Uriel se ha llevado a Azrael al despacho de él y él está... lloriqueando agobiado mientras ella sigue intentando calmarle.

La verdad, él lo agradece enormemente. Se muerde el labio en algún punto y la mira a los ojos.

—Uri... Tengo que contarte una cosa.

—¿Qué pasa?

—Algo horrible... no sé si voy a caer por ello.

—¿Pero de qué se trata?

—C-Cuando estaba en el infierno... L-Leviatán me... nos... me... sedujo.

—Ya... eso ya lo hemos visto.

—No, no. Me refiero a que... pasó todo lo que no debía pasar.

—Eso ha... uhm... dicho Raguel.

—Ya, sí... también lo ha dicho de ti.

—Y-Ya... —Aprieta los ojos.

—S-Sí es verdad lo que ha dicho... ¿Lo tuyo también?

—Es... un asunto complicado.

—¿En qué aspecto?

—Yo no he hecho eso que has hecho tú, claramente

—O-Ohh... —tan triste.

—Pues nadie ha subido a traerme... ¿es eso un oso gigante? —sí, Gabriel le ha pedido a alguien que lo trajera todo al despacho de Azrael. (Después de pasarlo todo por purificación, claro, porque viene del infierno igual)

—Ugh...

—Con una camiseta roja que dice I love you en dorado.

—Ugh... eso parece. Uri... ¡no sé qué hice!

—Las flores son bonitas. Parece que le impresionaste mucho.

—No... sé. A mí también me... no sé... no sé.

—¿A ti también te impresionó?

—No, no —niega con la cabeza—. Pero... es que ¿tú has sentido el amor que viene de él?

—Sí, por eso lo digo.

—Y me duele que esté ahí llorando —se acaricia el pecho—. Por mi culpa.

—Ya... es un poco feo...

—¡Es súper feo! —la abraza otra vez. Ella le devuelve el abrazo, normalmente no se deja manosear tanto y menos por ti, así que aprovecha.

—¿Estás bien? —Azrael la aprieta contra si con fuerza casi engulléndola en el abrazo.

—¿Y tú? —Asiente.

—Estoy asustado... no le digas a Gabriel.

—¿Asustado por? ¿Qué crees que vaya a pasar?

—No sé... ¿y si se queda a sí para siempre? Raguel dijo que su demonio nunca estuvo TAN así...

—¿No te gusta así?

—Pues es que... es... no. No. Es decir, él... es imposible de la otra forma, pero de esta también parece imposible.

—Vamos que no te gusta de ningún modo.

Azrael se sonroja, porque eso es una mentira gorda gorda como una pelota y Uriel le mira

—No sé si me gusta.

—¿Cómo puedes no saberlo?

—Es que... cuando me cae mal me cae FATAL, es insoportable pero cuando estábamos juntos... he sentido una especie de... conexión inexplicable.

La chica levanta una ceja.

—No sé... Nos miramos a los ojos y fue como... estar vendo al universo entero a través de los mismos.

Se humedece los labios con esa descripción. Él se gira a ella y la mira fijamente.

—Me estaba mirando así, sin parpadear y soltaba amor.

—Pues si está... así como estaba.

—Pero... no sé si sea amor de verdad.

—¿Lo dices por todo eso?

—¡Tú y yo sabemos del amor de verdad y no es así!

—Pues tal vez el de un demonio...

—Belcebú no está así... ni el demonio ese del principado Aziraphale, ¿o sí?

—No lo parecía.

—¿¡Y por qué el mío sí?! —ahora ya es suyo...

—No lo sé, tal vez es eso, te has pasado con el amor.

—Solo... hice algo así, porque estaba asustado —y ahí va a hacer... una oleada de amor

—Tal vez te asustaste demasiado —Uriel aprieta un poco los ojos—. Tal vez eso es demasiado para ellos.

—Tal vez... ¿te pareció a ti demasiado?

—No, pero yo no soy un demonio... tal vez es eso que dice Raguel, la mayoría de ellos están negados de ello. A lo mejor necesita que vayas lentamente.

—A lo mejor... Tú... tú... ¿a ti te pasa algo así?

—No...

Azrael suspira.

—Quizás él también me... —se humedece los labios pensando en el tatuaje—. Hizo algo raro.

—¿Qué te hizo?

—No... estoy seguro. Ehm... tu no me has contado nada de lo que te pasó a ti —La mira y... se sonroja.

—No fue... no es nada importante.

—Hmmm... No me quieres contar.

—Creo que no.

Azrael la mira con eso, tomado un poco por sorpresa y sonrojándose un poquito más porque él... le ha contado todo. Traga saliva.

—Por favor, no te imagines peor solo porque me incomoda.

—Es que yo te conté... —susurra un poquito desconsolado.

—Es que... no es igual —aprieta los ojos.

—¿Por?

—Porque... yo lo hice, ¿vale?

—¿Tú... lo hiciste?

—Él no me sedujo.

—¿¡Tú le... sedujiste a él?! —O sea igualito que tú, Azrael, pero más conscientemente.

—Olvídalo.

—Eso te hace valiente —Azrael sonríe un poco y le da un besito en la mejilla. Así, robado.

—¿Valiente? —le mira.

—Yo... entré en pánico

—En realidad no me extraña, supongo que yo fuí un poco... temeraria.

—¿Quieres rezar un poco? —Azrael le sonríe.

Niega. Azrael levanta las cejas. LA REBELION

—No quiero pedir disculpas.

—Quizás no tenemos por qué pedir disculpas...

—De hecho, ahora me siento mejor, así que si acaso, quisiera darle las gracias.

—Quizás todo esto tiene ese propósito... aunque yo no me siento mejor, solo me siento culpable con el demonio.

—Quizás lo que quería Dios con eso es que supieras que no puedes agredirle y tienes que ser suave.

—Me ha escrito la palabra de Dios encima...

—¿Qué?

—Me... la ha escrito.

—Pero... ¿Qué? ¿Cómo?

—M-Mira...

Se acerca a ver. Para hacerte todo más difícil, lo siento Uriel... se baja bastaaaaaaaaaaaante los pantalones hasta casi la zona de peligro. Ella se sonroja un poco y traga saliva porque joder con el sitio.

—Ha dicho que con esto me hacía más sexy... ¿puedes leerlo?

—¡Es un tatuaje! —manos a la boca.

Azrael asiente, mordiéndose el labio.

—"Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni imprimiréis en vosotros señal alguna." Levítico diecinueve veintiocho.

—¡Eso no dice! —se agacha a ver si lo lee.

—¡No! Eso lo dice el Levítico, los tatuajes van contra la voluntad de Dios.

—Bueno, pero... —Azrael se humedece los labios.

—Tienes que quitártelo.

—P-Pero es como tus... dorados.

—¡No! Mis dorados no son impresos, me los pongo y me los quito a voluntad.

—A ver... ve si puedes curarme...

—Yo no... Yo no soy experta en esto —Traga saliva porque... la zona. Y la curación. Como si no hubiéramos tenido bastante con Asmodeo.

—Inténtalo... no voy a ir a sanación, ¡no voy a decirle a nadie que tengo esto!

—E-Es que yo no...

—Uri, por fa —La toma del brazo.

—¡Ya sabes que no me gusta hacer esto!

—Sí, pero yo te lo estoy pidiendo por favor

Aprieta los ojos y estira la mano hacia él, que le da otro beso, este en los labios suavecito.

—Gracias.

Aprieta más los ojos y no le va a quitar el tatuaje, pero si le va a curar algunas ETS que ha pillado.

—¿C-Crees que ya está? —pregunta después de unos segundos, sonriendo y sintiéndose mejor.

—No, cállate.

Le recarga la cabeza en el hombro.

—Ugh, Azrael, no puedes acostarte con un demonio sin curarle primero, ¡mira como vienes!

—Uri, ni siquiera me dejó hacer nada.

—Pues a la próxima que te deje.

—No sé si va a haber una próxima...

—En la que yo te cure las enfermedades sexuales seguro que no.

—Oh, venga ya... Tú eres buena —besito en la mejilla.

—Pero no me gusta hacer esto —aprieta los ojos.

—Ya lo sé, pero... Venga, no puedo ir a Sanación así.

—¡No puedo estar curándote cada vez!

—No va a ser cada vez...

—Exacto.

—Y el tatuaje...

—Eso no se ha ido.

—Ohhh —se agacha a ver.

—Bastante es que te he quitado lo otro —gira la cara.

—No te enfades. ¿Quieres que vea si tú tienes algo?

—NO TENGO NADA —veinte pasos atrás.

—¿Cómo sabes?

—Porque yo sí le curé antes.

—Es un demonio, quizás se contagió de algo mientras ocurrió eso y... le... hiciste eso.

—No.

—Hmmm...

—De verdad, gracias pero no. Prefiero ir a sanación, yo no tengo nada que esconder.

—Ohh... ¿no?

—Pues no tengo tatuajes. De hecho debería ir porque me siento diferente. No necesariamente mal.

—Ugh. No le digas a nadie lo del tatuaje

—No, bueno...

—¡Por favor!

—Que no, que no —levanta las manos y él le sonríe.

—Te quiero.

—Y yo a ti —suspira.

Y Uriel va a estrellarse otra vez con Asmodeo cuando salga de ahí.

¡Ugh!

Eso mismo piensa él, que está asustadito.

—Ohh... Ugh.

—Ehm... ¿Qué haces aquí aun?

—Quería decirle algo a Azrael.

Ella se aparta un poco para dejarle pasa y él lo hace, esta vez sin sonreírle a ella, de hecho tragando de evitarla.

Frunce el ceño y decide entrar detrás, cruzándose de brazos. Azrael, que estaba viéndose el tatuaje, era un salto y se sube los pantalones casi hasta el cuello.

Uriel se sonroja un poco porque también piensa que el tatuaje ahí le da un aire de... algo prohibido que... DEBERÍA QUITARSE.

—Ehm... ¿hola? —pregunta Azrael.

—¿Qué hiciste a Leviatán? —pregunta Asmodeo.

—Ya te dije yo lo que hizo —replica Uriel. Asmodeo la mira de reojo, la verdad bastante atemorizado.

—No lo sé... le di amor —Azrael se humedece los labios, pensando

—¿Ves? Lo que yo te dije —sigue Uriel.

—¿Tú has sentido amor? —pregunta Azrael.

—Sí, sí he sentido amor. ¡Nunca me ha dejado así! —replica Asmodeo preocupado.

—¿Ah no? Creía que por eso no te gustaba —comenta ella.

—¿Qué van a hacer con Leviatán?

—Esclavizarlo y usarlo en nuestro beneficio —ella se cruza de brazos. Asmodeo la mira de reojo y traga saliva—. Y tal vez necesite un compañero —se le acerca.

Azrael levanta una ceja mientras Asmodeo da unos pasos atrás, tragando saliva otra vez. Ella se acerca más, empezando a emanar amor, poquito. Asmodeo aprieta los ojos.

—No... No hagas eso.

—¿O qué? —aumenta un poco.

—No así —abre los ojos y la mira.

—¿Así cómo?

—No así, ni siquiera lo sientes de verdad —protesta Asmodeo, temblando un poquito.

—Pero tú sí.

—N-No quiero sentir amor así... —susurra, más suavecito, empezando a soltar un poco de amor él sin poder evitarlo.

Uriel levanta las cejas al notarlo e intensifica un poco más.

Asmodeo... intenta moverse para huir, empezando a estar realmente asustado y ella le deja, de hecho, si quiere irse.

Asmodeo sale de ahí, casi corriendo, temblando y aun dejando un poco de amor en el aire, se recarga contra la puerta.

Uriel se ríe un poco.

Y es que... créeme que... Aprieta los ojos y se vuelve, otra vez, adentro... sin poder evitarlo, acercándose a ella y metiéndole un buen beso en los labios tomándola completamente de improvisto. Puede que ahora sí que le saques un poco de amor de verdad.

Asmodeo la pega contra la pared y la abraza de la cintura, sin soltarla, profundizando el beso.

Vale no solo amor entonces vas a sacarle. Bastante más de lo que Azrael, que levanta las cejas hasta el techo.

Ella le abraza.

La verdad, Asmodeo suelta amor... más del que quisiera y debería.

Ella le aprieta más contra sí y esto es un poco diferente a lo de antes.

Él termina por suavizar un poco el beso, hacerlo menos guarro y... más dulce. Azrael sigue mirándoles con la bocota abierta.

Ella le rodea la pierna con el tobillo. Asmodeo baja la mano y le acaricia el muslo con suavidad

Uriel echa un poco atrás la cabeza, abriendo la boca y ahí va Asmodeo a besarle un poco el cuello.

Y se saca unos cuantos sonidos guturales. Y más amor. Y más de lo que no es amor.

La verdad Azrael está empezando a pensar que quizás debería irse de aquí... ejem... Porque además Asmodeo está llenándolo todo de lujuria absoluta... y de amor. Combinación aterrorizante.

O unirse, tú verás.

Mírala, la que parecía tonta.

Pues... Ya que está ahí...

La verdad no sabe bien que hacer, pero Asmodeo suelta un buen gemidito también y le pone una mano en un pecho, la que no tiene en el muslo. Le suelta un toquecito de lujuria.

Ella mueve las caderas con eso.

Chasquido de dedos de Asmodeo con el que le quita la ropa. No solo a ella. Fuera ropa de todos... puede que la de Azrael incluida.

Mira que bien, ya te han dicho que te unas.

Y ya te han dado todas las herramientas. Azrael levanta las cejas y se cubre con las manos.

Uriel abre más las piernas y se le cuelga del cuello a Asmodeo que va a poner A en B casi de inmediato contra la pared, del todo perdido.

Y va a entrar alguien porque esto es el cielo y las paredes son de cristal.

¿Quién?

No lo sé, alguien de los despachos de al lado que de repente ha quedado desnudo.

Azrael... les echa una manta blanca encima a ambos.

Es en serio, una... manta blanca crees que va a amortiguar...

Pues... ¡es lo único que se le ha ocurrido! Pues para nada resuelve el problema.

—Ehm... estamos... ocupados —señala Azrael intentando sacarle de su oficina... y salirse él, de paso.

Cuando oye la voz de Azrael es que Uriel se detiene, notando la manta. La verdad, Asmodeo se detiene un poco o también.

—¿Q-Qué... pasa? —susurra él, mirándola a ella.

—La... manta. Voces.

—Sácanos de aquí.

Invoca el rayo y ahí van a la tierra de nuevo.

En cuanto tocan el suelo, la vuelve a besar.

Uuuuffff... Es que... no van a salir de ahí nunca.

Probablemente no.

Pues... nada, dos personajes menos de los que preocuparnos y al menos para Asmodeo, esta vez es completamente distinta a la anterior... y también se lo lleva bastante por delante.

No, bueno, y a ella.

Solo le hacía falta un teeny tiny de amor, dice Aziraphale.

Pues sí, aunque... bueno. Es tickety-boo, lo sabe hasta Ozzy y ni siquiera tenía que acostarse con él para que lo dijera.

Detalles.

Ditillis.

¡Crowley! Igualmente alguien piensa que casi le matan a él por menos que esto.

La verdad, sí, porque además estos estaban en el cielo con todo el cinismo teniendo sexo desordenado taaaal coooomo Gabrieeeeeeel dijooooo queee noooo hicieraaaaaan.

Si pero a los demás no los queman en la hoguera. Él al menos está casado.

Asmodeo por su parte, ignora las quejas de Aziraphale y atribuye al Amor que esto sea tan absolutamente satisfactorio.

No solo al amor, pero... sí, vale, entendemos tu punto.

Ya ha puesto la tela debajo de ellos como una manta de picnic

A lo mejor están en un campo otra vez. Pensamos que les había llevado al mismo sitio.

Y está haciendo que todos los animales y seres vivos a varios kilómetros a la redonda tengan sexo como conejos.

Incluso los conejos, que no parecen haber notado un cambio substancial en todo esto.

Al menos esto es un poco menos creepy que el cementerio de Drácula. Pues cuando un ángel elige o cuando lo hace un demonio.

Asmodeo aprueba.