Cuando cae la noche de Luna nueva el hanyou se inunda de una amargura palpable debido a su gran debilidad, Inuyasha no estaba acostumbrado a perder su fuerza sobrenatural y depender de sus amigos quienes eran considerablemente mas débiles. Hasta la acción más sencilla como reposar en un árbol era absurdamente complicada para él, pero aun así no dejaba de hacerlo, estar en la altura y con la tranquilidad que le brindaba el oscuro cielo estrellado era reconfortante.
-Inuyasha ¿no planeas bajar de allí? - consultaba el monje acercándose a su amigo, el hanyou solo dejó escapar un chasquido de incomodidad - Deberías relajarte, esto no sucede todo el tiempo y a diferencia de antes, ahora no estas solo - dijo intentando reconfortarlo.
-No necesito recordarte lo mucho que odio esto...ser humano - dejo escapar con palpable amargura, Miroku suspiró.
-Creo que es una bendición que la señorita Kagome no esté aquí, ya habría usado la palabra contigo - El monje se reía alejándose derrotado.
Cuando Inuyasha se transformaba en un humano no solo aumentaba su debilidad, si no también su temor por el simple hecho de no poder proteger lo mas valioso para él. Kagome. Esa razón era la única que lo llenaba de un agrio sentimiento desolador, era desesperante, así que acomodándose en la copa del árbol dejo escapar un gruñido para hacer lo único bueno que su cuerpo humano le permitía, dormir.
Al otro lado del pozo Kagome estaba sumida en sus pensamientos admirando la oscura noche, mientras buscaba a la ausente luna un sentimiento de sorpresa la embargó, percatándose de que había olvidado completamente el hecho de que hoy habría luna nueva, así que tomo lo necesario para llenar su mochila y regresar a la época feudal, conocía perfectamente al hanyou, internamente estaría ardiendo mas que un volcán.
-Espero que Inuyasha no esté demasiado enojado - Murmuraba al tiempo que ascendía por el interior del pozo fangoso, saliendo con éxito y sintiendo la fría brisa de la madrugada, en esa época no existían los relojes pero por la temperatura y la ligera claridad del firmamento se atrevía a deducir que serian alrededor de las cuatro de la mañana.
Sonreía para sus adentros caminando y acomodando la mochila a su delgada espalda, sabia que Inuyasha odiaba las eternas noches de Luna nueva pero había algo que ella no le había confesado y quizá no lo haría nunca, ella amaba ver las hebras plateadas del cabello del hanyou bañadas en el negro azabache creando una armonía perfecta con el profundo azul de sus ojos.
Detuvo su andar al encontrarlo y admirarlo, era hermoso; podia verlo dormitando en la copa del árbol, su flequillo estaba desordenado por el suave vaivén del viento, la corona de su cabeza se miraba vacía sin sus características orejas y sus párpados cerrados con ligera frescura ocultaban el azul intenso de su mirada, el rudo perfil era precioso y su boca ligeramente entreabierta era como una invitación "él es guapo incluso siendo humano", era imposible no amar ese aspecto de él aunque Inuyasha lo considerara su mayor debilidad.
Aprovechando que su oído humano no era tan agudo pudo acercarse cuidadosamente un poco mas a la figura masculina, el amanecer lleno de colores celestes y violetas hacían un match perfecto con el hanyou y el naranja de los primeros cálidos rayos de sol abrazaban el rojo de su rata de fuego; entonces sucedió, su momento favorito, los azules ojos despertaron buscando lo evidente y comprendiendo que el hombre hibrido estaba regresando así como la mañana recibía al sol, permitiendole ver como el azul cambiaba al característico ámbar; encontrándola y cuando chocaron miradas, él le regalo una sonrisa causando que su corazón diera un salto de emoción "joder, realmente es hermoso" pensaba admirando al hanyou que saltaba grácil mente hacia ella dejando bailar el azabache cabello que también se inundaba del plateado color.
-Hola Kagome - Dijo frente a ella con voz ronca, sintiendo como se estremecía, adoraba tener ese poder en la mujer, su corazón no estaba del todo seguro pero su intuición le decía que mas allá de la promesa hecha hace lunas atrás, ella lo amaba.
