Advertencia: Se viene capitulo no apto para todo el público
Notas: La historia está situada entre BOTW y TOTK de la saga de videojuegos The Legend of Zelda, es una historia de romance. Tiene mucho tiempo que no escribo así que una disculpa sino esta bien redactado.
Si te gustó déjame un comentario uwu
PD. La historia ya está completa pero la iré publicando poco a poco.
La mañana había llegado, aún podía sentir en su cuerpo los rastros de lo que había sucedido la noche anterior con Link coloreando con el recuerdo sus mejillas, en sus adentros sabía que era un remedio superficial a sus miedos sin embargo se negaba a pensar en ello, guardaba la esperanza de que estando con él los fantasmas se irían y aquella presencia que acechaba en su interior desaparecería con el pasar del tiempo.
Se miró al espejo, acomodando sus cabellos con una trenza, no se sentía del todo lista para enfrentarse a él, aunque las ganas de verlo fueran más fuertes. Cuando por fin se dispuso a salir de la habitación se encontró con Impa, descubriendo que la mujer había dispuesto comida suficiente para el viaje y un par de días más, Link en aquel momento estaba afuera, preparando a su caballo para el largo viaje que emprenderían.
Cuando se encontraron ambos mantuvieron un silencio como si se tratase de una tregua, ella con trabajo y podía mirarle sin que su mente jugase a recordarle lo que había hecho la noche anterior. Zelda había tenido una crianza estricta por lo cual era una inexperta en lo que empezaba a vivir con él pero aquel sentimiento era tan real, negarse a aceptar que se moría de ganas por repetir lo sucedido era inútil.
Estaban en el comedor Impa conversaba tranquilamente sobre el viaje y planes futuros notando como ambos se rehusaban a cruzar mirada, era claro que sospechaba.
Habían acordado mantenerse en contacto de forma regular por medio de cartas, la despedida llegó entonces. Se despidió de Paya e Impa y cuando estuvo lista salió de la casa encontrándose con Link listo para emprender el camino que les esperaba.
El espadachín entonces observó a Zelda, había cierta duda en sus ojos pues no sabía si decirle o no lo que había pasado con la espada maestra, él al contrario de ella era hábil ocultando sus emociones por lo que supuso que la hyliana estaría lejos de notarlo. Se montó en el caballo y en un gesto amistoso se despidió de Impa, no era bueno en las despedidas. Zelda por su lado abrazo a Impa con cariño y a Paya antes de acercarse a la carreta que habían dispuesto para el viaje.
Así empezó el largo camino que les esperaba. Zelda se sentó lo más cerca que se pudo en la carreta. Estaba llena de víveres. Ropa y algunos insumos para el hogar que Paya les había dado de último momento.
- ¿Cuánto tiempo crees que tardemos en llegar? - Preguntó Zelda después de un rato, vencida con la intención de romper el silencio que se había hecho presente entre ellos pese a llevar ya un rato andando.
- Un día y medio, tendremos que parar en un rancho a descansar. - Link no intento ser cortante, salió de esa forma pues su mente yacía en la espada maestra, Zelda se encogió en su asiento ante la frialdad de su voz, pasaba algo. En un pasado lejano aquello hubiese resultado normal pero las cosas eran diferente, existía una nueva dinámica entre ellos y ella no pudo ignorarlo.
¿Estaría enojado por lo de ayer? Quizá me atreví a demasiado pensó ella, sintiendo un ligero peso inquietante acomodándose en su pecho.
- ¿Estás molesto? - Preguntó sin poderlo evitar siquiera.
Link se sorprendió, jalo las riendas sin darse cuenta haciendo que el caballo se agitara pero lo controló de inmediato con pequeñas caricias.
- No ¿por qué piensas eso? – Suavizó el tono de su voz sin embargo no la convenció.
-Parece... ¿te molestó lo de ayer? – No quería ser infantil pero aquello era tan nuevo para ella, no sabía controlar lo que él le provocaba y el miedo a perderlo aparecía sin ser llamado.
Link se encontró sorprendido ante sus palabras - Por supuesto que no ¿por que estaría molesto por eso? - Se giró lo suficiente para mirarle, Zelda notó sinceridad en él, pero eso solo la confundió más.
- No se… Es que pareces molesto… - Intento explicarse sintiéndose tonta de repente.
- No es mi intención, perdón.. – Link suspiró - En realidad no pude dormir mucho, eso es todo - Se rindió, no se lo quería ocultar, pero tampoco la quería preocupar, entendió a que se refería la noche anterior Zelda…
- ¿Seguro? - Dudó la rubia, sus grandes ojos color verde exigían una explicación. Link regreso su mirada al camino.
- Sí ¿sabes? jamás podría enojarme por algo como lo que pasó ayer - Desvió el tema, Zelda se sonrojo de inmediato mirándose las manos sobre su regazo.
- Pues.. no se... tu no quisiste... continuar…- No supo de donde sacó las fuerzas para decir algo como aquello. Se acomodó nerviosa en el asiento sin poderse creer lo que estaba diciendo, Link le hacía perder la cabeza, él sintió un golpeteo en su pecho, apretó las riendas de su cabello intentando aclarar su mente, aquel había sido un golpe bajo.
- Tu sabes porque lo hice – Se defendió
- Sí lo sé.. - Murmuró Zelda, se sintió tonta ¿qué estaba diciendo?
- La próxima vez no me detendré... - Se aventuro a decir el espadachín, aclaró su garganta. Por supuesto que quería continuar, era hombre después de todo y ella era jodidamente hermosa, solo no esperaba el tener que ser tan directo al respecto con ella. Zelda dio un respingo ante la propuesta completamente avergonzada, se reclamó así misma por haberse puesto en esa situación.
- Dame un beso - Pidió entonces, sin mucho sentido, solo quería sentirlo cerca. El sendero y los prados que les rodeaban estaban completamente solitarios, Link se detuvo enseguida, sin siquiera pensárselo, se bajó del caballo con habilidad, subiendo a la carreta, esquivo las cosas que en ella habían, Zelda ya le estaba esperando, él se inclinó efusivo, besándola en los labios, largo y suave, ella le respondió de la misma manera, aprovechando el momento para acariciar sus cabellos hasta perder el aliento.
- Lo siento si te hice sentir mal... - Murmuró el, apoyando su frente en la de ella, ella lo miró.
- ¿Seguro que no pasa nada? - Preguntó dándole una oportunidad más, Link apretó los labios sabiendo que no podía huir de aquellos ojos verdes.
- Por favor, confía en mí.. - Le pidió, ella aparto la mirada entonces pensando, claro que confiaba en él pero sentía que algo estaba pasando y no quería ser solo una carga, siempre cargaba con todo él solo. Se encontró con él, mirándole, había algo en el azul de sus ojos que no supo leer solo supo rendirse.
- Está bien - Sabía que en ese momento no conseguiría nada insistiendo, el espadachín besó la frente agradecido - Link - Atrajo su atención - Solo no estás solo, me tienes contigo.. - Él sonrió a penas y asintió con el rostro
-Lo sé.. - Dejo un beso suave en sus labios antes de bajarse de la carreta en un brinco, montando a su caballo. Siquiera él sabía que pasaba, debía resolver aquel misterio. No quería hacerle pasar por dificultades, quería que estuviese tranquila, aunque eso significase ocultarle cosas.
Así pronto siguieron el camino. Link conociendo Hyrule como la palma de su mano se desviaba por rutas seguras. Aunque había acabado con Ganon eso no impedía que siguiesen existiendo hordas de monstruos y no quería arriesgarse a toparse con alguna. Se detuvieron a comer en algún momento de la tarde, haciendo un pequeño picnic a la sombra de un árbol. Link aprovecho para recolectar manzanas y setas pues nunca estaba demás tener comida extra. Así más pronto que tarde fue oscureciendo.
Loa cálculos del espadachín fueron correctos, aún se alcanzaba a asomar el sol en el horizonte cuando vislumbró el rancho donde pasarían la noche, su caballo podría descansar y ellos también. No era un lugar precisamente lujoso pero bastaría para reponer energías.
El espadachín se ocuparía de resguardar el caballo y de bajar las cosas por lo que Zelda entró en el lugar, no había podido evitar el notar los cambios en el reino, aquel donde antes existió la prosperidad en aquel entonces solo eran ruinas devastadas después de una guerra, aunque sentía la esperanza que reposaba en cada habitante de Hyrule siguiendo con su vida y una necesidad de ayudar se vio adentrándose en ella.
Esperando a Link se dispuso a observar el lugar, era acogedor, había viajeros con grandes mochilas, mesas distribuidas. Conversaciones aquí y allá, la gente siguió sus vidas mientras ella..
- 2 habitaciones especiales – Escuchó decir a Link en el mostrador. Zelda se acercó con cautela, en aquel momento la capa tapaba sus cabellos pues no quería atraer la atención de nadie.
- ¿Solo tienen una? – Escuchó, los nervios brotaron de repente. Habían compartido cama la noche anterior, pero solo había sido un momento y habían terminado casi.. Sacudió la cabeza recordando la conversación de aquella tarde, acobardándose..
- Solo tienen una habitación.. - Le informó Link a Zelda apenado cuando se encontró con ella. La mujer lo meditó unos momentos, sintió un cosquilleo en su pecho, estaba nerviosa sin embargo no podía negar que quería estar con él a solas.
- Esta bien - Ella sonrió tranquilizando a Link. El joven no quería que ella pensase que estaba ansioso por tenerla a solas, no quería apresurar las cosas, solo era un capricho del destino.
-Puedes dormir en ella, yo puedo dormir afuera – Quiso añadir
-No – Zelda se vio contestando más rápido de lo que pretendía, se giró dándole la espalda avergonzada. Link no supo muy bien que hacer, por lo que se acercó al mostrador de nuevo.
Él pagó por la habitación. Ahora que lo pensaba el espadachín estaba pagando por todo.. Era difícil para ella pensar en ese momento que estaba en la quiebra cuando siempre tuvo todo y más a su disposición.
- No me gusta que tengas que pagar por todo – Mencionó cuando se encontraron yendo a la habitación, en el rancho la mayoría de las camas estaban dispersas en una sola habitación, la que Link había conseguido era privada y más cómoda.
- Bueno, considera lo mío tuyo así que técnicamente lo estamos pagando los dos – Bromeó, para el no era problema. El dinero le sobraba, después de haber matado a cientos de monstruos y vender sus partes cada que tenía la oportunidad se había hecho de una buena fortuna, además vivía de forma simple por lo que ganaba más de lo que podía gastar.
Zelda lo miro y tras comprenderlo un cálido sentir la hizo sonreí tontamente. De verdad era su pareja, de verdad estaban juntos. Todo le parecía tan irreal que tenía miedo de despertar de nuevo en el castillo enfrentandose a Ganon como si lo que vivía fuera fruto de su imaginación.
Tardaron poco en llegar a la habitación, fue Link el que abrió la puerta, era un lugar sencillo. Se veía limpio aunque estaba a oscuras, la noche había caído ya, el espadachín encendió las lámparas para iluminar un poco la estancia, la cama ocupaba gran parte del espacio y otro una mesita con su silla. Link dejó la maleta de Zelda sobre la cama y se sentó seguidamente estirando los brazos para relajar sus músculos.
- Está habitación tiene baño - Señaló la puerta - Las demás utilizan un baño compartido - Añadió - por sí quieres darte una ducha - Zelda aún permanecía de pie, la reciente privacidad que experimentaban había hecho que el ambiente se sintiese pesado y cargado de algo que desconocía, pasó saliva ¿él estaría pensando lo mismo?
-Puedes hacerlo tu primero - Sugirió la rubia quitándose la capa para soltar la trenza que había se hecho esta mañana. Aprovechó a sentarse en la silla lejos de la cama.
Link asintió entonces teniendo la necesidad de serenarse, no le gustaba el rumbo que cobraban sus pensamientos, ni la forma en la que la estaba observando, la forma en la que fue consciente de cómo se asomaba la piel de su cuello cuando ella se apartó la capa, sus finas muñecas o la forma elegante en la que la rodeaba el vestido verde que llevaba puesto. Se llevó su alforja al baño, Zelda agradeció ese momento a solas, estaba notablemente afectada.
Estaba a solas con él, en un lugar desconocido. La luz de las lámparas era demasiado tenue dándole un ambiente sumamente privado a aquella estancia. Las estrellas brillaban en el cielo, podía verlas desde la ventana. Escuchó el agua correr y se imaginó al rubio lavando su cuerpo, la imagen de su torso desnudo hizo que se acalorara basta se regañó buscando en su maleta su pijama.
¿Por qué de pronto temía? Sabía que lo deseaba, pero se sentía demasiado inexperta y perdida. Revoloteó entre sus cosas - no seas cobarde - se regañó a sí misma y suspiro calmándose. Era Link después de todo, se sentía segura de él.
El caballero no tardó demasiado en salir del baño. Su cabello estaba húmedo, llevaba una túnica blanca de manga larga y unos pantalones. - Hay agua caliente- Dijo el rubio, pese a su aparente tranquilidad el corazón le latía fuerte, sabia que debería contenerse notaba que Zelda estaba nerviosa, quizá fue demasiado lejos aquella tarde al decirle aquello - Te dejaré la cama - Mencionó antes de que la rubia entrara al baño, ella se detuvo y volteo a verlo confundida - Si estas más cómoda puedo dormir en el piso - Explicó él, ella le observo sin saber que decir, abrazo su pijama con fuerza.
- Podemos compartir la cama - Lo siguiente que se escuchó fue el portazo que dio al meterse al baño apresurada.
Link sonrió entonces ante la timidez que de pronto mostraba Zelda, aprovechó el rato para acomodarse en la cama dejando suficiente espacio para ella. La cama era amplia y cómoda, más de lo que aparentaba y su cuerpo cansado lo agradecía.
Ella se ducho intentando calmarse, cuando hubo terminado se miró al espejo después de haber lavado su cuerpo, notó que estaba ruborizada mientras se secaba con una toalla, Link había dejado el baño ordenado para ella.
Mirándose fue consciente del cosquilleo que sentía ante lo anticipando algo que pese al temor que le provocaba la llamaba como si el fuese la luz y ella una polilla buscando el calor, entonces se animó ¿Era ese su momento? 100 años eran suficientes pensó con las hormonas revoloteando. Se animó a sí misma mirando a su reflejo sin querer pensar en nada más que no fuese aquella locura que paso por su cabeza. Claramente estaba enamorada, tonta y perdidamente enamorada desde hacia más de un siglo, hacer locuras era la mejor forma de expresarlo.
Se amarró la bata dejando el pijama en el baño, la desnudez contra la ligera tela la hizo sentir extraña de una forma sumamente agradable sintiendo que su piel se erizaba, había secado su cabello lo suficiente para que no goteara aun así caía húmedo por sus hombros cuando se dispuso a salir hacia la habitación.
Link yacía en la cama con un brazo cubriendo sus ojos cuando ella lo vislumbro al abrir la puerta, la luz de las lámparas era tenue, pintaba la habitación en un color cobrizo que permitía ver aunque fuese lo suficientemente bajo para proveer un aura intima en el ambiente.
Cuando él la escuchó salir se acomodó para observarle a penas, ella se quedó al pie de la cama, viéndolo, notaba sus mejillas enrojecidas y él siempre anticipado a cualquier cosa que se presentase en su camino, no se esperó en lo absoluto lo que su princesa decidió hacer en ese momento.
Él espadachín observó como las manos de Zelda bajaban lentamente al amarre de la bata blanca, deshaciendo el nudo que la sostenía con una lentitud que le secó la garganta, la respiración y su pulso se fueron al carajo cuando ella decidió separar la fina tela permitiéndole percibir el brillo de su piel desnuda a la luz, siquiera una Diosa pudiese asemejarse a la belleza que emanaba. El sonido de la bata al caer fue lo único que opacó el silencio que habitaba en aquel espacio, juraba por las mismísima Hylia que en la vida podría olvidar lo que sintió al verla, era jodidamente hermosa, se quedó perplejo ante la belleza de aquel ser que se había robado su corazón, estupefacto tanto que se llevó más manos a la boca intentando contener todo aquello que le hizo sentir pero era imposible, podría enloquecer, lo juraba.
Se levantó entonces, guiado como si ella fuese puro magnetismo. Se detuvo frente a ella, hincado sobre la cama - ¿Por qué me haces esto? - pregunto en un susurro ronco, con una voz tan densa y varonil que a ella le temblaron las piernas, Zelda bajo la mirada, mordiéndose el labio, siquiera ella entendía como él podía provocar que hiciera esas cosas, solo quería sentirse suya completamente, con una urgencia que no comprendía.
- Dijiste que no te detendrías… - Murmuró en dirección al espadachín y sí, efectivamente, todo rastro de duda se fue al carajo cuando sus labios se encontraron aprisionando los de ella...
