Gabriel prácticamente se topa con un muy sudado, polvoso y despeinado Azrael en el lobby del cielo cuando estaba dando vueltas y vacilando antes de ir a su despacho.

—Nunca, NUNCA. ¡NUNCAAA! —chillonea Azrael al aire... hasta que nota que Gabriel está ahí—. Ohh... ¡tú!

Gabriel sale de sus pensamientos con los gritos.

—Esta es la PEOR idea en la historia de las malditas ideas. NO vuelvo NUNCA a siquiera INTENTAR hacer lo que se supone qué hay que hacer, ¡él es INSOPORTABLE y me hizo caminar kilómetros!

—A-Azarel...

Y es que aún tiene uno de los guanteletes y... cadenas, tenía cadenas en los brazos.

Gabriel pone un poco los ojos en blanco porque... luego la princesa... se le acerca.

—No me pongas los ojos en blanco, me puso estas... ¡mierdas! —gritones tan enfadado atrayendo varias miradas a su alrededor.

—Azrael... deja de gritar. Vamos a purificación.

—Me dejó ahí, ¡me dejó a medio desierto! ¡Se largó con mis cadenas puestas! Y viste lo que hizo con la policía en el restaurante...

—¿La policía?

—Pues llegaron los bomberos y los gritos que pegó... no te diste cuenta por estar besuqueando a Belcebú, cosa que, por cierto, ¡también confesó haber liado!

—Olvídate de eso —aprieta los ojos.

—¿¡Además vas a decirme que me olvide de eso?! Si... ¡te afecta a ti directamente! Vas a enfadarte conmigo por ello y fue ÉL el que la lío con la carta, me lo dijo. Esperaba separarles, estaba enfadado cuando vio que no lo ha logrado... es el colmo que vayas a disculparle por eso y a querer que yo me lie con él. ¡Es IMPOSIBLE!

Gabriel parpadea con eso, deteniéndose porque lo que le ha dicho que olvide es de él besando a Belcebú. Belcebú hace que levante las cejas

—¿Que él... qué?

—¡Y los aires de superioridad! Y me ha hecho caminar la vida entera, ¡mira como estoy!

—Vale, vale... pero vuelve a explicarme lo otro.

—Y me ha amarrado los pies y le he ido quitando cadena ¡y me los dejaba más justos!

—Vale, vale... cálmate.

"¡Insiste que te explique lo de Leviatán!"

Gabriel frunce el ceño con eso.

—¡Estoy calmado! —no lo está, aunque tu actitud le ha calmado un poco y el estar aquí.

Gabriel chasquea los dedos y le cambia la ropa y le quita el polvo y sudor del pelo aun guiándole.

—Gracias... —susurra Azrael, que aún tiene el ceño fruncido y los dientes apretados.

—Ahora te traeré un poco de agua, venga, entra aquí a que te quiten esto —le abre la puerta.

—Y la actitud, la actitud es lo peor... es desquiciante, Gabriel.

El nombrado le mira y sonríe un poco de lado.

—¡No, no me pongas esa cara! No es "desquiciante" de esa forma de sonrisita de lado, es GENUINAMENTE imposible

—Bueno, así son los demonios —se encoge de hombros indicando a los angeles de ahí que ayuden a Azrael, que le hacen sentarse en una camilla.

Él se sienta, ignorándoles un poco a todos los demás.

—No, este lo es más. No tiene ni un poco de encanto, ni gracia, ni siquiera me cae ligeramente bien. ¡Ha dicho todo el tiempo que soy un idiota descerebrado!

—Lo siento, tal vez no es para ti.

—Claro que no es para mí... no es para mí en lo absoluto. ¡A la primera oportunidad voy a ir a cantarle las cuarenta!

—Ah... ¿vas a bajar?

—Pues claro que voy a bajar, ¿¡supondrás que voy a dejar esto así?!

—¿Y qué vas a decirle?

—No sé, que se coma su estúpido guantelete y que NUNCA quiero volverle a ver.

—¿Y sobre la carta?

—Que no se meta contigo.

—¿Pero qué es lo que hizo?

—Me ha dicho, lo ha confesado. Que el organizó el drama, que quería joderles. Quería usarme a mí para fastidiarte la vida con Belcebú, llenarte de envidia la cabeza, seguramente, quería ponerte en mi contra. ¿No entiendes, Gabriel? ¡Son demonios! ¡Nos estamos metiendo con demonios y este es el resultado!

Es que... el ALIVIO.

—Le ha enfadado que Belcebú te saltara a besarte así...

—Supongo que si le ha desmontado los planes...

Es que, Gabriel, debes sentir los instintos asesinos de Belcebú

—Ya... sí. Me ha reñido a mí además por "no hacerlo Bien". Es que el tipo es asqueroso.

—¿Y qué se supone que tenías que hacer? —se sienta en la camilla con él mientras trabajan en sus cadenas.

—¡Liarme con Belcebú y que tú me odiarás!

Gabriel aprieta los ojos con eso.

—Y lo ha conseguido bastante bien.

—No te odio, estoy aquí contigo, ¿no?

—Gracias a Dios... yo no quiero robarte a nadie.

Gabriel suspira.

—No quiero a un demonio... y tengo horror de que vayas a tener razón.

—¿Qué?

—Imagina que de verdad tuviera que... soportar a Leviatán. Ugh.

Gabriel le pone en la mamo en la rodilla.

—No eres un ser de odio, Azrael. Eres un ser de amor. Si dejas que te domine el odio es como si él te estuviera dominando.

—Es IMPOSIBLE querer a alguien así.

—Sí, eso parece con todos pero...

"Belcebú va a querer matar a Leviatán"

—Este es peor que el resto.

—No durará mucho de todos modos cuando Belcebú se entere de esto.

—Trae mis cadenas al cuello.

—Él no podrá quitárselas, no tienen esto.

—Y tiene una de Remiel en el tobillo.

—¿De Remiel?

—Sí.

—Vamos a preguntarle y que nos cuente —propone.

—Seguramente fue por ponerle en su lugar, justamente. Hasta le ofrecí quitárselo si me desencadenaba primero.

Gabriel sonríe escuchándole.

—Y el muy idiota...

—¿Pero qué te dijo?

—Que no confiaba en mí. Así que quería que lo liberara yo primero pero... es que sabía que JUSTO iba a hacer esto. Dejarme ahí, al menos me hubiera dejado sin estúpidos guantes —se gira a ver al ángel que ya lo tiene casi del todo liberado.

—¿Te hubiera dejado sin guantes?

—¡Pues es que esos me los puso cuando se ha ido!

—Oh... ¿por?

—Por... maldigo. Por desquiciante. Por demostrar que es, según él, más listo.

—Bueno, no es muy difícil serlo más que tú.

Azrael hace los ojos en blanco y Gabriel le sonríe.

—Quizás tú deberías ir tras él.

—¿Prefieres a Belcebú?

—Prefiero estar solo, gracias.

Gabriel suspira porque estaba intentando tener algún tipo de complicidad con él pero este tipo siempre es imposible. Se baja de la camilla.

—¿Qué vas a hacer con Belcebú?

—¿Estás seguro, seguro que no quieres ir tú?

—¿Quieres que vaya yo? —levanta una ceja.

—Si ella te prefiere a ti...

—¿Tú has visto lo que haba pasado en el restaurante?

Gabriel suspira

—Ojalá... me prefiriera a mí —admite sonrojándose un poco mirándose la mano que al final le han sacado del guante.

—Le he dicho que ella elija al que quiera, pero solo uno.

—Va a elegirte a ti, si te eligió a ti desde el principio...

—Si... me dice eso... y te lo dice a ti también... me lo contarás, ¿verdad? Sé que no me puedo fiar de ella pero no soportaría tu traición.

—Gabs... vine aquí a contarte lo de la carta en el primer momento que me enteré y lo del demonio este otro en cuanto pude. ¡Claro que te voy a contar! —le da una palmada a la espalda—. Pero... no va a...

Gabriel suspira sintiéndose mejor.

—Es que de verdad, lo que quiere es a ti. A mí me pregunto histérica que dónde estabas.

—Bueno... casi me alegro entonces que no haya acabado por entender lo que ha pasado. Intentaré que no lo sepa a ver si aún será capaz de culparte a ti o algo

—A ver... sonríe —Ojos en blanco pero se ríe.

Ojos en blanco y no lo hace.

—Pfff...

—A mí me parece que te va como anillo al dedo un demonio molesto e imposible como tú.

—Eh! ¡No soy molesto ni imposible! —protesta dándole un empujoncito—. Y MENOS como él.

—Probablemente tú eres peor con lo cerca que estás de ser uno de ellos —Oooojos en blanco otra vez pero sonríe un poco.

—¿¡Que YO estoy cerca de ser uno de ellos?! ¡Pffff! ¡Tú estás mimetizado con Belcebú!

—De todos tú eres el que más.

—Que va, eso es un invento tuyo.

—Disculpa, Mr. Ángel de la Muerte.

—Eso es lo que me mando Nuestra Señora a hacer, no me vengas ahora, Señor Mensajero.

—Solo digo que eso está más cerca de las tareas de los demonios que entregar mensajes.

—Ugh... ¡pero tú tienes de novia al príncipe del infierno!

—Por lo visto solo porque tú no puedes. No puedo creer que de veras vayas a acostarte con Leviatán.

—Que yo voy a... ¿¡QUE?! ¡NO! NUNCA, ¡NUNCA JAMAS!

—¿Sabes que casi le mato en Halloween? De hecho creí que lo había hecho.

—Pues debiste hacerlo. Quizás lo haga yo —suelta todo pasionalmente.

—Si Belcebú no se te adelanta.

—Buen punto.

—Bueno, ¿quieres ir a ver qué le hizo tu novio a Remiel para enfadarle tanto o no?

—¡No es mi novio! Y sí, vamos.

Gabriel sonríe.

—Pero deja de llamarle mi novio que lo ODIO.

—Tal vez debería llevarte a sanación primero —le mira de reojo aun con su sonrisita.

—¿A sanación?

—Si has estado demasiado... expuesto a él podrías haber pillado algo.

—Yo creo que Belcebú te ha metido la lengua hasta las amígdalas, si alguien ha estado expuesto eres tú.

—Está bien, está bien, yo también —aprieta los ojos.

"No"

Gabriel frunce el ceño con ese pensamiento raro que se siente ajeno.

"Mejor ve a buscar a Belcebú, tienes que hablarle!"

—Pero antes... ¿quieres ver a quién he capturado?

—Sí. ¿A quién ha capturado?

—Ven, vamos —responde pensando en Asmodeo. MUY CONCENTRADO en Asmodeo—. Uriel está histérica así como tú.

—¿La has obligado a algo?

—A curarle.

Belcebú le hace fruncir el ceño sin saber que intenta.

—Para esto mismo, ¿verdad? Es un demonio al has capturado... Gabriel, ¡deja a la pobre de Uriel!

—En realidad era para mí. Si Belcebú se iba contigo...

—Pues no se va a ir... suéltale, Uriel no quiere jugar con esto.

—Le... le necesito —aprieta los ojos porque esto le cuesta y debe oírle que reza el Ave María.

—¿Le necesitas? ¿Para... qué?

—Para... para mantener... Santa María madre de Dios, ruega por nosotros...

Belcebú se revuelve ahí dentro porque... porque... no es agradable que rece.

—¿Mantener qué?

—La calma m... pecadores más líbranos de cualquier mal —sale corriendo y se mete dentro de la celda de al lado de la de Asmodeo.

—¿Qué pasa? ¿Gabs?

—¡Estoy poseído, Azrael! —cierra las puertas lo mejor que puede y lo más rápido posible.

—¿¡Que?!

"Ugh, Gabriel!" Protesta Belcebú

—Es Belcebú, Azrael, está dentro de mí. No abráis la puerta, no sé de qué es capaz.

—¿¡Qué?! ¿¡Cómo que está dentro de ti?!

"¿Cómo que de qué soy capaz? ¡No voy a hacerte daño!" Protesta Belcebú dentro de Gabriel.

—¡No abráis hasta que no estéis seguros de que ha salido! ¡Deja de ignorarme, Gabriel!

—¿Pero cómo es que... se te ha metido? ¿Cuándo?

—Pues creo que en el restaurante, creo que no ha salido desde entonces.

—¿¡Y todo el tiempo lleva aquí!? ¡Cielos, Gabriel!

—Eso creo, no me he dado cuenta hasta hace un rato. Deja de ignorarme, Gabriel... ¡Habla conmigo! —protesta Belcebú. Gabriel aprieta los ojos.

—¡Estoy hablando contigo! —replica Azrael.

—¡Es ella!

"No te asustes... puedo salir si quieres, a otro cuerpo"

—Búscale un cuerpo para meterse.

—¿Un cuerpo? ¿De quién? ¿De un muerto?

"Deja de ignorarme!"

—¿De un muerto? —Gabriel le pregunta a Belcebú.

—¿De dónde saco un cuerpo más que de un muerto...? puedo traer uno.

—Pues... Ugh, de un muerto es un poco asqueroso pero si quieres.

—Un muerto vale. O otro demonio.

—¿Y de dónde sacó otro demonio?

—Ugh, no, no, un demonio no. Mejor un ángel.

—No vas a meterte en otro ángel, para eso te quedas aquí dentro.

—Deberías calmarte y bajar conmigo por mi cuerpo.

—No vas a salir de aquí para que vayas a destrozar todo el cielo.

—No voy a destrozar todo el bloody cielo, no seas ridículo.

—Claro, porque tú eres tan fiable y respetuosa con todo.

—No he atacado nunca al cielo... bueno... no.

—Esto es un ataque, Belcebú.

—No es un ataque... s-solo no quería que... me dejaras —va bajando el tono de voz—. No te enfades.

—Estoy literalmente siendo secuestrado en mi propio cuerpo en una celda del cielo porque me has violado todo lo que es posible violar.

"No te he violado todo lo que es posible violar... Pero ibas a dejarme por otro, ibas a casarte con alguien más!"

—Todo lo que es posible.

"No te enfades... solo no quería que me dejaras sin motivo, ¡y estabas a punto! ¡Te quiero a ti, te prefiero a ti!"

—Corrompes todo lo que tocas... —va a sentarse.

"Tú no confías en mi... nunca"

—Porque no eres bloody confiable, mira lo que me haces CADA VEZ.

"Ibas a dejarme sin razón."

—Voy a hacer un exorcismo.

"¿Y después? ¿Vas a dejarme?"

—Después voy a enfadarme un montón. Ya lo estoy ahora mismo.

"No te enfades, solo... ¡No quería que me dejaras! ¡Me has dicho que te ibas a casar con alguien más!"

—Y estoy volviendo a pensarlo, no porque te vayas con otro, por que estás loca y eres una SALVAJE.

Belcebú no responde, regañada. Gabriel cierra los ojos, sintiendo que necesita... que la quiere fuera.

"I love you..." le hace decir, bajito, haciendo que abra los labios un poco, para salir.

—Ni siquiera puedo pensar lo que quiera, ni siquiera puedo relajarme, no te quiero aquí. No, no te quiero —replica.

Belcebú, flota frente a él.

—No te quiero así. No puedo confiar en ti, necesitas respetarme, necesitas límites. No me puedes decir que no me vas a hacer daño y secuestrarme y violarme en mi propio cuerpo. Eso es hacerme daño.

Belcebú... es que no puede ni defenderse. Lo intenta, como Aziraphale.

—Tú no puedes dejarme todos los días... —se escucha una voz rara en el ambiente.

Gabriel parpadea con eso.

—Todos los días, cada vez que te hablo o te busco no se si hoy vas a quererme... que casi nunca pasa o vas a no quererme y a dejarme, como casi siempre.

En realidad lo sorprendente era la voz rara. Ya, ya me imagino. Está fuera de ti, intentando hablarte.

—¿Tú crees que todo esto no me está afectando a mí también? Y tú respuesta pasa por hacerme más difícil la historia.

—Gabriel... yo te quiero. Mucho.

—No es suficiente.

—¡Es que cómo quieres que actúe si diario me mandas a la bloody mierda! ¿Qué quieres? ¿Qué me vaya? —lloriquea sin saber qué hacer, otra vez en pánico.

—Que te calmes un poco y que respetes los límites.

—¡Pues eso intento!

—Ojalá fuera cierto.

—Lo haría si dejara de tener... miedo.

—No puedes justificarte todo con miedo.

—Ugh... bloody hell. Vale... pues... no sé qué quieres que te diga. ¡Lo siento! Entro en pánico y hago cosas y no quiero hacerlas.

—No vuelvas a hacer esto.

—Tu tampoco vuelvas a dejarme por algo así —protesta ella—. ¡Ni siquiera me has consultado! Has DECIDIDO irte con alguien más... Y de golpe, te has ido con Asmodeo en un segundo, le has besado, ¡le has pedido matrimonio!

—No voy a discutir esto con un espectro.

—Ábreme la puerta

—No.

—No quieres que me vaya, pues me largo. Ábreme la puerta.

—No así, vas a meterte en un ángel y vas a arrasar con lo que encuentre.

—Lo que querría hacer sería darte un maldito beso.

—Eso haberlo pensado antes —mueve las piernas porque él también querría uno.

—Quiero hacer el amor contigo —sí, sí... sí. Es que ve las cosas que le haces decir

—Eso... haberlo pensado antes —repite.

—Lo pienso todo el tiempo, nunca me dejas. ¡Nunca me dejas nada, solo me echas y me dices que lo hago mal!

Azrael toca la puerta.

—Sigue siendo pecado—se acerca a la puerta.

—Ya he traído al cadáver. ¿Abro?

—No...

—¿Qué hago? ¿Me meto en ti otra vez? —pregunta ella.

—¡No!

—¿Estás bien? ¿Gabriel?

—¿Y qué hago si no? —pregunta Belcebú.

—Se te meterá dentro a ti en cuanto abras, Azrael.

—Ugh... no.

—No se va a meter en un cadáver.

—¿No me has dicho que fuera por uno? ¿Qué hago si no? Voy a traer a purificación para que la echen.

—Trae... Trae a Aziraphale.

What the FUCK.

—A... Aziraphale. Bien... espera. Resiste ahí, Gabs.

Pues Aziraphale está acostumbrado a los demonios. Sabrá cómo hacer que le posean y luego se vayan y podrá sacarla sin riesgo.

La INDIGNACIÓN DE AZIRAPHALE

Azrael ahí se va a buscarle todo apurado

¿Es mentira acaso?

Pues no, no tiene mucha idea de cómo sacarla.

Eso Gabriel no lo sabe. No va a dejar que le posea un demonio sin saber cómo sacarlo... ¿y si no quiere salir?

La verdad, le da bastante miedo que le posea Belcebú. Ahora tendrán esta conversación. Se llama confianza.

Ya, ya, bueno, al final Belcebú es mucho peor que cualquier otro.