Llego en menos de un minuto a mi piso y busco algo para comer, no había almorzado antes de mi sesión privada y me siento desmayar. Lauren se encuentra en la sala común, apenas me ve y lanza mil preguntas con respecto a mi demostración, decido comentarle a grandes rasgos lo que había hecho, y ella me escucha con una sonrisa plasmada en el rostro.
Tengo que repetir la historia al ver entrar a Brutus y Enobaria, quienes afirman que el distrito dos se llevaría los mejores puntajes este año sin lugar a dudas; nuestros aliados podrán haber sido entrenados de manera similar a nosotros, pero hay algo especial en el distrito dos, algo que nos hace destacar, algo que nos hace mejores.
La escala por la cual se miden las habilidades de los tributos va del uno al doce, siendo el "uno" algo completamente humillante y el "doce" algo prácticamente inalcanzable; como los telespectadores no pueden ver el entrenamiento, la clasificación de los tributos es anunciada por los Vigilantes para dar a la audiencia un punto de partida con respecto a las apuestas, que continuarán durante todos los juegos; aunque la nota no garantiza quién ganará, es algo que los mentores utilizan para atraer a los patrocinadores, y convencerlos de apostar por sus tributos.
La multitud en la sala común se dispersa una vez que las agujas del reloj marcan las tres de la tarde, las puntuaciones se televisarían durante la hora de la cena, así que tenemos la tarde libre; antes de partir rumbo a su habitación, Brutus comenta que el chico del distrito once ha rechazado nuestra oferta para unirse a la alianza profesional y de alguna forma ya lo sabía, no confiaría en nosotros tan fácilmente, tendríamos que deshacernos de él lo más pronto posible. Por razones un tanto obvias, sé que probablemente no seré yo quien lo asesine, pero estoy convencida de que alguno de mis aliados lo hará.
Aprovecho el tiempo disponible y me cuelo en la habitación de Enobaria como ya era costumbre, hablamos durante un largo tiempo sobre las estrategias que utilizaré de ahora en adelante. Lo único que me separa de la arena en este momento son las entrevistas, donde me tendré que presentar con una personalidad dura pero agradable a la vez; Tendría que ser lo suficientemente dulce y bonita para atraer al público, pero a su vez tengo que dejar en claro que vine a ganar, que tengo las habilidades para hacerlo, y que nadie es competencia para mí. Me encuentro trabajando con una personalidad compleja, no he puesto un pie en los juegos aún pero siento cómo mi cordura va desapareciendo con el pasar de los días.
Las tácticas que atacan la psique, no solo de la población del Capitolio, sino que también la de mis aliados, me consumen de a poco; tengo que comportarme de una manera diferente con absolutamente todos, y eso es cansador, me duele mucho la cabeza de manera constante, además de que mi mente no se queda en silencio en ningún momento. Nunca fui una persona muy sociable, en el centro de prácticas me limitaba a saludar a mis entrenadores y las únicas palabras intercambiadas eran para mejorar mis técnicas de combate, ahora tengo que lidiar con al menos una docena de personas cada día, y todos reciben una versión diferente de mí, una versión creada especialmente para ellos, para que abrieran sus mentes a mí y pudiese explotar sus debilidades de alguna forma.
Lo único que todos tienen en común es que conocen parte de mi personalidad arrogante y soberbia, esto lo hago para que no se olviden de con quién están tratando, no estoy aquí para hacer amigos a pesar de que les dé un trato afable, especialmente a Glimmer y a Tara. Dudo de que realmente confíen en mí, pero al menos voy descubriendo, de a poco, cosas que me serán útiles para los juegos: ambas son un tanto despistadas y no reaccionan rápido, también se desaparecen en sus propios pensamientos al igual que yo, podría atacarlas de sorpresa con facilidad.
Marvel esconde bien sus debilidades porque no logro descifrar ninguna, lo bueno es que se presta para hacer las cosas por mí, con suerte no tendría que armar mis propias trampas por un tiempo; su sentido del humor y facilidad para entablar conversaciones hacen de su compañía algo agradable, espero muy dentro mío no tener que matarlo en la arena, seré capaz de hacerlo pero pensar en ello me deja un sabor amargo en la boca.
Cato tiene un estado de ánimo peligrosamente cambiante, de un momento a otro se pone irritable y enojado, es peligroso y soy consciente de que no estoy a salvo cerca de él en la arena; mantengo una prudente distancia desde la última noche que se coló a mi habitación, en dicha ocasión tenía una personalidad juguetona y casi agradable, desde la mañana siguiente solo nos saludábamos durante el desayuno y luego de la cena. Él no habla mucho y yo tampoco.
Salgo de la habitación de Enobaria cuando siento que ya habíamos conversado lo suficiente, al cerrar la puerta veo a mi compañero de distrito al final del pasillo, no se percata de mi presencia porque está conversando con Lauren; me doy cuenta de que están discutiendo porque ella agita los brazos con exasperación, como si estuviese intentando que él entrase en razón, Cato no habla fuerte pero logro ver cómo se le marca una vena en el cuello, tiene el rostro rojo y se lo ve enojado.
—¿Todo bien?
Es Brutus quien irrumpe la discusión al salir de su habitación, Lauren le susurra un par de cosas mientras que Cato da vueltas en su lugar; La expresión de Brutus cambia completamente al escuchar lo que sea que Lauren le había dicho, gira en mi dirección y puedo ver el horror en sus ojos.
—Clove—habla Lauren con voz temblorosa—¿Podrías llamar a Enobaria por favor?
—Yo me encargo de Lyme, esto es urgente.—dice Brutus y camina rumbo al comedor.
Entro de vuelta a la habitación y observo a mi mentora, quien ya se encuentra en su quinto sueño, me acerco a su cama y la sacudo levemente para despertarla.
—Enobaria—la llamo en un susurro—. Te necesitan en la sala común.
La sacudo nuevamente y se despierta repentinamente, arrastra su cuerpo hasta el otro extremo de la cama, veo como su pecho sube y baja rápidamente y sus ojos recorren toda la habitación con paranoia.
—Soy yo—Hablo en un tono suave y pausado para no asustarla más—. Lauren y los otros quieren hablar contigo.
Ella mira a su alrededor y respira profundamente un par de veces antes de hablar.
—Lo siento—dice en un susurro—, ahora voy.
Se levanta de la cama lentamente y nos dirigimos a la sala común, no pregunto acerca de lo que acabo de ver, me limito a pensar que quizás tendrá pesadillas o algo parecido; al llegar a la sala común veo como Brutus, Lyme y Lauren se encuentran de pie frente a Nouria y Arlo, quienes se encuentran sentados en el sillón. Cato está en el comedor, sentado frente a un plato cargado con diferentes carnes y ensalada, juega con la comida sin decir nada.
Observo a mis mentores y estoy segura de que no formaré parte de la urgente reunión, así que voy hasta el comedor en un intento de obtener un poco de información con respecto a lo que está sucediendo; quiero pensar que Lyme o Enobaria me lo comentarían más tarde pero prefiero enterarme de las cosas por cuenta propia, en caso de que no me dijesen nada.
—Hola—saludo a mi compañero de distrito, cargo jugo de naranja en un vaso a sus espaldas en un intento por no lucir tan entrometida—¿Sucede algo?
—Estoy jodido, eso es lo que sucede.
No se mueve de su lugar, lo observo por unos instantes y me percato de que está temblando, manda ambas manos a su cabeza y respira agitadamente.
—¿De qué hablas?
Lo único que logro escuchar es el sonido del vidrio rompiéndose contra el suelo, Cato se había levantado de su asiento, me toma por los hombros y me arroja contra la mesa; voltea momentáneamente para tomar un tenedor que se encuentra tirado cerca de su mano derecha, logro lanzar un puñetazo que impacta contra su mandíbula y lo deja tambaleante por una fracción de segundo, tiempo suficiente para que un chico avox logre vaciar una jeringa en su cuello.
Intento no quedar estática por el susto, el golpe me ha mareado pero hago mi mejor esfuerzo por levantarme de aquella mesa y caminar sin tambalearme, Lauren me toma del brazo y me guía hasta el sillón de la sala común; Brutus y el chico avox llevan a Cato, inconsciente hasta su habitación
—¡Está completamente loco!—suelto mientras mando una mano a la parte posterior de mi cuello—¿Alguien me puede explicar qué está ocurriendo?
—Arlo utilizó medicina experimental para mejorar el aspecto de Cato durante el desfile de tributos—dice Lyme sentándose a mi lado—. Pero ha tenido fuertes efectos colaterales.
—Él vino a mí esta tarde diciendo que luego de su sesión privada sentía que sus brazos no respondían—comenta Lauren—. Me pareció raro así que lo presioné hasta que soltó el tema de las inyecciones, estábamos discutiendo hace un rato porque él no quería que llegue a oídos de nadie.
—Asumo que los brotes de ira se deben a eso.
Lyme asiente, los efectos de aquella medicación impactan tanto el cuerpo como la mente; además de los ataques de ira, Cato también está sufriendo de entumecimientos temporales de diversos músculos en los brazos y piernas, no es algo permanente pero deben lograr que su organismo elimine todo resto de aquellas sustancias antes de iniciar los juegos. No podemos dejar que la información salga de nuestro piso, no por los castigos que recibiría Arlo, sino porque el distrito completo sería sancionado por la idea estúpida del estilista.
Nouria niega a muerte estar al tanto de los planes de su compañero, y no hay forma de probar lo contrario, todo el peso cae sobre Arlo y no estoy segura de que esto sea algo que pasarán por alto; que las autoridades no se enterasen no significa que no será castigado de alguna manera. Lauren tiene sus conexiones dentro del Capitolio, gracias a esto logra que un médico ingrese a nuestro piso en secreto para que me hiciera un control rápido, por suerte no había sufrido golpes importantes.
Me entierro entre las mantas de mi cama una vez que el hombre se retira, faltan unas cuantas horas para la transmisión de los puntajes, así que no hago nada más que quedarme ahí en completo silencio, sola con mis pensamientos; no lo admito en voz alta pero tengo miedo, Cato me aterra y sé que será mi mayor problema en la arena, junto con el chico del distrito once. Ruego con todas mis fuerzas que se maten entre ellos y me dejen el camino libre, también ruego para que aquella medicación debilite a mi compañero de distrito a nivel físico, él no está en su sano juicio y esta situación va a empeorar una vez que inicien los juegos; tengo leves esperanzas de que su condición física se degenere, tan solo un poquito más, para volverlo menos amenazante.
Finalmente salgo de mi habitación cuando Lauren me llama para cenar y ver la transmisión de los puntajes, se encuentran todos alrededor de la mesa del comedor a excepción de Cato, quien supongo sigue tumbado por los sedantes; en una de las paredes se proyecta el programa de televisión en donde anuncian todas las noticias relacionadas con los juegos.
Para los puntajes muestran primero una foto del tributo y ponen su nota debajo, los profesionales nos manejamos en el rango de ocho a diez puntos usualmente, y siento una sensación de alivio al ver mi nombre en la pantalla con un número diez debajo, exactamente la misma calificación que Cato, Glimmer y el chico del distrito once, que resulta llamarse Thresh; me sorprendió que Marvel hubiese quitado un nueve en lugar de un diez, así también el hecho que la niñita del distrito once consiguiera un siete.
Pienso entonces que tengo las mismas chances de ganar que mis mayores oponentes en esta competencia, también me hago una nota mental para no subestimar a Glimmer porque aparentemente tiene habilidades ocultas; Lauren estaba por apagar la proyección, ya que las puntuaciones del distrito doce no suelen ser nada fuera de este mundon(un cinco como máximo), cuando aparece el puntaje de la chica, Katniss: once.
Es un golpe duro tanto a mi orgullo como al de mis mentores, quienes afirman que habrá sido un error y que es imposible que alguien proveniente del distrito más pobre de Panem, que no ha recibido entrenamiento de combate en su vida, haya alcanzado una puntuación tan alta.
—¡Esperen un segundo! ¡No podemos perder la cabeza todos!—grita Lauren cuando el bullicio se había hecho muy fuerte—. Hasta que sepamos qué ocurrió en su sesión no debemos asumir nada, cualquier cosa pudo haber provocado ese once
—Tienes razón, puede ser alguna estrategia—dice Brutus—. Su mentor no es muy cuerdo que digamos así que será mejor no suponer nada, manténganla vigilada y elimínenla lo antes posible.
Vuelvo a mi habitación apenas puedo y arrojo todas las almohadas al suelo para descargar mi ira. Toda una vida preparándome para estos juegos y llega una chica insignificante a querer desafiar mis habilidades; me han ridiculizado y siento como el enojo nubla mi juicio con una rapidez increíble, no me importa nada más que matarla en este mismo momento.
Entierro mi cara en una de las almohadas y grito con todas mis fuerzas, la ira hace que me hierva la sangre y no encuentro otro modo de librarme de esta sensación de inferioridad que me ahoga. Es imposible, no puede ser mejor que yo, no es mejor que yo.
Grito, grito, y grito.
Espero que nadie me interrumpa porque estoy dispuesta a golpear al primer idiota que se cruce en mi camino, podría pelear con el mismísimo presidente en estos momentos; ya he pasado por demasiadas emociones en un solo día, así que cuando mi cuerpo va dejando de responder, me dejo llevar por el cansancio y caigo en un abismo que no alberga nada más que silencio y oscuridad.
