He aquí un nuevo capítulo, esto me está sirviendo como catarsis ante la muerte de un amigo hace un par de meses, y hacer esto me ayuda a distraer mi mente, soy de los que mientras más piensa las cosas peor las siente, pero como sea, sé que no les importa así que disfruten de la historia.

Y ahora mi parte favorita de cualquier historia que haga, los reviews;

CCSakuraforever; En general se vienen capítulos lentos, o algo así, servirán para establecer relaciones y forjar lazos entre personajes, desarrollar las relaciones, y para no aburrir con capítulos y capítulos de entrenamiento, haré lo que hice cuando llegó Karui, pasarlo a segundo plano.


— Si vuelvo a despertarme por un Anbu tocando a mi puerta voy a golpear al abuelo Hokage —Fue el pensamiento de Naruto mientras seguía al sannin de los sapos por la calle, el sol apenas estaba iluminando el pueblo con sus primeros rayos de luz— ¿Por qué teníamos que hacer esto tan temprano? —Se quejó en voz alta.

— Porque lo importante es que tu nuevo hogar esté acabado hoy, entre entrenamientos y misiones no podrás terminar de amueblarla pronto —El sannin respondió con tono jovial, caminaba al lado de su ahijado y una sonrisa fácil en el rostro— Ahora, desayunemos algo y empecemos ¿Dónde te gustaría comer? —Preguntó mientras palmeaba suavemente el hombro del rubio.

— Zabuza me tiene prohibido el ramen, así que vayamos... —Un suave apretón en el hombro del usuario del rinnegan por parte de su padrino lo interrumpió.

— Sí tu comida favorita es el ramen, vayamos por uno, un gusto ocasional no mata a nadie —Ver cómo la expresión ligeramente desconcertada, y un poco amargada, de su ahijado se iluminaba antes de sonreír emocionado, y más alegre de lo que lo había visto desde que había llegado a la aldea, le calentó el corazón, además de recordarle vívidamente a cierta pelirroja— ¿Ichiraku Ramen?

La sonrisa en el sapo ermitaño no pudo evitar ampliarse al ver como el chico saltaba emocionado antes de comenzar a correr en rumbo al restaurante que tanto conocía, recordando como había seguido a cierto rubio, bastante parecido a Naruto, corriendo para buscar a cierta pelirroja que comía en aquel restaurante de manera casi religiosa. Había otro motivo por el que Jiraiya se ofreció a acompañar a su ahijado, y por qué insistió en que fuera tan temprano, quería conectar con él, darle al chico la familiaridad que siempre debió tener, y darse a sí mismo la oportunidad de conocer a su ahijado como no había podido hacerlo antes, cuando llegó al tan conocido restaurante, que le parecía más grande que la última vez que lo vio, llego para escuchar la conversación de su ahijado;

— Hace semanas que no te veo Naruto ¿Has estado en una misión? ¿Todo bien? —El tono suave y amable del hombre que vendía ramen le permitió saber a Jiraiya que, pese al pésimo trabajo que había hecho la aldea para mantener el secreto de Naruto como jinchuriki había habido gente que le mostró amabilidad— ¿Jiraiya-san?

El peliblanco río suavemente, claro que sí había alguien que no usaría el sufijo de "sama" era precisamente Teuchi, no solo porque se conocían de tantos años que se sentiría raro, sino porque ese sujeto había conocido a Minato, a Kushina, y les había tratado con absoluta normalidad, había reído con ellos, y había escuchado a la pelirroja burlándose de él, antes de saber que sería él mismo el padrino del chico habría podido jurar que bien podía ser ese vendedor de ramen.

— Veo que conoce a mi ahijado —Río divertido, notando la casi imperceptible sorpresa de parte del hombre, sus ojos se abrieron apenas visiblemente— Dígame ¿Come tanto como su madre? —Preguntó con una risilla el sannin.

— Si, sí ella estuviera viva aun seguramente ni con todo el ramen de la aldea habría podido llenarlos —Río Teuchi mientras se ganaba la mirada impresionada del rubio— Tenía mis sospechas desde la primera vez que lo vi, su cara me sonaba a la de Minato, y su apetito me recordaba a Kushina —Admitió, a la vez que con costumbre practicada servía dos tazones de ramen— Pero sin estar seguro no me animaba a decirle a Naruto mis sospechas, si terminaba equivocándome, no me habría podido perdonar —Añadió mientras se sentaba para ver a ambos.

No hablaron de nada relevante, no preguntó por sus padres, cuándo por la expresión que el chico tenía ante cualquier cosa que pudieran decirle de su familia le demostraba lo desesperado que estaba por obtener información de ellos, absorbiendo cada escasa gota de información como lo haría una esponja. Y siendo él mismo un huérfano no podía evitar adivinar cuál era el pensamiento que se mantenía en la mente de su ahijado, "¿Mis padres me amaron?" por lo que aprovechando el silencio que se había formado tras que el chico pidiera su décimo tazón de ramen, habló;

— Tus padres te amaban —Dijo por lo bajo, sabiendo que solo podrían oírlo dos personas, Naruto que estaba a su lado, y Teuchi que estaba haciéndose el sordo— Esperaban tu nacimiento con tantas ansias —Lo único que mostraba cuánto sus palabras estaban calando en el rubio era lo quieto que se había puesto y como ignoraba su plato de ramen como lo estaba haciendo— Murieron dando su vida por protegerte a ti y a la aldea de la única forma que pudieron, sí hubiera habido alguna otra opción, una que les hubiera permitido estar aquí contigo, créeme, la habrían usado —Sentenció mientras llevaba su mano a la espalda de su ahijado, acercándolo a él por sí necesitaba un abrazo.

— Gracias —Dijo Naruto por lo bajo, mordiendo su labio inferior con fuerza, intentando evitar dejar libre el sollozo que tenía en la garganta, sus ojos empañándose de lágrimas, y el corazón del viejo sapo ermitaño se quebró al comprender que su maestro, el viejo Hiruzen, nunca le había dicho a Naruto que había sido amado por sus padres, oh, cuanto le habían fallado al pobre.

Indudablemente algo había calado en el Uzumaki tras aquella revelación, no pidió otro tazón, una suave sonrisa estaba posada en sus labios y se había recostado sobre la barra. Jiraiya solo podía intentar adivinar sí esa revelación le había hecho más bien que mal, aunque tampoco podía ignorar la posibilidad de que Zabuza le había dejado bien claro al chico que tenía que alimentarse más sanamente, pero solo importaba que las cosas fueran bien para su ahijado.

Una vez pagaron se dirigieron a la mueblería, Jiraiya se había paseado por el apartamento de su ahijado mientras dormía, debió sacudir la cabeza ante el recuerdo, porque sí bien el apartamento estaba cuidado era claro que no era apto para un chico, mucho menos para un niño, y eso le había hecho enfadar con su maestro, por lo que para desviar su mente a emociones menos negativas volvió a su lista interna; Tendrían que comprar electrodomésticos nuevos, los del Uzumaki eran de segunda mano o estaban terriblemente cerca de estar en la categoría de basura, ignorando el detalle de que tendría al menos cinco esposas y tendrían que conseguir cosas para atender a una familia grande.

Sin contar que, por norma general, para este tipo de cosas estaba más bien pensado que las esposas de aquellos en el programa de restauración de clanes no durmieran en la misma habitación que el hombre que estaba en el programa, no era obligatorio, pero era difícil encontrar camas para seis personas. Su paso por las tiendas fue más bien complicado, Jiraiya siempre había sido de los que disfrutaban las cosas simples, un trago de sake barato, una suave fragancia, tumbarse en el pasto a tomar el sol, pero también sabía apreciar las cosas caras, tenía unas cuantas botellas de sake añejo de buena calidad guardado, una cena cara, y ni se hablara de buenos muebles, por lo que, ya que no tenían que preocuparse del dinero a gastar, estaba más dispuesto a gastar.

Por otro lado, entendía que Naruto no estaba realmente acostumbrado a gastar grandes sumas de dinero en sí mismo, ni en nada sí debía apostar, sí tenía que hacer una deducción por los libros de cocina relativamente nuevos en su apartamento el chico había subsistido a base de comida de restaurante y comida instantánea durante toda su vida hasta la aparición del rinnegan, pero quería comprarle algo de calidad a su ahijado, le hacía falta alguien que le hiciera saber que darse esos gustos ocasionales no le harían daño.

— Vamos a comprar lo de tu propia habitación, ya sea que solo la uses para dormir, o la uses de estudio, necesitas comprar cosas —Sentenció Jiraiya mientras le revolvía los cabellos rubios con cariño— No creo que quieras una habitación aburrida —Añadió con una risa. Todo esto ante manifestación del deseo del Uzumaki de irse de la tienda tras comprar un tocador y unas mesas de noche.

Así pasó el día, de tienda en tienda comprando muebles, dando la dirección de la nueva residencia para que llevaran las cosas antes de que el dueto llegara. Para Naruto había sido un día raro; Se había acostumbrado a tener poco dinero y comprar lo más barato que pudiera y que sirviera, no solo había sido raro por ello, en realidad era que el interés de su padrino por conseguirle cosas buenas era raro, el interés aparentemente genuino de alguien por él era algo que no estaba acostumbrado, o la insistencia en que comprara cosas para sí, había resultado agradable.

— Se supone... —Empezó la conversación el rubio mientras caminaban a paso tranquilo a la nueva residencia, el sol poniéndose, brindando a la aldea de un suave tono naranjo— Se supone que debo poner un negocio para el clan Uzumaki —Siguió con tono quedo— ¿Qué podría hacer? —Mencionó mientras tamborileaba sus dedos contra su pierna, nervioso.

— No te preocupes por eso aún —Intentó calmarlo Jiraiya, la calle que recorrían estaba vacía, nada raro cuando el complejo al que iban apenas estaba en construcción— Pero puedes dedicarte a lo que quieras, ¿Qué te gusta? —Cuestionó sin voltear a ver al chico que iba solo medio paso detrás de él.

No era algo que se dijera a voces, pero casi todos los negocios de la aldea estaban repartidos entre ser controlados por los civiles o por algún clan. Los Akimichi que de un modo u otro dirigían restaurantes. Los Nara que tenían dominio de las farmacias de la aldea, aunque en menor medida que los civiles. Los Yamanaka que tenían cierto nivel sobre las floristerías y lugares de jardinería. Los Aburame que tenían cierto historial en cuanto a productos cuyo origen estaba en los insectos y en telas, y del mismo modo cada clan tenía un área de los negocios que dominaban, no sería fácil encontrar algo nuevo en lo que el clan Uzumaki pudiera brillar, pero no pensaba decirlo pronto.

— Me gustaría aprender más de las otras naciones —Admitió por lo bajo el rubio— El tiempo en que Karui, mi prometida de Kumo, estuvo aquí me contó mucho de como son las cosas en su país, y las charlas con Zabuza y Haku hacen que sepa cosas de Kiri —Era una idea que llevaba más tiempo en su cabeza, desde que se había enterado de cómo era el examen de graduación de la academia en el país de la neblina había planteado la duda de cómo eran las cosas en el resto del mundo.

— Esa es una buena idea —Opinó Jiraiya con una risilla— Tienes una posición privilegiada para aprender cómo son las cosas en otro lugar del mundo, solo con tu prometida de Kumo puedes hacer amigos allá y comerciar productos exclusivos —Sí aquello se cristalizaba como una realidad entonces Naruto no solo sería un líder de clan, sino un comerciante de alto calibre, más que algunos civiles— O podrías ofrecer las cosas que suelen ofrecerse allí, por ejemplo, aunque no he tenido mucha oportunidad de estar en Kumo, he oído que tienen baños termales mixtos, eso sería increíble —Si bien su mente se desvió a las posibilidades no lo decía con mala intención

La posibilidad de ver infinidad de hermosas mujeres duchándose allí con él, y ni hablar de las propias oportunidades que eso podría traer, después de todo su mayor queja para con Konoha era lo ridículamente pudorosa que era, quizás una de las pocas opiniones que él y Orochimaru compartían, aunque en direcciones diferentes. Otro ejemplo, mucho menos conocido eran los prostíbulos, sí bien no eran ilegales en el país del fuego la verdad es que no eran bien vistos, al grado de que eran más bien un negocio de clandestinidad, vagando bares con el intento de obtener algo.

— Eres un pervertido —Bufó el rubio. Jiraiya no tenía muy claro en qué momento se le había adelantado, la expresión en el rostro del sannin debía ser particularmente distintiva porque la expresión del Uzumaki era muy clara.

— ¡Claro que no! ¡Soy un súper pervertido! —Rugió divertido, a la vez que hacía una pose ridícula que solo logró que una gota de sudor cayera por la nuca de Naruto— Tampoco me mires así, al paso que vamos puede que sea yo el que te tenga que dar clases de sexualidad —Se mofó, logrando que la expresión del Uzumaki se volviera asqueada.

— Creo que voy a terminar traumado —Fue lo único que dijo Naruto ante la provocación. Tampoco es que fuera a decirle a él, o a cualquiera, que ya no era virgen— Como sea, ¿Falta mucho para llegar? Por no entrenar hoy siento que no he hecho casi nada —Bufó por lo bajo.

— ¿Ves el arco de ahí? —Devolvió la pregunta mientras apuntaba a un arco de madera anaranjado a unos pocos metros— Será la puerta del complejo, la casa detrás es tu nueva casa —Explicó con una sonrisa plasmada en el rostro, aunque no podía verse gracias a las paredes levantadas detrás de aquella casa de tres pisos había un área relativamente baldía que serviría para expandir el complejo.

— ¿En qué piso? —Susurró con expresión consternada, solo en ese instante Jiraiya supo que tampoco había sido notificado sobre la construcción de la casa, ni cómo viviría.

Jiraiya soltó un pesado suspiró, tenía que irse haciendo a la idea de que el viejo Hiruzen le había fallado tantas veces al chico que se había acostumbrado a fallarle, y a no ser recriminado por ello, que miraba todo desde esa perspectiva y no hacía nada por corregirlo, ni siquiera parecía ver que no estaba haciendo las cosas bien.

— Toda la casa —Reconoció Jiraiya con un pesado suspiró, quizás era porque, a diferencia de cómo había sido con los otros clanes, no se hizo en base a un número ya existente y una idea de cuánto podría crecer, se estaba construyendo en base a la estimación de cuántos llegarían a ser, de cuántos quería la aldea que fueran— Pero no te preocupes, con unas cuantas esposas e hijos y dejarás de creer que es tan inmensa —Señaló con gesto divertido.

Una parte de él no podía evitar preguntarse cuál podría ser el momento adecuado para contarle todo a Naruto, no quería imitar los pasos de su maestro, quién parecía ver el fallarle al chico, o no decir las cosas como debería, como una especie de deporte, pero también sabía que no podía soltar la bomba sin cuidado. La aldea tenía unas estimaciones de cómo iba a crecer el clan, y estaban esperando, de una manera que hacía que se preguntará cómo querían que Naruto los criara con esa cantidad, esperaban al menos tres hijos de cada matrimonio, quince en total, independientemente de la ayuda de cada madre en ello, era una tarea casi imposible, y eso, suponiendo, que el Uzumaki se quedara con el número mínimo de esposas.

Pero esto también tenía un problema, incluso si Naruto desistía de su idea de hacer que los negocios del clan fueran del tipo extranjeros, el rinnegan no se podría mantener en secreto eternamente, una vez Naruto tuviera la capacidad de cuidar de sí mismo probablemente dejaría de usar los visores, o alguien vería los ojos de sus invocaciones, alguien rompería los visores, o simplemente un día Naruto cometería un error y lo vería alguien, ni siquiera los Aburame se quedaban toda la vida sin que alguien los viera a los ojos, y en el momento en que eso ocurriera podrían ocurrir dos escenarios;

El primero; Se desataba una guerra en la que la gente sentiría el poder del rinnegan como una fuerza destructiva, y eso a su vez podría desencadenar sus propias situaciones, o todas las aldeas intentarían hacerse con un rinnegan, exigirían matrimonios de un usuario del rinnegan para mantener la paz, y claramente la aldea alteraría las reglas para ello, aumentarían el número de esposas que eran de la aldea significativamente para mantener un peso en el Uzumaki rubio.

— ¿Cuántas habitaciones tiene? —Murmuró por lo bajo mientras miraba el edificio desde la sombra que se cernía sobre uno estando a sus puertas, el tono sonaba casi como el miedo ante lo desconocido.

— Cinco habitaciones para las esposas, una para ti, unas 15 para los niños, aunque se estima que dos duerman en cada habitación —Jiraiya decidió ser honesto, en parte por la cómica expresión que hacía Naruto ante la información— Cocinas adecuadas a esos números, almacenes para algunas cosas, un par de estudios, una librería, baños, comedores y al menos una sala de estar —Quería reírse de la expresión del Uzumaki, diablos que quería hacerlo, incluso sin verlo a los ojos la expresión era oro puro— Y unas cuantas habitaciones más, por sí tienes más hijos, esposas, o quieres hacer algo en ellas —No pudo evitar soltar la carcajada al ver la expresión en su cara.

— ¿Cuánta gente terminará viviendo aquí? —Naruto soltó como un gemido ahogado, su expresión de pánico, el rostro enrojeciéndose al pensar en cómo tendrían que llenarse.

— Muchos, mocoso, muchos —Palmeó suavemente la espalda del chico, incluso si la casa no estaba llena de gente casi podía imaginarse, quizás de manera demasiado vívida, a las docenas de niños corriendo y chillando por ella, le estaba naciendo un dolor de cabeza ante la mera idea, y eso que no sería él quien lidiara con ellos.

— Mejor irse acostumbrando al nuevo hogar —Naruto río nervioso antes de abrir las puertas, dando un paso por delante.

En las profundidades de uno de los tantos bosques que estaban en las cercanías de la aldea de Konoha había un pequeño edificio, no parecía ser más que una pequeña y abandonada casa que no podría tener más de una habitación, cualquiera que la viera a simple vista la pasaría por alto, como algo sin valor más allá de lo que podría valer la tierra en la que había sido construida, escondido tras una pared falsa dentro de aquel edificio había una escalera que conducía a una habitación inclusive más pequeña que la edificación sobre ella, la habitación apenas iluminada por la tenue luz de las velas, allí reunidos estaban tres ancianos, los tres concejales de Konoha.

— Sigo sin entender por qué has tomado una actitud tan pasiva, Danzo —El anciano con anteojos, Homura Mitokado, recriminó a su viejo amigo, ahora convertido en socio, su expresión era tranquila, pero en sus ojos había un fuego de ira brillando.

— ¿Es que no es lo suficientemente claro? —El hombre vendado, Danzo, suspiró fastidiado— Si para esto nos citaste en esta "base secreta" no puedo sino pensar que es una pérdida de tiempo y que pudimos habernos reunido en la casa de alguno de nosotros —Danzo bufó mientras hacía su asiento para atrás, en un gesto de retirarse.

— Estoy de acuerdo con Danzo está vez —La única mujer del grupo, Koharu Utatane, añadió mientras imitaba al hombre vendado— Esta vez Hiruzen no solo se nos adelantó y no solo se ganó al jinchuriki y el rinnegan, sino que nos cortó las puertas mucho antes de que pudiéramos jugar nuestra mano —Explicó con un suspiro agotado y molesto.

— ¡Me niego! —Escupió Homura ganando la mirada de los otros dos, la mirada de Danzo advirtiendo de los problemas en los que se metería el otro hombre sí seguía por ese camino— Me niego a creer que tuvimos tan cerca un poder como ese y lo perdimos antes de siquiera competir por él —Añadió tras enderezarse, y haber notado la mirada del hombre con cicatriz en la barbilla— Solo tenemos que acercarnos un poco a ese mocoso...

— ¿Lo crees tan idiota? —Danzo bufó, sin comprender lo corto de mente que podía ser su socio en conspiraciones— Ese niño prácticamente nos vio insultarlo en su cara, tratarlo como un objeto, tendría que ser muy imbécil para aceptar nuestros avances tranquilamente —Señaló con un gesto cansado.

— Además —Koharu decidió incluir su propio grano de arena— Sería iluso de nuestra parte creer que Hiruzen no les habría puesto sobre aviso de nosotros, y ahora que Jiraiya está aquí con más razones —La expresión de la mujer era derrotada y frustrada.

— Y secuestrarlo sería una mala idea —Danzo decidió cortar de raíz cualquier intención o plan ridículo de parte de Homura— Ya que la información no ha podido salir de la aldea, ni siquiera del concejo, nos pondríamos una diana en la espalda —No le había gustado como es que Hiruzen había maniobrado las cosas, pero tenía que darle la razón en que había sido lo suficientemente efectivo para mantener la información lo suficientemente guardada para evitar que alguien exterior metiera mano— Sin contar qué atacar a un usuario del rinnegan podría ser una mala idea, si no sabemos que puede hacer podríamos despertar un poder destructivo que no podamos controlar.

Danzo no podía evitar reconocer lo complicado de la situación, sí bien habían logrado salir medianamente airosos de haber liberado la información del kyubi no sería igual de fácil está vez, la información del rinnegan se había mantenido tan enclaustrada que lo sabían cuatro personas en su momento, luego fueron tres, y sí bien el número ahora era mayor en la actualidad, nadie se arriesgaría a liberar esa información, no solo serían acusados de traición y ejecutados en el acto, todos sabían hacía quienes irían las sospechas cuando la pólvora se corriera. Y aunque no podía descartar que el chico ni siquiera supiera usar esos legendarios ojos, un completo desperdicio de poder, no descartaría un poder explosivo y dañino que pudiera aparecer en un momento de estrés, así que tendría que dejar las cosas correr por ahora.

— ¿Entonces simplemente nos quedaremos sentados y ya? —Cuestionó Homura con una expresión agotada, claramente a él le estaba costando más aceptar esta derrota que a ellos.

— No necesariamente —Danzo habló, para sorpresa de Koharu y cierta esperanza de Homura, pero su expresión no cambió— Solo nos queda una opción: Esperar, con un poco de suerte podremos convencer a alguno de sus hijos, con tantos que tendrá será complicado mantener un ojo sobre todos, a partir de ahí podremos trabajar —Explicó su "plan"

Normalmente Danzo jamás dejaría las cosas a algo así, dejar las cosas al paso del tiempo cuando no tenía la mano segura era algo que no haría bajo ninguna otra circunstancia. Habría intentado impulsar la construcción del complejo Uzumaki o habría dado la financiación, pero resultaba que el propio daimyo había decidido que el clan del remolino había sido, o sería, una inversión que validaba un gasto como ese. Habría intentado conseguirle artículos de primera calidad para generar cierta deuda, pero Jiraiya se le había adelantado, sus sugerencias sobre mentores para el chico no serían muy diferentes a las de cualquier otro miembro del concejo. La opción que le quedaban eran las prometidas, pero era un terreno en el que no podía meter mano, quizás lo había planeado o no, pero Hiruzen le había atado de manos, y no le gustaba en lo más mínimo que un clan como ese no tuviera cierta deuda con él.

— Sí es todo lo que querías discutir entonces acabemos esto —Bufó Koharu con una expresión cansada— Creo que todos tenemos más cosas que hacer, negocios que atender —Añadió mientras se levantaba,

— Correcto —Danzo suspiró haciendo una mueca— Debido al carácter urgente con el que nos citaste dejé que Hiruzen tratara sin mayores problemas con el daimyo, con un poco de suerte aún podré llegar a reunirme con él —Chistó fastidiado mientras se levantaba.

Caminando fuera de la habitación secreta, una redundancia que no terminaba de convencer a Danzo, no podía evitar dirigir su mente a una maldición a Homura por hacerlo perder el tiempo, especialmente cuando aprovechar esa reunión con el daimyo podría ser su mejor, por no decir la única, en alterar las tornas y poder mover las fichas. Personalmente Danzo detestaba tratar con el daimyo, sí bien el hombre no tenía problemas en tener sus reuniones con terceros, los concejales habían estado en infinidad de estas reuniones, incluso cruzando palabras con los otros, sí el Hokage se retiraba el daimyo haría lo mismo, sí el Hokage debía cancelar la reunión por cualquier motivo el daimyo se negaría a reunirse con otra persona, sí la reunión se daba por terminada el daimyo se iba sin aceptar las peticiones de cualquiera para una conversación.

Por eso mismo es que había intentado unirse a la conversación entre el daimyo y Hiruzen, con un poco de suerte podría interceder para que el daimyo dejara de invertir en el clan Uzumaki, para que el propio Danzo fuera el que diera fondos, no era una buena opción, pero era la mejor que tenía. Caminaba tan rápido como su tapadera le permitía, puesto que llevaba fingiendo haberse deteriorado hasta el punto de no ser una amenaza durante años, al menos no en un combate frente a frente, solo supo qué tanto Homura le había dañado sus planes con esa tonta reunión cuando llegó a la oficina del Hokage y descubrió que ninguno de los dos estaba allí.

— ¿Alguien los estaba vigilando? —Preguntó al aire mientras daba un pequeño golpe al suelo con su bastón. Uno de sus anbu de raíz apareció a sus pies, uno de sus guardaespaldas personales.

— Lo lamento, Danzo-sama, todos estaban ocupados en diferentes asignaciones, debí haber mantenido un ojo en la reunión, lo lamento —Se disculpó, sí no supiera que era por su entrenamiento encontraría insultante el tono plano con el que el hombre le hablaba.

— Tch —Chistó el hombre vendado mientras apretaba con más fuerza su bastón— Me enfadaría mucho más sí hubieras dejado un puesto que te asigne personalmente —No es que quisiera aliviar la mente de su subordinado, no le podría importar menos sí sus palabras lo herían, pero sabía que sí dejaba esos pensamientos correr algún que otro anbu a su cargo podría considerar el suicidio, no sería el primero, ni el último— Kaburo, rastréalo —Ordenó.

El anbu a sus pies asintió antes de elevar la nariz suavemente, no tenía rasgo alguno que delatara sus orígenes Inuzuka, se había encargado de eso, pero tenía una memoria fotográfica y una nariz tan sensible que podía rastrear con precisión a cualquiera en casi cualquier circunstancia.

— Hay muchos rastros, pero el más actual se encuentra en camino a lo que será el complejo Uzumaki, el Hokage y el daimyo van juntos —El anbu dio su informe, y sí no conociera que Kaburo podía dar informes así de detallados dentro de la aldea lo encontraría cuestionable— Sí toma atajos podrá llegar con nula, o mínima, diferencia —Añadió, sabiendo lo que su maestro quería.

— Retírate —Fue la última orden de Danzo antes de que él mismo desapareciera en un shunshin, con un poco de suerte podría ajustar las fichas como quería, a riesgo de terminar en peor situación ante el chico.

Justo como planeó, en menos de diez minutos de una lenta caminata tras aparecer en su destino, se encontró tanto con el daimyo como con Hiruzen a las puertas del complejo Uzumaki, el daimyo rondaba los cuarentas, de rostro estirado y con una constante expresión de tonto, al menos en opinión del propio Danzo.

— Pero que sorpresa —Danzo proyectó su voz, llamando la atención de los otros dos hombres de poder, Hiruzen le dirigió una mirada de sospecha, misma que le daba cada vez que se veían, mientras que el daimyo lo vio como quien ve un juguete nuevo— Había escuchado que por fin el complejo Uzumaki estaba terminado y vine decidido a ver qué tal había quedado, sí nuestra joven promesa se está instalando bien —Aclaró sus motivos con una sonrisa, intentando imitar la sonrisa de abuelo bonachón de Hiruzen, aunque nunca le salió tan bien.

— ¡Pero que coincidencia! —El daimyo pronunció con una voz aguda, pero sorprendentemente aletargada— Nosotros veníamos a eso mismo —Añadió antes de seguir caminando, ignorando a los dos ancianos como sí no estuvieran allí— También quiero ver cómo quedó la construcción, saber sí usaron mis sugerencias —Añadió como un pensamiento tardío.

— ¿Usted hizo sugerencias para el hogar de nuestra nueva y prometedora estrella? ¿Puedo saber cuáles fueron? —Danzo cuestionó, hablando como si fueran viejos amigos hasta cierto punto— De seguro tuvo ideas brillantes y me encantaría saber sí puedo implementarlas en mi hogar —Casi podía sentir la bilis subirle por la garganta ante la obligación de adular a un pelmazo.

— Sé que tiene que tener muchos hijos, quiero asegurarme de que estará lo suficientemente cómodo como para hacerlo —El tono relajado con el que hablaba era irritante para Danzo— Así que pensé que unas aguas termales le vendrían bien, yo siempre estoy de mejor humor para ser cariñoso con mi esposa o mis concubinas después de un buen baño en las aguas termales, o un tiempo en la sauna —Río tontamente mientras agitaba una mano frente a su rostro, casi como una señora diciendo algo penoso.

— ¿No creé que es demasiado gasto para un clan que no estamos seguros de cómo se desarrolle? —Danzo inquirió. Quizás era porque siempre había sido más seguidor de lo práctico a lo cómodo o estético, pero no terminaba de estar seguro de que algo así valiera la pena. Cuando la pregunta escapó de su boca notó como el daimyo se detenía, totalmente serio.

— ¿Está cuestionando mis decisiones, concejal? —Su voz era fría y la irritación era palpable, pero antes de que Danzo pudiera decir algo para aminorar la irá del señor feudal este siguió hablando— Solo para que lo sepa, solo con lo que ha llegado hasta ahora a las arcas del país por la alianza con el país de las olas ha pagado esta casa con todos sus muebles, incluyendo las aguas termales que sugerí, junto a la tierra que servirá para el complejo, y todavía le alcanzaría para comprar mucho más, ni siquiera tengo que sugerir las ganancias que obtenemos con la alianza con Kumo, y eso solo con lo hecho hasta ahora por ese chico —Sentenció con una mueca en el rostro, los labios unidos en una fina línea.

— Además, Danzo —Hiruzen se metió por primera vez en la conversación— Todo eso sin contar las ganancias que produjeron sus padres para el país —Le recordó el anciano con una expresión neutral en su rostro, aunque en sus ojos brillaba la burla— Sí eso es una señal del destino, solo podemos suponer que Naruto, y sus hijos, traerán grandes ganancias para todos —Aclaró con su típica sonrisa de abuelo bonachón.

— Toda la razón, Hiruzen —Lo apoyó el daimyo con una sonrisa apareciendo en su rostro— Sin lugar a dudas el clan Uzumaki será una mina de oro como pocas —Volvió a aquel tono bobalicón que tanto fastidiaba a Danzo.

Hiruzen le dirigió a su excompañero de equipo una sonrisa burlona mientras extendía su mano para presionar el timbre, no tuvieron que esperar mucho, solo un minuto después la puerta fue abierta por Jiraiya quien tenía un semblante relajado en el rostro, o lo tuvo al menos hasta que vio a Danzo, nunca se habían llevado bien.

— Jiraiya, sabía que estabas en el país, pero no creí verte tan pronto —El daimyo saludo con una sonrisa, el sapo ermitaño siempre había ganado fácilmente el favor del señor feudal.

— Alguien tiene que ayudar a mi ahijado con la mudanza —Río fácilmente el de cabellos blancos— Está recorriendo la casa, aún no parece creerse las proporciones de su nuevo hogar —Explicó mientras se movía dejándolos pasar.

— Quizás es un poco demasiado grande para lo que sería una familia de veintiún personas —Había hecho una pequeña medición y estaba seguro de que debía haber más de treinta habitaciones, sin contar las áreas básicas de un hogar.

— Se hicieron unos ajustes a mitad de la construcción —Hiruzen comenzó, tono ligeramente cansado— Después del compromiso con la chica de Kumo se... consideró que valía la pena tener en cuenta un mayor número de hijos, asegurar que más que de clanes extranjeros hubiera una mayoría de los que son dentro de la aldea —Suspiró suavemente mientras entraba en el hogar.

— Les puedo ofrecer un poco de té —Haku se asomó por una de las puertas, sí Hiruzen recordaba bien los planos de la construcción, era el comedor.

— No hace falta, gracias, solo vine a ver sí en la construcción de esta casa se siguieron algunos de mis concejos —Sin esperar nada más comenzó a caminar por la casa sin mayor preocupación o importancia

— Uno pensaría que ya que todo esto es por Naruto al menos habría buscado verlo —Danzo suspiró cansado, parcialmente aliviado de que terminara la tortura que le representaba lidiar con el daimyo, si no fuera porque el daimyo apenas venía a la aldea consideraría útil usar el sharingan de Shisui en él.

— Haku yo sí te aceptaría el té, por favor —Pidió Hiruzen con una sonrisa mientras se acercaba a uno de los tantos, y nuevos, sofás que adornaban la sala— Y tú, Danzo, no actúes como sí alguna de las dos cosas te importase —Le riñó, el viejo mono con una expresión seria, toda la alegría y jovialidad que había mantenido desapareció en menos de un pestañeo.

— Qué me importe poco no significa que no pueda disfrutar de la ironía de esto —Aceptó Danzo sentándose frente al líder de la aldea— Haz la pregunta que quieres hacer, no desperdiciemos nuestro tiempo, y sé que no podré trabajar tranquilo mientras me haces investigar —Pidió mientras apretaba levemente el mango de su bastón.

— Solo me parece raro tu nulo interés en todo lo concierne al rinnegan —Los ojos del viejo mono se entrecerraron con sospecha— Nunca has dejado ir algo tan fácil, ya que en el pasado intentaste poner bajo tu tutela a Naruto solo por el kyubi me parece raro que no volvieras a intentarlo ahora que el rinnegan está presente —Expresó sus sospechas mientras le dirigía a Danzo una mirada oscura.

— Lo consideré inestable, por separado habría intentado convencer al concejo, pero juntos... no me daba buena espina —El hombre vendado ofreció una respuesta, expresión serena y rostro relajado— Además, dudo que muchos hijos de ese mocoso tengan también sus ojos —Añadió con una expresión de intriga.

— ¿A qué te refieres, Danzo? —Jiraiya enarcó una ceja en un gesto más bies enfadado, aunque Danzo no pudo responder tan rápido como tenía pensado puesto que Haku acababa de llegar, colocando dos tasas de té frente a Jiraiya y Hiruzen antes de retirarse.

— Todos conocemos el cuento —Empezó con una expresión desganada en el rostro— De ese ojo nacieron otros dos, el sharingan y el byakugan, y todos hemos oído que los Uzumaki y los Senju también descienden de él —Dijo con cara aburrida— Y el rinnegan claramente ha sido una anomalía, solo ha habido tres casos hasta donde sabemos, ¿Cierto? —Cuestionó mientras miraba a Jiraiya, buscando su confirmación.

— Naruto, Nagato, y el propio sabio —Enumeró el de cabellos blancos con una expresión sería en el rostro— Todos con más de una década de diferencia, incluso si en el último siglo se han dado más casos que nunca antes, los números siguen siendo significativos —Aceptó con una expresión agriada.

— Exacto —El anciano Shimura pronuncio con un gesto casi triunfante— Sí me lo preguntan, creo que es más posible que surjan nuevos kekei genkai, nuevos doujutsus, nuevos clanes, lo considero importante y valioso, pero dudo de que haya demasiados usuarios de rinnegan, quizás los únicos que creo que puedan despertarlo sean los nacidos de su compromiso con la heredera Hyuga —Aclaró su punto con expresión tranquila.

— Como sea la aldea gana ¿No? —Una nueva voz se sumó a la discusión, la del daimyo— Sí hay nuevos clanes podrían traer más fama y renombre a la aldea, sí hay más shinobis con esos ojos raros, será incluso más renombre —Opinó el señor feudal con una expresión feliz.

No es que ninguno de los experimentados shinobis no hubiera sentido al hombre llegar, la sala, la primera habitación a la que tenían acceso después de la entrada conectaba todo el primer piso, quizás lo único llamativo era que había entrado por el lado contrario al que había salido, quizás pensaron que tardaría más, lo único que podría parecer sorprendente era que no era el único que había entrado en la sala, Naruto estaba en la parte superior de las escaleras.

— No sé sí saber eso me alegra o me molesta —Suspiró el rubio mientras bajaba los escalones— Por un lado, mis hijos no tendrán que andar tan atentos en evitar que miren sus ojos, pero por otro estos ojos son lo más importante del clan en estos momentos ¿No? —El más joven de los presentes se estaba rascando la nuca con fastidio.

— Oh, sí que te pareces a tu padre —El daimyo centró su mirada en el Uzumaki, acercándose hasta estar frente a él— Quítate los visores, quiero ver esos ojos, Hiruzen los describió y quiero verlo —Exigió con una sonrisa mientras su mirada estaba fija en donde deberían estar los ojos del otrora ojiazul.

— Eh... bien, daimyo-sama —Desvió la mirada un momento para con Hiruzen, mismo que asintió, se removió el visor exponiendo los anillados ojos.

— Oh, en realidad no son tan raros como me imagine, en realidad son bonitos, me encantaría una joya idéntica —Proclamó mientras miraba fijamente esos ojos, quizás era la primera persona que veía fijamente esos ojos y no los encontraba perturbadores, en realidad Naruto estaba sintiéndose un poco perturbado por el interés del señor feudal.

— … Gracias —Susurró incómodo.

— A todo esto —Danzo interrumpió, llamando la atención de Hiruzen— Tengo entendido que la... alumna de Zabuza, la ¿mentora? Del Uzumaki, es del clan Yuki, un clan igual de extinto, o más, que el Uchiha y el Uzumaki, supongo que entrará en el programa de restauración de clanes —Sentenció el hombre vendado con una mirada siniestra.

— Recordarás que el programa de restauración de clanes no funciona igual cuando es una mujer la que entra en él —Hiruzen le recordó a su excompañero, casi casualmente Haku estaba entrando en la habitación, seguramente buscando al rubio.

— Lo recuerdo perfectamente, se le consigue un marido adecuado, y se busca que este embarazada tanto como se pueda, y tenga tantos hijos como se pueda, por lo menos hasta que nazca un varón que pueda entrar en el programa como en otros clanes —Danzo explicó el funcionamiento de la ley mientras miraba de manera nada disimulada a Haku, quien parecía totalmente impávida— Puedo conseguirle a la señorita un compañero sexual adecuado, quizás incluso el Uchiha, para que ambos tengan ya dos prometidas —Añadió.

— No hará falta, concejal-sama —Haku pronunció con tono plano, aunque un ligero tinte de desconcierto al usar el sufijo— Tras investigar la ley, mientras yo mantenga una relación con alguien, y este esté dispuesto a tener hijos conmigo la aldea no se opondrá —Rememoró con tono frío.

— ¿Y ya lo tiene? Lo mejor sería que todos estos posibles herederos nazcan al mismo tiempo, para poder hacer un equipo con ellos —El hombre vendado apuró a la Yuki, su expresión férrea y oscura— Supongo que no tendrá problemas en que hablemos con ese individuo para confirmar, ¿Cierto?

Haku se quedó en silencio, un silencio total y completo, pero parecía relajada, tranquila y serena, no hubo movimiento que pudiera hacer suponer a cualquiera sí tenía nervios, solo hubo un movimiento, una mirada, una mirada entre la chica de hielo con el Uzumaki, en la que el chico entendió cuan desesperada estaba la otra, el rubio tragó en seco antes de aclararse la garganta.

— En realidad... —Levantó la mano, sintiéndose como cuando estaba en la academia, recibiendo la atención de todos— Haku y yo hemos creado una relación amical tras lo ocurrido en el país de las olas y.… y con el tiempo aquí, hemos formado un tipo... diferente de relación —Aclaró, en parte mentira y en parte verdad, intentando no ser descubierto— Y hace poco, en parte para evitar que la emparejaran con un desconocido mientras nuestra relación crecía, habíamos hablado de la posibilidad de comprometernos —Lo único que le confirmaba que había seguido el camino que Haku esperaba fue la pequeña sonrisa que apareció en su rostro.

— Que maravilla —Una sonrisa forzada apareció en el rostro de Danzo— Supongo que solo falta formalizarlo ante la aldea y todo estará en orden —Gruñó.

Sasuke sentía que estaba por caer al suelo, las piernas le temblaban y los parpados le pesaban, sabía, cuándo ideó su propio plan de entrenamientos, que sería muy complicado de llevar a cabo; despertarse a las cuatro de la mañana para tener tres horas de estudio, y solo sí las cumplía desayunaría. Se reuniría con Kakashi después para entrenar por tres horas ejercicios de control de chakra, seguido de tres horas de aprendizaje de jutsus, en ocasiones dominar un jutsu, en otros casos practicar los otros, hora y media practicando usar su sharingan para intentar despertar la tercera aspa, hora y media de practica de genjutsu, tres horas de ejercicio físico y otras tres horas de practicar su puntería. En total eran dieciocho horas ininterrumpidas de entrenamiento, con apenas tiempo para comer entre ejercicio y ejercicio, llegaba a las diez de la noche a su hogar, agotado como no lo había estado en mucho tiempo.

Apenas pudo deslizar sus sandalias en el recibidor, casi arrastrando los pies comenzó a caminar a su habitación, solo quería dormir y descansar, pero una vez en el pasillo se quedó quieto de golpe, si avanzaba solo unos pocos pasos llegaría a su habitación, pero no pudo seguir. A su derecha estaba una habitación, esa habitación, la habitación, no quería volver la mirada, no quería pensar en esa noche nunca más, pero su cuerpo actuó en contra de su razonamiento.

— Maldita sea —El gruñido escapó de sus labios una vez había girado, no solo su cabeza, para quedar frente a la habitación— Maldita sea, maldita sea... —Comenzó a repetir en forma de gruñidos sin control.

Sus ojos repasaron la habitación como si esperara que algo hubiera cambiado repentinamente, no era el caso. No la había limpiado el día anterior por lo que estaba en el mismo estado que esa noche, no, lo único que era diferente era que las prendas de los tres no estaban allí. Las manchas de fluidos corporales varios; corrida de Karui, corrida de Samui, sudor de una o de otra, corrida de Naruto y el sudor del rubio, de alguna manera podía distinguir cada mancha, quién la había provocado y qué fluido la había provocado. El olor a sexo estaba impregnado en la habitación como esa noche, casi podía sentir el mismo calor que sentía esa noche, incluso cuando la noche actual era tan fría que le había hecho arrepentirse de no llevar abrigo.

Una sensación sofocante lo embargo, la misma ira y humillación que había sentido en esa misma noche lo llenó, la sangre calentándose bajo de la piel renovando su ímpetu. Casi como una especie de alucinación podía ver frente a él repetirse aquel acto de lujuria, los sexuales sonidos reverberaban dentro de su cabeza con una claridad casi desesperante.

— Debo ducharme... —Escupió más para sí mismo, una forma de excusarse, obligando a su cuerpo a caminar hasta la habitación de la ducha, el cansancio y el dolor evaporados ante el sentimiento que mantenía su sangre hirviente.

Cuando abrió la llave del agua para que esta corriera empezó a sacarse las prendas, tirándolas por cualquier lugar de la habitación, algunas cayendo directamente fuera de está, contrario a lo que normalmente hacía de mantener bastante orden incluso al hacer eso, sin importarle que el agua saliera lo suficientemente helada como para hacerlo temblar en condiciones normales entró en la ducha, ignorando el frío que le calaba hasta los huesos.

— Maldito Naruto —Sasuke gruñó desde lo más profundo de sí mismo mientras estampaba su puño contra los azulejos de la pared, su frente golpeó contra la pared, seguramente dejando una roja y brillante marca.

Había sentido dolor, angustia, sufrimiento, inferioridad, no era ignorante de esos sentimientos, pero nunca antes había sentido tanta vergüenza, humillación, pena y congoja como hacía un par de días. Durante su juventud siempre sintió cierta inferioridad hacía su hermano, Itachi, él era un prodigio como los que aparecían en cada siglo, según decían los ancianos del clan, cuando lo plantó como su objetivo, aquel que tenía que exterminar, sabía que tendría que dar todo de sí, que sería un largo camino para llegar a su nivel, pero ese era el punto, algún día podría llegar a su nivel, lo que había experimentado, la inferioridad plantada por el Uzumaki, había sido algo totalmente diferente, una diferencia que no importara sus esfuerzos no podía recortar, incluso sí seguía creciendo allí abajo, el Uzumaki lo podía hacer también, sin contar que la diferencia seguía siendo tan amplía que directamente no podía crecer lo suficiente.

Y aunque aún no lo había hecho con Samui, no podía evitar pensar en lo que ocurriría cuando lo hiciera, sí los gemidos de Samui serían iguales a los que había hecho cuando el Uzumaki se enterraba dentro de ella, y dado que podía escuchar los sonidos con tanta claridad dentro de su mente no tenía ni la menor duda de que podría hacer la comparación, incluso cuando una parte de él, una que jamás admitiría ni para sí mismo, era temerosa, insegura y con fuerte inferioridad que intentaba encubrir en orgullo, dudaba de que pudiera igualar o superar esos gemidos, y eso lo hería más de lo que podía soportar.

Sin poder ignorar lo que su mente estaba recreando con vivida imaginación agachó la cabeza, su mirada detenida en su miembro, quizás por el agua helada, o quizás su percepción se veía alterada por la humillación que sentía, su miembro se veía más pequeño de lo que realmente era, pero eso no lo detuvo, tampoco lo detuvo la humillación que sentiría después, agarró su miembro, duro ante la fantasía que podía visualizar, comenzando a bombear su polla con su mano. Ocupando el lugar del rubio dentro de su imaginación, y Naruto ocupando el lugar que Sasuke había ocupado aquella noche, bombeó un par de minutos, ayudado por el agua fría para aguantar más de lo que normalmente hacía, y llegó al orgasmo, sus piernas temblaron levemente antes de disparar su líquida carga en la pared de su ducha, abrió los ojos mientras un obsceno gemido escapaba de su garganta.

— Diablos, necesitaba esto —Gruñó mientras sentía su polla relajarse y empequeñecerse a su tamaño habitual— No, aún lo necesito —Bufó, sí bien la tensión había disminuido no era suficiente, comenzó a bombear una vez más.

Tras un par de pajas más, cuando sintió sus bolas adoloridas al haber acabado toda la semilla que ahí tenía, salió de la ducha y con los ojos cerrados caminó hasta su habitación, tumbándose y casi al instante cayó dormido, y del mismo modo un sueño empezó;

Estaba de pie, desnudo y con su polla enterrada en el culo de Samui, al mismo tiempo que Karui le estaba lamiendo las pelotas, él embistiendo contra el trasero de la rubia, los tres gemían sin vergüenza alguna, o al menos Sasuke no la sentía, cuando de pronto una risa los interrumpió.

— Vamos, Sasuke, ¿Es todo lo que tienes? —Como sí hubiera aparecido allí de la nada, que seguramente fuera el caso, estaba el Uzumaki sentado en un asiento a su costado, con un perfecto ángulo de lo que el trío estaba haciendo, vestía lo mismo que ellos, nada— ¿O acaso no escuchas sus gemidos falsos? ¿O no has visto lo seco que esta su coño? Ya métesela de una vez —Se mofó.

Sasuke estaba por burlarse, echarle en cara que los gemidos de Samui eran reales, incluso más fuertes de los que había soltado con él, pero entonces vio a Samui suspirar con alivio debajo de él antes de separarse de él con sorprendente facilidad antes de estirarse, y Karui, debajo de él se tumbó en el suelo con expresión aliviada.

— Que alivio, la posición era totalmente incómoda para no estar sintiendo nada —Admitió la rubia de piel pálida con rostro sereno, como sí no hubiese insultado a Sasuke hasta niveles insospechados— ¿Ya terminaste tu acto de caridad? Necesito de alguien que realmente me haga sentir algo —Su voz tan tranquila que parecía no ver que con cada palabra clavaba un kunai en el pecho de Sasuke.

— Aunque sea más fácil chupar sus chicharos no es tan satisfactorio como chupar tus bolas —Karui se sumó a los insultos. Sasuke sintió las piernas debilitarse ante las confesiones.

— Ahora, Sasuke, por qué no te sientas y ves como lo hace alguien que sí tiene con que hacerlo —Naruto se burló una vez más mientras se levantaba, exhibiendo su miembro para la comparación, antes de caminar frente al Uchiha para empujarlo levemente, haciéndolo caer en un asiento tras él— Pero no te preocupes, Sasuke, te dejaré probar sus jugos, después de todo es lo más cerca que estarás de un coño cachondo en tu vida, a menos de que sigas viniendo como perro faldero para verme follar —Se burló.

Naruto se posicionó a la espalda de Samui, quien lo abrazó por el cuello, el rubio levantó a la rubia, sus brazos cargándola por las rodillas antes de que sus manos sujetaran los cabellos rubios platinados, dejando al de cabellos azabache una perfecta vista de cómo Naruto enterraba su miembro dentro del culo de Samui, antes de empujarse de modo que el coño de Samui quedó pegado al rostro de Sasuke, dejando que sintiera como se mojaba ante los embistes de Naruto.

Con una fuerte inhalación de aire Sasuke se despertó de golpe del ¿Sueño? ¿Pesadilla? Que acababa de tener, sintiendo humedad revisó, y justo como temió, había tenido un orgasmo mientras dormía, acababa de tener una pesadilla húmeda, porque se negaba a llamar a lo que acababa de tener un sueño húmedo.

— Necesito más prometidas, prometidas que no hayan sido usadas antes, y mucho menos por Naruto —Gruñó casi como un perro, una nueva resolución en su mente— Mejor incluso que no sepan lo que tiene entre las piernas —Rabió antes de levantarse para comenzar con su rutina.


Honestamente no tenía planeado incluir la parte de Sasuke en este capítulo, pero sí no la incluía aquí el capítulo se me quedaba demasiado corto, pese a que no quiero forzarme a escribir más de lo necesario para alcanzar una longitud aproximada, pero dejarlo sin esa parte me parecía que quedaba muy corto, así que intentaré que tengan más o menos 8000 palabras sin contar las notas y las respuestas de los review.

Ahora, sobre lo de Sasuke, siempre me ha parecido que tenía algún tipo de problema mental de algún tipo, no soportaba que nadie pudiera superarlo, sí bien se mostró emocionado ante Lee, Neji y Gaara, enemigos que veía a su nivel, se tomó demasiado mal cuando Naruto, alguien con quien tenía una rivalidad previa, lo igualaba y lo superaba, no niego que la marca de maldición pudo haberlo influenciado, pero personalmente creo que solo potenció lo que ya existía.