Así que... la moneda en el aire da varias vueltas antes de que la vuelva a atrapar, acercándose por los pasillos y levantando una ceja al ver que el piso del salón está repentinamente... lleno de baldosas. Belcebú y Aamón discuten algo a susurritos.

Mammón levanta una ceja, sinceramente... trae en la mano uno de los carteles de Belcebú de los unicornios.

—Uri, no —insiste Belcebú que es idiota.

—¿Que está pasando? —pregunta Mammón

Aamón pone los ojos en blanco y Belcebú se gira a ver quién habla.

—Alguien está poniendo esta mierda en las paredes —levanta el cartel para enseñárselos.

—Sí, he sido yo —no sabemos qué da más miedo, que lo niegues o que lo admitas.

El PAR PA DE O.

—Son motivacionales, ¿ves? "La felicidad se escribe con una gran sonrisa" —se lo lee y le hace una sonrisa del millón de dólares. O más bien de cinco centavos, porque Belcebú...

Mammón parpadea y parpadea otra vez y luego mira a Aamón que está ahí, cruzado de brazos.

—¿Desde cuándo motivamos a la gente aquí abajo, Belcebú? —pregunta y la verdad hace cara de genuino asco con la sonrisa de ella.

—Desde que queremos que hagan un buen trabajo. Yo no creo que inspirarles a suicidarse con una grapadora sea una buena política laboral —sentencia como ha repetido MILES de veces en el despacho del príncipe del infierno.

—¿¡Desde cuándo queremos que hagan un buen trabajo?!

—¿Por qué no íbamos a querer?

Otra vez mira a Aamón como si estuvieran drogados.

—¿Estuvieron fumando algo raro otra vez?

—¡No! —protesta Aamón.

—Claro... claro. O sea... pff... por qué no íbamos a querer que hagan un buen trabajo, desde luego... todo el puto mundo aquí lo que quiere es trabajar y hacerlo bien además— Mammón sonríe de lado.

—Por eso lo que vamos a hacer es una orgía —sentencia Aamón.

—¡No! ¡No seas pesada! —protesta Belcebú.

—Una… orgía —repite Mammón —. Ahhh, ya sé de qué va esto.

—¿Eh? —ambos le miran.

—¡Tiene que ver con todo ese asunto de los ángeles! —hace los ojos en blanco—. Ya, ya... claro.

—¿Qué ángeles? —Belcebú se tensa visiblemente.

—Pues todo ese lío de los ángeles que... Mylord —suelta en tono burlón—, ha dicho que hay que hacer.

—Organizales a todos para que hagamos una orgia, queremos que los ángeles reaccionen —pide Aamón a Mammón.

—Ohhh... ¿Ahora vamos con los celos o qué? —levanta una ceja porque Belcebú no parece haber levantado una ceja como habitualmente lo hace.

—Sí —asiente Aamón.

—¿Y tú quieres hacer una orgía? —pregunta a Aamón, descolocado.

—Pues yo lo estoy diciendo —se encoje de hombros.

—Y tú estás de acuerdo en lo que dice él —mira a Belcebú.

—Yo no —asegura ella poniendo los ojos en blanco.

—Pero no tiene razón, así que no le vamos a hacer caso. Venga, tú pareces conocerles a todos. Avisa a todo el mundo —sigue Aamón.

—¡¿Que yo le avise a todo mundo?! —pregunta levantando una ceja a Aamón y mirándole fijamente —. Avísales tú.

—Pues te estoy avisando a ti para que lo hagas.

—Yo no lo voy a hacer.

—¿Por qué no?

—Pues porque a mí no me interesa hacer una orgia.

—¿Pero por qué no?

—Pues porque al que le interesa sospechosamente es a ti.

—¿Y? A vosotros os gustan esas cosas. ¿No?

—¿Esto es ese asunto del lío ese que dicen que te traes con Asmodeo? —pregunta Mammón entrecerrando los ojos porque algo oyó por ahí.

WHAAaaAT? —el grito de Aamón. Hasta Belcebú levanta las cejas.

Mammon levanta las cejas también. Vale, vale, vamos a decir que la personificación del demonio de la ira si incluye gritos medianamente parecidos a los correctos pero no ese sonrojo.

Mammon sonríe en burla.

—¡No! U... no, escucha... —Belcebú le toma de la muñeca—. No es así como esto funciona y lo sabes.

—¡No es eso! —sigue chillando Aamón ignorando a Belcebú.

—Vaya, vaya…. —Mammón se burla —. Así que… es cierto.

—¡No hay nada que ser cierto!

—Mmmm…. En realidad no parece.

—¡Pues estás equivocado! ¡Haz esto que te digo!

—¿Traerte a Asmodeo?

—¡NO!

—¿Por? ¿Te da vergüenza?

—No, pero ¡no es eso de lo que estamos hablando!

—¿Entonces?

—Pues organizar... esto. Todos. Venga.

Belcebú sigue negando con la cabeza.

—¿Pero por qué voy a organizar yo?

—¡Pues porque te lo estoy pidiendo! ¿Por favor? —se vuelve a Belcebú—. ¡Dile tú!

—Oh, no, no... A mí no me metas en esto —responde ella levantando las manos y Mammón levanta las cejas.

—¿Y por qué no lo haces tú?

—Pues... ya lo estoy haciendo, te estoy avisando a ti.

—A todos, no a mí.

—Para que tú les digas.

—¡Diles tú!

—Yo no sé dónde están.

—Pero que estupideces estás diciendo, Aamón. ¡Nadie sabe nunca dónde están! —se gira a la sala—. EHHH! VA A HABER UNA ORGIA HOY!

—W-What? Pero qué haces gritando así? —protesta sonrojándose, intentando detenerle.

—Pues avisarles.

—Pero no a... a gritos, esto es...

—No hay otra forma y lo sabes.

—Pero... ugh, ¿cómo no va a haber otra forma?

—Pues claro que no la hay. Ya vendrán todos.

—Esto es súper... desorganizado.

—Es el bloody infierno, no recuerdo que tú organizarás mejor.

Ojos en blanco y mira a ver que hacen todos. Sí que ha cambiado la dinámica. Se secretean y susurran y murmuran. Aamón se tensa, nervioso y mira a Belcebú que aun niega con la cabeza.

—Aún así… —Mammón les mira.

—Creo que... vamos a ir a esperar un rato a que vengan todos.

—Alguien quiere que venga Asmodeeeeeoooo.

WHAAAT?

What? Todo esto es solo para que venga Asmodeo? —protesta Belcebú llegando a quien sabe qué conclusiones como la mente más rápida del infierno que es.

—¡No! ¡Muévete! —chilla Aamón a Mammón.

—¡SEGURO que es para que venga Asmodeo a hacerle cositas!

—¿Pero qué pasa contigo? He dicho que no.

Mammón se ríe al ver qué le ha molestado y Aamón empuja a Belcebú para llevársela de ahí.

Mammón levanta una ceja y… se va a ir a contarle este chisme a quien encuentre.

xOoxoOx

Raguel, que estaba a punto de bajar otra vez a la tierra, está terminando de recoger algunas cosas por aquí y por allá es interrumpido por alguien que entra corriendo.

—Raguel!

—Oh, Daniel —le sonríe un poquito—. ¿Todo bien?

—Hay alguien... buscándote.

—¿"Alguien"? ¿Quién?

—Un... Un... ya sabes.

—¿Un… demonio?

Asiente

—Oh, ¿está aquí? ¿Aquí arriba en recepción?

Asiente.

—Vale, vale, vamos —asiente poniendo una pila de cosas que se tiene que llevar y dejándola ahí, yendo con Daniel a la puerta —. Espero no sea una sorpresa más… ¿sabes quién es?

—Esto va a ser habitual a partir de ahora, ¿verdad? —protesta un poco Daniel.

—¿Que suba algún demonio de vez en cuando?

—¡No es de vez en cuando!

—No creo que esto vaya a conservarse así para siempre, si es lo que te preocupa… pero…

Le mira.

—Son solo demonios, Daniel…

—Pero es que esta mañana han desorganizado todo.

—Tienen esa terrible tendencia… hay que enseñarles. Pueden ser limpios y pulcros si uno se toma el tiempo…

Le mira de reojo.

—Sé que es difícil creerlo.

Ahí está Aamón, el de verdad, esperando en la recepción. La sonrisa inmediata del Raguel al mirarle, y los treinta kilos de amor que le echa dirigidos a él.

El demonio que estaba empezando a perder la paciencia se sonroja y la ira se le desvanece en automático.

—Los años que soñé con que un día cual quiera vinieras a buscarme —le susurra acercándose a él.

—Es... Hola —carraspea recomponiéndose.

—Hola. ¿Qué haces aquí? Ya iba a bajar.

—Ya me imagino...

—Mmm… ¿todo bien?

—Dímelo tú —le mira frunciendo el ceño de nuevo. Raguel suspira un poco.

—Ahora te contaré… siguen pensando que me invento cosas —admite con pesar—. ¿Bajamos?

—No —tira de él para impedirle.

—¿Qué pasa? —parpadea.

—Eso quiero saber, qué estáis haciendo.

—Pues la han liado… Miguel en particular. Les ha llenado de amor y han tenido ahora que bajar al infierno en vez de Belcebú y de leviatán, a ver…

—Ya... y en mi lugar.

—¿En tu lugar? Nadie ha bajado en tu lugar.

—La verdad, esperaba que si alguien iba a hacerlo fueras tú.

—¿¡Pero quién ha bajado con tu aspecto!? Claro que hubiera sido yo.

—Eso es lo quiero que me cuentes antes de que baje ahí y... créeme. No le va a gustar a nadie.

—No, no… espera Aamón —le toma de la mano y él le mira—. Esto debe tener una explicación sensata, alguien debe haber… querido bajar y… no lo sé. ¿Cómo sabes qué hay alguien ahí abajo parecido a ti?

—No me voy a creer que no sabes lo que hacen tus amiguitos.

—¡No iba a dejar yo que alguien bajara con tu cuerpo así por las buenas!

El demonio le mira con cara de circunstancias y Raguel aprieta los ojos.

—No sé quién ha bajado con tu imagen.

—¿Estás CIEN POR CIEN seguro que no lo sabes?

—¿Cuándo te he mentido, mi vida?

—Bien. Quédate aquí y no bajes.

—¿Que vas a hacer? —le toma del brazo.

—Arreglarlo. La gente tiene que saber que esta NO es una buena idea.

—No, no… no puedes bajar ahí y… espera. Vamos a buscar un mejor plan.

—Te sorprenderías de lo que puedo hacer.

—No. no, créeme que sé que… más aún si estás enfadado —le toma la otra mano —. Es un ángel.

—Exacto.

—Aamón, bajemos como dos demonios diferentes y lo arreglamos abajo.

—TU. NO. VAS. A. BAJAR.

Raguel le mira con cara de circunstancias ahora.

—P-Pero… si me disfrazo. Piensa en el desastre que es todo esto, está Belcebú y Leviatán aquí arriba, fuera de combate. Gabriel y Miguel abajo, tratando de… arreglarlo. Puede estallar una revuelta.

—Va a estallar una matanza, eso es lo que va a estallar.

—Ugh… no vas a ir tú a estallar una matanza a ver si no terminas tú siendo el muerto.

—Sí no lo hago sí que van a acabar matándome. Tú quédate aquí.

—Aamón, no, espera. ¿¡Cómo te van a acabar matando a ti!? No quiero que te maten.

—Entonces confía tú en mí y deja que arregle las cosas.

—¿Sin matar a ningún ángel? —le acaricia la mano.

—Si están en el infierno, no son ángeles.

—Si to estoy en el infierno soy un ángel —se le acerca y le abraza del cuello.

—Tú no vas a bajar.

—¿Y si bajamos juntos? —le da un besito en los labios.

—Tú no vas a bajar —parpadea un poco, pero es firme con esto.

—Deja que les pida que salgan de ahí entonces, antes de que llegues.

—No quiero que PUEDAN salir de ahí si están haciendo esto a espaldas de todos — Se humedece los labios.

—Aamón, la idea de esto es no desestabilizar al infierno.

—La idea es que se sepa que no pueden tomar mi identidad y hacer esto, Raguel.

—Déjame… averiguar quién es quien tiene tu identidad y traigo aquí a quien sea y le riñes todo lo que quieras.

—No.

—Aamón… Gabriel está ahí abajo en el cuerpo de Belcebú. Miguel tiene su cuerpo. Podrían matarte entre los dos en un pestañeo.

—Me arriesgaré a lo que sea que haga Gabriel, ya he tenido bastante paciencia viniendo aquí primero —empieza a andar a uno de los balcones.

—Aamón, no, no… yo no me… por favor. Si bajas tú, así, bajaré yo a protegerte.

Le mira y le va a atar con una cadena al muro.

No!

—¡Aamón! No me… ¡AAMÓN!

Salta por el balcón abriendo las alas de búho.

—¡NO PUEDO CREER QUE ME ESTES HACIENDO ESTO!

Y probablemente Raguel puede sentir la ira asesina crecer a marchas forzadas aunque se aleje. Raguel aprieta los ojos.

—DANIEL! DANIEEEEEEL!

Ahí va Daniel.

—¿¡Quién más bajó al infierno?!

—Pues... Uriel y Remiel.

—Tienen que subir todos YA. Llámales. Gabriel, necesito mandar un mensaje en nombre de Dios.

—V-vale, creo que Miguel y Remiel ya han vuelto.

Ahí va a llamar a Uriel.

—Uriel. ¡Es Uriel quien está disfrazada de Aamón! —Raguel aprieta los ojos un poco en pánico, aún además bastante turbado de la ira de Aamón.

—Podría ser, no estoy muy seguro.

—¡Maldita sea! ¡La va a descuartizar! —forcejea con la cadena sin mucho éxito.

—Les diré que salgan de ahí —sigue Daniel con el teléfono al oído. La verdad, no sé si lo de mandar un mensaje de Dios a quien invoque es al cuerpo de Gabriel, que sigue en sanación con Belcebú dentro.

Eso temíamos. La pobre de Belcebú va a despertar de golpe con unas ANSIAS de mandar un mensaje a Dios y creyendo que se ha vuelto loca. Raguel pelea contra la cadena en su cuello sin mucho éxito, mirando a Daniel.

—¿Te contesta? ¿O no te contesta?

De hecho si, Daniel estaba avisándoles.

Aamón va a llegar echando fuego a todo el mundo y descorporizando a quien se le cruce.

Ugh. Rápidamente llegarán noticias alarmantes de ahí abajo.

Y además… es que Miguel vuelve a bajar porque tiene un par de cosas que decirle a Gabriel. ¡Pues es que a saber dónde metió a Lucifer! Lo único que DETESTA… es este asunto de tener que puto bajar caminando.

Así que ahí va… vestida diferente esta vez y un poco de malitas, así que ella siente que es más convincente como demonio ahora. A quien encuentra en el camino… a uno le mete un empujón, a otro le riñe por no estar poniendo bien el piso, a otro le grita por existir nada más.

Miguel siendo… Miguel por unos segundos.

Alguien le grita que a ver si se relaja en la orgía.

¡Ya quisiera poderse relajar en la maldita orgia! Pero espera, ¿DE VERDAD van a hacer una urgía? Apresura El Paso.

Pues eso ha dicho Aamón.

Ahí llega al gran salón después de caminar un montón, y de notar que ¡esto aún no tiene baldosas como debería!

Uriel Y Gabriel han ido a esconderse y ahí está Miguel en medio de todo. Estas cosas siempre le pasan.

—Ehh, tú! —para a cualquiera.

Cualquiera que solo estaba... pasando por ahí a ver qué sucedía, porque hay un montón de revuelo y confusión general. Un típico día en el infierno.

—¿Donde está Lord Belcebú?

—¿Quién sabe?

—¿Su despacho dónde está?

—¿No lo sabes?

—¿Te importa si no lo sé? ¿Dónde está? —le toma de la ropa tan agresiva.

—E-Ehm... P-Por ahí.

—Gracias —le suelta yendo hacia allá.

El demonio aleatorio número 38472 parpadea, porque... ¿de nada?

Ya, ya… si hacen unos demonios terribles estos ángeles.

—Gab… elcebuu?!

Saca su teléfono para llamarle y ella le contesta bastante rápido.

—¿Gabriel?

—Hola.

—¿¡Dónde estás?!

—Ehm... se ha embrollado esto un poco.

—¿Por? ¿Dónde estás? No te has subido al cielo, ¿verdad? Estoy aquí abajo.

—Van a hacer una orgía.

—Ya me han gritado eso hace rato… ¿y después? ¿Ya les dió miedo? Es que yo he dicho que esta es una pésima idea…

—Pues no lo sé, nosotros estamos esperando que empiecen.

—¿En dónde? No los encuentro.

—Escondidos en el despacho.

—Oh… he tenido que sacudir a alguien para que me diga cuál es el estúpido despacho de Belcebú. Y no me ha dicho exactamente ¿Puedes salir por mí?

Ahí sacan los dos la cabeza al pasillo, mirando alrededor.

Ahí está Leviatán, teléfono blanco brillante al oído, levantando la barbilla.

—Ven! Ven! —le llaman y cuando les oye se gira a mirarles.

—Oh! Pensé que era esta —señala otra puerta yendo hacia allá y le abren la puerta para que pase—. Afuera hay todo un lío, pero nadie está haciendo nada de ESO.

Aamón les mira frunciendo un poco el ceño, mirando por una rendijita en la puerta todo alrededor a ver si hay más gente conocida.

Ajem, Asmodeo va a aparecer por ahí en cualquier momento.

¡Más motivos para esconderse entonces!

Leviatán chasquea los dedos y se hace una silla blanca en el despacho, en la que se sienta

Belcebú y Aamón cierran la puerta y le miran.

—¿Y bien? —Leviatán mira a Belcebú.

What?

—Lo has hecho a propósito.

—¿El qué? —pregunta Belcebú descolocada.

—Me has hecho subir y ni siquiera está ahí —sigue Leviatán.

—¿Ahí?

—Gabriel… —le fulmina un poco.

—Te he hecho subir porque todo el mundo te había reconocido, Miguel. Y no tardaremos en irnos como esto siga así con lo que acaba de organizar Uriel.

Leviatán la mira de reojito.

—Aun así, me has mentido. No está donde dices que está —sigue.

—¿El qué? —pregunta Belcebú sin entender y Leviatán le mira con cara de circunstancias.

Uriel les pone los ojos en blanco a ambos y decide irse a mirar de nuevo a través de la puerta.

Y ahí le tienes, a Asmodeo, caminando tenso pero intentando aparentar que está despreocupado, por el centro del salón, fumando un cigarrillo.

—Gabriel… ¿Dónde le metiste?

—¿A quién?

—Ugh, Gabriel! —el sonrojo.

—No entiendo nada de lo que dices.

Uriel también está sonrojada mirando por la rendijilla de la puerta. (Uhhh Uriiii)

—Gabriel, como no vas a entender, ¡tú lo echaste!

—¿Echar a quién?

—¿Es gracioso que lo diga o qué?

—Estamos teniendo bastantes problemas, Miguel.

—Pues ya lo sé, pero los míos también son problemas.

—Ni siquiera entiendo cuales son.

—Lucifer —susurra, sonrojándose.

—Seguro ahora vendrá para esto también.

—Venir de dónde? Es lo que yo te estoy preguntando.

—No lo sé, seguro se ha escapado de la celda o lo que sea. Esto es un desastre.

—¿Que Lucifer se te ha escapado del cielo?

—¿No has ido tu a buscarle?

—¡Lo que te estoy diciendo es que no está!

—Pues ve a buscarle.

—A dónde, Gabriel, ¡es lo que te estoy preguntando!

—No lo sé, si se ha escapado de las celdas.

—No estaba en el cielo, ¡nadie le vio!

—Se habrá disfrazado.

—¡No había nadie en ningún momento en ninguna celda, Gabriel!

—Yo lo mandé a una celda, Miguel.

—¡Pues no llegó a ninguna celda del cielo! Jehoel me lo ha dicho.

—Sé dónde lo mandé, ¿qué estás insinuando?

—No estoy insinuando, estoy diciéndote que no llego a donde lo mandaste.

—Se escaparía.

—De una celda del cielo… me estás tomando el pelo, ¡nunca se nos ha escapado un demonio del cielo!

—Miguel... —la fulmina y ella se sonroja.

—Ugh… Es que….

—Es que nada. Es que ya vale.

Leviatán se sonroja más.

—Solo me parece peculiar, Gabriel.

—Que se haya escapado? Lo que me parece peculiar es que estés aquí increpándome en vez de en el cielo protegiendo a nuestros ángeles.

—He bajado a ayudarles, proteger a nuestros ángeles de qué?!

—Del fugitivo.

—Te he dicho que Lucifer no estuvo en el cielo. ¡No va a estar… ahí arriba de fugitivo! —saca el teléfono para llamarle.

—Miguel, en serio.

—¡Es que en serio que no sé a dónde lo mandaste! —se lleva el teléfono al oído.

—Te lo he dicho.

—¡Te he dicho yo que no estuvo nunca dónde dices que lo enviaste! O nadie le vio en el cielo, ni en las celdas. Quizás te equivocaste.

—No me he equivocado, se debió escapar sin que nadie le viera, debieron dejar las celdas abiertas o algo porque tú no paras de ir de un lado a otro mareando la perdiz.

—¿Por qué nadie hace nada? —protesta Uriel un poco harta de la discusión infinita.

Leviatán se gira a mirarla.

—¿De la orgia? No sé… ¿les han dado una hora?

—¡No! Se suponía que ellos tenían que... ha-hacer lo que hacen siempre.

—Debimos investigar mejor cómo funcionaba esto… —se asoma también—. ¿No estarán haciendo eso en… las otras oficinas o en algún lugar secreto?

—Pues para eso era esta idea.

—Ya, ya… en realidad si están hablando de eso, uno me ha gritado que a ver si se me pasaba no sé qué en la orgia…

—No vamos a participar en esto —suelta Belcebú MUY seria.

—Bueno pero si convocas la orgia hay que salir al menos y… aparecer.

—¡No vamos a aparecer en una orgía en el infierno, Miguel!

—¡Pues ustedes la organizaron! ¡Y estamos aquí!

—Igualmente, no vamos a salir.

—Eso va a ser sospechoso.

—No me importa.

—Y si…. Ugh.

La miran.

—Bueno y si llega a estar Asmodeo ahí haciendo la orgia…

—Está ahí —susurra Uriel señalándole. Leviatán levanta las cejas.

—¿Y qué vas a hacer?

—¿Yo? ¡Nada!

—¿¡Vas a dejar que se acueste con todo mundo ahí afuera?!

—Pues así son las orgías.

—B-Bueno, ya, sí, pero…

—O sea, ¿qué sugieres?

—Pues no sé, ¿que vayas tú… y-y lo… acapares? Gabriel tú dejarías que Belcebú…

—¡Ninguna de las dos se va a meter en esto!

—Pero es que… ¡No puede quedarse viendo a Asmodeo hacer esto! ¿¡Tú dejarías a Belcebú?!

—Lo que definitivamente no puede es ir a impedírselo. ¡Ella ha organizado esto!

—Pues si no puede ir a impedírselo tendrá que ir a… ¡hacer que no sea con todos!

—¿Cómo?

—¡Pues a distraerle!

—Miguel, que no vais a salir de aquí, quítatelo de la cabeza.

Miguel se cruza de brazos.

—Pues si Lucifer aparece ahí afuera… N-No que me importe lo que haga ni nada.

—Mira, ahí viene —señala Uriel cuando le ve entrar.

—What?! Lucifer?!

Ahí se asoma por encima de Uriel y ahí viene, efectivamente, mirando alrededor y hablando con algunos demonios. Miguel se sonroja un montón dando varios pasos atrás.

—N-No… no. E-Espera…. Ugh. Me… me escondo —en serio?!

—Estamos todos escondidos.

Ahí va Lucifer a acercarse a Asmodeo, pensando que él ha organizado esto.

—¡Pero quizás venga acá a buscarte a ti! —susurra Miguel histérica.

Asmodeo estaba ahí mirando alrededor sin saber bien quien organizó esto tampoco.

—Hola.

—Hey.

—¿Tú sabes de qué va todo esto? —pregunta Asmodeo.

—Pues teniendo en cuenta el tema pensaba que sería cosa tuya.

—No he sido yo.

—No me vas a decir que ha sido Aamón como dicen —hasta se ríe un poco Lucifer.

—Eso si ni yo me lo creo… pero no he sido yo.

—¿Entonces?

—No sé… Baje a ver el chisme.

—Y yo... —mira alrededor a ver si hay alguien que parezca tener alguna idea un poco más clara de lo que pasa.

—¿Dónde está Belcebú? —pregunta Asmodeo mirándole fallar miserablemente.

—No tengo ni idea —se encoge de hombros.

—Hum…. Conociendo lo que le gusta controlar, seguramente ella sabe.

—No te... creas.

—Ah ¿no? —Asmodeo levanta una ceja y le mira de reojo.

—Es... complicado —se encoge de hombros—. ¿Cuál es el plan ahora mismo?

—Pues según escucho, hacer una orgía. Es decir, el plan más vago de la historia.

—Ya... ni siquiera tú pareces muy interesado —Lucifer levanta una ceja mirándole.

—Ehh…. — Amodeo se sonroja un poco, porque es que ahora mismo

… no.

—What?

—Vamos, no es que no tenga ningún interés, no…

—¿Entonces? — Levanta las cejas. Asmodeo hace un gesto con la mano—. ¿Lo tienes o no lo tienes?

—Curiosidad —asegura el demonio de la Lujuria, más bien pensando que no tiene realmente interesa en esto sino en Uriel y mandando una onda expansiva de tentación a la lujuria sin siquiera notarlo. Lucifer aprieta los ojos quedándose inmóvil con eso.

—Eso ha sido... gratuito —protesta Lucifer.

—¿Gratuito? —Asmodeo parpadea dos veces.

—Sí. Solo estoy hablando contigo sin agresiones.

—¿Agresiones?

—Solo quiero saber qué vas a hacer.

—Voy a… bueno, es una buena oportunidad para tentar a todo mundo.

—Tentar... —repite.

—¿Tú que vas a hacer? — Asmodeo le mira de reojo.

—La verdad, teniendo en cuenta la de tiempo que hace que no... Pensaba que no te limitarías solo a la tentación —desvía la pregunta.

—No, no he dicho que no vaya a participar. Pero si la organiza Aamón, hay que ver realmente las implicaciones de esto — sigue Asmodeo, defendiéndose. El maldito problema es el ángel y la tontería que trae encima por su culpa.

—¿Implicaciones?

—¡Pues yo que sé si está diciendo que es orgia y no es verdad!

—¿Cómo podría no ser verdad? No creo que ni que aparezca.

—¿Tú que vas a hacer? —cejas, cejas.

—Pues lo que se espera de mi —sonríe de lado. Asmodeo abre la boca para decir algo y mejor la cierra.

—Mjm?

Lucifer se encoge de hombros.

—Ser misterioso, por lo visto…—sigue Asmodeo.

—Pero... entonces, ¿toda esta vacilación tuya tiene que ver con los ángeles? —pregunta cambiando de tema, porque de hecho no está muy seguro de lo que tiene que hacer. En otro momento sería... Unirse a la orgia y ser el mejor de todos ellos, como lo es siempre, en todo.

—¿A-Ángeles? — Asmodeo levanta las cejas de golpe.

—Pues... entiendo hasta cierto punto que Belcebú no esté aquí y en parte eso es lo sorprendente de que esto lo haya organizado Aamón, pero no esperaba que tú...

—Pff, por favor. A mí los ángeles no me hacen ningún efecto.

—¿Entonces?

—El que ha sacado a cuento el tema de los ángeles no soy yo…

—Ya, pero es lo que parece estar afectando a todos últimamente.

—Desde que Belcebú está PRENDIDA de Gabriel…

—Y aparentemente... No es el único.

—Ah ¿no? ¿De quién más sabes?

—Pues de ti, ahora.

—¿De mí? Eso se llama sacar conclusiones apresuradas.

—Ah, supongo que harás que me calle ahora.

—Es absolutamente imposible eso… —Asmodeo le sonríe. Ojos en blanco de Lucifer, pero sonríe.

—Aunque suele funcionar… ¿cómo está Miguel? —le pica un poco y al demonio de la Soberbia se le congela la sonrisa con eso. Asmodeo sonríe con esa cara—. Touché.

—No te... acuestes con Leviatán. De hecho, si le ves, búscame.

Asmodeo levanta una ceja y Lucifer se encoge de hombros.

—Ahora voy a tener que ir a buscarle.

—¿Por?

—Porque por alguna razón no quieres que me acueste con él.

Ojos en blanco de Lucifer.

—Especialmente interesante es esa respuesta mientras hablamos de Miguel.

—¿Quién saca conclusiones precipitadas ahora? Más te interesaría buscar a Aamón.

—¿A Aamón? Esto se hace cada vez más… extraño. Por qué querría yo buscar a Aamón.

—Es el que ha organizado esto, parece que tiene algún interés en ello...

—¿Y Leviatán?

—Se la tengo guardada desde el otro día.

—¿Y Miguel? — Asmodeo levanta una ceja de nuevo porque esto no acaba de encajar del todo.

—¿Qué le pasa?

—¿Has hablado con ella?

—Hace unos días.

—¿Y no hizo nada que te afecte?

—Nah.

Asmodeo se humedece los labios muy sutilmente, porque no es posible que Uriel le afecte a él.

—¿Quieres empezar?

—¿Ah? Of course.

—Pues… empieza —Asmodeo hace un gesto con la mano.

—¿Y por qué yo?

—Te he preguntado específicamente y has dicho que sí.

—Porque esperaba que hicieras algo.

Ahí va la onda expansiva de lujuria otra vez, esta vez conscientemente, mientras sonríe y Lucifer aprieta los ojos otra vez, sin atreverse a moverse. Asmodeo se le acerca al oído.

—¿Estás listo? —le pregunta con la voz de Miguel y Lucifer da un salto separándosele—. ¿Qué? —pregunta con su voz.

—Haces...

—Cosas que te excitan —acaba la frase por él, burlonamente.

—Ehm... N-No.

Asmodeo le mira de reojo a la zona en cuestión.

Ugh! Sí ha funcionado, o sea entre las dos oleadas y...

—Deberías disfrutarlo.

—L-Lo hago.

—Bien —chasquea los dedos apareciendo un colchón negro atrás de él y le pone las manos en los hombros, empujándole.

Uriel va a gritar con eso, de la sorpresa.

¡Ella les puso a hacer esto!

Ya, ¡pero!

La verdad es que Miguel no se queda atrás… Soltando un NO rotundo y moviendo la mano, es que va a… hacer volar a mi pobrecito Asmodeo por los aires de lo fuerte que va a hacer que se le separe a Lucifer.

—¡¿Pero qué haces!? —protesta Uriel.

Lucifer parpadea con eso buscando de donde han venido los gritos, desde el colchón, incorporándose. Miguel, que lo ha hecho instintivamente, se lleva la mano a la espalda, culpablemente.

—N-N-Nada.

—No parece nada.

—Ha sido un reflejo.

Asmodeo parpadea sin saber qué coño ha pasado y frunce el ceño pensando que ha sido Lucifer, la verdad... Uriel se muerde el labio y ahí va a salir a ver, lo que pasa es que la van a interceptar porque... pues Aamón.

Leviatán se le va detrás a Uriel en el cuerpo de Aamón y Belcebú tras ellas cuando lo nota intentando detenerlas.

De momento todo el mundo está preguntándole a Uriel-Aamón que qué. Leviatán levanta las cejas cuando ve que todo mundo rodea a Aamón, deteniéndose de ir tras él, un poco… torpe en general y Belcebú la toma del brazo.

Leviatán es que MIRA a Lucifer que se levanta y es que Belcebú está ahí. Leviatán se sonroja casi de inmediato y ahí va el estúpido amor de mierda que se le sale.

—¡No! —suelta Lucifer tirando de Leviatán lejos de Belcebú, que frunce el ceño y tira contra

Leviatán… la verdad es que esta… un poco en shock ahí en medio de los dos, levantando las cejas.

—Ga-Ga… Ga…

—Suéltala, demonio —protesta Belcebú.

Es que además… ¿Está Lucifer peleando por ella? Contra… Gabriel. ¡Y Gabriel la está defendiendo! Les quiere mucho a los dos ahora.

Ya, pues...

Wait… wait! —Les pide ella a ambos tratando de recuperar sus brazos.

Pero ellos no paran de tirar y de mirarse con fiereza.

—Los dos…. Ugh! Esperen, me están… ¡Me están lastimando! —Miguel hace más fuerza pero es que los otros dos no son especialmente débiles.

Y de repente van a sentir todos, una oleada de amor tremenda e inesperada del todo, cielos… ¿¡quién ha hecho eso?!

Uriel, para quitarse de encima a todo el mundo.

Asmodeo la resiente como si… fuera directa para él. Ejem. Es que hasta en forma de corazón se le ponen los ojos, sin esperarla en absoluto.

Vale, Uriel, acabas de dejar a medio infierno KO.

Sí, pues... sí.

Lucifer también se paraliza un poco con la oleada, pero Belcebú reacciona antes, tirando del todo de Leviatán hacia ella.

Leviatán se le medio cae a Belcebú encima que la pone tras de sí.

—Pero…. Pero! —protesta Leviatán, frustrada, porque…. Es que por una vez que Lucifer parece activamente… interesado.

Asmodeo se levanta y como un zombie, busca la fuente de amor que además… le parece que es estúpidamente familiar y quiere más.

Y ahí es que llama Daniel a Uriel.

Asmodeo se abre camino entre los demonios, sin pensar ni siquiera un poco, aunque no es el único que está intentando llegar a Uriel, aunque les ha dejado idiotizados alguno está empezando a reaccionar.

Uriel se mete un susto y se va a ir corriendo por encima de los demonios hacia Miguel y Belcebú.

Ahí da la vuelta Asmodeo yendo hacia ellos, mientras Miguel mira a Lucifer… que

está fulminando a Belcebú.

—Gabriel, déjame ir con él, no va a hacerme daño —pide Miguel a Belcebú, abrazándole un poco por la espalda.

—Claro que va a hacerte daño, él es… —empieza y Uriel se los lleva casi a los tres por delante.

—¡Dios mío! —Protesta Miguel.

—¡Hay que irse! —grita Uriel, HISTERICA.

—¿¡Irse a dónde?! ¿Por qué?

—AHORA, MIGUEL —sigue gritando.

Miguel la toma a ella de un brazo y a Belcebú del otro.

—Van a saber que somos nosotros…

Uriel ya está saliendo de ahí con un rayo llevándoselos a los dos. Miguel iba a llevarse a Lucifer también pero no lo consigue a tiempo y van a empezar los gritos por el otro lado porque Aamón.

Y de repente... Leviatán abre los ojos como dos huevos fritos en sanación en el cielo.