No, no lo acepta.
Shirou avanza a toda velocidad, aun cuando sus huesos se agrietan en cada paso, el aíre apenas llega a sus pulmones, no disminuye su velocidad.
Demora más tiempo de lo que deseaba al avanzar por el bosque y cuando ve la explosión lejana, su corazón se llena de temor, pero al mismo tiempo la fuerza que impulsa sus extremidades, su voluntad, aumenta.
No solo el recuerdo del fuego le acosó, si no los recuerdos que no le pertenencias, los recuerdos de Archer. El cariño desconocido hacía su hermana mayor, algo madura e inmadura a la vez. Actúa como una pequeña niña, pero cuando es necesario, actúa como la hermana mayor que es. Su sonrisa al explorar lo desconocido era una de las imágenes favoritas de Archer y la suya, si tuviera una oportunidad de verla.
Recuerda su muerte, la cual fue precoz.
No, ¡Ella no podía morir! Aunque no fuera su futuro, no permitiría que su vida se extinga como el fuego de una vela, aún tiene que enseñarles muchas cosas, mostrarle el mundo y la vida dentro de él. Quiere ser su hermano y recuperar el tiempo juntos, el tiempo que su familia le quito y aunque Kiritsugu ya no estaba en este mundo, demostrarle que no está sola, que tiene a una familia que la ama y estará con ella hasta el final.
Tiene que luchar para proteger su ideal y lo que ama. Archer, Caster y Rider se adelantaron e iniciaron el combate y cuando pudo asomarse, con un arco negro en mano, Shirou observa con horror.
Illya está a solo unos centímetros de la sombra de Sakura y está avanza como una serpiente, llena de malicia y un hambre voraz en su dirección…
—¡No!, ¡Sakura no lo hagas!
¡Por favor!, no mates a Illya, es lo único que te pido, suplica Shirou, pero sus pensamientos son más rápidos que sus palabras.
Lancer repele los ataques de Archer y Rider, mientras que Saber…
Saber bloquea todo ataque de Caster.
Saber…
La chica que le salvó, que invocó, viste ropas oscuras como la noche. No puede pensar en ella, sus ojos vuelven a enfocarse en Illya. Sostiene el arcó y apunta. ¿A dónde?
Lo único que tiene al frente, la sombra de Sakura…. No tiene tiempo para pensar, simplemente actúa mecánicamente y toma una decisión con rapidez. Busca en su mente, la mente de Archer, una espada que pueda disipar las maldiciones del grial. Encuentra una y dispara.
¿Adónde apunta? No lo pensó, simplemente lo hizo a lo único que podía.
La flecha avanza en dirección al origen del petróleo negro, una figura femenina que se alzaba entre la negrura.
La flecha surcó el cielo ventoso con la precisión de un maestro arquero al corazón de la mujer.
El sonido del metal.
Esta es desviada por Lancer.
—No, ¡Illya!
Grita con la fuerza de todos sus pulmones y alma. ¡No puede estar pasando, por favor, no!
Ella le sonríe con calidez, ¿Por qué sonríes? Guarda esa sonrisa cuando recorramos el mundo, Illya. Pensó Shirou y la sombra engulle su frágil figura.
(*)
Shirou se aferró a los pequeños dedos que eran más frio al pasar los minutos.
Arrepentimiento es lo que siente y se maldice.
Cuando el cuerpo de su hermana mayor, la verdadera hija de Emiya Kiritsugu se enfrió, aún mantenía sus manos unidas.
Había dejado de respirar, sus funciones vitales se detuvieron y aún se aferra.
Si hubiera podido convencer a la familia Einzbern, si hubiera encontrado un magus capas de extender el periodo de vida de su hermana, aunque fuera un año, un mes, una semana o un día…
No hubiera sido diferente. La llama de la vida se detuvo y había perdido a otro ser querido. Las personas no son eternas. Una ley absoluta que muchas veces olvidamos hasta que nos golpean sorpresa. Sobre todo, en el caso de Illya. Nacida entre la cruza de un humano y un homúnculo, su periodo se vida es mayor que al de su madre y menor al de su padre. Fue creada para ser el grial en la quinta guerra y morir en ella.
Sobrevivió para vivir dos años más. Falleció a la edad de 20 años.
Un deseo que se instauró en su corazón era mostrarle el mundo que nunca pudo explorar. Durante sus viajes siempre se preguntaba ¿Qué pensaría lllya?
¿Se quejaría por el calor sofocante? ¿Saltaría entre los charcos? ¿Jugaría con los animales?
Preguntas se perdieron en la eternidad, pero aquella herida en su corazón de acero fue forjada al rojo vivo.
(*)
Archer bombardeó con desesperación, buscando en su mente las espadas adecuadas, pero no las encontraba. Espadas de leyendas que acabarían con toda vida a cien metros a la redonda, descartadas. Demasiado peligrosas.
Armas con grandes capacidades cuerpo, descartadas. Lancer sigue siendo más rápido que él.
Armas con habilidades extrañas para un ataque sorpresa, descartadas. No hay tiempo.
El recuerdo del pasado, una doncella de plata se pierde en la nada.
No tiene sentido. Los sentimientos que oxidan su corazón. Sus engranajes se habían oxidado hace siglos.
Aun así, avanzó con irá.
Archer saltaba entre los árboles, creando una tormentosa lluvia de acero. Soltó el arco, desmaterializándolo. Cambio de estrategia. Decenas de espadas se materializaron a su alrededor y las impulsó con un gestó de manó. Les ordenó avanzar en dirección a la sombra.
Era más lento de lo normal. Ya que le agregó un paso a su proyección, el mismo proyecta las espadas mientras la llena de energía mágica hasta que tomaron un tono rojizo, desbordaban energía hasta el punto de que estas explotarían al contacto.
Explotaron en Lancer, que retrocede ante la sorpresa. Su piel es herida por fragmentos de metal, pero sirve para acercarse con confianza y proyecta sus dos espadas gemelas.
Saber intervino, ignorando a Caster, Archer salta hacía atrás esquivando el Mana Burst negro, una y dos veces hasta que el ataque constante de Caster abre una pequeña apertura en la defensa del caballero. Da una patada, y escapa de su rango.
Aterriza e inmediatamente su instinto le hace dar un paso hacia atrás, esquiva un destello rojo. Se encuentra frente a Lancer que apuñaló furiosamente en su dirección. Responde a la defensiva, desvía cada estocada en el último momento.
Una tormenta de polvo se alza, ya que Lancer no detiene la lluvia de espadas que estallan a su alrededor. El metal se funciona con su piel con cada explosión, sus extremidades se agrietan cada, aun así, mantiene la postura, recibe y devuelve cada golpe mortal con extrema precisión.
Lancer cambia su postura a una más ofensiva, se encorva y golpea con furia, ignora las espadas que explotan al chocar con su piel. La protección contra flechas no le defiende de explosiones directas.
Pero poco o nada le importa. Archer retrocede, sus espadas se rompen y aunque inmediatamente proyecta un reemplazo, sus manos se entumecen ante la brutalidad y el daño exterior.
Su expresión no era la de acero templado, son ojos de una ascua que crecen y crecen con cada intercambio. Su cuerpo suda y sangra en la misma intensidad, pero sus piernas no ceden ni cederán, esperando el momento adecuado.
La lanza roja se dirige a su corazón, pero la desvía por cadenas que surgen entre las nubes de polvo, Rider atrapa la lanza y empuja, desviando su trayectoria. La espada blanca inmediatamente avanzó y apuñaló en la caja torácica de Lancer, a unos milímetros de su corazón.
Archer maldice. Si el perro hace movimiento brusco con la espada incrustada, dañaría su núcleo y eliminaría a Lancer.
Cú Chulainn abre la boca con sorpresa que se transforma en la furia de un animal herido, con la mano izquierda, suelta la lanza y se arranca el arma que le apuñaló sin dañar su núcleo, para retroceder al corte horizontal de la espada gemela que cortó la superficie de su vientre.
Abandona la lanza para escapar a la siguiente apuñalada de Archer, da una patada y se liberara. Suelta la lanza en el proceso y está es atraída por las cadenas hasta las manos de Rider, la cual se posiciona al lado del herido Archer.
—Eso fue estúpido e impulsivo—expresa Rider con disgusto.
—Lo sé, me deje llevar.
Una sensación tibia subió por la punta de sus dedos y luego al resto de su cuerpo. Las heridas comenzaron a serrarse. Rin hace su trabajo.
—Al menos conseguimos esto.
—Y apuñale a ese maldito perro—resopló pesadamente—lo mejor sería eliminarlo, puedes pasar…
La energía se acumuló y los dos Servant saltan en direcciones opuestas cuando un haz de oscuridad evapora el piso donde se encontraba. Archer salta en dirección a Rin, tomándola como una princesa y volver a saltar.
No era Saber la que descargar su furia contra ellos, si no la sombra, la sombra que devoró a Illya.
Está se alza como una semilla que brota con el deseo de extender sus raíces, su tallo se alza varios metros en el aíre, devora energía y florece. Entonces, hace un movimiento horizontal en todo el bosque, un rayo rojo barre todo los árboles y arbustos como si fuera simple polvo.
El sonido de un pequeño susurro se transforma en una explosión aguda, que ensordeció a todos los que sobrevivieran. El bosque se hace pedazos.
Archer, sujeta con fuerza a Rin y salta con todas sus fuerzas para salir de área de fuego, pero la explosión le hizo perder el equilibrio, el sentido de arriba y abajo por unos segundos desaparece.
Sus instintos de supervivencia le despiertan.
—Rho Aias—susurra y los pétalos florecen, pero solo tres anillos surgen.
Aire caliente le azota respectivamente, el primer escudo es destruido antes que tocaran el piso. Rin gritó y Archer maldijo.
El segundo escudo se hace pedazos cuando los pies de arquero rozaron el suelo, el momento exacto que arroja a Rin lo más lejos que pudo en dirección a unos arbustos que le permitieron sobrevivir a la caída.
—¡No mires hacía atrás, Tohsaka! —comunicó por el enlace mental—. No dudes y no temas. Soy tú Servant, soy el más fuerte. Regocíjate con mi victoria, en tú victoria.
El tercero se quiebra cuando Archer retrocede de un saltó, sus defensas desaparecen y su mano derecha está fracturada.
Solo ante un demonio cubierto de oscuridad. No, no es un demonio. Es un Rey caído. No puede enfrentarse a su Rey con las manos vacías.
El sentimiento de familiaridad, el calor que siempre le ha acompañado. Por un pestañeo, abandona el mundo físico para planear sobre su mundo interno, el olor del azufre le acompaña. Miles de hermosas e impecables espadas se alzan como cruces en un cementerio.
El Necesita distraerla.
Retrocede y con su mano libre, proyecta una espada y se prepara para esquivar el siguiente ataque, que no llega.
La sombra de Saber surge de una cortina de polvo que se levantó con el ultimo escudo que se rompió. Tan diferente.
Cabellos rubios que perdieron su intensidad hasta volverse plateados, sus ojos llenos de vida se han marchitado y su armadura desapareció solo para dejar un vestido negro. Un glorioso vestido, pero eso no importaba. Lo que importaba era lo que sostenía. Toda majestuosidad y grandeza que impregno alguna vez tuvo la espada santa. Se esfumó, marchitada y profanada.
Al igual que su portadora.
—¿Quién eres, Archer? —Saber pregunta. No le gusta su tono, mucho más amenazante y desprovisto de sentimientos.
Tiene sentido, no es su Saber y tampoco la que fue invocada en esta guerra. Es algo distinto, llamado por la oscuridad del santo grial.
—Tengo la misma pregunta, Saber. ¿Quién eres tú? Aunque en el reinado de Arturo, llevó a cabo decisiones inmorales por el bien de Gran Bretaña, no fue un tirano sin alma.
—¿Quién eres? —ignoró su pregunta—esa espada. Me pertenece.
Archer sonrió y observa la espada que proyectó. Un pomo enjoyado con un hermoso zafiro tan oscuro como el mar, una empuñadura que imitaba la piedra azul, con relieve dorados que conducían a una guarda dorada.
El filo de la hoja es envidiable y deseosa por cualquier amante de las espadas, aunque no se podía comparar a la empuñada por Saber. La sagrada espada es acompañada por palabras grabadas, que Archer repitió.
—¨Quienquiera que saque esta espada de esta piedra será el rey de Toda Bretaña¨.
Archer acarició las palabras, recuerdos pasados y ajenos. ¨Ya no serás humana¨. Palabras crueles para decírselas a una niña que aceptó llevar el mayor peso de todos. Ahora Archer observa el peor resultado posible de la decisión que marcó la historia.
Empuñó la espada e hizo corte en el aíre.
—La espada de la selección, el símbolo del Rey, del Rey de Gran Bretaña. Quien estaba destinado a cargar con los sueños y deseos de su reino. Demasiado hermoso, un sueño bello y peligroso.
—No me has respondido Archer. ¿Por qué tienes mi espada? Ningún espíritu heroico debería ser invocado con ella. La espada se rompió en mis manos cuando acepté mi destino y me convertí en lo que necesitaba mi reino. La única forma de que la espada fuera invocada contigo, es que compartas un vínculo. ¿Quién eres Archer?
Archer frunció el ceño. ¿Quién era? Un verdugo, una herramienta, un arma, una espada. Un tonto que fue atrapado en un remolino que le ahogo en las profundidades del mar, para expulsarlo a la superficie y volverlo a ahogar, una y otra vez.
Somos almas gemelas. Quiso responder, pero las palabras murieron en su lengua y apartó la mirara de la espada para encontrarse con ojos desprovistos de esperanzas.
No tiene el suficiente ego para decir que es su igual, pero tampoco ha caído en la desesperación absoluta. ¿De dónde nacen sus fuerzas? ¿La costumbre acumulada por una eternidad de luchas para salvar a la humanidad de ellos mismo o de horrores que escapan del entendimiento de los mortales?
—Cuando era pequeño, quería ser un héroe.
Repentinamente.
Ese hombre, un superhéroe antes sus ojos, dijo eso como si lo anhelara.
—¿Qué? ¿Querías ser? ¿Te rendiste?
Le molestó y le preguntó, se rio en una disculpa y miró al cielo.
—Sí. Desafortunadamente. No puedes ser un superhéroe por siempre. Cuando creces, es difícil llamarte a ti mismo uno. Debí haberme dado cuenta de eso antes…
Estuvo de acuerdo con ello. No sabía por qué, pero al decirlo Kiritsugu, no podía estar mal.
—Ya veo. Entonces supongo que no hay que nada que hacer.
—Sí, realmente no se pudo evitar.
La luna es hermosa y majestuosa, ambos están de acuerdo, pero miró a Kiritsugu con determinación y responde con la absoluta seguridad de un niño.
—Sí. Ya que tú no puedes hacerlo, yo lo seré en tu lugar. Ahora eres un adulto, así que no puedes hacerlo. Pero yo sí puedo. Déjamelo, asumir tu sueño.
—…Bien.
Su padre dice eso con una sonrisa y con paz, cierra los ojos.
En la noche brillante, sus ojos estaban calientes. No sollozó ni sintió tristeza. Pero no pudo detener sus lágrimas hasta que la luna se hundió. La noche de su perdición o de su salvación, ya que Emiya Shirou se convertiría en un superhéroe como Emiya Kiritsugu.
Emiya Shirou se burla con una carcajada de su pasado, presente y futuro. ¿Cómo la había olvidado? Noble y hermoso. Un deseo hipócrita y sin sentido, pero ¿Acaso él no soñó con tal vida podía se maravillosa?
Había tapado sus orejas y sus ojos se enfocaron en el sueño con anhelo. Consumido por su propia decisión, consumido por un ideal.
Sus manos están cubiertas de sangre y eso es algo que nunca podrá perdonar. El sueño se hizo pedazo y su castigo nunca se detendrá. No importa lo que venga en el futuro o el pasado, fuera del espacio y tiempo. No existe la salvación para un hombre como él, alguien tan estúpido como para vender el descanso de la muerte eterna por la ilusión de un ideal.
Arrepentimiento. Es lo único que puede sentir, pero…
Un niño que se levanta una y otra vez. Desde el fuego a la tormenta, distintos escenarios que se pierden como espejismos lejanos y aun así sus piernas no se detienen, sigue avanzando, aunque las personas que prometió proteger y amar se funden en el acero que cubre su corazón de cristal, dejándolo solo en una travesía en un árido infinito, en donde las tumbas marcadas por espadas representan sus arrepentimientos y errores.
Un hermoso ideal, un sueño que le permitió volver a sonreír a un niño que le fue arrebatada la familia y el hogar. Cuando le quitas todo vínculo a un pequeño que no ha podido desarrollar deseos o ambición más allá de ver la sonrisa de sus padres ¿Qué es lo que queda?
¿Cómo pudo olvidarlo? La base de todo, el deseo de hacer lo que consideraba correcto, de encontrar ese sentimiento perdido y que encontró en el tormentoso camino. Aunque la vida fue injusta y parecía que el mundo había decidido castigar cada paso que daba, el chico de cabellos rojos sabía que no fue un error.
No estaba equivocado.
Por eso siguió avanzando hasta que olvidó por lo que luchaba, en donde los recuerdos se hacían polvos y lo único que quedaba era la fatiga de caminar en cristales rotos. Cuando daleó la cabeza, observando un pasado sin sentido, en donde los cadáveres le maldicen por acabar con sus vidas o no ser lo suficiente fuerte para salvarle.
Se encuentra con distintos rostros ¿Quiénes son todos ellos? Ciento, tal vez miles de caras desconocida con ojos fijos en él. No podía reconocerlos, pero las perlas de múltiples colores no expresaban odio o desdén.
Sonrisas llenas de agradecimiento y dicha. Tantas que no podían ser calculadas a simple vista. Espadas y sonrisas.
Oh, ya podría entender porque el chico no se rendía.
—¿Por qué sonríes, Archer?
Saber da un paso con la espada sujetada firmemente con sus manos.
—Soy un idiota. Incluso un viejo como yo no aprende de sus errores. ¿Quién soy yo? Es una pregunta difícil de responder, pero haré mi mejor esfuerzo para complacer tus exigencias.
Levantó la espada, utilizando su propia postura, no la que había gravada en la proyección.
—I am the bone of my sword.
(*)
Ella fue destinada a sostener en sus dedos la responsabilidad, él forzó el peso en sus hombros.
Miles de ojos se posaron con adoración en su espalda, el Rey destinado a ser su salvador había llegado a su auxilio. El mendigo era ignorado por muchos y adorados por unos pocos, una salvación silenciosa, apareciendo como un espectro en donde más lo necesitaban.
Cuando ambos daban un paso, un cadáver dejaban en su camino ¿De quién era el cuerpo? No lo sabían. De desconocidos a conocidos, de enemigos a amigos. Aun así, dieron un paso adelante, cerrando sus corazones. El pueblo necesita un Rey y las personas deseaban un salvador. De origen distintos, pero ambos tomaron la decisión que los llevo hasta este momento. En donde ambas espadas chocarian.
—I am the bone of my sword.
Una declaración que invade el mundo. El espíritu heroico Emiya responde la pregunta e inmediatamente Pendragon avanza hacia él. No es la respuesta que espera.
Un juego de palabras. Las cuales están cargadas con un poder que se hace presente en la atmosfera. Un Aria, el inicio de la taumaturgia que define al espíritu heroico Emiya. La columna de su espada, quien mantiene unida la hoja con el mango.
Ya que el héroe de rojo nunca portó un arma que se cristalizada para representar su leyenda. En primer lugar, necesita una Leyenda antes que un arma.
En la fría noche de Fuyuki, bajo el ojo de la luna, las espadas sagradas titilaban en cada intercambio.
La primera colisión, fue una sorpresa para los héroes e incluso al mismo destino. En el primer caso, Emiya se sorprende y sonríe al ver que el duelo ha iniciado en un intercambio puro de habilidades de ambos duelistas. Para el ojo experto e incluso para alguien que observa por primera vez un duelo de espadas, aquel combate es una maravilla que solo pudo ser cumplida por el artefacto omnipotente. Era como un baile en donde eran maravillados y consumidos, perdiendo el aíre en cada silencio y con el corazón en la mano en cada chispa liberada.
En el segundo intercambio, Saber se asombra ante la espada, pero sus ojos no lo muestran. No podía creer que fuera la verdadera espada que fue fragmentada en sus manos, solo podía ser era una ilusión para jugar con su mente, una mala y barata forma para que bajara su guardia. Es real, su aura nostálgica lo comprueba.
En el último caso, ¿Era acaso posible este encuentro? Las espadas que nunca tuvieron que encontrarse, dos armas sagradas que le pertenecieron a la misma leyenda en distintos periodos de vida.
Caliburn, la espada en la pierda, de la selección. Destinada a Arthur Pendragon, destinada al Rey de Britania. Deseada por muchos, los más galantes y destacados caballeros viajaron con la esperanzas y sueños de volverse Rey. El verdadero Rey reclamó la espada e inició su reinado. El Rey rompe las reglas de la caballería y la espada se hace pedazos, perdiéndola para siempre.
Después de la perdida, el Rey recibió la espada sagrada, Excalibur, la más fuerte y majestuosa espada que simbolizaría su reino y leyenda. Esa es la espada que porta la actual Arturia Pendragon. Una espada manchada con un millar de maldiciones, tan negra como el fango que la consumió.
Ahora, la espada que simbolizo el inicio combate contra la espada que le acompaño hasta el final.
Archer no es ningún Rey o usuario de espada sagrada. Aun así, porta la espada sagrada y combate con ella, como si la espada fuera otra extremidad de él, una pieza fundamental de su cuerpo y no existiera ninguna extrañeza en tenerla en sus manos. Arturia reconoce la postura del arquero, se parecía a la suya, pero era una variante con pequeños cambios sutiles, adaptada a su cuerpo más fornido y a una altura mayor.
—Steel is my body and fire is my blood.
El fuego aleja el frio invernal, pero no hay llamas. Es la sensación de las ascuas que derrite el metal y permite forjarlo.
Acero y fuego.
El segundo y tercera arremetida deja en claro la diferencia entre ambos, la superioridad del caballero negro sobre el caballero rojo.
Las chispas saltan y los huesos se agrietan, Arturia avanza con el cuarto choque, dando todo lo que tiene y así demostrar la indignidad de las manos del hombre. No busca una herida mortal, busca romper su espíritu por la ofensa de portar y esgrimir a Caliburn.
Caliburn, la espada de su inocencia.
Las espadas silban cinco, seis y siete veces. Saber prospera en todos los sentidos, su enemigo ha abierto su defensa en cada golpe, que le permitía acabar el duelo en ese instante, pero mantuvo su mirada en Caliburn. La hoja resplandeciente por la luz de la luna emana el aíre sagrado que ya le había abandonado, se encuentra con el filo de la noche.
Sagrado y maldito.
Ocho, nueves, diez, once y doce choques consecutivos.
Saber mantiene una postura impecable, en donde cada golpe es perfecto, el enemigo retrocede y ella avanza, un paso hacia adelante es una estocada y un retroceso de su oponente.
El punto más afectado de Archer son sus extremidades, sus músculos gruñen, sus manos reciben el castigo y el dolor del Rey. Esto se debe a que Saber sabe dónde golpear y forzar el cuerpo de Archer al límite, desde movimientos incomodos e imposibles entre cada choque, le obligar a forzar todos sus músculos para seguir el ritmo.
Trece, catorce, quince y dieciséis.
El rostro de Saber se puede describir como uno desprovisto de toda sensación o sentimiento. Una máscara de frialdad y deshumanización. El rostro de un Rey perfecto y superior, no hay debilidad o pasión. El dolor o placer han sido purgados de su mirada.
Desconcierto y miedo, es lo que produce a sus enemigos y aliados cuando saltaba al campo de batalla, exterminando a todo caballero que se cruzara en su camino la facilidad de aplastar una hormiga.
Gobierna y lucha con el terror como su herramienta, más que un Rey perfecto que inspiraba la confianza y admiración, es un tirano de frialdad absoluta.
Pero…
—I have created over a thousand Blades.
No retrocede.
Diecisiete, dieciocho, diecinueve y veinte.
El castigo, el dolor que ejerce cada arremetida debería haber roto el agarre. Los tendones deberían haberse soltados, los huesos agrietados. Incluso para las existencias conocidas como Servant, era imposible continuar el duelo con un cuerpo físico en tal estado.
Caliburn tiene que resbalarse entre sus dedos, los cuales han perdido toda forma humana, siendo más parecido a tentáculos de carne que apuntan en todas las direcciones.
Su agarre es más firme que nunca.
Veinte y uno, veinte y cuatro, veinte y siete, Treinta.
No existe lógica ante lo que ven sus ojos, aumento su ritmo, disminuye la efectividad de su ataque en el daño que le causaba al caballero de rojo, pero buscando romper el agarre a la espada.
Las chispas iluminan el rostro de su oponente, este gruñe, el sudor cristalino salta en distintas direcciones con cada retroceso. Archer sonríe con el descaro de un niño juguetón.
Lo que dejó anonadada a Saber.
Lo que no sabía, es que las extremidades de Emiya estaban en un estado más que deplorable. No se equivocaba, estaban incluso peor. Porque su piel se transforma en el filo de una espada. Estas surgieron entre sus huesos y carne, pequeños cuchillos que unen sus extremidades. Archer ha perdido toda movilidad en sus dedos y sus ataques son torpes, pero su agarre es de acero.
—Unknown to Death, Nor known to Life.
Cuarenta, cincuenta y sesenta.
¿Quién es Archer? Repite una y otra vez. Avanza aun cuando se internan en el bosque, tan violenta como una tormenta que derriba todo en su camino, aunque era más exacto decir que los árboles tenían la mala suerte de encontrarse en su camino.
No era que Archer los utilizara de cobertura (sería inútil), pero no les daba importancia, ninguno de los dos, incluso no levantaba el suficiente polvo para ser una molestia, ya que este era barrido por el movimiento de las espadas. Nada había cambiado, seguía interceptado cada avance, sangrando, sudando, gritando y sonriendo picarescamente cuando sus miradas se encontraban.
Ojos de acero y fuego. Sus manos son la de un cadáver, pero su rostro está lleno de vida.
Lo hace retroceder, pierde su postura y queda completamente expuesto. Podría aplastarlo con un movimiento y se ve tentada, pero vacila ante el brillo del filo.
La espada que inicio todo, el recuerdo del lirio blanco bajo de la luz de Sol. Por un momento su máscara desaparece y el anhelo brilla.
Y pierde de vista la hoja.
Por primera desde que inicio el encuentro, Saber retrocede. Sus instintos le apuñalaron con violencia, dando un pasó casi desesperado hacía atrás y siendo ella la que se defiende torpemente.
Y ahora tiene un corte su mejilla.
—Have withstood pain to create many weapons.
La sonrisa del hombre aumenta mientras pronuncia el aria con el misticismo de un mago de espectáculo y la punta de la espada se tiñe de rojo. El aíre se condensa y palpita.
Desea aplastarlo y termina con este estúpido duelo, como tuvo que hacer desde el inicio. No importaba la identidad de Archer, no importaba que tuviera en su propiedad el inicio de su pesadilla. Ella solo es un Servant que busca cumplir su deseo, que no le importa el resultado de esta batalla. Es un Servant, cumplirá con su deber sin importa las consecuencias, Ahora mismo debe terminar, y así arremete con la cólera de un animal salvaje, manteniendo la mirada en el reflejo de la luna en el filo.
Ochenta y noventa golpes que aplastarían los huesos de cualquier hombre o mujer que se atreviera a desafiar al dragón.
Caliburn es empuñada con torpeza, le hace retroceder con más violencias y el lirio sangra, una y otra vez, la sangre de sus enemigos tiñe el filo de su espada. La doncella de blanco cambia su vestido a uno de sangre coagulada, negra y espesa.
Por eso el negro es su color.
La sangre de sus enemigos, la de sus aliados, no hace la diferencia, puede seguir combatiendo bajo el fuego de la guerra.
Caballero de rojo ¿me puedes entender?
Te has bañado en la sangre de tus enemigos, de tus aliados, la propia. ¿Seguiste tú sueño o te volviste un cobarde? ¿Moriste sin cumplir tú sueño? Esas manos, si es que se pueden llamar manos. ¿Aún luchan por un deseo imposible?
Noventa y uno, noventa y cinco, noventa y nueve.
—Yet, those hands will never hold anything.
Cien.
Caliburn se rompe.
—¿Eh?
Deja escapar la sorpresa en su fría mascara.
La hoja se hace trizas, se fragmentan y saltan en todas las direcciones.
Se había enfocado plenamente en la espada, pero no notó su estado ¿Era por la sangre que la cubría? o estaba tan enfocada en obligar a Archer a soltar la espada, que simplemente no noto el detalle.
Abandono todo sentimiento, la estupidez de alargar el duelo por su ego y posó su mirada en el rostro del cadáver que aplastaría.
Sonríe descaradamente, como un hombre que se alzado en la victoria.
¿Por qué sonríe? Caliburn se ha roto, otra vez, como en el pasado, cuando ella rompió las reglas de la caballería y cuando aceptó el camino de la oscuridad, que tendría que romper toda regla o moralidad para el bienestar de Britania. Y aun así cayó, al igual que la de su otro yo que siguió un camino más iluminado.
No tiene sentido pensar en ello o en la expresión del Arquero. Se rompió otra vez, la misma historia de siempre, por romper…
Saber perdió.
Archer no rompió las reglas de la caballería, aun cuando este ha demostrado ser un luchador que se vale de cualquier truco o trampa. No es un caballero orgulloso y mucho menos más fuerte que ella. Siguió peleando, confiando en que ella sería atrapada en sus sentimientos encontrados.
La voluntad del caballero de rojo era superior a la espada sagrada y por, sobre todo era un bastardo muy astuto.
—So as I pray, Unlimited Blade Works.
El mundo es envuelto en llamas.
(*)
La Esfera de Realidad es una proyección y mantención del mundo interior del usuario sobre la realidad. La falsa realidad se mantiene aislada del mundo, proyectado el paisaje interno del usuario, en otras palabras, el alma del usuario se solidifica en una imagen, en un sueño que intercambia al ser y el mundo.
Un hechizo cercano a la verdadera magia, un tabú entre los tabú, misterio entre misterios y uno de los pináculos de la hechicería. Con esta descripción, uno podría pensar que el espíritu heroico Emiya fue un magus de lo más talentoso y respetados de su época.
Aquella afirmación es un error.
El espíritu heroico Emiya alcanzo el pináculo de la hechicería por una serie de eventos casuales y que estuvieron fuera de su control. Podemos definir la vida de Emiya Shirou con una sola palabra, Espada.
Su origen y afinidad es espada. Así que su hechicería y existencia, fue la de una espada. Este fenómeno único fue lo que le permitió manifestad de su esfera de la realidad. No se tiene que despreciar su trabajo, aunque fuera el producto de casualidades que estaba sobre cualquier elección que tomara. Su esfera de realidad puede ser una coincidencia producida por un milagro o un destino que siempre lo esperó, pero fue él quien la desarrolló. Fueron más de veinte años para alcanzar la completa manifestación de su mundo interior, un mundo de espadas.
No existe nada más personal que una esfera de realidad, incluso la desnudes del cuerpo y la mente no se compara con la manifestación cristalizada de la existencia de un individuo.
—Rey de los Caballeros—levantó los brazos, mostrando lo que fue, lo que es y será—está es mi respuesta a todas tú preguntas. ¿Sabes quién soy yo? ¿Puedes entenderme?
Una luz brillante que dejó entrever una colina con miles de espadas ancladas en el suelo.
La batalla de Camlann, fue la primera percepción del Rey, pero cuando la luz se esfuma, descarta aquel pensamiento. Está colonia no es la tierra en donde fue herida mortalmente por Mordred. El fracaso de su reino.
Si este es el mundo interior de Archer, no es humano. Es el pensamiento de Saber ante el paisaje ilógico en donde se encontraba.
Engranajes megalíticos incrustan los cielos, girando sin ninguna base o motor que les impulse. Un cielo anaranjado, oculto entre la bruma y la braza que se elevaban desde el suelo, un desierto abierto y árido, un cementerio de espadas oxidadas y dispersas hasta el horizonte.
No, la primera impresión de Saber sobre las espadas fue equivocada. Cada arma está perfectamente conservada, aunque el mundo interior del Caballero de rojo es la decadencia de un hombre, sus espadas, sus miles de espadas, están conservadas y listas para ser usadas.
El mundo interno de Archer, un mundo de espadas ilimitadas.
—¿Cuál es tú nombre, Archer?
Una sonrisa surco su rostro, de nostalgia y tristeza.
—Mi nombre… ya lo había olvidado, el tiempo, la muerte y la desesperación. Así que no puedo darte un nombre, pero el destino es un bastardo con un humor retorcido. ¿Estás de acuerdo, Saber?
—No entiendo a qué quieres llegar.
—Mmm… tal vez me estoy complicando demasiado. Soy un espíritu heroico sin nombre, no tengo una leyenda o un Noble Phantasm que representé mi leyenda, pero este mundo es todo lo que fui y seré. ¿Te preguntaba porque había poseído a Caliburn? En vida, mis manos nunca portaron tú espada, tú mismo la perdiste. Pero este mundo, me permite registrar toda espada que observen mis ojos. Todo lo que vez es una falsificación creada por mí.
El horizonte se perdía en una eternidad de espadas, infinitas.
—Miles de campos de batallas has surcado, Archer.
—Miles son pocos.
—Veo, ahora puedo entender un poco. Para un Servant sin nombre y de tercera categoría, muestras habilidades de un Servant de primera. No muy fuerte, pero bastante hábil—el espíritu sin nombre mostró una gran sorpresa—Pero no me has respondido, considerando tus afirmaciones, todas estas espadas son imitaciones, al igual que la Caliburn que usaste. Pero algo falla en tú afirmación, Archer.
—¿En qué me equivoque?
—Al proyectar a Caliburn, estás afirmando que interactuaste con mi espada, aunque solo las observaras, tendrías que estar ante la verdadera.
Archer respondió con una risa.
—Buen punto Saber, aún no termino mi historia—nostalgia en ojos de acero—. Dije que el destino es una perra, ha sido una perra con ambos. Tú reino siempre caerá Saber y yo siempre estaré destinado a repetir esta guerra.
Saber no le cuestionó, estaba convenciéndose que era lo más probable. Dos vidas, distintos estilos de gobierno y ambos llevaron a su final en aquella colina en donde prometieron todo para cambiar el pasado.
Pero su interés estaba en Archer.
—¿Cómo logre gravar tú espada en mi esfera de realidad? He observado tú pasado, Saber. Desde el momento de que sujetaste la espada al momento en que hiciste aquel pacto maldito. Aunque no eres la Saber que conocí, tampoco la Saber que fue invocada en esta guerra.
El Rey frunce el ceño.
—La Saber que conocí, es una chica tonta que está condenada a la eternidad, buscando el grial para conceder un deseo sin sentido. El no poder detener aquella estúpida decisión, es el mayor error del Espíritu Heroico Emiya.
Oh, ahora todo tiene sentido, pensó Arturia Pendragon. El destino realmente es malvado y no tiene miedo de escupir en la cara a sus juguetes favoritos. Mirando los recuerdos de su otro yo, la de un niño pelirrojo tan terco y franco como algunos de los caballeros que le siguieron, pero con la amabilidad y humildad de un santo que parecía llevar el peso del mundo en su espalda.
Si pudiera reír o maldecir el mundo, no sabe de la forma que reaccionaria. Su yo actual es indiferente a la identidad del arquero, pero la mujer que estaba antes que ella y que, en pocas palabras, eran una sola, la diferencia es que ella era la personalidad dominante, el alma dentro del cuerpo. La otra solo es un espejismo.
¿De dónde salieron sus siguientes palabras? No lo sabe.
—Trágate y caga tú compasión, Archer.
Escupe el Rey, con un rencor que sorprendió a su oponente.
—Ella decidió buscar el grial por la eternidad, aunque no tenga sentido, ella lo ha hecho, es su decisión, es la decisión que tomé y aunque solo me espere la derrota, seguiré buscando el grial.
El hombre sonríe con designación y vuelve a levantar la mirada.
—Realmente somos un par de cabezas duras. Parece que estamos destinado al no descanso eterno, ha escapar del ciclo de reencarnación en una búsqueda imparables por nuestros delirios—cierra los ojos con el rostro del cielo, como si estuviera tomando el sol, pero solo hay bruma y cenizas—bien, me has dado la respuesta que estaba buscando.
Este abre los ojos y desde lo alto de la arenosa colina, da un paso.
El aíre cambia, la tranquilidad del desierto es desmoronada a por una marea de hostilidad. Las espadas vibran a su alrededor, no, no son únicamente las que están cerca de ella. Es un movimiento que comparte absolutamente todas las espadas en su rango de observación.
—No me arrepentiré de no salvarte de la eternidad. Vamos, Rey de los caballeros, te encontraré en el infierno.
(*)
No fue un héroe de mitos o leyendas, no fue un Rey o un gran caballero, no fue un genio inventor o un fervor descubridor, no fue un político o movedor de masas. Solo fue un ser humano que fue olvidado por el pasar del tiempo. Cien años después de su muerte, apenas había registros que comprobaran su existencia.
¿Cómo es posible que en un ser humano sin hazañas o una historia fuera gravado en el trono de héroes?
Un punto fuera del espacio o tiempo, una computadora cuántica que registra y almacena a todo héroe que ha sido adorado por sus proezas en vida o las que fueron relacionadas a estos incluso después de la muerte. Se convierten en el poder que protege a la humidad.
Emiya Shirou era solo un humano con una voluntad de acero. Siguiendo un ideal, el ideal de su padre que convirtió en el propio, uno que alejó a las personas que alguna vez le quisieron.
Ser un héroe de la justicia, salvar a todos los que pueda.
Y así caminó en el mundo de los hombres, en donde las masas se alejaban de los focos de conflictos, de las guerras entre naciones, de la hambruna y muerte, abandonando los débiles atrás por la propia supervivencia y la de sus seres amados.
Ahí es donde un hombre hacía acto de presencia, un espectro que seguía la muerte, una y otra vez, durante los 20 años que estuvo activo, nunca dejó de abrazar el conflicto. Aun así, no se hizo conocido, porque no era un fantasma de la guerra o la muerte, era solo un buen samaritano que ensució sus manos con el rojo de la vida.
Ilusión y desilusión, esos eran sus nombres.
La esperanza de los débiles y la desesperanza de los fuertes.
Cocinaba para los niños y las mujeres que eran obligados a huir de sus hogares, mataba a los esposos y padres presionados a luchar por su patria. Enterraba los cadáveres de los que no pudieron escapar.
Era vida y muerte en partes iguales.
Fue parte de los mejor de los seres humanos y de lo peor.
Salvaba y arrebataba vidas por igual.
Algunos lo hubieran llamado una contradicción o un demente. ¿Por qué un hombre que buscaba salvar la vida de todos los que pudiera, podía arrebatarlas con igual de facilidad?
Aunque eso es un error. Salvar una vida no era como quitarla, lo segundo era más fácil.
Principalmente cuando tú existencia misma es la de una espada. Un arma hecha para matar, una herramienta para la guerra. Y el hombre lo sabía mejor que nadie, no solo lo había visto, sino que lo había soñado.
Unlimited Blade Works, el único hechizo de Emiya Shirou. Es metafóricamente una herrería especializada en la forja de espadas y cualquier existencia cercana a una, pero no forja sus propias espadas, lo que hace es almacenar una copia de cada armamento que ha pasado ante sus ojos. Un almacén que guarda la historia y memorias de cada espada.
Incluso las simples espadas que fueron utilizadas por hombres comunes están gravadas y nunca olvidaras.
La espada de un caballero de las cruzadas.
Una Katana usada para cazar demonios.
La Ulfberht de un jefe local.
Una Gladius de un fiel soldado.
La khopesh que acompaño a su faraón hasta el final.
Maravillas de las forjas, registrada desde su concesión como espadas, las guerras en la que combatieron, las vidas que reclamaron hasta el momento en que fueron grabados en la herrería.
El registro de la humanidad y sus logros.
Aquellas historias y esfuerzos abandonaron las superficies en la que descansaban sobre el árido desierto y volaron en dirección a su objetivo,
Armas forjadas por las brasas de sus creadores y en la sangre de sus portadores.
Estrellas que titilaban en la bruma del desierto.
Son aplastados por el fuego del dragón negro.
El Rey ¿Puede ser considerado humano? Alimentado por el corazón de un dragón, el dragón rojo de Bretaña. La fuerza que surge de ella es caótica e incontrolable, como la misma naturaleza.
El hombre solo puede retroceder. La tempestad negra rugió y las maravillas son consumidas al instante, no importaba el esfuerzo y la longevidad de la historia, los restos son calcinados por igual en la furia de la negra tormenta.
El herrero no es un humano común, la existencia de su esfera de la realidad lo comprueba, el poder dominar hechicería que incluso los mayores genios en el arte no pudieron crear, es la prueba de la afirmación. pero sigue siendo humano, no se puede oponer a las fuerzas más descontrolada de la tierra, como los terremotos y huracanes. Se puede decir, que la figura del Rey, en el viento negro, blandiendo una espada forjada por las mismísimas hadas, usando la fuerza del corazón de un dragón y alimentada por un millar de maldiciones, causa un efecto tan devastador como los mayores terremoto y huracanes registrado por la humanidad
El mundo interno se derrumba, las espadas son menos molestas que la caída las hojas y no puede detener su avance, como el fuego impulsado por las corrientes.
¿Qué es lo que podía hacer el hombre? Retroceder, una y otra vez, sin parar. Saltaba hacía atrás sin perder de vista a la fuerza imparable, las espadas a sus alrededores reaccionaban y acudían a su auxilio.
No es suficiente, no importaba cuantas fueran, no podían combatir contra un huracán, aunque algunos seres humanos han podido luchar contra las fuerzas del mismísimo cielo.
No todo tiene que ser espadas.
El Rey alcanza a su presa, hunde sus colmillos en un despiadado y poderoso mandoble, que es desviado por el héroe sin nombre.
Como el hombre que intentó luchar contra la física, logró volar.
Houtengeki o también llamada God Force, la alabarda que iguala el cielo.
El arma de un famoso comandante militar, un hombre que alcanzo y superó el límite de la fuerza humana, Lu Bu, el comandante más fuerte de la historia China. Sus proezas en el ámbito marcial y militar son ampliamente conocidos y gravadas en la colectividad humana, pero lo único que importaba en este momento, era el poder. Aunque la copia era inferior a la original, no era la lanza lo que buscaba, si no la fuerza abrumadora del hombre.
Las manos del herrero desaparecieron para convertirse un costal de espadas, aun así, logró sostener la alabarda con ambas manos, haciendo un movimiento brusco y torpe, pero impulsado por las memorias del hombre que conquisto cada campo de batalla que pisó.
Golpeó la tormenta y la hizo retroceder, el hombre sangró, rojo y plateado.
Fragmento de las espadas que inundaban su interior caían como hojas. ¿Cómo era posible que siguiera movimiento sus extremidades que perdían carne y articulaciones? Incluso no podrían ser reconocidas como parte de su cuerpo, la débil carne es reemplazada por el resistente acero a niveles abismales.
Es el control absoluto que generó de su esfera de la realidad. Cuando sus extremidades son heridas, la esfera de realidad le protege, generando el filo de espadas, la cuales pueden ser bastante útiles como una defensa de erizo o contraproducente al entorpecer sus movimientos como un yeso, una defensa de doble filo.
Como un artista, logró encontrar la forma de aprovechar sus imperfecciones.
Las hojas surgen y endurecen el movimiento, expulsar las que no son necesaria, haciendo que gane flexibilidad, pero para no perder el agarre o la necesidad de un movimiento continuó, vuelve a crecer el filo y afirmar su movimiento.
Cuando logró la perfección en esta técnica, el hacer crecer o soltar la hoja en cada musculo de su cuerpo a conciencia, ignorado el dolor de la creación de muchas armas, crea un movimiento obtuso, pero factible.
Puede moverse, y solo por ese hecho, no existe el derecho a rendirse.
Incluso cuando está usando las memorias de un hombre que superó toda fuerza imaginable, lo que causó una violencia que quebranta cada musculo y los reemplaza con espadas.
Más espada que hombre, rompe el avance de la naturaleza.
Aunque para esta hazaña, lo ha dejado en una situación lamentable ante la ferocidad del dragón que solo fue sacudido por su error al confiarse y como un animal aturdido, sacude la cabeza y prepara las garras.
Romper sus defensas, sacrificando su flexibilidad, solo tendría sentido al crear una oportunidad y que obviamente utilizara, esa es la base del estilo de pelea ante la superioridad del oponente.
Lo bueno, es que hubiera muchos seres humanos que levantaron la cara ante estas hermosas y peligrosa bestia escupe fuego.
El fuego es desviado, la santa espada retrocede por la alabarda se fragmenta en una onda expansiva de gran poder al ser usada como un broken, la lluvia de espadas parece detenerse por un parpadeo, excepto por una, Balmung apuñala el pulmón derecho del dragón.
El Rey tose sangre y ojos desorbitado parecen, tambaleándose hacia atrás.
Balmung, la espada sagrada maldita, la asesina de dragones. El arma que perteneció a Siegfried, con la que apuñaló a Fafnir, una espada que fue imbuida con la propiedad de dañar a dragones, mientras algo tenga una propiedad dragonica, el daño y dolor causado por la espada será mortal. El corazón del dragón rojo que alimenta de su poder a Sabe, se retuerce del dolor.
Suelta a Excalibur, la sangre brota de su pecho y en una expresión de asombro, el cuerpo cae de espalda.
El hombre suspira con dolor.
El cadáver cae, más rápido de lo que debería. Maldice e inmediatamente retrocede, los dragones no mueren tan fácilmente o tal vez solo es su mala suerte. Artoria Pendragon, el último Rey de Britania, impulsa su caída y atrapa su espada maldita antes que tocara el suelo, expulsando un viento cortante en dirección al hombre sin nombre.
Corta el viento con las hojas de sus brazos y retrocede varios metros.
Por el daño causado y el movimiento desesperado, la explosión de maná apenas era una pisca del original. Le permite escapar antes de ser aplastado por una ráfaga que le hubiera hecho añicos con facilidad.
Cometió un error fatal, desperdició una oportunidad y el dragón sigue con vida. Como un ser humano, aquel error es fatal. Falló al usar a Balmung, tenía que haber apuntado al corazón o esternón, solo un golpe certero y hubiera ganado.
Los nervios de la posibilidad de que el hueco que creó desapareciera, le hizo actúa con rapidez. Ahora lo ve, había creado la oportunidad, el microsegundo de indefensa ocurrió, pero era lo mejor que podía hacer, confiar en una pequeña oportunidad y esperar un milagro.
Un pensamiento estúpido, pero que le ha salvado varias veces.
No parece ser el caso.
El dragón de Britania extrae la espada y la romper en un agarre impulsado por el Mana Busts. Tambalea y vuelve a afirmar su postura, a la de un caballero que ha surcado ciento de campo de batallas.
Su rostro, la máscara de inexpresividad ha desparecido y una pequeña llama, no maldita como la que le consumió, una llama de verdadera emoción. La ira y el dolor en su rostro son una mancha tan horrible, que un sentimiento de culpa invade al arquero.
Aun así, su reacción fue opuesta, una risa seca y tosca.
—Saber, incluso en las puertas al infierno, apenas puedes mostrar sentimientos. Podrías sonreír por esta gran reunión que hemos tenido. ¿No es un duelo de tú gusto?
Expresó con una clara burla, lo que fue recibida por una mueca con un claro disgustos, que superó al dolor e ira mostrada.
—Archer—no le llama por su verdadero nombre, está de acuerdo con ello, prefiere llamarla por el nombre que la conoció. Eso es mejor que manchar los hermosos recuerdos de ella llamándole por su nombre, aunque está seguro que la mayoría de ellos son del idiota y no suyos—este es el final.
—Estoy de acuerdo, Rey de los caballeros. Espero que disfrutes este último movimiento y en la eternidad que nos espera, espero que no nos volvamos a encontrar como enemigos.
Archer retrocedió hasta una colina con un salto y aterriza con agilidad en la colina más alta de la esfera de la realidad, en donde el mayor logro de Archer se manifestaba como una ilusión. Excalibur, la espada sagrada es extraída de la tierra por brazos de carne y acero, levantándola por los aíres.
El Rey pierde el aliento a la ilusión del pasado, de la pureza y dignidad. Ambas Excalibur son un reflejo de la otra, pero la que tiene entre sus manos el Tirano, está maldita y ha perdido toda luz sagrada.
—¿Cómo es posible? ¿Este es el alcance de tú esfera de la Realidad?
—Solo es un sueño, una imitación, Saber. Me decepcionas al no poder notar las diferencias.
Saber entrecerró los ojos y analizo la espada por un segundo.
—Lograste hacer una imitación muy fiel, Archer.
—Gracias, Saber—sonríe con calidez.
La espada no es más que una imitación e incluso lo puede afirmar, aunque la espada que porta en apariencia es igual a Excalibur, no es Excalibur. La espada forjada por las mismísimas hadas para salvar el planeta. Una creación única e imposible de replicar por los seres humanos, incluso para el hombre que es tanto espada y humano.
Pero desarrollar la habilidad de copias y modificar las espadas que ha observado durante toda la eternidad, tiene sus ventajas, principalmente cuando pudo tener un contacto directo con la original y otras espadas sagradas que la imitaban o por simple casualidad, lograban tener cualidades semejantes al pináculo de las armas sagradas.
Un herrero puede crear milagros con los materiales adecuados.
Al final del día, se puede decir que los seres humanos y las hormigas no son muy diferente, ambas son consumidas por el mar cuando este se levanta y aplasta los hogares que han construido con tanto esfuerzo.
Pero el hombre ha creado, para bien o mal, tecnologías que han superado la naturaleza que los creó, separándose de está, a tal punto que la inteligencia colectiva del planeta se separó en dos, una representando a los humanos, protegiéndoles y limpiando sus desastres en el objetivo de prevalecer la especie.
Está separación surgió porque el bienestar de la raza humana ya no era el bienestar del planeta. Cuando el hombre logró alcanzar la tecnología de acabar con la vida en el planeta con las armas nucleares, la separación no podría ser más evidente. Incluso lograron lo impensable, lograron mandar hombres y mujeres al espacio, la supervivencia del hombre y el planeta se aleja cada vez más.
El hombre puede destruir la tierra y la tierra puede acabar con el hombre.
El espíritu heroico Emiya, el esclavo de Alaya ha luchado por la existencia de la humanidad por toda la eternidad. Existe una razón por la que la inteligencia colectiva necesitaba a este hombre como una de sus mayores armas. La versatilidad de guardar las memorias se todos los héroes e incluso, de las que están fuera de su alcance.
Aquella espada, una espada que se ve y funciona como Excalibur, pero que no es Excalibur. Una copia que ha sido forjada en el acero de miles de espadas que han funcionado como sustitutos de los materiales que nunca podrían ser analizados por la mente humana. Es la última carta de su arma más preciadas y aunque no alcance el poder de la original, sigue siendo una victoria en la muerte.
La espada destella entre las hojas que reemplazaron sus manos. Tan hermosa y digna como la original. La hoja original se entrega a la oscuridad y maldice a las estrellas.
La energía sagrada brota.
Las maldiciones le consumen.
El mundo colapsa entre el vibrante titilar de dos fuerzas opuestas e iguales. Los engranajes caen, el cielo se fractura y las llanuras se quiebran.
El alma del hombre es utilizada como combustible.
Esa la diferencia tan crucial entre la original y la copias, la segunda necesita el máximo sacrificio de su portador, la vida del héroe, el núcleo espiritual es el destello de la estrella que alimenta la luz sagrada.
La espada y el hombre son uno mismo.
El dorado y la oscuridad, lo sagrado y lo maldito, vida antes que muerte y muerte antes que vida. Ambos sostienen el arma sagrada en lo altos. Aclaman con todas sus fuerzas el verdadero nombre de la espada.
—EXCALIBUR.
Incluso el nombre de la espada es tan hermoso y aterrador como el poder sagrado y demoniaco liberado.
La esfera de Realidad colapsa antes de que ambas fuerzas hagan contacto y es el planeta que debe contener un accidente único e imposible, la espada destinada a la salvación es liberada dos veces al mismo tiempo.
La noche se hace de día y la tierra se separa.
Ambas líneas de luz, la dorada y oscura se devoran entre ellas, no son dos fuerzas opuestas que se rechazan entre así aun cuando la energía que liberan proviene de dos fuentes distintas, sino que se abrazan entre sí, mezclándose en una espiral que crece hacía arriba y abajo.
El choque de dos estrellas, el calor de mil soles y el caos de la creación.
Un falso día iluminó la noche de Fuyuki. Segadora e incontrolable por diez segundos. El castillo y el bosque desaparecieron por la onda expansiva.
Una grieta descomunal separó el terreno Einzbern a la mitad.
El fin del dragón y el hombre, ambos consumidos por su máxima creación.
Pero el Dragón se resiste a morir.
El tirano suspiró pesadamente y lucha con todas sus fuerzas para mantenerse de pie.
La figura carbonizada y apenas reconocible del Rey se alza en las profundidades del abismo. Su mitad izquierda había desaparecida, consumida por la falsa luz sagrada, pero sostenía a Excalibur la extremidad derecha, usándola como apoyo. La brea negra caía por sus heridas, formando un charco que la llevaría donde su Master.
Los sentimientos del Rey son confusos, no negará que existe un respeto latente hacía su rival. El chico creció para volverse un espléndido guerrero. Al menos su otro yo hizo un buen trabajo, aunque era un hombre de ojos tristes.
Aunque no es muy diferente a ella. Ambos fueron consumidos por la oscuridad, pero él no se dejó abrazar por completo. Pero no puede juzgarlo, igualmente ambos fallaron. No tenía importancia, un enemigo derrotado es solo un obstáculo ya superado. Solo los enemigos que aún se mantienen de pie son los que importan.
El ambiente está impregnado por la energía sagrada, incluso más que la energía maldita. Tiene sentido, aunque es una imitación, Excalibur demuestra su poder cuando se cumplen ciertas condiciones, los sellos de la espada.
Ahora que ha sido ennegrecida, ha quedado en el poder base de la espada, sin la posibilidad de liberar su máximo potencial.
Es probable que recibiera el mayor daño entre ambos…
—Habilidad divina: Impecable y firme—Un susurro.
Apunta a su cuello.
Levanta a Excalibur y con un rápido movimiento, desvía dos espadas hacía atrás que apuntaban a su cuello desde dos direcciones distintas, la pierna buena colapsa y cae de rodillas. El polvo que envolvía la oscuridad se disipa ante sus movimientos y desde el cielo desciende como un ángel, proyectando una majestuosa sombra al pasar sobre la luna que ilumina la noche.
Puede observar su rostro.
Sus ojos han desaparecido ante costal de filoso metal, dejó de sangrar al mover sus brazos para proyectar otro par de espadas gemelas como las que desvió. Solo caían pequeñas hojas afiladas, ya no sangraba, porque era más espada que humano. Una imagen aterradora, casi como un demonio.
—Congelación, liberada—su voz gana fuerza y por un momento es lo único que se escucha.
Aterriza a un metro de ella y con el movimiento de un maniquí, avanza hacía su dirección con la locura de un Berserker, empuñando la espada blanca en dirección a su cuello y la negra a su pecho.
—La fuerza mueve montañas.
Ella se impulsó un pasó hacía adelante y preparada para aplastarlo y quemarlo en un solo golpe, pero se obligó a cambiar de movimiento, forzando su postura y los músculos que apenas se mantienen unidos. Levantó la espada e hizo un giro de 360 grados para desviar el nuevo par y el antiguó que le atacó desde la espalda. Desarmando a su oponente en el proceso.
—La espada divide el agua.
Su pierna colapsa por completó y sostiene su cuerpo con Excalibur para no caer. El héroe que nunca fue devorado por la absoluta oscuridad sigue sin detenerse, aun cuando su cuerpo se ha desmoronado en un infierno de acero, proyectado un tercer par de Kanshou y Bakuya, pero estas eran distintas a todas las anteriores. Su elegante apariencia había mutada a las de dos armas en espadas largas, llevadas al límite y superando este, alcanzado una frontera desconocida.
Incluso los dos pares anteriores no habían podido probar su carne volvieron a girar a su alrededor como buitres hambrientos, zumbando con el deseo de sangre de un depredador furioso. Seis ángulos distintos, un ataque sin puntos ciegos, no importa la dirección que tome o ataque, es imposible de desviar o esquivar.
—¡Juntos abrazamos el cielo!
Saber sonríe.
Emiya Shirou corta veloz y limpiamente, seis golpes provenientes de distintos sentidos, pero no es capaz de ver el resultado de la técnica que había perfeccionado durante toda su existencia y tal vez eso sea lo mejor, percibe varios fragmentos de distinto tamaño caer ante el silencio absoluto y la presencia del héroe de la espada desaparecer con tanta facilidad, casi como si nunca hubiera estado.
Y así hubo silencio absoluto, no había ningún rastro de vida a su alrededor, incluso el viento no lo podía alcanzar en lo profundo del abismo.
Realmente lo había hecho, derrotó a Saber… Si pudiera vomitar, lo haría.
El núcleo espiritual del hombre había desaparecido, la fuerza que mantenía su existencia fue usada como combustible, pero la habilidad de Clase Archer, acción independiente, le permitió ese último suspiro.
Segado e incapacitado, su lucha a terminado. Sus brazos de acero colapsan y desaparecen antes de rebotar en el suelo. Como una estatua griega, el héroe muere de pie.
¿Había orgullo en aquella proeza? Le derroto, venció a la leyenda mundialmente conocido como el Rey Arturo, el rey de Britania. El Rey perfecto. El Servant de la clase más fuerte, un Servant con un núcleo de dragón y la espada sagrada más poderosa, alimentada por el mismísimo santo grial por el que todos luchan está estúpida guerra. Es la victoria que le prometió a su Master, la victoria de Rin sobre el mayor oponente en su Guerra por el Santo Grial. Realmente era el Servant más fuerte y había sacado la lotería al invocarlo.
No existe ni la más pequeña gota de orgullo en la victoria, solo una punzada en un corazón de acero.
—Te has vuelto fuerte, Shirou.
La mente del Counter Guardia se detiene y pierde el aíre, retrocede con pavor, aunque ya no tenga músculos o carne, se mueven con presión. Las hojas de su rostro se desprenden y la luz le siega.
Instintivamente protege sus ojos con la mano derecha.
Su visión se acostumbra a la iluminación y observa que Saber ha sido derribada en el piso del dojo de la casa Emiya, la espada de madera está su lado. Ella, tiene el pelo suelto, las gotas de sudor bajan por su cuello y respira con dificultad, aun así, le sonríe con jubiló y afecto.
El chico pelirrojo se sonroja y observa la espada entre sus manos, la espada de madera que siempre usaba al practicar Kiritsugu y Fuji-nee. La blande con fuerza en el aíre, imitando el movimiento anterior.
—Te lo dije Saber, si existe una técnica secreta que podría derrotar a un Servant de un solo golpe—el niño ríe con gozo y estira su mano en dirección a la niña, para ayudarla a levantarse.
—Es hora de almorzar, Saber.
Nota de autor:
Cuanto tiempo sin vernos, perdón por todos estos meses si actualizar, pero eso fue un sacrificio que hice por un bien mayor. Hablando un poco de los últimos meses, estuve dando lo último para terminar la universidad y sacar la tesis. Eso está cerrado y un estrés que me acompañado por un año desapareció, ahora puedo darlo todo. Eso significa que puedo escribir con mayor tranquilidad, pero ocurre algo, la verdadera razón para que no publicara, es que decidí escribir hasta terminar está historia y aquí. Todos los capítulos restantes de Hombre de Acero han sido escritos y solo falta la edición y publicación.
Así que espero que sigan atento. ¿Cuál será el ritmo de publicación? Mi objetivo son dos semanas cada capítulo, aunque no prometo nada. Acabo de entrar a trabajar y por eso se puede atrasar algún capítulo, ya que hay algunos que necesitan una edición bastante profunda.
Espero que disfrutaran el capítulo, he dado lo mejor que he podido por esta pelea. Una pelea que tenía planeada desde el inicio. Espero haberla hecho por las entretenida, dinámica y emocional, aunque lo que importa es que ustedes las disfrutaran tanto como yo lo hice al escribirla.
Espero verlos en dos semanas más y muchas gracias por leer este fanfic.
