0. EL INICIO DEL "PROBLEMA"

Tobirama e Izuna son amantes desde hace años, quizás no tantos como los que lleva fundada Konoha, pero si que hace tiempo que mantienen relaciones. Pasaron de ser enemigos, a ser aliados por culpa de sus hermanos, a gritarse, pelearse y finalmente acostarse. No entienden ni como sucedió, solo que un día estaban discutiendo en medio del bosque, casi como cada día; gruñéndose como perros marcando territorio y de ahí pasaron a pelearse como siempre que se veían y de pronto, estaban besándose como si necesitaran del aliento del otro para vivir, de ahí, terminaron en casa del Senju gracias a su técnica, donde no perdieron el tiempo en arrancarse la ropa y terminar follando como salvajes. Al despertar, recuerdan mirarse en silencio y vestirse como si allí no hubiera sucedido nada, para al segundo siguiente Izuna marcharse de forma furtiva del hogar Senju, intentando que nadie lo descubriera. Después de eso repitieron una y otra y otra vez... Y así hasta que al final dejaron de intentar buscarle un sentido a eso que hacían, dejando de buscar motivos para encontrarse y tener sexo... Simplemente empezando a disfrutar de algo que les gustaba y gozaban por igual.

A Izuna le gusta como folla el Senju pero no quiere nada más con él... Ama demasiado su libertad, teme sufrir por entregar su corazón a alguien que fue su mortal enemigo y, para que engañarnos, aun existe cierta desconfianza a causa de viejas rencillas que siguen muy vividas en su memoria, cosas de su clan. Sabe que el Senju si ha llegado a enamorarse de él por mucho que quiera hacerse el duro, pero que le jodan... Cuando se canse de esos juegos le dará la patada.

La realidad es que Izuna tiene pavor de lo que le pueden causar los fuertes sentimientos que ya han surgido por el otro y no va a permitirse llegar a tanto, o eso es lo que se dice para auto engañarse a él mismo, cuando la realidad es que ya ha caído en esa trampa llamada amor. El amor es peligroso para un Uchiha si entregan su corazón a la persona equivocada, el amor puede destruir un Uchiha y eso lo saben bien los del clan del abanico, por eso son y actúan de esa forma tan fría...

Izuna le ha concedido la exclusividad, por al inicio su acuerdo fue solo sexo... La verdad es que se acostaron una sola vez producto de la tensión que existía entre ellos tras años de peleas, odios y asesinatos entre clanes, lo disfrutaron y siguieron repitiendo. Y mientras él, se fue enamorando más y más del Uchiha -y pensar que antes los odiaba a muerte-. A medida que su relación se fue haciendo más cercana, ese jodido retaco le fue gustando más y más, de respetar pasó a estar ensimismado, luego atracción, deseo, gusto y si, le había terminado amando. Había conseguido que el Uchiha se convirtiera en su amante exclusivo, cuando antes sabía que Izuna tenía otros amantes por la aldea y fuera de ella. Pero quería más... Llamadle anticuado pero él creía en el amor, la fidelidad, el compromiso, el matrimonio, formar una familia... En cambio los Uchiha parecía promiscuos y poco dados a sentar cabeza en ese aspecto, contadas excepciones claro. Tenía que conseguir que Izuna fuera suyo, sentara cabeza de una jodida vez y llevarle a su bando, el de ser un doncel de bien, su doncel de bien. ¡Joder qué incluso alguien como Madara había sentado cabeza!

–Uchiha, llevamos muchos años siendo pareja... No crees que ya va siendo hora de que nos dejemos de tonterías. Yo no estoy con nadie más y tu tampoco.

–En parte tienes razón... Me plegue a tus deseos en eso, pero estás equivocado en que somos pareja, Tobirama. Puedo concederte el que nos llamemos amantes pero nuestra relación termina en eso.

Y ahí iba de nuevo Izuna y su negación... El Uchiha parecía temeroso a tener algo más solido con él y ya estaba cansado, que no significaba que quisiera renunciar a ese retaco.

–¿De que tienes miedo, Uchiha?

–De nada y déjate de tonterías.

Y ahí iba de nuevo cerrándose en banda. Izuna tenía miedo al compromiso, a amar sin restricciones y solo deseaba seguir en eso que se limitaba a llamar: relación de amantes. Ya lo había intentado muchas veces en todos esos años que llevaban jugando a ese juego, intentado mantener conversaciones con el azabache, intentar que saliera de esa carcasa con la que se protegía y, nada. Pero él conseguiría sus propósitos, él ya estaba preparado para el siguiente paso y todos los que venían después de ese... Y sería tal como él deseaba. En su mundo no podían estar perdiendo el tiempo con miedos e indecisiones, cualquier día podrían morir y él no deseaba hacerlo sin tenerlo todo con la persona a la cual amaba.

Esa noche, igual que siempre que se encontraban, cuando sus obligaciones se lo permitían... Quedaron con Izuna para pasar una intensa velada... Oh cuanto fuego había cuando sus cuerpos se juntaban... Cuanta pasión desenfrenada, cuantas caricias se repartían por sus cuerpos, cuantos besos: Lengua, labios y dientes saboreando la piel del contrario. Sus cuerpos sudados en esa danza sexual, la música de sus pieles chocando, sus gemidos, sus jadeos, sus respiraciones erráticas, la humedad del interior de Izuna al sentirle piel con piel, su pene duro penetrando sin tregua ese canal lubricado, las piernas del Uchiha apretándose contra su cadera... La fuerza en sus movimientos sin necesidad de tener que controlarse; ambos son ninjas, ambos son fuertes y duros. Tan ensimismados y excitados que olvidaron de usar protección; a él se le había olvidado comprar e Izuna no tenía ya, los habían gastado hace dos días en su último encuentro.

–Es igual, te deseo Tobi.– Ahí iba ese cariñoso mote que le había puesto el Uchiha cuando estaban a solas y, sobretodo, en los momentos de intimidad.– Luego te personas en el hospital y me traes la píldora.

Y después de varias rondas y de terminar satisfechos, Izuna se había apoyado en su pecho; si, el muy maldito le hacía estas cosas tan típicas de parejas y luego resulta que no deseaba ser llamado como su novio, ni quería un compromiso real con él...

–Mañana te la traigo.– Mientras besaba su hombro se lo prometía.

A la mañana siguiente Tobirama se propuso a cumplir lo que le pidió Izuna, el llevarle una pastilla del día después tras tan apasionada noche. Definitivamente instaría al Uchiha a usar un método anticonceptivo que no implicara el condón... Sentir el interior de Izuna sin barreras había sido lo mejor, tan absolutamente placentero que deseaba seguir sintiéndolo así de bueno. También sabía que al Uchiha le había gustado sentir como se corría en su interior, sus jadeos y gemidos habían sido más notables, su excitación también había sido mayor por sentir la fricción piel con piel.

Pero al llegar al despacho de su hermano y dejar los papeles que llevaba en la mesa, apreció un documento que no le gustó... Izuna había pedido de ser enviado a una larga misión con su equipo, una misión que le mantendría quizás hasta un año lejos de Konoha. Un año donde no le vería y donde el azabache podría conocer a otros... Además de ver que uno de sus compañeros de misión era un antiguo amante del Uchiha y otro era un maldito ninja que le pretendía y siempre estaba lanzándole indirectas no muy apropiadas e intentando coquetearle. Tobirama gruñó molesto saliendo del despacho... ¿Por qué Izuna no le había comentado nada de dicha misión? Una misión que tenía una preparación de cerca de tres meses para entrenarse como equipo, para cuadrar con los informes que tenían, para tener claros los movimientos, para integrarse e infiltrarse en ese lugar...

–No lo voy a permitir.

No iba a perder a la persona que amaba, no iba a permitir que Izuna se fuera y que encima cayera en los brazos de antiguos ex amantes o de posibles nuevos amantes. El Uchiha era suyo, el Uchiha iba a ser su compañero de vida.

Esa misma mañana, después de pasar por el hospital, fue a ver a Izuna que estaba entrenando en solitario.

–Te traje esto.– Lanzándole una pastilla.

– Perfecto.– Mientras se la metía en la boca y se la tragaba.–¿Te han puesto problemas para conseguirla?

–No, nadie me ha negado ni preguntado nada.

–¿Efectos secundarios?– Mientras seguía entrenando kenjutsu.

–Puede... Depende de la persona que se la toma. A algunos les ha causado mareos durante unos días, otros malestar abdominal... En cambio hay personas que no han notado nada.

–¿Y es efectiva?

–Eso me han dicho, que nunca ha continuado el proceso a quien ha necesitado tomársela. Pero, ¿sería tan malo que no funcionara?

–¡No bromees, rata! Soy un shinobi igual que tú y, como ya te dije, no somos nada más que amantes.

–Tú sigue engañándote, Uchiha.– Y desapareció dejándole allí. No pensaba decirle nada por ahora y no, no se sentía mal por lo que le había hecho a Izuna... Eso si se había producido una concepción.

Las semanas fueron pasando y con ellas un mes e incluso dos. Izuna seguía sin contarle sobre esa misión que en unas semanas más tendría que iniciar... El muy cabezota no contaba con él, aunque estaba seguro de que sabía que estaba informado de la misma.

–¿Está esperando a que le pida explicaciones? O, ¿prefiere que vaya a rogarle que se quede?

Conocía el carácter Uchiha y su independencia y forma de hacer las cosas sin tener en cuenta a nadie, eran bastante egoístas y egocéntricos, sobretodo con los que no eran de su circulo más cercano. Y el circulo más cercano de un Uchiha eran los demás Uchiha, y de esos, primero los que eran de su familia, los más allegados.

Esa noche sintió a Izuna algo distante y taciturno. Se acostaron, claro que si. Ambos disfrutaban del sexo que compartían, su relación, o no relación según Izuna, había iniciado a causa del bueno sexo que descubrieron que tenían, de esa química entre ellos.

Y esa misma noche, después de compartir su cuerpo, de intimar, de liberar su amor hacía el otro, Izuna se sentó en la cama dándole la espalda, notándole tenso cuando le puso la mano a media espalda.

–Esto termina aquí, Tobirama.

–¿Qué quieres decir? ¡Y mírame cuando me hablas!

Pero Izuna seguía sin querer encararle, sin mostrar su rostro.

Lo cierto es que Izuna se estaba sintiendo mal por hacer eso, si que sentía algo por ese que en el pasado había sido su más mortal y acérrimo enemigo, aunque siempre estaba diciéndose que no sentía nada por él, que no eran nada... Pero la verdad es que eso lo decía más por él que porque fuera cierto. No quería enamorarse, aunque ya sentía algo muy fuerte por el albino, no quería sufrir pues cuando un Uchiha amaba era para toda la vida, entregaban todo su ser a ese amor... Eran tan profundos los sentimientos de amor de un Uchiha que si su persona amada moría o les dejaba, enloquecían... O lo que era lo mismo, se volvían seres enloquecidos de rabia, dolor, deseos vengativos y cólera. No, no quería amar, no deseaba enamorarse a tal punto y por eso siempre peleaba con sus propios sentimientos hacía la rata albina. Además se iba a largar a una muy larga misión, hacía más de tres meses que se lo habían comunicado y no era justo pedirle a Tobirama que le esperase, tampoco era justo para él. Y quien le garantizaba que al volver el Senju no hubiera rehecho su vida... No, definitivamente no quería que le rompieran el corazón y terminar mal.

–Quiero decir lo que has oído, Senju. Lo nuestro termina hoy.– Se levantó dispuesto a marcharse, por eso se había personado en casa del albino, para poder irse y no tener que pelear para echarlo de su hogar, como tendría que haber hecho si se hubieran encontrado en su propia casa.

Vio a Izuna levantarse, empezar a buscar su ropa para vestirse.

–¿Es por la misión? La que has aceptado hacer junto a tu ex y ese que te va detrás como perrito faldero...

–Esa misma. – Cuando le dijeron que tenía que ocuparse de esa misión no se esperaba que Taki Hyuga estuviera en ella, tampoco Ryoma Uzumaki. Pero si Tobirama se enfadaba con él... Mejor que mejor para esa ruptura.

–Izuna, ¿te has estado sintiendo bien estos días?

Y ahí el Uchiha si que le miró confundido... ¿Cómo sabía Tobirama que esos últimos días se había sentido algo raro? Algunos días se había despertado con acidez estomacal, en otras ocasiones con dolor de cabeza e irritación, días en que se sentía cansado y solo quería dormir unas horas más y a veces se sentía algo mareado.

–¿Qué sabes de eso?

–Creo que antes de irte de misión tendrías que ir a hacerte un análisis.

–Mañana tenía programado uno.– Era algo normativo antes de irse a una misión tan complicada y larga. Tenían que estar sanos pues de ello dependía el éxito o fracaso de la misión.

–Pues entonces estoy seguro de que nos veremos mañana... Uchiha.– Y se tumbó en su cama con una sonrisa algo taimada.

Miró en sospecha al Senju y su pose satisfecha y ufana de si mismo. Ese sabía algo... Y ahora aun tenía más ganas de ir al hospital a hacerse ese chequeo, y eso que a él no le gustaban demasiado los doctores.

...

Izuna azotó la puerta de su despacho con fuerza y en dos grandes zancadas se plantó a su lado y le dio tremendo puñetazo.

–¡Puto cabrón! ¡Maldita rata albina de mierda!

–¿Qué sucede, Uchiha?– Mientras se sobaba la mandíbula tras tremendo impacto.

–¿Que qué sucede? ¡Sucede que me has preñado!

Le había dicho esas palabras la noche anterior al azabache por decirlas, lo cierto es que Izuna había escondido muy bien cualquier posible malestar... ¡Uchihas! Ellos y su maldito hermetismo. El azabache disimulaba y se guardaba todo para si mismo de forma tan eficiente que ya hasta creía que no habían habido consecuencias de esa noche de arrolladora pasión sin preservativos y en la que no le dio la pastilla.

–¡No te rías idiota!– Encima parecía orgulloso de haberle dejado embarazado.– ¿Qué no eran tan efectivas esas pastillas?

Y la mirada rojiza que le dedicó el Senju así en burla con levantamiento de cejas incluido le hizo comprender... Y le miró acusándole.

–Exacto, no era una píldora del día después Uchiha. Era una pastilla de vitaminas.

–¿Cómo te has atrevido?

–Te quiero maldito Uchiha. Llevo años intentando que avancemos en nuestra relación y tu siempre negándote a ver que entre nosotros ya no queda nada de esa primera relación que iniciemos donde solo compartíamos sexo sin compromiso... Eso ya evolucionó hace tiempo, tenemos sentimientos el uno por el otro. Te he pedido salir, incluso te pedí matrimonio... Más de una vez. Y siempre me ignorabas y cambiabas de tema. Así que no me has dejado otra opción...

La mirada fúrica del Uchiha y el sharingan brillando peligroso en sus cuencas oculares, le tendría que haber servido a su cerebro para dar la orden a su boca de cerrarse y a su cuerpo de ponerse en guardia... Pero él era Tobirama Senju y no temía al azabache, cuando sabía perfectamente que el Uchiha era de temer.

Los objetos rompiéndose y el ruido de golpes saliendo del despacho de Tobirama Senju pusieron sobre aviso a los ninjas que pasaron por ahí, estos a su vez avisaron al Hokage y a Madara Uchiha -segundo al mando en la aldea-, que corrieron hacía el despacho del albino y entraron observando perplejos la pelea, si es que se la podía llamar de esa forma. Izuna Uchiha estaba intentando, y consiguiéndolo, golpear con todas sus fuerzas a un Tobirama Senju que le bloqueaba dichos golpes y buscaba cubrirse para evitar el mayor daño posible, no consiguiéndolo en la mayoría de ocasiones.

–¡BASTA!– Buscó detener esa pelea Hashirama.– ¡Mady, ayúdame!

Mientras intentaba contener al escurridizo y muy cabreado Uchiha.

–¡No le hagas daño!– Gritó a su vez Tobirama al ver como su hermano estaba dispuesto a agarrar con alguna llave a Izuna Uchiha.

–Pero... ¡Estoy intentando ayudarte, Tobi!

Vale, eso era extraño... Madara no pensaba ayudar a Hashirama contra su hermano, para él ver como Izuna apaleaba a la rata albina era todo un espectáculo digno de disfrutar, hasta pagaría por eso, aunque ahora le estaba saliendo gratis... Pero que el mismo apaleado defendiera a Izuna era extraño, y más viniendo de alguien como la rata.

–¡Izuna!– Ordenó... Pero su hermano no le hizo caso, estaba demasiado encegado de rabia y fuera de si. Y fue por intervenir, más al ver como en su afán por separarles, sin hacer daño a Izuna, Hashirama se había interpuesto y había salido golpeado. Agarró a su hermano... Pues parecía que la cucaracha albina no iba a aprovechar eso para golpear a Izuna. Y le retuvo aplicando fuerza.

–¡Que os he dicho que no le hagáis daño!– Y ahora el golpeado fue él, Tobirama le dio un puñetazo para conseguir que soltara a Izuna.

Se levantó furioso para observar como Tobirama estaba agachado junto a Izuna y le levantaba la barbilla con sumo cuidado, preocupándose por su estado. Su hermano mismo había caído al suelo, o más bien se había dejado caer, con la respiración acelerada y la mirada turbia y atormentada.

–Izu... Ya está, tranquilo.– Musitaba con voz suave Tobirama.

Vale, no entendía nada y Hashirama estaba igual que él. Se miraron confusos.

–¿Qué mierda sucede aquí?– Se plantó ante ambos, cruzándose de brazos. Y ahí vio que algo había afectado a su hermano, algo que implicaba a la rata albina.

–No te incumbe...– Masculló Tobirama mientras ayudaba a levantar a Izuna y le sentaba en su sillón, aunque este enseguida hizo un veloz movimiento de brazos para evitar que siguiera tocándole mientras le miraba enfadado.

–Tobi... Habla. Te lo pido como tu hermano mayor, no me hagas ordenártelo como tu superior.

Miró una vez más a Izuna, pero este le desvió la mirada centrando sus brillosos ojos negros en el suelo. Suspiró.

–Yo...– ¿Cómo empezaba?

–Estoy embarazado... Me ha cabreado descubrir mi estado, se lo he venido a contar y me ha hecho un comentario que me ha molestado.

Ambos hermanos mayores se quedaron con la boca abierta, Tobirama mismo se quedó con la boca abierta... ¿Izuna le estaba cubriendo? Cuando el azabache le dio una mirada intimidatoria y de advertencia le quedó claro que si.

–El muy idiota me ha preguntado si estaba seguro de que él era el padre... Me ha cabreado que dudara de mi y le he pegado... Desde mi punto de vista se merece la paliza.– Añadió Izuna a su explicación anterior.

–¿¡Has preñado a mi hermano, jodida rata de mierda!? Te voy a castrar, pero antes te voy a aplastar con el...

–¡Ya basta, Madara! Si, estoy embarazado, pero ha sido cosa de los dos que esté en este estado.– Cortó el menor de los Uchiha. Su mayor no tenía derecho a reclamarle nada, él mismo ya había sido padre, porque estaba claro a quien se parecía Hanna de los dos posibles padres, así como Taichi se parecía más a Hashirama.

Tobirama miró al azabache al cual amaba, confuso, analizando el motivo del porque le defendía... Con lo fácil que sería decirle a Madara y a Hashirama lo que había hecho; el darle unas vitaminas en vez de un anticonceptivo tal y como quedaron. Y que el primero le matara ahí mismo achicharrándole con el amaterasu.

–¡VOY A SER TÍO!

El grito de Hashirama, que parecía que por fin había asimilado toda la situación, rompió la tensión en la oficina y les hizo saltar en sus lugares. Apartó a Madara de un empujón en toda la jeta y se acercó a Izuna, sujetando sus manos con cariño.

–¡Todo va a ir bien, Izuna-chan! Yo me ocuparé de tu embarazo y no, no es molestia para mi. Estoy encantado de que en unos meses más voy a poder cargar entre mis brazos a mi sobrinito. ¡Estoy tan feliz!– Luego había mirado a su hermano.– ¡Ya era hora Tobi! Me has hecho esperar años para darme tan feliz noticia, ¡por fin!

–Hashirama... Idiota atontado.– Mientras se sobaba la cara donde el otro le había apartado de un manotazo y le había hecho caer al suelo.

–Sabes, Tobirama lleva años loco por ti...– Ignorando a Madara. Y haciendo levantar a Izuna y llevándoselo con él.– Mira que le has hecho esperar, Izun… ¡Que malo eres! Ya pensaba que ibas a dejar a mi hermano para vestir santos...

Tobirama les siguió y consiguió salir antes de que Hashirama cerrara la puerta de forma distraída, escuchándose un fuerte ¡ploff!

–¡Jodido atontado!– Se escuchó desde dentro de la oficina.

–Eh, yo...– Pero el Senju mayor se lo llevaba sin que pudiera negarse y no le dejaba decir nada, le arrastraba como una marea.

Ninguno de los 3 hizo caso de Madara que era el que se había comido la puerta.

–Buscaremos a otro para esa misión, no te preocupes... Tsk, si llego a saber que estabais en eso con mi hermano no te habría pedido que fueses a ella.–Sin dejar hablar a Izuna.

Lo cierto es que había sido Hashirama el que le había pedido a Izuna que se ocupara de dicha misión tan larga. El motivo era muy sencillo, quería alejarle de su hermano para proteger a su menor... Tobirama estaba enamorado de Izuna, pero el Uchiha nunca le daba pie a nada más que no fuera esas quedadas para salir a cenar, sexo y entrenar. Veía como su querido hermano quedaba tras cada nueva negativa, tras cada nueva desilusión... Así que creyó que lo mejor era separarles. Con la distancia entre ellos y el tiempo, quizás su hermano iba a olvidar a Izuna Uchiha y a buscarse a alguien que si le correspondiera en la misma magnitud o, quizás con esa misión tan larga, Izuna reordenara sus pensamientos y se diera cuenta de que si sentía realmente algo por Tobirama y terminara aceptando una de las proposiciones de matrimonio de su hermano menor.

–Vale... – Le respondió titubeante al Senju moreno. Hashirama siempre tenía esa capacidad de marearle y confundirle.

–¡Jajajaja! Pero escucha, a partir de ahora si mi hermano te hace enfadar díselo a Madara... ¡No espera! A Mady no, que entonces te quedas sin padre para tu pequeño... Mejor dímelo a mi y yo me encargaré de poner a Tobi en su lugar. ¿De acuerdo? Pero lo último que quiero es que podáis haceros daño, tú y tu pequeño quiero decir, golpeando la dura cabezota de mi hermanito.

–Vale... –¿Era en serio? Estaba preñado, no impelido y menos si se trataba de golpear a alguien. Era bien capaz de apalear a alguien y sino que se lo dijeran a la rata albina, miró hacía atrás de forma disimulada viendo que les estaba siguiendo y sonrió orgulloso al ver como le había dejado. De fondo la perorata sin fin del animado Hokage continuaba, ¿qué le estaba diciendo ahora? ¿Algo de una cuna y no se que de adornar un cuarto? Pero si para eso faltaban muchos meses aun... Suspiró de forma imperceptible.– Me siento algo cansado, ¿sabes?

–Oh, si, cierto... Recibir esa noticia deber haber sido toda una montaña de emociones, además que mi hermano y su poco tacto te han hecho molestar... Es idiota, yo creo que se le cayó a papá de bebé y por eso es así...– Observó el bello y fino rostro del Uchiha algo hastiado y como le elevaba una ceja mientras se le notaba inquieto y deseoso de marcharse. Izuna no le soportaba, suspiró para si algo desanimado, tenía que esforzarse más… – Ves a descansar por el resto del día Izuna-chan. Mañana ya hablaremos de las opciones y todo lo demás.

¿Mañana tendría que seguir escuchando/hablando con el emotivo de Hashirama? Que alguien le rajara de lado a lado y le hiciera el favor de matarle... Mostró una sonrisa llena de tirantez antes de desaparecer.

Esa misma noche, un Tobirama ya curado y con alguna bandita en alguno de esos cortes que le había provocado con sus golpes, llamaba a su puerta. Le abrió dedicándole su más fría mirada... Que fue absolutamente ignorada por el otro.

–¿Me dejas entrar?

Se hizo a un lado para que el Senju pasara, mientras él iba hacía el comedor y se sentaba en uno de los cojines.

–¿Por qué lo has hecho?– Izuna le levantó una de sus finas y elegantes cejas.– Ya sabes que quiero decir.

Largos minutos en silencio sucedieron, ya pensaba que el Uchiha no iba a responder, era tan terco cuando quería.

–Quiero un té.– Vale no era la respuesta que esperaba, pero sabía que el azabache estaba dispuesto a hablar.

Se levantó dispuesto a hacer té para ambos, aunque estaban en el hogar de Izuna hacía tantos años que tenían una relación que era como si fuera la propia... Había pasado tanto tiempo y tan buenos momentos en esa casa.

Con un vaso de té delante de cada uno, esperó mientras disfrutaban de las propiedades relajantes de la bebida caliente.

–No tenían porque conocer los detalles de algo que solo nos concierne a nosotros.– Empezó el Uchiha.

–Si hubieras hablado, Madara habría terminado lo que habías empezado en esa oficina... Pensaba que eso era lo que deseabas.

Negó con suavidad.

–Solo deseaba desquitarme contigo... No esperaba estar embarazado, aun no puedo creérmelo.– Aun creía que habían confundido su muestra de sangre con la de algún otro o algo.

–A mi también me cuesta de creer, aunque es plausible porque lo hicimos sin protección.– Izuna le miró achicándole los ojos.– Y porque no te di la pastilla que era...

–¿Por qué?– Demandó.

–Me gustas Izuna... No, te amo Izuna Uchiha. Yo, Senju Tobirama amo a un Uchiha desde hace años... Pero tu nunca me has creído o... No se. Y no quería perderte.– Había actuado como un estúpido, aunque seguía sin arrepentirse.– Volvería a hacerlo, ¿sabes?

Resopló ante esa confesión y ese descaro, pero así era el Senju... Directo, sincero, sin tacto. Notaba el rostro algo caliente, desvió la cara para disimular lo que esas palabras le causaban.

–Supongo que no he contado la verdad para que no te matara mi hermano...

–¿Supones?– Izuna asintió y él lo dejó correr, no le sacaría más al azabache si le presionaba.

–Tu también me gustas jodida rata albina.– Levantando los hombros para quitarle importancia.–No quería que murieras, menos por la mano de mi hermano.

–¿Esa será la máxima confesión que podré sacarte, verdad?– Reviró los ojos al verle asentir.– ¡Uchihas!

Metió la mano entre la manga de su kimono y sacó lo que había comprado.

–Esto es...

–Una prueba de embarazo.–Menudo despistado era el Uchiha. –Tu dices que no terminas de creértelo... Seguro que piensas que en el hospital son unos ineptos y han confundido tu análisis. Yo no he podido vivir el ver el resultado... Esto nos ayuda a ambos.

Hacía tantos años que se codeaba con los Uchiha; ya fuera peleando como ahora conviviendo y teniendo una relación con su ex mayor enemigo, que sabía como pensaba el azabache y lo desconfiado que llegaba a ser. Por eso mismo, por conocerle, era que sabía que el Uchiha le amaba pero se mentía a si mismo e intentaba engañarle a él.

"Te conozco bien Izuna, te conozco hasta mejor de lo que te conoces tu..."

El azabache agarró la prueba y le examinó entre sus hábiles y delicados dedos, unos dedos que de delicados solo tenían la apariencia, Tobirama sabía de antemano de lo que era capaz Izuna con sus manos.