Shura estaba cada vez más confuso, Afrodita se dio cuenta de ello. Pero la mera pregunta de "que le pasaba" era en vano, ya que siempre obtenía la misma respuesta por parte del capricorniano, "estoy bien". Pero Afrodita no se daría por vencido. Sabía perfectamente que le atormentaba y decidió darle un poco más de tiempo para luego volver a insistir, solo quería ayudar a su amigo, pero la solución era tan obvia, que lo dejó todo en sus manos.

Después de lo sucedido con el sagitario, shura se encerró en su templo, solo salía si era necesario, y lo hacía cuando Aioros no estaba en su templo para no encontrárselo. Shura no era capaz de verle a la cara, sabía que si lo hacía se desmoronaría en frente de él y no quería mostrarse débil. Aunque no quería aceptarlo, cada vez su salud mental empeoraba, ni él podía comprenderse a sí mismo, ¿como es que no podía simplemente pedir perdón a Aioros? Cada vez que lo veía era como sentir si lo hubiera matado el día anterior y la herida estuviera recientemente creada en su interior. Así que decidió no dirigirle la palabra y olvidar lo sucedido en el templo del arquero. En caso de que Aioros o Aioria quisiera vengarse y acabar con su vida, él lo aceptaría sin negarse ni un segundo. Aunque Aioria le diga que lo perdonó y no tiene rencor, Shura piensa que debería odiarlo y repudiarlo. No merecía volver a los tiempos de antes cuando esos tres eran tan unidos.

Y así fue como Shura estuvo meses esquivando al arquero y haciendo lo posible para quedarse en su templo y verle lo más mínimo, pensaba que eso era lo mejor ya que no era digno de verle de nuevo. Y aunque haya decidido olvidar lo sucedido, no pudo, cada vez estaba más confundido sobre la casi acción de Aioros.

Después de estar dos meses y una semana encerrado sin dirigirle la palabra a Aioros, este se cansó de ese comportamiento. Tenia miedo de que por culpa de la situación, shura lo hubiera alejado. Pero al darse cuenta que era por lo de hace trece años atrás, no podía aguantar sus ganas de ir al templo de Capricornio y hablar seriamente con Shura de una buena vez. Aioros solo buscaba hacer las paces con él, volver a su antigua amistad y conquistar a Shura. Sí, le costó aceptarlo ya que lo reconocía como su propia familia pero al ver que este lo alejaba a toda costa, se dio cuenta con su ausencia, de que su corazón pertenecía al capricorniano. Nada le impedía ir ahora a buscar a su vecino, confesarle sus sentimientos y hacerlo suyo. Pero eso sería demasiado para Shura, ¿verdad? No quería ser egoísta con él, debía haber alguna solución rápida de reconciliarse, una que no durase más tiempo del pasado.

Aioros decidió preguntarle a Aioria que hacer.

Al llegar al templo de su querido hermano, lo llamó.

-Aioria! Estás allí?- El nombrado apareció al instante y se posicionó al frente de su querido hermano mayor.

-Hermano! ¿Qué haces aquí?- Le preguntó el perteneciente al signo del león.

-¿Es que acaso no puedo venir a visitar a mi hermano?- Dijo mientras sonreía de manera amigable.

-Sabes que no me refería a eso- Dijo Aioria en un tono despreocupado. -¿Qué necesita mi estimado hermano?- Preguntó mientras ponía los ojos en blanco.

-Necesito ayuda con ya sabes que...- Murmuró Aioros de manera tímida.

-No, la verdad no tengo ni idea de lo que me estás hablando- comentó el hermano menor haciéndose el tonto. Obviamente Aioria sabía que lo que se trataba el tema del cual iban a conversar, siempre era lo mismo, siempre supo que este momento llegaría y tendría que ayudar a esos dos a volver a ser felices. Obviamente al principio le costó aceptar a Shura y perdonarlo, pero después lo tuvo que aceptar y lo perdonó. De los errores se aprende, ¿no?

-Aioria...- Pronunció abatido el del noveno templo.

-Vamos Aioros, siempre es el mismo tema, busca a esa cabra tuya y hagan las paces, no es tan complicado.- Dijo ya sin mucha paciencia restante.

-Pero sabes que Shura me ignora y no quiere hablar conmigo aunque insista.- El arquero ya podía sentir la tristeza en su interior al pronunciar esas palabras.

-No te des por vencido, seguro que caerá tarde o temprano.- dijo el menor

-Sabes? Creo que iré ahora mismo a intentar hablar con él- comentó el heleno.

Aioria estaba feliz por la manera en la que se sentía su hermano, ver esos brillos en sus ojos cada vez que hablaban de esa cabra le animaba a seguir alentándolo.

-Ánimos- pronunció el León mientras se daba la vuelta para seguir con sus obligaciones.

Un animado Aioros se dirigía hacia el templo de Capricornio esperando lo mejor y deseando que su gran diosa Athena le conceda suerte.

Mientras tanto, en Capricornio estaba el décimo guardián durmiendo plácidamente. Lo cual era muy raro de él ya que este se pasaba el día entrenando su gran espada Excalibur para afilarla y mejorarla cada vez más en honor a su diosa. Pero esta vez estaba realmente cansado. Acababa de volver de una misión de 4 días y sus pies no daban para más. La misión fue en un lugar lejano y al volver, su cuerpo ya estaba en su límite. Así que al volver lo primero que hizo fue entregar el reporte a su santidad y tumbarse en su cama y cerrar los ojos hasta quedarse dormido en un instante.

Lo que este no sabía era que había algo en la oscuridad de su habitación observándolo fijamente y que muy pronto haría su cometido.

Aioros llegó felizmente al décimo templo y entró. Llamó a su guardián pero nadie respondía. Esto le pareció extraño, normalmente Shura respondía al primer llamado. ¿Tal vez no esté aquí?

Aioros tenia muchas ilusiones, sabía que aunque ahora lo rechazara, seguiría intentando y no se rendiría. Pero era mejor ser optimista y pensar en lo bueno. Pero así era imposible, Shura no respondía así que decidió tomarse el atrevimiento de ir a la parte privada del templo para con suerte encontrarlo.

Subió y tocó la puerta, mínimo sería respetuoso de alguna manera con la cabra. Sabía que se estresaba fácilmente y le gustaba que respetaran sus cosas privadas, en especial su habitación. "¿Cuando seamos pareja podré husmear su habitación? ¿ me confesará lo que tanto se guarda bajo esas miradas frías y filosas?" Incontables preguntas se formaban en la mente del inocente Aioros. Tanto que casi se olvida de dónde estaba. Cuando justo estaba por irse y dar fallada su misión, se alarmó al escuchar un grito proveniente de dentro de la habitación y una agitación del cosmos de su querido vecino.

-Shura!- gritó mientras golpeaba la puerta cerrada con llave.

Al ver que no respondía, y en total preocupación por su vecino, de una patada tiró la puerta. Lo que logró ver lo dejó congelado.

Continuará.

Gracias.