El comandante Smith dirigió su mirada hacia el reloj que colgaba de la pared, dos minutos después de haber transcurrido las siete de la mañana. Se consideraba una persona muy paciente, aún con los pesares que debía enfrentar y de sus propios demonios internos, los cuales nunca lo dejaban descansar.
Al menos su escritorio se encontraba libre de documentos por revisar, y a su lado, una humeante taza de café le acompañaba.
Con una leve sonrisa, cerró sus ojos al detectar un sonido que se avecinaba a su oficina.
Tres, dos, uno…
Un estruendo semejante a un golpe se escuchó a través de la puerta de madera y frente a él, la imagen del Capitán Levi cruzado de brazos, impaciente como de costumbre.
—Dejé a mi escuadrón limpiando las letrinas antes de ir a entrenar. —explicó con simpleza.
—Son buenos muchachos. —dijo Smith apremiante, indicándole que tomara asiento. La luz del ventanal se traspasó por el cristal, iluminando la habitación. Por un momento, el capitán tuvo que cerrar sus ojos ante la luz del día, o quizá se estaba quedando ciego.
—Y dime Erwin, ¿Qué noticias tienes el día de hoy?
—Digamos que el intercambio de información entre Paradis y Marley, va más rápido de lo que pensaba. —el hombre de cabello rubio miró hacia el techo por un momento. —Pero algo no me cuadra, debemos estar preparados ante cualquier situación.
—La Legión está lo suficientemente lista y lo sabes.
—No cualquiera puede llamarse un héroe, Levi.
Sus miradas se cruzaron por un momento y reinó el silencio en la habitación. Levi simplemente pensó en preguntarle si en realidad iba a beberse el café, que probablemente ya se había enfriado.
—La buena noticia, es que Eren Yeager ha estado enviando cartas constantemente, al menos sabemos que no se nos ha escapado de nuestras manos. —dijo Smith optimista. —Pero, no te traje aquí para eso hoy.
El hombre de cabellos oscuros fijó su mirada en el pesado sobre amarillo que su superior mostraba en el escritorio. Al abrirla, surgieron varios papeles y cartas que, en cuestión de segundos, volaron por los aires. Algunos de ellos, terminaron en el suelo olvidados. Si había algo que lo desesperaba, era el desorden.
—Es una puta broma.
—No, es una muestra de tu popularidad. —Los ojos de Smith brillaron con humor ante la incrédula mueca del capitán. —Echa un vistazo.
—No voy a perder el tiempo leyendo cartas. — se rehusó Levi al notar de reojo algunas de las palabras provenientes en los papeles.
—Debes hacer el intento, eres el que deseas matrimoniarte.
—Es solo un contrato. —musitó el capitán con aburrimiento. En realidad, Erwin había sido el de la idea, una vez que la realeza de los Reiss encontró el testamento del sobreviviente mas longevo de los Ackerman, o en cortas palabras el supuesto bisabuelo Neil Ackerman. Dentro del testamento, a falta de descendencia a raíz de la aniquilación del clan de los Ackerman, se le honoraba a Levi como dueño absoluto de una fortuna y tierras equivalentes a una tercera parte de la riqueza proveniente de Paradis. Para ello, existían ciertas cláusulas referente a la edad y el estado civil para reclamar los derechos, antes de que los honores se perdiesen a falta de reclamo y formasen parte de la línea de los Reiss.
Levi pensaba en lo absurdo que era su situación. Nunca había tenido un hogar propio y la única vez que pudo comprarse algo para sí mismo, se le había quebrado por completo. Para él, vivir de los donativos de la Legión del reconocimiento y que su uniforme estuviese limpio era más que suficiente. Ah, y tener sabanas limpias y jabón de buena calidad.
Erwin era un visionario. Si Levi aceptaba la herencia, le beneficiaria a la Legión y a establecer mejores lazos con las familias de sociedad de Marley. No deseaba dejar que las palabras fluyesen de más, pero tenía la sensación de que algo terrible sucedería si no se apresuraban. La guerra estallaría en cuestión de unos años, o quizá meses. Y no podía aceptar una derrota una vez más.
Al final, después de una extensa charla y varias visitas con la reina Historia Reiss, Levi terminó aceptando el reclamar la herencia. Con su riqueza, podría adquirir un contrato de por vida con la familia Reeves para contar con el té de más alta fina calidad, al igual de suplir a sus compañeros con las provisiones suficientes para sustentar a sus familias, sin necesidad de vivir con las miserias que el gobierno les donaba.
El hombre escribió las condiciones de lo que buscaba para su futura esposa, y Smith se encargó del resto.
No le quedaba mucho tiempo…
—¿Qué te parece ella?
—Esta mujer es viuda. —gruñó Levi con fastidio. —Seguramente envenenó a su esposo.
Y apenas era el comienzo.
—¿Qué tal…Anka Rheinberger? —Tiempo después, le mostró el documento por un momento, dejándolo que leyera el contenido. —La conoces y es una persona confiable.
Levi deseaba esconder su rostro en un balde de agua fría. Era mucho más difícil de lo que pensaba. ¿Acaso anhelaba algo diferente? El era un soldado, tenía los días contados desde que decidió unirse a Smith y a su Legión. Después de todo, su matrimonio sería un contrato y si la muerte se lo llevaba, ya no tendría que preocuparse por ello.
—Entiendo eres una persona muy exigente Levi. Podemos dejarlo para otra ocasión.
—Espera… —dijo el capitán con su mirada fija en el suelo. Había caído en cuenta que algunos papeles yacían en el suelo. Uno de ellos, capturó su atención.
Leyó el escrito con atención. Petra Ral. Ciudadana proveniente de Karanese y trabajaba para la policía militar. O más bien, había sido expulsada recientemente a raíz de la huelga de los policías a falta de salarios. Trabajaba temporalmente en una tienda de víveres de su padre, el cual estaba muy enfermo por lo que necesitaba solvencia económica. La brutal honestidad de sus palabras le generó intriga, a diferencia de las otras mujeres con palabras aduladoras y vacías.
—Petra Ral.
—¿Perdón? —pregunto Erwin extrañado.
—Contacta a esa mujer y haz el resto. —se levantó Levi de su asiento, dirigiéndose rumbo a la puerta.
El comandante Smith leyó el documento de la joven Petra Ral, y rió con cierta gracia ante el contenido de sus palabras.
—Es su tipo de mujer, sin duda alguna.
A/N: Bien, soy una persona impredecible y aquí estoy. No es una historia muy larga, solo quiero divertirme intentando un poco de comedia absurda. Espero sea de su agrado.
