21/22- POSTPARTO y HORMONAS

Ahora mismo Izuna se odiaba… Ya se lo habían advertido pero todo y eso no se reconocía a si mismo… Estaba sensible y todo le afectaba, ¡cualquier tontería! Le habían dicho que era por las hormonas que aun estaban en su cuerpo haciendo estragos y que no se reconociese a si mismo, también por la carga emocional del momento, por tenerse que adaptar a esa nueva forma de proceder al tener dos bebés. Otra cosa que le afectaba eran los dolores en su cuerpo; joder si aun sufría como si fueran contracciones… Hashirama los había llamado "entuertos" y había tenido que dar una medicación y todo… Fue bochornoso para él confesar que le estaba ocurriendo y que le dolía. Su cuñado le explicó que a veces en partos múltiples y arriesgados sucedía en los primeros días, pero que se le pasarían y más con esa medicación pautada.
Y como no olvidar el sangrado… Que también le causaba vergüenza porque debía llevar unas compresas y le resultaban muy incómodas y, ¡joder! Que era un hombre aunque pudiera dar a luz… Además del agotamiento, el no poder hacer ejercicio porque su suelo pélvico no se que cojones le habían dicho… Vamos que sólo podía dar paseítos de unos 30 minutos y ya.

Había intentado hacer más ejercicio pero cayó redondo, por suerte en ese momento no llevaba a sus hijos sino sería otro motivo de preocupación porque les hubiera podido hacer daño al caer… Como iba diciendo cayó redondo, por el dolor en su parte baja, la presión sanguínea, el sangrado que le debilitaba… Le encontraron desmayado y esa misma noche sufrió de fiebre…

Tobirama le metió bronca… ¡Maldita rata de mierda!

Hashirama le metió bronca, ¿como se atrevía ese idiota?

Su hermano mayor también le metió bronca, ahí bajó la cabeza. Cosas de la jerarquía y el respeto que le tenía.

Y cómo estaba tan "delicado" por esas jodidas hormonas, lloró desconsolado porque los tres le estaban riñendo y se sintió horrible… Recuerda que sus bebés terminaron llorando con él y ahí ya no hubo forma de detener eso durante más de media hora. Al final Mito fue la encargada de hablar con él, pues ante su llanto los varones mostraron respuestas diferentes.

Madara se lo miró como si le hubieran salido 3 cabezas y se hubiera puesto azul y llamó a Mito desesperado no sabiendo como afrontar el verle llorando, nunca le había visto llorar por nada… Ni ante las más terribles heridas.

Hashirama, por su parte, se puso a llorar con él, acurrucado en un rincón mientras le pedía perdón por ser un tonto y haberle abroncado.

Tobirama se cruzó de brazos y, primero, le dijo que lo decía por su bien con esa mirada hosca y incomoda ante esa muestra de sentimientos tan abierta, luego fue a abrazarle intentando calmarle y consolarle, hasta que entró Mito, que había sido llamada por Madara, y les pidió que la dejaran hablar con él. Tobirama salió llevándose a un dramático Hashirama con él, esperando que la Uzumaki lograra calmar a un emocionalmente inestable Izuna.

Mito, le dejó llorar. Ella había pasado por las mismas situaciones durante los embarazos que había afrontado. Y una vez se calmó, le explicó con dulzura que su cuerpo debía recuperarse tras cambiar por el embarazo y para lograr afrontar el parto, que ahora debía recuperarse pues el estrés afrontado por esos meses y el largo parto le habían pasado factura. Debía dejar de sangrar, eso sucedería paulatinamente y cada vez lo haría en menor cantidad. Debía ejercitar su suelo pélvico para que volviera a su tono anterior cuando su útero volviera a su estado normal… Y eso podría empezar a hacerlo cuando el sangrado se detuviera. Que debía hacerlo poco a poco para no dañar más su cuerpo, que también estaría agotado y necesitaría alimentarse bien para tener suficiente leche para sus bebés y, sobretodo debía dormir, cuando sus pequeños le dejaran, que aprovechara esos momentos de reposo que le darían sus pequeños. Mito le explicó que por ahora podía empezar a andar para favorecer que sus músculos volvieran a tonificarse y oxigenarse con el movimiento. Pero que debía hacer poco, unos 30 minutos diarios.

Y por eso Izuna se odiaba… Se sentía laxo de ahí abajo, con molestias, incómodo, con cierto dolor, cansado y algo falto de sueño y, solo podía pasear como si fuera un ancianita. ¡Era ridículo! Él era un poderoso ninja y en cambio a eso se había reducido. Por suerte había encontrado la manera de hacer más ejercicio sin contradecir a la voz de la experiencia, léase Mito. Se ponía unas mochilitas porta bebés y se llevaba a sus hijos con él, uno delante y el otro en su espalda. Eso se podía considerar caminar con peso extra incorporado, cada uno de sus niños pesaba entre 3-5 kg. Más el material que llevaba por si sus pequeños necesitaban algo, con lo cuál calculaba que llevaba entre 12 y 15 kilogramos encima. Eso se podía considerar trabajo de fuerza, y encima no le podían reñir porque estaba andando despacio, sin correr, sin pelear, sólo caminaba. Sonrió por su astucia.

Aunque su sonrisita autosuficiente se borró al sentir unas presencias a su lado… Las chismosas esas que siempre buscaban hablarle… Eran otras madres que también tenían bebés, aunque algo más grandes que los suyos y usando cochecitos y toda esa basura que debiluchos. Levantó la cabeza orgulloso, sus bebés eran los más pequeños con diferencia y él ahí estaba, ya andado y haciendo actividad ¿Qué pasa? Estaba cumpliendo con lo dicho por Mito… A su manera, claro.

Otra nueva presencia le hizo gruñir y encararle.

–¡Te sigo odiando, rata!

Se notaba a leguas que estaba cabreado con su pareja. Él estaba sufriendo todo ese calvario; que si, que amaba a sus hijos, pero que era un shinobi y en cambio había estado gestando, pariendo y ahora estaba castigado a ese tipo de actividades vete a saber por cuánto tiempo, ya le habían dicho que mínimo unas 5-6 semanas. Era horrible… ¿Y Tobirama? Pues el muy cabrón estaba tan pancho. Porque clarooo como él no era el que había cargado en su interior a sus bebés, su cuerpo no había sufrido todo eso, no necesitaba recuperar nada, ni su cuerpo requería tiempo para sanar… Era un desgraciado y estaba muy cabreado con el albino. Él disfrutaba siendo un shinobi, peleando, realizando peligrosas misiones y en cambio eso es lo que le tocaba… ¡Mierda! Le daban ganas de llorar de nuevo por esa tremenda injusticia. Y encima el muy imbécil en vez de comprenderle le reñía porque quisiera volver a estar en sus máximas capacidades y tenía el descaro de decirle que era por su bien. ¡¿Qué no veía que estaba frustrado y sensible?! ¡Ser doncel era una basura! ¡Que le preñasen era otra basura!

–¡No voy a permitir que me vuelvas a tocar, idiota!–Habló con evidentes notas cabreadas en su profunda voz.

–Vamos Izuna, ¿aun estás cabreado porque te reñí?

–¡No debías hablarme de esa forma! Me tratas injustamente y estoy pasando por mucho.

–Que mal compañero… Que vergüenza de varón tratar de esa forma a su pobre pareja…

–Con todo lo que tenemos que aguantar las madres y encima recibir ese mal trato…

–Que injusticia…

Tobirama con una gota imaginaria en su frente al oír las, nada disimuladas, voces de todas esas madres que paseaban con sus bebés y que les estaban siguiendo. Se giró hacia ellas.

–Les importa? Es una conversación privada– Mientras las miraba taciturno.

–Déjalas Tobirama, están caminando… Lo único que podemos hacer ahora para no aguantar tus reproches.– Defendió Izuna a esas otras caminantes, mezclando la situación de ella con la propia de tan molesto que estaba.

Había resentimiento en la voz de su azabache. Y encima las chismosas ahí iban de nuevo, metiéndose en su "conversación".

–Los varones siempre opinando… Como si supieran lo que es mejor para nosotras y los niños…

–Si, pero luego somos nosotros quien debemos ocuparnos de los bebés… –Opinó otro doncel con un bebé de unos tres meses mientras se unía a los reproches contra el varón albino y los hombres en general.

–Les gusta mucho hacerlos pero no cuidarlos…

Tobirama gruñó e Izuna le levantó una ceja estando de acuerdo con lo que decían esas mujeres y donceles que les seguían como un séquito.

–Y ordenar como si supieran todo…

–Tendríamos que declararnos en huelga y tal como dice Uchiha-san no permitir que nos toquen de nuevo hasta pactar nuevas y mejores condiciones.

Izuna asintió a esa última parte y sonrió de forma torcida.

Y Tobirama temió.

Izuna era capaz de cumplirlo, e imaginar que no podía tocar a su Uchiha de nuevo era algo horrible, estaba de acuerdo en no volverle a preñar… Había sufrido mucho estrés al ver como se le detenía el corazón en el parto y ni loco quería que su azabache volviera a pasar por algo así. No quería perderle. Pero una cosa era tomar medidas para no volver a preñarle y la otra no intimar de nuevo con él… Si ya esa espera porque su amado estaba recuperándose y estaba cansado y su cuerpo adolorido le estaba resultando una maldita tortura, no quería imaginar cómo sería no tocarle de nuevo de por vida. Y tal como era Izuna de vengativo y como tal, seguro que era capaz de cumplir esa amenaza… ¡Uchihas!

Amaba mucho a su azabache, pero tampoco estaba encegado de amor y sabía ver que Izuna era un hijo puta de cuidado cuando se encabronaba.

Pero aunque le amase, eso tampoco significaba que se dejaría atacar por toda esa horda de chismosas, mientras Izuna disfrutaba de ver como todas y todos le miraban como el ser despreciable que creían que era y, en cambio miraban al pequeño doncel Uchiha como si fuera una pobre víctima que no tenía la culpa de nada. ¡Eso no pensaba tolerarlo! Él también tenía su orgullo y, además, tenía clarísimo que no había obrado mal. Si, estaba trabajando unas horas al día para cumplir con su función de mano derecha del Hokage, pero en cuánto podía volvía a casa para ocuparse de sus hijos y su pareja. Estaba claro que no podía dar de mamar a Hajime y Kano, pero si que les cambiaba el pañal, cocinaba a Izuna para que comiera sano y balanceado. Le vigilaba para que no se sobre esforzase, como ahora que estaba llevando a sus dos bebés y no le permitía ayudarle con ese peso extra, cuando no debía llevar pesos… Si es que le conocía muy bien… Eso lo estaba haciendo para entrenarse. Vale, estaba caminando, pero con todo eso encima… Calculaba que unos 14,5 kg estaba cargando. ¡Que cabezota era! No entendía el concepto de suave y relajado. ¡Que acababa de dar a luz! ¡Jodido Izuna! ¡Que casi muere dando a luz! Y ahí estaba llevando todo encima para hacer más esfuerzo… Y encima con la anemia que tenía por la importante pérdida de sangre y eso sin contar los dolores de los que se medicaba. ¡Maldito terco de los cojones! ¡Ah, pero él era el malo de toda esa situación! Ahora vería…

–Izuna… Te reñí porque al segundo día de parir ya estabas yendo a entrenar como shinobi de alto nivel… Después del complicado parto por el que pasaste, después de perder tanta sangre, de casi morir… Y te hallemos desmayado tras horas de búsqueda, con una importante hipotermia. Y luego estuviste todo el tercer día tras parir a 40º de fiebre por tu inconsciencia. ¡Estábamos muy preocupados por ti! No sabíamos donde habías ido o si te había sucedido algo, y así fue, te sucedió.

Haber ahora si las chismosas le creían a él el malo de todo…
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Ese día había tenido que ir a la oficina, él no quería dejar a su pareja y bebés, Izuna acababa de parir, apenas era el segundo días tras el parto… Pero su hermano era bastante tonto y capaz de entregar la aldea entera sino le controlaban. Con gran molestia y preocupación dejó a su amado y fue a esa reunión para que su hermano no regalase hasta sus gallumbos* por cuatro frasecitas que le dijesen.

Lo que terminó ocurriendo es que la tediosa reunión se alargó en demasía, le fueron a buscar de forma urgente. Eran los alumnos de su pareja con sus llorosos bebés. Izuna había contratado a Kagami y Torifu, porque eran muy responsables y sabían cuidar bebés -para su consternación mejor que ellos-, y ahí estaban ahora buscándole porque Hajime y Kano habían empezado a llorar e Izuna aun no había vuelto cuando había dicho que sólo estaría una hora y poco más fuera. Y de eso ya hacía 3 horas. Sus hijos tenían hambre y su madre no había aparecido en el tiempo estipulado… Eso le preocupaba.

Volvió a la reunión y se excusó, pero su hermano le preguntó qué sucedía al verle tenso y tan preocupado. Se lo dijo. Y en pocos minutos estaban Hashirama, Madara y él mismo ocupándose de rastrear a Izuna. Mientras sus bebés se quedaban al cargo de Mito y los adolescentes.

Cuando encontró a Izuna ahí tumbado en la tierra, tan quieto, su corazón dio un vuelco. Temía acercarse por si estaba muerto, era algo que no sería capaz de afrontar, y a la vez, deseaba acercarse presuroso pues su amado le necesitaba. Es lo que terminó haciendo mientras gritaba el nombre de su pareja.

Le hallaron frío, por las temperaturas de esa época del año, la falta de movimiento y la fuerte anemia que sufría el doncel tras el reciente parto.

Corrieron al hospital, donde le subieron la temperatura e Izuna volvió en sí. Le dejaron ir a casa para que estuviera más tranquilo, Izuna odiaba estar en el hospital, y pudiera cuidar de sus bebés, pues había estado preguntando por ellos desde que recuperó la consciencia. Tobirama sólo le miró serio pero no le dijo nada, aun estaba algo en shock porque casi le pierde por segunda vez en apenas dos días... Esa misma noche empezó la fiebre. Izuna llegó a estar a 40 grados y avisó a Hashirama. Se presentaron en su hogar su hermano y el puercoespín., ambos sumamente preocupados.

Consiguieron bajar la fiebre de Izuna aunque fue una ardua pelea… Fue allí donde descubrieron que su terca pareja, además sufría de ese mal llamado entuerto que le provocaba dolorosos pinchazos. Y fue al conseguir que ya no tuviera fiebre que ya ninguno de los 3 varones se calló… Era por el bien del doncel azabache, les había tenido tan ansiosos y estresados por su "aventura" y sus consecuencias, manteniéndoles en vela durante toda la noche. E Izuna se puso a llorar inconsolable y muy sentido. Hashirama antes de que él mismo quedara afectado por ese llanto le dijo que eran las hormonas que aun tenían muy sensible a su pequeño cuñado. Luego no soportándolo más se puso a llorar junto al doncel a moco tendido, disculpándose por hacerle sentir así. Madara tras la conmoción por presenciar ese sorpresivo y sentido llanto de su hermano menor había desaparecido, para ir a buscar a Mito. Él intentó calmar a su amado en vano. La llegada de la Uzumaki fue una salvación para los que quedaban en ese cuarto, pues no había manera de calmar a Izuna.

¿Y su pareja seguía enfadado por eso mismo? Y ahora encima se escudaba en sus ¿compañeras de paseos? Pues a ver si después de saber que el culpable de esa situación era Izuna dejaban de juzgarle a él que sólo había estado muy preocupado por la salud de su pareja.

Pero frunció el ceño al verlas, esas mujeres y donceles, en vez de estarle dando la razón y reñir a Izuna por su mala elección y su impulsividad al querer ponerse a practicar las artes shinobi tras dos días de dar a luz en vez de esperar a estar bien… Le estaban abrazando y consolando.

–Debe ser duro para usted Izuna-san… Relegado de sus funciones de guerrero y afrontando esta etapa tan complicada y donde tiene que cambiar, dejando atrás a lo que estaba acostumbrado…

–Sus viejas rutinas y todo lo que conocía y le definía ahora quedan en el olvido hasta que si cuerpo sane…

–Es muy injusto lo que sufrimos y aguantamos para tener a nuestros amados bebés, es un cambio tan grande…

–Cuesta muchísimo readaptarse a la nueva situación…

–Quieres volver cuanto antes a lo que te gustaba y lo que hacías y en cambio descubres que no es posible…

–¡Y ellos no lo entienden! Y en vez de ser comprensivos dan por hecho que es fácil cambiar tanto tu vida y que encima debes aceptar ese cambio porque si…

–Claro como ellos continúan pudiendo hacer sus vidas, no entienden lo mal que sienta y lo que frustra abandonar tus sueños y metas todos esos meses… Y encima nos juzgan si expresamos esa rabia y frustración…

Tobirama iba a quejarse de porque a él le reñían y le juzgaban y, en cambio, a Izuna, por ser tan inconsciente y poner en riesgo su vida, no… Pero se calló y escuchó. Frunció sus cejas al ver que si que había juzgado sin saber… Si él estuviera en el lugar del doncel, y más conociéndolo, se sentiría tal como decían esas madres. Estaría molesto por no poder seguir haciendo lo que más le gusta. Sabía que su Izuna amaba a sus hijos, pero era un shinobi y toda su vida había entrenado para ser el mejor guerrero, cada día durante horas empleando su tiempo en superarse y hacerse más fuerte, igual que hacía él mismo. Y de pronto, por un embarazo y ahora el post parto toda esa rutina, esa vida, esas metas se habían visto truncadas. Era normal que Izuna estuviera de los nervios, estresado y deseando empezar con lo que le gustaba cuanto antes. Eso no significaba que fuera a dejar a sus bebés de lado, sino que buscaría compaginar entrenos con cuidado de los niños. Bajó la mirada y suspiró.

–¿Cuánto tiempo te queda de paseo? Me gustaría acompañarte, si me dejas… Podemos alargarlo un poquito más si me permites cargar a alguno de nuestros hijos.

Izuna le miró largo rato, luchando contra sus propias emociones… ¿Seguir enfadado o aceptar las disculpas de Tobirama? Porque tenía claro que esa era la manera de disculparse del Senju.

Los chismosos que les habían acompañado, sido testigos de la "discusión" entre la pareja, soltaron exclamaciones de dulzura al ver ese gesto del alto albino.

–Que buen compañero…

–Ya me gustaría a mi que mi Ryo fuera tan gentil y me acompañara…

–¡Y a mi!

Izuna le dedicó una sonrisa torcida antes de pasarle a Hajime, al que llevaba en el porta bebés del pecho. Y juntos empezaron a caminar uno al lado del otro, rozando sus manos hasta que terminaron entrelazando sus dedos meñiques.

Ya habría tiempo de entrenar y, cuando Izuna pudiera, lo harían juntos… Por ahora él también se tomaría unos días de descanso, por solidaridad con su Uchiha.