EPÍLOGO

Lincoln nació nueve meses después de la Lluvia del León, mientras yo estaba encerrada en la mesa de piedra del Chacal. Temiendo que nuestros enemigos persiguieran al niño si sabían de su existencia, Mustang mantuvo su embarazo en secreto a bordo del Dejah Thoris hasta que pudo dar a luz. Entonces, dejó al bebé a cargo de la esposa de Kavax en el Cinturón de Asteroides y regresó a la guerra.

La paz que pretendía firmar con la soberana no era solo por ella y por su pueblo, sino también por su hijo. Quería un mundo sin guerra para él. No puedo odiarla por eso. Por ocultarme este secreto. Tenía miedo. No solo de no poder confiar en mí, sino de que yo no estuviera preparada para ser la madre que mi hijo merece. Por eso me ha estado examinando todo este tiempo. Estuvo a punto de decírmelo en Tinos, pero después de consultarlo con mi madre decidió no hacerlo. Mi madre sabía que si me enteraba de que tenía un hijo no sería capaz de hacer lo que era necesario hacer.

Mi pueblo necesitaba una espada, no una madre.

Pero ahora, por primera vez en mi vida, puedo ser ambas cosas.

Esta guerra no ha terminado. Los sacrificios que hicimos para tomar la Luna le pasarán factura a nuestro mundo. Eso lo sé. Pero ya no estoy sola en la oscuridad. Cuando franqueé las puertas del Instituto por primera vez, cargaba con el peso del mundo sobre los hombros. Me aplastó. Me hizo pedazos. Pero mis amigos me han rehecho. Ahora cada uno de ellos lleva una parte del sueño de Costia. Juntos podemos crear un mundo digno para mi hija. Para las generaciones venideras.

Puedo construir, no solo destruir. Costia y Titus fueron capaces de verlo, al contrario que yo. Creyeron en mí. Así que estén esperándome en el valle o no, los siento en mi corazón, oigo su eco retumbando a lo largo y ancho de los mundos. Los veo en mi hija y, cuando sea lo suficientemente mayor, lo sentaré en mi regazo y su madre y yo le hablaremos de la rabia de Ares, de la fuerza de Ragnar, del honor de Bellamy, del amor de Raven, de la lealtad de Octavia y del sueño de Costia, la chica que me

llevó a vivir para más.