también.

—No, de hecho Aziraphale... me estaba besando. Fue en Navidad.

—WHAT?

—Aamón, era el beso tradicional navideño —mano al pecho y le da un poco de amor solo por si acaso—. No es lo que estas imaginando, en navidad los ángeles nos damos un beso. Un beso así, mira...

Le mira y el ángel se acerca y le da un beso muy casto en los labios. El demonio frunce el ceño porque IGUAL.

—¿Podrías enfocarte en lo que te estoy contando?

—Estoy enfocado en que Crowley se metió con el ángel que no debía.

—No estés celoso de Crowley —le acaricia un poco la cara.

—Pues que aprenda a mantener las manos quietecitas.

—Celos... me gustan tus celos.

Aamón aprieta los ojos y se sonroja.

—Le diré la próxima vez que lo vea... que tenga cuidado.

—Se lo diré yo.

—Dime quien es tu novio.

Aamón traga saliva y niega.

—De hecho, creo que se lo voy a decir ahora mismo.

—¿A quién? ¿A Crowley?

—Sí —saca su teléfono.

—Pero Aamón...

—¿Qué? —le mira con el teléfono en la mano y el ceño fruncido.

—No, no... Claramente dile lo que quieras, solo quiero saber... ¿qué vas a decirle?

—Que vengan.

—No le... no le mates —igualmente asiente.

—¿Y qué hago? ¿Me meto yo en el cuerpo de su ángel? —le mira.

—No es por él, es porque n... No. No. NO.

—¿No qué?

—No te metas en el cuerpo de su ángel —frunce ahora el ceño él

—¿Porque tienes celos tú pero no entiendes los míos?

—Sí entiendo los tuyos. ¡No uses mis argumentos en contra mí!

Aamón se ríe con eso y Raguel le hace una mueca y le saca la lengua.

—Igualmente diles que vengan ya... ¡y no seas demasiado malo!

—¿Dónde está lo de podría quedarme aquí para siempre?

—Podría quedarme aquí para siempre —se ríe.

—"Podría quedarme aquí par siempre... unos veinte minutos"

—No, tonto... si podría quedarme aquí para siempre pero...

—Pero solo veinte minutos.

—¡No! Pero creo que debes... —vacila, sin quererle decir.

—¿Que debo qué? Decirles que vengan

—Sí —se humedece los labios pensando en "extrañarme".

—Tan rápido que se pasa el para siempre.

—Ugh, calla... —se ríe poniéndole la mano sobre los labios—. Quizás estoy siendo malo contigo. Iba a decirte...

—Estás siéndolo —le da un beso en la mano haciéndole sonrojarse un poco y le sonríe.

—No quiero ser malo —pone ojitos.

—N-Necesito... aprender a vivir así. Solo dame un poco de tiempo —Le transfiere amor por los nudillos donde aún le besa y el demonio sonríe más al sentirlo.

—¿C-Conmigo?

—S-Sin ti. Pero contigo. Necesito aprender a... no querer quedarme aquí para siempre.

—Pero yo quiero que lo hagas.

—¿Para decirme que no? —le mira con sus inocentes ojos.

—Claro que no —lo toma del culo de improvisto.

Pega un salto y el demonio sonríe pero no quita las manos.

—Si tú no quieres quedarte conmigo para siempreeee... —se queja, sonrojándose un poquito.

—Sí que quieroooo.

—No digas mentiraaaaas, sabes que no es verdad.

—No es mentira, nadie más en el mundo me hace decirle que le quiero TANTAS veces y de tantas maneras diferentes en tan poco tiempo.

—Perooo tienes a... —es que se le cierra el mundo con el asunto de tu novio

—Hacia casi dos mil años que no nos veíamos, ahora nos hemos visto de nuevo tres veces y... es casi como si no hubiera pasado el tiempo.

—Es que... es como si el tiempo que ha pasado no importara o no existiera.

—Exacto.

—Casi... pero no. Porque tú tienes al novio ese que odio —ya, declarado. Aamón toma aire profundamente y luego lo suelta.

—Por eso ni siquiera quiero que sepas quien es. No quiero ni hablar de ello.

—Gracias a Dios... quizás algún día lo olvides —le da un besito en los labios haciéndole cerrar los ojos—. Y también quiero pasar todo el tiempo posible contigo... C-Crees que...

—¿Qué?

—Pudiéramos... no, es... no tiene ni sentido.

—Di, venga.

—Es que no lo tiene... solo para... a-asegurar.

Y ahí abre la puerta Crowley. Raguel les escucha casi de inmediato, sonrojándose y... mirando a Aamón.

—C-Creo que hay alguien aquí, ¿no?

—No han tardado puto nada —Aamón carraspea y le suelta para separarse.

—Ya, ya lo sé —par de chasquidos para organizarlo todo incluyendo peinar un poquito a Aamón que protesta con eso, porque siempre le deja como si le hubiera lamido el pelo una vaca cuando hace eso. Así tipo Draco Malfoy.

Se ve re mono, hombre.

¡No!

Hello? —saluda Aziraphale. Raguel se aclara la garganta, esperando que Aamón sea quien salude.

—Estamos aquí.

—Te ves monísimo —susurra el Arcángel y Aamón le fulmina un poco cuando los otros dos entran ahí donde están. Raguel le sonríe y se aclara la garganta.

—Ehm... hola. Perdonen, ¿tardábamos mucho?

—Para nada —Aamón se acerca a Crowley y le gira la cara de un puñetazo, así, por las buenas.

El grito de Aziraphale, que chasquea los dedos y le pone a Aamón unas cadenas en las muñecas. Crowley se cae al suelo, desde luego.

Aziraphale va a verle, poniéndose en cuclillas, mientras él está masajeándose la cara con las gafas rotas.

—Crowley, ¿estás bien? Maldita sea, eso no tuvo ningún... ningún sentido —Aziraphale le protesta a Aamón.

—Él sabe bien cuál es el sentido de esto —sigue mirando a Crowley con los ojos encendidos de furia intentando quitarse las cadenas y Aziraphale parpadea sin entender.

—¿D-De qué habla?

—¡Que voy a saber yo! —protesta Crowley, que apenas si reacciona. Aziraphale le pone las manos en la cabeza, curándole.

Gracias.

—¿Pero qué te está pasando? Todavía que te prestamos la librería para... esto, ¿tu vienes y le giras la cara de un golpe?

Aamón mira a Raguel que le mira un poco... con culpabilidad y chasquea los dedos para quitarle las cadenas. El señor de la Ira se masajea las muñecas sin siquiera mirar a Aziraphale. Raguel se le acerca un poco

—¿Estas bien?

—Ahora estoy mejor.

—Vámonos.

—¿Pero a qué se debe esta agresión, Raguel? —insiste Aziraphale a ver si el le hace caso.

—Créeme, las otras opciones eran peores —le asegura Raguel a Aziraphale

—Joder —lloriquea Crowley.

—¿¡Pero a qué viene?!

—A algo que pasó en Navidad.

—En fin, ya nos vamos —sentencia Aamón como si no acabara de hacer eso.

—Volveremos el jueves —agrega Raguel.

—¿¡Además quieren v-volver?!

—Sí. Gracias, Aziraphle —Raguel toma de la mano a Aamón y tira de él que le sigue sin añadir nada mientras Crowley aun sisea por ahí atrás con el orgullo más herido que la nariz.

Aziraphale mira a Crowley de reojo, dejando que se vayan y yendo a servirle algo de beber.

—¿Pero qué se ha creído? ¡No pienso volver a ayudarle más! —chilla el pelirrojo.

—Ugh... Ya, ya lo sé... No sé a qué ha venido esto.

—¿Y qué de navidad? ¡A saber qué le ha contado!

—Pues... ¿cuáles son las opciones?

—Cómo voy a saberlo —aún se toca la nariz y se la mira en el espejo.

—Te la he dejado perfecta...

—No me fío de ti.

Aziraphale levanta las cejas y Crowley sonríe un poquito.

—Nada más por eso te la debí dejar desviada y rota.

—¿Lo ves? Eres tremendamente vengativo. Por eso no me fío.

—¡No soy vengativo!

—Acabas de decir que querrías dejármelo mal expresamente.

—¡Por decir que no te fías!

—Exacto, en venganza.

—Pero te serví una bebida —le muestra el vasito y se lo acerca.

—Ah, ¡bueno! Espero que no esté envenenada —la toma igual. Ojos en blanco.

—Parecían muy... juntos. ¿No?

—Pues deben haberse acostado.

—En mi sillón... ¿no les diste las reglas?

—Le dije que no lo hicieran en el sillón.

—¡Y lo primero que fueron a hacer fue hacerlo en el bendito sillón!

—Ya lo sé...

—¡Siempre son igual de... imposibles todos en el cielo! —protesta otra vez, apretando los ojos y limpiando el sillón de nuevo... aunque sabe que él sabrá siempre que estuvo ahí.

—Anda, como si tú no.

—¿¡Si yo no?!

—Fueras imposible.

Aziraphale hace los ojos en blanco y se ríe.

—Que va, no soy no la mitad de lo imposible que el resto.

—A mí me parece que sí.

—Ya, bueno, ¡y por eso te parezco encantador!

—No creo que sea por eso.

—No habría forma en la que yo actuara que no te pareciera imposible.

—Y te parezco encantador.

—Pues es que ni siquiera me conocías hace un par de meses.

—Claro, no te conocía en lo absoluto.

—Eso decí... —se le corta la frase cuando Aamón vuelve a entrar a la librería.

Aziraphale levanta las cejas dando un paso atrás y Crowley frunce el ceño, tensándose en automático.

—A-Aamón.

—Vamos a bajar al infierno.

—¿¡Q-Qué?!

WHAT? No! —protesta Crowley.

—No es una pregunta —toma a Aziraphale de la mano. Aziraphale traga saliva.

—¿P-Puede venir Crowley?

—No, es que TÚ NO VAS A IR —le toma de la otra mano tirando hacia el lado contrario. Aziraphale aprieta los ojos en medio de ambos.

—¡P-Pero esperen!

—Suéltale, Crowley, esto no va contigo.

—¡Ni hablar!

Aziraphale aprieta los ojos y la mano de Crowley. Aamón frunce el ceño y chasquea los dedos, haciendo desaparecer a Crowley.

—¿¡Qué?! ¡No! ¿¡Qué has hecho con él?! ¿¡QUÉ HAS HECHO CON ÉL?! —Aziraphale HIS TE RI CO

—Mandarlo a una celda al infierno. Si quieres recuperarlo, vendrás conmigo y me ayudarás.

—¿¡A una celda?! Para... ¿¡para qué?!

—Para que no pueda volver por las buenas. Y aprenda con quien no debe meterse.

—¡Por Dios! ¿Qué cosa te hemos hecho como para que requiera semejante castigo?

—Poseer a Raguel.

—Poseer a... what? ¿¡Cuándo hicimos eso?!

—En Navidad.

—¿En Navidad? ¡No! EN navidad me poseyó a mí...

—Y a él también, por lo visto cuando le besaste.

—Ohh... —se acuerda, levantando las cejas.

—Lo que me hace pensar que debería besarte a ti.

—No creo que sea la mejor idea —Aziraphale aprieta los ojos y el muy cínico se sonroja un poco.

—Es... justicia divina, ¿no es eso?

—No tiene nada de divino hacer algo que va a lastimar a todo mundo.

Ojos en blanco.

—Incluyendo a Raguel... te ayudaré, si me juras que vas a sacar a Crowley en cuanto te termine de ayudar.

—Seh, seh, claro. Raguel ya está todo lo puto lastimado posible.

—Pues no soy yo el que ha tenido la idea de inventarle un amante... ya le giraste a Crowley la cara de un golpe, ¿qué más quieres?

Ojos en blanco de Aamón.

—Te ayudaré, de hecho, solo si le sacas de la celda.

—Ya te he dicho que sí, ¿no? —protesta, irritado

—¿Antes de que bajemos?

—No. Eso no es negociable.

Aziraphale suspira.

—S-Si no lo sacas después q-qué... ¿qué pretendes que haga?

Se encoge de hombros y empieza a andar. Aziraphale saca su teléfono... que menos mal ha recibido recientemente el curso mientras camina junto a Aamón medio corriendo como junto a Gabriel.

El señor de la Ira se va a las escaleras

—A-Aamón... ¿v-voy a bajar... a-así?

—¿Crees que me importa en este momento?

Aziraphale traga saliva.

—T-Tengo enemigos ahí abajo... y-y Raguel no va a querer que... q-que me secuestren.

—¿Pues cómo quieres bajar?

—C-Con algún... ugh... vale, disfraz —chasquea los dedos y... se viste de negro, se pinta el pelo de oscuro y... las uñas de negro también. Vale, intentamos con demasiadas ganas parecer un demonio.

Le mira de reojo porque... eso no va a funcionar, pero... meh.

—¿Parezco un demonio?

—No.

—Al menos paso por uno remotamente?

—Mmmm... No.

—Ugh... ¿Al menos si alguien me ve de reojo no pensará de inmediato que soy un ángel?

—Bastara con que te huelan.

—El horror con el aroma —ojos en blanco—. Vale, vale... ¿Por qué estás tan enfadado?

—Siempre estoy enfadado, soy el puto demonio de la ira.

—Yo te he visto sin estar enfadado... ¿Cómo salió todo con Raguel?

—Bien, maravillosamente. Esplendorosamente. Jodidamente fabuloso.

—Si eso es sarcástico... ¿Por qué fue tan mal?

—Está obsesionado con... mi supuesto novio de mierda.

—Pues tiene cierta razón, si no estuviera tu supuesto novio de...

—¿Qué?

—Pues él podría estar más feliz y pleno contigo.

—Me habría pedido matrimonio.

—¿Matrimonio? —parpadea.

—Gabriel quiere casarse con esta niña... Belcebú y quiere que los Arcángeles se casen tambien.

—¿Q-Quiere que... se casen? ¿TODOS? Ohh... —Aziraphale frunce el ceño.

—Por lo visto.

—Claro, yo tengo la idea y ahora o solo está permitido, sino es lo que todos hacen.

Aamón le mira de reojo.

—Pues... hala, sí, quizás sí se hubieran casado... por lo que veo.

—No, no lo habríamos hecho, pero me lo habría pedido, que es lo bastante importante —se sonroja.

—¿No lo habrían hecho?

—Nunca lo hicimos antes.

—¿Por? ¿Nunca se lo pediste?

—Bueno... no.

—Él a ti tampoco... ¿nunca lo hablaron? ¿Cuánto estuvieron juntos?

—Varios...

—¿Y te gustaría?

—No, no tiene sentido.

—¿Por?

—Es solo a ojos de Dios.

—Hmmm... En realidad, Dios solo es testigo. Es a ojos de ustedes mismos.

—A ojos nuestros la convivencia es suficiente. Yo sé bien qué relación tengo con él.

—Vale, solo... preguntaba.

—Y no creo en Dios, así que es inútil.

—Lo único que yo quería decir es que... si crees en Raguel, es suficiente.

—¿Por?

—Porque en eso consiste, al menos para mí, eso de casarse.

—Mmmmm...

—Aunque quizás yo soy el peor ángel para decirte eso.

Aamón le mira.

—De mí se rieron todos cuando les conté esto, así que... por lo visto es muy poco convencional.

—¿Por?

—Porque no fui a una iglesia y me casé como él... o ellos, por lo visto, van a casarse.

—Mmmm...

—Bueno, igualmente si no quieres casarte da lo mismo. ¿A qué quieres que te ayude?

—Pues tengo que llevar una estúpida foto el jueves.

—¿Una foto de... el novio imaginario?

—Conmigo —asiente

—Oh, Dios... Ehm... bueno, quizás no sea tan difícil.

—Tú querías elegir a alguien... Dijiste.

—Yo... sugería...

—¿Aja?

—Alguno que fuera... suave y agradable.

—Mmmm...

—Que se parezca a Raguel, digo yo.

—No hay nadie ahí abajo que se le parezca en lo más mínimo.

—¿No?

—No.

—¿Absolutamente nadie? Hmmm...

—Claro que no.

—Bueno, quizás entonces alguien guapo, alto y completamente distinto a él.

—A mí me da igual... tú elige y ya.

—Necesitaría ver las opciones.

—Vamos a las celdas.

Aziraphale asiente pensando... en que ir a las celdas = ir con Crowley, así que ya le viene bien.

—¿Por qué están en las celdas? —pregunta el principado.

—Por qué hubo una revuelta.

—¿Otra vez? —pregunta agobiado pensando en la de Halloween—. Dios mío, si hubo una en apenas en Halloween, yo estaba ahí.

—Pues de esa es de la que hablo.

—¡Hombre, pero fue hace mucho! ¿Siguen encerrados?

—Ehm... sí, casi todos, creo.

—Cielos... —traga saliva—. B-Bueno, ¿cuáles son las opciones entonces?

—Pues veamos, aquí está... —se acerca a la primera celda mirando dentro—. ¡Hastur!

—No. ¡Hastur no!

—¿No?

—DEFINITIVAMENTE no.

—¿Por?

—Es terrible y ha intentado matarme más de una vez.

—Mmmm... Probablemente pase lo mismo con el resto.

—No creo, he conocido otros demonios que son desagradables... pero no así. Hasta ahora tú no has intentado arrancarme las alas a mordiscos, y espero que no empieces a intentarlo.

—En... fin, sigamos... —repite, se acerca y mira—. Mammón está aquí.

—Mammón... avaricia.

—Ehm... sí, mira, asómate si quieres.

—Parece muy joven —Aziraphale se asoma y levanta las cejas.

—Sí, bueno —se encoge de hombros.

—¿Te gusta?

—Vamos a establecer algo desde ya. No me gusta NINGUNO.

—Raguel va a notarlo.

—Algo inventaré.

—Me refiero más a que... Raguel va a querer conocerle una vez lo vea...

—Ya le dije que eso no... Sería posible.

—Ya, ya... va a querer conocerle de igual manera —hace un gesto indicando que vayan al siguiente.

—Pues no va a pasar... —se acercan al siguiente y mira—. Aquí está Lucifer.

Aziraphale se muerde el labio. Dios mío con las celdas del infierno...

—Eh, gilipollas! ¡Te lo mereces! —le grita Aamón a Lucifer porque... ¿por qué no? Haciendo que Aziraphale pegue un salto.

—Vale, Lucifer tampoco...

—¿Por?

—Pues acabas de gritarle, ¿crees que va a ayudarte?

—Ah, sí... bueh.

—Procura no gritarle al que quieres que te ayude... suele... mejorar las probabilidades de que funcione.

Ojos en blanco.

—Lucifer además debe tener una vendetta particular con Raguel... creo yo.

—Pues... tal vez. Vayamos al siguiente.

—No quieres que intente matarle ¿o sí?

—Ni siquiera quiero que sepan para qué es todo esto.

—Sigo insistiendo que... por ahora.

—No, ni siquiera van a saber su nombre.

—Raguel va a insistir... yo elegiría de una vez a alguien que pueda hacerte segunda.

—Pero no quiero que... es estúpido que le vea en persona.

—Por lo visto Raguel no te parece un ángel perseverante y necio.

—Lo es, pero... es que esto es peligroso, tiene que entenderlo.

—¿Y no crees que le parezca que vale la pena el riesgo? Eres... afectivamente lo más importante que tiene, ¿no?

—Pero... igualmente, no vale la pena, no.

—¿Tú entenderías?

—No, pero yo no le pediría una foto.

—¿Qué harías? —pregunta escondiéndose detrás de el porque viene un grupo de gente.

—Subir al cielo y matar a ese bastardo.

—Va-Vaya... una buena solución —Aziraphale se humedece los labios y traga saliva.

—Ni siquiera con su ayuda o conocimiento —se encoge de hombros.

—Así que Raguel no puede amar a otro hombre.

—Puede... ¿crees que no sé bien que os ama a todos? —le mira de reojo y Aziraphale hace los ojos en blanco.

—¿Tú crees que me ama a mi como a ti? Entonces no tienes ni idea...

—No, claro que no, pero os ama de todos modos.

—Hmm... Es completamente distinto.

—Por eso es que no subo a matar a nadie.

—Igualmente, no era entonces esa mi pregunta.

—Bueno... —mira quien hay en la siguiente.

Asmodeo se MUERE de la aburrición y de la grima. Vale, vale... pero es Leviatán el que está en la siguiente.

Leviatán... está en una celda que no tiene piso sino azufre hirviente y está sumergido en él. Pobrecito mío.

Un poco harto de esto, la verdad.

No nos extraña. Aziraphale traga saliva sin entender lo que ve a través del huequito de la ventana.

—Este es el que yo había pensado.

—Dios mío, santísima...

—¿Qué? Es el que organizó la revuelta y el más desesperado por salir.

—¿Pero eso es... eso es azufre?

—¿No lo hueles?

—S-Sí, sí lo huelo p-pero...

—¿Ajá?

—¿E-Está ahí sumergido todo el rato?

—Sí... —le mira.

—Q-Quizás sí deberías sacarle... —Aziraphale traga saliva visiblemente.

—¿Sí? ¿Crees que este vale?

Aziraphale vacila un poco y Aamón le mira con la mano sobre la puerta.

—P-Pues... es que pobre.

—¿Qué? No, pobre no.

—Sí, pobre, mírale...

—No... Esto no va de compasión, va de utilidad.

—Pero es que... mírale —pone ojitos tan agobiados.

—¿Te pongo a ti ahí dentro?

—N-No. No... No. Por favor, no. No —Traga saliva y da un paso atrás, palideciendo.

—Entonces concéntrate.

—C-creo que se quién puede ayudar —asiente, aterrorizado.

—¿Quién? —anda a la siguiente celda.

—A-Asmodeo.

—¿Asmodeo? —le mira antes de abrir la mirilla.

—¿Está detenido? ¿Sabes?

—No.

—Oh... bueno...

—O sea, no sé si lo está o no.

—Si está, sería el que mejor podría ayudarte. O al menos eso creo... es guapo y creo que tiene ciertas habilidades... físicas.

Mira la siguiente celda, ve a Crowley y cierra de nuevo, sonriendo, yendo a la siguiente.

—¿Quién es? —pregunta Aziraphale mirando que cierra la celda y notando que sonríe

—Uno de los chicos de Lucifer, vamos a la siguiente.

Aziraphale asiente de baboso, creyéndole, pensando en dónde estará Crowley... En la siguiente celda es que está Asmodeo tratando de no morirse. O pensando en cómo morirse.

—Mira, está aquí.

—¿Quién? —ahora no se atreve a acercarse.

—Asmodeo.

—Ohh... Ehm... pues... ¿Le dices?

—Eh, tú, ¡imbécil!

—¿Sí? —Asmodeo se levanta de golpe.

—Te mereces todo lo que te pase.

—Ya, bueno...

—¿Quieres salir de aquí?

—Hmm... ¿a cambio de?

—Cosas fáciles.

—Hmmm... —se lo piensa un poco acercándose para ver quien es—. Oh... Aamón.

Sonrisa falsa.

—Cielos, siempre que dices eso... es algo que no es fácil. Pero vale. ¿Vas a sacarme tu solo o viene Belcebú?

—¿Ves a Belcebú aquí?

—Mi vista desde aquí es bastante limitada.

—Puedes agradecerle a él —se aparta para que vea a Aziraphale, que suspira.

—Hello...

Asmodeo vacila unos cuantos segundos, parpadeando y mirando a Aziraphale.

—Y eso... —se acerca a la reja y es que aún a través de la misma—. Es un ángel.

—No me digas...

—Vaya... bueno, sácame primero y luego me explicas, ¿vale?

—No.

—¿Vas a explicarme antes? —Asmodeo levanta una ceja—. Vamos, no es que tenga ninguna prisa.

—Necesito una foto, él nos la va a tomar.

—¿Y cuándo vas a sacarme? ¿Para qué la quieres?

—Te... puedo arreglarte un poco la celda a cambio pero dejarte aquí hasta que deje de necesitar tu colaboración o... puedo sacarte, pero ponerte algo que no puedas quitarte hasta que deje de necesitarte.

—¿Ponerme qué?

—Lo que tú quieras. Un hierro al cuello.

—Un hierro en el tobillo.

—No, al cuello.

—¿Para que no pueda moverme? Qué clase de manera de salir es esa, Aamón. Dame algo con lo que pueda trabajar.

—Algo que no te moleste lo bastante como para que quieras terminar el trabajo. No vas a seguir ahí dentro, es bastante.

—Maldita sea... ¿y de que trata el trabajo?

—Una foto, ya te lo he dicho.

—No puede ser solo una foto, una foto la tomas ahora. ¿Qué hay después de la foto?

—No lo sé lo que va a haber después. Es solo por si acaso.

—Hmmm... bueno, sácame.

Le pone primero el hierro al cuello grande, para que le cuelgue y un poco pesado, así tipo de esclavo. Ojos en blanco.

—¿La foto va a ser con el hierro al cuello? —pregunta Aziraphale un poco descolocado.

—Algo más horrible no se te... —empieza a protestar Asmodeo. Aamón chasquea los dedos y le pone una cadena colgada a la cosa esa.

—Bien... vale... muy a la moda. Ahora ábreme —Asmodeo suspira.

—Primero la foto.

—¿Antes de salir? ¡No!

Ojos en blanco.

—Si te tomas la foto aquí luego no vas a sacarme.

Vale, vale... le saca porque eso es cierto. Asmodeo sonríe un poco sin poder evitarlo una vez afuera.

—Más te vale que sea una buena foto.

—¿Para qué quieres la foto? Mis fotos suelen ser muy buenas.

Aamón mira a Aziraphale.

—Ehh... es... una foto los dos juntos. Para... una cosa del cielo.

—Del... cielo —Asmodeo levanta una ceja y mira a Aamón.

—Sí, del cielo, así que más vale que sea puto convincente —protesta Aamón.

—¿A quién quieres convencer y de qué en el cielo?

—Eso no te lo voy a decir.

—¿Y qué cara pongo en la foto? Lo haría mejor si me explicaras.

—¿Vamos a tomar la foto aquí? —pregunta Aziphale.

—¿Dónde quieres tomarla? —mira a Aziraphale, la verdad, ni siquiera ha pensado que cara debe poner ÉL.

—Pues con un fondo bonito... ehm... ¿en la tierra, quizás?

—Vale, vale. Subamos —Aamón se humedece los labios. Asmodeo a quien ve con ojos de amor es al ángel y a Aamón le da igual, sinceramente.

—Bueno, sácanos.

Los toma a los dos, cada uno de una mano y ahí vamos a lo zombie.

Ugh. Aziraphale trata de apretar los ojos y cerrar la boca... y ni siquiera le has pedido que suelte a Crowley.

Pues aún no terminan de hacer esta cosa, seguro le grita que no

Ah, sí. Pero...

Pero... ¿qué?

Crowley lo hubiera pedido. Ahí están entonces... como en... la tundra rusa.

—C-Cielos, ¿qué es esto? —protesta Aziraphale mirando alrededor.

—La tierra. ¿No? Sí, estoy casi seguro.

—No parece... —el ángel tiembla de frío y chasquea los dedos cambiándose la ropa por la suya clara y adicionando un abrigo de pelos encima.

—Bueno, tal vez es una luna de júpiter. ¿A quién le importa?

—¡A mí!

Ojos en blanco de Aamón porque qué quejica es este ángel. Asmodeo que está más ocupado en limpiarse, arreglarse, sacudirse y estirarse, les mira a ambos, sonriendo de lado.

—Bueno, ustedes dos... ya resolvieron su tensión sexual o... —notaba Aziraphale ahora de blanco, pelo blanco—. Oh, ¡espera!

—¿Qué tensión sexual?

—La que tienen... pero ¡yo a ti te conozco! Eres el ángel de Crowley.

Aziraphale aprieta los ojos. Aamón arruga la nariz y se encoge de hombros

—¿Podemos acabar con esto?

—Trae a Crowley y acabamos con esto.

—Primero las fotos —le tiende el teléfono.

—Ohh, chantajeando con Crowley a un inocente angelito para que nos tome fotos... —se burla un poco Asmodeo.

—N-No... A-Antes que las fotos, porque una vez que te las tome ya no vas a querer traerle.

—¿Y por qué iba a fiarme yo de que una vez lo traiga querrás tomarlas?

—Tráele atado si quieres, pero tráele.

—Mmmm...

—Por favor.

—No.

Aziraphale suspira.

—Vamos.

—Pues... pónganse juntos

Ahí va Aamón a pararse con el ceño súper fruncido y súper recto junto a Asmodeo.

—Ehm... considerando las circunstancias...

El demonio le mira.

—Insisto que podría ayudar saber para qué quieres esto... ¿es para liarte con un ángel? No se me ocurre ni como... —comenta Asmodeo a Aamón, poniéndose de espaldas a la cámara.

Aamón se sonroja con eso y Asmodeo sonríe de lado.

—Necesitas decirme que es lo que necesitas.

—No es para liarme con un ángel.

—¿Es para no liarte con uno?

—Eh... sí.

—No entiendo —Asmodeo entrecierra los ojos.

—No tienes que entenderlo, ¿vas a colaborar o no?

—Sí. Solo quiero saber a quién vas a enseñarle esto para saber cómo posar para tu foto —Ojos en blanco.

—No importa QUIÉN.

—Vale, cómo quieres que pose para la foto tu —ojos en blanco de nuevo.

—Como... —mira a Aziraphale por ayuda.

—Cerca. Abrázale —explica el ángel.

Aamón se revuelve y levanta los brazos todo en tensión. Asmodeo hace los ojos en blanco oooootra vez. La verdad, Aamón ni siquiera le mira.

Aziraphale cambia el peso de pie y les toma una foto... que sale TERRIBLE.

—A ver... —Aamón se acerca a él.

Aziraphale se la muestra, temerosillo y Asmodeo sale bien, como siempre, sonrientillo, pero Aamón es un DESASTRE.

—Mmmm... no. No acaba de...

—Casi parece que tienes asco de estar parado junto a él. Mira, tiene que parecer algo más así... —le muestra una de las suyas con Crowley de un rato atrás.

Aamón parpadea con eso, mirándolas y ya me los imagino, con todo y todo, deben haber conseguido algunas buenas.

Sí, claro, pero es que... Asmodeo se acerca.

—A ver, una foto como cuál es la que quieres... —le pide a Aziraphale extendiendo la mano hacia él un poquito y tocándole la mano.

Aamón se aparta un poco para que Asmodeo mire también.

—Crowley, Crowley, Crowley... —Asmodeo sonríe de lado, haciendo tsk tsk tsk y negando con la cabeza. Aamón le mira.

—¿Qué pasa con Crowley? —pregunta Aziraphale frunciendo el ceño.

—Sigue haciendo lo mismo de siempre. Hmmm... Fotos así no se pueden entre tú y yo, pero... ¿quieres que parezcamos estos dos? —pregunta Asmodeo.

—Sí. Un poco. Sí.

Asmodeo le mira de arriba a abajo.

—Eso va a costarte un poco más que sacarme de ahí abajo con esto al cuello. Hazlo más pequeño.

—No. Has dicho que lo harías. O lo haces o te devuelvo ahí dentro.

—Yo solo digo que va a ver que traigo una cadena de esclavo al cuello... ¡se ve! Pero vale, ven acá...

—No va a preguntar por eso.

—¿Por qué va a preguntar? —se le acerca levantando los brazos—. Voy a tocarte, ¿vale?

—Por nada —aprieta los ojos.

Asmodeo le pone las manos encima, en el pecho, transmitiéndole un poco de deseo. Aamón frunce el ceño y da un paso atrás, a punto de haberle dado un puñetazo también.

—¿Quieres tus fotos o no? —pregunta Asmodeo, estirando un poco la espalda y poniéndose en guardia.

—No hagas eso o te golpearé.

—Necesito tocarte.

—No necesitas hacer... eso.

—Tú tampoco necesitas irritarme y vieras que lo estás consiguiendo...

Ojos en blanco.

—Igualmente, puede ayudar a tu foto, así que... cálmate.

—Igualmente no lo hagas.

—Pues haré lo que pueda, ¿vale?

Frunce el ceño esperando que se ponga en postura y ahí va Asmodeo a abrazarle, poniéndole la mano ahora en el abdomen y no en el pecho por si le parece menos incómodo. Aamón aun sigue haciendo cara de que le están arrancando las uñas.

—Ehm... quizás podrías intentar pensar en... algo que te guste —apunta Aziraphale.

Aamón le fulmina un poco y hace una sonrisa súper forzada.

—Cielos, ahora pareces un tiburón

What the fuck? —empuja un poco a Asmodeo, porque le agobia.

—¿¡Qué?! —protesta Asmodeo.

—¡Pues esa sonrisa!

—¡Es mi sonrisa!

—Ehm... espero que Ra... Ara... se... Ehm...

Aamón le mira que debe vérsele fuego en los ojos. Aziraphale traga saliva y da un paso atrás.

—Está bien... p-puedes mostrársela.

—¿Qué? —pregunta Asmodeo sin entender.

—No sé sonreír de otra forma—le frunce el ceño a Asmodeo.

—Vale, vale, sin preguntas.

Ojos en blanco y es que todas las fotos van a ser horribles y hasta Aamón lo sabe.

—Hmmm... Por qué no... Tengo una idea —propone Aziraphale—. Por qué no te pones de espaldas a la cámara, Aamón, y abrazas a Asmodeo... y tú, Asmodeo, le abrazas de vuelta, mirando a la cámara.

—Mmmm... vale.

—Al final, el que se tiene que ver... es él, no? Ahora... Asmodeo, abrázale como si... fuera tu pareja.

Asmodeo mira a Aamón y sonríe de lado con burla, que le fulmina y se sonroja un poco con esa sonrisa.

—Ven a que te abrace como si fueras mi pareja...

—Un beso.

—¿Un beso? ¿Quieres que te dé un beso?

Aamón asiente solo una vez. Asmodeo se encoge de hombros y se acerca a él para besarle

Aamón traga saliva y hace su mayor esfuerzo para que esto parezca natural, espero que tomes esa foto, Aziraphale.

Sí, sí. Asmodeo le mete la lengua hasta la garganta, cerrando los ojos y ejerciendo TODA su influencia. Aamón le va a morder cuando sea DEMASIADO.

Aziraphale levanta las cejas y... vas a romperle el corazón a Raguel.

Y vale, Asmodeo pega un salto enorme cuando le muerde, dándole a Aamón una descarga de placer tremenda, para casi dejarlo KO que lo tira al suelo.

Asmodeo maldice porque le ha hecho daño y la verdad, Aamón se retuerce un poco

Fuck!

Finalmente, cuando puede respirar de nuevo, se acerca a Aziraphale para que le dé su teléfono. Aziraphale niega.

—Crowley.

Ojos en blanco, pero chasquea los dedos y ahí está.

Aziraphale casi le lanza el teléfono encima, yendo a por Crowley. Aamón lo toma y... desaparece a lo zombie dentro de la tierra.

—¿¡Estás bien?!

Crowley está ahí casi sin saber lo que le acaba de pasar y Aziraphale se le abraza al cuello con fuerza. El demonio parpadea un poco y le rodea de la cintura, mirando alrededor.

—No sé dónde estamos... pero menos mal que ya estás aquí. ¿Estás bien?

—¿Qué ha... pasado?

—Le he tomado unas fotos con...

—Migo —interrumpe Asmodeo.

Crowley parpadea y se gira a la nueva voz, que les sonríe de lado, burlón.

—Oh... tú.

—Y tú...

—Uhm... bueno, nosotros nos largamos.

Asmodeo estira la mano y toma a Aziraphale del brazo.

—Muy bien.

—Nosotros dos, sin ti —Crowley frunce el ceño.

—No, conmigo.

—¡NO! Ve a... tu casa o lo que sea. ¿Qué es lo que quieres?

—Ir a Londres.

—¡Pues ve!

—Voy con ustedes —la verdad no está seguro de poder con esto al cuello.

—No, ¿por qué?

—Porque sí —insiste apretando a Aziraphale.

—¿Por qué no quieres ir tú? —pregunta Aziraphale tirando un poco de su brazo.

—Ve tu solo, joder.

Asmodeo hace los ojos en blanco, chasquea los dedos y le pone a Crowley una cadena como la suya.

What the fuck!

—Ahora llevamos a los dos, ángel.

—Aziraphale! —protesta—. ¡Quítale eso!

—¡No hasta que no nos lleves!

—¡Joder con todos!

Aziraphale hace los ojos en blanco.

—Ninguno de ustedes sabe pedir las benditas cosas por favor, que no es tan difícil... —se queja chasqueando los dedos y apareciéndoles en Londres mientras Crowley aun intenta tirar del estúpido collar de hierro.

Les ha aparecido en el callejón donde se tira la basura de su librería, que milagrosamente está del todo vacío. En un repentino revuelo, toma a Asmodeo de la cadena y le levanta contra la pared, ahorcándole un poco. Crowley levanta las cejas con eso, dejando el asunto del collar.

Sí, sí, Crowley les mira.

Asmodeo, que puede con la cadena de hierro, pero no contra un ángel manejándola. Menos aún contra un ángel que parece furioso, se lleva las manos al cuello.

—Quita. La. Cadena. De. Crowley. O te descorporizaré mucho más rápido de lo que me crees capaz.

Crowley traga saliva, acojonado también. Asmodeo patalea un poco, manos al cuello, poniéndose un poco azul... pero Aziraphale no cede, si algo parece aún más atemorizante. Saca las alas de golpe.

Asmodeo casi se hace pis del susto, chasqueando los dedos débilmente… Crowley da un paso atrás tocándose el cuello cuando le quita el collar de hierro.

Mira a Crowley de reojo y en un revuelo semejante al anterior, suelta a Asmodeo, guarda las alas y se acomoda la pajarita, aclarándose la garganta.

Thank you.

—Ehm...

—Vamos.

Crowley asiente. Sonrisita, le toma de la mano y se va tan tranquilo.

Crowley le sigue, tragando saliva un poco asustado.

Así nos gusta.

Asmodeo respira profundamente... y a pesar de todo sonríe un poco. Cualquier cosa mejor que estar ahí abajo.

Pues nada, disfruta de tu libertad.

Mientras no venga por ti el señor Aamón, cosa que no tardará en pasar o puede que Asmodeo vaya a buscarle cuando esté HARTO de las cadenas. En... dos días.

Exacto, es un poco... libertad condicional.

¡Que es mejor que no libertad!

En dos días es jueves, así que...