Al amanecer lo primero que hago es entrar a la ducha, la fuerte presión del agua sobre mi espalda golpeada me da una agradable sensación de alivio, y el olor dulce de los jabones perfumados me relajan en cierta manera; paso alrededor de media hora bajo el agua hasta que decido salir, selecciono prendas mediante el gigantesco panel de control del armario y en cuestión de segundos ya tengo a mi disposición un suave vestido satinado de color negro, ropa interior en paquetes sellados y un par de sandalias. Mañana serán las entrevistas así que supongo que trabajaremos hasta el último detalle hoy.
Salgo de mi habitación y me dirijo al comedor, saludo rápidamente a todos los presentes y empiezo a cargar un plato con comida, mi ataque de rabia de anoche me había dejado un apetito gigantesco; lleno el plato con diferentes carnes y tan solo un puñado de arroz, tengo el presentimiento de que es cuestión de minutos para que se me retuerza el estómago.
Termino devorando dos platos llenos de comida y apenas bajo mis utensilios, Lauren me toma del brazo y me lleva hasta mi habitación, donde me espera un vestido y zapatos de práctica; el vestido es de color vino y tiene como cinco faldas encimadas una sobre la otra, pesa bastante y los zapatos no ayudan para manejarlo con soltura. Tengo unos quince centímetros extra de altura que me hacen sentir mucho mejor conmigo misma, tambaleo de un lado a otro intentando caminar con ellos.
Lauren me saca a la sala común y me hace recorrer el piso completo dos veces para que me acostumbre a los tacones, la tercera vez pone una mano en mi espalda y me da ligeros pinchazos cada vez que mi postura no es la adecuada, muerdo con fuerza el interior de mis mejillas para no arrancarle el brazo la quinta vez que sus uñas se clavan en mi espalda. Cuando se da cuenta de que por más pinchazos que me dé, nada sería suficiente para corregir mi postura, toma un gran libro y me lo coloca sobre la cabeza; ahí me encuentro, luciendo como una completa lunática en un intento por mantenerme de pie mientras mis mentores ríen desde el sillón de la sala común. El vestido se me enreda en los zapatos y no puedo levantar la falda por encima de mis tobillos, me siento como el tronco de un gran árbol, aún no tengo ni una pizca de la gracia que necesito.
La postura a la hora de sentarme ya no es un problema, puedo mantener mi espalda recta y firme, las sonrisas fingidas se me dan con naturalidad porque es algo que utilizo a diario desde el momento que dejé mi distrito hacía ya unos cuantos días. Pienso en mi hogar por unos instantes, me pregunto si Gato estaría bien, si habrá encontrado comida en otro lado ahora que yo no estoy ahí para alimentarlo, tiene refugio seguro dentro de mi casa pero la comida ha de ser un problema para aquel pobre animalito a quien dejé a su suerte; cuando gane los juegos me encargaré de que tenga comida disponible las veinticuatro horas del día.
—¡Necesito que dejes de cruzarte de brazos, por amor a tu distrito!—Lauren ya está llegando al límite de su paciencia gracias a Cato quien tiene la costumbre de lucir enojado permanentemente—. No te pido que rías ni actúes de manera agradable, pero saca tus manos del torso.
Lauren tiene la habilidad de no lucir enojada bajo ningún motivo, su amplia sonrisa se vuelve escalofriante cuando regaña a mi compañero de distrito, ya que puedes sentir la molestia en su voz pero su rostro no refleja dicha emoción, es una situación bastante extraña.
—Clove—me llama chasqueando los dedos frente a mis ojos, me había disociado una vez más—. Arriba, señorita.
Finalmente, luego de unas cinco horas de práctica, logro dominar la postura y el caminar correcto con aquellos infernales zapatos, quizás ser una persona alta está sobrevalorado después de todo; siento la verdadera alegría una vez que Lauren me indica que puedo sacarme los zapatos, me duelen los pies y en cualquier momento sufriré de algún estirón o calambre, la próxima vez que le pongan los tacones a Cato.
Así como yo estoy incómoda con los zapatos, a él no se lo ve a gusto con su vestuario, se nota que el traje le restringe movimiento y no le permite respirar de manera adecuada; una vez que el trabajo de Lauren finaliza nos sentamos alrededor de la mesa del comedor, donde se extiende una selección de panificados de primer nivel, dulces de todo tipo, café y jugos de todas las frutas existentes.
—Queremos que ambos se presenten seguros, miren a todos por encima del hombro—comenta Brutus mientras le da un bocado a una tarta de manzana—. Dejen en claro que son los mejores, y que están aquí para ganar.
—Pero que ni se les ocurra llegar al extremo de ser desagradables—añade Enobaria—. La arrogancia tiene un límite, si el público los considera demasiado alzados pueden no querer patrocinarlos, agréguenle cierto encanto.
Lyme se ha unido a la reunión, haciendo unas cien preguntas de práctica para que trabajemos nuestras expresiones faciales y el sentido del humor que tendríamos frente a las cámaras.
—Clove—me había llamado Lyme—, fingir ser una niñita dulce no va con tu rostro; quiero que hables con una voz más gruesa, actúa de manera misteriosa y seductiva, deja al público con ganas de conocerte.
—Tú debes presentarte animado—dice Brutus con la mirada puesta en Cato—. Bromea con el entrevistador, ríete del mundo, y haz comentarios con arrogancia, ninguno de los dos tiene que bajar la cabeza en ningún momento.
Las prácticas con las preguntas continúan un buen rato hasta que llega la hora de la cena, estoy exhausta y me duele la cabeza, quiero sacarme aquel pesado vestido e ir a dormir lo antes posible; lleno mi estómago de comida con la esperanza que silenciara el ruido de mi mente y para mi suerte funciona.
A la mañana siguiente me despierta mi equipo de preparación, quienes entran canturreando y saltiteando con miles de artilugios en sus manos, trabajan conmigo hasta que el sol cae; mi piel luce como blanca porcelana con una fina capa de brillantina dorada encima, Fayette se encarga de recoger mi cabellera en una coleta alta y está tan bien ajustada que siento el tirón en los ojos, ata mechones de cabello de la coleta para que se asemejen a globitos y la cabeza se me va para atrás por momentos debido al peso del peinado.
Colocan maquillaje negro sobre mis párpados, también pegan pelitos falsos entre mis pestañas para que se vean más largas y me den un aspecto gatuno, al igual que Lauren el día de la cosecha; mis labios tienen un color cobrizo, mi nariz luce más diminuta que de costumbre y encontraron la manera de recrear mis pecas encima del polvo blanco que habían colocado sobre mi rostro al iniciar los procedimientos.
Observo mi reflejo en un espejo y por unos instantes no me reconozco a mí misma, me veo diferente y no sé si eso es algo bueno, pero si me da patrocinadores, bienvenido sea el cambio.
Nouria llega varias horas después con mi vestido dentro de una gran bolsa blanca, al sacarlo veo que tendrá al menos seis capas de falda, no tiene mangas y es de un color rosa anaranjado; entre las cuatro mujeres luchan para colocarme el vestido que tendrá alrededor de diez kilogramos, es bien ajustado debajo del pecho y en la cintura pero de igual manera siento que se caerá en cualquier momento y quedaré desnuda frente a los telespectadores, los zapatos son de color dorado y tienen la misma altura que los tacones que Lauren me había dado para practicar.
Las entrevistas se realizan en un escenario construido delante del centro de entrenamiento y mientras paseo por mi habitación para acostumbrarme al peso del vestido y a la altura de mis zapatos termina el tiempo de preparación, voy hasta la sala común con mi equipo pisándome los talones mientras alaban mi belleza y su duro trabajo; nos reunimos con el resto del equipo del distrito dos en el ascensor, Arlo y su equipo también habían hecho su parte: Cato lleva un traje gris con detalles en negro, y una corbata dorada que cae hasta la mitad de su pecho, se ve imponente y hasta más alto de lo usual.
Todos los mentores están vestidos para la ocasión; Lauren también había aprovechado la situación para brillar y lo que más resalta en ella es su corsé de metal, con alrededor de 6 cuchillos clavados en un corazón sobre su pecho, todas las piezas están bañadas en oro y luce extremadamente pesado.
Las puertas del ascensor se abren y nos unimos a la fila de tributos para subir al escenario, nos colocan a los veinticuatro formando un gran arco durante las entrevistas; primero va la chica y luego el chico, así que seré la tercera en pasar, me da una sensación de alivio porque me quiero quitar esto de encima lo antes posible. Las entrevistas duran alrededor de tres minutos, pasados los cuales suena un zumbido y sube el siguiente tributo.
Coloco un pie en el escenario y mi corazón golpea fuertemente contra mi pecho, siento los latidos del mismo al fondo de mi garganta y tengo náuseas, llego hasta mi asiento con el rostro en alto y una pequeña sonrisa pintada en los labios para esconder el hecho de que estoy a punto de vomitar. El Círculo de la ciudad está iluminado con quién sabrá cuántos reflectores, estos hacen que aumente la temperatura en el escenario y luego de unos segundos, siento las mejillas calientes.
Se han construido gradas elevadas para los invitados más prestigiosos del Capitolio, los estilistas están en primera fila y las cámaras se enfocarán en ellos cuando la multitud reaccione a su trabajo, las fuertes luces me impiden reconocer a Nouria en ese mar de personas, mucho menos podría ubicar a Enobaria, Lyme o Lauren para tener una mínima sensación de seguridad. Hay un gran balcón reservado para los Vigilantes, los demás balcones están ocupados por los equipos de televisión.
El Círculo de la ciudad y las avenidas que desembocan en este están abarrotados de personas, todos de pie, tan juntos que parecen nada más que una gran masa de materia. Además de eso, estoy consciente que todos los televisores del país están encendidos, Panem entero está observando.
Caesar Flickerman es el hombre encargado de las entrevistas, su apariencia me resulta repulsiva, en el Capitolio tienen médicos capaces de rejuvenecer a las personas y quién sabe cuántos procedimientos quirúrgicos tiene encima este hombre, tengo la sensación de que han atado hilos en su cabeza para estirarle el rostro. Todos los años cambia de apariencia en cierto modo, principalmente su color de cabello que ahora lo trae celeste, sus párpados y labios pintados del mismo tono, lleva un traje azul marino salpicado de miles de diminutas bombillas que centellan como estrellas.
El hombre cuenta un par de chistes para animar a la audiencia y comienza con su trabajo; algo que sí puedo destacar de Caesar es su capacidad de hacer brillar a los demás, porque a pesar de su aspecto bizarro, es agradable, porque hace lo posible por tranquilizar a los tributos nerviosos, y se ríe de absolutamente todos los chistes por más que no causen gracia alguna.
Espero pacientemente mi turno mientras veo pasar a Glimmer y luego a Marvel, ambos tienen prendas con toques dorados; el vestido de ella es transparente, han logrado resaltar su altura y esbelta figura, Marvel por su parte lleva un traje de color azul claro con una corbata dorada. Los dos destacan en sus entrevistas por hablar con soltura, Glimmer es coqueta y Marvel energético, ninguno tiene problemas para que la conversación fluya naturalmente con el entrevistador. El público los adora.
Cuando llaman mi nombre hago lo posible por no disociarme y seguir al pie de la letra las instrucciones que me habían brindado mis mentores: misteriosa, temeraria, y seductiva.
Me levanto y camino de la manera que me habían enseñado ayer, le doy mi propio toque e imito la forma de contonearse que tenía Lauren el día de la cosecha, mientras levanto la pesada falda de mi vestido para no tropezar. Oigo los gritos del público y la risa característica de aquel hombre mientras ubico las diversas cámaras y sonrío con un pequeño toque de malicia; Acepto el apretón de manos de Caesar y me ubico en el asiento que se encuentra a su lado.
—Clove—dice haciendo callar al público—. Dicen por ahí que tienes una facilidad tremenda con los cuchillos.
Hace una pausa, dándome a entender que es mi momento de hablar.
—Soy la mejor—digo con confianza, mirándolo directamente a los ojos—. Podría asesinarte fácilmente desde el otro lado del escenario.
Termino mi frase con una risa delicada, el público toma mi comentario como una broma, oigo risas y vítores; me encojo de hombros mientras Caesar hace una mueca exagerada de sorpresa.
—Tendré que tomar tu palabra por ello.
Luego de decir esto estalla en risas junto al público.
—También he oído que eres una valiente voluntaria—comenta y las personas enloquecen, él hace un pequeño gesto con la mano derecha para callarlos—. Háblanos de cómo te sientes estando aquí hoy, por favor.
—Verás, Caesar—empiezo—. Es una gran dicha estar aquí para participar de los juegos, pero con una gran dicha viene un gran sacrificio, y estoy dispuesta a hacer lo necesario para llevarme el título de vencedora este año.
Caesar aplaude mientras el público grita intensamente, pienso para mis adentros que se emocionan tanto con tan poco, palabras vacías y amenazas disfrazadas de promesas.
—He oído que lo letal viene en envases pequeños, y tú luces peligrosa como una bala—añade rápidamente—. No lo digo por cómo te vemos aquí ahora, me refiero a la calificación que te han dado los Vigilantes, estás a la altura de tributos que irónicamente triplican tu tamaño.
El público ríe nuevamente y finjo que no me había ofendido su comentario. La cámara enfoca a los Vigilantes quienes aplauden y hacen gestos de aprobación, los gritos y vítores se hacen presentes luego de esto. Me llevo una mano al pecho y hago una mueca de agradecimiento, me tomo la libertad de arrojarles un beso y eso basta para que la multitud se ponga frenética.
—Creo que todos estamos igual de ansiosos por verte en acción—dice Caesar y levanta una mano para que el público lo apoye con gritos—¿Nos podrías dar una pequeña pista acerca de lo que has hecho para maravillarlos a todos?
Recorro al público con la mirada mientras mantengo la cabeza en alto y sonrío ampliamente, observo a Caesar y luego fijo mi atención en la cámara que se encuentra delante de nosotros.
—Estoy llena de sorpresas.
La multitud enloquece una vez más y Caesar ríe con entusiasmo, tiende una mano y me ayuda para que pueda levantarme del asiento, me hace dar una vuelta para que todos admiren mi vestido. Lanza comentarios acerca del mismo y las cámaras enfocan a Nouria y a mi equipo de preparación, quienes sonríen ampliamente y aceptan el coro de aplausos.
—Te deseamos la mejor de las suertes—dice finalmente Caesar—¡Clove Kentwell, tributo del distrito dos!
Vuelvo a mi asiento, acompañada por los gritos y vítores del público; tomo asiento y escucho como llaman a Cato, quien se dirige a paso seguro junto a Caesar. Me sorprende la facilidad con la que se desenvuelve, nadie sospecharía de lo que está ocurriendo con él realmente, para su suerte parece estar en su sano juicio durante el tiempo de su entrevista.
Bromea con Caesar, habla de lo emocionantes que son los juegos y del honor que trae consigo ganarlos; también es alabado por el puntaje que había obtenido durante la sesión privada y sus habilidades que obviamente aún no han visto. Una vez que termina su entrevista vuelve a su asiento, me mira por unos instantes y sonreímos los dos: hicimos un excelente trabajo.
Las demás entrevistas me resultan extremadamente aburridas, y no me tomo la molestia de pretender que estoy escuchando; mantengo mi mirada puesta en el público con la misma sonrisa maliciosa con la que subí al escenario y no fue hasta que oí el asombro del público que salí de mi trance.
El tributo del distrito doce había confesado su amor por su compañera de distrito.
Hago lo posible por no gritar que tendrían que ser estúpidos como para creerse una mentira tan grande, obviamente es un truco para hacerse de fama y conseguir patrocinadores, lo peor de todo es que el público se lo está creyendo. Las cámaras los enfocan a ambos y me dan ganas de vomitar, su mentor había jugado bien sus cartas y volvió a dos simplones, buenos para nada, el centro de los juegos utilizando la farándula.
Nos levantamos para el himno y creo tener la incredulidad plasmada en el rostro, las personas del Capitolio serían lo suficientemente descerebradas como para tragarse la cursilería de los trágicos amantes separados por culpa de los juegos, han colmado mi paciencia. Después del himno nos ponen en fila para volver al vestíbulo del centro de entrenamientos, subo rápidamente a un ascensor junto a mis aliados y personas que asumo son parte del equipo del distrito uno.
—¿Pueden creer semejante estupidez?—escupe Glimmer apenas se cierran las puertas—. Tendrán que ser idiotas como para pensar que todo eso es cierto.
—Estamos jodidos con respecto a los patrocinadores.—dice Marvel y lo calla una mujer rubia.
—No todos se creerán esa mentira—afirma la ella—. Tanto nosotros como los mentores de ustedes nos aseguraremos de que este espectáculo patético no los afecte.
Llegamos a la primera planta, los del distrito uno se despiden y bajan con rapidez; Tara respira profundamente y suelta una sarta de palabrotas en lo que llegamos a nuestra planta, la dejamos maldiciendo en el ascensor de camino al cuarto piso. Apenas se cierran las puertas y escucho el sonido de un vidrio haciéndose añicos, Cato una vez más estaba teniendo un ataque de ira, lo ignoro mientras espero que lleguen los demás para la cena. En el poco tiempo que había pasado con él, aprendí a ignorar sus berrinches a menos que estos atenten contra mi integridad física.
—Cálmate si no quieres otra dosis de sedantes que te dejen tumbado hasta los juegos mañana—dice Brutus saliendo del ascensor junto al resto de los mentores—. Todos se olvidarán de esos dos en un par de días.
—Desháganse de ambos apenas tengan la oportunidad.—comenta Ezra y creo que es una de las primeras veces que lo oigo hablar.
Ya estaba embotellando mi ira por días y estaba segura de que mañana desataría el caos en la arena, tengo mucha rabia acumulada pero a diferencia de Cato, yo le daré un buen uso a mi enojo. El olor de la cena inunda la planta completa y sirve para que me olvide de lo que acaba de suceder en las entrevistas por un tiempo, no tiene sentido pensar en cosas que no me serán de ayuda en los juegos mañana.
Nuestros mentores nos felicitan por nuestra participación en las entrevistas porque nos desenvolvimos perfectamente, dando la imagen que ellos nos habían indicado. Nuestros equipos de preparación se unen a la cena: Kezia, Fayette y Alora comentan alegres que las habían contactado para recrear nuestras apariencias en personas importantes dentro del Capitolio, especialmente en unas cuantas mujeres que habían desarrollado un interés por las pecas gracias a mi aparición en televisión. Al menos ellas salen ganando.
Durante la cena discutimos los últimos detalles con respecto a los juegos, sabemos exactamente qué es lo que debemos hacer pero Lyme insiste en que no lastima a nadie recordar los pasos más importantes.
—A no ser que se les ocurra ponerlos en una arena vacía, lo principal es que tomen la Cornucopia desde el primer segundo—dice Enobaria mientras carga nuevamente su plato de comida—. Eliminen a todos los que puedan apenas inicien los juegos, aprovechen que los tendrán a todos juntos y desesperados por suministros.
—Opten por ataques a larga distancia siempre que puedan, no se arriesguen a que los tomen por sorpresa—añade Brutus—. Eviten que se lleven suministros importantes como comida, agua, o purificadores de agua.
—Si proveen de medicación probablemente serán pastillas para la fiebre, dolor de cabeza, estómago y náuseas—Lyme se encuentra de pie en una esquina del comedor con una copa en la mano—. Si necesitan algo más fuerte, nos encargaremos nosotros, eso es un hecho y no quiero que se preocupen por esas cosas.
—En caso de que haya una fuente importante de comida o agua en la arena tengan cuidado, no creo que les faciliten absolutamente nada.
De repente todo se hace muy real, en un abrir y cerrar de ojos estaría dentro de la arena, la realidad se siente como una bofetada en mi rostro; las voces de mis mentores suenan como ecos en la distancia, comienzo a pensar en mis hermanos y cómo ellos estuvieron en mi lugar muchos años atrás, pienso en sus errores y virtudes durante los juegos, y sobre todo en sus errores como familia. Recuerdo con amargura a mis padres y la carta que me habían enviado, me pregunto una vez más si podría verlos luego de los juegos, y si todo este dolor que cargo conmigo se iría lejos una vez que ganara esta competencia.
Me siento agobiada, y más que nada, molesta.
Mi enojo no se centra en una sola cosa, cientos de situaciones se han acumulado en mi interior para hacer que me hierva la sangre. Estoy iracunda y aprovecharé esto para ganar los juegos, explotaré todos mis recursos, utilizaré todas mis habilidades, y mataré a las personas que sean necesarias para lograr mi objetivo.
En unas pocas horas comenzará todo realmente.
