Cuarta parte:

Beso ¿ideal?

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El curandero del pueblo le hizo todos los exámenes imaginables a Aruh. Después de pincharlo con espinas, ramas y aguijones de dulcoras, untar su cuerpo con diversos aceites, beber grumosas pociones, consultar su carta de estrellas y orar por una noche completa con los inciensos tradicionales, lo declaró una de las personas más sanas de la aldea.

El joven hubiese escapado hacia su hogar, de no ser por el fornido y mal encarado guardia que cuidaba cada paso que daba en la casa del jefe de la aldea. Al final su rostro de piedra se movió solo lo necesario para decirle:

—Espera a tu familia aquí, llegarán en cuanto terminen de hablar con el narrador.

La tranquilidad por saber que su familia estaba cerca no alejó las preocupaciones de Aruh. Había salido por la mañana a comprar harina, se entretuvo escuchando uno de los viejos relatos para niños y después de eso... despertó para ser examinado hasta el hartazgo por el curandero. Había un espacio en blanco y sentía un serio dolor de cabeza cuando trataba de recordar.

La adornada puerta de madera se abrió y entraron sus padres y hermana con miradas sombrías en los rostros. Incluso Rámih se veía inusualmente seria. Momentos después, el jefe de la aldea y el anciano narrador se unieron a las personas reunidas.

Tratando de romper con todo ese ambiente sombrío, Aruh dijo:

—¿Podemos irnos a casa ahora? El curandero ya me dijo que estaba bien.

—El curandero te declaró en buen estado, joven Aruh, pero eso solo quiere decir que los peores síntomas han pasado. Nuestro sanador no puede curarte de lo que tienes.

—¿Sanarme?— preguntó Aruh confundido, pero si me encuentro perfectamente bien.

—No lo estás, padeces algo muy serio.

—No es cierto.

—Lo es.

Aruh sentía como si la habitación se encogiera, las miradas consternadas de su familia tampoco ayudaban a sus temores. Como si fuese una especie de desafío, gritó:

—¡No tengo nada, mi 頭 está bien!

Su madre le preguntó preocupada:

—¿Qué acabas de decir?

—Dije que mi cabeza está bien.

Rámih replicó de inmediato:

—No es cierto, dijiste que tu "tou" estaba bien.

—¿Qué significa "tou"?

—No tengo idea, tú lo dijiste.

El narrador se aproximó y como si hablase con uno de los niños en la fuente le preguntó al joven.

—¿Qué es lo último que recuerdas antes de despertar aquí?

Aruh miró a las personas reunidas esperando que todo fuese algún tipo de error, pero el silencio lo obligó a meditar. Cuando trataba de recordar el faltante su cabeza, dolía, mucho.

El narrador se sentó frente a Aruh y dijo:

—No te esfuerces, te daré las respuestas que pueda, en la medida de mis capacidades. En primer lugar, debes saber que yo y mis compañeros narradores, tenemos el deber de repetir la vieja leyenda de la pluma encantada para entretener a las personas, porque para casi todos resulta un simple cuento sin mayores consecuencias. Pero en el caso de algunas personas al azar, el relato despierta recuerdos de un pasado distante, ecos de vidas lejanas. La vida de los enamorados del relato. Sí, el héroe y la doncella una vez estuvieron vivos y su aventura fue una batalla feroz en la que triunfaron. Las personas tocadas por los ecos son elegidos para lograr un milagro. O al menos eso es lo que cuentan.

—Lo que no se cuenta en las propagandas de la capital—interrumpió el jefe de la aldea— es lo que ocurre con los elegidos. Sabemos por los viejos relatos que esas personas desarrollan algo que se ha llamado el eco distante, recuerdos ajenos aparecen en su mente, las memorias reemplazan los recuerdos de su portador gradualmente, no son nocivas, pero son incompatibles con las experiencias actuales. El primer síntoma es hablar en el idioma desconocido como ocurrió contigo.

Aruh se volvió pálido. El idioma desconocido no era el primer síntoma, sino los sueños extraños.

—¿Hablé en ese dialecto?

El anciano narrador retomó la explicación y dijo:

—Sí, pero cualquiera podría decir palabras sin sentido para fingirse elegido. La prueba real del eco distante, es el hecho de que revelaste el nombre verdadero de uno de los héroes.

—Ranma...

—Así lo llamaste— intervino de nuevo, el jefe de la aldea y añadió—: pero también revelaste su nombre completo en el idioma muerto. Esa es nuestra prueba. Se nos ordenó informar sobre cualquier persona con el eco distante a la capital. Ellos envían un lujoso transporte para la persona elegida y es aclamado como un héroe nuevo, después de eso viaja a la gran ciudad. Pero no haré eso, porque se trata de un engaño. Mi familia ya tuvo un "héroe nuevo" en el pasado y no terminó bien, es nuestro deber protegerlo lo mejor que podamos. Por eso mis antepasados recopilaron viejas leyendas buscando una cura y fue de esa manera que descubrimos el oscuro secreto que esconden los cuentos de: la pluma encantada. Mi idiota hijo vendió hace unos días el libro que contiene la otra mitad escrita de esa historia, pero la he memorizado y puedo contártela, ya que te involucra.


Mai despertó cubierta por las cálidas mantas de su cama y de inmediato se sintió mortificada. Seguramente se había dormido en el hombro de su amiga y tuvo otro sueño, con las humillantes consecuencias de siempre.

Al girar la cabeza se encontró con la mirada profundamente triste de Reeo. Los grises ojos de su amiga parecían irritados, como si hubiese llorado por un tiempo.

—Lo lamento mucho, Reeo. Hice un desastre de mí misma, de nuevo.

Reeo se mantuvo en silencio un momento antes de responder.

—No fue así. Pero has pasado casi un día completo, inconsciente. Mientras estabas fuera, tu madre envió una paloma mensajera para informarte que en cuanto tu enfermedad pase debes salir para que la casa sea "purificada". No puedes estar cerca de ningún familiar hasta que compruebes que tu salud es adecuada.

La mueca enojada de Mai fue el único indício de que el mensaje la había molestado antes de responder con voz plana:

—Mi madre solo está interesada en que esté en buenas condiciones para el momento en que elija venderme para ganar prestigio. No es importante, sé cómo tratar con su locura.

Reeo dio una pequeña sonrisa ante la respuesta.

—En realidad, es una pequeña bendición, el hecho de que tu madre se mantenga lejos. Tenemos que hablar de asuntos muy serios.

—Ocurrió de nuevo, ¿cierto? Me quedé dormida y tuve otro de esos sueños.

—No dormías, pero si ocurrió algo... y fue, serio.

Reeo pasó un tiempo contando los eventos del día anterior y explicando la enfermedad del eco distante a Mai.

—¿Esas historias se basan en hechos reales?

—Sí, pero los cuentos de la pluma encantada son también una trampa muy antigua que busca encontrar a ese tipo de personas.

—¿Para qué?

—Eso se relaciona con la parte que no pude leerte antes del incidente. Este libro artesanal es muy peligroso y no creo que la persona que me lo vendió supiese lo que en realidad poseía. Es conocimiento prohibido y cualquier mención de eso fuera de las familias medulares se castiga con la muerte. Te lo contaré porque te afecta directamente y debes saber. La caída del fénix cuenta las aventuras de los enamorados y su triunfo sobre el perverso dios, casi todos los finales de esas leyendas dicen que el héroe obtuvo el oro y las riquezas ocultas en la montaña. Ahí termina la historia, en algunos casos con un: y vivieron felices por siempre, en otros se cuenta que la pareja tuvo más aventuras sin mencionar si se casaron o no. Lo que muy pocos en el mundo conocen es la otra mitad de la historia.

Mai tenía los labios apretados y su mirada parecía a punto de romperse en llanto. Estiró una mano hacia Reeo, quien ignoró sus temores anteriores de un amor no correspondido y entrelazó sus dedos con ella. Como si ese modesto gesto les diera valor mutuo, Reeo levantó el libro en su otra mano y comenzó a leer:


Un castigo cruel sufrió el dios soberbio y altanero

Por perder la batalla contra el héroe verdadero

Y a los amantes les dio un don sin quererlo

Una pluma mágica que guardaba el fuego eterno

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La pluma llegó a sus manos sin aviso ni misterio

Y ellos la tomaron como un trofeo de su esfuerzo

No sabían que en su interior latía el renacer de los muertos

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Un día, la doncella lloró por su madre ausente

El héroe compartió su pena y su deseo ardiente

La pluma escuchó sus ruegos y les concedió el presente

Y la madre volvió a la vida ante sus ojos inocentes

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Así descubrieron el milagro de la pluma encendida

Que solo obedecía al amor de sus dos vidas

Pero el mundo no tardó en enterarse de la maravilla

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Y la codicia despertó en las almas más oscuras y mezquinas

El viejo orden se quebró por la ambición desmedida

Todos querían poseer la pluma y su magia escondida

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Pero nadie pudo repetir el prodigio de la resurrección

Solo los amantes tenían la clave de la bendición

Entonces los buscaron con saña y con furia

Pero su paradero nadie supo ni averiguó

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La pluma quedó olvidada, sin dueño y sin luz

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En tiempos lejanos, un joven oyó hablar del héroe legendario

En épocas distintas, una muchacha sintió el llamado de la doncella milagrosa

Nunca se encontraron, aunque el destino los unía

.

Unos dicen que es el castigo del dios envidioso

Otros creen que solo el amor verdadero podrá reclamar la pluma

Mientras tanto, el milagro espera en silencio


Tras escuchar el poema, Aruh permaneció un tiempo tan largo en silencio, que el sol comenzó a descender del cielo cuando finalmente habló:

—Un objeto con el poder de revivir a los muertos debió ser el tesoro más valioso y peligroso de cualquier época— y sujetandose la cabeza entre las manos añadió —¡dioses! La responsabilidad de decidir quién merece semejante regalo volvería loco a cualquiera. Pero la pluma de la leyenda está perdida, ¿cierto?

El viejo narrador señaló uno de los muchos paquetes con productos de la ciudad mayor y su sello de procedencia. El escudo de armas contenía el león echado en la montaña, las espadas, la luna en cielo distante y casi, como por descuido, una pluma amarilla entre las patas frontales de la bestia real. El dibujo de la pluma cobró significado para Aruh.

—¡Demonios! La pluma está en la capital.

—Eso parece y han estado buscando la llave para usarla por generaciones. No puedo decirte si el eco distante abruma al elegido hasta el punto en el que su mente se rompe o son los métodos para tratar de activar el milagro los que acaban con la persona. En los dos casos el final es...

—La muerte—interrumpió Aruh con el ánimo cada vez más sombrío.

—Sí, pero avisar a la capital es peor que tratar de resistir los recuerdos. Mi consejo hubiera sido ocultarte en la aldea mientras traíamos sanadores de otros territorios. De no ser por un evento inesperado.

—¿Cuál evento?

—El libro con los relatos de la caída del fénix y el poema de la venganza del fénix debería ser tuyo por derecho... pero mi hijo idiota vendió el libro hace una semana. Fue comprado por alguna persona en la capital por el valor de una pequeña fortuna. Lo que puede ser una tremenda coincidencia o alguien ya dio el aviso sobre tu episodio de eco distante.

Los padres de Aruh se adelantaron, tomando el control de la conversación en ese punto.

—Es lo que discutíamos mientras el sanador intentaba ayudarte—indicó su madre.

—En algunos días podría aparecer una comitiva con aduladores y regalos para llevarte a la capital—dijo su padre y agregó sombríamente— o podría llegar un grupo de soldados para robarte en mitad de la noche.

Ante los crudos hechos, Aruh, solo pudo llegar a una conclusión.

—Debo irme.

—¡Pero tenemos un plan para ocultar tu partida!—gritó Rámih con la mirada brillante por las lágrimas contenidas. Puedes pasar, Effái.

—El pecho del joven se sintió más ligero al ver a su amada frente a él.


Cuando los temblores de Mai desaparecieron por escuchar el poema, dijo:

—Esa cosa fue la causa de las grandes guerras, ¿cierto? La parte sobre el viejo orden quebrándose. ¡Por los dioses! ¡Las batallas! ¡Quemaron territorios enormes hasta volverlos cenizas venenosas por culpa de esa horrible pluma!

Reeo asintió sombríamente y dijo.

—Los dibujos que me mostraste para explicar tu sueño de la lluvia muestran edificios desconocidos, no pude verificar, pero mi padre tiene algunas pinturas de los territorios muertos. El mundo está en relativa paz porque la pluma es solo un adorno brillante e inútil en estos días. Sin embargo, la búsqueda sigue por medio de esos "inocentes relatos".

—Los dibujos...

—Los quemé, Mai. Al principio lo creí una extraña coincidencia, pero ahora sé que es parte del conocimiento prohibido y si la persona equivocada los encontrase estarías en problemas.

—¿Y la pluma?—preguntó Mai imaginando una bóveda secreta llena de guardias armados.

—Está en el museo de las artes grises. Es el adorno que simboliza la victoria en la mano de la diosa Aeru.

Un viejo recuerdo de la visita de Mai al museo le reveló la apariencia del supuesto milagro.

—¡Esa lámpara fea! Pero sí está a la vista de todos.

Una mirada extrañamente feroz en la normalmente suave cara de Reeo frenó las quejas de Mai cuando dijo:.

—Y así es como se va a quedar, como una lámpara polvorosa incapaz de dañar a nadie. Es solo la mitad del milagro, tú eres la otra mitad y no permitiré que nadie te ponga un dedo encima.

Eso derribó el tren de pensamiento de Mai. La conducta de Reeo le hacía sentirse... cálida. Para distraerse de los pensamientos inadecuados, Mai dijo casualmente:

—Sigo sin creer que 羽の火が燃える.

—¿Qué dijiste?

—Dije que el fuego de la pluma arde, siempre creí que era una mala decoración.

—Mai, no comprendí nada de lo que decías.

"Definitivamente: u no hi ga moeru no era parte del vocabulario normal de nadie"— pensó Reo.

—¿Hablé en ese idioma raro?, ni lo noté.

Reeo se mordió el labio inferior por nervios. Las memorias ajenas comenzaban a aparecer durante los tiempos de vigilia y estaban fuera de cualquier control de Mai.

—Tenemos que mantenerte fuera de la vista pública mientras buscamos alguna solución. Lo que quiere decir ocultarse o escapar. Pero no puedes simplemente desaparecer, debe haber un motivo, incluso si es falso para justificarlo.

Mai agregó un nuevo eslabón a la cadena de sentimientos que tenía por Reeo. Ella ya estaba hablando en plural sobre la forma de confrontar el problema, ni por un momento consideró dejarla sola. La perspectiva de su muerte había alejado problemas que antes consideraba importantes y aclarando otros que en verdad merecían su atención. Su futura vida como la pieza decorativa de algún noble sin alma ya no le asustaba. El poco o mucho tiempo que le quedase se lo entregaría a quien ella consideraba digna.

Reeo era esa persona.

—Por la forma en que lo dices, sospecho que has pensado en algún plan mientras estuve fuera— indicó Mai con una sonrisa.

La feroz confianza que había mostrado Reeo se desvaneció mientras que un intenso sonrojo coloreaba su cara.

—Bu-bueno... si he pensado en algo. Pero... es muy radical y tus posibilidades de ser candidata para un matrimonio adecuado se irán para siempre.

A Mai, ya no le interesaba cumplir las expectativas de nadie, excepto las suyas y las de Reeo, de manera que se aproximó un poco más para preguntar:

—¿De qué se trata?

—Tú conoces los rumores que circulan sobre mí en la academia.

El ceño de Mai se apretó con eso. La violenta reacción de su amiga a cualquier intento de cortejo y su actitud masculina la marcó como: una perra sin alma, a la que su padre debería comprarle un esposo para volverla una ciudadana adecuada de las clases medulares.

—Sé los rumores, pero ¿qué tiene que ver con esto?

—Bueno... ima-imagina, que mi falta de interés es porque ya tengo a alguien en mente. Y me declaro a esa persona de forma muy pública. Una persona a la cual mi familia no aprobaría. Con los rumores que eso causaría, nadie va a sospechar si desaparezco por un tiempo. Lo mismo sucedería con esa persona... no podría ser visible por el escándalo.

Mai consideró la idea por un momento. La academia se consideraba un invernadero donde se cultivaban doncellas preparadas para la vida de las élites. La elección de cualquier camino diferente, descartaba a la joven de por vida. Incluso un rumor podía empañar ese futuro. Si Reeo declaraba su amor a un profesor, una persona ya comprometida o cualquier individuo de menor nivel social causaría un gran escándalo que la alejaría de cualquier evento visible. ¿Pero quién se prestaría para un suicidio social como el de Reeo? ¿Un maestro sobornado? ¿Un soldado? La imagen molestaba a Mai en cierta forma, por lo que preguntó de una forma totalmente cándida:

—La idea es buena, pero ¿tienes a alguien en mente para semejante escándalo?

El rubor en la cara de Reeo aumentó hasta ser un rojo brillante cuando asintió con la cabeza.

—¿Quien puede...?

Las palabras en la boca de Mai quedaron atrapadas y un momento después un calor ardiente le cubrió el rostro.

Reeo la señalaba directamente.

Mai se enorgullecía de tener una mente ágil, con una respuesta preparada para cada situación, pero su talento quedó completamente atrofiado y solo pudo decir:

—Oh... bueno, si a ti no te molesta. Está bien... para mí. Estoy de acuerdo... con tu plan.

La joven amante de los libros observó fascinada como una pequeña sonrisa florecía en el rostro de Reeo. El gesto se amplió hasta ser una expresión dichosa que la embellecía muchísimo. Mai no conocía palabras adecuadas en ninguno de sus textos para describir lo que veía.

—Debo ir, debo ir a prepararme para mi plan—dijo Reeo con voz suave —alista un poco de ropa para salir. Después de mi discurso finge asustarte y sal corriendo, ve a la salida norte. Te buscaré ahí.

Justo cuando Reeo estaba por salir corriendo, la pequeña mano de Mai la sujetó con fuerza y dijo:

—Es un gran plan, Reeo. Me gusta, mucho.

La joven más alta sonrió un poco más y asintió sin decir palabras.

Ambas se separaron con sus respectivos temores olvidados temporalmente.


Junno maldijo por milésima vez el hecho de estar atrapado en el pedazo de tierra más aburrido del mundo. Nada interesante ocurría en la aldea olvidada por los dioses que llamaba hogar. El único chisme de interés fue el ridículo que causó Aruh unos días atrás cuando se puso a delirar disparates en mitad de la plaza.

Reppo trató de adornar el asunto con la tontería de que Aruh estaba brillando mientras balbuceaba, pero nadie le creyó. La opción de Yuno era más creíble.

"Un héroe al nivel del gorrión rojo, habrá colocado hongos alucinógenos en el pan al vapor que se comió Aruh antes, exhibiéndolo como el perro indigno que siempre fue."

Todo muchacho sano que se respetara en la aldea odiaba al tonto de Aruh por la injusticia más grande del mundo. El vagabundo con suerte había atrapado entre sus sucias garras a la diosa más deseada de toda la región. Nunca dijo qué clase de artimaña usó, pero donde el resto de valientes fue rechazado con crueldad, Aruh obtuvo un sí de la chica. Y eran pareja oficial desde el año pasado.

Muchos creían, incluyendo varias chicas, que Aruh poseía un sucio secreto sobre Effái y lo usaba para imponerle su voluntad a la diosa de la aldea.

Nadie pudo comprobarlo, pero el solo pensar que ese ordinario granjero podía poner sus sucias manos en los enormes pechos de Effái era cósmicamente injusto. Para muchos, Effái era la reencarnación de la diosa Aeru, pero con más busto. Todo en ella era perfecto, si no contabas su afilada lengua capaz de poner en llanto a cualquier hombre con solo unos pocos susurros.

Eso, la chica era perfecta si se mantenía calladita.

Sin embargo, cuando Junno se acercó al molino con la esperanza de dar una miradita a los gloriosos dulces de Effái lo encontró cerrado y una serie de destrozos en las casas cercanas. Fue casi como si una piedra de la montaña hubiese rodado por el centro de la aldea. Su curiosidad aumentó cuando encontró a toda la pandilla reunida en la fuente central, casi como si esperasen al viejo costal de huesos para una historia.

Al acercarse, el gordo Mitto le dio una sonrisa ladina y lo acercó al borde de la fuente.

—Te perdiste del mejor espectáculo de la temporada, Junno.

—¿Qué ocurrió?

—Sucede que el padre de Effái persiguió al perro de Aruh por toda la aldea para aplastarle la cabeza.

—¿Y eso por...?

—Justicia divina—interrumpió otro de los chicos.

—¡Cállate, Krutt! Yo estoy contando las buenas nuevas.

El pálido chico junto a Junno cerró la boca como si le hubiesen dado un puñetazo.

—Pero tiene razón. Seguramente, el padre de nuestra diosa eterna descubrió que ese perro estuvo disfrutando de Effái sin estar casados. Dicen que lo persiguió desde su casa hasta la aldea para arrancarle la cabeza. Solo escuchamos parte de los destrozos, las amenazas de muerte, y vimos a esa rata escapando a toda prisa.

—¿Y lo atrapó?

—Nadie sabe. El padre de Effái regresó unas horas después sin cadáver. Si no lo dejó tirado en una zanja, seguramente ahora lo odia tanto como nosotros.

Junno suspiró derrotado. El único incidente divertido en años y se lo había perdido.

—Si no lo mató, lo traerá arrastrando para casarlo a punta de espada o Effái termina como iniciada en el templo de las oradoras.

Nadie quiso callar a Mitto por ese comentario. El gusano tenía razón y ahora la diosa estaba realmente fuera del alcance de cualquiera.

La vida era tan injusta.


Effái compartía sin saberlo los pensamientos del grupo de idiotas hormonales en la aldea por la vida. Ella estaba, felizmente, enamorada, aunque tenía que controlarse periódicamente para no saltar sobre Aruh y hacer algo que ambos querían, pero para lo que no estaban listos. Siempre creyó que habría más tiempo, planes, nervios y una larga plática con su padre antes de su boda.

Ahora estaba oficialmente casada con Aruh, en la boda más rápida de la historia, y descubrió que al tener la sortija en su mano no se desbloqueaban mágicamente todos los conocimientos de la madurez que le faltaban.

Cualquier duda fue apartada de su mente y la de sus padres cuando la familia de Aruh, el mayor de la aldea y el amigo de la infancia de su padre explicaron la situación de su dulce tonto. Aunque su papá había actuado la parte de la persecución de Aruh con demasiado gusto, si los rumores eran ciertos.

La boda estaba planeada como una puesta en escena para los curiosos.

Se suponía que no tendría validez sin el sello de su familia, pero Aruh la sorprendió arrodillándose frente a ella antes del evento pidiendole unirse de por vida con ella en verdad.

El bruto, insensible, cabeza de piedra la había avergonzado como nadie en el mundo y se merecía una sola respuesta para semejante pedido.

Sujetó su cabeza y lo besó como se suponía que lo haría al casarse. No fueron los tímidos besos de siempre, ese tenía un poco del hambre que sentía por su tonto. Y por la manera de responderle se supo correspondida totalmente.

Ella quería ir con él inmediatamente, pero para mantener la farsa que lo tendría a salvo, debía esperar un poco. Pronto estarían juntos.

Quería más besos como aquel.


Reeo tenía ganas de gritar.

Su ensayado discurso se había arruinado. Si aquello era parte del plan de Mai se lo concedería.

Era buena, ya que estaba completamente avergonzada y no fue difícil mostrarlo en la cara.

El plan original era que ella lo dijese a la mitad del día escolar en el área común, pero Mai comenzó a declarar su amor eterno e incondicional hacia Reeo a gritos en el pasillo desde la mañana, antes de comenzar las clases. La sorpresa dejó mudas a todas las estudiantes, permitiendo escuchar con detalle el rebuscado discurso de Mai, ella no detuvo su poética declaración hasta que las correctoras se la llevaron arrastrando para que pudieran empezar las lecciones.

La enseñanza fue tensa, por el escándalo matutino y en cuanto se retiró la instructora, las risitas y comentarios estallaron rodeando a la hasta ese momento impopular Reeo.
Todas querían saber su respuesta ante la declaración de amor de la loca del librario.

Solo para ser interrumpidas por una nueva ronda de gritos poéticos de Mai. Las endulzadas palabras de un amor destinado que se escuchaban incluso con la puerta cerrada.

Reeo gimió cuando escuchó la nueva conmoción afuera y a las correctoras, arrastrando de nuevo a Mai fuera de los pasillos. Se sentía tan feliz como humillada, claro que la alagaba el sentimiento, pero Mai siempre se encargaba de llevar esos asuntos al extremo.

Cuando llegó la hora del plan original, toda la academia esperaba atenta más ruidosas declaraciones de Mai o la respuesta de Reeo a la humillación pública más grande en la academia. Los rumores se extendieron tanto que, las correctoras y los profesores aguardaban el desenlace de esa locura.

Para decepción de todos, Mai solo se quedó silenciosa e inmóvil frente a Reeo. Para luego correr hacia ella en el momento más inesperado... y besarla delante de todas las espectadoras.

En un momento estaba tan aturdida por cumplir su sueño de besar a Mai, como molesta por la forma en que había ocurrido, que reaccionó de forma inconsciente y le rugió a la pequeña rubia sin pensar:

¡Mai Genny, prepárate a morir!

Mai salió corriendo como un espíritu en pena con Reeo persiguiéndola a poca distancia. Los rumores estallaron en apuestas de cuantos pedazos quedarían de Mai cuando Reeo finalmente la alcanzara. Si era amor real o una venganza elaborada de la chica del librario no estaba del todo claro, pero con semejante desastre ninguna de las dos podría mostrar su rostro en público por un largo tiempo.

O tal vez para siempre.

Con la ruidosa conmoción nadie en toda la academia notó las sonrisas de dicha en ambas mientras corrían.


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Alguna persona en el viejo mundo declaró que los mejores líderes, los más carismáticos, aquellos destinados desde su nacimiento para estar por encima de cualquier otro, debían vivir en una gran torre de piedra con sombríos guardianes y sus travesuras se realizarían solo en horario nocturno. Naturalmente, el resto de las ovejas sin cerebro en la historia decidió aceptarlo sin dudar.

Incluso sus ilustres antepasados seguían ese tonto patrón sin dudarlo. Naturalmente eso fue razón suficiente para ayudarlos a partir al otro reino. Sus padres se encontraban en la lista de esos lerdos estorbandole en la búsqueda de nuevos placeres y tuvieron que morir también.

Le'luc no era como el resto de los líderes imperiales. En la fortaleza de sus antepasados estaba un doble, fingiendo la risa malvada familiar, ordenando pequeñas matanzas y en general mostrando la imagen adecuada para ser temido y odiado por el ganado al que gobernaba. Mientras que él se deleitaba en una pequeña y bien iluminada cabaña que ningún héroe o revolucionario pensaría en asaltar. Justo al pie del horrendo castillo. El ruido de los animales de granja disfrazaba muy bien el sonido de cualquier imbécil que estuviese torturando o la perra en turno con la que calmase sus apetitos.

Adaptada como el modesto hogar de un granjero próspero, los mejores deleites del mundo desfilaban frente a su puerta. Hoy era el turno de un trabajito de magia cortesía de su hechicero favorito.

—El canto de la montaña ha dado frutos, mi señor. El eco distante resuena en dos personas diferentes, ambos héroes han despertado en la misma era.

La sonrisa infantil de Le'luc se amplió un poco más antes de decir:

—¿Y eso es bueno por qué...?

Un crudo gesto de molestia apareció en el rostro del hechicero por un instante antes de desaparecer y replicar con calma:

—De esa forma, la pluma de la resurrección podrá funcionar nuevamente.

—Oh, ¿esa tonta lámpara finalmente servirá? Todavía recuerdo los balbuceos de mi abuelo sobre esa cosa: el milagro que podría traer de vuelta a todos los reyes de antaño. ¡Viejo tonto! Si reuniera a todas esas serpientes en el mismo lugar, el mundo se quemaría de nuevo por sus peleas para conseguir poder. ¿Para qué compartir poder si puedes tenerlo todo para ti mismo?

—Muy cierto, mi amo.

—Para qué perder el tiempo reviviendo reliquias, amores o parientes cuando se pueden traer a la vida: enemigos y amantes a placer. ¡Los matas y luego los regresas para más diversión! Un postre que jamás se acaba. Debemos traer a esos héroes para hacer funcionar la pluma.

—Se hará enseguida, maestro. Por cierto, ¿dónde está la pluma?

—Juntando polvo en el museo de artes grises, justo en la estatua de la zorra del amor. Ahora sé bueno y crea alguna tontería mágica para... ¡AAGGGHHH!

El discurso del tirano se cortó cuando un pilar de llamas lo rodeó por completo quemando su carne sin piedad.

El hechicero se mantuvo lejos de las llamas con una pequeña sonrisa casi tan brillante como las llamas.

El fuego se extendió con velocidad devorando toda la construcción, a excepción de la encorvada silueta del hechicero, quien parecía indiferente al incendio.

Hasta que su ropa comenzó a arder, pero el fuego solo consumió las opacas túnicas que vestía. Revelando un atuendo diferente y un peculiar bulto blanco en la espalda de aquel sujeto se extendió hasta formar una figura definida.

Un par de alas blancas.

—No necesitaba el tesoro, terráneo. Solo es importante porque en ese lugar se reunirán las llaves del milagro. Nada interferirá en su encuentro y en ese lugar terminará el castigo de Saffron.

Una figura se elevó por los cielos hasta perderse en la distancia.

Mientras que en la tierra una anónima cabaña se consumió hasta que sus podridos secretos se perdieron entre las cenizas para siempre.

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Continuará...