Gabriel posa los pies en la terraza de Raguel suavemente con un demonio bajo cada brazoity, mientras Uriel toca el timbre de la puerta.

Aamón suelta una palabrota, ni sabe por qué o a cuento de qué pero parece algo que este momento lo amerita.

Raguel está desnudo, ojos cerrados. Ni se entera.

Remiel y Sariel aun corren por el bosque porque... ¿esta casa no estaba más para allá hace unas horas?

Azrael ya está en la sala, ha aparecido dentro y se ha sentado en el sillón, muy celoso, enfadado, brazos cruzados.

La verdad, Aamón vuelve a meter la cara... entre los pliegues de la parte del cuerpo que sea que la tenía de Raguel, este sigue sin enterarse del mundo. Suelta un gemidito

Leviatán suelta a Gabriel, yendo dentro el primero como la pantera rosa sigue el rastro de olor de una pizza, saboreando los celos de Azrael.

Ugh. El susto que se va a pegar Raguel cuando les vea a todos entrar.

Gabriel es el que entra anunciándose con un "Hello!" Con trompetas y fanfarrias y la verdad, se va a la puerta a abrir a Uriel y Miguel.

A Raguel le da un infarto. Qué… ¿¡QUÉ HACEN AQUÍ ASÍ?!

Belcebú entra detrás de Gabriel. Uriel entra cuando le abren, levantando las cejas al ver a Belcebú porque... ahora tenemos un llavero. Ugh. Gabriel. ¿No quieres ponerle una correa y darle unas galletitas?

Asmodeo se ríe un poquito. Uriel parpadea con esa risa recordando que quería hablar con Raguel.

—Dadme un minuto ahora vengo.

Gabriel mira a Miguel.

—¿Todo bien? —le pregunta haciéndola pasar a la sala en lo que Uriel se les va a METER AL CUARTOOO.

—Lo siento. Lo SIENTO —le susurra Raguel a Aamón.

Aamón poooooone los ooooojos en blancooooo. Uriel saluda a Azrael rápidamente al pasar por su lado.

Raguel les viste a ambos con un chasquido

Azrael refunfuña. CELOSOOOOOO.

Y ahí es que las puertas del cuarto se abren dramáticamente de par en par.

—Raguel!

Ugh. Aamón sigue en la cama haciendo demonios en las sábanas con las piernas.

—Oh, Uri. ¿Qué pasa? —la verdad, esta vez suena menos paciente de lo habitual.

—TODO está siendo un desastre, ahora te contaran los demás. ¿P-Puedo... hablar con vosotros en lo que llegan?

—Con… oh —Raguel sonríe un poquito, menos enfadado gracias a el "vosotros" , que en general todos suelen ignorar a Aamón.

Aamón levanta una ceja con ese vosotros a medio demonio de sábanas.

—Ehm... —cierras las puertas del cuarto tras ella—. Estoy... oigo risas en mi cabeza que no son mías.

—Bienvenida al festival de la esquizofrenia —se burla Aamón, volviendo a moverse—. Ya tardabais.

—¿Risas en tu cabeza? —pregunta Raguel

—Ehm... como... cuando no vienen a cuento —explica Uriel.

—Claro indicativo de que estás perdiendo la cabeza, si me lo permites —insiste Aamón.

—Pues... ¡tal vez! —exclama ella.

—No estarás muy tensa, Uri? Están pasando cosas complicadas… —propone Raguel.

—Pues... quizás. Es que estuvimos en el infierno, en la orgía.

—Oh, ¿eso sigue en marcha? Ugh —ojos en blanco de Aamón.

—¿¡Estuvieron en la orgia en el infierno?! ¿Quiénes? —pregunta Raguel sorprendido.

—Ehm... yo... Y Gabriel. Y luego vino Miguel.

—¿Y qué hicieron ahí?

—Historias que no pensé que íbamos a oír en la vida —Aamón se incorpora.

—Ehm... —vacila Uriel, sonrojándose y volviendo a sentir un poco lo que ha hecho.

—Uhhh, ¿con cuántos demonios a la vez? —pregunta Raguel, suavemente, como quien pregunta la hora.

What? —el grito de Uriel y la verdad, la risa de Aamón que no se esperaba esa pregunta venir de Raguel

¡Pues es una orgia en el infierno! Alguna vez fue al infierno a buscarte a la mitad de una y fue un desastre.

—C-Con... con... Con... —las vacilaciones de Uriel.

—Nadie te va a creer si dices menos de tres —asegura Aamón solo por... Joder.

—Uri… ugh. Voy a tener que tener LA conversación con ustedes.

—¡Creo que se me ha podido meter uno dentro! —aprieta los ojos Uriel.

—Metido, salido, metido, salido, metido, salido. Así funciona, sí —se burla Aamón, riendo.

—Definitivamente voy a tener que tener la conversación —justamente, ha pensado lo mismo Raguel.

—¡Estoy hablando en serio! —protesta Uriel sonrojándose de nuevo.

—Pues no es como que yo no... —sigue Aamón.

—¿Te refieres a eso?—pregunta Raguel—. ¿Te metió una parte de su cuerpo?

—¡No! ¡Me refiero a que está en mi cabeza!

—Bueno, el sexo puede ser bastante... psicológicamente intenso, especialmente las primeras veces —continua Aamón.

—Vale. Si no vais a ayudarme... —Uriel le fulmina.

—No, no, espera… —pide Raguel conciliadoramente y ella bufa, cruzándose de brazos—. ¿Crees que… tienes una posesión? ¿Sentiste… algo cuando se te metió?

—N-No lo sé... no.

—Eso es porque definitivamente la tiene pequeña —Aamón es que no puede. Raguel se ríe un poquito del chiste idiota de Aamón.

"El tamaño no importa"

—El tamaño no importa —Uriel los fulmina

—Un poco sí importa si dices que no te enteras cuando te la meten —Aamón se encoge de hombros.

—Raguel! —protesta Uriel queriendo decir "controla a tu demonio!"

—¿Sabes quién era el demonio? —pregunta Raguel.

—A-Asmodeo —confiesa.

—Pffffff —Y no, bueno, la risa de Aamón.

Uriel pone los ojos en blanco, movida por Asmodeo. No te reías tanto cuando Asmodeo te lo hizo a ti, querido.

—Bueno, ¿cómo sé si estoy o no poseída? —sigue ella.

—¿Le sientes ahora? —pregunta Raguel.

—Eh... —Uriel vacila intentando sentir... algo.

—¿Ajá?

Asmodeo querría pasar desapercibido, pero se le escapa un poquito de afecto y otro no ten poquito de lujuria hacía Uriel, haciéndola sonrojar con eso.

—No. Nada en lo absoluto.

—Si el demonio no quiere, no hay forma en que lo sepáis si... no es con un exorcismo. Literalmente tu cuerpo es suyo, si no te ha dejado inconsciente y ha tomado el control es porque no quiere —Aamón pone los ojos en blanco.

—¿Un exorcismo? Bueno eso es fácil —sentencia Uriel.

—O... —añade Aamón mirando a Raguel de reojo porque esto NO le va a gustar.

Asmodeo entra en PÁNICO con el exorcismo. Uriel debe sentirlo. Raguel le mira de reojo… pensando que no va a proponer eso, ¿verdad?

—Necesitas otro demonio —acaba la frase Aamón.

—Bueno, tú eres otro demonio —asegura Uriel inocente.

—Tú. No —sigue Raguel—. No. Él no.

—¿Por qué no? —pregunta ella y Aamón sonríe con esa respuesta de Raguel

—Porque ha dicho que no. Él manda. Tienes que buscarte a otro.

—¿Pero de dónde voy a sacar a otro? ¿Y si no sabe lo que tiene que hacer? —pregunta ella, nerviosa con el asunto de que le tome el control.

—Sí que saben, todos saben —Raguel sonríe con esa respuesta de Aamón, acariciándole el brazo.

—¿Pero qué es lo que hay que hacer? —sigue Uriel.

—Pues intentar poseerte, niña. Si hay alguien ahí dentro ya, no van a poder.

Uriel arruga la nariz con eso porque no quiere que Aamón le intente poseer. Bueno, a decir verdad tampoco las otras opciones presentes. ¿Leviatán? Ugh. ¿Belcebú? UGH. De hecho, repentinamente Aamón hasta parece una buena idea.

—¡No puedo dejar que un demonio cualquiera intente poseerme! ¡Qué tal que lo logra y luego no puedo echarlo!

—¿Qué tal que ya lo tienes dentro e igual tampoco puedes? —Aamón se encoge de hombros. Uriel palidece con esa idea.

—Y ni siquiera te enteras —añade Raguel.

—Pero esto es... —protesta ella.

—Una posesión demoníaca. Exacto. Tu vida es muy dura —le devuelve Aamón sarcásticamente.

—¿Ya intentaste hablar con él? —pregunta Raguel.

—¿Ha... Hablarle? ¿Hablarle cómo?

—Pues a hablar con él si lo tienes dentro.

—"La buena comunicación es básica" —se burla Aamón de Raguel, imitándole.

—Ugh, no te burles de mí. ¡Lo es!

—E-Ehm... ¿Ho-Hola? —pregunta Uriel al... aire.

—No, no —Raguel interrumpe a Asmodeo de responderle—. Es un diálogo interior.

—Oh... hum...

—¿Vienen o qué? —Miguel abre la puerta de la habitación, sobresaltando a Uriel.

—Anda, si ya estamos todos... —sigue Aamón poniendo los ojos en blanco y se levanta, tendiéndole el brazo a Raguel.

—Ugh… en una invasión —este aprieta los ojos tomándole el brazo.

—Otra vez...—suspira el demonio.

—Sí, sí, vamos —ahí va Uriel.

Gabriel ha ido a abrir la puerta a Remiel y Sariel mientras Leviatán está rondándole a Azrael.

—Debí dejarte maldecir la casa —le susurra Raguel a Aamón, bajando.

—Odio decir te lo dije, pero... te lo dije —responde Aamón.

—Ñañaña —protesta Raguel.

—Vete —protesta Azrael supurando celos y Leviatán sonríe más.

—¡Ah! Ya estáis aquí —empieza Gabriel en lo que les ve llegar a todos—. Venid, sentaos, que tenemos que organizarnos de nuevo.

—Tranqui, Gabriel, tú como si estuvieras en tu casa. Sírvete una cerveza o algo ya que estás —protesta Aamón sarcástico.

Todos se sientan en la sala, por ahí excepto Miguel que parece un LEÓN enjaulado, dando vueltas de un lado a otro.

—Eh... no, gracias —responde sin notar el sarcasmo, tan denso—. Bueno, como veréis... Belcebú... la han echado del cielo.

—No, no, es que no solo es eso, Gabriel —protesta Miguel.

—Q-Quizás no debimos confiar en ella algo tan delicado —valora Remiel porque Belcebú es ahora la culpable de esto para todos.

—Ah, ¿no? —Gabriel mira a Miguel.

—¡A mí nadie me dijo lo que tenía que bloody hacer! —Belcebú hace los ojos en blanco.

—No, es que tenemos un problema DISTINTO ahora y nadie me hace caso —protesta Miguel.

—Por cierto, ¿dónde están Asmodeo y Lucifer? —pregunta Remiel notando que antes estaban y ahora no.

Uriel se sonroja y Miguel aprieta los ojos.

—También faltan Aziraphale y el demonio —responde Gabriel.

—Creemos que Asmodeo está dentro de Uriel —sonríe Aamón, de ladito.

—¡No lo sabemos! —chilla ella.

—Por lo visto se le metió... muy metido durante la orgía en el infierno.

—¡NO LO SABEMOS! —insiste ella más fuerte.

—Por DIOS —protesta Miguel que todo mundo parece estar pudiendo acostarse con su demoni ella.

—Oh... oh —vacila Remiel porque eso suena MAL.

—Mira, cosas que uno no esperaba de Asmodeo... —comenta Leviatán como si nada poniendo la mano sobre el hombro de Azrael, que pega un SALTO

—¡Ha sido culpa de Miguel! ¡Ella le ha cortado la cabeza! —la señala Uriel, a la desesperada.

—¡Para! —protesta Azrael.

Leviatán sonríe y le hace un cariñito en la mandíbula.

—Vete con él —protesta todo malhumorado.

—No hay prisa... —le sonríe.

—Entonces... ¿Dónde están todos? —insiste Remiel.

—A Aziraphale no le dejaron entrar en el cielo, por lo visto, tampoco se han fiado de él —explica Gabriel.

—¿Y Lucifer? —pregunta Uriel cruzándose de brazos y mirándola a ella ahora que Remiel le ha hecho notarlo.

—Ese es el… problema principal —Miguel se humedece los labios.

—Bueno, que no se podía confiar en él era algo que ya sabíamos —Gabriel pone los ojos en blanco—. Si te ha dejado tirada ya volverá arrastrándose.

—No, no… ¡Escuchadme!

Él se cruza de brazos como Uriel.

—Lucifer… está en el cielo —sentencia Miguel, dramáticamente.

—¿En las puertas? —pregunta Remiel

—¿Por? —pregunta Gabriel.

—No. No…. Ugh. Lucifer ha poseído a Dalquiel y está DENTRO del cielo organizando la revuelta —sigue ella

—Oh... —susurran todos.

Dalquiel puede saber que ya les ha dicho porque aparecen las cejas de todos en las ventanas.

—Anda... y tú sintiéndote culpable porque no habías encontrado nada en el libro —comenta Aamón para Raguel.

—Pffff —Leviatán es que no puede con la inutilidad de los ángeles.

Belcebú la verdad lo que está haciendo es mirándoles las reacciones.

—P-Pero… ¿¡Lucifer tiene control del CIELO?!

—Y... ¡los ángeles no lo saben! —exclama Gabriel y Uriel se tapa la boca con las manos.

—No, no lo saben. Creen que es Dalquiel —Miguel aprieta los ojos.

—Pero hay que... ¡Hay que decirles! —Remiel todo asustado.

—Pues habría que decirles. Si pero no creo que lo deje —sigue Miguel, toda preocupada.

—Suerte con eso —se ríe Belcebú.

—¿Pero cómo... lo sabes tú? —pregunta Leviatán a Miguel entrecerrando los ojos.

—Pues habrá que buscar la forma, tenemos teléfonos. Deberíamos escribirles a todos quienes podamos —asegura Gabriel sacando su teléfono.

—¿Vas a escribirles a todos que Lucifer está ahí? No van a creerte —protesta Miguel haciendo los ojos en blanco.

—¿Por qué no iban a creerme?

"Lucifer no va a soltar el cielo tan fácil" asegura Asmodeo dentro de Uriel.

Uriel mira alrededor con eso... y traga saliva.

"E-eres... tú?"

"Claro que soy yo, Mon amour"

Ella aprieta los ojos con eso poniéndose veinte veces más nerviosa.

"No te preocupes, no voy a hacerte daño"

"C-cómo... qué... ugh. Has oído toda mi conversación con Miguel!" T-Traga saliva, revolviéndose. "Y con Raguel... esto es súper invasivo."

"Yo llevo un buen rato diciéndote… lo siento, no me quedo otra opción"

—¡CÓMO NO VA A QUEDARTE OTRA OPCIÓN! —chilla y todos se giran a ella.

"¡Calla!"

"¡Pues como me vas a decir eso!"

"¡La LOCA de Miguel me cortó la cabeza!"

—Ehm... nada, nada —responde para los demás en lo que miran si mandan o no los mensajes.

"Pues haber buscado... otro cuerpo."

"¿Es en serio?"

"Pues es que... no puedo hacer nada, ¡no puedo ni pensar sin que lo sepas!"

"Eso… bueno."

"ES HORRIBLE!"

"Tú también deberías poder oír lo que pienso… si prestaras atención."

"Eh? Bueno, el caso aquí es que... no era cierto lo que le he dicho a Miguel."

"¿Crees que debían cortarme la cabeza?"

"¡PUES SÍ!"

Uriel pone los ojos en blanco

—¡Espera! —cae en la cuenta de repente, para todos—. ¡Tú eres el que ha propuesto la orgía en el cielo!

Toooooodos miran a Uriel

"Shhhh! Deja de gritarlo todo!"

Uriel se sonroja muchísimo, tapándose la boca con las manos.

—¿Una... qué? —pregunta Gabriel.

—Nada —asegura Uriel aun con las manos en la boca.

—Una... Orgía —repite Leviatán porque suena a algo súper escandaloso.

—En el cielo —completa Aamón pensando lo mismo.

—¿Qué te parece eso, viejo? —pregunta Leviatán al notar que Aamón ha pensado lo mismo.

—¡Nadie va a hacer una orgia en el cielo! —protesta Miguel.

—TU, olvídalo —Raguel mira a Aamón de reojo.

—Venga, gracia tiene y serviría para distraerles. Tienes que admitirlo —Aamón se estira desperezándose un poco y sonríe valorándolo.

—No se puede hacer una orgía en el cielo, ¡es sacrilegio! —protesta Gabriel.

—De hecho, no sé si dos ángeles acostándose entre ellos no se… anulen o desaparezcan o implosionen o algo así —comenta Belcebú que con todo y todo se siente un poco mejor estando entre demonios que con los ángeles.

—No necesitas hacer del todo una... solo necesitas... que estén ocupados en algo para que os coléis dentro —se encoge de hombros Leviatán.

—Pero con Lucifer ahí… —sigue Belcebú, sonriendo de lado

—Pero es que nadie va a... no podéis tentar a los ángeles a eso —responde Remiel.

—¿Quieres apostar? —le sonríe Leviatán a Remiel.

—Pues pregúntales a ellos… Uriel parecía más que tentada —Belcebú siiiigue, mirando a Uriel.

—Lucifer... Lucifer no va a poder caer en ello tampoco, mira como está Miguel —asegura Aamón para Belcebú, señalando a Miguel.

—¿Cómo está Miguel? Como siempre… —asegura la reina de las moscas.

—Exacto. Inmaculada, a diferencia de los demás... —responde Aamón.

Raguel se muerde el labio y le da un codacito a Aamón.

—Pues es obvio, mírala. O sea... Me parece que ellos dos también —explica señalando a Remiel y Sariel.

—Los ángeles frustrados —Belcebú sonríe de lado.

—Lo estás adivinando —protesta Raguel un poco, sonrojándose.

—Lo estamos viendo —replica Leviatán—. Es obvio para nosotros.

—¿Obvio cómo? —exclama Sariel, preocupada.

—¿Pues es que cómo no lo es para vosotros? —sigue el cocodrilo.

—Bueno, nada de esto es el punto ahora —protesta Gabriel.

—Gabriel tampoco es virginal… —sigue Belcebú en un susurrito.

—¡Tenemos que volver a recuperar el cielo! —asegura Miguel, intentando cambiar el tema también.

—¿Qué hay de lo de que cada ángel se hace cargo de su demonio? ¿No te hace eso a ti la responsable? —pregunta Aamón.

Miguel le mira con cara de ASCO.

—Tal vez tú deberías... hacerte cargo de algún modo —valora Remiel, mirando a Miguel.

—Ah, ¿tú también vas a empezar a echar culpas? Está bien.

—No puedes tú sola contra Lucifer y el cielo —asegura Belcebú.

—No te echo la culpa, pero es que Miguel... —Remiel la mira desconsolado.

—De todos modos lo importante ahora no es quién lo haga, es qué es lo que vamos a hacer... —intenta mediar Gabriel.

—Ah, ¿ya hemos descartado la orgía celestial? —pregunta Leviatán.

—Tomar el cielo a la fuerza —asegura Miguel—. ¡Y cortarle la cabeza!

—Nadie va a hacer una Orgia celestial —protesta Azrael por primera vez—. ¡No debimos hacer nada de todo esto!

—Lamentarnos de esto no sirve de nada —recuerda Raguel—. Tenemos que ser más listos que él.

—¿Cómo pretendes, por todos los infiernos, acercarte lo bastante para cortarle la cabeza, imbécil? —protesta Aamón a Miguel.

—Aun no nos dices cómo sabes que es Lucifer —nota Uriel—. ¿Qué tal que fue una imaginación tuya?

—Pues subimos todos… le vi, le vi los ojos a Dalquiel. NO es imaginación, Uriel. ¡Es él!

—Miguel, últimamente estas sometida a mucha presión... podrías estar imaginando cosas. No sería tu culpa, solo... —comenta Gabriel.

—¡Que no es mi imaginación! Ugh, miren todos… pueden pelear esto con Lucifer a sabiendas que es él o pueden pelearlo con Lucifer pensando que es Dalquiel.

Leviatán piensa que donde ha estado perdiendo el tiempo todo este tiempo que se ha perdido todo este drama angelical.

—No es que no te creamos, Miguel, es que... —explica Gabriel.

—¿Es que QUÉ? —Miguel se le acerca, agresivamente y le pregunta a un centímetro de la cara.

—Es que este tema... mira cómo te pone —Gabriel le pone las manos sobre los hombros y le pasa un poco de afecto.

—No me… pone se ninguna forma —susurra Miguel muuuucho más templadamente.

—Ven, venga... ven —la atrae hacia sí, abrazándola.

—Gabrieeeel —protesta ella pero se deja.

Ojos en blanco de todos los demonios presentes.

—Ehm... bueno, muy bonito todo esto. Supongo que a ti no te importa tener una relación abierta —comenta Leviatán para Belcebú—. Podríamos ver si realmente explotan o no.

—Ugh, no es… así, idiota. Son como hermanitos —Belcebú los señala.

—Claro, claro —Leviatán se encoge de hombros.

—El tuyo parece odiarte a ti —Belcebú mira a Azrael.

—No es que me odie... las relaciones adultas tiene baches —se encoge de hombros.

—Esto no es un bache —Azrael le fulmina.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunta Sariel toda preocupada porque nadie parece estar yendo hacia ello.

—Nada de esto resuelve nada. ¿Alguien tiene alguna idea? —pregunta Raguel, asintiendo a Sariel.

—Por ahora parece que vuestra mejor opción es una semi orgía improvisada, sin olvidarnos de que tenéis al demonio de la Lujuria descorporizado y poseyendo a un ángel —resume Aamón—. Ah, sí y un plan poco elaborado que acaba en una cabeza rebanada, cómo no. De parte del ángel de la paz... —añade.

—No, lo de la orgía está descartado —asegura Gabriel.

"Aun no estoy muy seguro de que una orgia en el cielo sea una idea del todo clara pero… tú di que tú la organizas" le sugiere Asmodeo a Uriel.

—¡No voy a decir eso! —chilla ella.

—Hemos avisado a todos los ángeles que hemos podido, ellos le echarán del cielo —asehura Gabriel mirando a Uriel de reojo.

—En realidad no es del todo mala idea, dudo que Lucifer pudiera controlarlo —asiente Belcebú.

—Claro, Gabriel ¿y en el mundo que no es el de la piruleta? —se burla Aamón.

—No es ningún mundo de la piruleta.

Raguel aprieta los ojos y le acaricia un poco la pierna a Aamón aunque… Hay que admitir que cierta razón sí que tiene.

—Igualmente, eso los protegerá a ellos, pero no hará que nos dejen regresar a nosotros —asegura Remiel.

—Es que No van a echarle, Lucifer es listo y sabrá como engañarles —explica Miguel muy a su pesar, solo porque la estamos obligando.

La verdad le echan unas miradas que... puedes sonrojarte, Miguel.

—Sí, bueno, siguiendo con el mundo de la piruleta... —comenta Leviatán como respuesta.

Ugh, Miguel se sonroja.

—Es imposible no pensar que puede engañar a los ángeles si ya engañó a todos los bobos una vez —asegura ella cruzándose de brazos y señalando a los demonios presentes.

—Bueno, ya basta, ¡vais a ayudar o largaos todos! ¿No veo a nadie diciendo nada útil! —protesta Uriel para los demonios también.

Aamón es el que frunce el ceño y si no fuera que tiene la mano de Raguel en la rodilla ya se habría largado.

—Yo nunca dije que estuviera aquí para ayudar —asegura Leviatán sonriendo, el muy cínico.

—Entonces LÁRGATE —protesta Azrael.

—Claro, cariño, dame un minuto —pide y se sienta en el reposabrazos de la butaca en la que está él.

—Dije "lárgate" no "siéntate aquí" —le empuja un poco para tirarla.

Ojos en blanco de Leviatán y vuelve a levantarse, yendo a por una silla, pero Azrael la detiene antes de que se vaya.

Ella se detiene entonces y le mira de reojo. El ángel tira de ella otra vez para que se siente en el reposabrazos, así que sonríe y se sienta.

—¿Por qué no hacemos una cosa? Como en nuestras dinámicas corporativas, por orden, vamos a proponer cada uno una idea, por absurda que sea —Gabriel chasquea los dedos y consigue un rotulador con el que pretende escribir en el cristal de la ventana panorámica de la sala que da al bosque.

—¡Claro! Grafitis ahora. Tú no te cortes... —protesta Aamón, sarcástico.

Belcebú hace los ojos en blanco porque… este tipo de ESTUPIDAS dinámicas. Por algo se fue del cielo.

—Ugh… lo limpiaré, te lo prometo —susurra Raguel.

Leviatán hace facepalm.

—¿Se puede proponer irnos todos a una terapia grupal de conciliación general? —propone levantando una mano.

—No sabía que fueras tan afecto a las terapias —Azrael le mira de reojo.

—Me referia a... para recuperar el cielo —Gabriel vacila sin saber si esa es una idea en serio.

—Sí, yo también —segura Leviatán para Gabriel y luego mira a Azrael—. Una caja de sorpresas, yo —se encoge de hombros.

Gabriel vacila de nuevo y escribe "Terapia grupal" porque que no se diga que no ha dicho que valía cualquier cosa por absurda que sea.

Todos los ángeles le miran para que Gabriel diga quien sigue, porque el orden en el cielo…

—Yo propongo hacer una barbacoa. En casa de alguien más —suelta Aamón sin que le den la palabra.

—Pero… ¿eso para qué? —Sariel parpadea sin entender.

Gabriel aprieta los ojos porque si no se lo toman en serio, esto no sirve. ODIA trabajar con demonios.

—Pues ¿por qué no? Podía ser cualquier idea sin importar lo absurdo, ¿no? —sigue Aamón.

—Quizás si los invitamos a una barbacoa… para hablar del tema en la tierra que es neutral —Raguel propone complementando la idea de Aamón.

Aamón le mira, le pone él la mano en la rodilla y hace que no suavecito con la cabeza, porque les estaba vacilando.

—Oh…

—Ehm... vale, voy a... apuntar eso aquí en la zona de las posibilidades —Gabriel escribe "barbacoa"—. ¿Alguien más? Levantad la mano si se os ocurre algo.

Miguel levanta la mano. Leviatán levanta la mano también y Belcebú hace los ojos en blanco porque todos son estúpidos.

—¿Sí? —Gabriel le da la palabra a Miguel pero Leviatán se la toma como suya.

—Yo creo que habría que matarlos a todos —suelta la demonio, burlándose de lo que cree que iba a proponer Miguel. Hasta le imita la voz.

Miguel va a abrir la boca y la cierra otra vez. Se sonroja un poco.

—Me estaba refiriendo a ella... —le aclara Gabriel a Leviatán.

—Yo iba a decir declararle la guerra al cielo. Desde ahora. Entre nosotros podemos contra el ejército celestial y si no, que ayuden los demonios.

Leviatán abre las manos como "veeeeis"

—¿Quieres... comandar el ejercito del infierno contra el cielo? Eso parece súper conciliador, desde luego —asegura Aamón sarcástico.

—Quiero declararle la guerra a Dalquiel. Bueno a Lucifer.

—Con el ejercito del infierno. ¿Por qué iban a seguirte así si no siguen ni a Belcebú? —sigue Aamón.

—¿A qué ha venido esto? —Belcebú frunce el ceño con eso.

—A que es... bastante cierto —Aamón se encoge de hombros.

—No vamos a hacerle la guerra al cielo ahora mismo, es… una pérdida de tiempo —sentencia Belcebú cruzándose de brazos.

—Bueno, Bú, tu no consigues ni que toquen a la puerta de tu despacho... —admite Gabriel con eso.

OJOS EN BLANCO OTRA MALDITA VEZ

—Les recuerdo que los inútiles que no pueden ni entrar al bloody cielo son ustedes, ¿eh?

—De todos modos, no creo que sea buena idea dar rienda suelta al ejercito infernal. Queremos que haya un lugar al que volver cuando esto acabe —valora Gabriel.

—¿Y quién les dice a ustedes que pueden DISPONER del ejército infernal solo porque si?

—Además, eso haría que hubiera muchas descorporizaciones y muertos —asiente Remiel.

—Por las buenas no vamos a recuperar el cielo. Pero vale, den ustedes ideas mejores —protesta Miguel.

—De todos modos voy a escribirlo aquí —decide Gabriel y pone "Ejercito infernal".

—A lo mejor podríamos infiltrarnos como almas de humanos—propone Remiel levantando la mano.

—¿Cómo vas a hacerte pasar por un alma de humano? —pregunta Raguel

—Ellos... no son... tan diferentes o sea, en manos de alguien experto sí, Azrael lo notaría, pero una vez llegan con Sari o conmigo, se supone que el papeleo ya está hecho.

—Quizás pongan más atención ahora… pero bueno, no es tan mala idea. Yo… —Raguel levanta la mano.

—¿Sí? —Gabriel le da la palabra apuntando "fingir ser almas humanas"

—Mandemos un mensaje contigo a Dalquiel y podrás encarar al cielo si es que él está dentro.

—¡No! Raguel —Gabriel aprieta los ojos porque ODIA hacer eso.

—¡Es infalible!

—¿Es infalible? ¿Qué quieres que diga en mensaje? —pregunta Miguel que aunque sabe que pueden mandarse mensajes así hace MUCHO que no lo usan.

—¿Por qué no escribes tú el mensaje? —le propone Uriel a Miguel.

—Una carta de amor, parece ser el momento perfecto —asegura Leviatán, burlón.