"Se han reportado múltiples casos de fallas en dispositivos electrónicos, ¿cómo prevenirse de este nuevo posible virus informático…?"
—¿Estás viendo las noticias? ¿Quién ve las noticias? Kotaro, incluso mi papá las pone sólo para dormir, eres un viejito en un cuerpo de niño.
Kotaro suspiró. El cierre de semestre significaba entrega de trabajos, una vez estos eran entregados, era prácticamente tiempo libre y el tiempo libre significaba pasar tiempo con su querido amigo, amigo el cual estaba a punto de sacarle de sus casillas.
—Tú te apareciste en mi casa sin avisar, entonces perdón si no estaba listo para entretener a su majestad— le dijo molesto, mirando a Taichi balanceándose en el brazo del sillón en el que él estaba acostado, le puso un pie en la espalda para empujarlo, sólo para obtener una pequeña venganza.
"...no abra mensajes sin remitente conocido, ni haga click en links sospechosos…"
—¿Crees que Kaito sepa bailar? Creo que es el más refinado de nosotros, debería de preguntarle.
—¿Tú quieres aprender a bailar? —le dijo alzando una ceja en su dirección—. Para lo único que coordinas es para el fútbol, Tai, no creo que sea buena idea.
—¡Pero el baile!
—Oh. Lo olvidé.
—¿¡Cómo!? ¡Es de lo único que he hablado!
Kotaro rió con ello, enderezándose en el sillón para poder dejarle algo de espacio a Taichi y que pudiese lanzarse a él.
—Por si no te habías dado cuenta, hablas demasiado de muchas cosas.
"...esto podría no solo llevarle al desperfecto de su dispositivo si no a la pérdida o robo de su información…"
Taichi hizo un puchero con ello pero aún así siguió— ¿A quién invitaste?
—¿Tengo que hacerlo? —Taichi asintió enérgicamente, Kotaro se alzó de hombros— ¿Quieres ir conmigo?
—Oh. Oh, Kotaro.
—Como amigos, ni que estuvieras tan bueno.
—¡No! Es que, ¡era una buena idea! No lo pensé antes entonces invité a Hikaru.
Tardó un segundo en comprender, seguía intentando ver la televisión a medias pero la confesión de Taichi le había hecho abandonar todo de repente.
—¡No puede ser que tengas una cita y yo no!
—Y con Hikaru— sonrió Taichi.
—Y con-, ¡no estés presumiendo, Kanbara!
Y con eso, Taichi había logrado su cometido, lograr que Kotaro le prestara atención y si eso significaba que el chico le persiguiera por toda la casa, que así fuera.
"...invitamos a todos a tener cuidado, ya que como sabemos. La información es lo más preciado en esta era digital."
—¿Aún nada? —Taichi le susurró a mitad de la clase de matemáticas. Kotaro sabía que la distracción estaba cerca, llevaba bastante rato jugueteando con su lápiz, rebotando su pierna, rasgando pequeñas partes de una hoja sin usar, pero le gustaba más cuando Taichi se distraía sin arrastrarlo a él también—. Podrías invitar a Ayame, Tsubasa se pondría celoso pero no haría un drama por ello.
—¿Por qué estamos hablando de Ayame?
—¡Me siento mal por no haber pensando en que fueras mi cita! Entonces ahora te conseguiré una así sea lo último que haga— Kotaro suspiró.
—Mira, Tai, lo aprecio. Pero creo que tengo asuntos más importantes entre manos, como pasar el año y, mmm, no lo sé, ¿detener una amenaza interdimensional? ¿Por qué no te pones a pensar en cómo derrotar a tu sabes quien? Ya que estás tan distraído.
—¿Voldemort?
—Ugh.
—Esto me pasa por seguir los consejos de Taichi, perdóname por favor, qué pena.
Ayame rió junto al chico que ahora se cubría el rostro tímidamente.
—No tienes de qué disculparte, te hubiera dicho que sí si Tsubasa no me lo hubiera preguntado antes. Taichi nos dijo de su baile desde hace un tiempo, entonces…
—Que sepas que Tsubasa no lo hace en plan de amigos…—murmuró entre sus manos y Ayame se sonrojó.
—Bueno y qué me dices tú de tu "amiga especial", ¿uh?
—¿Mi qué?
—Taichi lo mencionó y tu me pusiste nerviosa, ¿okay? —se defendió ella, pero ahora con el rostro descubierto, Kotaro la miraba confundido.
—Mira, Tai dice muchas cosas extrañas, de lo que dice, créele la mitad— Ayame rió suavemente pero le dejó pensar hasta que las cosas encajaron en su cerebro, pensando en que era un tonto ya que sólo tenía otra amiga.
—Alix— murmuró.
—¿Así se llama? Que lindo.
—Ahm, ajá.
No le sorprendería si Alix ya tuviera una cita, era divertida, inteligente y linda, no sólo eso si no que era interesante a más no poder, la chica debatía sobre sus ideas por horas y Kotaro había estado más que encantado de escuchar y debatir de vuelta. Aunque pensándolo bien, Alix no había superado el estatus de "la chica nueva" y no le había visto hablar más que con él y Taichi, no que pasara mucho tiempo viendo con quien hablaba y con quien no.
—Deberías de invitarla— le dijo Ayame después de un rato de verlo ensimismado en sus pensamientos.
—¡No, cómo crees! Crees que…¿sea buena idea? ¿Cómo es que uno lo hace?
—Pues Tsubasa solo me preguntó si estaba descansando lo suficiente en una de nuestras reuniones de estudio, le dije que sí y vio que era una mentira entonces me invitó, dijo que era una buena oportunidad para "relajarnos".
—¿Tú y Tsubasa tienen citas en el mundo real?
—Estudiamos para el exámen de admisión— era la verdad, no le quitaba lo sonrojada.
—¿Mhm? —cuestionó Kotaro con algo de travesura— ¿Y qué tal va eso?
—¡Genial! Nunca había aprendido tanto de historia universal como ahora, pero en fin, tú sólo lo haces.
—No es justo, Tsubasa ya tenía un preámbulo para hacerlo, ¿cómo logro eso?
—Vas con ella a la escuela, Kotaro, tienes muchas oportunidades, ¡ánimo!
El chico se dejó caer sobre el pasto, mirando las tres lunas encima de ellos. De verdad que debería preocuparse por otros asuntos, no era justo que tuviera que vivir su drama pre-adolescente al mismo tiempo que debía salvar al mundo, su lado conspiracionista incluso le decía que todo podía ser plan de Lucemon para distraerlos, aunque él mismo aceptaba que sonaba ridículo. No habían escuchado de más ataques después de la última vez, se habían mantenido atentos a los rumores que corrían entre los digimon, tratando de encontrar una pista diluída entre tantas falsas alarmas. Nada, hasta donde los digimons sabían, ellos eran los únicos humanos en su mundo y Lucemon era sólo aquel que temían consumiera su pueblo como había hecho con el pueblo del renacer.
Era cansado y desesperanzador hasta cierto punto. Les aliviaba el saber que nadie estaba en peligro inminente por lo mientras, pero el no saber cuál sería el próximo paso de Lucemon era aterrador.
—Tomaré la primera guardia— anunció Akira y Kotaro tan sólo gruñó antes de girar en su lugar y tratar de conciliar el sueño, aunque estaba seguro que no lo haría.
—Despiertame después— al menos de algo serviría el insomnio.
Akira miró el crepitar de las flamas de la fogata, sus ojos estaban comenzando a sentirse pesados, tal vez era buena hora para despertar a Kotaro, aunque el chico había dejado de removerse en su lugar hace poco, tal vez era mejor dejarlo descansar. Aunque había alguien que no había dejado de moverse. Allí, a un hermano menor muy entrometido de distancia.
—¿Problemas para dormir? —habló, su voz apenas un susurro. Kaito se paralizó en su lugar, suspirando resignado antes de voltear en su dirección.
—No es nada. Es lo normal…para mí, al menos.
—¿Quieres caminar un rato? —ofreció sin pensar. Su pierna subía y bajaba en su lugar nerviosamente, había intentado tenerlo solo todo el día pero ahora que prácticamente lo estaban, la realidad de todo el asunto estaba cayendo encima de él. Miró a Kaito, que se enderezó en su lugar para poder mirarlo por encima del cuerpo de su hermano. Tal vez era la luz de la fogata, pero sus mejillas se veían coloreadas de un bello rosado.
—¿Qué hay de tu guardia? —le preguntó con una pequeña sonrisa tímida.
—Es mi…patrullaje.
Kaito rió suavemente pero asintió y se levantó en el mayor silencio posible, Akira lo siguió, cuidando de no pisar a Kyoya por error.
Procuraron no alejarse mucho, los pocos pasos que les bastaron para alcanzar la orilla de la laguna en la que habían decidido acampar aún le permitían observar a los demás chicos, aunque justo ahora se encontraba mirando la mano del otro chico, descansando a lado de la suya mientras caminaban. Estaba tan cerca que Akira podía simplemente…tomarla.
Kaito era frío al tacto, pudo sentir cómo sus dedos se calentaban entre los suyos, sintió la mirada de Kaito sobre él pero Akira seguía fascinado mirando sus manos unidas, la mano de Kaito se cerró alrededor de la suya. El contraste era notorio, frío y caliente, su piel morena contra la piel pálida de Kaito.
—¿Cómo irás al baile de Taichi? —preguntó al darse cuenta de que habían dejado de caminar y que el silencio más allá de las respiraciones acompasadas de los chicos era aplastante.
—No iré —resopló Kaito—. No es mi escuela, ¿por qué lo haría?
Aquello al fin le hizo a Akira levantar la mirada, Kaito ya no le miraba pero podía ver sus mejillas sonrojadas bajo la luz de las lunas, le dio un apretón a su mano y sonrió cuando Kaito le miró de nuevo, esta vez desviando la mirada a sus manos.
—Bueno, yo pensé que iríamos juntos…
—Ah, digo, si los chicos van a ir y quieres ir, no veo el por qué no—
—No, Kai, ahm…—le interrumpió, siendo ahora él el que tuvo que desviar la mirada—. No es que no quiera ir con los chicos, es que no quiero ir con ellos, ¿entiendes? Yo quería ir contigo. Y no contigo solamente porque quiero que vayas, yo— Akira trató de respirar para calmarse un poco, miró a Kaito, esos profundos ojos azules ya le miraban de vuelta y dejó salir una respiración entrecortada con ello—. Quiero que seas mi cita. Sí, eso es lo que estoy intentando decir, ¿quieres ser mi cita?
Miró como poco a poco el color se le subió a las mejillas, aún más, si es que eso era posible, Kaito se cubrió el rostro con la mano que tenía libre pero no lo soltó.
—No tienes que decir que sí, sé que no te gustan las fiestas y eso, pero—
—No voy a usar traje, ¿okay? Detesto hacerlo— murmuró. Akira tardó un poco más en procesar su respuesta, no era un no, Kaito aceptaba.
Se lanzó a abrazarlo antes de poder detenerse a sí mismo, Kaito emitió un grito ahogado pero Akira reía con el rostro hundido en su hombro para intentar callarse a sí mismo. Las manos de Kaito se afianzaron alrededor de él después de un rato y al parecer fue suficiente para contagiarlo de su risa nerviosa, lo cual terminó con ambos tratando de callar al otro. Para cuando se separaron, ambos tenían un leve sonrojo sobre las mejillas y Akira sonrió apenas viendo su rostro, estaban tan juntos que cuando Akira se movió sus narices se tocaron.
—Akira…
—¿Así de fácil?
Los ojos de ambos volaron de regreso al campamento, Kotaro parecía mortificado de haber hablado en voz alta pero tan sólo pasó sus dedos sobre sus labios, como si estuviera cerrando un cierre y después fingió lanzar la llave lejos. Akira y Kaito resoplaron de alivio pero decidieron darle fin a su caminata nocturna, regresando al campamento, aunque ahora se sentaron juntos sin Kyoya separándolos.
—¿A quién piensas invitar? —le preguntó Akira, Kotaro resopló.
—A este paso, nadie.
—Bueno, a veces sólo tienes que preguntar— dijo Kaito, encogiéndose de hombros. Akira sonrió y se dejó caer en su hombro, el chico se tensó ante su toque pero terminó aceptándolo de todas formas. Kotaro lamentó el haberse ofrecido de guardia, hubiera preferido regresar a dormir que ser atormentado por el par de tortolos frente a él.
"Sólo pregunta" era más fácil dicho que hecho. Había intentado hablarle a Alix en clase de matemáticas, lo cual no había sido el movimiento más inteligente porque la chica lo había callado antes de regresar a resolver sus ejercicios. Lo había intentado de nuevo en el descanso entre clases pero Alix había escapado del salón antes de que pudiese hacerlo. Trató de buscarla en el almuerzo, pero de nuevo, su paradero era desconocido. Incluso se quejó con Taichi por ello, su amigo no le había molestado por el hecho de querer invitar a Alix pero sin duda no estaba ayudando diciendo que tan sólo le diría él mismo apenas la viera. Sí, le tapó la boca a Taichi apenas Alix entró al salón, a tiempo para la siguiente clase.
Así que con todas sus oportunidades tomadas y sin ningún fruto, trató de aceptar la realidad en la que era el único sin cita para el baile. "Sólo pregunta", ¡qué patrañas! ¡Había "sólo" intentado todo el día! Resignado, suspiró mientras regresaba de tirar las bolsas de basura del salón, ya no le quedaba más que rastrear a Taichi, arrastrarlo a casa y ahogarse con papitas y helado para tratar de olvidar esta humillación.
Subía las escaleras rumbo a su salón cuando vio a la chica que tanto había estado tratando de tener a solas durante todo el día. Alix se recargaba en la pared del pasillo, revisando algo en su teléfono y aparentemente demasiado distraída como para notar su presencia. Kotaro respiró profundamente para calmar sus nervios y se aproximó a hablar.
—Hey, Alix.
La chica se sobresaltó, el celular casi resbalándosele entre las manos.
—Yo…estaba a punto de llevar esto al armario— le dijo, señalando a las escobas a su lado.
—¿Descanso a media ardua labor?
—Shhhh.
Kotaro rió—. Está bien, tu secreto está a salvo conmigo— Alix resopló una risa antes de guardar su celular en el bolsillo de su sudadera y tomar las escobas. Era la oportunidad perfecta, así que Kotaro tomó la otra— ¿Te acompaño?— ella sonrió ligeramente antes de alzarse de hombros así que Kotaro la siguió.
Era el escenario más cliché, Kotaro lo supo desde que pudo ver el anaranjado del sol del atardecer colándose por las ventanas y ambos caminando por los pasillos desiertos de la escuela. Guardaron las escobas en el armario en silencio y fue a medio camino de regreso al salón que Kotaro reparó en que era ahora o nunca, no volvería a tener una mejor oportunidad.
—A-Alix. Necesito preguntarte algo— se detuvo, ahí a medio pasillo, a salón y medio de llegar al propio. La chica lo miró con una ceja levantada, esperando a que hablase—. Mira, he intentado preguntarte esto a solas durante todo el día, lo cual ha sido increíblemente difícil porque parece ser que estás huyendo pero sé que no es así porque no tendrías por qué saber a menos que yo fuera obvio, pero creo que no es así. El punto es que no voy a tener otra oportunidad para preguntar esto de nuevo, así que—
—Kotaro, estás poniéndome nerviosa.
—¡Ah! Sí, lo siento. Supongo que lo que estoy intentando decir es…¿quieres ser mi cita para el baile?
Miró a Alix quedarse congelada en su lugar, ahí en medio del pasillo con el celular a medio sacar del bolsillo. Y, sacando a su Taichi interno, comenzó a hablar de más.
—Quería preguntarte a solas porque no quería que alguien escuchara y te sintieras presionada a responder algo que no quieres entonces si quieres esto se queda entre nosotros y puedes olvidar que pasó. Yo sé que no es tu tipo de ambiente pero pensé que sería divertido ir y realmente sería lindo si me acompañaras, bueno, a todos en el baile—
—¿Kotaro?
—¿Sí?
—Okay.
—¿Okay?
—Okay— le dijo pero esta vez estaba sonriendo un poco más y Kotaro se sintió sonrojar apenas verla, pero creyó sonreír de vuelta.
—Okay— repitió torpemente. Alix rió.
—No me voy a quedar en este bucle todo el día, Kotaro, andando.
—¿Eh? ¡Ah, claro, perdón!
Alix rió un poco más y Kotaro trató de borrarse la sonrisa y el sonrojo de la cara antes de regresar al salón donde Taichi seguramente exigiría cada detalle cuando los viera entrar juntos.
La noche había empezado bastante desalentadora a decir verdad. Sus amigos habían llegado poco a poco y Kotaro estaba emocionado de poder tenerlos juntos sin una amenaza constante, no como si la amenaza se hubiese ido, pero al menos no sentía que tendría que correr en algún minuto cercano. Sin embargo, los minutos pasaron y él esperó y esperó en las escaleras de entrada a la escuela.
Alix aún no llegaba. Una de sus condiciones para aceptar la invitación era que no era necesario que Kotaro pasara por ella, habían acordado verse en la entrada apenas comenzara la fiesta pero a unos buenos 20 minutos de empezada, Kotaro estaba empezando a preguntarse si todo estaba bien. Alix no era tan cruel, ¿cierto? Aunque bueno, debía de culparse también ya que su digivice era útil, pero no podía contestar llamadas ni mensajes, así que Alix no tenía forma de contactarse con él si se retrasaba o se arrepentía de su decisión a último minuto.
—Va a estar bien, seguro llega en un rato— Akira le dijo, palmeando su espalda. Ambos chicos igual habían llegado tarde, aunque no tanto.
—¿Quieres que esperemos contigo?
—¡No, está bien! —sonrió, aunque casi se puso a llorar con la gentileza de Kaito—. Disfruten, los veré dentro, seguro no tarda en llegar.
Eso había sido hace unos 10 minutos, maldición. Tal vez podía entrar y robar una bebida y regresar porque estaba comenzando a pensar que pasaría ahí toda la noche.
—¡Kotaro!
Cualquier queja que tuviese se vio borrada cuando miró a la chica correr en su dirección, sus tacones claqueteaban contra la acera mientras se acercaba. Kotaro sintió el calor subiéndosele a las mejillas. Alix estaba radiante, usaba un vestido morado con tul negro cubriendo la falda, las mangas del mismo eran de delicado encaje negro, lucía unos cuantos collares plateados y un maquillaje ligero con su cabello recogido en un moño alto.
—Alix —dijo apenas le tuvo enfrente.
—Sé que es tarde, lo sien—
—Estás hermosa.
—Ah— ella se cortó a media disculpa y apenas pudo ocultar su sonrisa nerviosa mientras desviaba la mirada, por suerte, Kotaro, igual de ruborizado, tampoco la miraba—. Tú tampoco estás mal, Shibayama.
Kotaro sonrió, exagerando una reverencia para tenderle la mano— ¿Gusta usted acompañarme, bella dama?
Ni siquiera tuvo el tiempo de sentirse torpe por su broma porque Alix sonrió, y tomó su falda para hacer una reverencia ella misma, siguiéndole el juego—. Me encantaría, noble caballero— dicho aquello le tomó del brazo y Kotaro estuvo más que feliz de conducirla dentro.
Lo primero que notó al entrar era la estridente música, podía sentir las vibraciones en las puntas de sus dedos antes de que entraran al gimnasio que ya estaba algo lleno de chicos por doquier. Kotaro sonrió, emocionado por la noche que se avecinaba, Alix pareció acercarse un poco más a él, su mirada no demostraba la misma emoción que él.
—Hey, está bien. Me quedaré contigo toda la noche, ¿okay? —Alix lo miró, podía ver el agradecimiento en sus ojos pero su mirada se apartó rápidamente y Kotaro pudo ver cómo su sonrojo se notaba hasta en la punta de sus orejas. Cuando reparó en sus palabras también se sintió arder— ¡Ya sé! Te presentaré a mis amigos, ¿sí? De esa forma no estarás sola nunca en la noche.
Alix probablemente estaba a punto de comunicarle que era una pésima idea dado a su poco gusto por conocer nuevas personas pero Kotaro la guió hasta que al fin pudo ver a sus amigos platicando amenamente en un pequeño círculo.
—¡Llegué! —avisó con una sonrisa, aún tomaba a Alix del brazo, se dio cuenta cuando Taichi lo miró incriminante, así que la soltó antes de comenzar a presentarlos.
Eran demasiados nombres y conexiones para Alix, pero al parecer, la chica linda de largo cabello lacio con un bonito vestido con falda multicolor era Hikaru, que era hermana del chico rubio de ojos gentiles, Tsubasa, la otra chica linda alta de vestido azul era Ayame, cita del chico. Hikaru y Tsubasa eran primos de Kaito, el chico de cabello multicolor y encogiéndose sobre sí mismo en su traje, aquel no se soltaba de Akira, el pelirrojo que vestía demasiado casual a comparación de los demás…
—¡Kai me dijo que no traería traje! Pensé que esto estaría bien— había dicho cuando los demás le habían molestado por ello.
—Era obvio que sí me lo pondría, por más horrible que sea esto…
—Pudieron haberse puesto de acuerdo por teléfono…— había dicho Tsubasa.
—Yo no tengo tu…¿me das tu número? — había preguntado el chico, poniéndose del mismo color que su cabello, Kaito no estaba muy diferente.
—¿Qué teléfono, Akira? —pero eso había sido más susurrado que nada y Alix prefirió hacer como si no hubiese escuchado.
A Kanbara lo conocía, aunque casi parecía otra persona en traje. Alix no planeaba separarse de Kotaro en toda la noche, pero supuso que su segunda mejor opción era buscar a Taichi. Las nuevas personas solían ser intimidantes, es decir, apenas le hablaba a Kotaro y Taichi en el salón y muy poca otra gente, por más amigos de Kotaro que ellos fueran…nunca le era fácil el hacer amigos. Sin embargo, esos chicos no eran tan difíciles como pensó, no la bombardeaban de preguntas por ser la nueva en el grupo ni fingían como si la conocieran de siempre, simplemente la conversación fluía suavemente y le asombró el darse cuenta que estaba disfrutando el estar ahí, no sólo cuando hablaba con Kotaro.
Cuando las parejas comenzaron a dispersarse por la pista de baile, ella se encogió sobre sí misma, no es que estuviera en contra de bailar per se, su padre se había encargado de enseñarle lo básico para no avergonzarse a sí misma en este tipo de fiestas pero de todas maneras, le avergonzaba la idea de bailar con Kotaro.
El chico, por su parte, estaba tratando de entender cómo es que Taichi estaba siendo una mejor cita que él, podía entender que Tsubasa sólo había ofrecido su mano a Ayame tan pronto una canción bailable se escuchó y la chica había reído y tomado su mano para dirigirse a la pista, lo entendía, Tsubasa tenía un encanto innato. Akira tuvo que poner más esfuerzo, puesto que Kaito negó fuertemente con la cabeza apenas Akira le miró con claras intenciones de invitarlo a bailar, le había tomado otras dos canciones de hablar con él y convencerlo hasta que al fin Kaito tomó su mano tímidamente y había entrado en la pista junto a Akira, admiraba su dedicación, al menos. Pero Taichi…como odiaba su cruda honestidad a veces, no sólo porque solía meterlo en problemas que Kotaro tenía que resolver después, si no porque sin ninguna clase de pena había tomado la mano de Hikaru y la había arrastrado a la pista de baile como si nada, sin decir que era terrible bailando, habían practicado juntos toda la semana y sus pies aún resentían la poca coordinación del castaño. Así que sí, Kotaro estaba mentalmente golpeando su cabeza contra la pared.
—¿Estás bien? —preguntó Alix en algún punto, él la miró algo sorprendido y apenado.
—Sí…yo debería preguntar eso.
—La estoy pasando bien— respondió ella, encogiéndose de hombros—. Podemos…¿podemos simplemente hacer lo mismo que siempre hacemos? Ya sabes, dejar de actuar así de…raros.
Kotaro asintió lentamente, cayendo en cuenta que sí, no tenía que ser un Tsubasa o Akira, mucho menos como Taichi. Alix había aceptado salir con él y sólo él, y eran amigos, Kotaro sabía hacer eso perfectamente. Le sonrió devuelta a la chica y echó un vistazo a la pista sólo para ver a Hikaru y Taichi peleando, rió.
—¿Te dije que traté de enseñarle a bailar a Taichi?
—¿En serio?
—Bueno, fue mutuo en realidad, pero verás…
La verdad es que estaba comenzando a aburrirse en su casa. Eso y pensar que los dos más pequeños del grupo y él eran los únicos que no estaban en el baile, se sentía mal saber que sus amigos de 10 años tenían los mismos planes que él: quedarse en su casa a ver caricaturas (y por lo que sabía aunque sea Kiria y Yu se habían juntado a verlos, ¿qué si él también quería una pijamada, ah?). Así que se había puesto su mejor traje y le había rogado a su papá que lo llevara, "por favor, ¡quiero ir con Kaito!" y en pos de su nueva búsqueda de hermandad, Kouji había aceptado sin problemas.
Ahora tenía un nuevo problema, todos sus amigos estaban en la pista de baile, lo cual le hizo preguntarse si había sido una buena idea después de todo. Estaba preguntándose a quién podía interrumpir (Akira y Kaito eran sus víctimas número uno, algo le hizo hervir la sangre cuando miró a su hermano reír tan libremente con el pelirrojo, algo en él quería ir y decir "¡hey! ¿Quién eres y dónde está Kaito?") cuando por suerte distinguió a Kotaro, que seguía en las orillas del gimnasio, platicando con otra chica, agradeció a los dioses y se acercó a saludar.
—¡Kyoya! Pensé que no vendrías— le saludó el castaño de vuelta.
—Yo también pensé que no vendría— se alzó de hombros pero sonrió.
—Oh, Kyoya, ella es Alix, Alix, Kyoya Minamoto. Somos compañeros de clase y, bueno, amigos, ¿verdad? ¡Sí! ¿Si no como la invitaría—?
Kotaro siguió tropezando con sus palabras en un vago intento de salvarse a sí mismo, la chica a su lado igual parecía apenada por el exceso de información que estaba dando pero Kyoya dejó de escucharlo en el momento que vio a la chica.
En aquella batalla, sólo había pocos guerreros en pie y la mayoría habían estado bastante preocupados con el estado de los demás pero Kyoya le había mirado directamente a los ojos cuando se pronunció la nueva emperatriz del digimundo. No había manera de que olvidara aquellos ojos, y esos mismos le estaban viendo con una sonrisa apenada.
—Mucho gusto— repuso la chica y él contestó de vuelta, porque su madre le había metido los modales a la fuerza desde pequeño.
—Creo que voy a molestar a Akira, se merece ser molestado, sí, los veo luego— se excusó rápidamente y corrió lejos de ahí.
Para buena fortuna de Kaito y Akira y mala de Kyoya, los primeros en cruzarse en su camino no fueron ellos si no Ayame y Tsubasa. La chica le saludó efusivamente, emocionada de verlo allí pero él estaba intentando no volverse loco.
—Necesito hablarles de algo serio.
—Kyoya— se quejó su primo, seguía intentado bailar con la chica en sus brazos pero Ayame probablemente detectó su urgencia porque le dio una mirada a Tsubasa.
—Creo que tenemos que escucharlo— y Tsubasa había resoplado antes de acceder.
—¿Conocieron a la amiga de Kotaro?
—¿Alix? Ajá, ¿qué hay con ella?
—Creo que ella es Khalam.
—¿Ah? ¿De qué estás hablando? ¿Qué te comiste que alucinas? —su primo intentó tomarle la temperatura con el dorso de su mano pero Kyoya la golpeó fuera de su camino.
—¡Es en serio! Yo la vi. ¡Sé de lo que hablo! Mmm, ya sé, vengan— dicho eso tomó a Ayame de la mano, quien por consecuencia tomó a Tsubasa y los arrastró por el lugar hasta dar con Taichi y Hikaru, que ya estaban peleando por quien había pisado a quien primero. La situación se había repetido, parecían molestos de que los interrumpieran, aceptaron oír las locas teorías de Kyoya y casi lo mandan a volar si no fuera porque Hikaru pareció dudarlo.
—Esa vez…— comenzó ella—. Yo estaba más preocupada pensando qué sería de Tsubasa, pero…puede ser que tengan un parecido.
—¡Ven, no estoy loco!
—Dijo un parecido, Kyoya, no podemos simplemente afirmar algo como eso. Si no lo es, estaríamos revelando la existencia del digimundo, que en el mejor de los casos, sólo nos tachen de locos, y si lo es…quien sabe que podría hacer— explicó Tsubasa.
—Okay, bien, otra confirmación.
—Creo que ya es más de un baile, ¿no lo crees? —aunque realmente lo decía sin ninguna malicia.
—Yo no he dejado de escuchar la música, Kai, así que creo que el baile no ha terminado como tal.
—¡Pero son varias canciones! —rió el pelinegro.
—Tú me dices si realmente quieres parar.
Eso no era justo. Kaito se consideraba bastante decente bailando, no se la había pasado en las fiestas de trabajo de su padre aprendiendo para nada, la cosa era que sus compañeras de baile nunca habían sido así de distractivas y por más que estaba tratando de esforzarse en seguirle el paso al chico, que resultó ser buen bailarín, no podía ni verle a los ojos. Sin contar que la canción había empezado a bajar de ritmo y eso le dejaba en brazos de Akira, gentilmente balanceándose de un lado a otro.
—¿Sabes, Kai? —le dijo al oído—. Tal vez debí de hacer esto en el digimundo donde el paisaje era mucho más bello, digo, realmente jamás he visto vistas así, tienen tres lunas.
—¡Tres lunas! —repitió nervioso y emocionado, él también estaba de acuerdo con la belleza del mundo digital.
—Lo sé, es una locura—rió y luego se aclaró la garganta para seguir—. Pero creo que nunca es mal momento para decirlo y llevo tiempo queriendo decirlo, Kai-, Kaito, yo—
—¿Ajá? —le incitó a seguir pero al fin le miró a los ojos y Akira se pintó de colores, quedándose sin palabras de golpe. Estaban cerca, como aquella vez que le había invitado a venir al baile y Kaito tenía el presentimiento de que no sólo habían sido descubiertos, habían sido interrumpidos, pero no había tenido el valor de retomar aquella conversación, puede que Akira lo estuviese haciendo ahora y cuando miró los ojos de Akira distraerse de los propios por un segundo—
—¡Chicos! Emergencia digital, junta ahora.
Un segundo le fue suficiente a Ayame para saber que había interrumpido algo importante. Kaito no solía ser alguien que diera miedo (salvo cuando estaba bajo control de Lucemon, cosa que ninguno quería recordar) pero en ese momento, Ayame corrió por su vida.
—¡Bueno, yo ya dejé el mensaje!
Kaito gruñó y miró a Akira, que le miraba de vuelta, aunque ahora con las palabras de Ayame, estaban seguros de que no podrían regresar al momento con el mismo sentimiento. Así que suspiraron y siguieron a la chica.
Kyoya estaba seguro de que iba a quedar atorado en este bucle infinito por siempre. De nuevo, se enfrentó a la pareja interrumpida (aunque esta le dio más gusto), explicó su teoría y fue llamado loco.
—Es que realmente nunca vi con quien hablaba él, es más, yo no podía escucharle.
—¡No estoy loco! —gruñó Kyoya—. Kiria también la vio.
—Dios, podrías sonar más demente— murmuró su hermano.
—¡Kotaro entonces!
—¿Tú crees que si ella fuera Khalam, Kotaro no lo habría notado ya?
—Hey, he visto lo que el amor le hace a las personas— la manera en la que miró a su hermano no fue nada discreta y Kaito se sonrojó más rápido que papel al fuego —. Juntaré más pruebas, pero necesito a Kotaro.
—¡Kyoya, tu maldito—!
—No hay forma posible de que alguien sea tan malo bailando— rió Alix.
—Te juro que Taichi y yo sí— le dijo entre risas igual. Estaba a punto de hacer otro comentario cuando vio a la chica extender la mano en su dirección, una sonrisa en su rostro y un sonrojo haciéndose notorio en sus mejillas.
—Demuéstralo— le dijo, como si aquello no le estuviese provocando un mini infarto.
—¿T-Tu quieres?
—Tal vez sólo necesitas a otro maestro— sonrió ella, su mano dudó por un segundo pero antes de dejarla ir, Kotaro tomó su mano y la condujo a la pista, al rincón más alejado del resto de la multitud que encontró.
El corazón se le estaba saliendo del pecho. Debía admitir, que de hecho no era tan malo bailando, es decir, ella lo guiaba la mitad del tiempo pero Kotaro realmente estaba intentando hacerlo bien, a pesar de que Alix había insistido en dejar toda el aura formal sobre la cita, Kotaro quería impresionarla. Se dio cuenta de golpe, el motivo de sus nervios y sus dudas de invitarla, el sentimiento de ansiedad al pensar en que no llegaría y el hecho de que sus manos temblaban donde sostenía la cintura de la chica. Y él había llamado ciego a sus amigos.
—Mentiroso— le dijo Alix, llamando su atención, haciendo que le mirara a los ojos. Quería desviar la mirada, apenado, aun más con su nueva revelación, pero su mirada tenía algo hipnotizante que Kotaro estaría mintiendo si dijera que no había notado antes.
—¿Ah?
—Parece que bailas bastante bien para mí— sonrió, cosa que hizo a Kotaro sonrojar aún más.
—No digas eso que me da pena— sin embargo, el comentario solo hizo que Alix sonriera más.
—No te me ponga tímido ahora, Shibayama. Fuiste tú el que dijiste que me mostraría las maravillas del oh, tan genial, baile.
Kotaro estaba seguro de que iba a entrar en combustión espontánea en cualquier momento, sabía que la chica estaba intentando bromear y actuar normal pero ahora que se había dado cuenta de sus verdaderos sentimientos, no tenía idea de cómo actuar. La chica pareció notar su malestar y detuvo el baile, sus manos no se apartaron de donde estaban en sus hombros pero lo miró con una ceja en alto.
—¿Qué pasa?
—¡Nada! —respondió inmediatamente, intentó dar otro paso para seguir bailando y distraerla pero ella se plantó firme en su lugar.
—Dime que piensas.
—No, nada.
—Kotaro— insistió ella, luego con una voz más suave, preguntó—. ¿No somos amigos?
—¡Claro! O bueno…quiero decir-, ¡sí!
—Entonces dímelo— sus labios formaban un pequeño puchero y Kotaro esperó que no los hubiera mirado por más de lo que debería.
—¿Y si no te gusta lo que vas a oír? —susurró él, sus manos aflojaron su agarre sobre su cintura, la miró a los ojos pero Alix realmente parecía preocupada por él, curiosa, pero más que nada, confundida.
—Con más razón lo oiré.
Kotaro respiró profundo, exhaló y se forzó a mirarla a los ojos. Ayame había dicho que había cosas que sólo tenían que decirse, bueno, tal vez esto era algo así—. Creo que me gustas.
La chica se congeló en sus brazos, dándole tiempo a Kotaro para pensar realmente en lo que había hecho, el color se le fue de la cara pero sus mejillas seguían encendidas— ¡No es como que tengas que responder! T-Tú preguntaste y, dioses, ¿cómo se me ocurre? Es decir, sí, me gustas, de gustar, como en podría besarte ahora mismo, ¡si quisieses, claro! ¡Ah! Lo siento, sonó terrible, realmente no sé qué estoy pensando.
El murmullo incesante de Kotaro se perdió por completo para Alix cuando escuchó aquella voz que sin darse cuenta había comenzado a hacerse más fuerte en los últimos días. Había tratado de ignorarlo, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para concentrarse en Lucemon y su ridícula venganza. Sin embargo, justo ahí, a través de la ruidosa música y la voz del chico, su voz era clara como el agua.
"¿Sintiendo culpa ahora? Sabes que no puedes detenerme ya."
"Es eso lo que te ha tenido preocupada, ¿no? Sabes que nunca has tenido el control."
—Lo siento— salió de sus labios, interrumpiendo a Kotaro que la miró sorprendido, podía notar algo de dolor en sus ojos pero Alix ni siquiera estaba segura de por qué se estaba disculpando.
"Dile todo lo que has hecho. Dile por lo que le has hecho pasar a él y sus amigos."
—N-No sabía que—
—Hey, no. Está bien. Alix, no fue mi intención que—
"Y huye, como bien sabes hacer."
Ni siquiera esperó a escuchar lo que Kotaro seguramente iba a responder. El latido de su corazón le retumbaba en los oídos, la música era muy fuerte y Lucemon aún hablaba en su cabeza, cosa que no debería de ser posible. Necesitaba salir de ahí.
—Perdón— murmuró y esperó que el miedo no se notara en la manera que su voz temblaba.
Se soltó de Kotaro y desapareció entre los pasillos. Necesitaba alejarse de ese gimnasio, la escuela, de Kotaro, y si pudiese, de todo rastro de tecnología.
"Me trajiste de vuelta, ahora no podrás deshacerte de mí."
Lo único que los chicos vieron, fue a la chica correr, dejando a Kotaro solo en medio de la pista. Alguien con sentido común, sabría que lo mejor era dejar a Kotaro solo o acercarse de manera amistosa para enterarse qué había pasado primero. Kyoya no tenía sentido común.
—¡Kotaro! Necesito que oigas algo—
—Kyoya, creo que ahora no—
—Es que tengo una teoría, referente a tu amiga—
—Creo que no es algo que quiera hablar—
—Te juro es un descubrimiento importante—
—Ahora no—
—¡Dijo que lo dejes en paz, Kyoya! —le dijo Taichi, empujándolo a un lado, haciéndolo chocar contra el pecho de Tsubasa que lo miró desaprobatoriamente.
—Imbécil— murmuró Kaito hacia su hermano mientras le propinaba un golpe.
—Hey— llamó Taichi —, ¿quieres hablar en otro lado?
Kotaro asintió y Taichi lo tomó de la manga de su traje para poder conducirlo fuera del gimnasio.
—Lo arruiné todo— murmuró apenas suficientemente audible sobre la música, Taichi lo miró, curioso, y Kotaro gruñó—. No te atrevas a decirme que lo sabías porque no es cierto, yo no lo sabía hasta hace unos minutos y-, tuve que decírselo a la cara, ¡que idiota!
—Oye, al menos fuiste sincero— trató de reconfortarlo. Kotaro se lamentó aún así y Taichi se acercó a rodear sus hombros con un brazo—. Si alguien se me confesara, también me pondría bastante nervioso, nunca huyo pero puede que huyera.
—Tai, literalmente te he visto huir de batallas— rió amargamente.
—Va a estar bien, ¿sí? —le dijo Taichi, frotando su brazo con cariño—. Ven— le dijo antes de tomarlo en sus brazos.
Era extraño que Taichi estuviera en silencio. Incluso en los momentos más serios, siempre tenía algo inoportuno que decir, es por eso que le preocupó aún más que ninguna palabra saliera de él. Kotaro lo abrazó con fuerza y enterró su rostro en su hombro, ahogando un sollozo contra el cuerpo de su amigo.
Ignoró incluso a su padre, apenas entró a la casa, se encerró en su habitación y se lanzó sobre su computadora…estaba vacía.
Aquel programa oscuro que había ejecutado en una porción apartada de su computadora justamente para asegurarse de que aquel programa, Lucemon, no tuviera acceso a nada que ella no quisiera…nada estaba ahí.
"Pero claro que no podías mantener el control."
"Pero supongo que debo agradecerte, ¿no?"
"Khalam."
—Si borro los datos…
"¿Datos? ¿Crees que me olvidaría de lo más básico? Jamás tuviste control sobre mí, mucho menos ahora."
—No, no, no. No hay manera.
"Tu cerebro humano no puede ni comenzar a imaginar lo que el digimundo realmente es, por supuesto que había manera, siempre la hubo."
—Kotaro-, debo advertirle.
"Primero deberías rezar porque te perdone."
Los dedos de Alix se detuvieron sobre las teclas donde había intentado desesperadamente encontrar una solución.
"O podrías usarlo—"
—Callate.
"Infiltrarnos entre los guerreros siempre fue el plan."
—¡Deja de hablar así! No hay "nosotros" es yo, yo estoy a cargo.
"Entonces tú les causaste ese dolor a esos niños."
—No es eso—
"Tu te encargaste de ponerlos uno en contra de otros."
—Callate.
"Y tú le has mentido a Kotaro desde la primera vez que lo viste en el digimundo."
—¡Cállate, Lucemon!
El eco de la risa de Lucemon rebotó dentro de su cabeza, incapaz de callarlo mientras sentía las lágrimas resbalar por sus mejillas.
—Lo siento, lo siento, Kotaro.
No te aferreeeeeees, ya no te aferreeeees, el divo de Juárez me va a perdonar pero soy terca cuando quiero y en este caso, así le voy a seguir así sea una actu por año lol
Me estoy pensando pasar esto a ao3 por tenerlo ahí archivado junto a mis otros trabajos, pero vemos.
Julio, 2023.
