Le mira, sonríe, le guiña un ojo y luego tira de él hacia a través de la tierra.
—Aaaaaahhhhhh!
Ya deberías aprender que es mejor cerrar la boca cuando hacen eso. Van a salir en Argentina.
Sí debería, nunca lo hace. Además, es que seguro tardan. Cuando llegan. Azrael le está ABRAZANDO.
Leviatán le quita un poco de tierra de sobre los hombros y del pelo, aprovechando para tocarle los brazos otra vez.
—Odio este medio de transporte —protesta el ángel como la letanía habitual, apretando los ojos.
—Ya, ya, la dura vida de los ángeles.
—No es que sea dura, es que es poco elegante —escupe tierra.
—Pues nos lo concedió tu Diosa, así que pensaba que la considerarías perfecta, como todo lo de su creación.
—Ugh, vale. Un buen punto que tienes —Azrael se ríe un poco.
Leviatán sonríe de ladito.
—Seguramente ella no esperaba que nosotros fuéramos con ustedes.
—No es eso lo que me contaron. Vamos.
—Ese asunto…. Bueno, igualmente supongo que se espera que nuestro medio de transporte sea el rayo.
—Habernos traído tú —le toma del brazo empezando a andar.
—Ni siquiera sé dónde estamos —ahí va detrás de él.
—Buenos Aires. Vengo aquí a veces... espero que no te importe —se pasa una mano por la cara subiéndola por el pelo mientras andan, cambiando su aspecto al de una mujer y haciéndose crecer el pelo.
—Ohh, yo soy más de Medio Oriente. Es bonito —mira alrededor, sin notar el cambio aún.
—Ahí tienen otras cosas interesantes. Cada vez que necesito un terrorista...
—Y por qué vienes… oh —Azrael parpadea al mirarle y casi le suelta la mano, un poco sorprendido de que ahora sea una chica.
—Vamos —sonríe.
—No sabía que… hicieras eso —se sonroja porque… cielos con este demonio. Es tan guapo mujer como hombre, esa parte sin duda la hace muy bien.
—A veces ayuda —se encoge de hombros y se acerca a un edificio de fachada de cristal.
—Ayuda… ¿a qué?
—A despejar la mente. Seguro en tu caso no hay mucho que despejar, pero igual funciona —se acerca a la recepción diciéndoles que son la cita de... ¿qué hora es ahora? Eso.
La recepcionista, con su mascarilla, detrás de la mampara de metacrilato, les pide que se pongan la mascarilla y se laven las manos con gel. Menos mal que esto es un centro sanitario o te mandaban a hacer la consulta por facetime.
Leviatán chasquea los dedos porque… ojos en blanco ¿quién fue el idiota que empezó una pandemia mundial? Ugh. Maldice un poco al que lo propuso en Halloween y a Aziraphale se le erizan un poco las plumas de las alas donde quiera que esté.
El chasquido hace que la chica esté completamente despreocupada con el virus y así empezaron los negacionistas, gracias, Leviatán. El caso es que ella les dice que claro, que el cuarto piso.
Azrael los mira y le pide a la chica una disculpa suavecita, solo por las mentiras y todo el asunto de la mascarilla, él sí lavándose las manos con gel. No le hace mucho caso, mientras Leviatán se acerca a los ascensores.
—Esta facilidad de mentir…
—¿Te impresiona? —le da al botón.
—Pues me impresiona que puedas sin ninguna culpa, pero eres un demonio…
—Aplica a todos.
—¿No has pensado nunca… reformarte?
—No. ¿Has pensado tú en corromperte?
—He tenido infinidad de tentaciones, sí.
—Y has sucumbido a varias... —sonrisita, porque también se acuerda de lo que pasó justo antes de que lo emborrachara.
—¡No!
—Podría enumerarte algunas —entra al ascensor y le mira.
—Eso es un invento tuyo
—¿Hablamos de lo que pasó en la celda del infierno?
—Esa fue una violación.
—No lo admitiré a menudo, pero... yo también quería. No seas tan duro contigo mismo.
—WHAT?!
—Yo también quería acostarme contigo, aunque me forzaras un poco, no diría yo que fue una "violación". Me parece un término un poco fuerte —gesto vago con la mano.
—YO?! —el ESCANDALO.
—Estoy CASI segura de que fue contigo, sí.
—Sí que fue conmigo —frunce el ceño de nuevo, porque loa celos—. TÚ me violaste a mí. Me robaste la inocencia y me hiciste un tatuaje. Espera a que le diga todo eso a la psicóloga.
—El tatuaje... demonios, voy a tener toda clase de sueños con eso, es cierto —sonríe, recordándolo.
—¿Cuáles sueños? No veo que le hayas hecho un tatuaje a Gabriel, por cierto.
—Sueños... de todo tipo. Pesadillas. Sueños húmedos. La verdad, no creo que Gabriel le quedara bien un tatuaje.
—¡Ahora resulta que a GABRIEL no se le ven bien!, pero yo tengo esta mierda aquí. ¿Qué son los sueños húmedos?
—Gabriel tiene un aspecto demasiado inmaculado, perfecto y angelical.
Azrael le mira, INDIGNADO
—No se puede tener todo. O eres una fantasía sexual andante o eres un ángel respetable y reprimido. Lo siento, yo no hago las normas —se encoge de hombros.
—¿Qué es lo que le ves?
—Pues... ehm... —chasquea los dedos y el ascensor llega al piso abriendo las puertas, dejándole salir.
Que cómodo, bloody hell.
—Ugh —protesta al llegar pensando que es demasiado pronto y ahí va Leviatán saliendo primera para evitar la pregunta, buscando la puerta correcta.
Azrael… la mira el culo cuando sale y se sonroja, apretando los ojos. La demonio la encuentra y entra. Ahí va Azrael detrás de él, aun mirándole el culo de reojito.
—Hola! —saluda a la psicóloga cuando entra, chasqueando los dedos desde ya para evitarnos estos rollos de la mascarilla.
—Hola —saluda ella de vuelta parpadeando un poco porque… ¿les conoce?
—Perdone, llegamos un poco tarde. Ha habido un problema de tráfico —explica como una frase aprendida que parece la excusa perfecta para los humanos pero que en realidad ella no entiende. En alguna época se preguntó ¿qué clase de tráfico? ¿De armas? ¿Personas? Es algo que parece un poco cínico de ir admitiendo así abiertamente, pero no esta el horno como para que los demonios empiecen a dar lecciones de moral.
—No se preocupe —ella mira su libreta… es tu momento, Leviatán
Chasquea los dedos de nuevo y ahí están como Señor y Señora Levi.
—Ohh, son el matrimonio Levi —les sonríe la psicóloga, mirándole a uno y luego al otro pensando que son sumamente guapos.
—Eso mismo —Leviatán toma asiento en el sofá. Azrael abre la boca… y la cierra. Y la abre. Y la cierra. Y se sienta.
—Es cita de primera vez, ¿verdad?
—Sí. De hecho, para él es la primera vez que va al psicólogo en lo absoluto.
—Ohhh. Bueno, siempre es un adelanto buscar ayuda profesional. Me parece muy bien que lo esté haciendo —la chica le sonríe a Azrael que… sonríe un poco falsamente de vuelta—. Cuéntenme un poco de ustedes y por qué están aquí.
—Bueno hace poco que esto está pasando y ya tenemos conflictos.
—¿Qué tipo de conflictos?
—Un montón de ellos, créame. Él... básicamente no quiere acostarse conmigo y me acusa de violarlo cuando eso sucede, pero por otro lado esta celoso de que yo prefiera a su hermano. Por otro lado, me... emborracho hasta dejarme en coma y ahora tengo miedo de que me ataque de nuevo, además de que está conmigo solo porque Dios se lo ha dicho.
La chica levanta las cejas con TODA esa declaración.
—¿Que YO no me quiero acostar contigo? ¡Venga YA! Si llevo todo el día… Ugh. ¡Él prefiere a mi hermano y me lo dice en los PEORES momentos! ¡No sé si quiere estar conmigo o con él o con ambos! Y lo… pues lo emborrache, pero él lo merecía y solo se burla de mí y me hizo un tatuaje sin mi consentimiento, y es un demonio del mal que no tengo IDEA de que quiere de mí.
—¿Ahora resulta que sí quieres?
—¿Cuándo te he dicho que no?
—Cuando has insinuado que te violé. Y cuando has dicho que era pecado.
—A mí me pidió matrimonio y luego dijo que no —Azrael se vuelve a la psicóloga para no contestar a eso.
—¡Estaba borracha! —se defiende Leviatán.
—Y después de eso dijo que no quería, ¡que prefería a mi hermano!
La psicóloga parpadea varias veces.
—Hum… Quizás sería bueno que hablara con cada uno de ustedes por separado primero.
—Bien, pero cuidado con él, es un mentiroso compulsivo especialista en tergiversarlo todo —suelta leviatán, porque… puede, sonriendo de ladito.
—Yo no miento. El… ella miente, ¡todo el tiempo! ¡Deja de decirle que yo miento!
—¿Lo ve? —señala a Azrael para la psicóloga, sonriendo triunfadora.
—Hum, preferiría yo misma hacerme una idea clara de cada uno de ustedes… —pide la psicóloga toda propia —. Señor, ¿podría pedirle que esperara afuera unos minutos?
Leviatán sonríe de ladito mirando a Azrael de reojo.
—No escuche sus mentiras. ¡No digas mentiras! —le riñe.
La demonio se da un besito en la punta de los dedos y se lo lanza a él. Azrael la mira, todo ofendido y se levanta... sonrojado igual.
—Ahora le llamaré, señor Levi —insiste la psicóloga haciendo un gesto con la mano señalando la puerta y ahí va para afuera el ángel.
—Adiosín, Serafín —se despide Leviatán. Azrael le mira… y le saca la lengua.
—Arcángel, no serafín
—Eso no rima.
—Ya, ¡pero! Bueno, venga, vete a tu terapia a ver si sigo aquí cuando termines —todo ofendido sale del cuarto.
La chica anota unas cosas en su libreta. Leviatán se vuelve a ella, esperando.
—¿Suele amenazarle con estas cosas?
—Oh, es inofensivo —cruza las piernas y sonríe, acomodándose en el sofá.
—Oh, ¿se lo parece? —otra nota.
—Completamente. Al menos en cuanto a las amenazas.
—¿Quiere contarme que les ha traído aquí?
—Bueno, se lo he resumido un poco antes, pero... la verdad es que estoy cagada de miedo y no sé si voy a poder volver a tener intimidad con él. O sea, estoy segura de que voy a poder hacerlo, porque tengo una especie de cero sentido de la autoprotección y él está como un tren, pero puede que sea un comportamiento tóxico y de autosabotaje hacia mí misma. Por eso le dije que prefería a su hermano.
La psicóloga parpadea un poco, pero la escucha con atención.
—¿Qué es lo que le da miedo?
—Básicamente que vuelva a emborracharme hasta que pierda yo completamente el control y los sentidos, ya lo hizo una vez... es cierto que no parecía saber bien qué estaba haciendo y que tuvo ayuda externa. Pero no me diga que simplemente no beba a su alrededor, esto es en sentido figurado.
—¿Sentido figurado? Es… bastante grave que la esté narcotizando para abusar de usted…
—Gracias —hace un gesto como si fuera la primera persona en defenderle, señalando a la psicóloga y mirando el techo en plan "¿Sí oyes esto?"
—Lo primero que tiene que garantizar es su seguridad. Tengo que preguntarle… ¿ha venido aquí a pedir ayuda?
—Sí, justamente. Ayuda para manejar el miedo y a él, no de los servicios sociales. No quiero volver a pasar por eso.
La chica se humedece los labios.
—Señora, entiendo que tenga miedo, pero el primer paso que tendría que considerar sería dejarle.
—Pongamos que esa no es una opción —ojos en blanco.
—Es común que las victimas sientan que no tienen opciones —la psicóloga suspira.
—No, no me ha entendido. La opción está, solo que no pienso hacerlo.
—Está bien, vamos a enfocarlo de otra forma… quizás una vez aprenda usted a manejarle pueda ver las cosas desde otra perspectiva y pensar en salir de ahí.
—Me gusta esa perspectiva, aunque no creo que vaya yo a salir de ahí.
—¿Por qué lo piensa?
—Ese fue el pago del mejor sexo de mi vida y no voy a renunciar a ello.
—Oh —unas notas en la libreta—. Entonces tienen una vida sexual muy activa, aunque ahora piensa que es posible que no la pueda repetir.
—Pues no diría yo muy activa a UNA vez.
—¿Han tenido sexo una vez?
—Solo una vez. Y él dice que yo le violé.
—Oh… ¿y usted piensa que él abuso de usted por estar alcoholizada? ¿O fue en una ocasión distinta?
—No, me alcoholizo después.
—Pero no tuvieron sexo.
—¿Después de alcoholizarme? No. Lo que pasó es que yo me expuse de las formas más humillantes y autodestructivas frente a toda su familia y ya me imagino que ahora todos piensan que soy imbécil... no que muchos no lo pensaran antes igual.
—Entiendo, y eso la hizo sentir muy incómoda. ¿A qué se refiere con exponerse de maneras humillantes y autodestructivas?
—Le pedí matrimonio en contra de mi seguridad y me mostré vulnerable frente a gente que... puede y quiere dañarme debido a ello.
—¿Como pueden dañarte por ser vulnerable?
—Son... enemigos. La competencia, digámoslo así. Si me muestro vulnerable es obvio que podrán dañarme. Y lo peor es que él me hace vulnerable... Por eso le estoy dando celos.
—Estar con una persona siempre te hace vulnerable, eso es normal y sano en una pareja.
¿Él no se porta vulnerable con usted?
—Supongo que viendo como le están afectando los celos... aunque eso no es prueba de nada, en mi caso, soy bastante persuasiva —gesto vago con la mano.
—Es decir, ¿su vulnerabilidad no es meritoria pero la tuya sí? ¿No considera que eso es un poco injusto?
—¿En qué sentido?
—Pareciera que si él es vulnerable no es importante, pero si lo es usted, sí.
—La verdad, a mí no me preocupa si él lo es, que cada uno se rasque con sus uñas.
La cantidad de red flags en una conversación…
Es un demonio
Eso la psicóloga no lo sabe.
—Señora Levi… las parejas... necesitan intimidad, confianza, cuidado el uno por el otro. Ambos tendrán que aprender a ser un equipo si quieren que esto funcione.
—Ya... digamos que no estoy muy interesada en esa parte. Menos aún ahora después de este incidente.
—¿Está interesada en el sexo únicamente?
—Exclusivamente —gesto definitivo.
—Entiendo… ¿él tiene claro eso?
—No. Sus intereses son distintos. Va a venir aquí a decirle que el sexo es pecado, que yo le violé y que no pretende hacer nada hasta que se celebre la boda.
—Entonces ustedes no están casados en realidad. Perdone, el señor y señora Levi me ha confundido. Mmm es decir, tienen mentalidades completamente diferentes.
—Aun no, de hecho, aunque él le dirá que estamos comprometidos.
—Pero usted no pretende casarse con él ni realmente tiene interés en nada más que en el sexo.
—Mmmm... no estoy segura de querer que le diga eso a él... —arruga la nariz.
—Usted tendría que decírselo
—Menos segura estoy de querer decírselo yo. Aunque supongo que decirle que prefiero a su hermano actúa un poco como ello.
—Me refiero a que… él está en su derecho de saber qué tipo de relación quiere usted. Así como usted está en todo su derecho de saber cuál es la que quiere él.
—Ya. El problema es que esas dos cosas no casan.
—Pero engañarse solo para que casen... Realmente no los lleva que esta sea una relación sana.
—¿Entonces qué sugiere?
—Necesita decirle lo que quiere y que él le diga lo que quiere y tratar de llegar a un punto medio. Y si no llegan, tendrían que separarse.
Leviatán suspira con eso.
—Lo lamento.
—No, no, es que ya sé en qué deriva esto. El nihilismo en mí, pone los ojos en blanco.
—¿En qué deriva esto?
—Vamos a ver cuánto estoy dispuesto a autosabotearme solo por sexo. Y ni siquiera es tan listo... ¡solo se ve bien!
—Es lo único que le importa… el sexo —repite la psicóloga.
—¿Qué más podría importarme?
—Bueno, en general en las relaciones las parejas suelen tener un interés más integral.
—Ah, sí... no. No es el caso. Soy bastante independiente en ese aspecto.
—Entiendo —otra nota en su cuaderno—. ¿Qué está dispuesta a tener una relación más profunda con él sólo por el sexo? Aun pienso que debería decírselo.
—Probablemente no me quede más remedio, si acaso en algún punto le convenzo que lo de su hermano fue un arranque desesperado por protegerme.
—¿Cómo cree que podría convencerle de ello?
—No tengo ni idea, parece tomarse esos asuntos muy a pecho. Y en general yo estoy acostumbrada a ser muy persuasiva para darles peso, no para quitárselo.
—Quizás debería empezar por explicarle por qué tenía que protegerse.
—Eso me haría parecer vulnerable de nuevo y le daría la idea de que puede volver a dañarme fácilmente cuando lo requiera.
—¿Él la lastima con frecuencia por medio de sus vulnerabilidades?
—Ehm... no, supongo que esta es la primera vez.
—¿Cree que él tuviera la intención de lastimarla?
—En realidad... no.
—¿No cree entonces que vale la pena el riesgo de parecer vulnerable a cambio de poderle explicar por qué le dijo lo de su hermano?
—Mmmm... No lo sé. Seguramente no.
—¿Prefiere que él crea algo incorrecto entonces?
—Por ahora, sí.
La psicóloga suspira.
—Me gusta verle celoso.
—¿Por qué?
—Me hace sentir... apreciada.
—Quizás deberías explicarle qué cosas de los celos te gustan para que las haga o te las diga sin necesidad de tener celos.
—Ya... eso vuelve a hacerme parecer vulnerable.
—Es que, en una relación, no es negociable.
—Seguramente por eso no quiero nada más que sexo.
—¿Porque te da miedo ser vulnerable?
—Porque probablemente este sea un plan para acabar conmigo.
—Quizás debería tener sexo otra vez con él.
—¿Y qué tal que vuelve a emborracharme?
—Ponga sus condiciones y hágalo con ellas.
—Mmm... debería fiarme de él para eso, pero parece interesante —cruza la pierna, pensándoselo.
—El no ya lo tiene… intentar que diga que si…
—Probaré.
—Déjeme escucharle a él y… ahora hablaremos los tres.
Asiente.
—¿Le puede llamar?
Se levanta y ahí va a la puerta a buscarle. Azrael está en los sillones de afuera con el teléfono en mano jugando algún jueguecillo celestial.
—Oh, sigues aquí.
—Ahm… sí. ¿Ya terminaste?
—Es tu turno, más bien —se cruza de brazos y se apoya en el marco de la puerta, mirándole.
—¿Ha ido bien? ¿Qué te ha dicho?
—Cosas a… tener en cuenta. Más vale que le digas la verdad o esto será completamente absurdo
—Yo siempre digo la verdad.
—A ver si es cierto —sonríe.
—¿Tú le has dicho la verdad o puras mentiras? —se le acerca.
—Ambas —se encoge de hombros.
—¡Eso no se puede!
—Si se puede combinar para que no sepa.
—Ugh, ¿qué hay de que si no le dices la verdad es absurdo?
—Eso solo vale para ti.
—¡Yo soy un ángel!
—Sé quién eres.
—No parece… a ver qué se ha pensado esta mujer.
—Adelante Señor Levi —le hace un gesto para que pase.
Ahí va el señor Levi.
Leviatán le pone un poco el pie para que se tropiece al cruzar la puerta.
Ugh, ¡Leviatán! Está distraído y por supuesto que lo hace, trastabillando.
—Cuidado, no te caigas—risita.
—No me tires —se gira y la FULMINA
—¿Señor Levi? —llama la psicóloga porque llevan una hora ahí.
—Ah, perdone. Hola.
—¡Ja! Te riñó —susurra Leviatán en la puerta.
—¡Por tu culpa!
Más risas de la demonio, que por lo visto es como si volviera a tener cinco años.
—¡Mírela! Solo se ríe de mí. Es malvada —Azrael la acusa con la psicóloga.
—Por favor, cierre la puerta y tome asiento —sigue ella, con paciencia.
—¿Ves? Que te vayas… shoo —ahí va a cerrar la puerta.
En cuanto cierra la puerta, Leviatán se hace pequeñita y se mete corriendo por debajo de la puerta para poder oír lo que dicen.
Ugh, ¡demonio!
La psicóloga le ofrece asiento a Azrael y este se sienta, espalda bastante recta.
—Bien, cuénteme, señor Levi.
—Ehm… estoy aquí porque tengo un montón de problemas.
—De acuerdo, admitirlo es el primer paso para resolverlos. ¿Quiere hablarme de ellos?
—Ella prefiere a Gabriel —Azrael suspira.
—Gabriel... ¿su hermano?
—Ehm… sí —se mira las manos.
—¿Y qué piensa de eso?
—Pues… no lo esperaba. Yo sé que Gabriel siempre tiene… más brillo que yo, pero que ella le prefiera a él es… ¡ni siquiera sé por qué!
—¿Y qué planea hacer respecto a ello?
—Pues inicialmente pensé dejarla, pero luego ella ha propuesto venir aquí.
—Ya veo... ¿y qué espera conseguir aquí?
—Pues no lo sé, quizás una manera de… convencerla de que yo soy mejor idea para ella. Aunque tampoco estoy muy seguro de por qué, ni de que ella sea tan buena idea para mí. ¿Sabe que me hizo un tatuaje sin Mi consentimiento?
—No me ha hablado de ello. ¿Qué piensa de eso?
—Ha sido un problemón con mi familia… y pensé por un momento que mi madre me echaría de casa.
—¿Qué haría en ese caso?
—¡Sería terrible! Preferiría morir. Pero no ocurrió así que por ello ya no creo que ocurra… ni por lo otro.
—¿Qué otro? —pregunta apuntando sobre eso en su libreta de nuevo.
—La… la… la parte sexual. Yo tenía que llegar Virgen al matrimonio.
—Hábleme sobre ese asunto.
—En casa, nos enseñan valores morales importantes. Uno de ellos es la castidad.
—Entonces, ¿cómo es que decidió...?
—Mi madre igualmente quiere que nos casemos, por lo visto. O eso dice mi hermano. Entonces… intente salir con ella, que me gusta mucho…
—Me preocupa el asunto de la violación, si necesita usted ayuda, hay instituciones...
—Es que me amarró y abusó de mi completamente, con todas las artes demoniacas que tiene.
—Eso no está bien, sé que luego los hombres tienen problemas para denunciar estas cosas, pero pueden ser igual de víctimas que las mujeres. ¿Quiere el número de teléfono de algunas asociaciones de ayuda?
—¿Denunciar?
—Es un acto que no debe quedar impune y sobre todo, por su seguridad, hay que tomar medidas para que no se repita.
—Bueno, o sea es que si nos casamos no sería un problema.
—¿No estaba diciendo que pensaba en dejarla?
—Porque quiere más a mi hermano que a mí.
—¿Y se lo ha dicho?
—Sí, sí me lo dijo.
—Usted a ella.
—Ah, yo a ella. Sí.
—Y aun así está aquí porque de alguna manera cree que esto se puede arreglar.
—Pues yo también quisiera casarme y me ha dicho que no quiere.
—¿Cómo puede querer casarse y romper la relación a la vez?
—Pues o nos casamos o terminamos, no podemos quedarnos así.
—¿Cómo resolverá lo de los abusos y lo de su hermano si se casa con ella?
Leviatán aprieta los ojos con esa pregunta.
—Pues querría yo resolverlo antes. Lo de los abusos… bueno, dejaría de ser un abuso.
—Un abuso es un abuso, independientemente de su estado civil... —empieza y se le muere la voz a media frase cuando Leviatán la posee.
—El abuso fue un abuso porque entonces yo no podía.
—¿Te has planteado solamente disfrutarlo?
—¿Disfrutarlo?
—Si quieres casarte con ella es que algo debiste disfrutar. Algo debe gustarte.
—Si que me gusta él, claro que me gusta. Ella.
—¿Qué es lo que te gusta?
—Es lista y guapa, siempre está diciendo cosas raras e ingeniosas.
—Y porque simplemente no... disfrutas de ello —la psicóloga se sonroja un poco con eso
—¿En vez de qué?
—Estar pensando en blanco y negro, dejarle... casarte...
—¿Y cómo querrías?
—Solamente hacer las cosas que disfrutas y ya, sin poner etiquetas.
—Pero no puedo hacer eso sin casarme.
—¿Por qué no?
—Porque es pecado.
—Prácticamente todo es pecado. Hasta respirar un poco fuerte es pecado.
—Pero este no es cualquier pecado.
—¿Y qué hay de envidiar a Gabriel?
—De eso tengo que hacer penitencia —frunce el ceño un poco y se mira las manos
—¿Cómo vas a hacer eso?
—Rezando y pidiendo perdón a nuestra señora.
—Y qué hay del sexo, ¿de eso no vas a hacer penitencia?
—Eso fue un pecado terrible también.
—Pero fue un abuso.
—Ojalá no lo hubiera disfrutado —Azrael aprieta los ojos, la psicologa sonríe de ladito con esa confesión, relamiéndose un poco y pensando.
—Quizás podría repetirlo. Volver a "abusar" de ti.
—¿Eso le ha dicho? ¡No se puede hasta que nos casemos!
—Si es un abuso el pecado es de ella. Es un... loophole —explica, encogiéndose de hombros.
—Lo que pasa es que luego me besa o me… —Azrael traga saliva y la mira—. ¿Eso cree?
—Es así, no puedes ser el culpable y la víctima. Está claro. ¿Qué hay de los besos entonces?
—¿L-Los besos? Pues… son de amor. Eso no es pecado.
—A lo mejor ese sería un buen plan. Unos besos, luego algo así como unas cadenas que te impidieran moverte... no sería tu culpa porque tú no podrías impedirlo.
Azrael se sonroja imaginándolo.
—Crees que... ¿saldría bien eso? —insiste ella, echándose hacia adelante con la mano en la barbilla, mirándole intensamente.
—U-Un poco a-así fue la primera vez…
—No mientas que bien sabes que no estabas encadenado —protesta poniendo los ojos en blanco. El Arcángel la mira, levantando las cejas. Y ella carraspea con eso—. Me lo ha dicho ella. ¿Qué hay de la borrachera de amor?
—E-Eso fue accidental.
—Va a necesitar que prometas... jures, por Dios que no lo vas a repetir. Por mucho que te gustara.
—No me gustó realmente —confiesa, pasándose las dos manos por el pelo—. ¿Ella le dijo que me gustó?
—¿No te gustó? Parecías disfrutar bastante cuando hizo el ridículo frente a toda la cúpula celeste.
—¿Esto te lo contó ella?
—Eh... Sí.
—¿Sobre la cúpula celestial? Para mí fue vergonzoso también
—No te estaba pasando nada a ti.
—¡Estaba declarándome su amor y Gabriel se estaba riendo!
—Pensé que te habría gustado que Gabriel viera eso teniendo en cuenta...
—Pues si al final le prefiere a él… ni siquiera sé por qué, ¡dudo que haya hablado tanto con él! Y menos aún que haya hecho ESO.
—Bueno —carraspeo—. Creo que es importante analizar más profundamente el tema sexual.
—Ugh… ¿p-por?
—Pareces tener una relación complicada con ello.
—¿Con el sexo? ¡Es que es pecado!
—Habría que buscar más formas en las que no lo sea.
—Casarse. Es lo que ha mandado Dios. ¿Qué otras opciones quiere? Siento que… —entrecierra los ojos —. ¿Qué le dijo?
—No te parece un poco definitivo eso? casi ni le conoces.
—Casi ni le conozco, repite reflexionando. ¿Eso le ha dicho ella?
—Sí.
—Mmm… ¿y qué querría ella? ¿Que tuviéramos… citas?
—Si acaban en la cama —se encoge de hombros.
—Ella solo quiere acabar en la cama.
—Bueno, la parte sexual es muy importante en una relación de pareja.
—Pero no se puede hasta el matrimonio.
—Poderse se puede, si tanto problema tienes, seguro ella puede obligarte un poco. Además no vas a decir que el resto de Arcángeles se están comportando.
—¿E-Ella te hablo de los Arcángeles?
—O sea... de tus hermanos. Así los llamó. Ehm...
—Oh.. Ehm… pero si ellos no se portan bien, yo tengo que hacerlo igual.
—¿Por? Si a ellos no les ha pasado nada.
—Aún, yo no soy quién para juzgarles.
—¿Como sabes que si te casas con ella sin conocerla no serás tú el que luego preferirá a alguien más?
—No será así con ayuda de Dios, no me permitirá casarme con alguien que no es la persona indicada.
Ooooojos en blanco.
—Quizás por eso esto está siendo así de difícil.
—¿Por?
—Quizás es Ella diciendo que no es por aquí. Aun así, si Levi quiere citas… o-podría intentarlo
—Hasta donde me he quedado yo, "Levi" quiere a Gabriel.
A Azrael se le encoge el corazón.
—¿No te parece que ella no te empujaría a casarte con alguien que prefiere a otro?
Azrael aprieta los ojos.
—Quizás debería perder la esperanza y conseguirme a otro demonio.
La psicóloga FRUNCE el ceño con eso.
—Si realmente ella prefiere a otro…
—¿Crees que era mentira? El punto aquí es que a ti te da igual ella que otro
—¡Claro que no me da igual ella que otro! Pero si yo no soy el que le gusta…
—Pues bien, rápido que has llegado a la conclusión de que mejor otro.
—¡No más rápido de lo que llegó ella a la conclusión de que Gabriel le gusta el más que yo! —protesta Azrael.
—¡A lo mejor eso fue porque Gabriel no le volvió un baboso imbécil con amor!
—Así que un error tiene uno y ya, prefieren al otro. Gabriel ni siquiera lo mira, ¡ni le interesa realmente!
—Pues lo mismo contigo. A la mínima que te dicen algo ya estas tirándola a la basura y pensando en otro.
—¡No estoy pensando en otro!
—¡Acabas de decir de irte a buscar otro demonio!
—¡Y usted estaba convenciéndome de que le dejara porque quiere más a Gabriel!
—Y tú de que querías CASARTE, ni siquiera sabes lo que quieres.
—Pues es que ¡es lo que ha pedido Dios! Yo ni siquiera estaba seguro, ¡es Gabriel el que insiste con eso!
—Entonces será mejor que sí le dejes —suelta, mirándole de forma sombría y... la psicóloga parpadea volviendo en sí.
—¡Pero es que no quiero! —protesta Azrael, apretando los ojos.
—P-Perdón... ¿qué decíamos?
—Que le deje, eso es lo que parece concluir.
—¿Y no es lo que quiere usted?
—¿No es eso lo que discutíamos?
—Pues sí.
—¡Ya le he dicho que no sé! Yo querría arreglar todo este desastre y tener una relación normal. Como Gabriel o Raguel.
—Ella parece tener una idea un poco diferente de lo que quiere, tal vez deberíamos hacerla entrar y que hablen los dos.
—Ella parece tener una idea un poco diferente de lo que quiere, tal vez deberíamos hacerla entrar y que hablen los dos.
—Pues, ande…
—¿Puede ir a buscarla?
Azrael suspira levantándose. Leviatán sale corriendo hacia afuera por debajo de la puerta, volviendo a su tamaño habitual, adoptando una postura desinteresada.
—Ehm… hello.
—Ah, ¿ya está?
—Ya… ya está.
La demonio se le acerca, aun con el ceño un poco fruncido.
—Leviatán… —Azrael le mira por unos segundos… sin moverse de la puerta.
—Azrael —se detiene frente a él porque no puede pasar.
—Tengo que decirte una cosa…
Ojos en blanco.
—¿Qué?
—Ya sé lo que vas a decir —le pone la mano al pecho porque... bueno, no es tonta.
—Ah ¿sí? —le pone la mano sobre la suya con suavidad.
—B-Bueno, si n-no eres un completo cabeza hueca como t-tu... —a Leviatán se le relaja un poco el fruncimiento de ceño con la caricia porque le calma.
Azrael le acaricia un poco la mano con suavidad y sin pensarlo se le acerca y la besa.
Ella se lo devuelve, apretando fuerte la ropa de su pecho y tirando de él hacia ella.
Él la besa más intensamente, dando un pasito hacia ella o dos porque no tira suavemente y a ella se le escapa un poquito de amor... Sin querer y sin poder evitarlo... por lo menos este es el real.
Él se lo devuelve, abrazándola de la cintura.
La verdad, tarda un poco, pero cuando siente el de él se acojona y me le mete un empujón...
Inesperado, INESPERADO.
Azrael sale volando contra el marco de la puerta y se mete un BUEN golpe en la espalda que me lo tira al suelo. Leviatán entra a la sala, nerviosa, apartándose de él.
—Uff… —protesta Azrael, tosiendo un poco, porque se ha hecho daño, sin entender que cosa le acaba de pasar por encima.
Leviatán intenta no mirarle, sentándose en el sofá, derechita, como si eso no acabara de pasar. La psicóloga mira a Azrael en el suelo y se acerca un poco preocupada.
—¿Se encuentra bien?
Azrael se levanta, un poco sonrojado y es que ¿todo el mundo, todo el rato tiene que hacerle cosas vergonzosas? Ugh!
—Si, si… todo bien —refunfuña.
La psicóloga vuelve a sentarse, mirando a Leviatán de reojo que ni la mira a ella, ni a Azrael.
—Eso… ha sido gratuito —protesta Azrael al sentarse junto a ella. Lo más lejos que le permite el sillón.
—Que ibas a pensar tú, semental insensible.
—¿Insensible de qué? ¿Has visto el empujón que me has dado?
—¿Y tú has notado la asquerosidad que hacías? No vas a volver a emborracharme, idiota.
—Te estaba dando un… oh.
Leviatán se sonroja un poco y se reacomoda, porque... igualmente le gustaba un poquito, aunque no lo va a admitir y le jode ahora tener miedo de ello.
—Eso… va a seguir pasando como tú me beses a mi así. Estabas soltando amor.
—Ni te creas tanto, ¡claro que no! —Yyyy... así señoras y señores, se hace un tsundere.
Azrael le sonríe un poquito y ella frunce el ceño y se sonroja más.
—Nadie en su sano juicio tendría ningún amor por un imbécil como tú y menos aún en un beso tan asqueroso.
A Azrael se le borra la sonrisa de la cara.
—Ehm... s-señora Levi, no creo que sea necesario insultar.
—¿Y a quién le importa qué cree usted que sea necesario?
—No era asqueroso —responde Azrael ignorando a la chica y acariciándose los labios, porque a él le ha parecido el beso más bonito y dulce que se han dado.
—Lo ha sido y lo será siempre —porque me jode que me provoques miedo cuando me das afecto.
—P-Pero… —susurra susurra el ángel, todo desconsolado.
—Tal vez deberíamos justamente hablar de esto...
—Tal vez... —empieza Leviatán y trata de respirar y calmarse a sí misma para no seguir solamente insultando como demente como si esto le importara tanto—. Pero uno no les habla a las bestias sin cerebro, solo se las corrige con castigos o premios.
—No me llames bestia sin cerebro —protesta Azrael —. Te has enfadado porque n-no… No estaba pensando, solo sentí amor y te quise de vuelta.
—Ya, claro —se cruza de brazos, bufando.
—¡No puedo no volverte a querer!
—No puedes volver a aprovecharte de eso, ¡voy a defenderme!
—Tienes que acostumbrarte.
Leviatán le mira con fuego en los ojos. Azrael se separa un poco de ella y traga saliva
—O-O no…
La demonio aprieta los ojos y carraspea, intentando calmarse otra vez.
—No vas a querer esto si no te quiero… —asegura el ángel.
Ella le mira de reojo de nuevo y se humedece los labios, pensando... sí será posible emborracharle de lujuria a cambio. Tal vez envidia, ya que el experto en la lujuria es el idiota de Asmodeo. Aunque la lujuria es mucho más básica y fácil que la envidia...
—Para eso ya tienes a todo el infierno.
A lo mejor debería probarlo, a ver qué pasa. Se gira a él y le toma de nuevo del cuello, haciéndolo tumbarse en el sofá y subiéndosele encima.
Azrael se calla, vale. Vale. Tienes toda su atención.
Le pone una mano en las regiones vitales y... va a pasarle el impulso eléctrico lo más fuerte que pueda... tanto tiempo como se deje.
WTF. El GRITO.
La demonio no se para. Lo que pasa es que la psicóloga sí se levanta escandalizada intentando que se detenga.
Azrael sigue gritando/gimiendo. Eres un BESTIA.
La verdad, Leviatán se para y momento y la asesina antes de volverse a él de nuevo.
La… has… ugh. ¡Niño!
Es un demonio... Mira a Azrael. Tienes unos pequeños segundos de gracia y respiro.
—Qué… —intenta preguntar, pero la verdad está DEMASIADO excitado para pensar nada.
Y aun vas a estarlo más, vuelve a ponerle las manos, esta vez ambas. Cuando Leviatán cree que ha habido suficiente... se detiene y separa las manos, suavecito.
Azrael respira profundamente, con un gemido.
—¿Y bien? —pregunta mirándole y vuelve a pasarle las manos por el abdomen y el pecho.
Es que no puede ni hablar, mirándole con los ojos entrecerrados.
Y la mierda es que se lo comería ahora mismo, le siente excitado y con al cuerpo en llamas, si bien puede observarlo un poquito...
Es que él quiere comérsela ahora mismo, con TODO en llamas.
Va a desaparecerle la ropa y a montársele encima, junto al cadáver de la psicóloga. He visto sesiones de terapia que han acabado mejor que esta, muchachos...
Un poquito macabro. Azrael no se está enterando.
La parte rara es que... el chico de Azrael que ha ido a recoger el alma de la psicóloga, está ahí, mirándolos con los ojotes como platos, ligeramente traumatizado. Tienes que ser bastante bueno para traumatizar a un ángel que se dedica a sesgar almas de los muertos. Ya no digamos a dos a la vez.
Uuuugh
