Belcebú se echa en el trono, resoplando y bufando porque DETESTA todo esto burocrático. (Que vas a detestarlo, te encanta). Mientras Dagón le cuenta cosas sobre recuentos de almas que han empezado a aumentar de manera un poco extraña últimamente... creo que hay una epidemia o algo.
Sí, en cuanto a muertos, aunque en las listas de tentaciones se están volviendo raras.
Millones de tentaciones de salir de casa.
Sí, aunque ha bajado el crimen en general. Ha subido el pánico y el egoísmo y la... ehm... ¿gula por papel de váter?
Esa le hace sonreír un poco.
Esto es raro de cojones y súper random.
Gel antibacterial... y pasta, en algunas zonas parece haber tremenda gula por sobres de pasta y granos.
—Ehm... sí. Y levadura. Es como si todos los humanos quisieran hacerse su propio pan ahora.
—Vale... esto... hay que seguirlo
—¿Pongo a alguien a ello, mylord?
—Ehh... sí. Sí, sí... quiero un informe cada tres días. Ah, y voy a hacer una auditoría.
—¿Una auditoría, mylord? —baja el documento donde estaba escribiéndolo.
—Sí, quiero saber que han hecho, especialmente los príncipes del infierno, después de las instrucciones de Halloween.
—Ah... están todos encerrados, mylord.
—¿Encerrados?
—Les encerramos en... hum... las celdas después de la... revuelta, mylord.
—Ohhhh... bueno pero ¡eventualmente había que sacarlos para que siguieran mis órdenes!
—N-Nunca... ordenó sacarlos, mylord.
—Voy a tener que ir a verles, entonces —ojos en blanco.
Dagón se encoge de hombros y Belcebú resopla otra vez.
—Vamos.
Traga saliva, pero ahí va. Belcebú se levanta de un salto, estirándose un poco y humedeciéndose los labios, lista para poner su actitud de más asco y Dagón la sigue, aunque se tardan un raaaaaaaaaaaato en bajar porque las bloody escaleras, maldita sea, pero hala, por fin llegan al piso correcto y Mammón siempre es el de la primera celda.
Hemos de decir que para este punto, Belcebú ya se ha llevado un pequeño séquito de demonios afines a ella que ha visto en el camino y a los que les ha pedido que le acompañen, así que, va en efecto al lado de ella Dagón y detrás un pequeño corrillo de ruidosos demonios. Chasquea los dedos para abrir la celda.
El chico está acostado en piso de nieve sobre una piel de... ah no, que esto no es GOT. El demonio está sentado en un rincón de la celda, mirando al techo y lanzando al aire una moneda, atrapándola a la mitad del vuelo y volviéndola a lanzar.
—Ah... tú—saluda a Belcebú, mirándola con la nariz arrugada—. A qué se debe el... "honor"... mylord.
El tono absolutamente burlón es bastante evidente. Hace que Belcebú haga los ojos en blanco.
Dagón y el resto de demonios les miran.
—Ya, ya, blablablá... vengo darte instrucciones ahora que has concluido tu condena.
—Oh, ¿he concluido mi condena? Vaya...
—A menos que quieras quedarte aquí por otros meses.
Todos ahí atrás gritan que lo deje, que lo deje. Mammón trata de no moverse, pokerface total.
—¿Y cuál es mi... nueva misión... "mylord"? —vuelve a decir exageradamente.
—La misma misión que tenías en bloody halloween.
Todos los demás se miran entre ellos un poco interrogantes
—Sube al cielo y seduce a uno de los Arcángeles que aún no tienen pareja.
—Ahh... eso. Es verdad. A Gabriel —Mammón sonríe de lado.
—No seas idiota, te dijo que a Gabriel no porque está enamorada ella —suelta Dagón.
—What the FUCK? —protesta Belcebú hacia Dagón.
Mammón se ríe un poco igualmente lanzando su moneda al aire. Belcebú chasquea los dedos y la desaparece.
—Si no quieres ir a buscar a alguien más... entonces puedes quedarte aquí los próximos cien años.
Mammón hace los ojos en blanco con esas amenazas de Belcebú, la verdad, pero se levanta.
—No recuerdo haber dicho que no.
Hay algunos gritos, no muy fuertes, del resto.
—Quiero reportes SEMANALES en mi escritorio.
Uuuuuuuh.
—¿Y si no? —ojos en blanco otra vez.
—¿Quieres preguntarle a Leviatán cómo le ha ido? Estoy segura de que te has enterado... pero puedo mandarte a ti al lago de azufre si quieres... solo basta un chasquido.
Más murmullos, ¡porque el lago de azufre!
—No quiero preguntarle a nadie. Seducir a un Arcángel, mylord, lo he entendido... ¿algún método de su preferencia? ¿Algún Arcángel de su preferencia?
—¡Gabriel! —grita alguien ahí atrás porque son todos imbéciles. Belcebú se sonroja un poco.
—Mira, si quieres ir con Gabriel vas a perder el tiempo... pero adelante.
—Ya, claro, ¿y arriesgarme otra vez a la furia de mylord?
—Anda, lárgate —Belcebú chasquea los dedos otra vez, quitándole los dos grilletes que tenía en los tobillos, haciendo un gesto con la cabeza—. Tienes hasta antes de semana santa para hacerlo.
Porqueeeee Gabrielito ha diiiiichoooooo
SHUT UP.
Todos los demonios hacen un pasillo para hacerle pasar haciendo uuuuh porque, en palabras del maestro, los que aplauden en la coronación son los mismos que aplauden en la decapitación, a la gente lo que le gusta es el espectáculo. Y los demonios no son menos.
Alguien intenta morderle, él le enseña los dientes haciendo que retroceda. Todo un show, en efecto.
Belcebú suspira, esperando que... esto salga bien, sonrojándose un poco antes de irse a la siguiente celda.
Pat pat.
Es que parece que va a pasar cualquier cosa menos salir bien, no es por nada.
Es... seguramente lo que va a pasar, sí.
Igualmente, no será por falta de ánimo así que ahí se va a la siguiente.
Belcebú arenga a las masas, la verdad, cuando al fin Mammón se larga, para que hagan un montón de ruido cuando termina por abrir la celda.
Lo hacen, claro. Así que ahí entra, levantando la nariz.
Y ahí está Lucifer, intentando parar de golpearse la cabeza contra las paredes
—Lucifer... el rebelde.
Se da otro golpe fuerte en la cabeza antes de oírla.
—Lucifer... LUCIFER!
Sacude la cabeza y la verdad la ve un poco doble.
—What the hell estás haciéndo?
—Intentado quedarme inconsciente
—Bueno, para de intentar quedarte inconsciente y levántate, idiota...
Ojos en blanco pero ahí va, pasándose una mano por donde se ha dado.
—No te necesito más imbécil de lo que de por si eres. Necesitas subir y seducir a... Miguel.
—¿Q-Qué?
—¿Quieres o no quieres salir?
—Sí, bueno...
—Quiero reportes semanales y tienes hasta antes de semana santa.
—No, no, no... espera.
—What the hell?
—¿Que suba a... qué?
—Seducir al bloody Arcángel Miguel.
—¿Por? —traga saliva.
—Porque lo mando yo. ¿No quieres?
—No...
—Bueno, pues ve a seducir a otro Arcángel si no quieres seducirla a ella... —Belcebú hace los ojos en blanco.
—No, no, pero es que... —traga saliva de nuevo.
—¿Es que qué?
—Ugh.
—Esto es lo que requiere el infierno.
—¿Para qué?
—Para que caigan.
—No parece que Gabriel esté cayendo mucho.
—No es de parecer.
—No está cayendo en lo absoluto.
—Va a caer. E-Eventualmente.
—Sí, claro.
—Lucifer... mira, hay dos posibilidades aquí. O sales y haces eso o te llevo con Leviatán.
—Ya veremos si es con Miguel, ella no quiere ni verme.
—¡Pues me da lo mismo con quien!
—Te da lo mismo pero vienes aquí con indicaciones concretas...
—Pues porque ¿detrás de quien vas a ir tú si no?
Lucifer vacila.
—¿Sabes nombrar a algún otro siquiera... que no sea Gabriel?
—Pues... R-Rafael.
—Alguien que siga ahí arriba.
—¿Tú puedes? —entrecierra los ojos.
—¡Pues claro! Azrael... la chica negra, el que me gritó por la ventana, el viejito de Aamón.
—Solo sabes un nombre —se cruza de brazos.
—Miguel, Gabriel, Azrael, Saguel... ¡sé más que tú!
—Saguel no es.
—No dije Saguel.
—Acabo de oírte, ¿ni siquiera te escuchas a ti misma?
—Habrás oído mal. ¿¡Quieres ir con otro?!
—¿Te importa? —se encoge de hombros.
—Me da igual con quién. La orden es que vayas por alguno.
—Ya, ya... eso imaginaba.
—Aunque me parece que Gabriel tiene muy claro... Que es... Miguel. Yo solo digo, a lo mejor sabe algo que yo no, de hecho le he oído mencionar tu nombre varias veces para ella.
—Sí, bueno... nunca te lo mencionará para sí mismo.
—Espera... ¿a ti te gusta Gabriel? —Inclina la cabeza, sin entender.
—A mí... —sonríe.
Belcebú frunce el ceño, esperando y Lucifer se encoge de hombros sin dejar de sonreír.
—¿¡Qué, coño?! ¡Di algo!
—Te lo diré cuando esté fuera.
—Antes tienes que confirmarme —ojos en blanco.
—Seh, seh, whatever.
—Hmnmn si no, vas a ir a hacer compañía a Leviatán.
—He dicho que sí, ¿no?
—Sí, sí... aun así —cambia las cadenas de estar pegadas a la pared, a su mano y Lucifer da un par de pasos hacia ella—. Anda, ¡deja de hacerte el interesante! —jala de las cadenas hacia afuera.
Él la sigue y se ríe un poco.
—Shut up si no quieres una mordaza.
Levanta las manos.
—Bueno, ya estás afuera. Habla.
—Mejor que te lo explique él.
—¿Quién? ¿Gabriel?
Lucifer asiente. Belcebú frunce el ceño y tira de sus cadenas acercándolo a ella.
—He dicho que vayas con Miguel.
Lucifer hace gesto de cremallera en los labios y ella le fulmina.
—¿Vas a soltarme o no? —se ríe.
El problema que tiene es que... Lucifer le cae bien a Belcebú. Porque cuando cayeron fueron ellos dos justamente los que... lo organizaron.
—¿Vas a dejar de hacer el idiota o no? —pregunta medio sonriéndole.
—Sabes que no.
Ojos en blanco, chasquea los dedos y le suelta.
Lucifer se acomoda la ropa moviendo un poco el cuello.
—Bien, ¿listo para seguir órdenes?
—¿Tengo otra opción?
—No. Pero dime lo de Gabriel.
—Ya sabes lo de Gabriel, bien que te lo imaginas.
—Te gusta —frunce el ceño.
—Eso... no te preocuparía.
—No le gustas —ojos en blanco.
—No, claro que no...
—Claro que no.
—Eso he dicho.
—¡Se cómo lo has dicho!
—Pero tú lo tienes claro
—Shut up! Miguel.
—¿Qué con ella?
—¡Es a ella a quien le gustas!
—También.
—Ah, shut up. ¿Ahora le gustas a todos? A Gabriel quien le gusta soy yo.
—Bien por ti.
Belcebú se sonroja.
—Tienes tus instrucciones. Antes de Semana Santa.
Lucifer se da un beso en el dedo índice... y luego se lo pone a ella sobre los labios.
Ugh! Belcebú se sonroja un poco y le quita la mano de un manotazo, aunque bastante tarde... y él se ríe.
—Anda pues, reportes semanales, ¡completos!
Gesto con la mano, yéndose. Eso no va a pasar.
—¡Voy a saber si no haces nada!
Se encoge de hombros y le va a mandar reportes con la Biblia escrita para que tenga que leerla entera antes de encontrar información relacionada.
—Bloody hell!
Así de "Primero quisiera citar...{insertar biblia entera}"
Mierda. Dagón va a leer mucho. Igualmente Belcebú se aclara la garganta en plan... esto es muy normal. Súper normal.
—¿Quién sigue?
—Esta está vacía, mylord —Dagón no sabe quién hay en cada celda. Belcebú abre la siguiente celda sin estar segura de quien va aquí.
—Hmmm... —Belcebú frunce el ceño—. No había celdas vacías en este corredor
—¿No será la de Aamón?
—Ah, podría ser... aunque creo haber ido a otra celda por él. Veremos si falta alguno... ¿cuál sigue? —se frota las manos—. ¿Leviatán?
Dagón asiente y va a abrir la puerta. Belcebú chasquea los dedos para levantar a Leviatán del lago, que ahora mismo es un cocodrilo.
Belcebú le suelta de altura razonable sobre el suelo para que se dé un buen golpe, pero no demasiado.
No reacciona demasiado, aunque al cabo de un poco se sacude lentamente el azufre.
Que aún sisea un poco al contacto con el aire. La verdad, debe estar bastante despellejado, incluso pese a la piel de cocodrilo. Belcebú espera, media sonrisa y brazos cruzados.
Leviatán abre la boca. Belcebú saca su teléfono así como distraídamente
Bueno, pues ahí va el cocodrilo a darse la vuelta para irse, no sé si para volver al lago, me temo. Ojos en blanco de Belcebú.
—Te tengo un trato.
Se detiene.
—Para salir de aquí... con una tarea.
Leviatán se vuelve a mirarla.
—De hecho una bastante fácil...
Abre la boca de nuevo.
—Tienes que elegir un Arcángel y seducirlo.
No sé cómo pone los ojos en blanco un cocodrilo pero lo hace.
—O volver al lago.
Vuelve a abrir y cerrar la boca. Ojos en blanco de Belcebú.
—Tomaré eso como que quieres volver al azufre —levanta la mano para chasquear los dedos.
Ahí va el cocodrilo a darse la vuelta para ir solito. Belcebú aprieta los ojos, porque maldita sea con los actos de rebeldía y chasquea los dedos, apareciéndoles a todos en el salón del trono... incluyendo a Leviatán, esta vez forzadamente como un humano.
Ugh. Leviatán grita un poco porque sobre la piel de humano el azufre le duele mucho más.
Ojos en blanco de Belcebú. Pues es que por eso no se volvía.
—¿Has entendido o no lo que he dicho?
—Joder, sí, sí.
—¡Vaya! ¡Pero si habla!
Ojos en blanco.
—Bien. Ve a hacerlo.
—No pienso hacer eso.
—El cielo lo hará primero, entonces.
—¿A mí? Ni hablar...
—¿Prefieres el encierro? —Belcebú hace los ojos en blanco.
—No, pero no voy a volverme estúpido como lo eres tú solo por tu capricho.
Belcebú le mira con los ojos encendidos.
—Hay dos opciones, o haces lo que ordeno yo y lo que pide Satanás, o vuelves al azufre.
—Satanás no te ha pedido que te vuelvas imbécil por un ángel.
—¡No me he vuelto imbécil por un ángel!
—Anda que no.
—¿¡De dónde sacas semejante idiotez?!
—Todos te vimos en Halloween.
—¿Y te ha parecido a ti que el resultado de tu revuelta es favorable? ¿Quién es más imbécil aquí? ¿Tú o yo?
—Tú.
—Tú, idiota. Tú. Si no quieres hacer lo que yo digo, pelea y gana... Ah, no, que ya has perdido, ¡Entonces lárgate a hacer lo que digo!
Ojos en blanco.
—¿Quieres bajar o prefieres que esta vez SI te desaparezca para siempre?
—Claro, claro, Belcebú.
—Pareces haber disfrutado tu castigo —Belcebú frunce el ceño.
—Muchísimo.
—Bien, ¿quieres volver al lago de azufre?
—Uy, sí, claro —ojos en blanco.
—Bien... sígueme —se levanta y ahí se va, cruzado de brazos. Ella se sienta frente al en su despacho dejando a todos fuera, menos a Dagón—. Vas a llevar esto al cielo —le da una nota.
—¿A tu amorcito queridito? ¿Eso quieres? ¿Que mande notitas de amor?
Ojos en blanco.
—No, de hecho no es para él... es a... hmmm... —el primer nombre que recuerdo—. A-Azrael.
—Ya, claro.
—¿¡Ya, claro, qué?!
—Que te creo. Quieres que suba esto al cielo y les dé las gracias a todos por su inestimable ayuda en tu nombre porque es obvio que si no fuera por eso no hubieras ganado, bien. ¿Besitos para Gabriel también? Pero no pienso hacer nada con ningún otro ángel.
—Quiero que vayas y lo busques, bloody hell, nada que ver con bloody Gabriel!
—Whatever.
—Whatever nada!
—¿Y qué más coño quieres?
—Que te líes con un bloody Arcángel. Esa es la ORDEN.
—¿Sabes? Puedes ordenarle al sol que gire hacia el otro lado si quieres, pero si de verdad es imprescindible, más vale que venga Satanás en persona y lo haga.
—Busca a Azrael y dale esto —extiende el papel en un sobre negro—. Y shut up.
Ojos en blanco de nuevo.
—¡Es una bloody orden!
Pero toma el sobre. Belcebú chasquea los dedos y le desaparece a la tierra.
—Bloody hell! —se queja chasqueando los dedos y apareciendo a Befelgor, Aamón y a Asmodeo frente a ella de golpe.
Belfegor que estaba durmiendo y no sé si Asmodeo estaba tirándose a alguien después que Aziraphale casi le arranca las alas
Sí... a todos nos da miedito Aziraphale así.
—WHAT THE BLOODY FUCK? —adivina quién grita de rabia con eso.
Asmodeo, probablemente. Tal vez TAMBIÉN lo haga. Belcebú hace los ojos en blanco
—What?
—¿Por qué coño estamos aquí?
—Porque su líder lo pide.
Ojos en blanco de Aamón. Belfegor se da la vuelta, se cubre con su colcha y sigue durmiendo.
—Eh, Belfegor! —le quita la colcha y la sienta con un chasquido—. ¡Esto es una auditoria!
Deeeeeja caer la cabeza atrás.
—¿Una puta auditoría de qué?—sigue gritando Aamón.
—Aamón. ¿Cuál es tu estado? ¿Estás seduciendo al Arcángel o no?
—What? —se sonroja un poco.
—Que si estás seduciendo a un Arcángel.
Aamón mira a Asmodeo de reojo
—S-Sí, claro. ¡Y mejor lo haría si dejaras de interrumpirme cada puto cinco segundos!
—¿En qué estado estás?
—¡Enfadado!
—Bloody hell, con el Arcángel.
—B-Bien.
—¿Bien cómo?
—Bien es bien, ¿cómo es bien? ¿Es que puto estado estás tú con el niño ese repeinado?
—¡Nadie habla de mí y no está repeinado!
—Yo hablo de ti, bien es bien.
—¿Ya te acostaste con él?
Aamón se sonrooooja de nuevo y vuelve a mirar a Asmodeo de reojito. Traga saliva.
—Sí.
—Hombre, ¿de verdad?
—¡Que sí! —protesta. Belcebú asiente.
—Vaya... ya podría el puto resto aprender de ti. Tendrás una recompensa. Es con... ¿cómo se llama?
—No quiero... No quiero decirlo.
—No es pregunta, quien es, ¡debes decirlo para que nadie más le ataque!
—Nadie más le atacará. Más les vale a todos.
—¿Atacar a quién? —pregunta Asmodeo.
—A puto nadie, más te vale —le señala.
—A puto nadie no sirve... eso no es alguien —Asmodeo se encoge de hombros—. ¿Pero no que estabas conmigo?
—¡Olvídate de eso!
—No me voy a olvidar de eso... ¡quítame esto! Belcebú... mylord, Aamón no me permite hacer mis actividades de seducción, mire lo que tengo al cuello.
—Joder —ojos en blanco de Aamón—. Tú sigue lloriqueando y verás lo que te encuentras.
—Espera, espera... ¿cuándo te acostaste con él, Aamón? ¿Te ama? —pregunta Belcebú
—¿Te ama a ti el pijo repeinado?
—¡Nadie está hablando de mí! —se sonroja.
—¡Yo hablo de ti!
—E-Es el plan... que lo hagan.
—¿Y cómo sabes tú que lo hace?
—Porque...me doy cuenta.
—Bueno, pues yo también.
—Vaya... ya podría el resto aprender de ti.
Asmodeo hace los ojos en blanco
—Ehm... sí.
—Y seguro tú le amas de vuelta... y estás desesperado porque crees que se dará cuenta. De ahí las Fotos —agrega Asmodeo riéndose un poco.
—What the fuck? No!
—Es la explicación más razonable
—¿Cuáles fotos?
—¡Olvida las fotos!
—¿Cuáles fotos? —pregunta Belcebú.
—Ningunas fotos.
Asmodeo le mira y sonríe de lado.
—¿Tienes una foto con él? —pregunta Belcebú
—Con... ehm... no.
Belcebú hace una mueca... pensando que ella tampoco.
—¿Sería posible obtener una prueba de esto que me dices?
—¿Cómo cuál? No voy a traerlo aquí.
—No lo sé, ¿cómo sé que no lo estás inventando? Quizás podría traerle yo.
—No.
—Dame una prueba de ello y el infierno te premiará
—Es que... no sé qué es lo que es una prueba para ti.
—Pues una prueba de que lo que dices no es mentira.
—Pero ¿qué sería una prueba? ¿Una... carta de su puño y letra? ¿Quieres... llamarle?
—Vale.
—¿E-Eh?
—Llámale y dame el teléfono.
—No me sé su teléfono. Pero se lo preguntaré —traga saliva.
—¿Y cómo hablan y se ponen de acuerdo?
—Quizás Aziraphale se lo sepa... —comenta Asmodeo.
—Pues cuando le veo decidimos cuando vamos a volver a vernos.
—Que anticuado.
Ojos en blanco de Aamón.
—¿Y cuándo vas a volverle a ver? Y... ¿Por qué sabría Aziraphale su teléfono?
—Pronto.
—¿Pronto cuándo?
—No te lo voy a decir para que me sigas o pongas a alguien a hacerlo.
—Esto es una misión ¡y quiero pruebas!
—¡Te he dicho que le pediré su teléfono!
—Y pregúntale su nombre... —agrega Asmodeo.
—¡Me sé su nombre!
—No parece... casi hasta parece inventado. ¿Está segura, mylord, de que existe?
Belcebú mira a Asmodeo.
—Sí, sí, me lo dijo cuándo le solté. Solo no recuerdo... Es... ¿Remiel? ¿Rariel?
—No importa —Aamón mira a Asmodeo de reojo porque no quiere que lo sepa.
—Bueno, dados los resultados de los demás, igualmente... ¿quieres secuestrarle y retenerle o algo?
—¡No!
—El infierno puede cooperar si así lo requieres.
—¿A caso quieres tú secuestrar a Gabriel?
—A Gabriel no necesito secuestrarle.
—Pues yo tampoco.
—Vale, vale, solo lo decía por... ehm... darte una especie de... ehhh... premio.
—Déjame en paz con esto como premio —ojos en blanco.
—No voy a dejarte en paz con esto, Aamón. Es necesario.
El demonio de la ira se cruza de brazos.
—Es algo que TODOS tienen que hacer.
—Pues presiona a los que no lo hacen.
—Eso estoy haciendo. Igualmente quiero pruebas de que lo que me dices es cierto. Una vez las tenga, te dejaré por lo pronto en paz.
—Pareciera que se lo inventa, considerando... lo que me ha pedido a mí hacer —suelta Asmodeo.
—Ya te he dicho que podrás hablar con él por teléfono.
—¿Qué te ha pedido hacer? —pregunta Belcebú mirando a Asmodeo.
—¿Yo me puedo ir? —Aamón frunce más el ceño.
—Asmodeo va a dar evidencia de que es mentira lo que dices.
—Asmodeo no tiene ni puta idea de nada de todo esto que además no tiene nada que ver con lo que haya yo hablado con él.
Asmodeo sonríe de lado.
—Si eso dice él, mylord —se encoge de hombros, guardando las manos en los bolsillos.
—Solo te pedí dos fotos, ni siquiera sabes para qué las quiero, que por cierto, no es nada de esto.
—Y un beso.
—¿Y?
—Una foto de un beso... —se encoge de hombros—. Yo solo digo, mylord...
—Ehm... Aamón, no estás liado con Asmodeo, ¿verdad? Es decir, ¿si sabes que es un Arcángel a quien te tienes que liar?
—Sí, lo sé.
—¿Y es con un Arcángel con quien te estás liando?
—Sí.
—Bien, espero ese teléfono para hablar con él. Ahora largo.
Ahí se va, antes que cambie de idea. No nos extraña.
—Asmodeo... si mal no recuerdo tú estabas en el calabozo por asegurar que habías esparcido tu lujuria, siendo el único responsable de lo que ocurría.
Belfegor ha vuelto a dormirse y Asmodeo levanta las manos.
—Quizás me extralimité, mylord. Estoy muy dispuesto a seguir sus órdenes.
—Ahora resulta... —susurra Dagón.
—¿Vas a ir a seducir a un Arcángel? —pregunta Belcebú, mirando a Dagón de reojo.
—Al que usted quiera, mylord.
—No hay muchos que estén asignados.
—¿Cuáles son mis opciones? —pregunta Asmodeo a Dagón
—Todos menos... Gabriel y Miguel, creo. Y sea el que sea de Aamón que no está registrado. ¿Remiel?
—No, no es Remiel... es el otro. El... otro.
—Bueno, el otro.
—Eso deja a... hmm... Sariel, Azrael, Uriel... hmmm...
—Ah, no, le hemos dado Azrael a Leviatán.
—Ohh... ¿Entonces Sariel y Uriel son las opciones? ¿Y Remiel?
—Es el de Aamón, ¿no?
—Vale, sí, tienes razón.
—¿Entonces son Uriel o Sariel? —pregunta Asmodeo.
—Sí.
—Bien, iré a verlas a ambas y tomaré entonces una decisión.
Belcebú hace los ojos en blanco.
—BELFEGOR!
Ella pega un salto.
—Asumiré que no has hecho una mierda de lo que pedí en Halloween —le pregunta Belcebú a Belfegor, cruzándose de brazos—. Y eso que tu ni detenida estabas.
—¿Ya ha pasado Halloween?
—Por Satanás —protesta Belcebú haciendo los ojos en blanco
—Uf...
—Anda, despierta... —chasquea dos o tres veces los dedos Belcebú porque le desquicia esta chica, la levanta, le echa agua encima para despertarla—. Vas a ir con Asmodeo.
—Vaaaale, vale
—¿Conmigo? ¿Pooooor? —la cara de agobio de Asmodeo, maldita sea. Mira a Belfegor y es que les odia, en general, a TODOS—. Mylord, discúlpeme pero yo trabajo mucho mejor solo.
—Ya, pero ella no trabaja NADA si está sola. Y dado que quedan dos, pues uno y uno.
Belfegor bosteza y Asmodeo la mira de reojo.
—Sospecho que si vamos los dos, ninguno va a conseguir nada.
—Más vale que ambos consigan algo útil...
—¿Podría al menos quitarme esta mierda que me ha puesto Aamón al cuello, mylord?
Belfegor toma a Asmodeo del brazo con una sonrisa soñolienta, ojos cerrados.
—Maldita sea... —susurra Asmodeo, tratando de sonreírle a Belcebú.
—¿Por qué te lo puso?
—Para que le dejara salir —responde Belfegor encogiéndose de hombros. Asmodeo la mira de reojo.
—Mira cómo es que no te enteras de nada, pero te enteras de todo.
—Así que has salido antes de lo que deberías, ¿eh? —Belcebú levanta una ceja—. Largo, los dos.
Belfegor se encoge de hombros aun agarrada de su brazo y Asmodeo hace los ojos en blanco... pero es que ya la conoce.
—Que tenga buen día, mylord —y ahí va hacia la tierra como zombie con Belfegor.
Así pues... Leviatán se arregla la corbata en la tierra y... abre la carta de Belcebú para leerla.
Es una comunicación de las medianamente habituales entre infierno y cielo, que en general le da Belcebú a Gabriel cuando sube al cielo, notificando a la dependencia de Azrael que de ahora en adelante con quien tiene que hacer las actividades habituales es con Leviatán y no con ella.
Leviatán se humedece los labios, sonríe de lado y con un chasqueo de dedos, cambia el texto y la vuelve a poner en un sobre negro.
Se va a las escaleras. Igual que Crowley, no sé si sus zapatos de piel de cocodrilo son... realmente unos zapatos.
Le explica a Daniel que viene a por Azrael, para que lo lleven con él o le avisen o... que hagan lo que tengan que hacer, apoyando el codo en el mostrador, mirando alrededor desinteresado.
Así que... sí está ahí, alguien va a buscarle a ver qué quiere que hagan.
En realidad no está ahí, pero... le llaman y vuelve de la Tierra enfadadísimo pensando que esto es cuestión de GABRIEL.
Pues no...
Y no tarda mucho en aparecerse en recepción.
Leviatán está ahí silbando y mirando por la ventana con las manos a la espalda, porque por lo menos las vistas desde aquí son remarcables.
Sí que lo son. Azrael se aclara la garganta y el demonio se gira.
—¿Sí? —pregunta el Arcángel, con el ceño muy fruncido.
—¿Azrael? —sonríe.
Azrael frunce el ceño aún más y Leviatán le tiende la mano.
—¿Qué es lo que pretendes, demonio? —le mira la mano y no la toma, en guardia. Ay, Azrael... presa absolutamente fácil.
El demonio aparta las manos levantándolas.
—Nada. Solo traigo un mensaje de Belcebú —responde con las manos en alto sin dejar de sonreír un poco—. Me ha obligado a entregarlo en mano a cambio de mi libertad.
—Oh, vaya... ¿estabas preso?
Inclina la cabeza sin saber si lo pregunta en serio.
—Vamos, se oía un rumor... hace tiempo. Es igual.
—Bueno —mete las manos a la chaqueta.
—¿Y qué dice el mensaje?
Leviatán saca el sobre y se lo tiende pero cuando Azrael extiende la mano se lo quita de su alcance antes de que lo tome.
—Tú eres...
—Leviatán.
—Leviatán. ¿Te han mandado a cazarme? —frunce el ceño y le medio fulmina.
—No. Me han mandado a entregarte esto.
—Entrégalo pues.
—¿Cómo puedo estar seguro que vas a confirmarle a Belcebú la entrega?
—¿Confirmarle a... la loca de Belcebú la entrega? No voy a confirmarle nada, confírmasela tú.
—Lamento que no podré entregártela entonces.
Ojos en blanco.
—Solo mándale un mensajito o lo que sea que diga que la has recibido y te la daré.
—Vale, vale, le escribiré... —Ojos en blanco otra vez.
—Quiero verlo.
—Primero tienes que dármelo.
—No.
Azrael saca su teléfono. "Tengo aquí a un enviado tuyo, que no me quiere dar el sobre hasta que no escriba esto" le manda a Belcebú
—Ahora escríbele que te lo he entregado —se lo tiende una vez lo ve.
—Entrégamelo y le escribiré que me lo has entregado.
—Te lo daré a la vez que le das a enviar.
—Le daré enviar en cuanto me lo des.
—A la vez —los idiotas.
—Vale.
Leviatán le tiende el sobre. "Me lo acaba de dar" escribe y extiende el teléfono hacia él, con el dedo en el send
—Uno... dos...
—Tres.
Pica send y toma el sobre, el demonio lo suelta, sonriendo. Azrael... no puede evitar sonreír un poco sin siquiera darse cuenta.
—Bien... ahora... léelo.
Azrael se humedece los labios y abre el sobre sacando el papel que viene dentro.
"Azrael... No puedo seguir con esto. Creía que estaba enamorada de Gabriel pero no para de ser un grano en el culo y yo no paro de descubrirme a mí misma pensando en ti. Siempre he tenido con él una relación profesional, pero con quien realmente me entiendo es contigo. ¿Crees que podríamos vernos pronto?" Y luego hay todas las rubricas imaginables que haya puesto Belecebú.
Azrael parpadea y parpadea otra vez... y vuelve a parpadear. Mira a Leviatán, que le mira.
—¿Esto es... una broma del infierno?
—¿Qué?
—Ja-Ja... muy gracioso —le devuelve la nota sonrojándose un poco, vale.
—No, colega. Es tuya. Yo no la quiero —levanta las manos.
—No, no es mía... es ridículo esto y ¡sé por qué lo hacen!
—A mí solo me han mandado a traerla, ni sé lo que pone.
—Pues... pues... Ugh —toma la carta y la arruga en su mano, sonrojándose más y dándole la espalda—. Bien, gracias por traerla.
—¿Vas a tirarla?
—No.
—Vale.
—Voy a... —vacila, sin saber qué hacer, apretando os ojos—. Puedes irte
Leviatán se encoge de hombros y se da la vuelta para irse pensando que... debió jugar la envidia por otro lado. Pero bueno, igual no estaba todo perdido, si la carta llegaba a Gabriel.
Desde luego que va a llegar a Gabriel. Son ángeles... Azrael mira la carta otra vez y aunque se sonroja un poco y una pequeña partecita suya lee las palabras de Belcebú con una suave ilusión porque Belcebú, antes de todo esto, le caía bien... aprieta los labios y cierra los ojos, porque... Gabriel.
Oh, sí... Gabriel. Celos es lo MÍNIMO.
Igualmente, en caliente, sin siquiera pensárselo un poco más es que... se da la media vuelta y va hacia la oficina de Gabriel.
Aaay...
Ya, ya... ya. Pero ahí está afuera de su oficina... tocando la puerta.
Pero bueno, ahí está él, quizás preparando cosas de semana santa. Azrael se humedece los labios.
—Gabriel.
—Mmm? —levanta un poco los ojos y hace un gesto de fastidio sin poder evitarlo. Azrael abre la puerta.
—Gabriel... hola —es que ni siquiera frunce el ceño a pesar del gesto de fastidio.
—Azrael —sonríe falsamente—. ¿No estabas oponiéndote a los designios divinos en pro de tus falsos dioses o no sé qué en la tierra?
Ojos en blanco.
—Necesito hablar contigo. ¿Me... acompañas a la tierra, por favor?
—¿A la tierra... por?
—Por favor... creo que querrás oír esto en la Tierra y no aquí —le extiende una mano.
—¿Pero qué es?
—Algo importante que quieres oír, dame la mano.
Lo hace y como un rayo les baja a la tierra pensando que Azrael es siempre tan teatrero...
Ya, claro... mira quien lo dice. Solo porque al pensar no te puedes morder la lengua.
Ahí aparecen... en los jardines del Taj Mahal. Gabriel se quita una pelusa invisible de la manga.
—Tengo un problema... tenemos un problema.
Gabriel levanta una ceja, que raro que cuando la princesa tiene un problema, resulte ser de todos.
—De hecho... tienes un problema.
—Yo.
—Mira, sé que estás emocionado y feliz con Belcebú pero... Recibí una carta d-de Belcebú.
—¿Tú? —frunce el ceño e igual se sonroja un poco.
—Sí, yo... y no es una carta... —se humedece los labios—, especialmente... bueno, es... dice... cosas favorables para mí. Y poco favorables para ti.
—¿Qué dice?
—Que piensa en mí y quiere verme.
—¿Para qué? —Frunce más el ceño.
—Supongo que para seducirme en vez de a ti... lo siento —saca la carta y se la muestra.
—¿Disculpa?
—Mira por ti mismo, no miento.
Gabriel la lee y frunce aún más el ceño debes poder sentir que de repente deja de sentir amor hacia ti. Azrael traga saliva.
—¿G-Gabriel?
—Pues... qué te puedo decir, Azrael. Go for it —responde en un tono plano y calmado hasta resultar inquietante, devolviéndole la carta y mirándole a los ojos con el ceño fruncido.
—No voy a ir a por ello, ¡no digas tonterías! —da un pasito hacia él.
—¿Para qué me muestras esto, entonces? —le mira fijamente.
—¡Para que veas lo que te está haciendo!
—Mmm...
—¡Para que te cuides!
—Bien, gracias, lo haré —responde fríamente y se da la vuelta para irse.
—E-Espera, no te enfades conmigo.
—No, no... claro. Esto es perfecto y estoy súper en comunión con ello —responde Gabriel sarcástico.
—¡En cuanto lo recibí vine a verte!
—Bien por ti también.
—Has dejado de quererme, ¡puedo sentirlo!
—¿Y? Ahora te quiere ella. Disfrútalo —añade masticando la palabra más como una maldición que nada.
—No quiero que me quiera ella, ¡quiero que me quieras tú!
—Mala suerte entonces.
—Somos... más que hermanos —le toma del brazo.
—No. Ni siquiera somos hermanos. Suéltame, Azrael. No quiero ni verte en este momento.
—¡Yo no hice nada!
Hace un gesto para soltarse y se desaparece con el rayo en cuanto le deja. Azrael suspira un poco desconsolado porque esto nunca había pasado antes.
Los celos...
Los celosssss. Más aún inspirados por Leviatán, señor de la Envidia. ¿Qué va a hacer Gabriel?
Leviatán se relame donde sea que esté.
Nada... irse a encerrar a su despacho de muy mal humor, no recibir a Sariel para ayudarla con este asunto... enfocarse en semana santa y desde luego no contestarle el teléfono a Belcebú. Ni el teléfono ni nada.
Ugh.
Tal vez hacer llamar a Azrael para se encargue de la próxima reunión con ella.
Antes de la próxima reunión con ella, Belcebú va a venir a buscarte.
Tal vez repase de nuevo la lista a ver a por cual tiene que ir ahora él, si Azrael se va a quedar con Belcebú.
WTH
Raguel tiene al de la ira y Miguel a Lucifer. Quedan... Belfegor, Mammón, Leviatán y Asmodeo.
Ugh, ¡eres un crédulo Gabriel! Como te le vayas detrás a alguno de ellos...
Sariel iba a ir a por Belfegor, cree... Leviatán a estas alturas debe saber que él les dio el agua bendita que les permitió ganar. Así que Mammón o Asmodeo. Sinceramente, Asmodeo parece más inofensivo y agraciado.
Ugh.
Así que se va con Miguel a ver si tiene alguna manera de contactar con él.
Con bloody Asmodeo, señor de la Lujuria.
Sí.
Como te acuestes con él...
Un teléfono o... un mail... o algo. No quiere bajar al infierno a buscarle, gracias.
Sí que tiene su teléfono... y Belcebú en la inopia.
